Capítulo 38.
[Primero sobre nosotros]
Narrador omnisciente:
—¡No mames! —gritó Joaquín tapándose la boca con la mano.
—Ese vocabulario, ¿Qué no decías que en casa de los Gress no se dicen malas palabras? —cuestionó Emilio saliendo de la canasta.
—¡Estás loco! —el pequeño estaba muy emocionado, y demasiado sorprendido.
—Yo te dije que quería que fuera especial, ahora subase antes de que ésto deje de funcionar —Emilio le tendió la mano, la cual Joaquín tomó.
—¡Es un globo aerostático! —Joaquín chilló de emoción —. ¿Cómo rayos?
—Mi mami tiene contactos, y bueno, quería que fuera original, literalmente vamos a llegar volando, solo que como en una hora más —Emilio rió, y suspiró.
Emilio le tenía miedo a las alturas, pero haría lo que fuese para hacer de ese día algo inolvidable, ya que él le debía mucho a Joaquín.
—¡Mamá estoy volando!, ¡Si estás viendo ésto es porque ésta cosa se cayó y morí! —Joaquín grababa un vídeo, y Emilio se reía de el, mientras se sentaba lentamente, ya que no quería admirar la vista aérea de la ciudad —. Emilio no tenías que hacer esto, de verdad es una locura muy loca.
—Todo ésto es por ti, hoy es tu primer baile de invierno, aún recuerdo cuando tuve el mío. Invité a dos niñas por si una me decía que no, y ambas aceptaron, total terminé moqueteado, porque pensaron que había jugado con ellas. Tuve el cachete morado como por dos semanas —mientras Emilio hablaba, Joaquín se sentó a su lado, ya que no le importaba no poder apreciar el panorama, siempre y cuando estuviese al lado de su persona favorita.
—Admito que sí me puse nervioso, no sé. Es la primera “fiesta” que presencio en la prepa.
—La primera de muchas; escuché que hacen baile de primavera, fiesta de San Valentín, fiesta por el día del estudiante, fiesta por fin de cursos, neta que ahí les encanta la pachanga.
—Sí, yo también escuché de eso, y me parece emocionante, lo bueno es que la prepa es enorme y hacen las fiestas ahí. De hecho el baile, la pista mejor dicho, es el gimnasio, precisamente la cancha de baloncesto, ¿Nos echamos unas retas o que? —Joaquín habló burlescamente.
—Pero por supuestísimo, Temocles —rió Emilio, perdiendo un poco los nervios de estar a gran altura.
—Te voy a hacer papilla, Aristocles —Joaquín tomó la mano de Emilio para jugar con ella.
El que dirigía el globo era un señor callado, alguien que no los volteaba a ver cómo bichos raros, al contrario, en algunos momentos que el ya mencionado podía ver a los chicos, sonreía de orgullo, al ver como expresaban sus sentimientos sin miedo.
Lo que el señor no sabía era que aquellos jóvenes no eran novios, solamente parecían.
Narra Rodrigo:
—¡No chingues Sebastián! —grité desesperado.
—Perdón, pensé que el idiota de su amiguito no llegaría tan temprano...
—Ahora ya no vamos a poder arruinarselo como queríamos, ya se lo llevó, porque no están los focos de su cuarto encendidos —bufé.
—¿Y qué tal que si está?, y solo decidió no tener la luces prendidas —Sebastián apagó el auto.
—Joaquín siempre las tiene encendidas mientras está en una habitación, solo las apaga cuando es muy necesario —comenté.
—¿Y tú cómo sabes eso?
—Fuimos amigos una vez, ¿Lo olvidas?, y sabes que yo hago lo mismo, teníamos las mismas costumbres, y puedo notar que no ha cambiado —me mordí el labio.
—Ahora, ¿Qué hacemos?, podemos ir al baile a tratar de interceptarlo ahí —sugirió mi compañero.
—Es obvio que vamos a hacer eso, ya no hay otra opción, zopenco —metí los artículos a la bolsa y la metí debajo del asiento.
—Ya relájate, no dejaremos que la pase bien, te prometo que hoy le arruinaremos la noche, cueste lo que cueste. Si es necesario hablarle a Marcos y a Raúl, lo haremos. Bruno ya estaba yendo a la posición en el barranco, déjame le digo que se devuelva a mí casa y pasamos por él.
—Vamos a llegar tarde al baile, porque tú casa está más lejos que el punto del barranco —me crucé de brazos.
—A nadie le importa si llegamos tarde, Rod, neta relájate. Vamos nosotros tres como squad y nada nos debe de importar. Sí vamos a alcanzar a llegar para molestarlo, ¿Okay? —Sebastián me vió a los ojos y me levantó el rostro —. ¿Okay?
—Okay —finalicé, aún molesto, recargándome en el asiento para relajarme —. Pienso que podemos distraer a sus amigos, tomarlo y llevarlo a los salones de lejos, en los que están los soldadores prematuros, ahí casi nunca hay personal, no hay cámaras, y hay herramientas de sobra.
—Me parece perfecta la idea, ahora distráete con la música, porque nos espera un largo recorrido —puso el rock a alto volumen y decidí dejarme llevar por el ritmo.
Narración normal [Joaquín]:
—Emilio —mencioné, sentado a su lado todavía.
—Aquí mero —dijo el rizado.
—¿Cómo te has sentido con el personaje?, con la aceptación de la gente, con la respuesta del fandom...
—La neta, me siento bien Joaco. Es como si pudiera luchar por las personas que no tienen voz, como si pudiera cambiar formas de pensar con mi actuación, y eso es algo que no modificaría para nada, me encanta actuar, honestamente creo que es uno de los mejores personajes que he recibido, ya que en las otras temporadas no tenía tanta relevancia, y se vió mi crecimiento como persona de eso a ésto. Me parece genial como nos aceptan sabiendo que ésto aún es un tema tabú en muchísimas partes de México, y claro que hay mensajes de odio, hay respuestas negativas, hay rechazo; pero eso es algo que va a existir hoy, mañana y siempre, seas gay, seas lesbiana, seas mujer, seas hombre, seas albino, seas negro, seas ruso, seas chileno, seas quien seas, jamás te vas a escapar de los malos comentarios, yo creo que lo importante está en que a ti no te afecte, que se te resbale como mantequilla, porque a fin de cuentas ellos no te van a dar de comer, ellos no te llenan emocionalmente. Realmente lo único que nos debe de importar es la familia y los amigos de verdad, ya que el mundo de la fama puede parecer maravilloso, y muchas veces lo es, pero al final del día que te acuestas en tu cama, en silencio, te das cuenta de que estás más solo de lo que crees y bueno... Por eso hay que valorarse como persona, que no importe lo que otros piensen, hay que ser valientes. Me ha gustado la respuesta del fandom, son un amor, sueño con poder conocerlos, abrazarlos y poder devolverles el cariño que nos han proporcionado. Tengo miedo de muchas cosas claramente, pero creo que son cosas estúpidas que debo poner en proceso de madurez, sin embargo, creo que estoy creciendo interiormente, sentimentalmente, y siendo sincero también creo firmemente en que eso es lo que importa aquí. Aristóteles Córcega me está haciendo ver las cosas de maneras distintas, me ha abierto los ojos en varios aspectos, inclusive ha hecho que la realidad me de golpes muy fuertes, pero pienso que todo pasa por y para algo, siento que mi corazón me grita que debo seguir peleando por la inclusión y...
—El corazón nunca se equivoca —lo interrumpí.
—Exacto Joaquín, Aristóteles no cometió un error al decir tan célebre frase.
—Seguiremos luchando Emilio, hasta que nuestros corazones lo permitan —le dí el puño y él lo chocó.
Pude ver cómo ambos traíamos las pulseritas de hilo rojo, y no pude evitar sentir demasiada ternura.
—¿Cómo vas con tu pie?
—Mejor, supongo. Ya no me duele apoyarme el sentarme, al menos no tanto, creo que podría dejar las muletas para el viaje a Disney —comenzó a jugar con sus anillos, de entre ellos el que yo le dí.
—¿Vas a poder bailar?, O sea, ¿Sí te sientes con fuerza? —lo cuestioné mientras veía sus manos.
—Claro que sí Bobondoni, eso jamás me lo perdería, ya estoy listo para menear el bote.
—El bote que no tienes —canturré entre dientes.
—¿Qué dijiste?
—¡Nada! —solté una risita.
—¡Dijiste que no tengo bote! —arrugó la nariz.
—¿Qué? ¿Yo? —coloqué una de mis manos en mí pecho señalando indignación.
—Sí, tú. Pero un día te voy a demostrar que tengo posaderas.
—A menos que uses un pantalón súper pegado, lo dudo, Famosorio.
—Ya verás Joaquínsito, ya verás —hizo muecas.
—Estuvo fenomenal —dije mientras ayudaba a Emilio a bajar de la canasta del globo.
Todos nos miraban, estábamos siendo el punto de atención en el estacionamiento de la escuela, así que me apuré por irnos rápido de allí. Lo último que quería era que nos señalaran, o que Rodrigo viniese en mí búsqueda.
—Debo admitir que aunque no vi nada, no se sintió tan horrible como creí —se apoyó en mí hombro y ambos nos alejamos del globo que empezó a elevarse una vez más.
—Oye... —entramos a la recepción que estaba adornada con sillones, globos, telas y tiritas de papel que colgaban del techo. —. Te ves muy guapo con ese traje —me animé a mencionar.
—Pues muchas gracias joven, usted también se ve muy guapetón —al momento de su respuesta, me sonrojé bastante.
—Niko me dijo que está al lado de la mesa de postres, con Elaine —caminamos hacia la cancha.
—Diego me dijo que también vendría a acompañar a un amigo, podemos decirle que también se siente ahí, ¿No? —asentí ante su pregunta.
Llegamos a la mesa.
—¡Joatitch!, no es lo mismo en foto que en persona, a ver una vueltecita —Nikolás me tomó de la mano y me dió una vuelta rápida —. Divino.
—Joaquín, te ves bien precioso —me habló Elaine.
—Y tú te ves hermosa —respondí.
Nos sentamos, observando a los que llegaban.
Estuvimos charlando un buen rato, hasta que decidimos levantarnos a bailar, tenían puesto reaggeton y digamos que ni Niko ni Emilio podían mantenerse quietos.
Se meneaban hasta más no poder, hasta era gracioso porque Emilio debía apoyarse en lo bajo de las muletas para llegar hasta abajo perreando.
—¡Joaco! —escuché mí nombre a lo lejos, y volteé de inmediato.
Apenas pude reaccionar antes de que Diego me abrazara fuertemente, me cargó y me dió vueltecitas.
—Calma tigre —reí.
—Si soy un tigre entonces quiero que tú seas la carne...
—¡Ey ey, se separan! —Emilio puso una muleta entre nosotros.
—Se me olvidaba que trajiste al estropajo —Diego hizo gestos.
—Un estropajo sexy y guapo, más que tú —se defendió Emilio.
—Quisieras —Diego abrió paso empujando levemente con su cuerpo a mí compañero —. Él es Pablo —nos presentó al chico que iba con él.
Todos lo saludamos, y nos pusimos a bailar de nuevo.
Después de unas cuatro canciones mis piernas se cansaron, y me sorprendía como a pesar de estar no muy hábil, Emilio seguía meneando su caderas sin cansancio.
—Creo que necesito un respiro —hablé retirándome de la pista.
Me serví ponche y me senté, secándome el sudor de la frente con una servilleta.
—Un gaysito salió a pasear, y se encontró con un inconveniente al caminar... —la voz más molesta del mundo.
—¿Neta aquí también? —golpeteé la mesa, molesto.
—Irás con nosotros al taller de soldadores, tenemos algo de qué hablar —Rodrigo me tomó por el brazo, levantandome.
—Si te opones, a tus amigos les irá peor —Sebastián me sostuvo del otro brazo.
Me condujeron fuera del gimnasio, yo estaba lleno de miedo, de desesperación, pero no podía dejar que les hicieran daño a los demás, tampoco quería atraer la atención de la gente.
Narrador omnisciente:
A lo lejos, Emilio vió una cabellera reconocida avanzar hacia la salida.
—Oye, ¿Ese no es Joaquín? —le golpeó el hombro Diego, preguntándole.
—Niko... Dime qué esos no son... —mencionó Emilio.
—Son Rodrigo y Sebastián, ¡Hay que ir! —gritó Nikolás.
—No voy a dejar que le vuelvan a hacer daño —Emilio corrió con sus muletas, avanzando en un solo pie, sintiendo muchísima desesperación, impotencia, coraje.
Sentía que no llegaba, que no lo podría evitar, todas sus fuerzas estaban en el agarre de sus muletas.
Nikolás, Diego, Elaine, Andy, todos corrieron detrás del chico inválido.
Pablo y el novio de Andy se sacaron de onda, sin embargo se quedaron sentados en la mesa, por órdenes de Nikolás.
—Van hacia el taller, ¡No dejes que cierren las compuertas! —gritó Niko, atrasandose un poco porque la velocidad de Emilio era indiscutible.
Emilio iba con su vida, rogando porque no le pasara nada malo, rogando porque el prometió cuidarlo, defenderlo, y no podía faltar a su mencionado.
Sigilosamente decidió meter un pedazo de madera entre las puertas antes de que se cerraran.
Y cautelosamente observó a los bullies sentar a Joaquín en una de las mesas.
—Ésta es la última vez que nos veremos en unos dos meses, cry baby... Y quisimos despedirnos, para que nos recordaras, más o menos... Para siempre —tomaron la cinta y ataron al pequeño a las patas de la mesa, boca abajo, mientras que Joaquín pataleaba e intentaba usar las técnicas de defensa, parecían ser muy inútiles contra dos personas enormes.
Segundos después todos los demás llegaron con Emilio.
—Hay que estar preparados para todo —susurró Diego.
—Tú y tú saben pelear —mencionó Emilio señalando a Nikolás y a Diego —. Tú y tú agarren un palo de aquellos, les sirve como defensa, quédense aquí en la puerta y vigilen que no vengan más de su séquito, yo iré a la cabeza, no importa si no puedo pararme correctamente, mis armas son las muletas.
Cuando Emilio volvió a asomarse, ya estaban agarrando instrumentos de los soldadores, de entre ellos varillas.
—¡A ver ustedes idiotas sueltenlo! —gritó el mayor, entrando al taller.
—¿Neta vienen éstos? —Sebastián rodó los ojos.
—Te dije que debíamos esperar a que fuera al baño —lo regañó Rodrigo.
—Dejenlo ir —Nikolás se veía furioso.
—Si ustedes no se van ya mismo de aquí, él sufre las consecuencias, y puede que no ahorita, pero volveremos a vernos en enero, y ninguno de ustedes estará aquí —Rodrigo empujó la cabeza de Joaquín contra la mesa.
—Yo estaré —recalcó Niko.
—¿Tú y quién más?, podemos contra ti, ¿Lo olvidas? —Sebastián se recargó en la mesa, burlón.
—Y yo, aunque no pueda estar en su salón, estaré aquí siempre que pueda —salió Emilio para ponerse al frente.
—Yo estaré con él —Diego se puso a su lado.
—Nosotras también —Elaine y Andy caminaron hasta llegar al lado derecho de Emilio.
—Joaquín no está solo, ahora sueltenlo, si no quieren que llamemos a la dirección completa —gritó Nikolás.
—Y a la policía —añadió Andy.
—Ahora aleja tus sucias manos de Joaquín, antes de que te parta la cara —Emilio apretaba sus muletas demasiado furioso.
Rodrigo le hizo una seña con los ojos a Sebastián, para soltar al pequeño, cortando la cinta con un cuchillo.
—Puede que te estén protegiendo aquí, pero en la calle no hay quien te defienda cry baby —Rodrigo le hablaba al oído a Joaquín.
Dejaron a Joaco correr hacia los demás, para retirarse del taller, y devolverse al edificio principal.
—¿Cómo supiste que me estaban llevando hacia allí? —interrogó Joaquín.
—Te ví a lo lejos, y no iba a dejar que te lastimaran si estaba en mí poder detenerlos —contestó Emilio, mientras se sentaban en la mesa de nuevo.
—Y nosotros lo respaldamos, no puedo creer que ese idiota te siga molestando por tu orientación —añadió Andy.
—Saben que no puedo hacer mucho al respecto, tiene mí secreto más importante en la palma de su mano, y aparte delatarlo sería un paso en falso, ya que haría lo posible por hacerme daño, lo peor de todo es que trataría de derrumbarme, haciéndoles cosas a ustedes, las personas que más me importan —Joaquín aborchó su saco.
—Puede que solo yo esté contigo en el salón, y en lo que va de las horas del colegio, pero ya ves, Emilio estará afuera para recogerte, también Diego podría venir a veces —sugirió Niko, mientras que a Emilio no le parecía mucho la idea de que alguien más viniese a por Joaquín.
—Mejor olviden ésto, ¿Sí?, no quiero arruinarles el baile, solamente vayan a divertirse, yo iré en unos momentos —decidió el más pequeño.
—¿Estás seguro? —preguntó Elaine.
—Muy seguro —finalizó Joaquín.
Andy y su novio se fueron a las cabinas de fotos, Niko y Elaine decidieron ir detrás de las gradas a besarse, Diego y Pablo saltaron a la pista a bailar country.
Lo que dejaba a Emilio y Joaquín, solos.
—¿Qué quieres hacer? —Emilio le prestó total atención al chico a su lado.
—Podría irme a mí casa ya mismo, para meterme en las sábanas, relajarme un poco...
—No, a ver Joaco, esos idiotas que ves allá —señaló a Rodrigo y Sebastián —. No van a tocarte un pelo, no ahora, no después, ya no. Te dije que te iba a proteger, y si está a mí alcance detener cualquier daño que puedan hacerte, lo haré, inclusive si no llega a estar a mi alcance, intentaré lo posible porque no te lastimen. Ya no les prestes atención, no van a acercarse. Es más, mira, se están yendo.
—Pero y si piensan interceptarnos en la salida... Y traen un arma, o si quieren hacerte daño a ti...
—Mírame, Joaquín —Emilio tomó la barbilla de su compañero —. No nos harán daño, aparte, ¿A mí por qué?, te quieren herir a ti, y yo estoy deteniendolo.
Joaquín se sentía mal, por no haberle dicho quién le había disparado aquella noche, pero era algo que prefería guardarse, al menos por el momento.
Tenía que haber una forma de detener al bullie, alguna forma de parar todo el daño que quería causarles, pero, ¿Cómo?, hablar no era una solución ésta vez, delatar tampoco lo era. Ésto ponía a Joaquín entre la espada y la pared.
—¿Podemos olvidarnos de ellos entonces?
—Claro que podemos, mira, saliendo de aquí, nos vamos en bolita, así no nos distinguen —habló Emilio.
—Oye, pero si el globo vendrá por nosotros, es muy obvio ¿No crees? —Joaquín aún tenía un gesto de preocupación en su rostro.
—No iremos en el globo.
—¿Entonces? —cuestionó el de cabello más corto.
Emilio se encogió de hombros mientras reía sospechosamente.
—¡Dime! —insistió Joaquín.
—¡Oh mira hay una fuente de chocolate! —Emilio tomó rápidamente sus muletas y se acercó a la mesa de postres.
—¡Osorio Marcos! —Joaquín fue tras de él.
—Lo sabremos a las doce —Emilio agarraba bombones en un platito, para luego meterlo en la fuente.
—¿A las doce?, pero si el baile acaba a las tres, y mí mamá me dió permiso hasta las dos treinta —se le notaba confundido a Joaquín.
—Bueno... Es que te tengo una sorpresa, y pensaba en que no necesariamente debíamos de estar en el baile, tú mamá no se dará cuenta. Pero, solo si tú quieres, si no, nos podemos quedar aquí hasta que se termine —el rizado tomaba pequeños postres de pay de limón en otro platito.
—O sea, una sorpresa, ¿Iremos todos, o...?
—No Joaco, solo tú y yo, te devuelvo a tu casa la misma hora que te dejaron llegar, ¿Te late?
Joaquín estaba dudando, ¿Cuál podría ser la sorpresa?, ¿A donde irían?
—S... Sí, está bien, mientras podemos comer y bailar un poco —la cabeza de Joaquín daba vueltas.
—Tengo una alarma en mí celular programada a las doce exactas, cuando escuches un “SEÑORAAA SU HIJO ESTÁ VIENDO PO...”
—¡No manches Emilio cállate!, ¿Por qué pusiste ese tono? —se sentaron en la mesa nuevamente.
—Para asustarme y apagarla súper rápido, así no se me pasa nada, ponte buzo mí chavo —Emilio guiñó un ojo y empezó a comer sus bombones.
—Estás bien idiota —Joaquín rió pero al segundo se dió cuenta de su mala palabra y se tapó la boca.
—Muy idiota mí querido Joaquín, pero un idiota único —Emilio hizo un pequeño bailesito.
—Joabæ, ¿Me permite ésta pieza? —Diego se arrodilló ante Joaquín, tomando su estómago con delicadeza para no lastimarse, dándole la mano, mientras el chico sentado se percataba de que la música había cambiado a un ritmo muy lento.
Joaquín volteó a ver a Emilio en forma de decisión, ¿Quedarse a verlo comer, o bailar con Diego?
—Sí Diego —habló el pequeño, quién se levantó y segundos después dirigió su mirada a Emilio, quién con la boca llena de bombones hacia un puchero frunciendo el ceño.
Ya en la pista, Diego tomó a Joaquín de la cintura, y colocó las manos de él sobre sus hombros; la gente al rededor los miraba extraños, algunos susurraban cosas y al instante se reían.
—Que no te importe, somos amigos nada más, amigos que se quieren divertir bailando, lentamente, pero bueno... Tú sabes —Diego acercó un poco el cuerpo de Joaquín hacia el.
Pronto los demás dejaron de clavarles las miradas para concentrarse en sus propios asuntos.
Niko y Elaine llegaron a la pista igual que Andy y su novio, para bailar un vals lento, mientras que bajan las luces del gimnasio.
Joaquín podía ver a Emilio a lo lejos, con el gesto molesto, usando su celular mientras comía los postres de pay a montones.
—Te ves tan lindo de traje... Aún recuerdo cuando usaste uno para un evento de tres ocho uno —habló Diego.
—Gracias, tú también te ves muy bien —Joaquín hablaba sin concentración, ya que solo podía fijar la mirada en el chico a lo lejos, su chico.
—Me encanta ésta cancion, pero me encantas más tú —Diego terminó su frase, y Joaquín volvió a la tierra, mirando confundido a su pareja de baile.
—¿Que hablamos de ésto?
—Perdón Joaco, si no puedo estar contigo, al menos no puedo evitar hacerte éstos comentarios... Aún siento cosas por ti —Diego daba pequeñas vueltas con la cintura de Joaquín en sus manos.
—Pero no es sano, sabes que yo no te correspondo, y no me molesta que seas cariñoso, ni que me digas cumplidos, pero siento que solo te estás destruyendo a ti.
—Joaquín, acepté que no seríamos nada más que grandes amigos, pero eso no quita que yo siga queriéndote, te pido que respetes mi decisión. Sí, sé que puedo estar lastimándome, al querer a alguien que es imposible que me corresponda, está mal que piense en ti día y noche, sabiendo que tú no haces lo mismo, está mal soñar con que me quieres, cuando no es real, está mal ilusionarme con que un día veas lo que yo siento por ti de una forma distinta, teniendo en cuenta que ya me has dejado claro tus sentimientos... Y se suponía que habíamos cerrado ese ciclo... Pero es más difícil de lo que crees —Diego veía a Joaquín con los ojos cristalizados.
—Creéme, te entiendo mejor de lo que puedes imaginar —la mirada de Joaquín se desvió hacia Emilio unos segundos.
—Entonces no me obligues a olvidarte tan fácil... No te pido una oportunidad por respeto a ti, a tus decisiones, pero al menos déjame estar cerca de ti, déjame estar de una buena forma, en la que yo sea feliz, y tú estes cómodo con ello. Sí te molesta que sigamos así, entonces dame otra solución...
—Es que tú no piensas dejar de quererme, y yo no pienso quererte de esa forma, y si es así, no sé cómo hacer para que ambos salgamos bien de aquí.
—Podríamos intentar, si tan solo me dejaras... O si me dijeras ¿Qué hay de malo conmigo?
—Es que no hay nada malo contigo, el problema soy yo Diego —Joaquín dió una vuelta lenta, de la mano de su compañero.
—¿Pero qué problema podría haber contigo?, Joaquín eres increíble, eres un sol que sale a iluminar mis mañanas, junto con las mañanas de miles de personas que te ven en la televisión. Tienes el ángel más grande que yo he visto, te compadeces por personas que muchas veces no lo merecen, perdonas con el alma. Tu sonrisa es inigualable, tú rostro es... Magnífico. Tu manera de ser inspira, me inspiras. Eres el ser más transparente que yo haya podido tratar, eres como un arcoiris de entre todo mi mundo gris, eres una estrella brillando día y noche sin ser opacada. De verdad que no te encuentro un solo defecto, tu voz es maravillosa, sabes cantar, bailar, y actuar de maneras espectaculares. Tu forma de moverte, es única... Y como te expresas de los demás, eres una ternura. Joaquín, no hay cosa que me desagrade de ti, lo tienes todo; no me pidas ignorarte, porque semejante personalidad y rostro, no puede pasar desapercibido. Eres perfecto ante mis ojos, y probablemente ante los ojos de muchísimos más, allá otros que creen que eres malo, o que no tienes algo que te haga diferente, ellos son los que deben cambiar su forma de pensar, no tú —Diego veía el brillo en los ojos de Joaquín, y se llenaba de inspiración.
—Diego es que no hablo físicamente, o maneras de ser es que... Simplemente yo soy el problema.
—No puedo comprenderte, ayúdame a hacerlo. Yo no te puedo ver como un problema, eres como sacado de un mundo imaginario, un mundo lleno de cosas buenas, eres irreal... —Diego se acercó al rostro de Joaquín.
—No soy todo lo que tú dices, me pintas como un ángel...
—Es que eres un ángel, bonito, ¿No te has visto al espejo? —interrumpió el de cabello largo a Joaquín.
—Diego... —Joaquín se sonrojaba.
—No lo trates de negar, eres... Todo —Diego lo cargó lentamente, y le dió una pequeña vuelta.
Emilio por su parte, los observaba a lo lejos, preguntándose qué tanto se decían, aún más con la duda del porque Joaquín se veía sonrojado en múltiples ocasiones, mientras tanto, jugaba en su celular, o leía comentarios de sus fans, también ignoraba los mensajes de María y de sus otros amigos, ya que no estaba de humor para entablar una conversación.
—Hola —dijo una voz extraña detrás de Emilio.
Éste volteó sin expresión en el rostro —Hola.
—¿Bailas? ¿O eres homofóbico? —bromeó el chico que le tendía la mano.
—No soy gay, pero tampoco homofóbico, sí —dijo en voz baja —. ¿No te importa que...? —señaló sus muletas.
—Para nada, no te quita el derecho a bailar —el muchacho le ayudó a levantarse y a acomodarse en la pista a un lado de la mesa —. Y tampoco te quita lo guapo —susurró entre dientes.
—¿Cómo te llamas? —cuestionó Emilio, analizando la situación de sus amigos a lo lejos, quienes se veían sonrientes.
—Mario, ¿Y tú?
—Emilio.
—Bonito nombre, y bueno, ¿Te gusta la canción? —Mario intentó entablar una conversación mientras valseaban lentamente, debido a la discapacidad temporal de Emilio, pero éste no parecía querer prestarle mucha atención.
—¿Eh?, Ah, sí, sí sí, es bonita —Emilio solo podía fijar su mirada en Joaquín y Diego, pero la retiró al notar que estaban a punto de atraparlo espiándolos.
—Oye, ¿Ese de ahí quién es? —preguntó Joaquín señalando a la pareja de baile de Emilio con la mirada.
—No tengo idea, pero al parecer el lisiado tiene compañero —rió Diego.
Algo dentro de Joaquín empezó a desbordarse, un sentimiento no muy común en el, celos.
Celos de que alguien más estuviese bailando con el chico que le gustaba, celos de que lo tocara, celos de que lo mirara, pero aún más celos, porque Emilio le correspondía en el baile.
—Oye Mario, creo que necesito sentarme, es que ya me dolió la pierna —mintió Emilio, al escuchar como cambiaba de canción el DJ, una canción conocida.
—Ah claro, siéntate —un sonido alarmó a ambos —. Oh, es mi celular, creo que me necesitan afuera, es mi hermana, vuelvo en seguida.
El chico bien parecido, de cabello corto y negro, con traje azul marino, ojos ámbar y de tez morena se retiró del gimnasio en un triz.
Emilio al ver que Mario se alejó, se levantó rápidamente para acercarse a Joaquín.
—Entonces, ¿Me dirás porqué eres el problema?, tiene que haber una buena razón —Diego no podía dejar de pensar en el asunto.
—Es que a mí... —las palabras de Joaquín fueron interrumpidas por la voz de Emilio.
—Joaco, ¿Escuchas la canción? —habló rápidamente el rizado.
A ésto, Joaquín puso atención a la música, ya que había estado navegando en sus pensamientos un buen rato.
—¿Me permites bailar contigo? —pidió Emilio.
—Sí, sí por favor —respondió Joaquín, alejando con la mirada a Diego.
Diego algo molesto, y celoso obviamente, salió de la pista a servirse ponche, y buscar a Pablo.
—No podía dejar que la bailaras con nadie más... —Emilio se apoyó en el hombro de Joaquín, y con su otra mano en su muleta más necesaria.
—Lo sé, es nuestra canción —Joaquín tomó a Emilio de la cintura, a la vez teniendo cuidado para detenerlo si no podía sostenerse en algún momento.
—Take me back... To the night we met —cantaba Emilio, sonriendo.
—Gracias —salió de la boca de Joaquín.
—¿Por qué?
—Por existir —Joaquín se dejó llevar por las luces en los ojos de Emilio, haciendo que no le importase si los demás veían, si les insultaban, si los señalaban, si cualquier cosa, porque estaba al lado de quién más quería.
—En ese caso, gracias a ti también —le devolvió Emilio, aún sonriendo de par en par.
—Creo que Diego se molestó —Joaquín soltó una risita.
—Solo está celoso, pero tranquilo, no hay de que preocuparse, tú y yo somos amigos nada más, y él es lo mismo, solo tú amigo —ese comentario apagaba la sonrisa de Joaquín, pero a la vez se daba cuenta de que solo estaba escuchando la verdad.
—Sí, tienes razón —concluyó el pequeño, para solamente centrarse en bailar lento.
El vals era delicado, sereno, ambos estaban teniendo una paz que hacía mucho no lograban sentir.
Joaquín dejó caer ligeramente su barbilla en el hombro de Emilio, a lo cual éste hizo lo mismo en el hombro de Joaco.
Diego😑: Ahorita que termines de bailar con Emilio, ¿Podrías venir acá afuera? En el estacionamiento. Tengo algo para decirte, y es sumamente importante, ¿Sí?, por favor.
Joaquín sacó su celular para leer el dichoso mensaje por unos segundos, y después guardó el móvil.
La canción parecía correr, y el tiempo iba muy rápido.
Hay quien dice, que los mejores momentos de la vida se pasan volando, y en efecto, éste era uno de ellos.
—Iré afuera un momento —Joaquín habló mientras ayudaba a Emilio para sentarlo en la mesa una vez más.
—¿Afuera? ¿Tú solo?, estás loco si crees que te dejaré hacer eso, ¿A qué piensas ir?
—Iré con Diego, no me pasará nada, ¿Okay?, no me tardo, es que me dijo que quería decirme algo.
—Pues te lo puede decir aquí, que venga a...
—No, Emilio —le interrumpió Joaquín —. Quiere decírmelo en privado, neta estaré bien, ya vengo.
—Está bien, cualquier cosa grita mi nombre, iré más rápido de lo que canta un gallo, o bueno, un gallo lento porque las muletas no se manejan solas.
Joaquín asintió y caminó hacia la salida del gimnasio, como era de esperarse, Emilio no iba a dejarlo ir por su parte, solo, en la noche, menos con aquellos bullies divagando por ahí, así que tomó firmemente sus muletas, y lo siguió de lejos.
Mientras que Joaquín avanzaba rápido, Emilio luchaba por seguirle el paso, ya que debía ser cauteloso, y a la vez ir al mismo ritmo para no perderlo de vista. Era difícil no hacer ruido, pero gracias a la alta música, sus pasos con el metal de sus apoyos no se escuchaban tanto.
Una vez ya fuera del colegio, Emilio visualizó a Joaquín a lo lejos, mientras éste se escondía en los arbustos más grandes que pudo encontrar. Emilio no quería espiar a Joaquín, solo quería protegerlo, así podría hablar con quién quisiera, pero habría alguien cuidando de que no lo lastimaran.
—¿Qué querías decirme? —Joaquín se recargó en el auto de Diego.
—Estuve pensando un poco, mi mente trabaja muy rápido Joaquín, la verdad es que necesito tomar una decisión... O mejor dicho, ya la tomé —Diego cargó a su compañero para sentarlo arriba del maletero, así él podía meterse entre las piernas de Joaquín, y tenerlo más cerca.
—¿Qué decisión? —preguntó Joaquín, algo temeroso, algo confundido.
Para quien viera a lo lejos, esa situación podía sacarse de contexto, ya que se veía algo comprometedora y en efecto, para Emilio, aquello que veía, no eran dos amigos comportándose como lo que son, sino, unos jóvenes enamorados, tal vez deseosos de estar solos.
Un sentimiento inundó a Emilio, uno que no aparecía con continuidad en él, era una especie de rabia, como si le picara el cuerpo, como si su cabeza se pusiera caliente, y su corazón se aplastara.
No entendía muy bien que sentía, solo sabía que no le gustaba.
—¿Me dirás porqué eres el problema? —cuestionó Diego a Joaquín.
—Es porque simplemente es así Diego... —Joaquín apretaba los puños de nervios.
—Mírame, sé que mientes, porfavor dime la verdad, para saber si la decisión que he estado pensando es la correcta. ¿Por qué no puedes quererme?
—No tiene que ver contigo, es que yo, es que simplemente soy yo...
—¿Qué?, ¿Me vas a decir que ahora estás dudando de tu sexualidad?, ¿O no puedes decirme a la cara mis defectos?
—Diego; yo no dudo, yo soy gay, le cale a quien le cale, eso no cambia mi orientación, porque así nací. Y no es que tengas defectos, eres guapo, eres buena persona...
—¿¡Entonces qué Joaquín?!, si no hay algo malo conmigo, ¿Qué te impide quererme?, ¿Qué es lo que te detiene a intentar? —Diego insistía, ahora con una lágrima que corría por su mejilla.
—No es nada lo que me detiene...
—¡Entonces ya dame una razón válida!, ¡Ya no quiero seguir torturandome día y noche por ésto!, Joaquín, no sales de mí cabeza, todo el día toda la noche, pienso en ti, y en cómo sería estar a tu lado, ya no puedo seguir así, derrumbándome lentamente... ¡Dime!
—No es nada, es un alguien... —Joaquín murmuró entre dientes.
—Habla claro, ¡Habla claro como yo lo estoy haciendo! —Diego miró fijamente al chico frente a él.
—No puedo enamorarme de ti, porque ya me gusta alguien más... —la voz de Joaco se apagaba.
La cara de Diego se volvía un poema, lleno de shock, con los ojos abiertos, la boca trabada formando una O con ella.
—¿Te gusta otra persona?... ¿Por qué no lo dijiste antes? —Diego se tomó la cara entre las manos.
—Porque no se lo digo a nadie...
—Seguramente Emilio ya sabe, verdad.
—No, para nada, Diego, nadie sabe de ésto, nadie debe saber, ¿Entiendes?, Mírame —Joaquín tomó las manos de Diego y lo acercó hacia él, para que quedara entre sus piernas una vez más —. Es un secreto, y a ti te lo dije porque me exiges una razón, pero yo no pienso decirle a nadie, ni si quiera a la persona...
—¿Y quién es?
—No puedo decirte, por favor, dejémoslo en que es alguien que no conoces —mentía, pero debía cubrir bien cualquier riesgo de que Emilio se enterase si quiera de que le gusta “alguien”.
—Respeto tú decisión, es sólo que estoy muy alterado en éstos momentos —Diego respiraba mal.
—Dime, ¿Cuál era esa decisión?
—No puedo evitar quererte, no puedo evitar querer lanzarme hacia ti, no puedo evitar querer besarte, no puedo evitar estar cerca tuyo... Y ya que me confirmaste que no hay posibilidad de nada, porque te gusta otra persona, creo que confirmo mi decisión... Pienso alejarme de ti, Joaquín —Diego miró directamente a las pupilas del pequeño.
—¿Alejarte de mí?, ¿Cómo? O sea... Ya no seremos amigos o...
—Debo alejarme un tiempo, superarte, conocer más personas, simplemente eliminarte de mis al rededores temporalmente, por mí bien, por el tuyo...
—Pero yo no quiero perder tu amistad Diego, sabes que llevamos mucho juntos y no sería justo que...
—Lo sé, Joaco lo sé. Pero si me voy un tiempo, podré estar mejor, aclarar mis ideas, dejar de molestarte pidiéndote que seas mío. Sería no hablarnos, no vernos, hasta nuevo aviso —el rubio estaba tomando la decisión actual más fuerte de su vida.
—Puedo aceptar tu decisión pero... ¿Volverás?
—Volveré, es una promesa. Pero antes de desaparecer, ¿Me concederías un deseo?
—¿Cuál es ese deseo? —Joaquín arrugó su entre ceja.
PREEEEEGUNTA:
¿Será que alguien interrumpe su charla? Y si es así, ¿Quién y por qué?
🚀Hablé con las personitas que están en el grupo oficial, y quedamos en que les subiré los capítulos del martes antes de irme al colegio, entre las 6:30 y 6:40 a.m.
Los del sábado se quedan iguales 12:00 a.m.
Vota y comenta tu país favorito.🇲🇽🤠
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top