Capítulo 39.
[Una despedida ¿Temporal?]
—¿Me permitirías besarte una última vez?, pero un beso bien, como el que nos dimos en la bolita del juego.
—Pero aquí, Diego estamos al aire libre, y aparte ya te había dado ese “último beso”, en el hospital.
—¿Y tú ves a alguien?, mira todo el estacionamiento, no hay nadie que nos pueda ver o molestar, todos están dentro, anda, y sí, lo sé, pero... ¿Por favor? —Diego hizo puchero.
—Un último beso, ésta vez en serio...
—Beso Valdoni.
—¿Qué? —Joaquín levantó una ceja.
—Lo escuché por ahí de una fan, es nuestro shippeo, por Valdés y Bondoni, eso fusionado es “Valdoni” —el pelilargo formaba la palabra en el aire con sus manos.
—Bésame pero no me dejes marcas, ¿Está bien? —advirtió Joaquín.
—Acepto, Gress —Diego se acercó a Joaquín.
Pegaron sus narices, y una sonrisa por parte del rubio de hizo presente, acto seguido, unieron sus labios, besándose con ansias, como si fuera la última vez que les permitieran dar un beso, y en efecto sería el último que se darían entre ellos.
Diego predominaba queriendo morder y succionar el labio inferior de Joaquín, mientras que éste estaba tratando de dejarse llevar lo más posible para cumplir la última petición del chico. Sus labios eran suaves, carnosos, y no dejaba ni un centímetro sin besar.
Joaquín tomó del cuello a Diego, y las lenguas de ambos se hicieron visibles, jugueteaban entre sí, y saboreaban cada roce.
Diego con la adrenalina, las ansias y la emoción, recorrió toda la espalda de Joaquín, hasta llegar a su trasero, para tomarlo con ambas manos y presionar contra él. El dueño de las posaderas no se opuso, pues sabía que era un último contacto, aparte, nadie los estaba viendo, o al menos eso creían.
Detrás de los arbustos, un joven los espiaba a través de las hojas, quién los veía muy confundido, con el ceño totalmente fruncido, tratando de enfocar con sus ojos lo que estaba sucediendo.
Emilio no creía que aquellos eran sus mejores amigos, tampoco creía que pudiese haber algo así entre ellos, ya que muchas veces Joaquín le había aclarado que el no quería nada con Diego, y mucho menos podía imaginarse que su pareja de baile se dejase tocar así por alguien.
Emilio por alguna razón se sentía traicionado, sentía un ardor en las venas, y un fuerte dolor de estómago de tanto apretarlo.
Miró su celular, tratando de distraerse, pensando en que cuando volviese a mirar, éstos dos ya estarían separados, o que aún mejor, hubiera sido solo una ilusión, una pesadilla, pero no fue así.
Diego y Joaquín seguían besándose, pegando sus cuerpos de una manera desesperada.
El rubio tumbó al más pequeño sobre el vidrio trasero del auto, recostándolo, mientras que él subía al mismo lugar, quedando sobre de él, con las piernas abiertas en su torso, acorralandolo.
Continuaban besándose, mientras Joaquín se aferraba a la espalda de Diego, y éste con una mano se apoyaba en el auto, y con la otra tomaba al castaño del cuello.
La escena no le podía parecer más incómoda a Emilio, y un tanto desgarradora, ya que no imaginaba cierto espectáculo por parte de éstos.
—Diego... —Joaquín se despegó un poco de los labios de su compañero —. Para, no puedo respirar.
—Me encanta saber que te corto la respiración —Diego desocupó la boca de Joaquín para bajar a su cuello, y darle un descanso al chico.
—Eres un tonto...
—Sí, lo sé —Diego volvió a subir a los labios de Joaquín, para depositar besos más lentos y menos desesperados —. Pero éste tonto te tiene bajo su poder.
—Quisieras —Joaquín en un movimiento rápido cambió de posición con Diego, dejándolo abajo.
—Te gusta dominar, eso queda claro —Diego dejó de hablar para tomar la cintura de Joaquín y presionarlo contra él, así dándole otra serie de besos, que terminaría en uno lento, lleno de pasión.
Con esto podíamos ver qué, Joaquín Bondoni cumplía lo que prometía.
Emilio en su escondite, decidió que no podía tolerar más lo que veía, así que frustrado, regresó a hurtadillas dentro del gimnasio, viendo su reloj.
—Llevan como cuatro minutos besándose sin parar, ¿Qué no pueden conseguirse una habitación? —reprochaba Emilio en voz alta, volviendo a su asiento en la mesa.
—¿Quién necesita una habitación? —le preguntó Nikolás, quién estaba apunto de sentarse pues servirían la cena.
—Nadie, hablaba de una serie en mi mente —Emilio rodó los ojos y dejó caer su cabeza sobre sus brazos ya puestos en la mesa.
A su vez veía el reloj de vez en cuando, pasaban cinco, seis, siete minutos, y ni Diego ni Joaquín entraban al gimnasio, por esto el rizado no quería ni imaginarse que cosas estarían haciendo allá, y si ya se habrían metido al auto.
En otras circunstancias, Joaquín ya estaba acostado al lado de Diego, quienes veían las estrellas brillantes en el cielo.
—Fue el mejor beso de mi vida —habló Diego, sonriendo.
—Creo que tú ADN permanecerá en mi unos meses —rió Joaquín.
—Creo que soy el hombre más feliz del mundo en éste momento, gracias Joaco...
—No me agradezcas, de verdad espero que cuando te vayas puedas aclarar tus pensamientos, superar éstos obstáculos, y sobre todo, encontrar el amor en alguien que sí pueda corresponderte en todos los sentidos. Porque eres genial, cualquiera quisiera tener a un novio como tú, es sólo que mi corazón...
—Ya le pertenece a alguien que no soy yo, y lo comprendo... —Diego se volteó en dirección a Joaquín —. Tú me enseñaste que es estar enamorado, pero espero que alguien me enseñe que se siente ser amado...
—Cuando vuelvas, aún seremos amigos, ¿Verdad?
—Sí Joaquín, yo no puedo odiarte, ni nada por el estilo. Seguiremos teniendo la misma relación afectiva hoy, y el día que yo regrese, solo que por ahora prefiero mantener distancia y dejar de agobiarte con mis plegarias.
—Te quiero mucho Diego —Joaquín se levantó de dónde estaba sentado, y saltó del auto.
—Yo te quiero aún más, yo te amo —Diego selló su despedida con un abrazo fuerte —. Y creo que me iré de una vez, ya son las once y bueno, quiero ir por unos tacos al puesto que está por mí casa, y cierran a las doce.
—Pero y tu amigo, Pablo...
—Dile que tuve que irme de emergencia, la neta ya no quiero estar con nadie éste día. Tú eres la última persona que quiero recordar, al menos hoy... —Diego subió a su auto.
—Hasta pronto, chino...
—Hasta pronto, bonito —el pelilargo arrancó el coche, y se retiró, con un sentimiento de dolor y melancolía, pero a la vez aliviado, y motivado a salir adelante, a extinguir ese fuego, y a superarse.
Joaquín regresó al gimnasio, encontrándose que ya habían servido la cena, así que se sentó en su lugar, y pudo ver que si había un plato para él, el cual decidió comer.
—¿Y Diego? —preguntó Pablo —. ¿No lo viste por ahí?
—Se fue, porque... Porque su abuelita se cayó, y está en el hospital —Joaquín no era muy dinámico para decir mentiras, pero al menos le salían.
Emilio lo veía molesto, pues sabía que mentía, pero no podía revelarle que los estuvo espiando, así que mejor optó por desviar la mirada del rostro de Joaquín.
—Bueno, creo que me iré por allá con otros amigos, ¿Les parece? —Pablo se levantó del asiento mientras todos sentían sin tapujos.
—Popo, ya van a ser las doce, y mi mamá no me dió permiso de llegar tarde, así que mi boo me irá a dejar, ¿Estarás bien aquí? —Andy tomó la mano de su novio.
—Claro popo, te amo —Joaquín la abrazó y después le dió la mano al chico a su lado.
—Yo creo que iré a las gradas a observar los arreglos del techo... Con Elaine —Niko salió corriendo tomando la mano de su novia.
Ahora Emilio no podía ignorar a Joaquín, ya que solo quedaban ellos dos.
—Oye, tú alarma está a unos pocos minutos de sonar, lo mejor será que la apagues y me digas cuál es la sorpresa —sugirió el pequeño saludable.
—Sí, debería —de forma cortante, Emilio respondió sacando su móvil, desactivando la alarma graciosa que tenía puesta.
—¿Nos iremos ya?...
Emilio se levantó de la mesa, bufando un poco, y apoyando sus muletas bruscamente en el piso, ignorando a Joaquín, se dirigió sin voltear atrás hacia el baño.
—¿Emilio? —Joaquín se levantó, siguiendo al rizado.
—Voy al baño, ¿Puedes esperarme en la mesa unos minutos? —pidió Emilio, tratando de mantener una buena expresión.
—Ah, sí, perdón, es que te levantaste tan repentina...
—Ve a la mesa —ordenó Emilio, huyendo de la presencia de Joaquín.
No se sentía bien, algo le pasaba por la cabeza, algo le hacía sentirse mal, y no entendía porqué. A fin de cuentas si Diego y Joaquín tenían algo, era mucha cosa de ellos ¿O no?, ¿Por qué debía importarle tanto a él?
Se metió furioso al baño, cerró la puerta, bajó la tapa del sanitario y se sentó en ella, recargó las muletas en una de las paredes, y tomó su cabeza entre sus manos.
—Son amigos, solo amigos... —se repetía a sí mismo.
Se sentía traicionado, sentía que por alguna razón, debían de haberle dicho lo que había entre ellos; pero ¿Cómo iban a decirle sobre algo que no existe?
Todo lo había mal interpretado, al punto en el cual Emilio ya no quería salir con Joaquín esa noche, se sentía molesto, excluido, y muy confundido por haber presenciado esa escena tan comprometedora, el tan solo pensar en lo que pudieron haber hecho cuando él se alejó del lugar, no le cabía en la cabeza.
Debería pedirle a Joaquín que le aclarara las cosas, pero si no le había dicho, debía ser por algo, seguramente querían mantenerlo en secreto, aunque también se preguntaba, si ellos eran algo, ¿Por qué no fueron juntos al baile?, ¿Por qué Joaquín lo llevó a él?, ¿Acaso intentaba encubrirse?
Probablemente Emilio estaba adelantándose a mucho, estaba pensando de más, y necesitaba ser racional. No iba a mandar todo lo que había planeado para Joaquín a la mierda solamente por haberlo visto besarse con alguien más, o tal vez... Por haberlo visto besarse con alguien que no era él.
Ya que antes había escuchado o notado que ellos se habían besado, pero no los había visto besarse fuera de cualquier juego o reto.
—¿Y si son novios en secreto? —a Emilio no le importaba hablar en voz alta, ya que según su percepción, no había nadie en los baños.
Golpeó fuertemente la puerta en son de desesperación, de no saber qué hacer.
Ya eran las doce y pasadas de la mañana, no podía fallarle a su pareja de baile, así que tendrá que tragarse cualquier sentimiento malo, cualquier rastro de celos, de rabia, solo para él.
Salió del baño y se miró al espejo, ¿Por qué se sentía tan mal?, Solo había visto a sus amigos besarse, era lo mismo que ver a Roy comerse a varias niñas, o ver a su hermana con los novios que había tenido.
Pero algo era diferente, algo que el no podía entender, de tantos sentimientos que tenía juntos.
El espejo reflejaba su desesperación, su mal humor, así que se lavó el rostro con agua fría, tratando de cambiar su expresión seria, por una leve sonrisa, como siempre la tenía.
—Se lo debes, se lo debes —dijo Emilio al espejo, mientras se daba palmaditas en los cachetes.
Salió del baño y caminó hasta la mesa, para encontrase con que Joaquín no estaba sentado allí, sino que estaba en la pista, con Mario, el chico con el que había bailado hace rato.
Parecía divertirse, haciendo su intento de bailar reaggeton de espaldas al muchacho.
Emilio levantó la mano para llamar la atención de Joaquín, el cual lo detectó en segundos.
—Ya me voy, un gusto conocerte —habló Joaquín rápidamente despidiéndose con un rápido abrazo.
Joaquín corrió hacia Emilio, y juntos caminaron hacia la salida, pero antes de eso decidieron tomarse la foto oficial del baile, para después seguir su camino hacia afuera.
—Y bueno, ¿Esperamos un helicóptero o algo así? —bromeó Joaquín.
—Me canceló porque dijeron que en un estacionamiento escolar no se podía estacionar —respondió Emilio de lo más normal.
—¿Entonces esperamos un pegaso?
—Casi, mira allá —señaló Emilio.
Joaquín volteó rápidamente, y vió un caballo con una montura color azul rey.
—¿Manejarás un caballo así, con el pie lastimado? —lo cuestionó Joaquín.
—No, obvio no, tú lo harás —Emilio empezó a caminar hacia su transporte nocturno.
—¿Qué? ¿Yo?, ¡Yo no sé montar!
—No pero yo sí, así que tú serás mis pies y mis brazos, yo te daré las indicaciones y te apoyaré.
—Pe...pero, voy a hacer que nos tumbe, es muy peligroso Emilio...
—Tú solo ayúdame a subir —Emilio se apoyó en Joaquín para poder trepar al caballo —. Ahora sigues.
—¿Me apoyo aquí y brinco?
—Sí, yo te sostendré, anda.
Joaquín subió al caballo a como su cuerpo le permitió, y quedó delante de Emilio.
—¿Tengo que decirle avanza caballito o algo por el estilo? —Joaquín tenía miedo de que el caballo fuera a querer tumbarlos.
—Solo abre tus piernas un poco y déjalas caer, agarra las riendas y muévelas despacio, así el sabrá que va a avanzar —Emilio amarró las muletas a una agarradera del caballo, y tomó las manos de Joaquín para decirle como poner en marcha al caballo.
Siguió las órdenes de Emilio, y logró que el caballo empezara a caminar.
—La sorpresa es un paseo en caballo de la escuela a la plaza, para comernos unos tacos —rió Emilio.
—No Emilio, yo no puedo conducir al pobre animal, neta me estoy muriendo del miedo, ¿Podrías hacerlo tú?
—¿Neta no quieres cabalgar por ti solo y llevarme a mi detrás como una princesa empoderada?
—Neta...
—Está bien, mira, cambia de lugar, pasa tu pierna por aquí... Ajá, y ponte detrás de mí —Joaquín realizó la maniobra que le señaló Emilio y logró quedar frente a su espalda —. Entonces hoy serás llevado en caballo por éste príncipe, que digo príncipe, rey.
—Que suerte —murmuró Joaquín burlesco.
—Te escuché, princeso del rey —Emilio echó a andar al caballo una vez más, un poco más rápido.
Joaquín se alarmó y por instinto se aferró a Emilio, abrazándolo por la espalda baja, haciendo presión en su abdomen.
Quitando el miedo, no estaba tan mal, apreciar el paisaje, que eran los grandes edificios, las luces de la ciudad, y las filas de autos.
—La noche está muy bonita —habló Joaquín, aún abrazando a Emilio.
—Sí, concuerdo contigo —afirmó Emilio, quién conducía con cuidado por su pie, y sonreía ante la nada.
El sentimiento de pesadez en el rizado aún no se quitaba del todo, pero no podía tener una cara larga, no podía arruinarle la noche a Joaquín.
—¿Quieres algo de viento? —preguntó Emilio.
—¿Traes un abanico portátil?
—No, tengo algo aún mejor, se llama velocidad —Emilio golpeteo las riendas e hizo que el caballo fuera más rápido.
—¡No, Emilio! ¡Vas a matarnos! ¡Mamá! —gritaba Joaquín mientras pegaba su rostro a la espalda de Emilio.
—No tengas miedo, tiro al blanco no va a tirarnos, es el mejor caballo que hemos tenido. Aparte nos protege más de lo que crees —Emilio estaba sereno, mientras que el corazón de Joaquín quería salirse de su pecho.
—¡Tengo miedo! —exclamaba Joaquín con temor.
—Puedes abrazarme y cerrar tus ojos, claro que te perderás de la vista —sugirió Emilio, galopando al ritmo de tiro al blanco.
—Te abrazaré y cerraré mis ojos —Joquín hizo lo que dijo, y se centró fuertemente en escuchar el tranquilo corazón de Emilio, que le daba seguridad.
Para los espectadores lejanos, se podía ver cómo dos jóvenes vestidos de traje, conducían un caballo bien decorado de su montura y cabezal, galopando a un ritmo continuo, mientras que uno abrazaba al otro fuertemente.
Era como una escena de película, pero en éste caso, no eran príncipe y princesa. Eran dos príncipes muy guapos, yendo por la CDMX, en busca de tacos en la madrugada.
—Ya casi llegamos Bondoni, deberías ir abriendo los ojos —Emilio estaba tratando de olvidar esos malos sentimientos, al menos por ese rato.
Joaquín abrió lo ojos, y se topó con que estaban bajando en una colina de terracería, a lo cual se le quiso salir el alma por la boca, y solo volvió a cerrar con fuerza sus oculares.
—¡Eres un menso! —reprendió el más pequeño a Emilio.
Después de unos minutos más, el ritmo empezó a bajar, lo que le dio confianza Joaquín de volver a abrir los ojos, y efectivamente ya estaban llegando a la plaza.
—¡Epa, si están los tacos!, son mis favoritos, aquí tienen abierto hasta tardísimo —Emilio detenía el caballo lentamente, hasta parar al lado del puesto —. Vas a bajar, y después me ayudas a mí, ¿Sí?
Joaquín asintió, bajó lo más rápido que pudo, para caer al suelo y besarlo imaginariamente.
—¡No seas ridículo y ayudame! —Emilio reía a carcajadas.
Joaquín tomó la mano de Emilio, para que se apoyará y sus pies puediesen volver a tocar suelo, pero al tratar de bajar, el caballo se movió, y Emilio casi se va de boca, si no es porque su compañero lo detuvo, y lo cargó como costal de papas.
Una vez ambos sanos y salvos, amarraron a tiro al blanco a un poste, y se sentaron en las mesitas del puesto.
Ordenaron, y por primera vez en mucho tiempo, ambos sintieron paz, sintieron que podían descansar del trabajo, de los demás, del acoso, de las dudas, de las novias controladoras, de los mejores amigos que quieren ligar y besar, de los directores, de las tareas, de absolutamente todo...
En ese lugar, solo eran Joaquín, Emilio y sus tacos.
—¿Están buenos? —preguntó Emilio, mordiendo su último taco.
—Buenísimos, me encanta que no pican —mencionó Joaquín, tomando un trago de refresco.
—Te traeré más seguido.
—Si es que no nos encuentra el fandom y nos aplasta aquí —ambos rieron.
—No creo que nos aplasten, sé que nos darían nuestro espacio, o bueno al menos eso creo... Pero sí querrían darnos mucho amor —dijo Emilio terminando su orden.
—Tal vez deberíamos venir a éstas horas, para que no puedan vernos.
—Tal vez.
Ambos terminaron de comer; Joaquín pagó rápidamente su pedido, pero Emilio hizo que le regresaran el dinero, para pagar él.
—Yo te invité, yo pago, ¿Bien? —Emilio tomó el cambio, y se retiraron del puesto.
Comenzaron a caminar por la plaza, hablando de tonterías, de cosas de la vida. Para Joaquín, esas charlas valían más que cualquier otra cosa.
—Órale mi joven, veinte varos le vale, veinte varos le cuesta, llévele llévele una florecita para el jovenazo, si se ve que andan bien enamorados, andele cómprenme una —un vendedor de flores se acercó a ellos, ofreciéndole a Emilio el producto.
—No... No gracias —habló primero Joaquín.
—Ándele joven, ya solo me quedan éstos cuatro ramitos, anímese a comprarlo.
—¿Cuánto dice que cuesta? —pregunta Emilio.
—Te lo dejo en quince pesitos mi chavo.
—Quiero uno —responde el rizado.
—Aquí tiene jovenazo.
—¿Se lo llevarás a María?, ¿No crees que va a marchitarse para cuando la veas? —pregunta Joaquín, despistado.
—No es para ella, es para ti menso, ten —Emilio le dió la rosa roja a Joaquín, de manera muy tranquila.
—¿En serio?, En ese caso... ¡Oiga! —Joaquín corre a alcanzar al vendedor —. ¿Me da ese tulipán por favor?
—Simón carnal, te lo doy en diez varos, para que hagas feliz a tu novio.
—No es mi novio, y no, aquí están los veinte pesos iniciales, espero tenga buena noche —Joaquín tomó el tulipán, y volvió con Emilio, para dárselo.
—¿Qué?, no Joaco, no debías gastar en mi... Ah, ¡Oiga señor! —Emilio corre hacia el vendedor utilizando sus muletas como apoyo para avanzar más rápido—. ¿Me da los ramos que le quedaron?
—Sí mi chavo, solo que éste de aquí es un poco más caro, es que son doce rosas así bien chidas —responde el vendedor.
—No importa lo que cueste, los quiero, ese grande y el girasol ese —Emilio los toma en sus manos —. Quedese con el cambio.
—Pero carnal, son cien varos, te sobra mucho...
—No importa, gracias por trabajar honradamente, vaya a dónde lo necesiten, y recuerde, que la nobleza y el amor, son lo más importante —Emilio le sonrió al vendedor y éste le devuelve la sonrisa.
—Ustedes son unos ángeles muchachos, sigan así, y si no son novios, deberían, hacen una pareja muy bonita—el señor se retira, alegre.
—Para tú —dice Emilio llegando a dónde está Joaquín con tiro al blanco.
—¿Más flores? Pero...
—Es un regalo, no puedes negarmelos.
—Ay Emilio... —Joaquín se sentía bien, apartando todos sus problemas, sus preocupaciones, gracias a su compañero.
—Ahora, eres un niño de un millón de flores —rió Emilio —. ¡Oye eso es bueno para una canción!, lo anotaré mentalmente.
—Muchas gracias —Joaquín abraza a Emilio, dejando los ramos sobre una banca.
—Gracias a ti —Emilio le corresponde.
—De verdad, que eres un gran amigo...
—Y tú también, eres una persona llena de luz y me alegra saber que tengo a alguien que me suma y me multiplica en la vida, no a alguien que me resta y me divide —Emilio toma su tulipán, y ambos suben al caballo de nuevo.
—Abriré los ojos, solo si no vas tan rápido.
—Está bien, solo asegura los ramos, y puedes abrazarme con una mano.
—Bien —Joaquín se acomoda para agarrarse de Emilio, y recargar suavemente su cabeza en la espalda de su pareja una vez más.
Están llenos de paz, y nada podía arruinar ese momento, nada ni nadie.
Una vez más la imagen de dos chicos cabalgando a altas horas de la noche, era presenciada por las personas presentes a sus al rededores.
—¡Maricones! —se escuchó a lo lejos la voz de un chico.
—¡Con orgullo! —Emilio le devolvió el grito fuertemente.
—¿Qué? —Joaquín se sacó de onda.
—Verás, que mi madre dice que si te insultan o si te dicen que eres esto o aquello, respóndeles sarcásticamente, afírmales burlescamente aunque no lo seas.
—Ah, bien —a Joaquín no le parecía que Emilio mintiese, sin embargo, no iba a reclamar al respecto.
Después de un largo camino hasta la casa de Joaquín, por fin llegaron.
—¿Te gustó ésta noche? —preguntó Emilio mientras su compañero bajaba lentamente del caballo.
—Quitando que casi terminan su cometido conmigo, sí, fue un buen baile, una buena cena de madrugada, gracias.
—Ya quiero que me quiten éste yeso, llamaré al doctor para decirle si podré estar libre para el diez, recuerda que sin falta nos vemos ese día.
—No lo olvido, nos vemos, ten cuidado al regresar a tu casa, ¿Sí? —Joaquín tomó los ramos entre sus brazos, y subió los escalones de su porche.
—Siempre tengo cuidado, que me hayan disparado no fue exactamente mi elección —Emilio rió e hizo retorno con el caballo.
—Adiós Emilio —finalizó Joaquín, para abrir la puerta de su casa.
—Adiós Joaquín —el joven montado en el caballo azotó las riendas y el animal avanzó rápidamente, no dejando rastro de presencia.
10 diciembre del 2018.
Narración normal [Joaquín]:
—¡Es hoy, es hoy! —salté de la cama, parándome rápidamente sobre ella, y dar brincos de emoción.
—Mi amor, sé que estás emocionado, pero son las cinco de la mañana y tu hermana está dormida —mi madre entró a mí habitación.
—Pero es lunes —reproché —. ¿No debería estarse arreglando para ir a la escuela?
—Salió el viernes de vacaciones, se nota que tú solo te la pasas metido en el aparato y en tus libretos, ya ni te enteras de lo que pasa en la casa.
—Perdón mamá, es que debo estudiar los guiones, a pesar de que no hay trabajo, no quiero perder el hilo. Y bueno, debo estar pendiente del fandom —bajé de mi cama, y me tallé los ojos.
—¿A qué hora vendrá Emilio o qué?
—A las seis y media, el vuelo sale a las ocho, y llegaremos allá como a las doce de la tarde, más la llegada al parque, creo que es como hora y media, así que estaré divirtiéndome como por eso de las dos —hacía cálculos en mi mente, mientras pensaba detenidamente y le hablaba a mi madre.
—Está bien, ya te dejé el desayuno hecho, iré a acostarme, porque ando bien cansada —mi mamá salió de mi cuarto, y avanzó hacia el suyo.
Corrí a meterme a bañar, para salir y hacer mi rutina de maquillaje, más ponerme mis cremas.
Me coloqué una playera de manga larga con dibujitos de Mickey color blanca, una chaqueta negra arriba, pants grises y unos tenis negros.
Antes de irme tenía que hacer algo importante.
Joaco's diary:
Hola, hace un tiempo que no escribo aquí, para mí, y bueno tengo noticias alegres, ¡Me voy a Disney!, Lo cual es estúpido mencionar, ya que yo ya lo sé y... Ya sabes, bueno, ya sé.
Quería escribir antes de irme, antes de cualquier cosa pueda pasar; espero que el vuelo vaya bien, debo admitir que a veces pienso de más en que el avión se puede caer o algo por el estilo y me pongo nervioso, pero mi madre siempre me toma de la mano, y me dice “Hasta en los cielos, yo te aseguro que estás a salvo conmigo”, y que más podría pedir...
Actualizo mi estado sentimental, sigo enamorado de Emilio, sí, eso es inevitable, algo imposible de borrar, pero aún puedo guardarlo para mí, sin que nadie, más que Nikolás sepa por quién late verdaderamente mi corazón.
Diego desapareció de mi rastro, creo que cambió de número, o de celular, cambió los nombres de sus cuentas, ya no sube historias a instagram, con suerte sale en videos de el canal de sus amigos. Por cierto, se cortó el cabello, suena algo ridículo decir que “cerró ciclo”, pero creo que en efecto fue así. Me enteré por sus compañeros de Youtube, sobre de qué ya no tiene su melena, literalmente, se quitó rizos de encima, y más tarde vi por otros perfiles, que había subido un par de fotos con su cabello corto, creo que me bloqueó de instagram.
No lo juzgo, de verdad quiero creer en su promesa sobre de que volverá, porque sigue siendo mi amigo, y no quiero perderlo, en serio que no quiero...
Ruego porque haya encontrado algo más en que distraerse, ruego porque ya no le duela; aunque es difícil decir ésto apenas pasados diez días, no debe ser nada fácil superar un “gran amor”, desgraciadamente podría decirle que lo entiendo a la perfección, pero yo no soy tan fuerte como para poder alejarme así de Emilio, ya que en primera trabajamos juntos y en segunda, si me alejo el preguntaría porqué, en dado caso obviamente tendría que darle razones válidas y no pienso decirle la verdad.
He recibido últimamente mensajes de muchos chicos invitandome a salir por DM, sin embargo no me llama la atención responderlos, ya que el único chico con el que quiero salir, viene en camino para llevarme a Disney.
Aunque a veces pienso en que... Sería mejor... ¿Dejar en paz ese sentimiento?, Pero a la vez creo que si lo intento superar, volvería a caer una y otra vez en enamorarme, ya que estoy cien por ciento seguro de que estoy ENAMORADO, no es un simple “me gustas”, o un “me atraes”, siento haber pasado lo suficiente como para afirmar mi enamoramiento.
Emilio Osorio, siento tantas cosas por ti, que es inimaginable la manera en la que yo pudiese revelarme ante tu ser. Eres como la letra de una canción melodiosa, eres la mejor sonata que mi cabeza puede pronunciar, eres un brillo resplandeciente que aparece en mi cabeza todas las noches, tu voz es el cantar de ángeles para mis oídos, tu cuerpo fue tallado por Dioses, tu calor es vital, tú sonrisa es una ilera de perlas preciosas, tus ojos guardan esperanza y regocijo, tus manos fueron hechas para enganchar a los demás, todo tú eres el mejor arte que he podido presenciar. Quiero que un día me mires como la miras a ella, y no por actuación, por trabajo, o por alguna promoción, de verdad pienso en que alguna vez llegues a verme de una forma especial, que en mí, veas amor, me veas con ternura, quiero que me veas y en tu cabeza no exista nada más que cosas buenas, sentimientos perfectos...
La esperanza, es lo último que muere, y es lo último que yo pienso perder. Porque te amo, así como te lo dije cuando corrí contigo en brazos, te lo podría decir a diario, pero no me atrevo a confirmarte que ese “te amo”, es un amor más allá de la amistad, de la hermandad. Hemos sido amigos por un largo tiempo, te he sentido tan cercano, que a veces tus actitudes pueden volverme muy estúpido, y termino haciendo el ridículo, pero es que es tan inevitable... Tu rostro debería de ser la octava maravilla conocida a nivel mundial, y como negar que tienes un enorme corazón, eres un ser de bien, de luz, claro que tienes errores, todos los cometemos, pero no pudiera haber pedido mejor compañero... No pude haber pedido mejor persona de la cual enamorarme.
Estoy varado en el papel de Cuauhtémoc... ¿Podría haber un nosotros?, ¿Podrías quererme como yo te quiero a ti?
Dime Emilio, ¿Tú me amas?
PREEEEEGUNTA:
¿Han estado en la situación de Joaquín y/o Diego?
Vota y comenta ES UNA ÓRDEN, bueno no, ahre.
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