Capítulo 29.

[El tiempo corre rápido si estoy a tu lado]

Narración normal [Joaquín]:

—¡Es jueves, lo prometiste! —grité frustrado.

—Ugh, está bien, lo vamos a intentar —Nikolás me tomó del brazo, sosteniéndome, y Emilio estaba al extremo de la recámara, esperando mí llegada.

Intenté caminar, apoyándome en mí pierna izquierda, y con el sostén de Niko, y... Logré dar un paso.

Emilio y Nikolás me vieron con esperanza.

Dí otro, y así hasta llegar a Emilio, quién me abrazó y cargó.

—¡No manches! ¡Lo estás logrando! —Emilio me elevó.

Y prácticamente eso hicimos, practicar mí caminar.

Al día siguiente.

—¡Mira ma! —le grité a mí madre quien estaba sentada en la sala.

Bajé las escaleras, con cuidado y ayuda de Emilio, quién me sostenía de la mano.

—¡Estás haciéndolo mí amor! —me abrazó, y sentí ganas de llorar.

Sábado.

—Buenos días Joatitch, ¡El día del examen llegó! —Nikolás saltó sobre mí.

—¡No manches! —me levanté rápidamente del agarre de Emilio, sentándome en la cama.

—¡A prepararnos! —y así lo hicimos.

Todo parecía estar en cámara rápida, bañándonos, Emilio levantándose, peinándonos, Emilio bañándose, arreglándonos, y corriendo a dar una última estudiada.

—¡Nos vemos en la tarde, suerte! —Emilio nos dejó a mí y a Nikolás en la puerta de la escuela —. ¡Espero quedes en donde quieres Joaquín, y Nikolás... Espero repruebes el examen!

—¡Espero choques estropajo! —le devolvió la pedrada mí compañero vestido de jeans de mezclilla y una camiseta azul fuerte.

—Podemos hacerlo —lo miré.

—Podemos hacerlo, juntos —me abrazó y le correspondí.

Nos metimos a nuestro salón correspondiente, yo andando en muletas, al menos ya no tengo que usar esa molesta silla.

—Muy bien alumnos, el tiempo comienza desde ya, tienen hasta las doce de la tarde —la maestra se sentó en su escritorio.

—Bendita seas Ariana, no estuve oyendo todo tu álbum al estudiar por nada —me susurré para mí mismo.

—No mames —al salir del examen Nikolás y yo estábamos haciendo fila, para que nos tomarán la medida de las camisetas —. Estaba demasiado fácil como para ser real.

—Confirmo, creo que solo se me dificultó un problema de álgebra, pero hasta ahí —me encogí de hombros.

—Estaremos en bilingüe, yo sé que sí —me tomó de la mano y sonrió.

—Ya ni en la preparatoria dejan de hacer sus joterías.

Ay no... No por favor, Ricky, Ricky Martin, no por favor.

—Manten tú distancia, idiota —Nikolás habló, y me volteé hacia la voz que hacía unos momentos había presenciado.

—Vaya vaya, gay, madreado, y en muletas, que poca presentación, ¿No crees cry baby? —Rodrigo, solo podía significar una cosa su presencia ahí.

Iba a estudiar ahí, y no faltaron sus gorilas detrás de él.

¿¡Por qué de todas las preparatorias tuvo que elegir ésta?!

—Vete —articulé.

—¿O? —me retó.

—Vete, por favor —respiré profundo.

—Me iré, porque necesito ir a firmar unos papeles, no porque tú me lo pidas. Nos vemos en el regreso a clases, cry baby —él y sus secuaces se tallaron los ojos como si imitaran a un bebé llorando.

—No voy a dejar que te toque, ya no, y no te preocupes, no creo que entre al grupo bilingüe, ni si quiera creo que entre a la preparatoria —se mofó Nikolás.

—Brindemos, porque Joaquín y Nikolás, van a cumplir sus metas —dijo mí madre.

—¡Salud! —se escuchó en la mesa.

Estaban presentes Nikolas, mí mamá, mí hermana, amigas de mí mamá, amigas de mí hermana, Diego, Emilio, Renata mí amiga, y la última persona que quisiera haber presenciado en mí supuesta celebración, María.

¿No podía llevarla solamente a la función? ¿También era necesario traerla aquí?
Sabiendo que no le agrado, no me siento cómodo, y ella tampoco me cae bien del todo.

Sus gestos hacia mí, se me hacen una falta de respeto, en cierta manera.

Comimos, tranquilamente gracias a Melanie Martínez. Después de un rato solo quedamos mí madre, mí hermana, Niko, Emilio y yo. Ah, y la novia de Emilio.

—Ya me quiero ir —alcancé a escuchar los quejidos de María.

—Solo espera a que ellos decidan retirarse —Emilio le susurraba a ella, pero aún así yo lograba escuchar.

—Vas a llevarme a esa aburrida función de la noche con ellos, y más aparte quieres que siga aquí...

—Shh —la callaba Emilio.

—Yo creo que ya nos vamos, para no incomodar más —hablé —. Hasta luego —me paré de mí asiento, algo molesto, agarré mis muletas y caminé hacia la salida.

Nikolás salió corriendo detrás de mí, mientras mí madre y mí hermana se quedaban a pagar.

—Es una niña estúpida —me repetía Niko.

—Es una niña que tiene a Emilio rendido a sus pies —gruñí.

—Pero tú tendrás a mitad del mundo a los tuyos, solo espera a que seas un éxito en televisión, esa María no es nada comparada contigo, pinche pelos de maruchan teñidos, ¿Le viste las uñas aparte? Todas despintadas —se puso la mano en la cintura —. Ellos no te merecen Joatitch, tú tranquilo, iremos a esa genial función sin que te molesten, nosotros tenemos asientos VIP.

—Eso espero, y después, la fiesta en casa de Emilio, por mí “triunfo” y ella estará presente —rodeé los ojos.

—Te conseguiré momentos con Emilio, te lo prometo —me abrazó.

—¿Como harás eso? Ella es su sanguijuela.

—Déjaselo a Nilo, tengo muchos trucos bajo la manga —me vió guiñándome el ojo —. Nos vemos en la noche —se despidió de mí, y su mamá llegó a recogerlo.

—Joaquín —no reconocí la voz de inmediato, pero al voltearme, mí rostro no fue precisamente de gusto.

—¿Si? —me dirigí hacia María.

—Perdón por el comentario, es solo que ya extrañaba a Emilio, y quería solo tiempo para pasar más con el a solas, pero entiendo que eres su amigo, y necesita de... De ti —se mordió la lengua probablemente.

—Sí, no hay problema, si yo estuviera en tu lugar pensaría igual. Y, no es necesario que vayas a la función si no quieres, Emilio puede regalar las entradas, y así pasas más tiempo con él —me mordí la lengua.

—No no, él de verdad quiere ir, por alguna razón le nació un amor por la película, y si eso le hace feliz, yo iré también.

—Bueno, espero que te guste —le sonreí.

—Lo mismo pienso —me sonrió.

¡Hipocresía!

—¿Ya le pediste disculpas? —salió Emilio de los arbustos.

—Sí Emilio, no eran necesarias, pero bueno —suspiré.

—Nos vemos en la función, y recuerda, peda en mí casa después de eso. Invité a todos tus amigos de tres ocho uno, incluyendo al BTS, ajá; también le dije a Andy, y obviamente Nikolás está incluido —subieron al auto de Emilio —. Hasta la noche Bobondoni.

—Hasta la noche, Famosorio —esos pequeños detalles, eran lo mínimo que me llevaba.

Y se fueron.

Volví a mí casa, a tirarme en la cama.

Joaco's diary:

A veces me pregunto, ¿Qué es lo que une a las personas? ¿Qué detonante hay, como para que quieran estar juntas? No logro entenderlo muchas veces, porque soy un adolescente de quince años. Sin embargo, ¿Acaso los adultos lo saben? Les he preguntado, y nadie ha sido capaz de darme una respuesta concreta. Pero, las cosas parecen tener sentido, cuando en vez de someterlo a investigación, lo vives.
¿Qué tiene que tener la persona, tu persona?
¿Ojos marrones? ¿Cabello a rulos? ¿Nariz refinada? ¿O tal vez ojos verdes, rasgados?
¿Debe ser hombre, o mujer?

¿Como sabes que es, “la persona”?
Yo sólo he recibido un flechazo ciego, y fue el peor error de mí vida, ya que a día de hoy, esa persona, no es más que mí tormento. Aunque, sí recibí un flechazo más... Uno consciente, uno totalmente verídico.

¿Cómo es que estás en mí cabeza, desde que me levanto hasta que entro en el quinto sueño? Y ni si quiera con eso te basta, ya que apareces en mis sueños.
¿Podrías dejar en paz mis neuronas por un día? Llega a ser tedioso, el como no dejo de pensarte. La manera en la que siento una extraña culpa, la manera en la que me siento pésimo por sentir algo por ti, la manera en la que me ves... Me hace cambiar de parecer.

¿Qué es un alma gemela? ¿Acaso encontré la mía? Corrijo... ¿Acaso, te encontré? ¿Puede que estemos destinados a ser? O no ser... Puede que solo seamos personas pasajeras en la vida del otro. Ya que tú, jamás sentirías algo como yo lo siento por ti.

¿El mundo debe ser así? ¿Por qué debes ser así?  Eres un ser de luz, eres un mar de emociones, eres un estrella en un agujero negro, eres como el chicle en una Rockaleta, eres como el muñequito en la rosca, eres un ser tan esperado, tan venerado... Eres tú.

Querido tú... Hoy, creo que te quiero, pero, creo que de verdad, te quiero. No como cuando lo dices por compromiso, o cuando lo dices por decir. Emilio Marcos, te quiero a ti.

—¡Te compré ropa! —mi mamá entró emocionada y yo cerré mí diario rápidamente —. ¡Mira! Son dos crop tops, tres pantalones, y... ¡El chocker que querías!

Me incorporé rápidamente.

—¡Muchas gracias mamá! —la abracé.

—Mira, el top azul, con éstos jeans negros ajustados y rotos, y tú chocker, con tus zapatos negros de charol, ¡Divino! —me acomodó la ropa en la cama —. Arréglate para la función desde ya, porque tú te tardas años.

—Oh sí, mamá, ¿Puedo ir a casa de Emilo después de la función? Dará una fiesta en mí honor porque presenté el examen de admisión —sonreí.

—Pues... Sí. Pero si te manda en autobús otra vez, te juro que voy a su casa, lo agarró de la oreja...

—Mamá...

—Se la retuerzo hasta el piso, y luego lo agarró a patad...

—¡Mamá!

—...as y le pego con el fierro que tengo guardado en el so...

—¡Elizabeth Gress!

—Ay... Perdón hijo, me alteré; sí puedes ir, pero que alguien te traiga, ya si no es Emilio, que sea Niko, o tu amigo ese bonito de los ojos chinitos.

—Diego.

—Sí, él, es un amor —le brillaron los ojos.

—Yo veré, ahora déjame meterme a bañar —me paré en las muletas.

—Yo te ayudo...

—¡No! No mamá, lo haré sólo, si puedo, sólo... Déjame hacerlo —me alejé un poco de ella.

—Está bien, cualquier cosa grita muy fuerte —y salió de la habitación.

Me metí a la ducha, con algo de dificultad podía mantenerme en mí pie izquierdo, pero lo logré, ya no había dolor en el derecho, ahora solo estorbaba el yeso.

Salí y me puse la ropa.

—Perfecto —le dije al espejo, y empecé a arreglarme.

Después de todas mis cremas, un poco de corrector, polvo, me peino las cejas, bálsamo y listo.

El crop top que llevo puesto, tiene grabado en letras blancas al lado derecho en un tamaño muy pequeño, la palabra “freedom”, libertad en inglés, me encanta.

Me recosté a escuchar música, y creo que estaba tan relajante que me quedé dormido.

—¡Joaquín! —esuché a mí mamá gritar y entrar —. ¡Nikolás ya está afuera! Y te trajo caballos.

¿Caballos? ¿De fuerza?

Bajé, con mí mochila blanca puesta, repleta de mis cosas indispensables, dinero y comida.

Y al salir...

—¿Un carruaje? —lo miré extrañado.

—Tú regalo aparte por el día de hoy, ir en Uber es anticuado, ¿No crees? —bajó y me cargó, para luego subirme dentro de la carroza, junto con mis muletas.

—Estás loco —reí.

—No hay nada más divertido que llegar en carruaje a la función.

—¡Adiós amor, cuídate! —mi mamá se despedía de mí desde la puerta de mí casa.

Y los caballos se echaron a andar.

—¿Por qué el saco? —pregunté ante su muy grande pedazo de tela que traía en cima.

—Lo sabrás cuando lleguemos —me sonrió.

Todo el camino, me la pasé viendo por la pequeña ventana, y tambaleando un poco ante los trotes de los caballos.

Finalmente llegamos al lugar, y Nikolás me ayudó a bajar.

Se arrancó el saco.

—¿Es neta? —me quedé atónito.

—Si vas a venir a un evento así, hay que venir bien caracterizados —desplegó su vestido amarillo de la Bella.

—Afirmativamente se te soltó un tornillo —empecé a soltar mis carcajadas.

—Dí lo que quieras pero, me veo sexy, aparte, solo lo usaré aquí, para ir a la fiesta de Emilio, ésto de aquí, ¿lo ves? Al quitarlo, el vestido solo queda siendo una camisa de seda amarilla, con jeans blancos —nos formamos.

Entramos al recibidor, y Nikolás quiso una foto ahí.

(Si te ríes de mí edición cuenta la leyenda de que algo aparece atrás de ti >:v).

—Combinas perfectamente conmigo de azul —Niko me tomó de la mano.

—Adivino, el vestido era para Elaine, pero ella no lo quiso, y entonces lo tiró a la basura, y tú lo sacaste de ahí —lo miré seriamente.

—Casi, en realidad era un vestido que estaba haciendo ella para su clase de costura, no le gustó y lo botó, y efectivamente fui a su rescate —sonrió, y por fin entramos.

Nos posicionaron en la primera fila, con una hermosa vista.

El lugar se llenó de gente a tope, la mayoría eran niños pequeños.

—Oh por Dios, ¡Joaquín, Niko! —una chica se nos acercó.

—¡Persona desconocida! —hablé y me abrazó riendo.

—Soy su fan, de verdad, me llamo Anael, jamás pensé encontrarlos aquí, ¡Ah! ¿Me puedo sacar una foto con ustedes?

—Claro, son cien pesos —Niko puso la mano y luego río —. No te creas hermosa anda.

Nos tomamos la foto.

—Ustedes son una inspiración en sus capítulos de la rosa, de verdad los amo —nos sonrió.

—Muchas gracias linda —le dije y se sonrojó.

—Debo irme a mí lugar, pero, ¡Un gusto conocerlos! —y se fue sonriendo como nunca.

A lo lejos, ví una cabellera inconfundible, del otro lado de la pista de hielo, era Emilio, por su puesto; vestido con una camisa de manga larga azul, de seda. Y María a su lado, con una simple blusa blanca suelta.

Estaban en la última fila, lejísimos de donde estábamos, y esperaba que los reflectores de la pantalla grande no llegarán a nosotros por el escandaloso vestido de Nikolás.

Pero hablé muy rápido, y aparecimos en pantalla.

—¡Beso, beso, beso! —gritaban eufóricamente los adolescentes en la audiencia, quienes eran reprendidos por sus padres.

—A ver dame uno —Niko me lanzó besitos.

—Tienes novia, princesa —puse mí mano en su boca, deteniendolo.

—Uno en la mejilla —me puso ojos de gatito, y no me resistí, y dejé que me besara.

Una combinación de “aww” y “ugh” se escuchó en todo el espacio.

Empezó la función, y yo a todo momento estuve emocionado, saltando de mí asiento.

—¡Y recuerden, siempre amar a alguien por lo que hay en su interior! —finalizaron el show, todos aplaudieron, y se pusieron de pie.

Vi a lo lejos de las filas, a María, bostezando y casi cayéndose del sueño.

¿¡Como podía no gustarle?!
¡La maldita fucking Bella ésta en la pista!
¡BELLA WEY!
La flor en el cristal, los utensilios que hablan, los trajes que usan, ¿Acaso esa niña no tiene cultura?

Por fin salimos de entre la multitud, y aún estaba el carruaje, esperándonos.

—Diez treinta de la noche, tengo hambre, ¿Compramos de comer, o crees que haya algo en casa de Emilio? —Niko arrancó su vestido, quedándose solamente con su camisa y pantalón como había dicho.

—En casa de Emilio tiene que haber algo, por lo menos botana, vamos —me cargó, y el carruaje se echó a la carga.

Llegamos, y la casa ya estaba llena, supongo que no era tan conveniente irte en carruaje si lo que planeas es llegar temprano.

Pues dos caballos tirando de una caseta por la CDMX, no es muy común... Y dichos caballos no eran muy atléticos que digamos.

—¡Bienvenidos! —Emilio nos recibió con dos latas de refresco —. A su festejo, por presentar en esa preparatoria prestigiosa —se notaba un poco bebido.

—¿Puedo pasar a tu baño? —habló Niko.

—Toda la sala, al fondo —el cabello a rulos le dió indicaciones.

Niko se fue al baño, dejándome con Emilio, y su maravillosa novia.

Todo era un silencio incómodo hasta que... —¿Y ustedes qué? ¿Ya se conocían? ¿O se conocieron en las grabaciones? —María me vió de pies a cabeza.

¿Envidia mamacita?

—Nos conocimos en la fiesta de Renata hacía unos dos meses antes de saber que íbamos a grabar juntos, pero solo nos llevamos de paso, ni nos hablamos —Emilio estaba abrazado de María.

—Sí, hicieron la broma de que nos parecíamos, porque antes yo tenía mis chinos muy similares a los de él, pero nos conocimos mejor cuando empezamos a grabar —le dí un sorbo al refresco.

—Ah, pues qué bien —dijo la señorita, y el silencio incómodo volvió.

—Creo que voy por hot-dogs, ¿Quieres? —Emilio habló entusiasmado, para romper el tenso hielo que había, sin embargo, se necesitan más de diez guerras al estilo Game Of Thrones para romper la barrera entre María y yo.

—Sí, y tráeme uno para Niko de una vez, porque ese niño tiene un agujero negro en vez de estómago.

—Vaya, ¿A quien me suena? —me vió levantando sus cejas.

—¡Cállate y ve por la comida! —me reí, y me obedeció.

—Ustedes parecen llevarse muy bien —María suspiró —. ¿Nos sentamos? —señaló las sillas de playa.

—Claro —me coloqué en la silla, viéndola de frente.

—¿Cómo es grabar con Emilio? —a pesar de que no me agrade del todo, a fin de cuentas es la novia de mí compañero, no iba a tratarla mal.

—Es divertido, a veces hace bromas, también es genial como nos conectamos y podemos hacer las escenas fluidamente.

—Oye, Renata me habló de ti, ¿Hiciste un papel gay en La Rosa no? —agarró un refresco y le dió un sorbo.

—Ah, sí. Amor distinto, yo hacía de un chico llamado Ernesto.

—Y el otro, era Andrés ¿No?

—Sí, muy buen actor también.

—Igual y no se te dificultó mucho hacer el papel, ¿No? —volvió a tomarle a su refresco.

—¿A qué te refieres? —arqueé una ceja.

—O sea sí, un papel gay, digo, vi el capítulo, Renata me obligó, y ella me dijo que no se te había dificultado seguramente —rió —. Actúas MUY real, ¿No crees?

—Sí, exactamente eso soy, un actor, ¿No crees?

—Te quedaba muy bien el papel, a decir verdad, muy natural, ¿No crees?

—Pasandome horas enteras en el salón del CEA con Andrés y demás productores, para ensayar, corregir y moldear, te hace hacerlo fluido, supongo que entonces soy muy buen actor, ¿No crees? —sonreí falsamente.

—Sí, totalmente de acuerdo, buenísimo —sonrió también —. Y dime, ¿Estás seguro que no eres gay?

—Seguro, María. Y si lo fuera, ¿Qué tiene? —apreté mis puños.

—No, nada, es que, sería raro.

—¿Raro por?

—Grabas con mí novio, mí guapísimo novio, él le puede gustar a quien sea, hombre o mujer, pequeños o grandes, y créeme, lo sé, porque yo así me enamoré. Podrías engancharte, y sería doloroso para ti —miró al cielo.

—¿Doloroso?

—Sí, al ver que el está feliz con alguien más, ese alguien más soy yo, te dolería saber que Emilio es heterosexual, te dolería que no te correspondiera —la rabia me carcomía, y a la vez la tristeza empezaba a inundarme —. Seguramente llorarías día y noche por él, porque por favor, veámoslo, es perfecto, tengo suerte de tenerlo, claramente.

—Oh, sí claro, Emilio es genial, muy buen amigo —disimula, solo disimula...

—Y bueno, si fueses gay, no dudo en que te gustaría mí novio, que lástima que Emilio no tenga ojos para nadie más que para mí, o debería decir que suerte —me encajé las uñas en mis heridas de nuevo, y sentí el calor del líquido rojo en las palmas de mis manos.

—¡Hot-dogs a la orden! —Emilio llegó a sentarse al lado de María.

—Voy al baño, ya vengo —me paré rápidamente, sin esperar respuesta de Emilio.

Caminé, no, mejor dicho casi corrí dificultosamente con las muletas.

Toqué la puerta fuertemente.

—¡Ocupado! —gritó Nikolás desde dentro.

—¡33-12, tenemos un 33-12! —le devolví el grito.

Me abrió en segundos, me jaló del brazo y me metió a la fuerza.

—¿Le parto la jeta? ¡Le parto la jeta! —me miró desesperado.

—Solo me dijo cosas hirientes, sin saber la realidad, aunque siento que sospecha —me apreté los puños e hice un gesto de dolor al recordar mis heridas.

—¿Y esas cortadas? ¿¡Qué te pasó?! —Niko metió mis manos al lavabo, y las limpió con jabón, para luego ponerme rollo de papel en ellas.

—Me lo hice por coraje, no pude aguantar —le miré cabizbajo.

—Ay no, Joatitch, puedes canalizar tu ira en otra cosa, no lastimándote —me abrazó.

—Es que siento como si esa niña me acosara cada vez que me habla, siento horrible, desgraciadamente las cosas que me dice, sí me duelen —una lágrima recorrió mí mejilla izquierda.

—Es una tonta, no mide sus palabras, muy mayorsita y parece una puberta, de esas que se enamoran en un día y piensan que se van a casar con su príncipe que se llama Brayan Arnulfo, le dicen El Mocos, y se droga con pegamento de barra —no pude evitar reír —. Es güera oxigenada, ¿Qué esperabas? Los tintes ya le dañaron el cerebro.

—No seas así Niko.

—Oyeme, esa guereja hace llorar a mí niño, esa guereja se atiende a las consecuencias conmigo.

—Emilio ya me trajo hot-dogs para que comas —le avisé.

—¡COMIDA! ¡VÁMONOS! —abrió la puerta de golpe y me jaló hacia las sillas.

Nikolás se comió tres hot-dogs y dijo que apenas los sintió.

Diego se nos acercó, y se sentó a mí lado, abrazándome.

Más tarde, todos nos reunimos en la sala, en círculo, los juegos iban a empezar.

—¿Siete minutos en el cielo o qué? —habló Roy.

—¡Jalo, jalo! —le gritó Diego Marín.

Giraron la botella.

—¡Metanlos a la fuerza! —pude apreciar como ferozmente Adrián cargaba a Emilio y Roy a María, para aventarlos dentro del baño.

—¡Siete minutos para coger! —les gritó Adrián.

—Guacala, heterosexuales —me susurró Niko y solté una carcajada.

—¡No seas tonto! Si Elaine estuviera aquí no opinarias igual —me tapé el rostro.

—Bien pensado —asintió con la cabeza.

Después de siete minutos, María salió algo despeinada, y Emilio un poco sudado.

Madre santa, Ariana Grande purísima déjame ciego para no ver éstas atrocidades.

—¡Gírala! —Pao giró la botella bruscamente ante el comentario de Loretta.

—¡Agárrenlos! —Roy vino por mí, y yo me intenté levantar pero aún necesito muletas y no pude escapar, me tomó como costal de papas.

—¡No wey! No lo puedes cargar así, lo vas a herir —Emilio enojado, me quitó del agarre de Roy, y me bajó, ayudándome a sostenerme.

—Si me disculpan —Diego V. se levantó, y me cargó como a un bebé —. Nos vemos en siete minutos —y me metió al baño con él.

No quería entrar ahí, a decir verdad, me daba miedo, que pudiera hacer Diego, sé que no es malo, pero las hormonas a veces traicionan.

—Déjame besarte —habló en voz baja.

—No —negué rotundamente su comentario.

—Por favor...

—No.

—Por faaa...

—No.

—Porfis porfis.

—No.

—Porfavorsito —se puso de rodillas.

—Diego...

—Uno chiquito...

—Que no.

—Por favor, porfis, por favorsito, porfa porfa, porfaaaaaa.

—Ush, eres peor que un niño pequeño.

—¿¡Entonces sí?!

—No —rodeé los ojos.

—Te compro un Stitch.

—Ah caray, eso sí me interesa.

—¿¡Sí?!

—Nop —reí.

Se puso con la cabeza en el piso, arrodillado —Por lo que más quieras, estoy perdiendo mí dignidad, Joaquín.

—Levántate —le tomé la mano.

—Déjame besarte, uno chiquito... ¿Por favor? —me hizo puchero.

—Sí.

—Andaleeee, por fav... ¿¡QUÉ?! ¿DIJISTE SÍ?

—Sí —lo miré tímidamente.

Si Emilio puede cojer con su novia, yo puedo besar a alguien más, ¿No? ¿No...?

Diego me cargó para depositarme en el lavabo, y así su cuerpo quedase entre mis piernas, se acercó lentamente, me levanto la barbilla, y su nariz rozó la mía.

No me sentía nervioso, mí corazón no latía rápido, no sentía nada.

—De verdad te quiero, aunque tú a mí no —dijo, y me besó.

Sus labios exploraron los míos, como si nunca antes nos hubiéramos besado; fue un beso lento, que duró unos cinco segundos.

—Bondoni, soy el chico más feliz del mundo en éste momento —me abrazó —. Muchas gracias, créeme, que no necesitamos ser nada, más que amigos. Tomaré ese beso como una despedida de todas las emociones que sentías antes por mí.

—Aún te quiero como un gran amigo y lo sabes.

—Claro que lo sé, eres increíble y te agradezco por quedarte a pesar de todo —me ayudó a bajar del lavabo.

—Queda un minuto —miré mí celular.

—El mejor minuto del mundo —levanté la mirada y se abalanzó sobre mí, para besarme de nuevo.

No me quité, no sentí la necesidad de oponerme, a fin de cuentas, nadie nos está viendo, no tengo novio, no hay nadie que vaya a molestarse por esto... No hay un Emilio en mí vida, que vaya a sentir celos por ésto...

El beso duró un poco más que el anterior, me tenía agarrado por la cintura, apretando mí cuerpo contra el suyo, y yo tenía mis manos sobre sus hombros, relajadas.

—¡Ring ring niños! —Adrían nos tocó la puerta, y nos separamos al instante, Diego se sentó en el baño rápidamente —. ¿Se aburrieron?

—Bastante —habló Diego.

Nos sentamos en el círculo de nuevo.

—¿Te besó bien rico? —me dijo Nikolas al oído.

Lo miré confundido.

—No me engañas a mí tonto, el bi de clóset no iba a desaprovechar tenerte a solas.

—Sí me besó, no significó nada.

—Los shippeo, aunque también lo haga con Emilio, creo que podría llamarlos... ¡Dieco!

—¿Dieco? Ay Dios, no quiero escuchar el que junta mí nombre con el de Emilio entonces —reí.

—Podría ser... Emiquín, o Joamilio —rió.

—Mejor deja de crear cosas raras y pongamos atención.

—¿¡Otra vez?! No manches, ¡ATRAPALOS! —gritó Diego Marín y vi a Adrián correr hacia mí a lo cual me protegí en modo tortuga, me hice chiquito, pero aún así me cargó.

—¡El otro wey, se está saltando el sillón! —Adrián gritó.

—¡No escaparás mariquita! —Roy se le tiró encima a Emilio, y lo cargó.

Nos aventaron en el baño, y lo último que vi, fue la cara de María, con los ojos bien abiertos, como dándome una advertencia.

—Vaya, siete minutos sentados como la primera vez, ¿Verdad? —le mencioné.

—Afirmativo —se sentó en el piso ayudándome a hacerlo a mí también.

—¿Te sientes feliz? Con María aquí, digo.

—Sí, muy feliz —sonrió —. Oye, ¿Diego te hizo algo?

—Ah, no, nada —me hice el torpe.

—Sé que te besó, conozco los movimientos de Diego, y sé cuándo está nervioso, tú lo pusiste muy nervioso a decir verdad —rió tímidamente.

—Eh...

—No me engañas Joaquín, te besó, lo sé —se notaba con mucha seguridad en la voz.

—Puede —mi risa nerviosa apareció, maldita sea.

—¿Me crees si te digo que yo beso mejor?

—¿Y cómo podría comprobar eso? —levanté mis cejas, siguiéndole la joda.

—Ven —me agarró de la nuca fuertemente y me acercó a lo cual yo me opuse.

—¿Qué haces? —fruncí el ceño.

—Haciéndote comprobar, duh —me volvió a acercar y me volví a oponer.

—No, tienes novia, ¿Lo olvidas?

—Joaquín.

—¿Qué?

—Cállate —me oprimió contra él, y me besó, realmente me besó.

Entré en pánico total, mí corazón se aceleró demasiado, mí mente se fue de sus sitios, mí cabeza dolía, no lo puedo procesar.

Hace unos minutos tuvo sexo con su novia, y en éste momento está besándome.

¿Debería decir que asco?

Abrió sus labios y yo permanecía con los míos sellados, pero me hizo cosquillas y los abrí, así abriéndose paso a encajarse con mí boca.

Traté de relajarme, traté de calmar mí corazón y no podía, simplemente, no puedo.

Le seguí el beso, que duró unos diez segundos, mucho a decir verdad.

Se separó de mí por fin, sin poder respirar.

—¿Comprobado? —habló.

—Comprobado, pero, ¿Estás muy borracho acaso? —me sentí mal por aquel acto.

—Me he tomado solamente tres cervezas Joaquín, no me hicieron ni cosquillas. Tómalo como si fuera un beso actoral, créeme que no cuentan nada esos besos, solo son tactos, nada más —rió, viéndome.

Narra Emilio:

¿¡Qué chingados hiceeee?!

¡Dile que es un beso actoral claro!
Quedamos en que si el estaba inconsciente no pasaba nada, Emilio eres un estúpido.

Ni si quiera sientes algo por Joaquín, ¿Verdad? ¿¡Verdad?!

¡Tú novia está ahí afuera!

Solo fue tacto, un beso... Un beso más, de actuación, era para que el comprobara solamente.
¿Acaso te dieron celos de Diego?

¡No! Claro que no, no siento mí corazón, al igual que el de él, estaba latiendo muy fuerte, ayudame Dios, ¿Qué hice?

¡¿Qué jodidos hice?!

Cálmate... No fue más que un beso... Actoral... Actoral en el baño de tu casa jugando a siete minutos en el cielo, ¡Ajá!

—Está bien Emilio, que no se vuelva a repetir... —estaba nervioso, estaba mal, podía notarlo.

¿Qué no se vuelva a repetir?

¿Qué diría si le digo que nos besamos por una semana entera, mientras el dormía?

¿Qué diría si le digo que por eso estuve con insomnio muchas horas?

¿Qué diría si le confieso lo que le hace a mí ritmo cardíaco?

¡Emilio cálmate!

—Perdóname si exageré Joaquín, de verdad, lo hice a juego —a juego, claro, besé a mí amigo a juego por un largo lapso de tiempo, que increíble juego.

—Ni una palabra a nadie, tranquilo.

—Bien, tú y yo jamás nos tocamos —respiré hondo, tratando de asimilar todo de nuevo.

—Jamás.

Permanecimos en silencio, pero me estaba sintiendo demasiado mal, Joaquín va a mal interpretar todo, va a pensar que soy gay... Y eso, ¿Eso está mal no?

¿Como se sabe cuál es tu sexualidad?
¿Acaso solamente sientes amor?
¿Deseo sexual?
¿Algo relacionado con filosofía?

Me gustan las mujeres, me encantan... Pero, ¿Podrían gustarme los hombres?
No, claro que no.

Siento la necesidad de llorar, siento que me ahogo... Joaquín, Joaquín va a pensar mal de mí... Necesito, necesito...

Narración normal [Joaquín]:

—Joaquín —habló.

—¿Ajá? —mi corazón aún estaba acelerado, como el de Emilio, pero, ¿Por qué el suyo? ¿Por qué?

—Necesito lavarme la boca —lo miré extrañado —. Me dió asco —sentí una presión en el pecho, muy fuerte a decir verdad.

—¿Cómo? —intenté articular.

—Me dió asco el... El beso sí —se levantó, se lavó los dientes y los labios con su cepillo en el lavabo.

¿Tan mal beso? ¿Será que le supo a la comida? Pero, el me dió el beso... Y...

—Neta, no puedo besar a un hombre —hizo gestos de asco.

Pero si ya me había besado... Por, un reto... Maldita sea, ¡MALDITA SEA!

¿Qué pensabas Joaquín? ¿Qué de verdad podía sentir algo? ¿Qué realmente ibas a provocar un sentimiento en él?
Le das asco, te lo acaba de decir, le das ASCO, como a todos los demás.

Tal vez Rodrigo tenga razón, tal vez sí soy un bebé llorón, tal vez si debería marcharme.

Y sé que no está bien lo que estoy diciendo, lo sé. Pero... ¡Es que con un demonio!
Él me acaba de lastimar en mil maneras distintas con ese simple comentario.

—¿Tan malo fue? —miré el piso, con los ojos temblorosos.

—Pésimo, necesito besar a María —respiró profundo.

—Oh... —estaba a punto de estallar en lágrimas, a punto de ser un mar, pero no frente a Emilio —. Un error de tu parte querer besarme.

—Un error muy grande, de hecho, me estoy empezando a preocupar por ti —fruncí el ceño y fijé mí mirada en él.

—¿Preocuparte?

—Eres gay, ¿Verdad?

La pregunta me cayó con un gran peso, ¿Debería ofenderme?

—No... —mi voz se tornó seca.

—¿Y te dejas besar por cualquier chico que se te acerque? —levantó la cejas —. Interesante.

—Eso no significa nada, Emilio, no son nada más que “tacto”, ¿No lo dijiste tú? —empecé a sentir mucha rabia.

—Hmm, pero Diego te besó, ya en más de una ocasión, y no pareció molestarte, al contrario, la vez que se besaron en el círculo, parecían hambrientos del uno al otro, un heterosexual no se comería a su mismo sexo de esa forma, ¿No crees?

—Si así piensas, entonces tú no eres heterosexual, a juzgar por el beso que me acabas de dar, ¿No crees? —apreté los puños.

—Es diferente, ya que Diego se ha declarado bisexual, yo he dicho que soy hetero, y los “tactos” no son más que eso, porque besar a una persona no define tu sexualidad, sino los sentimientos que tengas hacia ese ser y tú eres un indefinido a lo que puedo ver —¿Quién es éste idiota? ¿Y dónde está Emilio?

—Emilio, basta.

—¿Qué? ¿Te apenaste porque te dije tus verdades?

—No, ya te dije, que no soy gay —me tragué la saliva caliente que estaba en mí boca, con mucha fuerza.

—No te creo.

—No me creas entonces, no necesito tu aprobación sobre mis declaraciones —traté de calmarme.

—Eres gay —insistió.

—Tú eres bisexual, y nadie te está acosando para que lo admitas —sabía que Emilio jamás había dado señales de bisexualidad hasta ahorita, pero si el me estaba atacando, tenía que defenderme de alguna manera.

Me miró confundido, como tratando de pensar en que decir rápidamente.

—Sabes que no lo soy Joaquín, no quieras invertir los papeles —arrugó la nariz.

—Y tú sabes que no soy gay. A fin de cuentas yo debería de interrogarte a ti, ¿No crees? Me acabas de besar, Emilio, y tú corazón parecía salirse de su lugar —me sentí enojado, de verdad.

—Tú corazón estaba igual, no lo niegues. Tú te besaste con Diego ya, tampoco quieras hacerte el santo, y también te besaste con Nikolás, no eres heterosexual, lo sé. Pero lo gay se te nota mucho, ¿No crees? Muy, afeminado.

Me llené de ira, no era justo, ¡No eran justas sus palabras!
¿Por qué me ataca? ¿Qué le hice yo?

—¿Afeminado? ¿Eso crees? —mi voz cambió, ya no estaba tranquilo.

—Sí, eso creo, tal vez los rumores sobre ti sí son reales y por eso te molesta tanto ese niño—y eso... Eso me colmó la paciencia.

—¿Cómo? ¿¡Como te atreves?! —me lancé sobre él, soltando las muletas, ya no me importaba lastimarme, estaba muy mal, no había nada que me pudiera poner peor.

Empezamos a forcejear, me tiré sobre él, haciendo que su torso quedara entre mis piernas, y le sostuve los brazos pegados al piso.

—¡Eres débil! —me dijo, molesto.

—¿Débil? ¿De verdad crees que soy débil? —intentaba quitarse de mí agarre.

—Sí, lo creo. Por eso Rodrigo te dice... ¿Cómo? Cry baby, eso eres —me dolió a maneras inexplicables.

En ese momento, sentí lo que era el verdadero dolor.

Le aprisioné los brazos con toda mí fuerza, pero sus palabras me debilitaron por completo.

Me dió la vuelta, golpeándome con el piso, para quedar debajo de él, ahora eran mis brazos los que estaban bajo su control.

—No sé quién eres, pero por favor, déjame —le dije, y una lagrima salió de mis ojos.

—Admite lo que eres —me dijo, mirándome enojado, y me sentí acosado, como cuando Rodrigo me obligó a declararme ante la cámara.

—Soy humano —las lágrimas me abundaron.

—Eres gay, y muy cobarde para admitirlo —se recargó en mí cuerpo para mantenerme bajo su poder.

—Emilio me estás lastimando —su fuerza ya no estaba siendo medida.

¿Cómo pude creer que le ganaría a éste chico?

—Siento asco —me dijo al oído.

Y mí corazón se rompía más, y más...

—Emilio, es en serio que me duele, estás sobre mí... ¡Ah! —se movió sobre mí pierna derecha, y sentí un dolor... Parecido a lo que presencié cuando recién se rompió —. Emi, por favor, si me odias, si te doy asco ahora por ese beso, está bien, pero me estás hiriendo mucho físicamente... Emilio, creo que me rompiste la pierna —exclamé con un montón de lágrimas, mientras que sentía como algo líquido y caliente se expandía dentro de mí piel.

—Cry Baby —pronunció, y me estaba destrozando.

—¡Emilio basta! Mis brazos también están doliendo —me moví bruscamente para quitarmelo de en cima, y solo logré desorientarlo.

—¡Tic-tac chicos! —Roy nos abrió la puerta y jamás estuve tan feliz por algo así.

—¿¡QUÉ HICISTE?! —escuché gritar a Nikolás detrás.

Entró y empujó a Emilio fuertemente, para que se alejara de mí, me ayudó a sentarme.

—¡Eres un monstruo! —Niko se dirigió a Emilio, quién estaba con la mirada perdida en mí, pude ver cómo tenía los ojos cristalizados, y no entendía porqué después de todo esto el se encontraba así —. Nos vamos de aquí, ay no... ¡Joaquín tu pierna! ¡Tus brazos! ¿¡QUÉ MIERDA LE HICISTE EMILIO?! —me cargó y sentí unas punzadas enormes en mí pierna.

—Niko, no sé si soy yo, ¿El?... ¿El aire se está haciendo espeso? Es que me estoy sintiendo muy... Muy... —y cerré mis ojos.

Narrador omnisciente:

—¡Se desmayó!, Está muy mal, necesito llevarlo al hospital —Nikolás estaba más que preocupado, sacó a Joaquín del baño, corriendo.

—Yo te llevo, vámonos —Diego Valdés rápidamente siguió a Niko.

—¿Qué hiciste? —Roy se bajó a la altura de Emilio, quién se encontraba abrazando sus rodillas.

—Por favor, dile a todos que se vayan en éste momento —Emilio entre sollozos, habló.

—Muy bien todos, ¡A sus casas, se cancela la fiesta! ¡Largo de aquí! —Roy se paró, y empezó a desalojar a todo aquel en ese recinto.

—¿Amor? —María se acercó a Emilio —. ¿Qué?... ¿Qué le hiciste?

—Lo lastimé, eso hice, y ahora estará muy lejos —Emilio comenzó a llorar frenéticamente.

—Ya amor, seguramente fue un accidente, tú no eres una mala persona, y, bueno, tal vez que se haya ido, no sea tan malo —María lo abrazó.

—¿Puedes irte también? —Emilio susurró.

—¿Qué? ¿Yo?

—Necesito estar solo, por favor.

—B...bien, aunque no hiciste nada malo, ese niño, era una mala influencia, tal vez se lo merecía, ¿No crees? —María se levantó.

—Solo, hablamos después —Emilio se agachó para esconder su rostro en sus rodillas una vez más.

Una vez que todos se fueron, solamente quedó Roy, y Adrián.

—Bro, ¿Por qué le hiciste eso a Joaquín? ¿Te dijo algo malo? —Adrián le ayudó a Emilio a pararse y a sentarlo en la sala.

—No, no me hizo nada malo, al contrario, yo le hice daño a él.

—¿Entonces? ¿Qué onda? Wey, le rompiste la pierna que muy apenas le había sanado ¿Qué no? —Roy se veía algo molesto.

—Wey, vete a tu casa, por favor —Emilio se sentía muerto en vida.

Había herido a la persona hacia la cual había agarrado tanto cariño, por una idiotez, por su inseguridad, Emilio no quería herir físicamente a Joaquín....
Solo quería lastimarlo sentimentalmente, para así alejarlo, y que lo dejara pensar seriamente quién era en verdad, ¿Qué era? Pero se le pasó mucho la mano.

Con eso, alejaría a Joaquín por días, semanas, y hasta meses.
Lo cual, lo tenía destrozado.

—Bien, vámonos Adrián —Roy se levantó y se dirigió a la salida.

Adrián se levantó por igual, pero algo le jaló la manga del suéter.

—Tú quédate, por favor —Emilio lo miró, lleno de lágrimas, de dolor.

—¿No lo oíste? No quiere a nadie aquí, vámonos —Roy estaba en la salida, apuntando el auto.

—Tú vete, me quedaré —Adrián se acercó a Roy, solamente para cerrar la puerta.

—¿Qué pasó realmente ahí? —Adrián se regresó a la sala con Emilio.

—¿Nos vamos a mí cuarto? —Emilio tomó rollo de papel y se lo pasó por toda la cara.

—Vamos.

—Pero, bueno, realmente mejor no, no quiero caminar, voy a caerme por imbécil.

—Yo te llevo —Adrián tomó a Emilio en sus brazos, como un bebé, y lo subió hasta su habitación, para dejarlo en la cama —. Ahora sí, ¿Qué pasó? La puerta ya está cerrada.

—Adrián, ¿Te acuerdas de...del quince de junio?

—No mames, no me acuerdo ni de qué cené.

—Fue el día de, el “eso”.

—Ah... Sí, eso... Sí, ¿Por qué?

—Me volvió a pasar —Emilio abrazó sus rodillas una vez más.

—¿Qué? —la cara de Adrián palideció.

—Besé a Joaquín, besé a Joaquín Bondoni —se hundió en las colchas, y empezó a llorar como si algún ser querido hubiese muerto.

—¿Está consciente? —Diego conducía a toda velocidad.

—No, está mal, está muy mal Diego, ¡Qué idiota es Emilio! ¿¡Cómo putas se le ocurre subirse así sobre la pierna de Joaquín?! Mírale los brazos, tiene moretones ya, ¡ESTOY FURIOSO AGH! —Nikolás no contenía su ira.

—Es un imbécil, pero aún no sabemos la razón, nadie supo que pasó, los únicos que saben, uno está inconsciente y el otro lloriqueando en su casa —Diego frenó rápidamente en un semáforo.

—¡Maneja bien! —Niko estaba alterado.

—¡No puedo si llevo a Joaquín tan grave a mí lado! —el semáforo cambió a verde y aceleró.

—Si algo le pasa, si algo le pasa... Me muero, no puedo, ¡Si algo le pasa voy a matar a Emilio más de lo que ya pienso hacerlo! —Niko abrazaba el cuerpo de Joaquín.

—Vamos a matarlo, dirás —Diego se orilló al hospital.

Bajaron rápidamente con el castaño en brazos.

—¡Ayuda! —gritó Nikolás al entrar a la sala.

Rápidamente los enfermeros salieron a tender el cuerpo de Joaquín en una camilla.

—¿Qué le pasó? —habló la doctora.

—Un imbécil se le subió encima y le rompió la pierna que estaba sanando, es el chico que habíamos traído la otra vez, y no sabemos porque, de repente se desmayó —Niko hablaba a toda prisa.

—Bien, lo llevaremos a urgencias, esperen aquí por favor —Niko y Diego sólo pudieron ver la camilla alejarse de su entorno.

—Emilio Marcos, acabas de sentenciarte a muerte —Diego parecía furioso, con el calor en las mejillas y apretando los puños.

—Tardó mucho en rehabilitarse, para que venga ese idiota y... ¡Ah! —Niko se quería arrancar el cabello del enojo.

—Familiares de Bondoni Gress Joaquín —la doctora salió.

Rápidamente los dos adolescentes se pararon.

—Efectivamente, le volvieron a romper la pierna, le lastimaron mucho a decir verdad, veo muy difícil que éste niño pueda volver a caminar normalmente, aparte tiene hematomas muy severos en los brazos, casi como si se los hubieran extrangulado. En éste momento está estable, sin embargo lo daremos de alta hasta mañana chicos.

—Nos quedaremos en la sala de espera, o si podemos quedarnos a cuidarlo ahí dentro...

—Sí doc, por favor, podemos turnarnos, es que no queremos dejarlo solo, díganos, ¿Está consciente? —Diego interrumpió a Niko.

—Sí lo está, y al parecer está muy mal, despertó llorando y aún sigue igual, puede pasar uno de ustedes solamente.

—Yo soy su mejor amigo, hermano... ¡Tú espera! —Niko se metió al área de camillas rápidamente, dejando a Diego atrás.

—Los dejo solos —habló la doctora.

—¿Qué te hizo, y como puedo matarlo?

—Me besó, me dijo que le dió asco y luego empezó a cuestionar mí sexualidad... De una manera tan, tan mala... No parecía Emilio, te juro que me dolió... Hasta donde no se puede saber, ese chico de ahí, no era Emilio —Joaquín soltó un gemido de dolor —. Y me hizo enfurecer, que hasta lo tumbé, y quise controlarlo, para que se callara, pero el siguió, y me hirió tanto que perdí la fuerza, y quedé debajo de él... Entonces fue cuando sentí tanto dolor en la pierna...

—¿Pero qué? ¿¡TE BESÓ?! —a Nikolás le explotó la cabeza —. Pero tiene novia...

—Lo sé, yo se lo dije y el me besó en cuestión de segundos no pude ni reaccionar... Me dijo que sólo fue tacto, para demostrarme que el besa mejor que Diego.

—Celos, fueron celos seguramente.

—Pero Niko... El Emilio que se mostró frente a mí después de besarme... Parecía otro, uno muy homofóbico, un chico al que yo jamás podría querer... —Joaquín se ahogó en lágrimas una vez más.

Hoy no hay pregunta.
Estoy muy afectada por éste capítulo, y eso que yo lo escribí.

Voten y comenten, porque santo Jesús wey,  desde ahora los capítulos serán más largos.
Aprecien mí esfuerzo gente :'').

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