Capítulo 27.
[Te elijo a ti]
—Coger casar matar, con: Ariana Grande, Taylor Swift, y Ricky Martín —le di una mordida mi fritura, y levanté las cejas.
—Fácil, me caso con Ariana, mato a Taylor y... Oh rayos, hago cosas indecentes con Ricky —Joaquín rió tiernamente.
—Vas.
—Coger casar matar con: Roy, Diego V, Adrián.
—Puros vatos —reí.
—Bueno si no quieres... ¡Culo culo! —me sorprendían las palabras de Joaco.
—Ya ya, a ver... Me caso con Roy, mato a Adrián por puto, porque ya maté a Roy una vez, y vamo' a darle al chino BTS —moví mi cadera en círculos.
—Venga, vas.
—Veamos... Yo, mi novia María, y Diego —Joaquín abrió la boca en son de sorpresa y amargura —. ¡Aquí se pierden amistades papá!
—Mato a María, me caso con Diego, y pa' que te digo que no si sí, contigo —sonrió con timidez.
—No se te hizo difícil eh —le dí un golpesito en el hombro.
—Mi turno, va, yo, Renata mi hermana, y Natalia Lafourcade.
—No mames, pues... Mato a tu hermana, lo siento pero no pienso tener ninguna de las otras dos cosas con ella —era claramente obvio —. Me caso con mi Diosa de la música, y vamos a darte duro pues —moví mi cadera, sonriendo.
—No mames —se le salió decir, para luego taparse la boca fuertemente.
—Me cogiste, te cogí, ¿Qué era lo que teníamos que hacer si eso ocurría? —traté de hacerme el desentendido.
—Era un beso, pero ya sé, tienes novia, respetas —le callé, poniendo mi dedo índice en el medio de sus labios.
—Es algo que te debo cumplir, pues perdí el juego.
—Pero... Tu nov...
—Mira, veámoslo así, como si fuese un beso actoral, ¿Ya diste tu primer beso así verdad?
—Sí, con Nicole, una amiga —se acomodó el cabello.
—Pues igual, es como si estuviéramos actuando, no es nada más que un beso, ya sabes que en actuación un simple beso no es más que eso, un contacto físico sin importancia —quería ver si lograba convencerlo.
Tal vez no estaba bien, tal vez de verdad estaba muy equivocado, pero quería por lo menos sentir esa explosiones de emociones cuando Joaquín estuviera consciente. Quería saber si provocaba lo mismo, quería ya una respuesta del porqué me sucedían esos revoloteos.
—¿Estás seguro?
—¿Estás seguro tú? —le insistí.
—Pues para mí, no es una obligación que tengas que besarme, realmente solo era una condición absurda del juego, pues pensé que no íbamos a concordar.
—Vamos, sin importancia, cierra los ojos —me obedeció, se notaba algo tembloroso, porque el sabía, que lo que estábamos haciendo no estaba del todo bien, el sabía que realmente no estábamos actuando —. Y yo también los voy a cerrar.
Y así lo hice, cerré mis ojos.
Con ambas manos busqué el rostro de mi compañero, para tomarlo entre ellas, y así poder ubicarlo correctamente.
Lo acerqué a mí, tanto que nuestras narices chocaron, y pude sentir su respiración, y a la vez, su aliento, con olor a gomitas. Olía muy bien.
Estuve dispuesto a besarlo, totalmente, estaba muy nervioso, lo noté por mi corazón corriendo a toda prisa.
Apenas y rocé el labio superior de Joaquín, algo nos alertó, mi celular.
“Oye Emilio, Pelos de Maroshan corazón rojo está llamando... Eres, la luz de mis mañanas...”
Saqué rápidamente el móvil, mirando a Joaquín algo apenado.
—¿Bueno? —no estaba nada feliz de su llamada.
—Solo llamaba para decirte, que no estaré hoy ni mañana en todo el día, así que no me vayas a hablar —sonaba entre cortado, como si algo interrumpiera la señal.
—Me bloqueaste de WhatsApp, ¿Cómo rayos iba a hablarte?
—Llamándome como yo lo estoy haciendo en éste momento —terminó la frase, y río, y se escuchaban voces de fondo.
—¿Estás con multitud? —realmente no me importaba mucho si estaba de fiesta o con sus amigos, tampoco era un maldito celoso controlador.
—Sí, salí a la disco, vine con bastantes amigos, de hecho me quisieron arrastrar a un club de strippers —no sonaba muy cuerda, mejor dicho, algo borracha.
—Ah, vale.
—¿Eso es todo? ¿Un vale? Venga, ¿Sigues ahí con ese rarito verdad?
—Tiene nombre, María.
—Sí, lo que digas; mañana me iré de excursión también con mis amigos, a las montañas, así que no tendré señal. Y no pienso usar el celular, así que bueno, solo era eso, creo que re consideraré la oferta del club —María no era así, puede que algo celosa, un poco mamona, pero no de esa manera, se notaba que había estado bebiendo, y en exceso.
—Sí, sigo con Joaquín, y está bien, no tendré problema si no estás, y por cierto, si quieres ir al club, ve, yo me la estoy pasando genial aquí, Joaquín tiene muchos juegos de mesa —por más que tratara de sonar triunfador, mencionar lo de los juegos de mesa probablemente me dejaba como imbécil.
—¡Jajaja! ¡Espero pierdas como siempre en Scrabble! Hasta mañana, o no, hasta al día siguiente de mañana, Emilio —simuló colgar pero no lo hizo bien, creo yo, pues su voz siguió escuchandose —. Ni si quiera le importó, creo que sí quiero ir al club.
—Yo hasta te pago una habitación amiga —una voz feminina, no reconocible, se escuchó.
—¡Mientras tanto, machika! —colgué, no necesitaba seguir escuchando los parloteos de mí novia, y menos a sus amigas mencionandole sobre strippers.
María no necesitaba ver ningún stripper, me tenía a mí, soy mejor que cualquiera de esos niñitos entrenados. Yo lo hago con pasión, y con un sentimiento real.
Me sentía molesto, claramente, pero ese sentimiento, me hizo simplemente olvidarme de ella, esa rabia, me hizo olvidarla, y concentrarme en Joaquín, quién era el que necesitaba de mis atenciones.
—¿Y bien? ¿Cómo está la señorita gall... María? —tragó saliva.
—Divirtiéndose en un antro, y probablemente más al rato, en un club de vatos encuerados que bailan por dinero.
—No pues... —lo interrumpí.
—No importa Joaco, hoy ella puede hacer lo que quiera, solo está molesta. Pero si ella hará lo que sus hormonas le indiquen, entonces yo también —bufé.
—¿Te irás a un puticlub acaso?
—Obviamente no menso... O sea, ugh. No, no me iré a ninguna parte, no haré lo que ella, mejor terminemos con lo que te debo, y podemos ver alguna película, para esperar a Nikolás —me acerqué a él rápidamente.
—¿Seguro que ésto lo quieres hacer? Por el juego obviamente, pero, dime qué no lo harás solamente porque estás enojado con ella —me miró fijamente.
—No Joaquín, antes de su llamada yo ya estaba dispuesto a darte lo debido, y ahora con más ganas solamente —lo volví a tomar entre mis manos, y lo acerqué nuevamente.
—Hijo, Nikolás ya está abajo, dice que no le respondes el celular —la madre de Joaquín abrió la puerta, y yo solté a mi compañero en cuestión de segundos, bruscamente.
—Ah sí, perdón mamá, lo tenía en silencio, dile que ya pase —se sonrojó.
Se escucharon unos pasos para mí ya muy reconocibles.
—¡Joatitch! —Nikolás entró sonriendo, con una bolsa de plástico en manos, tirándose sobre Joaquín y abrazándolo —. Mi papá ya está mejor, eso me pone muy feliz, y... ¡Te traje algo, ten!
Joaco tomó la bolsa, y la miró, la examinó, como tratando de adivinar que se encontraba dentro, luego metió su mano, y sacó una caja de zapatos.
Ambos nos quedamos confundidos.
—Abre la caja menso —Nikolás lo miraba impaciente.
Sacó dos pedazos de papel, parecían una entradas.
—¡No! ¡NO TE PASES NIKOLÁS! ¡NO INVENTES! ¡AHHH! —Joaco gritó, saltó a como pudo y se abalanzó sobre Niko —. ¡Te amo! ¡TE AMO! —le daba besos en toda la cara.
—¿Entradas para algún concierto? —traté de asomarme.
—¡ENTRADAS PARA VER LA BELLA Y LA BESTIA EN HIELO! —arqueé una ceja —. ¡Pensé que ya no había! ¿Cómo las conseguiste?
—Mi papá me los había comprado, eran de los últimos que quedaban en taquillas, me dijo que como el no podría ir conmigo, que invitara a alguien que le gustara tanto como a mí, y quién mejor que tú —lo abrazó.
—¡Te amo neta! ¡Eres el mejor! —Joaquín ya estaba rojo de la emoción.
—¿Y de esas madres donde se pueden conseguir o qué? —volví a arquear mi ceja, y me asomé a los boletos.
—En taquillas o por internet, pero ya estaban casi agotados, si quieres uno, lamento decirte que lo más probable es que no haya —Niko seguía abrazado de Joaco.
—No, yo ni quiero ir, esas cosas de... De Disney, pff a mí este... Pff no —rodeé los ojos —. Pero, si llamo ahorita ¿crees que quede alguno? Es que ya sabes a María le gusta y... Si va a venir, la puedo ya sabes eh, llevar —gran mentira, María odia toda cosa relacionada con dibujos animados, solo se concentra en reality shows, juegos de preguntas o programas de moda, si la llevaba, iba a estar aburrida, probablemente hasta se dormiría.
—Puedes intentarlo, si quieres —Nikolás se encogió de hombros.
Tomé mi celular, Niko me dió el número y marqué.
—Hola, sí, ¿Aún manejan boletos para La bella y la bestia en hielo?... ¿Los dos últimos? ¿Cuánto cuestan?... ¿¡Neta?! Digo... Sí, los quiero, sí, recogerlos el mismo día, está bien, gracias.
—¿Lo lograste? —Joaco me miraba.
—Sí, los dos últimos que quedaban, carísimos por cierto, ¡Wey! Ni si quiera son los reales, son personas disfra...
—¡No oigo no oigo, soy de palo tengo orejas de pescado! —Joaquín hizo puchero y se tapó los oídos.
—Dije, que son personas di...
—¡NO OIGO NO OIGO, SOY DE PALO TENGO OREJAS DE PESCADO! —gritaba Joaco.
—No le arruines la infancia, que tú no tuvieras no quiere decir que él tampoco —Niko me dió un sutil regaño.
—Bueno yo solo decía, que hasta pinches botargas pueden ser we —me reí.
—¡QUE LA BOCA SE TE HAGA CHICHARRÓN! —el más pequeño me sacó la lengua.
—Pensé que eras de palo con orejas de pescado, Joaquín —levanté mis cejas.
—¡NO TE ESCUCHO, SEÑOR BOTARGA!
—No seas infantil Joaquín —entre cerré mis ojos.
—Infantil tú abuela —hizo otro puchero y se refugió en la espalda de Niko.
—Venga ya, el punto es que iré.
—Pediste dos, ¿Piensas llevar a tu novia, verdad? —Nikolás guardó la caja en la bolsa, para tirarla a la basura después.
—Sí, nos vamos a divertir... Mucho jaja —sonreí para luego desviar la mirada y hacer una mueca.
¿Por qué había reaccionado tan rápido?
¿Qué rayos iba a hacer yo yendo a ver algo así?
Tal vez sólo no quería que Nikolás fuera solo con Joaquín, o mejor dicho, que Joaquín fuera con Niko.
—Y oye, tienes novia ¿Qué no? ¿Por qué no la llevaste a ella? —le interrogué a Niko.
—Elaine no es mucho de ver las princesas de Disney, se la pasa creando música, en shows, fiestas de sus amigas, y aunque sí le gustan algunas películas, la mayoría son de Pixar, como Monsters Inc, Cars, Toy Story, etc. Joaquín es fanático mal de todo Disney, Pixar y demás, lástima que no hay Lilo y Stitch en hielo porque sé que no se lo perdería —sonrió hacia Joaco.
—Vaya, entonces, supongo que iremos los cuatro, seremos como... Los cuatro mosqueteros —cerré mis manos dejándolas como puños para ponerlas en mi cintura.
—Esos eran tres... Emilio —Niko rió.
—Cuatro son mejor que tres, en muchos sentidos, si sabes a lo que me refiero —les guiñé un ojo.
—¡Cochino! —Joaquín aún atesoraba las entradas puestas en su corazón.
—Marrano cuino —le siguió Nikolás.
—Entonces, el sábado después de tu examen, irás a comer o algo así, me habías mencionado —me dirigí hacia Joaquín.
—Sí, mi mamá quiere “celebrar” que presenté en esa escuela, luego de ahí creo que vendré a mí casa a descansar un rato, luego iremos a la función, que se acaba a las diez y tantas —se rascó la cabeza.
—Y de ahí a mí casa, la peda con juguitos —bailé un poco.
—Claro, acepto.
—Deberíamos ver un película —Niko se paró de la cama para tomar su laptop —. ¿Qué quieren ver?
—Amor —exclamó la voz de Joaco.
Y al mismo tiempo yo hablé —Comedia.
Sin quedarse atrás segundos después —Terror —opinó Nikolás.
—Que gran unánime —reí.
—Un disparejo —nos reunimos en círculo.
—¡Dis-pa-re-jo, con cara de conejo y patas de cangrejo! —cantamos todos a la vez.
—¡En sus caras! —Nikolás brincó de gusto.
—Pero que no de mucho miedo, luego voy a tener pesadillas —Joaquín puso una cara larga.
—Si no da miedo no está buena —Nikolás empezó a buscar en la laptop.
—No te preocupes, si te da miedo yo te cuido —me acerqué a Joaquín —. Es más, puedes estar abrazado de mí por si te asustas.
—¡Veremos el conjuro dos! Traeré palomitas, ¿Si tienes verdad? —Nikolás se levantó emocionado, moviendo su cuerpo lleno de gusto.
—Claro, hay de varios sabores en la alacena que está en seguida del refrigerador, toma las que gustes, si puedes traer el refresco, aquí lo servimos —Joaco se limpió los ojos, parecía tratar de quitarse una lagaña.
—A sus órdenes capitán —Niko hizo un saludo militar y salió disparado a la cocina.
Tomé a Joaquín en mis brazos para acomodarlo en la cama, justo en medio, tapándolo, y poniéndole almohadas a su comodidad, me recosté a su lado, y le puse el brazo rodeándolo, para que se subiera sobre éste, y quedara recargado en mi pecho a la altura de mí hombro izquierdo.
Me pasó el brazo izquierdo por en cima, abrazándome.
—Ya sabes, si te asustas solo tápate la cara y refúgiate en mí —le ordené a mí compañero en brazos.
Nikolás trajo las palomitas, y los vasos, más el refresco de naranja.
Empezó la película, y apenas comenzaron a escucharse los sonidos de tensión, Joaquín se puso nervioso, lo sentí, ya que empezó a temblar un poco su mano sobre mi pecho, la cual decidí tomar para calmarlo.
Me miró, sus ojos lucían con miedo en ellos, brillaban, pero me transmitían un terror inmaculable, lo tomé con ambos brazos y oculté su cabeza en mi pecho, evitando que viera las frías imágenes en pantalla.
Debo admitir que después de un rato, con el volumen a tope, se me era difícil calmar mis propios nervios, al momento de que algún espanto saliera en dicha televisión, pero debía mantener mi posición, ya que el chico en mis brazos, estaba el doble o quizás hasta el triple de lo aterrado que yo podía estar, mientras Nikolás se burlaba y comía palomitas de como se habían montado ciertas escenas.
Pero no pude contenerme de tener un espasmo en pleno screamer, lo que provocó que diera un pequeño salto, así alarmando a Joaquín, quién pego un grito agudo, y rápidamente se ocultó, poniéndose la colcha en el rostro, pegándose a mí.
—Va a tener pesadillas, y será tu culpa —acusé a Nikolás.
—Tendrás que dormirlo como a un bebé, y no dormir para atenderlo entonces.
—Oye no...
—Usted quería la cama, usted quería dormir con Joaquín, entonces USTED se hace responsable de la cría —a veces no toleraba su actitud de empoderado, pero como casi siempre, tenía razón, lo que me hacía tragarme la rabia.
Parecíamos un matrimonio, en donde ambos éramos madres, pero de cierto modo, Nikolás era la que mandaba, y yo me convertía en ese típico esposo que nunca tiene la razón, y que termina cometiendo puras idioteces con los hijos.
Gruñí un poco, pero algo me detuvo la rabia, otro espanto en la película, el cuál sí me provocó un buen susto, y grité, una vez más, promoviendo los nervios de Joaquín, e hice que gritara a mí par.
—¡Renuncio! —exclamé, con mi corazón latiendo a una velocidad ya no normal, y con Joaquín temblando bajo la cobija —. La cría está más nerviosa que el pendejo de Óscar de León cuando se equivocó en anunciar a la Miss Universo, y a mí se me fueron los testículos a la garganta.
—Apenas va una hora de la película, le falta otra —Niko le puso pausa.
Rodeé los ojos —¿Cómo le haces para que no te de miedo?
—Me pongo a pensar en cómo fue grabar la película en la vida real, los bloopers que pudieron haber tenido, y la musiquita del Wii suena en mi cabeza, a veces el rostro de Elaine se cruza por mi cabeza y eso me calma aún más —tomó un sorbo de refresco.
—Bien, Joaquín, mira, voy a cuidarte, y no tienes porqué gritar, éste cholo navaja guardada te va a proteger, si yo me asusto, tú solo abrázame más fuerte, eso me regresará a que solo es una estúpida película de miedo —miraba a Joaquín, quién jugueteaba con sus labios.
Seguimos viendo la película, más espantos, más tensión, pero me controlé.
Hice lo que Nikolás, pero al tratar de cruzar imágenes de María en mi mente solo se me venía un coraje inexplicable, así que las imágenes se tornaron de rubia ojos verdes, a un castaño ojos miel, Joaquín.
Y todo se volvió paz.
Al terminar la película, me sentí aliviado, volteé a ver a Nikolás, quién tenía la cabeza mirando hacia arriba con la boca abierta, y en seguida se le escapó un ronquido.
¿Neta se durmió? Creo que ni yo ni mi cría íbamos a poder si quiera pegar un ojo.
—Creo que lo pondré en el colchón —le susurré a Joaco, para que me soltara, y así lo hizo.
Me levanté, de puntitas, hasta el lado de la cama donde yacía Nikolás, lo tomé en mis brazos lentamente, tratando de no despertarlo.
—Aw, mira que dormido si me agrada, no es el hijo e' put... De siempre —lo cargué para dejarlo en el colchón, y taparlo.
El tiempo se me había ido volando, ya eran las once cincuenta y dos de la noche.
—Creo que quiero intentar dormir —me susurró Joaquín —. Porque si lo trato más tarde, el simple hecho de que son las doce no me dejará tranquilo.
Le puse la pijama, e hice lo mismo conmigo, me recosté rápidamente, colocando a Joaquín en mi regazo, para aclararlo como a un bebé, ya que como Nikolás dijo, sabía que tendría pesadillas y me necesitaría.
Estuve mesiendo al chico de cabello castaño, así hasta notar como sus ojos dejaban de forzar su cerradura, ahora solo eran dos líneas de pestañas entornadas relajadamente.
Los suspiros de Joaquín se hicieron presentes, y una tranquilidad llenaba la habitación.
Mis ojos empezaron a cerrarse, y sin esfuerzo alguno, sentí como caí en los brazos de Morfeo.
Desperté alertado, no me sentía descansado, no había luz de día, por lo que asumí que era de madrugada y esas sospechas se confirmaron cuando volteé a ver el reloj de Joaquín.
Había estado soñando algo, algo no agradable. Por estas razones odio éstas películas.
Temía despertar a Joaquín con mi sobresalto, y mi corazón latiendo rápidamente.
Pero me encontré con que el de mejillas rozadas, estaba sudando frío, con su corazón corriendo a toda velocidad, y cierto ceño fruncido, acompañado de una gota saliente de su lagrimal derecho.
Estaba teniendo una pesadilla, y solo Dios sabrá, que tan horripilante sería.
—Joaco, ey, tranquilo, aquí estoy, Emilio está cuidándote, nada puede lastimarte —le susurré lo más tenue posible.
—Vienen por mí, ¡Vienen!
—Escapa pequeño, puedes volar, puedes hacerlo, solo piensa en elevarte y saldrás, tendrás luz.
—No funciona... Me tienen, me tienen... ¡Ayúdame!
—Emilio está luchando contra aquello que te asecha, lo está venciendo, tú huye, corre de aquí, ¡Vuela!
—No quiero dejarlo solo, nos matarán a ambos...
—Jamás, yo tomaré la espada de ahí, y te defenderé hasta de los no vivos, vámonos de aquí, toma mi mano.
—¡Listo! ¡Vámonos, vámonos!
—Ya salimos, salimos de ahí, mira, hay luz, mucha luz —intenté darle mucho amor a través de un cálido abrazo.
—Luz... La luz de la mañana es hermosa —se calmaba poco a poco.
—Eres, la luz de mis mañanas —reí ante dicha referencia y el suspiró.
—Mí héroe —me sonrió.
—Soy... ¡Bat man! —moví mi cabeza haciendo movimientos en círculos.
Se elevó sobre mí y me dió un beso en la mejilla.
Me ruboricé, y casi instantáneamente, con el aún frente a mí, le dí un pico en los labios, sin si quiera pensar o analizar las cosas.
Pude notar su sonrojo, para luego recostarse de nuevo, y quedar como piedra.
¿Instintos? ¿Por qué me atacan? ¿Qué quieren de mí? ¿¡Por qué demonios me pasa esto?! ¿¡Por qué a mí?!
Estoy hartándome, estoy apunto de reventar, estoy hiperventiladome a la vez.
Estoy siendo infiel, estoy siendo malditamente infiel, y le estoy faltando el respeto a todos mis principios, por unos simples instintos, y es más, me excuso con que son exactamente aquello, solo instintos, pero la realidad es que desconozco la verdadera razón del porque sucede ésto.
Me di la vuelta lentamente, para dejar a Joaquín recostado por el solo, me levanté de la cama, y sin hacer ruido al caminar, abrí la ventana de la habitación, para salir por ahí, y sentarme en el techo inclinado, formado por un material rugoso.
Simplemente estoy sentado, en pijama, en la madrugada, en una casa que no es la mía, viendo hacía la oscuridad del cielo, y a la luna plasmada en él.
Tomé mi cabeza entre mis manos, y me apreté el cabello, queriendo arrancarlo de sus raíces.
¡No soy gay!
¡No puedo ser bisexual!
¡No lo soy!
¿Estoy confundido acaso? ¿Acaso Joaquín hizo que me confundiera?
¿Acaso así nací? ¿¡Acaso siento algo?!
¡Respóndeme Dios! ¡Dame una respuesta concreta!, mándame una maldita señal de que es lo que me está pasando.
Toda mi corta vida mi madre me ha inculcado que existes, que escuchas, y te estoy hablando ahora.
¡Ayúdame! ¡¿Me oyes?! ¡Estoy desgarrándome por dentro!
¿Por qué no me das una respuesta? ¿Es porque no me consideras tu hijo? ¿Es porque te estoy pidiendo una respuesta a algo que en la Biblia se muestra como pecado? ¡Pero soy un niño! ¡Un adolescente! Y aún necesito que me guíen... Pero ésto, no puedo hablarlo con ningún mortal. Dios, si estás ahí, por favor, ayúdame... Me estoy desmoronando, ya no puedo con éste sentimiento, de no saber qué me pasa, de ni si quiera poder leer mis emociones, no puedo con la culpa, con el enojo y la frustración hacia mí mismo.
Pero anda ya, que si María está haciendo lo mismo, o peor, ¿Por qué yo no? Aunque pensar así, es para débiles, para convenencieros, y no, no soy así.
Perdóname Dios, por haber cometido éstos pecados, pero necesito que me ayudes, ¿Soy tu hijo después de todo no? ¿¡No?!
—Me dijeron que das una respuesta a quienes no pueden más, a quienes realmente llegan hasta el piso a implorar tu ayuda, y ahora aquí me tienes, pidiéndote tu ayuda, o al menos la de mi ángel de la guarda, no quiero seguir haciendo ésto, pero no sé cómo parar, ¡No sé obtener resultados por mi parte! ¡Ya no sé que soy, Dios!
Guardé silencio, pero mi mente cada vez iba más rápido.
¿Por qué no puedo permanecer feliz? ¿Por qué no puedo simplemente ayudar a Joaquín y el fin de semana solamente irme? ¿Por qué me llegan éstos celos instantáneos? ¿Por qué actúo por instinto? ¡Necesito ayuda! Pero si le digo a mis padres me tomarán por loco, por desviado, seré el típico “adolescente confundido”, no sé quién puede darme respuestas.
Con el corazón latiendo rápidamente, tirando mi alma por la borda, sucumbí al llanto, no pude más.
Noté como mis manos que recubrían mis ojos, empezaron a mojarse, y mis párpados a forcejear la cerradura de mí vista, no me sentía para nada bien, estaba apunto de explotar.
¿No me quieres Dios? ¿No me quieres escuchar? ¡Estoy hablandote!
Pero no, sé que no voy a recibir ninguna señal, es más que obvio, me estoy resignando a que él, no escucha a pecadores, no escucha a personas confundidas.
Y si ni si quiera él me escucha, entonces nadie lo hará, nadie logrará entender.
Portaré la culpa y la incertidumbre conmigo, sin embargo nadie va a enterarse.
Joaquín, por favor, desfigura tus sentimientos, y tú rostro, que yo, ya no sé que está ocurriendo conmigo.
Pero sea lo que sea, tú lo estás provocando.
Mis lágrimas me evitan poder ver, me recosté en el techo, dejando correr las gotas saladas por mis pómulos, que recorren el lugar donde deberían estar mis patillas, para luego pasar a mis orejas.
Me duele tanto, saber qué no puedo hablarle de ésto a nadie, saber que nadie va a escuchar, nadie va a entender, todo me van a tachar de infiel, de loco, de confundido, de inusual.
¿Y si le digo a Joaquín?
¡Claro que no!
Si le hablo de mis dudas, será más que obvio que son por él, y pensará que me gusta, y eso me llevará a la ruina.
Aparte, ¿Que podría saber Joaquín? Es un indefinido, aunque puedo decir con seguridad que heterosexual no es, lo sé, lo presiento, y se nota en su manera de desarrollarse con sus semejantes, como Diego, o Nikolás, y sus besos, me lo han dejado más que claro.
—¿Qué haré? Estoy perdido aquí, perdido.
María, María podría ayudarme, pero pedirle sus consejos, sólo me llevarían a confesarle que besé a alguien que no es ella, puesto que me cuestionará, ¿Qué demonios hice para empezar a dudar sobre mí sexualidad?
¿Quién soy? ¿Qué soy? ¿Por qué? ¿Por qué soy...? ¿Por qué a mí? ¡POR QUÉ! ¡Y PUROS MALDITOS E INSÓLITOS POR QUÉ!
Me estoy destruyendo a mí mismo.
Me limpié el rostro, entré a la habitación de nuevo y me dirigí al baño.
Cerré la puerta, encendí la luz, y me miré al espejo.
¿Qué ves Emilio? ¿Qué ves?
—Veo a alguien con una mente revuelta, alguien con ojos rojos e inchados, veo a un ser confundido y dolido, lleno de culpa, veo a un estúpido adolescente rogando por ayuda, veo a Emilio, suplicándole a Dios por respuestas, y sintiéndose un bastardo por no recibirlas, veo...
Guardé silencio ante unos lloriqueos que provenían de fuera del baño.
Apagué la luz, y abrí la puerta sin hacer ruido rápidamente.
Me quedé atento en el silencio, y los quejidos se hicieron presentes, me asomé hacia Nikolás y estaba profundamente dormido, no podía ser alguien más que Joaquín.
Me fui de puntitas hacia la cama, para subirme a ella lentamente, y noté como el chico recostado en ella, mordía la almohada, forzaba sus ojos cerrados, llorando, y cerraba los puños con muchísima fuerza.
Debía estar teniendo otra pesadilla, y era mi culpa, era mi culpa por haberlo dejado solo, apartado, e irme a atiborrar de pensamientos negativos.
Lo tomé en mis brazos, haciendo que dejara de morder la almohada, la cual llegó a perforar, o al menos la funda, la había roto con sus dientes.
Sus puños seguían cerrados, haciendo demasiada presión, tanta, que lo hizo despertar.
—Joaquín —lo miré algo asustado.
—Me duele... —no abría los ojos por completo, estaba en el medio del mundo terrenal y el del sueño.
No entendía que le dolía, si el corazón, la mente, o algo físicamente, hasta que subió sus manos a mí rostro, y al tocarme con una de ellas, sentí frío, o al menos un líquido.
Le tomé rápidamente la mano, y la puse frente a mí rostro.
Sangre, Joaquín tenía encajadas sus uñas, en una ilera, tan profundamente que se había sacado sangre, hasta hacer que gotease.
—Ay no, Nikolás me va a matar, no no, soy un imbécil —me levanté rápidamente, y del baño traje papel, para hacerle presión en las heridas de ambas manos.
—Arde —pronunciaba Joaquín en un estado medio dormido.
—Necesito que no se te vaya a infectar, así qué... —regresé al baño a buscar alcohol y para mí suerte lo encontré, y me dirigí hacia Joaquín una vez más —. Despierta, ey —le golpeteé el rostro levemente hasta hacerlo abrir completamente los ojos.
En un pedazo de rollo puse un poco de alcohol, y se lo restregué por las heridas.
Iba a gritar y le tapé la boca con mi brazo desocupado.
—Vas a despertar a mamá oso, y me va a asesinar por haberte dejado hacerte ésto —señalé a Nikolás con mis ojos, y Joaquín comprendió.
Terminé de ponerle el alcohol.
—¿Por qué te hiciste ésto, qué soñabas?
—Con... Con nada —se echaba aire en las cortadas con su boca.
—Vamos dime.
—Con... Con el abuso de Rodrigo —bajó la mirada.
—¿Te pegaba? —mi ceño se frunció.
—Me violaba... —dijo muy apenado, y entendí que entonces mi compañero, había estado no solo soñando algo malo, había soñado su peor pesadilla, comenzó a llorar, y no pude evitar sentirme culpable.
—En la vida real, debes comprender; que ese imbécil, jamás, va a ponerte un dedo encima así, porque yo, no lo voy a permitir, ni hoy, ni mañana, ni nunca —me dolían sus lágrimas, y mis ojos inchados aún, no ayudaron, así que rompí en llanto por igual.
Me abrazó, temeroso, y le correspondí.
Ambos estábamos llorando, él por una pesadillas y yo, yo porque no estaba seguro ya, de quién era, lloraba porqué ver a Joaquín mal, me ponía mal también, lloraba porqué estaba siendo una mala persona, lloraba... Porque gracias a quién está siendo uno de mis mejores amigos, tal vez yo termine siendo el indefinido...
Ufas trufas, eso estuvo cañón :0.
PREEEEEGUNTA:
¿De dónde me leéis? ¡A tomar por culo que hablo como española siendo de México!
VOTA, Y COMENTA la peor frase homofobica que has escuchado.
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