Capítulo 50.

[El cielo, pijamadas, y enfrentamientos].

23 de Febrero de 2019.

Dando un recuento de lo que pasó en éstos días, sería decir que no he dejado de hablar con Gizén ni un minuto. Me manda flores, y la verdad a mí madre le agrada completamente. Lo he pensando mucho, quiero a éste chico, es difícil deshacerme de los viejos sentimientos, pero no imposible.

Así que quieres que vaya a una pijamada, más temprano que todos, para hablar sobre el tema, después va a llegar el estropajo con el chino y a las siete llega ese nuevo Emilio.

Sí, ¿Vienes ya? Son las cinco -quería arreglar las cosas con Nikolás cuanto antes.

De hecho ya llegué, manejé mientras te hablaba, así que ábreme.

Corrí escaleras abajo —Ma, nada más para recordarte que hoy tendré la pijamada con Niko, Diego y los Emilio's —grité.

—Está bien amor —escuché desde la cocina.

Abrí la puerta mientras tomaba un gran respiró —Hola Nilo.

—Muy bien, evitemos la charla incómoda, los lloriqueos o los reclamos. Me dijiste que fue un accidente, que ambos se olvidaron porque estaban muy presionados de irse al instante por el productor, que lo sientes mucho y que jamás quisiste hacerme ningún daño, así que abrázame, dime que lo lamentas una vez más y ya —puso ambas manos en su cintura.

Lo abracé —Perdóname, sabes que jamás te dejaría a propósito, fui... Fuimos unos idiotas, pero no fue con intención, te amo.

—Está bien, te creo, no más enojos, no soporto estar así contigo.

—Ni yo así contigo.

—Mejor ya quiero saber de ese nuevo muchacho, ¡Por fin alguien que no es el estropajo! O sea se llaman igual pero al menos la jeta es diferente, cuéntame.

—Necesito que lleguen aquellos dos para hacerlo de una vez con todos, no deben tardar, les dije a las cinco y media, faltan unos siete minutos.

Después de un rato, llegó el auto de Emilio, que venía acompañado de Diego, entraron y subimos a mí habitación.

—¿Dónde está el papi de Emilio? —preguntó Diego dejándose caer en la cama.

—Me tienes en frente chiquito —le dijo Emilio mordiéndose el labio.

—Tú no pendejo, el otro, el que sí es bonito —rió el más pálido.

—Ja-ja que risa —respondió el rizado.

—Llegará en una hora y media más o menos, primero los cité a ustedes para hablar de algo importante, algo justamente sobre Emilio el nuevo —traté de centrarme para poner en orden mis palabras y no decir nada erróneo, mientras que los tres ya estaban delante de mi, en círculo, escuchándome con atención.

—¿Te dijo que le gusté y ahora quiere salir conmigo? —Diego sonrió muy alegre.

—No... —articulé.

Narrador omnisciente:

Joaquín no sabía por dónde empezar, tenía que contarle a su mejor amigo sobre su nueva "pareja", tenía que decirle a Diego que la persona que le gusta está enamorado de otro chico, y lo más importante, tenía que declarar frente a Emilio que estaba interesado por fin en alguien que no era él, que estaba enamorándose de otro, deslindándose de cualquier emoción fuera de la amistad entre ambos.

—Nos conocimos por internet, porque Loretta le pasó mi número, me habló y resulta que tenemos muchas cosas en común, desde artistas hasta costumbres, me cayó de lo mejor. Y bueno, cuando salí por primera vez con él, fue amable, algo penoso, reservado, solo que no exactamente, ya que en una de esas me dijo algo que me aceleró por completo. Pensé que lo decía por la emoción del momento, de conocer a alguien nuevo, pero en éstos días creo que me demostró que no fue así. Salimos y fue algo que nunca presencié con nadie —se refería a experiencias, porque si vamos a emociones, ya había sentido muchísimas cosas con Emilio Marcos —. Luego me quedé en su casa, a tener una supuesta pijamada, reunión, lo que sea, pero en realidad fuimos de fiesta, me defendió de un imbécil que intentó aprovecharse de mí, y fue ahí también cuando te sacamos del antro Nilo, que afortunadamente llegaste a tu casa y así. Desde ese día algo cambió en mi perspectiva de verle... Diego, quiero pedir perdón, porque sé cómo te pusiste cuando lo conociste... Ese mismo día, él me confesó que yo le gustaba, que por eso pidió mi número —Diego agachó un poco la cabeza, Nikolás estaba rebozando de alegría, y Emilio tenía la misma cara que cuando le pedías despejar una ecuación.

—Está bien, puedes quedártelo, conseguiré otro —Diego le sonrió a Joaquín y alborotó su cabello.

—¿Y luego que pasó? —preguntó Emilio.

—Esa noche de antro, sucedieron cosas entre nosotros, que nunca pensé que pasarían, me puse nervioso, y a la vez me sentía bien —continuó.

—A ver, él ya te confesó como se siente, ahora, ¿Cómo te sientes tú? ¿Le correspondes? —Emilio parecía tratar de asimilar las cosas.

—Lo dudé mucho, a decir verdad. Pero sí, le correspondo, creo que me estoy enamorando... —contestó, mientras Niko festejaba y Diego parecía relajado, Emilio tenía extraños gestos en su rostro, parecía querer estar feliz, pero a la vez se le notaba una mirada molesta, y después solo se quedaba serio.

—¡Felicidades! ¿Ya son algo? —le preguntó Nikolás.

—Él dijo que aún novios no, ya que nos conocemos hace muy poco, pero que quería que fuéramos exclusivos.

—¡Te quiere solo para él! —habló Valdés.

—¿Entonces van a ser novios un día? —Emilio apretó disimuladamente los puños.

—Obviamente menso, ya no puedo esperar a ver su declaración, ¿Cómo lo hará? ¿Flores, pastel, un cartel, una canción...? —Nikolás soñaba despierto.

—Permítanme, voy al baño —Emilio se levantó, abrió la puerta del ya mencionado, entró y se encerró.

Le recorría un sentimiento de cólera por el estómago hasta la garganta, sentía amargura, pesadez, ganas de romper algo, o mejor dicho de romper a alguien. Pero no debía mostrarle descontento a Joaquín, debía dejarlo ser feliz de una vez por todas, aunque le ardiera todo el cuerpo con solo pensar en que alguien más estaría besando a aquel chico, o que probablemente ya lo había hecho. Habían estado saliendo todos juntos, sin Nikolás por el momento, no veía a Gizén mas que como un nuevo amigo de Joaquín o algo por el estilo, pero eso acababa de cambiar drásticamente. Se sentía irritado, le dolía la cabeza, estaba apretando su quijada y sus puños, intentando respirar profundo. Después de todo él mismo tenía novia, no podía quejarse.

¿Joaquín alguna vez presenció el mismo nivel de celos por María? Se cuestionaba.

Debía respirar, debía recordar lo que había hablado con Yamaca, basta de confusiones, necesitaba hacerse la idea de que oficialmente, Joaquín lo había superado, y el no tenía derecho de hacer reclamo alguno, ni tenía porque hacerle mala cara, ni a él ni a su nueva casi pareja. Ahora estaba totalmente claro, ¿No? Ya no tenía que tomar una decisión, porque Joaquín la había tomado primero, ya no podría decidir luchar por él, porque alguien más ya ganó la batalla.

Entró en desesperación, se tumbó al piso, puso el lado derecho de su rostro contra el frío suelo, cerró los ojos, apretó las manos tan fuerte que se clavó las uñas, se mordió la lengua, y después soltó un grito enorme en silencio, ¿Por qué le causaba tanto conflicto? Joaquín le había resuelto el dilema, o mejor dicho, el nuevo Emilio lo había hecho.
Quiso golpearse contra los azulejos del baño tan duro como fuera posible, pero no podía, no debía hacerlo.
Quiso arrancar la cortina de su lugar y hacerla añicos, pero no era su casa.
Quiso tirar cada crema del estante, pero no podía dañar las cosas de alguien más.
Quiso tener a Joaquín a su lado, pero se dió cuenta de que en unos minutos, él estaría de la mano con alguien más.

—¿Era ésto lo que quería, no? —se susurró a sí mismo —. Quería alejar a Joaquín, y que fuéramos solamente hermanos, eso quería, ¿No? —se acercó al espejo y vió como estaba rojo, tenía los ojos algo hinchados, el corazón le latía rápido, y sentía una especie de dolor en el estómago.

¿Cómo podría tolerar a la nueva pareja de Joaquín? ¿Cómo iba a poder tratar a Emilio ahora que sabía sus intenciones? ¿Cómo rayos iba a aceptar que había perdido a la primera persona de su mismo sexo que le había hecho sentir magia?

—Debo ser fuerte, debo alegrarme por Joaquín, debo protegerlo de Rodrigo, debo ser amable con Emilio, debo superar éste enamoramiento —se lavó la cara con agua fría, se secó con una toalla y se echó aire con ambas manos —. Tengo que mantenerme fuerte, aunque tenga que abandonar esos sentimientos...

Mientras Emilio se ahogaba en sus propias palabras, los otros tres se cuestionaban.

—¿Qué le habrá pasado, se sintió mal? —preguntó Diego.

—¿Estará vomitando? —habló Nikolás.

—Tal vez escuchar la noticia le pegó —sugirió el de ojos rasgados.

—¿Por qué debería? —Joaquín arqueó una ceja.

—No lo sé, mejor ve a revisar que esté bien, en lo que llega el susodicho, iré por botana, mucha botana. Y llevaré al chino conmigo, o mejor dicho el va a manejar —sonrió Nikolás.

—Pero es el auto de Emil...

—No importa, me debe una, la gasolina no es gran recompensa por dejarme solo en otro estado. De Oaxaca a la CDMX fue mucho más dinero, así que vamos —Niko tomó a Diego del brazo y salieron de la habitación, cerrando la puerta rápidamente —. ¡Señora Ely vamos por chatarra, ahorita venimos, le traigo unas mantecadas la amo! —se escuchó gritar a Nikolás mientras bajaba las escaleras — ¡Y sí, ya sé que tú quieres una Magnum Renata!

Después de eso se escuchó la puerta delantera, y luego el auto.

Joaquín se aproximó a la puerta del baño, e iba a abrirla de una, pero decidió pedir consentimiento.

—Emilio, ¿Estás bien? ¿Necesitas ayuda?

—Estoy bien, solo comí algo que no me cayó bien, pero ya fue, no vomité —del otro lado de la puerta, estaba Emilio recargando su espalda en ella, abrazando sus rodillas.

—¿Puedo entrar? —Joaquín giró la perilla.

—¡No!, No por favor, ya voy a salir —Emilio se levantó rápido, se aseguró de que el color rojo hubiera desaparecido de su rostro, tomó una gran cantidad de aire y luego sonrió para sí mismo.

Abrió la puerta, y la realidad lo golpeó sin piedad, la figura de Joaquín lo intimidaba, y a la vez le hacía sentir una enorme tristeza. El menor vestía un suéter nuevo ante el conocimiento de Emilio, unos jeans pegados color mezclilla, converse blancos, y de su cuello colgaba un pequeño collar con el símbolo feliz del teatro.

—¿Compraste una nueva sudadera? —fue lo más normal que se le ocurrió decir al mayor.

—No es mía, es de Gizén, me la prestó. Bonita ¿No? —Joaquín dió una pequeña vuelta, luciendo el suéter amarillo de su pareja.

—Sí, bonita, ¿Y ese collar?

—Oh, me lo dió Gizén también, él tiene el símbolo triste del teatro, ve, tiene sus iniciales, y el otro tiene las mías.

—Es creativo, detallista —tragó saliva, salió del baño y cerró la puerta tras de él.

—Sí, supongo. En éstos días me ha escrito poemas infinitos, de hecho me dejó uno de sus cuadernos, ya que no le completaban las palabras para decirme cuanto sentía por mí.

—Poeta, que buen partido —por fuera sonreía, y por dentro ardía cuál infierno —. ¿Me enseñas alguno de sus escritos?

—Ah, claro -Joaquín abrió su cajón y sacó un cuaderno negro —. Te leo, éste se titula "A través del telescopio", "No era una mañana nublada, o una tarde llena de sol, era una noche cobijada por millones de luces, era una noche en la que a través de un telescopio y mil barreras, te pude ver, te pude ver brillar, sonreías como un niño en un parque, bailabas como un pez en el agua, y dabas destellos, igual que las estrellas materiales. Pero tú eras mi estrella, mi estrella real, la estrella que podía moverse, hablar, hacer maravillas, la estrella que le dió luz incandescente a mí vida, la estrella que iluminó mi sendero y me dió un propósito en la vida, simplemente a través del telescopio, presencié la vida, la vida feliz".

—Bravo —aplaudió pensando en que el maldito era bueno, muy bueno. ¿Le dió un collar grabado? ¿Le lleva flores siempre? ¿Le presta su ropa, le escribe poemas, lo lleva a citas y a dónde sea, se preocupa por él? Joaquín realmente encontró a alguien mejor que yo, mucho mejor, y a pesar de que me duele, sé que estoy feliz por él, porque se lo merece, pensó.

Joaquín guardó el cuaderno.

—Oye Joaco —Emilio frotaba sus manos con nerviosismo.

—¿Mande?

—¿Te puedo abrazar por favor?

—Sabes que sí, menso.

Emilio se levantó, tomó a Joaquín de la mano y le ayudó a pararse también, le colocó candado a la puerta, lo cual el de pestañas más largas vió algo extraño e innecesario, pero no dijo nada. Estiró su mano hacia él y lo abrazó del cuello, dándole un son de protección, aferrándose a su pequeño cuerpo, recargando su rostro por encima de su hombro, mientras sentía el calor y el corazón bombeante de Joaquín, se lamentaba no poder cambiar las cosas.

—Quiero que sepas, que no importa que catástrofe suceda, no importa si la novela acaba muy rápido, no importa si te mudas de país, si cambias de casa, si tienes un nuevo novio, siempre, pero siempre te voy a querer, y seguiré aquí por mucho tiempo, muchos años molestándote y dándote lata, ¿Entendiste Bobondoni? —Emilio soltó una lágrima.

—Entendí, Famosorio. Tu también, que sepas que aunque el destino pueda separarnos, darnos de golpes, ponga kilómetros entre nosotros, personas entre nosotros, o lo que sea, siempre te voy a querer, tal vez sea complicado, pero siempre estaré aquí, después de todo, aristemo es para siempre ¿O no? —Emilio asintió y apretó un poco más a Joaquín, mientras dentro de sí, solo podía pensar en que no toleraría perder a su compañero.

—Te quiero, Joaquín, te quiero mucho —te amo, en realidad te amo, pensó.

—Yo también te quiero Emilio, te quiero mucho —te amo, todavía, pasó por su cabeza.

—Mi amor llegó Emilio, estaba tocando la puerta y no abrias, lo dejé pasar —Elizabeth del otro lado de la puerta —. ¿Por qué tienes candado?

Joaquín se apresuró a quitar el candado —Es que queríamos hacerle una broma a Niko y a Diego, de que no podrían entrar, solo eso, perdón —una mentira espontánea altamente creíble.

—Bueno, Emilio pasó al baño primero, pero no debe tardar en subir, ya no les hagas bromas a aquellos, ¿Bien?

—Bien —Joaquín asintió.

Elizabeth se retiró hacia tu habitación.

Sería difícil para Emilio ver ahora a Gizén, pues sabía sus intenciones, sabía que estaría con Joaquín, y que iba a ser complicado controlar los celos, disimular. Pero ¿Y si empiezan a ponerse melosos? ¿Y si se besan frente a mi? Muchas preguntas empezaron a surgir en la mente de Emilio, preguntas que esfumó al instante, cuando su tocayo entró en la habitación.

—Hola bonito —Gizén se pasó, saludó a Joaquín con un beso en la mejilla y un abrazo —. Te traje ésto —le dió una mini canastita con dulces y una flor, parecía ser una gerbera rosa.

—Ay, gracias, está muy bonita, oye Niko y Diego fueron por cosas para comer, primero vemos una película, luego jugamos, ¿Les parece? —Joaquín conectó el HDMI a su laptop y comenzó a buscar.

—Sí, ¿Qué onda tocayo? —Gizén saludó a Emilio.

—¿Qué onda? —Emilio solo sonrió.

Después de un rato llegaron los dos faltantes.

—Ahora que somos más de cuatro, y no cabemos, es hora de enseñarles la cosa que le implementó mí mamá a la cama la semana pasada —Joaquín estiró un listón azul del lado izquierdo del mueble, y con ello sacó otra cama, tamaño individual, donde podían estar dos personas perfectamente —. Ya no tendrán que dormir en el piso o en los colchones.

—Eso es la onda —dijo Diego —. Yo pido ese lado.

—Yo lo quiero también, chino —habló Nikolás.

—Ambos caben ahí, no tienen porqué discutir, los Emilio's caben conmigo en el lado de cama normal y todos felices —finalizó Joaquín, mientras todos se acomodaban.

Gizén del lado izquierdo de Joaquín y Emilio y los demás del lado derecho.
Pusieron una película de terror.

Mientras salían escenas horrorosas, Joaquín se tapaba con una mano el rostro, Emilio cerraba los ojos, y Niko y Diego se abrazaban inconscientemente. Gizén se estiró para abrazar a Joaquín.

Justo terminó de rodearlo, poniendo su mano derecha en el hombro de Joaquín, salió un screamer.

—¡Ah su pinche madre! —gritó Diego, aferrándose a Nikolás.

Todos los demás solo exclamaron un gran "Ahhh."

Joaquín se refugió en el cuello de Gizén, quién le acarició la cabeza en muestra de protección.

Emilio los veía de reojo, y pensaba, que en un pasado, sería él quien estuviera al lado de Joaquín de esa forma, probablemente asustado, acurrucado en Joaquín mismo, pero al menos a su lado.

—¡Wey ya! —Nikolás desvió la mirada de la televisión.

—¿¡Por qué le está cortando así la piel wey?! —preguntó Diego.

—Es masacre en Texas, ¿Qué esperabas? ¿Un baile de florecitas? —le respondió Niko.

—De perdido una casa limpia —rió Valdés aún en los brazos de Nikolás.

Emilio no era fan de películas de terror precisamente, en otra situación se estaría cagando de miedo, gritando continuamente, pero no le salía, no podía, su mente estaba en otro lugar, demasiado ocupada para asustarse.

—Y al final ni entendí nada —reprochó Diego.

—Te pasaste media película escondido en Nikolás, no te quejes —rió Joaquín.

—Oigan, vamos a jugar tres minutos en el cielo primero —avisó Nikolás.

—No, mejor verdad o reto, y luego ese. De perdido tres rondas, ¿Jalan? —propuso Diego.

Asintieron, se sentaron en el piso, colocaron una botella de plástico cerrada en medio de ellos y la giraron.

—Diego, verdad o reto —habló Emilio.

—Verdad.

—¿Quién es el más guapo del círculo?

—Yo obviamente.

—Que no seas tu, menso —Emilio le dió un zape.

—Ah, pues, está difícil entre el otro Emilio y Joaquín, creo que Joaquín —sonrió.

Giraron la botella una vez más.

—Joaquín, ¿Verdad o reto? —dijo Nikolás.

—Reto.

—Te reto a quitarte la playera y dejar que uno de los del círculo te bese la espalda.

Joaquín lo vió algo amenazante, y lentamente se retiró el suéter, y después la playera debajo.

—Gizén, hazlo —habló el más pequeño.

Gizén solo lo vió con una sonrisa, se acercó a él, y despacio le besó, dándole escalofríos a Bondoni, poniendo los nervios de punta a Emilio.

Giraron la botella por última vez.

—Emilio nuevo, ¿Verdad o reto? —cuestionó Diego.

—Reto.

—Quiero que beses a Joaquín pasionalmente en cinco segundos.

Gizén solo rió, volteó a ver a Joaquín, le tomó del rostro, y lo beso, con una enorme pasión, usando hasta su lengua.

Emilio abrió los ojos como platos, se aferró al piso clavando sus uñas en él, respiró hondo y desapercibido.

Diego y Nikolás estaban observando en modo fanáticos.

Cinco segundos después se separaron.

—¡Ahora tres minutos en el cielo!, Pondremos música ruidosa para no escuchar nada de ahí adentro —gritó Nikolás, y giró la botella.

—Diego y Joaquín, para el baño, tres minutos —Niko los empujó y cerró la puerta.

—Como en los viejos tiempos ¿No? —rió el de ojos rasgados.

—Pero ahora sin besos, por favor —rió Joaco a la par.

—Sería gracioso que ahora te tocase con Emilio, el viejo.

—Dile Gizén al "Emilio nuevo", es su segundo nombre.

—Bien, pero sí sería gracioso.

—Sí.

—¡Tres minutos señoritas, afuera! —los sacó Nikolás.

—Ahora... Yo y Emilio, bah, perfecto —rodó sus ojos.

Nikolás y Emilio estuvieron callados los tres minutos para luego salir.

—Ahora, Emilio y Emilio —Nikolás se echó a reír —. Perdón, tenía que decirlo así, sonaba genial.

Emilio y Gizén entraron al baño, los encerraron.

Mientras que a Gizén parecía importarle poco, Emilio hervía, y se le dificultaba mantener la calma completa.

—Emilio —se estiró un poco Gizén —.¿Cómo está tu perrita, Samay?

—Bien, ¿Cómo sabes de Samay?

—Joaco la mencionó alguna vez, y bueno, te he visto pasearla a veces, tengo una casa por dónde tú vives.

—Ah, que chido —Emilio bajó la tapa del baño y se sentó.

—¿Cómo está María?

—Bien, de hecho creo que viene pronto. ¿Cómo están tus hermanos? Escuché que son fans de Aristemo.

—Están bien, eran los más gritones de la fila. ¿Cómo va tu jardín? Noté que tú mamá pidió plantar rosales.

—En proceso... ¿Tú como sabes de los rosales?

—Mi casa está literalmente al lado de la tuya, mi habitación da directo a tu patio, y a tu habitación, creo —Gizén se sentó en el piso.

—¿Me observas desde ahí?

—No, la verdad no —rió —. Se requiere el telescopio de hecho.

—¿Telescopio?

—Emilio, tienes algo en tu pierna, ¿Qué pedo?

—¿Qué tengo wey? —Marcos se agachó pero al segundo fue interrumpido por la mano de Gizén, quién en momentos instantáneos, besó al chico sentado en el baño, quién después de apenas segundo y medio, lo empujó —. ¿¡Qué te pasa idiota?!

—Dios, esperé tanto para eso.

—¿¡Qué?! ¿¡Qué carajos dices?! ¡Tú andas con Joaquín!

—No básicamente, solo estamos quedando, y aunque pensé que sería un dolor de cabeza ser tan meloso, pues a ese niño le escurre miel, la verdad fue agradable estar con él, me enamoró, creo que caí en el “efecto Bondoni”, de verdad podría terminar siendo mi novio, ahora, ¿Me vas a besar de vuelta o qué?

—¿¡Tienes mierda en el cerebro?! —Emilio se levantó.

—Si te atreves a abrir la puerta antes de los tres minutos, no te irá bien, si le dices algo a Joaquín, él mismo va a sufrir, le vas a romper el corazón con lo que le digas, quiero que sepas que sé manejar armas, que si intentas golpearme, estudié Kung Fu, Sambo y Jiu jitsu, y que vas a ser mío.

—¿Qué dices? Tengo novia, no puedo estar contigo, y mucho menos, porque estás con Joaquín ¿Acaso no lo quieres? —Emilio estaba en shock, no podía procesar todo en tan poco, estaba hiperventilandose.

—Joaquín fue mi medio de alcance, para llegar a ti, y por azares del destino me terminó gustando también, pero no se compara contigo. Me la pasé ideando como podía conseguir tu número, pero no obtuve contactos. Así que tuve que acercarme por otro lado, haciéndome amigo de Loretta, amigo de Joaquín, por meses, hasta que conseguí precisamente el número de Bondoni, sabía que él me llevaría a ti. ¿Pijamadas, salidas, ensayos? Todo para poder estar cerca de ti. Te he observado desde hace casi un año, sé tus horarios, conozco a tu familia, a tus mascotas, tus trabajadores, sé cómo vives el día a día. Sé todo sobre ti, ¿Cómo lo aprendí? Observando, siguiéndote, eres fácil de decifrar. Hasta tuve que besar a Joaquín para darle más credibilidad, ¿Te soy honesto? Fue genial, ese niño parece tan callado e inocente, pero puede llegar a convertirse en un cazador —Emilio a pesar de estar confundido, seguía sintiendo celos, ardiendo por dentro —. También sé lo que le hiciste, sé que te quiere, y que lo rechazaste, porque no era suficiente para ti. Sé que intentó cometer suicidio, y que te sientes culpable. Te vi llorar día y noche, te vi tirarte al suelo y gritar, también vi como te llegaste a desmayar porque no comías nada. Pero yo sí soy suficiente para ti, tengo dinero, tengo carisma, soy guapo, podemos ser algo maravilloso. Te puedo sacar del país, olvidarte de Joaquín, de María, de todos. O podemos estar los tres juntos, ¿Sabes lo que es un poliamor?

—Emilio basta, basta por favor... No te atrevas a besarme una vez más, no te puedo corresponder. Yo no puedo sentir nada por ti, le pertenezco a alguien más... Y aparte, tú le gustas a Joaquín, le va a romper el corazón, pero le voy a decir, que eres un mentiroso, un acosador, que solo lo usaste, y te vas a alejar de él, ¿Me oyes? —Emilio echaba humo.

—Bien, ¿No piensas corresponderme?

—No.

—Entonces Joaquín va a sufrir. Puedo romperle el corazón, o eliminarlo del juego. Sé que lo quieres mucho, y sería una pena que algo le sucediera, tanto a él como a María, ¿No crees? Una vez que ella esté fuera, ya no habrá novia, y podrás estar conmigo ¿No?, Porque no me puedes decir que no son tus preferencias. Te escuché hablar con esa psicóloga, la señal estaba muy mala para el aparato que me ayuda a escuchar que dices, pero si algo entendí bien es "Eres bisexual", y tú lo aceptaste.

—No te atrevas a tocarle un pelo a Joaquín, ni a María, y mucho menos a revelar mi privacidad.

—Si no quieres que haga algo, lo mejor será que no le digas a Joaquín nada.

—No me importa lo que tengas en la cabeza, yo no le vuelvo a mentir a Joaquín.

—¿De verdad piensas que te va a creer? Después de todo lo que le has hecho, después de haberlo roto, ¿Cruza por tu mente que él va a confiar en ti? Díselo, yo saldré ganando. Lo único que quiero, es que te quedes conmigo, aunque sea en secreto. O podemos hablar con Joaquín, para estar juntos...

—Joaquín confía en mí...

—¿Ah sí? ¿Quieres comprobar? Ve, dile que te besé, inténtalo.

—No te voy a corresponder, no le harás daño a Joaquín, ni a María, no vas a revelar nada, no vas a estar cerca de mi nunca, no vamos a tener un poliamor, ¡Estás loco! —Emilio apretaba su mandíbula.

—Te amo Emilio, serás mío, serás mío por siempre quieras o no.

—¡Tres minutos chicos! —gritó Nikolás, abriéndoles la puerta —. ¿Qué tienes estropajo? Parece que viste un fantasma.

—Solo me dió algo por estar encerrado tanto tiempo, ya sabes, claustrofobia.

—¿En tres minutos? Vaya —Niko se dejó caer en la cama.

Gizén se acercó a abrazar a Joaquín y le besó la mejilla.

Emilio estaba asustado, en pánico, ¿Que debía hacer? ¿Decirle a Joaquín que Gizén lo besó? ¿Hacer que se aleje de él porque es peligroso? ¿Corresponderle falsamente para que no les haga daño? ¿Qué podía hacer? Si le decía a Joaquín en ese momento, probablemente Gizén enloqueceria, o se reiría diciendo que es mentira. Tenía que pensarlo, tenía que procesarlo, ser más listo que él, idear un plan para alejarlo cuánto antes de Joaquín. Aunque sería difícil, ya que si el intentaba retirar a Gizén del lado de Bondoni, éste le diría que había sido suficiente con no dejarle ser feliz, ni con él, ni con alguien más. Así que tenía que hacerlo discretamente, lanzar una pierda y esconder la mano.

Iba a decirle a Joaquín, de eso no habían dudas, iba a retirar a Gizén de su entorno. Solo tenía que pensar, porque no iba a tolerar que literalmente, Gress durmiera con el enemigo.

—No sé ustedes, yo tengo sueño —Diego se hizo bolita —. Niko, dame calor wey.

—Está bien baby, lo que digas —rió el ojiverde siguiendo la corriente.

—¿Dormimos ya, bonito? —habló Gizén hacia Joaquín.

—Sí, solo si me abrazas —sonrió.

Emilio por su parte tenía miedo, hervía, y a la vez no le cabían los celos.

Gizén lo había estado observando, y el no sabía ni de dónde, pues la única casa al lado de la suya, es la que está dando al derecho del patio, de allí nunca se ha visto nada, solo hay una ventana, que siempre está cerrada, se ve negra siempre.

—¡Los vidrios de espía! —gritó Emilio.

—¿Qué? —dijeron todos.

—Que quiero ver los mini espías, pero mañana, buenas noches —Emilio apagó las luces, se metió en la cama, y espero pacientemente a que Gizén cayera dormido.

Mientras tanto, Emilio recordaba. Esa ventana, era probablemente de los vidrios que se ve hacia afuera, y hacia adentro no. Así que perfectamente el intruso usó el telescopio para observarle. Haría lo mismo, llegando a su casa iba a cambiar los vidrios de su habitación, pues es la única que se ve desde ese ángulo, y el patio.

Ahora.
¿Cómo silenciar a Gizén y hacerle ver a Joaquín que es un asco de persona?
Podría mostrarle lo que causa, irse por los sentimientos, pero es probable que le importe un rábano.

Después de un rato maquinando, todos estaban dormidos. Así que tomó a Joaquín para voltearlo hacia él, quitándolo de los brazos de Gizén, lo abrazó.

—Te voy a proteger Bondoni... No importa que, te voy a cuidar. Necesito decirte algo, ya no puedes confiar en él... Psst, Joaco.

—¿M-mande...? —el menor abrió un ojo —. ¿Por qué me estás abrazando?

—Necesito decirte algo...

—¿Qué sucede? —Joaquín se talló los ojos y reaccionó.

—Es que...

PREEEEGUNTA:
¿Amor Valiente o Es por ti?

Vota y comenta porque quiero que la tierra se salve. NO MAS CONTAMINACIÓN.

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