Capítulo 46.

“Por fin un respiro, por fin una risa, más o menos.”

Narración normal [Joaquín]:

—¿Quieres tomar algo, quieres algo de comer? —hablé abriendo mí refrigerador mientras que Emilio se sentaba en la sala.

—Mejor ordeno comida, yo pago —sacó su celular y su billetera.

—No, yo te pago lo mío.

—Ni hablar, no acepto discusiones, yo pago. ¿Quieres pizza, alitas, hamburguesa?

—Unas alitas sin mucho picante suenan bien —sonreí.

—Buenas tardes sí, quería pedir dos órdenes de alitas, unas picosas y otras que no piquen tanto, más dos refrescos normales, así es, oh, déjeme ver —tapó la bocina —¿Quieres ir por el o a domicilio?

—A domicilio está bien.

—Sí señorita a domicilio, sí mire, es la colonia...

Me alejé de la sala para volver a la cocina, si Emilio iba a pagar la comida yo debía de poner algo, al menos el postre. Comencé a sacar ingredientes para hacer un pay de limón, es rápido de hacer y solo basta con estar una hora en el refrigerador.

—Dos paquetes de galletas Marías, una lata de la crema esa que usa mí mamá, seis limones exprimidos para que me quede el jugo en una taza, un refractario, licuadora, leche, perfecto —puse todo en la barra y empecé a hacerlo.

—¿Qué piensas hacer? —Emilio se sentó del otro lado de la barra.

—Ya que tú piensas pagar la comida, yo pondré el postre, ¿Te gusta el pay de limón?

—¿Y a quién no? ¿Te puedo ayudar?

—Claro, pero debes seguir mis instrucciones al pie de la letra.

—Claro que por supuesto que sí chef Joaquinsini Bondini, permítame seguir sus pasos.

—Ponte ésto —le dí el sombrero de chef que mí mamá me ponía cuando cocinaba con ella.

—Ya soy todo un chef, chef Emilini Marcosini, dígame qué tengo que hacer.

—Por favor exprime los limones en ésta taza, son exactamente seis, luego me alcanzas los dos paquetes de galletas Marías porque están en los cajones de allá arriba, y solo las puedo tomar si traigo la escalera que no está porque mí tía se la llevó prestada.

—A sus órdenes.

Comenzamos a hacer nuestras respectivas tareas, jugamos con los ingredientes un poco, mientras reíamos y nos burlábamos el uno del otro por ciertas caras que nos hacíamos.

Después de un rato terminé de hacer todas las capas de galletas con la mezcla y lo metí al refrigerador.

—En una hora estará listo, ahora debo limpiar —comencé a recoger y él me ayudó, limpiamos rápido, para después irnos a sentar a la sala, pero antes de relajarnos llegó la comida.

Emilio salió a recibirla, pagó y trajo las alitas. Nos sentamos en la mesa a comerlas, y después de un buen rato, terminamos para por fin sacar el postre.

—¡Wey hay que ir a Master Chef! ¡Somos unos genios, sabe con madre! —Emilio devoraba el pay.

—No porque sepamos hacer pay significa que con eso podemos ganar, menso.

—Podemos hacer pay de carne, pay de pescado, pay de especias...

Reí y seguí comiendo mí postre.

—Joaquín, después de acabar aquí y recojer, ¿Me das permiso de dormir un poco en tu habitación?

—Que cosa más random, ¿No dormiste en el avión?

—Algo así, pero me la pasé preocupado por las alertas, no pude cerrar los ojos sin dejar de pensar. Solo quiero tener paz un rato, antes de que llegue Nikolás, me grite y nos mate a ambos.

—Está bien —recogimos todo, subimos las escaleras y ambos nos dejamos caer en mí cama.

—Tu cama siempre es muy suave, y huele muy bien.

—Huele a mí.

—Sí —Emilio parecía hacer muñecos de nieve en la nada, se volteó boca abajo, abrazó una de mis almohadas y cayó como un roble.

Quise recostarme y dormir también, pero honestamente no tenía ni una pizca de sueño. Solo me quedé observándole mientras roncaba levemente, tan sereno y pacifico, sus pestañas tan largas como siempre, el cutis perfecto, un poco de bigote saliendo a orillas de su boca... ¿¡Qué digo?!

Ya no puedo fijarme en éstas cosas, está más que claro, debo retirarme de esa manera, somos amigos, somos hermanos, no más ideas, no más mal interpretaciones, ya no. Al parecer siempre digo lo mismo y siempre voy a parar al mismo lugar...

Desconocido: Mira por la ventana.

Arrugué las cejas, me levanté lentamente, retiré la cortina y me asomé por la ventana más cercana.

Mi corazón dió un vuelco, al ver con claridad. Un tipo vestido muy normal, pero con una máscara de payaso muy aterradora, que me señalaba la entrada de mi casa, y después su bate...

¿¡Piensan irrumpir en mi casa?!

Cerré la cortina rápidamente.

—¡Emilio! —me le tiré encima y le hablé no muy fuerte.

—Me acabo de dormir, ¿Qué pasó? —me hizo muecas.

—¡Están a punto de entrar a la casa, creo que van a hacerme daño! —ahora sí empecé a respirar muy rápido —. Un tipo, con un bate y máscara abajo, ¿Qué hago?

—¿Qué? ¿Cómo que van a entrar? —Emilio se levantó rápido —. ¿Daño a ti? En sus sueños —abrió la puerta de mi habitación y bajó las escaleras a un ritmo acelerado.

—¿¡A dónde vas?! —lo seguí escaleras abajo.

—No es uno, son cuatro, puedo verlos por el pórtico, tienen un cartel, dice: Sal, y no destruimos tu casa —se regresó a mí —. No vas a salir, no te voy a dejar, voy a llamar a la policía.

Tocaron fuertemente, así que Emilio volvió a mirar el pórtico —Me están poniendo un temporizador, tiene treinta segundos en él.

—Debo salir... —respiré hondo.

—¡No!, No te voy a dejar Joaquín, a ti no te van a hacer nada —Emilio respiró profundo y después gritó —. ¡Iré yo, no entren!

—¡No te queremos a ti Osorio, deja que salga Joaquín! —esa voz... Era conocida.

—¡No voy a dejar que salga, así que o me aceptan a mí o jodanse! —les respondió Emilio.

—Tienes veinte segundos para dejarlo salir, o tú y el sufrirán las consecuencias, junto con su casa —otra voz conocida...

—¡No vamos a darles dinero! —Emilio se puso delante de mí, furioso.

—No queremos dinero imbécil, queremos al estúpido gay —Rodrigo, esa voz era inconfundible.

—¿Lo quieres a él? ¿De verdad? —Emilio abrió la puerta grande, dejando solo la de tela como protección.

—Quince segundos, Osorio —habló otra voz, probablemente la de Sebastián.

—¿Qué crees? —respondió el rizado.

—¿Qué? —habló Rodrigo.

—Jódanse —y les cerró la puerta fuertemente en la cara —. Vámonos de aquí.

—No puedo irme, es mi casa, van a destruirla.

—Prefiero que hagan mierda tu casa a qué te hagan mierda a ti —Emilio me cargó sin mi consentimiento y corrió hacia el patio.

Pero rápidamente, otro payaso más saltó para ponerse al otro lado de la puerta.

Emilio corrió entonces escaleras arriba, iba a abrir la ventana para salir por el techo inclinado, pero había otro más ahí.

—¿¡Cuántos son?! —Emilio cerró la cortina rápidamente.

—¡Emilio!

—Vamos a escondernos, no voy a dejar que te hagan nada.

—¡Emilio recordé algo!

—¿Qué?

—Mi mamá compró algo hace años, es un sistema de alta seguridad, basta con oprimir un botón y todas las salidas posibles van a cerrarse con esas cosas grises de metal que tienen las tiendas, las que son como un rollo y se despliegan hacia abajo. Más que si aprieto el otro se activan unos rayos láser, si alguien los toca los electrocutará inmediatamente —comencé a buscar desesperadamente mi control en el peinador, hasta que lo encontré, y oprimí rápidamente el botón.

Se escuchó una alarma muy ruidosa por toda la casa mientras todo se cerró en segundos, pero estoy seguro de haber escuchado algo abajo.

—¿Qué fue eso? —pregunté.

—Fue abajo, quédate aquí, voy a ver.

—No vas a ir solo, voy contigo —le tomé del hombro.

Abrió lentamente la puerta de mi cuarto —¿No se cierran las puertas internas también?

—Si le pico al botón verde sí, solo oprimí el azul.

Bajamos cautelosamente, hasta llegar a la sala, y ver que la ventana estaba abierta, al notar eso volteamos a todos lados.

—¿Me buscan? —Rodrigo salió de detrás de la barra de la cocina.

—¿Qué quieres exactamente y por qué? —Emilio se puso frente a mí.

—Lo quiero a él —me señaló —. Porque lo necesito un rato.

—¿Para hacer, qué?

—Divertirnos.

—Y siendo muy precisos, ¿Estás seguro de que ambos se van a divertir o solo tú? —Emilio tenía una sonrisa en su rostro, una que no me transmitía paz, mejor dicho, me aterraba el sentimiento de esa sonrisa.

—Solo quítate —pidió Rodrigo.

—Quítate la máscara primero —le dijo Emilio.

Parecía que el aún no se daba cuenta de quién era.

Rodrigo con una mano se desabrochó algo en la nuca y jaló de la máscara para luego tirarla al piso.

—Tú —Emilio apretó los puños fuertemente —. Tú eres el idiota que lo molesta verdad.

—Y si así fuera, ¿Qué? —Rodrigo se tambaleó un poco jugando y riendo.

—No sabes cuántas ganas tengo de poner tu cara en excremento y patearte hasta que te lo comas todo —Emilio parecía acelerar su respiración.

—Que buena idea, la usaré después, ahora házme un enorme favor, y quítate de una buena vez, si no quieres un batazo en la cabeza —Rodrigo tomó su bate firmemente.

—Primero que nada, tienes algo en el rostro —habló Emilio, a punto de explotar.

—¿Qué?

—Mi puño —mi compañero se aproximó rápidamente sin titubear y le pegó un tremendo golpe a Rodrigo en el pómulo izquierdo.

Velozmente Rodrigo volvió a su posición y con el bate le dió justo en las costillas a Emilio, algo que no pude tolerar —¡Basta! —grité —. Déjalo, no lo toques más, voy contigo, solo déjalo en paz.

—Aww, sacrificándose por ti, ¿Ya te confesó su amor verdad? ¿Me equivoqué acaso? —Rodrigo escupió sobre Emilio.

—Aléjate de él —la voz cortada de mi compañero en el piso, era dolorosa de escuchar.

—Va conmigo, imbécil —Rodrigo me tomó del hombro —. ¿Quieres por favor abrir ésto?

—Joaquín no lo hagas —Emilio se retorció en el piso y se sentó poco a poco.

—Hazlo o el próximo golpe será en su cabeza —me amenazó.

Miré a Emilio, y después el suelo, no sabía que pasaría si me iba con ellos, probablemente moriría.

—Rodrigo —hablé, mientras trataba de buscar una distracción, algo que no sabía hacer, si le seguía hablando sería muy obvio y Emilio no podría hacer nada, si le golpeaba probablemente recibiría un golpe con el bate igual que Emilio, si oprimia el botón de los lásers internos todos terminaríamos electrocutados, ¿¡Qué hago?! —. Es que... —agarré valor y le tomé de cuello, lo acerqué a mí y lo besé.

Mi yo interno se quedó trabado, mientras lo besaba, con la mano le hacía señas a Emilio de que se levantara.

Rodrigo me empujó segundos después —¿¡Qué crees que haces?! —me gritó pasmado —. ¡Tú no me puedes besar, imbécil! —empezó a hacer gestos de asco y se limpió la boca.

—¿¡Por qué no?! —traté de tomar un papel, después de todo años de actuación sirven.

—Porque no me gustan los hombres, porque te odio, ¡Porque...!

—Oye amigo —Emilio tocó su hombro levemente y cuando éste volteó le metió un golpe durísimo en la quijada, para hacer qué se desmayase instantáneamente, después de que cayera al piso, comenzó a patearlo una vez tras otra, con mucha fuerza y con mucha rabia, se tiró sobre el, se acomodó perfectamente en su torso para comenzar a golpear su cara una vez, dos veces, tres veces, tenía una expresión de dolor en su rostro por esforzarse —. ¡Quiero hacerte pedazos, maldita escoria! —la ira dentro de Emilio era gigante, tomó el bate con coraje.

—¡No vas a destrozarlo aquí, vas a manchar mi casa! Y te pueden encarcelar por ello, hay que sacarlo ya —lo detuve.

Emilio cargó el cuerpo con desprecio, yo quité la seguridad solo de la puerta principal, abrimos la grande y la de tela, para que después mi compañero solo tirase a Rodrigo frente a sus amigos, sin cuidado, sin preocupación, solo lo lanzó, e inmediatamente activé la seguridad otra vez.

Las caras de todos, fueron un poema.

—Emilio, déjame ver el golpe —le levanté un poco la camiseta.

—Estoy bien —me dijo mientras yo veía que se le puso muy rojo, demasiado, y se quejaba del dolor.

—No estás bien, hay que ir a un hospital, cuando esos orangutanes se vayan llamaré a un Uber, porque no te voy a dejar manejar así.

—Joaquín, ¿Te he dicho que te preocupas mucho por mi?

—No.

—Ahora lo hago, te preocupas mucho por mí. Me alegra haberle roto su madre a ese hijo de la gran...

Miré por el pórtico, ya habían desaparecido —Ya voy a marcar.

—Manejo yo, me duele, más no estoy inválido.

—Te dije que voy a llamar al Uber.

—Y yo te dije que yo manejo, sin discutir.

—No puedo creer que te golpeó con el bate y aún así no te rompió nada —Emilio estaba acostado en una camilla, y yo sentado a su lado.

—Ojalá yo le haya roto la mandíbula, lo deseo con ganas.

—No tenías que defenderme, pudiste haberme entregado desde el inicio.

—¿De verdad crees que te iba a dejar en sus sucias manos de payaso? Estás loco, eres muy importante para mí, y lo sabes. Hasta me dió muchísimo asco que lo besaras, ¿Por qué hiciste eso?

—No encontré otra forma de distraerlo al nivel de atontarle.

—Le hubieras contado un chiste malo, algo así, pero un beso, no lo hagas de nuevo nunca.

—Emilio.

—¿Qué?

—Gracias —lo abracé despacio, rodeando su cuello.

—No me agradezcas, ya tenía ganas de hacerle pedazos de todas formas —me correspondió el abrazo.

—Joven, compre lo que viene en la receta, y con eso se desinflamará el golpe, tome reposo al menos tres días, nada de cargar cosas pesadas —la doctora nos dió salida.

Emilio y yo subimos al auto, mientras el conducía, yo cantaba.

—¿Hasta cuándo va a dejar de molestarte? —me preguntó interrumpiendo mi canto.

—Hasta que me mate, supongo.

—No digas eso, no voy a permitirlo, y si lo hace, yo lo mataré después.

—Irías a prisión.

—Pero satisfecho de haber vengado tu muerte.

—Estás loco.

—Sí, puede ser que sí. ¿Puedo dormir en tu casa hoy?

—Sí, pero vete en la mañana, mi mamá llegará y probablemente Nikolás también, creo que él sí te va a romper las costillas, y yo me llevaré una buena bofetada —reí un poco.

—Le explicaremos, espero entienda.

—Haré tacos de carne para cenar, ¿Está bien? —pregunté mientras él se recostaba lentamente en la sala.

—Claro.

Saqué los ingredientes y comencé a cocinar, alguna hora y media después ya estaban listos.

Nos sentamos a comer, luego de un rato, terminamos.

—Creo que deberíamos dormir —Emilio se levantó de la silla y colocó una expresión de dolor.

—Voy a cargarte para ir arriba.

—¿Qué? Joaquín, no puedes cargarme.

—Díselo a la enfermera que presenció tu secuestro de la ambulancia cuando te llevé al hospital corriendo —reí.

—Tenías mucha adrenalina.

—Si dices que no puedo, ¿Cómo justificas esto? —busqué la fotografía en mi celular donde estamos en la playa y lo estoy cargando de caballito.

—Está bien señor fortachón, pero yo quiero que me cargues como una princesa, si no, no juego —se cruzó de brazos y puso mueca de pato.

Dudé un poco, tenía razón, aquella vez fue adrenalina, pero claro que podía cargarlo, en persona no es tan voluptuoso como se ve en pantalla.

—Ven aquí princesa —dije riendo y acercándome a su silla, lo tomé entre mis brazos y lo levanté.

—Au, au, ¡Au! —exclamó.

—¿¡Te lastimé?! —me espanté.

—Nah es broma, continúa fortachón.

Lo miré amenazante, no quería lastimarlo, ni hacerle daño.

Lo cargué y comencé a subir las escaleras hasta mi habitación, abrí la puerta con el pie, parecíamos matrimonio de recién casados. Lo deposité en el lado izquierdo de la cama lo más lento que pude.

—Sí que pudiste, eres mi héroe fortachón —me dió un beso en la mejilla y río a carcajadas seguidas de quejidos por el dolor.

—Voy a recoger abajo y luego subo para dormir.

—Está bien, te estaré esperando mientras veo algo en la televisión.

Bajé, recogí todo, lo lavé y limpié la mesa.
Tomé una galleta del frasco, la comí, apagué todos los focos, y por seguridad, presioné el botón para cerrar todo en la casa. Subí las escaleras y ya dentro de mí habitación presioné el botón para cerrar todas las internas.

Tal vez estaba siendo paranoico, pero debido al incidente de hoy, sería un poco difícil volver a dormir sin miedo de que unos malditos payasos entren y me hagan paté.

—Bueno, te puedo prestar una pijama si no quieres usar la tuya —comencé a buscar una para mí en mi clóset.

Volteé a verlo, y estaba completamente dormido. ¿No estará incómodo durmiendo en mezclilla? ¿Debería ponerle una pijama? ¿Debería?...

Saqué un mameluco de dinosaurio color verde, ya que hacía frío por la época.

Con mucha pena le retiré la camiseta, me daba algo de coraje ver su moretón debido a Rodrigo, pero no podía hacer nada al respecto; luego le quise desabrochar el pantalón muy lentamente para que no se despertara, pero tenía mucha vergüenza, apenas desabroché el primer botón, salté de la cama y entré en pánico, agité mis manos y sacudí mi cabeza, me traté de centrar y respirar para después acercarme, desabrochar el otro botón, y bajar la cremallera. Al bajarla volví a saltar y quise gritar de pena una vez más, mi cara se puso muy roja, y a pesar de ya haber visto a Emilio en boxer, jamás lo había desvestido, le bajé los pantalones con cuidado, lo bueno es que ya se había quitado los zapatos. Metí sus piernas en el mameluco y luego lo senté lentamente para ponerle las mangas, subí el zíper desde el encuarte hasta su cuello y lo volví a tapar.

Me coloqué mi propio mameluco rápidamente y me metí a la cama, encendí la calefacción.

Desconocido: Hola:)).

Joaco B: ¿Quién eres?

Desconocido: Soy amigo de Loretta, tú amiga de 381, me pasó tu número.

Joaco B: ¿Ah sí?

Desconocido: Sí, me llamo Emilio, un gusto.

Me reí en silencio y volteé a ver a Emilio, sería gracioso que se conocieran frente a mí, sería como:

“—Hola Emilio, el es Emilio —hablo yo.

—Hola Emilio, me llamo Emilio —dice el chico nuevo.

—Hola Emilio, eh, también soy Emilio, que pedo —dice mi compañero.”

Joaco B: ¿Y por qué Loretta te dió mi número?

Desconocido: Porque yo se lo pedí, te vi en una fotografía con ella, quise conocerte, disculpa si te saqué mucho de onda.

Joaco B: ¿Cómo sé que no eres alguien falso que consiguió mi número de alguna forma?

Desconocido: Oh, podemos hacer vídeo llamada mañana si quieres, por mientras te dejo una foto mía.
Soy modelo, no es que esté robando fotos de instagram ¿Bien?

[@emilianomacouzet en instagram]

Joaco B: Bonito sombrero.

Desconocido: Gracias:)), te marco mañana sí, no me bloquees por favor.

Joaco B: Está bien, Emilio, hasta mañana, iré a dormir.

Desconocido: Hasta mañana, ten bonita noche. :)

De verdad no esperaba que alguien me hablase así, pero bueno, las cosas pasan.

Dejé mi celular en el buró, me tapé con las cobijas y decidí dormir.

Narra Emilio:

Arrugué la nariz y me levanté lentamente, tenía algo en la cara que me producía cosquillas, después de enfocar la vista, pude notar que era el cabello de Joaquín.

Me saqué de onda cuando vi que traía puesto uno de sus mamelucos, ¿Acaso me cambió mientras dormía?

Me levanté de la cama, quería algo de agua, pero pude notar que la puerta no se abría, Joaquín había activado la seguridad muy probablemente.

Tomé su control y desactivé al menos la del baño para tomar agua de la llave, pues no quería hacer mucho ruido y despertarlo.

Después de salir del baño, tomé el control y volví a activar la seguridad, me metí en la cama y me tapé con las cobijas.

—Lechuga rosa —dijo Joaquín.

—No has cambiado en nada —reí en voz baja.

—Emilio me habló Emilio.

—¿Qué? —reí de nuevo.

—Sí, Emilio me habló.

—Pero si no te he hablado desde hace un buen rato, ¿Qué dices?

—Emilio papas con queso...

—Ni hablar —me acomodé en la cama.

—Quiero un abrazo.

—¿Un abrazo?

Antes de que pudiera decir algo se rodó y se puso sobre mí, su cara quedó justo arriba de la mía y luego se agachó para abrazarme.

Segundos después se dejó caer dormido, me dolió un poco pero lo toleré.

—Joaquín deberías quitarte, no quiero empezar a hacer preguntas de nuevo, tomé una decisión y se supone que debo mantenerla firme.

—A veces nos equivocamos al tomar una decisión, pero siempre podemos arrepentirnos y tomar un camino distinto.

—¿Por qué cuando duermes dices frases tan poéticas?, De todas formas, tienes razón pero... Ya no quiero romper mi cabeza de esa forma, ya no quiero subirme a tu ventana y gritarle al cielo que me de respuestas que no voy a obtener —suspiré —. Dejaré que las cosas pasen.

—No sabemos lo que tenemos hasta que está en manos ajenas.

—¿Qué?

—Perros con labial...

—Eres increíble —reí y cerré mis ojos.

—Lo sé.

Narración normal [Joaquín]:

—Joaquín —escuché a lo lejos.

Lo ignoré, y traté de entrar a mi profundo sueño una vez más.

—¡Bobondoni!

Abrí mis ojos con dificultad —¿Qué pasó? —hablé un tono bajo y ronco.

—Estás adentro de mí —la voz de Emilio, pero sus palabras eran tan confusas.

—¿Qué? Pero si contigo no soy activ... —reaccioné y sacudí mi cabeza —. ¿¡Qué?!

—Que te metiste en mi mameluco, estás adentro de mí, muy literalmente.

Desperté por completo, y era cierto, dormido probablemente había desabrochado el mameluco y me había metido en el, aparte de tener somniloquía, me movía en las noches, no exactamente como sonámbulo, ya que no he caminado.

—Lo siento, no me di cuenta —estaba pegado a Emilio, mis manos estaban en su espalda, no podía moverme mucho exactamente —. Tal vez tú debas desabrochar ésto porque no puedo moverme —reí nerviosamente.

—Oh eh, sí —desabrochó el mameluco, se dió la vuelta y se sacudió para dejarme abajo de él y por fin sacarme.

—Son las diez de la mañana, mi mamá llegará dentro de poco, Nikolás debe haber llegado a su casa en la noche, ruega para que no nos venga a buscar —reí, y sonó el timbre de la entrada.

—¡Padre nuestro que estás en el cielo! —gritó Emilio —. Me voy a poner mi ropa y me salgo por la ventana.

—Eso sonó como si llegase mi papá y fuera a encontrarnos haciendo cosas pecaminosas.

—Ves muchas películas, ahora, ¿Dónde está mi pantalón?

—Llévate la pijama puesta, puse tu ropa en la maleta, solo tómala.

—Te la regreso después, ahora si me disculpas debo salir dramáticamente de tu habitación y bajar por el techo.

Quité la seguridad.

Mom♥️: Mi amor estoy afuera, ¿Me abres?

—Emilio, es mi mamá, no Nikolás.

—¿En serio? —volteó a verme mientras intentaba subirse a la ventana, pues el mameluco no lo dejaba moverse mucho —. En ese caso mejor bajo a saludar, ¿Te dirá algo si ve que dormí aquí?

—No, no creo.

—¿No sabe de lo que pasó... Verdad?

—No, no sabe.

—Entonces no me odia.

—No —reí.

—¡Vamos a saludar!

Quité la seguridad de todas partes y guardé el control, ya con mi mamá en la casa, me sentía mucho más seguro. Lo bueno fue que la ventana que forcejeó Rodrigo para entrar no se rompió, solo se maltrató un poco, así que no se daría cuenta.

Bajamos y recibí a mi mamá con mi hermana, al igual que Emilio las saludó después de mi.

—¿Cómo está mi papá? —pregunté.

—Está mejor, sí le dió algo fuerte el accidente, pero ya despertó, comió y habló con tu hermana, ya está estable, tranquilo mi amor si, ves, te dije que estaría bien —mi mamá me abrazó.

—A mí me dió unos chocolates pero a ti te mandó ésto —mi hermana me entregó una cajita no muy grande —. Dijo que te lo quiso dar la última vez que te vió, pero que se le había olvidado.

—Gracias. Oye ma, Emilio durmió aquí porque estábamos cansados del vuelo, solo pedimos comida y bueno...

—Sí amor no hay problema, sabes que se puede quedar cuando quiera —mi mamá le dió una sonrisa —. Ahora si me disculpas me voy a bañar, porque ésto de bañarse en hoteles no me gusta para nada.

—Lo mismo digo —mi hermana junto con mi mamá subieron.

—Bueno, igual me voy, iré por la maleta y regreso a mi casa —Emilio me dió un abrazo de palmada.

—¿Seguro que está bien que te vayas manejando así? —le señalé su herida.

—Si manejé cuando estaba recién hecha, puedo manejar ahora. Ya no te preocupes, nos vemos en unos días va —subió por su maleta, después salió de mi casa y subió a su auto —. Hasta luego Bobondoni.

—Hasta luego Famosorio —extrañaba decirle así.

—Entonces te gusta Ariana —reí mientras ponía mi celular sobre el case para sostenerlo.

—Obvio, ¿A quién no? ¿Te gusta más Thank u next o Break up with your girlfriend? —el chico a través de la pantalla era muy genial.

—Por todos éstos días era Break up with your girlfriend, pero creo que ahora me sigue gustando más Thank u next.

—¡Coincido!, Oye, ¿Te gustan las películas animadas?

—Claramente, tengo una obsesión con Disney para empezar.

—A la de tres película favorita de Disney, una, dos, tres.

—¡El rey león! —dijimos al unísono.

—¡Que...!

—¡Genial! —me completó —. Deberíamos ir a ver una película un día, ya sé, ¿Te parece mañana? Vamos a ver Feliz día de tu muerte dos, sé que no es de Disney pero es de las que están en cartelera, ¿Te animas?

—Oh, eh, sí, vamos —sonreí, pensando en que debería verme la primera hoy, para entender la dos mañana.

—Perfecto, tenemos una cita Bondoni, ¿Paso por ti, o nos vemos allá?

—Nos vemos allá, vamos a Cineclub Condesa, ¿Te parece?

—Claro, la película está disponible a las 8:35 p.m ¿Listo?

—Listo, te veo mañana.

—Espero verte ahí, debo irme, tengo una sesión programada, ¡Hasta luego!

—Hasta luego Emilio...

—Emilio Villanueva.

—Emilio Villanueva, adiós —sonreí y colgué.

¿Dijo cita...? No, tal vez escuché mal, bueno, y si así fuera, ¿No tiene nada de malo no? E-emilio es, ¿Emilio es gay? ¿O bi? Tal vez un hetero con buenos gustos, y solo está siendo amable conmigo. Puede ser, ya veremos.

Ahora, a ver feliz día de tu muerte uno, ¡Aquí voy!

PREEEEGUNTA:
¿Cómo la ven? ¿Cuál es la sexualidad de mi querido Emilio Villanueva?

Vota y comenta por amor a las canciones de los chamacos.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top