Capítulo 54.

[Desaparece y consigo sus sueños].

—Joaquín —la voz de Emilio era suave a los oídos del pequeño rizado.

—¿Si? —habló el más bajo de estatura.

—Tienes que levantarte, tenemos que ir con tu mamá, decirle lo que pasó, tengo que ver cómo está María, tenemos que ir al juzgado —Emilio movía a Joaquín sobre las cobijas.

—No me siento con ánimos de hacer nada de eso Emi... —Joaquín quitó las sábanas de encima de él, revelando su cara llena de ojeras que le colgaban enormemente, dos círculos negros, y unos ojos hinchados.

—¿Es... Estás bien?

—No dormí, creo que tuve paz unos veintitantos minutos, luego desperté por pensamientos aleatorios de anoche, y no dormí, en su lugar, no paré de llorar en toda la noche.

—¿Por qué no me despertaste?

—No quería molestarte, no había nada que pudieras hacer, ni creo que deberías porque... Yo no te creí, cuando me dijiste la verdad, soy un idiota —Joaquín se levantó a duras penas de la cama.

—Joaco, entiendo porqué no me creíste, después de procesarlo tanto, comprendí que no estaba en una posición de credibilidad, y está bien. Me hubiera levantado a distraerte, abrazarte, algo hubiese hecho, pero a la próxima vez, no te quedes en silencio, solo despiertame —Joaquín no sabía que sentir, o si pensar en el hecho que dijo "próxima vez", ¿Marcos planeaba dormir de nuevo con Bondoni? Cómo en los viejos tiempos.

—Voy a ducharme y me pongo la misma rop...

—No, claro que no, ten, mandé a traer ropa de tu casa, llamé a tu mamá, me adelanté, lo sé, solo le dije que como te quedarías, querrías ropa para la mañana, algo tonto, pero bueno, Ely está abajo con mi mamá y Romina, será mejor que te duches y estés listo para contar lo que pasó.

—Emilio, te quiero, pero en éstos momentos, quiero saltar por tu ventana, para evitar ver a mí mamá.

—Báñate, refréscate, todo estará bien, no tienes nada de que temer o avergonzarte, ese idiota es el que debería estar de rodillas pidiéndote perdón y arrepintiendose de su asquerosa vida. Bueno, también le dije a tu mamá que trajera tus productos para la cara, tú maquillaje, no sabía que ropa querías, pero como quiero que te veas empoderado en el juzgado, le dije a Ely que te trajera el pantalón blanco pegado, con tus botines negros y tú crop top de Pepsi, vas a hacerle ver lo que se perdió, y también, porqué no, yo me iré con mis pantalones negros pegados, una camisita de flores y mis poderosísimos mocasines negros.

—¿Seguro que dormiste? O te la pasaste planeando cada detalle de hoy.

—Dormí más que tú, eso es seguro.

—Bien, iré a la ducha —Joaquín se retiró hacia el baño, vió que sobre la mesita que había allí, estaba su maleta, con todas las cosas que dijo Emilio, y su toalla personal.

Después de la larga sesión de preparación de Joaquín, salió del baño fresco, aún con algo de sus ojeras, pero con su rostro brillante.
Pero aunque por fuera se viera como el mismo Joaquín de siempre, por dentro, había una guerra terminada, con soldados muertos por doquier, humo negro y escombros hechos añicos en toda la superficie. Parecía que un tornado había atrasado con todo su ser, y ese tornado tenía nombre, Emilio Gizén Bet Villanueva Altamirano.

—Emilio.

—¿Si, qué pas...? —Joaquín se le abalanzó en un abrazo, interrumpiendo sus palabras —. ¿Qué sucede?

—Quería un abrazo real de una persona que sí me quiere, solo eso —las palabras de Joaquín fueron como un golpe bajo para Emilio, el cual lo tomó en sus brazos más fuerte, sin querer soltarlo.

—Joaquín, no sé cómo voy a hacerlo, pero Gizén se va a arrepentir de sus actos, va a terminar en la correccional, con una orden de restricción o lejos de éste país, pero jamás volverá a tocarte.

—Emilio, su familia es poderosa, no le prestaba atención a lo que a veces decía, su padre puede hacer desaparecer gente con un chasquido, creo que es peligroso meterse con ellos, no quiero que te hagan daño, nos, nos hagan daño...

—No me importa quién sea, de quién sea hijo, o si su familia es la élite de los movimientos ilegales en México, Italia o de donde sea, se metió contigo, y por eso, las pagará.

—Tengo las fotos en mi teléfono, de su habitación, me traje conmigo dos de sus muñecos, ¿Deberíamos imprimir las fotografías?

—Sí, préstame el móvil, aquí tengo impresora.

Después de un pequeño lapso de tiempo, ya que pusieron las pruebas en legajos y bolsas, los videos de las cámaras ocultas en una memoria, los muñecos del cuarto de Gizén y fotos del cuello y brazo de María de ayer en la noche y hoy en la mañana, bajaron a dónde estaban esperándoles sus madres y hermanas.

—Bueno ahora sí, cuéntenos qué sucedió anoche, y como porqué traen evidencias en legajos y bolsas, más ese proyector —habló Niurka.

—Joaquín, vas —le dijo Emilio.

—Bueno, todos aquí conocemos a Gizén.

—Tu novio —interrumpió Renata.

—Nunca fue mi novio, y en dado caso parecido, es ex.

—Y que bueno que nunca fue —Emilio dijo entre dientes.

—Bien, lo que pasó ayer fue...

Cuarenta minutos más tarde.

—¿Y María está bien? —preguntó Romina.

—Sí, era cómplice, Gizén le lastimó el brazo y le dejó marcas en el cuello, las pudo ver ya que amaneció, está usando un cabestrillo, pero no pasó a mayores, tuvo un golpe que le dejó un moretón en la frente, pero gracias a Dios no le causó una contusión ni nada por el estilo —avisó Emilio.

—¿Dónde está Gizén ahorita mismo? —preguntó Elizabeth.

—En el juzgado, la policía se lo llevó anoche, y dijeron que lo retendrían doce horas, sus padres de seguro fueron a pagar una fianza, pero el juicio se pidió hacerse inmediatamente, así que debemos irnos ya, es a las tres de la tarde y son las dos con veinticinco, el abogado que contraté ya está avisado de ir allá, el juzgado no está cerca, así que en marcha, solo podemos entrar los involucrados y un adulto responsable de nosotros, así que recomiendo que Romina y Renata se queden aquí, o tendrán que esperar afuera del juzgado —Emilio hablaba rápido.

—Me quedó aquí con Renata, ¿Si? —Romina vió hacia la castaña de cabello quebrado.

—Sí, está bien —aceptó la menor.

—Entonces en marcha, yo manejo —Emilio tomó sus llaves, todos se levantaron de la mesa y salieron a subirse al coche.

Luego de treinta minutos en camino, llegaron al lugar indicado, donde se toparon a María con su papá, para entrar.
Una vez los tres listos en la sala del juicio, y sus adultos responsables sentados en las bancas de a lado, se dejó entrar al lugar a Gizén, quién venía con la cabeza gacha, las manos detrás de su espalda, esposadas, y una mirada de odio profundo.

—Muy bien, se les fue citados aquí de urgencia inmediata, por los sucesos del día de ayer, madrugada de hoy. Se acusa a Emilio Villanueva de intento de homicidio de la señorita Gutiérrez, forcejeo, acosar a Emilio Marcos, y por amenazas de muerte contra el joven Joaquín Bondoni y la joven María Gutiérrez —la juez Palacios como indicaba su placa de madera puesta sobre el podium —. Se le pide al abogado acusador que presente las pruebas del incidente.

El abogado le entrega los legajos con las fotos de la habitación, de los moretones de María, los muñecos y le entrega una memoria.

La jueza revisa las evidencias materiales, y luego procede a entregar la memoria al equipo audiovisual para colocar el vídeo.

El vídeo corre, y se ve claramente todo lo sucedido, no hay duda en qué la cara de Gizén está plantada en la pantalla, su navaja se ve perfectamente en HD, y sus intenciones con ella.

Después de ver el vídeo, la jueza hace una expresión de decepción ante el acusado.

—Muy bien, ante éstas pruebas, se le pide al abogado defensor que cumpla su función, dígame ¿Quiere pasar a alguien al estrado?

El abogado de Gizén, tenía una cara de temor, puesto que el sabía, que no había nada que alegar con pruebas visuales, era inútil tratar de defender algo obvio, inclusive si solo lo hiciera para ganar tiempo, no funcionaría.

—No, no deseo llamar a nadie al estrado su señoría, solo me queda incriminar al joven Bondoni, por destrozo de la morada del joven Villanueva...

—¡Objeción! El joven Villanueva retuvo al joven Bondoni en su casa —interrumpió el abogado acusador.

—No fue así, el joven Villanueva salió por su cartera a su auto, en ningún momento dejó a propósito encerrado al joven Bondoni, éste chico irrumpió la privacidad de la casa de los Villanueva, entró en la habitación del mayor, la hizo pedazos, luego rompió la puerta trasera con una silla, y escapó de ésta por desespero.

—El joven Bondoni solo rompió unos posters y tiró unos artículos al piso, no "hizo pedazos" cosas de valor. Rompió la puerta porque justamente estaba encerrado en la casa, puesto que es de alta seguridad, y sabiendo eso, Villanueva lo dejó ahí para sacarlo del juego.

El abogado defensor no dijo palabra ni objetó contra la afirmación de su competencia.

—¿Algo más que alegar abogado? —la jueza se dirigió al lado del acusado.

Con furia en su mirada, rabia de admitirlo el abogado habló —No su señoría... Nada.

—Bien, después de ver las pruebas, y de la breve discusión entre ambos abogados, después de ver a la afectada físicamente María Gutiérrez, con su reporte médico, sus marcas y luego de analizar el vídeo rodado, yo declaro a Emilio Villanueva culpable por intento de homicidio. Se le condena a la correccional de menores por cinco años, debido a que es mayor de dieciséis, estará encerrado, y se le permitirá una reducción de un año si tiene una buena conducta, si a los tres años presenta un récord impecable, se le permitirá libertad condicional, he dicho, se cierra el caso —la juez dió el golpe con el martillo, y la expresión de Gizén ante los tres acusadores, era un poema, mejor que los que el escribía.

Joaquín entregó la evidencia, sí, pero las libretas se las quedó, quería saber cómo trabajaba la mente se su ex amor, y lo sabría pronto.

Salieron del juzgado, las autoridades se llevaron a Gizén, quién no parecía preocupado, pero tampoco contento.

¿Se avecinaba una tormenta o será que simplemente todo daría un giro por una ausencia próxima?

—¿Viste la cara de Gizén? —Emilio manejaba, con un alivio en la mirada.

—¡Ese tal cala bonita ta' pendejo, quedará encerrao el infeliz! —Niurka iba detrás de Emilio, echándole madres al criminal.

—Mi amor, ¿Estás bien? —Elizabeth iba tras Joaquín, que estaba de copiloto, pasó sus brazos sobre el asiento y abrazó a su pequeño con ternura.

—Supongo que... Para siempre, puede ser solo un segundo ¿No? —una lágrima recorría la mejilla de Joaquín.

—¿Por qué lo dices así? —preguntó Elizabeth.

—Cada vez que Gizén me decía que me quería, lo decía como sacado de un libro de hadas... “Te quiero para siempre”, “Volveré por ti”, “Estaremos juntos, por siempre”... Todo aquello, fueron mentiras, que después de entrar en esa habitación donde tenía a María, duraron un segundo —la voz del menor, podría romper a cualquiera, y aquellos tres seres en el coche, no eran la excepción.

—Estarás bien hijo, gente puñetas hay de sobra, y ese güey infeliz no canta mal las rancheras. Yo te voa' decir algo —Niurka aclaró su garganta —. Te vas a topar con decenas de personas, que querrán aprovecharse de ti, te vas a topar con mares de personas, que te van a querer usar, puede que te toque enamorarte de alguna de esas, como pasó recientemente, pero con ésto, tú debes aprender a seleccionar, y escúchame bien, SELECCIONAR muy muy bien a tus compañeros de vida, puede que no se queden por mucho o puede que sí, pero mi amor, uno se va dando cuenta en donde sí y en dónde no, tú ya viviste una mala experiencia, no dejes que alguien así entre en tu vida de nuevo. Investiga más, conoce más, el amor es muy bonito, y a veces te pone contra las cuerdas, no te fies de las personas tan rápido, aprende a esperar, todo va a mejorar.

—Gracias Niurka... —solo eso pudo salir de la vocesita apagada de Joaquín.

—Anda ya, vamos por unos tacos, Emilio, mueve tu volante, nos vamos para acá Kike, órale vas —habló Niurka.

—No es necesario Niu... Yo creo que mejor me quiero ir a mi casa —interrumpió Joaquín.

—Si así lo quieres bien, pero como conozco éstas rupturas adolescentes y la neta tú eres como mi Romi, declaro que Emilio se va a vivir contigo por una semana, Elizabeth ¿Eso está bien? ¿O hace mucho desmadre mi bebé? —Niurka intentaba tener la mejor actitud posible.

—No hay ningún problema, Emilio puede quedarse, siempre y cuando no hagan escándalos después de las diez —Ely sonrió.

—Entonces vamos a la casa, haces tus maletas bebé, llegas por algo de comida y te llevas a los Gress a su casa, ¿Entendite? —parló la señora Marcos una última vez.

—Está bien mamá, pero no le hemos preguntado al jefe de jefes —Emilio dobló a la derecha y después se dirigió a su copiloto —. Joaco, ¿Estás bien con que yo me quedé contigo? ¿O prefieres estar solo?

Joaquín estaba en una esquina, ya que prefería su soledad, para llorar sin tener vergüenza, y hacerse bolita mientras veía algún musical y comía helado. Sin embargo, que Emilio se quedase en su casa, por primera vez en mucho tiempo no le parecía mala idea, ya que necesitaba a alguien que lo animara, alguien que hubiese presenciado su misma situación a la par, y el único era Emilio, ya que ni de chiste, invitaría a María a su casa.

—Sí, está bien —finalizó Joaquín.

Unos diez minutos más al volante pasaron, y luego llegaron a la casa de los Marcos.

—¿Y bien? ¿Qué pasó? —Romina los recibió en la puerta.

—¿Encerrarán al idiota? —preguntó Renata.

—¡Renata! —la reprendió Elizabeth.

—Perdón mami, a Gizén —corrigió la más pequeña de todos.

—Sí, cinco años de cárcel, cuatro si se comporta bien, si tiene un récord impecable, a los tres años consigue libertad condicional, pero fue declarado culpable por todas las acusaciones hechas —contestó Emilio —. Y otra cosa.

—¿Qué? —Renata volvió a preguntar.

—Me mudaré a tu casa y tu cuarto será mío.

—¿¡Qué?! —Ren lo vió con indignación.

—No es cierto, se quedará una semana, en el cuarto de Joaquín, ya, dramática —Elizabeth rió.

—Iré a hacer mis maletas, Joa ¿Me acompañas? —Emilio subió dos escalones.

—Sí —Joaquín le siguió el paso.

Ya en la habitación, Emilio sacaba playeras y pantalones de su clóset para hacerlas volar en el aire y que cayeran directo en la maleta, donde Joaquín no toleraba ver cómo aventaba las prendas así sin más, y éste las doblaba rápidamente para acomodarlas.

—Hey, estás arruinando mi estilo.

—¿Tu estilo es el desorden? —rió Joaquín.

—Así es —Emilio sacó un par de tenis y unas pantuflas de jirafa para echarlas también —. Oye, mañana son los premios, ¿Deberíamos ir por los trajes con Eduardo, no?

—Diantres, lo había olvidado, sí, debemos ir, también, el reconocimiento al Orgullo de mi Ciudad es el quince, tal vez nos dé esos de una vez.

—Sí, vamos a dejar a tu mamá y a Renata a tu casa y después vamos a por los trajes.

—Concuerdo.

Después de bajar con una maleta grande y una mochila con su lap top, Emilio tomó las llaves de su camioneta.

—Me llevaré la mía —avisó Emilio.

—Bebé ven —le habló Niurka —. Si quieren ir subiéndose a la camioneta Ely — éstos obedecieron — Quiero que distraigas a ese muchacho, ¿Entiendes? Puede que ahora mismo se quiera ir a tirar de un puente por esa cosa tan fea que le pasó — Emilio tuvo flashbacks dolorosos —. Ten, te voy a dar éste dinero y ésta tarjeta, si Joaquín quiere algo se lo compras, y por favor mantenlo feliz, aún recuerdo el primer corazón roto de Romina, ay no Diosito, comía botes de helado diarios, se encerraba día y noche a llorar, una cosa espantosa. Mi vida, tienes una misión, no decepciones a tu madre.

Emilio asintió, cogió el dinero, y la tarjeta, los metió a su cartera y de ahí a su bolsillo.

Arrancó la camioneta, llegó por comida y después se dirigió a casa de los Gress, luego de un rato, todo en silencio y la lista de reproducción hecha para Joaquín corriendo en un volumen bajo, llegaron.

Elizabeth y Renata se bajaron, Emilio avisó que irían por los trajes y así lo hicieron.

Condujeron un tiempo más o menos largo, hasta que aterrizaron con Eduardo para que les hiciera los últimos ajustes, tomaron los trajes, los pusieron en su transporte y volvieron a casa.

Las seis de la tarde marcaban los relojes, Emilio bajó su maleta, y su traje, Joaquín lo suyo a la par.

—¿Quieres ver películas de Disney? —Emilio tendió la cama de Joaquín, y apagó las luces.

—Creo que quiero volver a dormir por mucho tiempo.

—Te diría adelante, pero eso le da paso a la depresión, ¿Neta no quieres ver algo, o te traigo algo de comer? No quisiste la comida de tu mamá, no cenaste en efecto.

—No, no quiero ver nada, y no quiero comer nada.

—Joaco... Por favor vamos a comer, puedo incluso llevarte cargando, o traerte hasta acá, pero anda, comemos carnes, tus favoritas ¿Sí?

—No Emilio, no me siento con apetito...

—Si tú te matas de hambre por alguien que no merece ni un pestañeo, entonces yo también —Emilio se acostó, mientras su estómago rugía salvajemente.

—Emilio Marcos, no hagas eso.

—¿Hacer qué?

—Ser solidario.

—No voy a comer si tú no comes.

—¿De verdad vas a obligarme a comer porque no dejaré que tú te mates de hambre?

—Sip.

—Te odio.

—Me amas, anda ya, ¿Quieres que te traiga? Iré por la pasta que hizo tu mamá, también traeré lo que era para ti del restaurante de pollo, traigo refrescos y papas ¿Sí? Ya vengo —Emilio bajó corriendo para preparar todo, ponerlo en unas bandejas que tenían allí, y volver a la habitación.

Emilio le puso la bandeja en las piernas a Joaquín y colocó el HDMI en su laptop, para poner Netflix y hacer click en “El rey león”.

Joaquín se sentía cómodo, pero la tristeza no se iría con comida y películas, la herida que le había hecho Gizén era más profunda que lo que cosas materiales pudieran sanar, estaba muy adentro en su alma y su corazón, y nadie, ni si quiera Emilio, podría repararla, al menos no pronto.

Comieron de todo, terminaron la película, y Joaquín estaba haciéndose bolita.

—Emilio.

—¿Qué sucede?

—Robé sus libretas.

—¿Sus qué?

—Sus libretas, están en la mochila del perchero.

—¿Las libretas de Gizén?

—Sí.

—¿Por qué?

—Son las más recientes en fechas, quería saber... Sobre qué escribía, y como pensaba.

—Quieres decir, si escribía sobre ti y que pensaba de ti.

—Sí.

—¿Las vas a leer?

—Sí.

—¿Las quieres leer solo?

Joaquín se mordió el labio y agachó la cabeza —No.

—¿Quieres que las lea contigo?

—Sí.

—¿Quieres que las lea para ti?

—S...sí, solo las que sean más recientes, desde que nos conocimos; tú, puedes leer las antiguas, ya que ha estado obsesionado contigo más tiempo...

—Bien... —Emilio se levantó, encendió el foco, y sacó las libretas de la mochila —. Ésta tiene fecha de... ¿Enero? Y ésta de Febrero, ¿Solo la de marzo no tiene candado?

—Es porque es la más reciente.

—Bien, ¿Cuando se conocieron ustedes, más o menos?

—Febrero, febrero dieciséis o diecisiete, la verdad no recuerdo.

—Bien, ¿Tienes un pasador para el cabello? Sé que creerás que solo funciona en las películas, pero no.

—Sí —Joaquín abrió su cajón y sacó una cajita de pasadores.

Emilio con dificultad abrió la de Febrero y se corrió hasta donde dijera "17 / 02 / 19”.

—¿Listo?, Creo que escribe una página por día, o una media cuartilla, algo así —Joaquín asintió.

—“Por fin estoy listo, si hoy empiezo mi plan a la acción, en unas semanas tendré acceso a la vida de Emilio, si lo sé ejecutar, podré hasta convivir con él, ¡Es perfecto!, He leído mucho sobre Joaquín Bondoni, he estado en el fandom mucho tiempo pasando desapercibido con cuentas falsas, sé que es débil, es fácil de capturar, es fácil de persuadir, todo irá a la perfección, lo sé. Hoy me presento ante el señorito Bondoni, mañana estaré de la mano con Emilio Marcos. Hay obstáculos, sí, Maria, claro, la dudosa sexualidad de Emilio, aunque... —Emilio leyó la línea “escuché su conversación con esa psicóloga, es bisexual, creo que conseguí quitar un impedimento más, todo gracias a mí buen aparato de espía” y la omitió, ¿Cómo haría para que Bondoni no leyera eso? Se las tendría que ingeniar pronto —. “... Aunque el fandom afirme que es gay, ha dejado muy en claro lo contrario, ya veremos” —inventó, eso no lo decía Gizén, pero era su única salida para evitar que Joaquín supiera aquella conversación con Yamaca — “¿Debería contarle la historia real de mi origen para que me tenga confianza?, Tal vez no. No es nuevo que ser el hijo adoptado sea como un secreto que te guardan toda la vida, anda ya, que hasta extraño mi nombre real, mis padres decidieron acogerme como suyo, cuando me dejaron en su puerta, abandonado, y bueno, quién diría que por azares del destino me pondrían Emilio, justo como mi amor platónico. Aún recuerdo el nombre que decía en mi brazalete, ese pequeño brazalete azul que encontré en un viejo cajón hace unos años, “Ares”, Dios de la Guerra, me encantaría llamarme así todavía. Cuando llegaron Alía y Dan me sentí pésimo, ya que creí que mis padres, siendo ellos sus verdaderos primeros hijos, me dejarían de lado, y yo desaparecería de su rango de atención, sin embargo, no fue así, y que bueno que no. Bien, me he desviado, y que ironía al decirlo, puesto que homosexual he sido toda la vida. ¿Debería hablarle por instagram? No creo que responda, ¿Me voy directo a su WhatsApp? Sí, lo haré”.

—¿Eso es todo de ese día?

—Sí.

—Su verdadero nombre es Ares.

—Bueno, yo diría su nombre original, porque al ser adoptado, y que sus padres se lo cambiaran, ese es su verdadero nombre de todas formas, Emilio Gizén Bet, vaya que les gustaron los nombres largos ¿Sus hermanos son Alía y Dan?

—Rosalía y Daniel, no mencionó que tuvieran otros nombres.

—Lo averiguaremos en las otras libretas si quieres.

—Sigue leyendo.

—“20/ 02 / 19, estoy teniendo problemas, problemas serios. Creo que Joaquín no es tan escurre miel como creí, o sea, sí, claro que sí, el problema está en qué no me desagrada, para nada, es simplemente lo que tiene que ser. ¿De verdad voy a terminar enamorándome de mi conducto? No, no puedo hacerlo, mi objetivo es Emilio, si es necesario llevármelo para que estemos juntos, lo haré, haría todo con tal de que fuese mío, todo.” “21 / 02 / 19, No puedo evitar sentirme muy bien cuando estoy con Joaquín, es extraño, es como si se metiera tan fácil dentro de mí, es como si escurriera como agua entre mis manos, no puedo hacer nada contra él, es tan frágil, podría romperlo con palabras y aunque puedo, no quiero, de verdad no quiero. Creo que... Creo que me estoy enamorando de Joaquín Bondoni, y eso, no es bueno”. “22 / 02 / 19 Mañana hay una pijamada en casa de Joaquín, probablemente asistirán sus amigos, Diego y Nikolás, pero lo mejor de lo mejor, irá Emilio, creo que estoy listo para decírselo... Me lanzaré a besarlo, sí, y no podrá decir nada... Porque sé que Joaquín ya no confía en él como antes, es perfecto, puedo amenazarlo con tantas cosas, inclusive con que puedo ir tras Maria, que independiente de algo, lo haré, iré tras ella y desaparecerá.”

—Creo que Gizén me confirma que soy un idiota.

—¿Por qué lo dices?

—No te creí cuando me dijiste la verdad Emilio, y ahí está más que plasmado lo que ya me habías contado. Aún me arrepiento, lo lam... —las palabras de Joaquín fueron interrumpidas por un abrazo de Emilio y un dedo en sus labios.

—Deja de disculparte por eso; más que nadie, yo sé que tenías tus razones para no creerme. Yo fui el idiota, no tú.

Joaquín se aferró al cuerpo de Emilio y comenzó a llorar, era increíble como había llorado tanto y aún así no se secaban sus ojos, escuchar el llanto del pequeño, siempre le rompería el corazón a Emilio, siempre.

—¿Quieres que siga leyendo?

—No, creo... Creo que es mejor deshacerme de esas libretas.

—¿Quieres quemarlas?

—Mejor solo, quedatelas tú, si tú quieres leer las cientos de páginas que hay sobre ti, puedes, solo, jamás me las muestres ¿Sí? Creo que no tengo alma para destrozar propiedad privada de una persona que puso mucho tiempo en esos escritos...

—Joaquín...

—Es que a pesar de que me ha destruido el corazón y barrió el piso con mis sentimientos, no puedo desearle el mal, no puedo lastimar sus cosas, no puedo pensar en una venganza... Sí, destrocé su habitación, o bien, la desordené y tiré sus cosas, pero realmente romper algo que probablemente es una parte de su vida entera, no puedo. Solo quédatelas, escóndelas, aléjalas de mí.

—Sí, está bien —Emilio tomó el montón de libretas y las puso en la mochila dónde estaban sus cosas —. No volverás a verlas, ¿Bien? ¿Quieres hacer algo más hoy?

—Preferiría ir a dormir solo eso...

Los toques en la puerta de Joaquín comenzaron al instante en el que terminó de hablar, eran unos desesperados, altamente desesperados.

—¡Joaquín! ¡Emilio! —gritó Renata.

Emilio corrió rápidamente a abrir la puerta de la habitación.

—¿Qué Renata, qué? —Joaquín se levantó de la cama.

—¡Vean el link que les voy a pasar rápido! —Renata texteó rápidamente en su celular al segundo los móviles de Emilio y Joaquín sonaron —. ¡Ya!

Ambos tomaron su aparato y leyeron el encabezado “Los Villanueva desaparecen junto a su hijo convicto antes de que lo encierren en la cárcel”.

—Escapó, escapó y nadie sabe a dónde, se rumora que ya ni si quiera están en América —habló Renata.

—Italia, están en Italia, él dijo que irían para allá, por eso decía que vendría por mí, que me esperaría, por eso quería darle... Bueno... No importa, ¡Deben buscarlo en Italia! —Joaquín sintió una pesadez en el estómago y sintió breves mareos.

—No creo que estén en el lugar más obvio donde podrían buscarlos, Joaquín, su familia es de las más poderosas en México, dijiste que ellos podrían desaparecer gente. Es muy probable que ya hasta se hayan cambiado los nombres, ¡Es una injusticia! —Renata estaba furiosa, corrió hacia la habitación de su mamá a contarle a altas velocidades.

—¡Ese maldito! ¡Voy a encontrarlo yo! ¡Buscaré en todo el mundo si es necesario! ¡Pero pagará por lo que hizo! —Emilio empezó a alterarse.

Joaquín no podía creer que esa persona, esa mala personas estaba suelta y sin ningún castigo, podría hacerle daño cuando quisiera, podría venir por Emilio, podría ahora sí matar a María, podría secuestrarlo a él y a Emilio para tenerlos por siempre, la cabeza le dolía, el estómago se le revolvió y su visión estaba fallando.

—Si no está en América, quedan tres continentes más. No, espera, cuatro, cuatro malditos continentes. ¿Sabes cuánto cuestan los vuelos a Europa? Buscaré en toda Italia, pero lo voy a encerrar ¡No verá la luz! ¡Tiene que cumplir su condena! —Emilio estaba alterado.

—Emilio...

—Voy a rastrear su teléfono, en unas solas horas no creo que haya cambiado de número, ¿Tienes su número? Dámelo, voy a buscarlo, no sabe con quién se metió, voy a encontrarlo y haré que se refunda y se pudra detrás de las barras...

—Emilio...

—Voy a hacer que se lamente por hacerte daño, voy a hacer que se arrepienta de tocar a María, haré que le den más años de prisión por haber escapado de su condena...

—E... —Joaquín azotó en el piso, golpeando todo su cuerpo, quedando inconsciente.

—¡Joaquín! —Emilio se abalanzó hacia él rápidamente, le tocó la cara, trató de encontrar su pulso pero estaba tan desesperado que no podía sentir nada, colocó su oreja cerca de su nariz, y su dedo debajo de ésta —. ¡Renata, Elizabeth, llamen a una ambulancia, no respira! ¡Joaquín no respira! ¡Auxilio!

—¿¡Qué?! —Renata corrió de nuevo a la habitación.

—¡Ambulancia Renata, no respira, ya!

—Sí, ¡Si! —Renata marcó al 911 en seguida —. Hola sí, ¡Una ambulancia por favor! ¡Mi hermano se desmayó y no respira! ¡Mamá!

Emilio no podía procesar nada, solo tomó la cara de Joaquín entre sus manos y comenzó a llorar.

—Estarás bien, estarás bien... Todo va a estar bien... Joaquín no te vayas, solo no te vayas... —Emilio le susurraba a Joaquín.

—¡Dijeron que llegarán lo antes posible!

—¿¡Cuánto es lo antes posible?! ¡No respira! —Emilio estaba más que alterado.

—¡No sé! ¡No sé! —Renata estaba histérica y Elizabeth venía corriendo de su habitación.

—No te dejaré aquí, no te puedes ir, Joaquín, quiero que solo sea un susto, quiero que solo te hayas sentido débil, solo eso, por favor despierta... —Emilio abrazaba el cuerpo del menor —. Te amo, tienes que saber qué te amo, te amo —le susurraba.

—¡Mi amor! —Elizabeth se echó al piso con el cuerpo de Joaquín.

—¡Al diablo! ¡Iremos nosotros en la camioneta! —Emilio se levantó cargando el cuerpo del rizado.

—¡Emilio no! La ambulancia llegará y lo atenderán dentro de ella, si tarda mucho el tráfico, o si le pasa algo en el camino...

—Elizabeth, no pienso quedarme de brazos cruzados cuando lo estoy viendo así, ¡Iré rápido! Si es necesario yo mismo correré hasta el hospital, así como él lo hizo por mí —Emilio corrió escaleras abajo.

—¡Espera! —Elizabeth bajó tras él —¡Vamos también!

Todos subieron a la camioneta, Emilio se subió en los asientos traseros con Joaquín en brazos, Renata de copiloto y Elizabeth manejando.

—Pónganse los cinturones, no voy a detenerme en los altos —avisó la madre de Joaquín.

Obedecieron y a toda velocidad, salieron disparados al hospital.

—¡Despejado! —gritaba Renata para pasar volando por cada calle.

Emilio solo retenía el frágil cuerpo de su compañero, lo abrazaba como si fuese la última vez, lo cargaba como a un recién nacido, sostenía su cabeza pegada a su cuello y dentro de su propia cabeza rezaba por él.

—Te amo, te amo mucho Joaquín —Emilio susurraba a un mínimo volumen en el oído de Bondoni, de verdad sentía como si la vida del menor, se le fuese entre los brazos.

—¿¡Cómo sigue?! —gritaba Elizabeth.

—No respira Elizabeth, no respira —Emilio estaba llorando.

Todos lo hacían, todos estaban inundados en lágrimas, pero todos debían cumplir una función, Elizabeth manejar, Renata ver las calles, y Emilio proteger a Joaquín.

Emilio besaba la cabeza de Joaquín, y dejaba caer lágrimas en el cabello de éste.

—Te amo... —dijo una vez más el mayor, queriendo darle sus malditos pulmones a Joaquín, para que pudiera respirar —. No te puedes ir sin saber que te amo... No...

PREEEEGUNTA:
¿Siguen vivos por la cuarentena?
Yo estoy harta, quiero ver a mis amigos y no puedo, creo que me mato de tristeza.

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