Capítulo 4.
[Me quema, me quema muy fuerte y duele, pero no puedo dejarlo]
Quiero mi cuaderno de vuelta, quiero mi dibujo de vuelta... Quiero... que me dejen de molestar.
Hora de geografía, mi favorita.
—A ver jóvenes, haremos equipos de dos —se oyó revoloteo de voces en el salón —. Pero hey hey, no tan rápido, yo voy a hacer las parejas —un uhh se escuchó.
Rogaba para que me tocara con Andy, pero mis plegarias no fueron suficientes. Y lo peor de todo, tal vez Dios si me odia por ser homosexual porque...
—Bondoni Gress con... Parres Montemayor —Diosito, ¿Por qué? Agaché la cabeza.
—Geeeenial, mariquita —se sentó a mi lado —Tu vas a hacer todo el trabajo, ¿Entiendes?
—Pero Rodrigo...
—PERO nada, yo no voy a hacer ni mierda. —subió sus pies a mis piernas, poniendo sus brazos en su cabeza.
—A ver señor Parres, van a hacer un modelo del planeta tierra, y voy a pedir un vídeo de todo el proceso, así que si no participa, lo repruebo ¿Cómo ve? —la maestra se puso las manos en la cintura.
—No manche maestra —bajó los pies de mis piernas.
—Maestra nada, vas a trabajar con Bondoni y se acabó —Miss Krystal se fue a su escritorio.
—A las cuatro mañana, en mi casa Bondoni, y no acepto cambios de horario, ni que llegues tarde —se acercó a mí —.Y si te atreves a no ir, voy a tu casa, y la que las va a pagar va a ser tu hermanita ¿Captas?
Asentí con la cabeza con miedo en los ojos.
Y por fin el timbre de salida, bendito D... Bendito Ricky Martin.
Bajé rápidamente las escaleras y corrí a los arbustos de atrás, para ver si estaba mi cuaderno descuartizado entre las hojas.
—¿Buscas ésto? —una tierna voz familiar masculina se escuchó detrás de las bancas.
Un chico de uno metro sesenta y cinco se acercó a mí, con mi dibujo pegado con cinta, y mi cuaderno amarrado con hilos de estambre.
—¿Niko? S...sí, es mi dibujo, y mi cuaderno... —mis ojos se tornaron brillosos.
—Toma, me cayó en la cabeza en la mañana, ¿Tú lo lanzaste? —rió.
—No no no, claro que no, lo lamento, digo, que te haya caído en la cabeza, fue un compañero... Eh, yo me desesperé y rompí el dibujo y el cuaderno, y él se entristeció y de la desesperación lo tiró por accidente.... —mientes Joaquín, mientes con todos los dientes.
—Es muy bonito tú dibujo, y tu cuaderno con estampitas, son muy lindas, no rompas tus cosas. ¿Que crees? Que me acabo de cambiar a ésta escuela —me tendió la mano.
—Oh, sí sí, el chico nuevo, no pensé que fueras a ser tú, ¿Pero que no vas un año arriba? —le estreché la mano.
—¿Te acuerdas que me había ido a USA? Bueno, hubo unos problemas allá con mi grado, y al regresar acá me bajaron un año —se rascó la cabeza.
—Oh, que mal supongo, pero ahora estarás aquí conmigo —suspiré.
—Seamos amigos de colegio, ¿Va? —sus ojos verdes eran penetrantes, y su cabello despeinado y largo era muy sedoso.
—Va, amigos de set y de colegio —chocamos puños.
—Oye creo que llegaron por ti —volteé hacia atrás y Emilio estaba pitando tratando de llamar mi atención.
—Oh, es verdad, ¡Hasta mañana Niko! —acomodé mi mochila y corrí a la salida.
—¡RECUERDA JOAGAY, MAÑANA! —escuché desde la ventana de arriba, Rodrigo.
Subí al auto de Emilio.
—Oye, ¿Ese de ahí es tu novio o qué? —Emilio se refería a Nikolás y se me subió el calor a las mejillas —.¡No te creas menso! Ya vi que es Niko.
Ay Osorio... Algún día me dará un paro.
—¿Te vas a cambiar? —salió del estacionamiento del colegio y se dirigió a atrás de él, para recoger a su hermana.
—¿Aquí en el auto? ¿Contigo? —me sonrojé.
—Ay no seas exagerado, pásate atrás, cierro los vidrios, están polarizados y tenemos lo mismo, sin pedos —subió los vidrios y me aventé para atrás.
Me quité rápidamente el pantalón, y Emilio dió un frenón, que me hizo caerme del asiento y terminar boca abajo.
—¡Bonitas nalgas Bondoni! —gritó Emilio.
—¡Cállate Famosorio! —me morí de pena, demasiada pena.
Me subí rápidamente los pantalones de mezclilla, y luego me quité la camiseta.
—Frenaré a propósito —dijo rápidamente y lo hizo, haciendo que me fuera para en frente y quedará con los pies para arriba.
—¡EMILIO OSORIO MARCOS! —grité haciendo puchero.
—¡QUE SENSUALES PELOS JOACO! —se reía ruidosamente, y no me pudo evitar contagiar la risa.
Me puse la camiseta blanca rápidamente, para poder enderezarme.
—Listo, amén y gracias a Justin Bieber —reí.
—Tienes unas nalgotas mmm sí —Emilio levantó las manos asemejando apretar dos almohadas grandes.
—¡JAJAJA CÁLLATE! —me moría de vergüenza, pero... Es solo cura ... Solo es cura... —Me lo dices porque tú las tienes como la cabeza de una tortuga.
—¿A chinga, cómo? —levantó una ceja.
—Se te metieron para adentro —solté una carcajada que reventaba tímpanos.
—Buena esa Gress, ya me vengaré —estacionó para recoger a su hermana —. Súbete mocosa.
—¡Cállate costroso! —su hermana tenía el cabello negro, pestañas largas, y un piercing.
—Bueno Joaco ella es Romina, mi hermana, la más pendeja de la casa —hizo un tono de voz burlona.
—Cállate ya alitas de gallo, y, hola, un gusto —me dió la mano y correspondí.
—Joaquín es mi compañero de la novela Romi, y tiene unas nalgotas...
—¡Ay Emilio, wacala! ¡Ya vas a empezar con tus mamadas! —gritó Romina —. Joaquín, es un cochinote.
—Jajaja, no hay problema —me reí a pesar de estar super incómodo.
Fuimos a dejar a Romina a la casa de Emilio, al parecer la casa de su mamá, Niruka Marcos.
—¡Dile a mamá que llego a la noche! —gritó Emilio por la ventana.
—¡Emilio!, chiquito, me traes una nieve de esas grandotas cuando vuelvas —se oyó la voz de Niruka desde la ventana del segundo piso.
—¡Sí mami! —cerró la ventana y avanzó el auto —. Al parecer iremos a los helados a la noche como el otro día.
—Pero ahora yo te pago —sonreí.
—No no no, yo pago —tenía la mirada fija en el camino.
—Negativo pareja, yo pago, y también le pago a tu mamá.
—¡Estás loco!, No tienes que, yo lo haré —puso la radio.
—No te acordarás en la noche —susurré para mí mismo.
Llegamos a los estudios.
—¡Muy bien chavos, hoy vamos a grabar una escena donde las familias Córcega y López se van de picnic! —nos dirigió el productor —Así que nos vamos a ir a un área de albercas y río, todos al autobús por favor.
—Vamos Temo... Digo, Joaco jajaja —rió Emilio —. Perdón, la costumbre.
—¿Nos vamos juntos en el autobús? —le señalé la gran estructura móvil con algo de miedo de que dijera que no.
—¡Claro que sí!, ¡El que llegue al último le debe algo al otro! —corrió y yo seguido de él.
—¡Te gané! —canté victorioso.
—Muy bien señorito, ¿Que deseas? —nos sentamos, yo del lado de la ventanilla.
—Ehh... Veamos... Tienes que tomarme la mano todo el viaje —dije en tono sarcástico.
—Ay no wey, ¿Espera es neta? —me miró serio.
—¡No creas que es por algo que nada más no! Es para ver si te atreves a entrar en personaje todo el día —reí nervioso.
—Ahh, pues, ¡Acepto! Al cabo tiene clima y no vamos a sudar —me tomó lentamente la mano y un calor me recorrió el cuerpo.
Estoy tomando la mano de Emilio, no de Aristóteles, de Emilio...
Tomé una foto muy disimulada de nuestras manos unidas mientras Emilio descansaba sus ojos.
Sus manos eran tan suaves... Y yo estaba en un sueño. Ya que Emilio iba casi dormido, me hice yo el dormido.
Y dejé caer lentamente mi cabeza en su hombro, y el puso su cabeza sobre la mía, una preciosa imagen se cruzó por mi cabeza, ojalá hubiera podido capturar ese momento.
—¡Llegamos, atención, bajense todos! —gritó Osorio.
Fue bueno mientras duró... mi pelos de perro French poudle, refiriéndome a Emilio.
—Van a grabar sin camisa jóvenes, aquí están sus shorts, vayan a cambiarse —nos dijo la de maquillaje.
—Con que otra vez te veré las nalgas y tus pelos sensuales Gress —Emilio me dió una mirada pícara.
—¡Ya basta pelos de perro recién bañado! —me reí.
—Uy pues perdón ojos de pato —me gustó ese apodo.
—Listo, ya me cambié —dije rápidamente.
—Bonito pecho reluciente —se mordió los labios.
—¿Seguro que no eres gay Emilio? —me reí de nuevo.
—Son puras mamadas, que asquito ser gay... —me dió una risa penosa.
Y eso me... rompió.
PREEEEEGUNTA:
¿Qué opinan de Rodrigo?
VOTA Y COMENTA SI TE ATREVES.
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