Capítulo 24.

[Voy a luchar, incluso si sé que mis posibilidades no son las mejores]

“Oye Joaquín, Diego emoji con los ojos a líneas está llamando... So one last time, I need to be the one who...

—¿Bueno? —atendí el celular, extrañado.

—Hola Joaco, oye, me enteré de que tienes una pierna rota, ¿Cómo vas?

—Bien supongo.

—Genial, oye, ¿Estás en tu casa? —se escuchaba como si estuviese manejando.

—Sí lo estoy, estoy con... —Emilio me hizo señales de que no lo mencionara a él —. Con mi soledad, no hay nadie en casa.

—Bueno, ¿Puedo ir? Aunque en efecto estoy a dos cuadras de tu casa —rió.

—Ah, claro, aquí te espero —colgué.

¿Por qué viene Diego? —Emilio puso su mano en su mentón.

—Supongo que para decirme el típico “Mejórate” o algo por el estilo.

—Me esconderé, y lo asustaré cuando llegue aquí —la cara de malicia de Emilio solo me podía provocar risa.

—Si menso, y ¿Cómo se supone que yo voy a bajar a abrirle? ¿Volando o qué? —señalé mi pierna.

—Bueno... Puedo ir a abrir rápido y le dices que está abierto desde aquí, así no te paras, ni tengo que bajarte en la silla, ¿Aceptas? —Emilio se paró rápidamente hacia mi puerta.

—Ándale ve —corrió emocionado, y se escuchó donde efectivamente abrió el seguro de mi puerta, y luego regresó rápidamente.

—Me voy a esconder en el baño, así tú estás sentado y el dará la espalda a esa puerta y podré salir para asustarlo —asentí con la cabeza y el corrió al baño.

Tardó no más de dos minutos, cuando recibí un mensaje.

Diego😑: Ya llegué ábreme.

Joaco B: Está abierto, pasa, estoy arriba, es la puerta que está hacia la izquierda.

Diego😑: Bueno, ya voy.

Se escuchó a Diego abrir y cerrar la puerta, luego subir las escaleras, y por fin entrar a mi habitación.

—Hola —entró y me dió un pequeño abrazo —. ¿Silla de ruedas? —la señaló —¿Tan mal quedaste Joaco?

—Pues desafortunadamente sí, me rompí feo —hice una mueca.

—Joaquín, vine aquí para decirte que te mejores, ya sabes lo típico, pero también vine a decirte algo más —pude ver como la puerta del baño se abría un poco.

—¿Qué cosa? —me centré en los ojos de Diego, si es que dos líneas pueden llamarse ojos.

—Estuve pensando en aquel día en casa de Emilio, ya sabes, cuando subimos a la planta alta, sí estaba borracho, pero no totalmente inconsciente —la puerta detrás de él se detuvo de un golpe —. Me gustó compartir ese momento contigo, Bondoni —se me acercó un poco más, poniéndose de rodillas frente a mí, para quedar más a mí altura, ya que no podía pararme.

—A mí también Diego, pero, ¿Eso es lo que ibas a decirme?

—No solamente eso, o sea, quería que supieras que ese momento me hizo recordar todos aquellos, cuando ambos entramos a tres ocho uno, ¿Te acuerdas?

—Claro que sí, ese mes de marzo fue muy loco, me encantó conocer a los chicos, y pues claro, que como nuevos tú y yo nos apartabamos un poco —toqué los rizos de Diego.

—Desde que iniciaste con lo de la novela, ya no podemos salir tanto como antes, pero bueno, Emilio me dijo que en toda ésta semana no grabarías —una vez más la puerta empezó a abrirse —. Quiero invitarte a salir —y de nuevo, la puerta se frenó en seco.

—Ah claro, ¿Con los chicos y...

—No o sea, salir, tú y yo —me tomó de la mano.

—Oh eh, ¿Quieres ir al boliche o algo así? Es que no puedo levantarme de la silla...

—No Joaquín, quiero ir a un restaurante, salir tú y yo, como una cita —me ruboricé, y Emilio sacó su cabeza por la puerta, poniendo una cara de: ¿Qué pedo?

—De amigos —aclaré mi garganta.

—Por lo pronto, sí, de amigos, quisiera llevarte al restaurante que está por la casa de Paola, ya sabes, el que tiene tejado, me encantaría verte brillar en las luces de ahí —me acarició la barbilla.

Emilio ponía una cara de confusión extrema.

Diego, estoy seguro de que heterosexual no era, ya saben, “heteroflexible”, pero no estaba borracho ésta vez, sabía lo que hacía, y su no confirmada bisexualidad afloraba. El y yo habíamos tenido pequeñas charlas sobre esto, y el jamás había sentido algo por alguien de su mismo sexo, absolutamente nada, hasta que me conoció.

—C-claro, ¿Cuándo?

—Me gustaría ir hoy —se acercó a mí.

—Bueno, tendría que llamarle a mí mamá para pedirle permiso, y dinero —me puse algo nervioso ya que Emilio, me veía desde su supuesto escondite.

—No es necesario el dinero, yo te voy a pagar, y claro espero a que le llames, pero pensaba llevarte en la noche, cuando es más... Privado, yo te conduciría hasta ahí y te regresaría, por eso no te preocupes —sonrió.

—Bueno entonces puedo esperar a que mi mamá regrese —Diego se inclinó hacia mí, pegando su frente con la mía.

—¿Te había dicho ya, que tus ojos tienen un brillo peculiar?

—Sí, un par de veces —me ponía cada vez más nervioso.

—Una tercera no está mal entonces —delicadamente me dió un beso en la mejilla, a lo cual yo terminé como tomate.

Narra Emilio:

Uno de mis mejores amigos, acaba de llegar a la casa de mi pareja laboral, ¿A coquetearle?
¿Diego es bisexual? Porque gay no es.

Me sentí incómodo, raro ante la situación, ya ni si quiera sabía si era buena idea salir del baño. Diego se llevaría a Joaquín a cenar, pero, no pienso dejarlo ir solo, tiene que haber alguien que cuide de mi moco, y si mamá Niko no está, me toca a mí.

¿A Diego realmente le gusta Joaquín? ¿O está haciendo todo ésto por mame?

Me asomé para verlos de nuevo, y Diego estaba ya muy cerca del rostro de Joaco, quién se hacía para atrás, para alejar un poco al pelirubio.

Me inunda un sentimiento de celos, asco, algo de furia, verlos. No sé si es porque no quiero que mis amigos estén en una relación, o si es porque nadie va a atreverse a besar a Joaquín en mi presencia.

Decidí salir, no iba a tolerar que Diego lo besara.

—¡BUU! —tomé a Diego por la cintura, espantandolo.

—¡Ay idiota! —Diego me tiró un golpe en el pecho —. Casi escupo un pulmón del susto, ¿Cuánto has estado ahí?

—Lo suficiente para saber qué te quieres llevar a Joaquín a un restaurante —no me iba a andar con rodeos.

—Bueno sí, ¿Y? —se incorporó.

—Como su mamastra responsable, no puedo dejarlo ir solo, tendré que ir yo —crucé mis brazos.

—Se supone que es una cita para dos...

—¿Cita? ¿Te gusta Joaquín? —me hacia el que no había escuchado toda la conversación.

—N-no, solamente quería llevarlo a distraerse por su rotura —se notaba algo nervioso, sabía que me mentía.

—Entonces iremos los tres, un trío es mejor que una pareja —sonreí —. Porque no dejaré a Joaquín ir solo, necesita atenciones que una sola persona no puede darle —y por una sola persona me refería a Diego.

—Bien... Iremos los tres —su cara me demostraba disgusto, pero sé que Diego me ama a pesar de que siempre le ando cagando sus planes.

—Genial, ahora separate tantito del niño, lo sofocas —retiré a Diego del lado de Joaquín.

—Mi mamá llegará en unas dos horas, me acaba de escribir, ¿Si puedes esperar? —Joaco se dirigió hacia Diego.

—Claro que sí, y aún mejor, más tiempo contigo, ¿Quieres cantar, jugar? —Diego se sentó a su lado.

—Podríamos cantar, estaría bien —Joaquín sonrió.

—Yo me sentaré a prestarles atención —me recargué en las almohadas de Joaquín, con las manos en mi nuca.

—Joaco, come on, come on, turn the radio on —Diego empezó a hacer un pequeño bailesito.

—It's Friday night and I won't be... —empecé a caer en cuenta de que tenía sueño, o sus voces eran tan melodiosas que me arrullaban.

Narración normal [Joaquín]:

Volteé mi cabeza, y para cuándo acordé, Emilio ya estaba dormido, con la boca abierta.

—No aguanta nada —Diego se sentó a mi lado.

—Déjalo, ha estado muy cansado cuidándome.

—¿Desde cuándo? —se puso pensativo.

—Sábado creo —miré hacia arriba.

—¿Y estamos? —Diego me veía fijamente, sentía su mirada.

—Lunes por la tarde —sonreí inocente.

—Uy sí, que de mucho —rodó los ojos.

—Cuidar a alguien que no puede caminar es más cansado de lo que parece —hice una mueca.

—Entonces me quedaré a cuidarte yo —sonrió.

—Pero ya serían tres aqu...

—¿Tres? Yo solo veo a un cholo en tu cama, ¿Acaso hay alguien aquí debajo? —se agachó a verificar.

—Nikolás, está en el hospital con su papá, pero aún así puede decirme que viene a quedarse aquí, dejó toda su ropa y demás cosas en esa maleta de ahí —la señalé.

—¿No hay espacio aquí quieres decir?

—Eso exactamente.

—No te preocupes, puedo dormir con Nikolás en el colchón, o debajo de tu cama, o incluso mejor, tú puedes dormir sobre mí, y así cabemos los tres en la cama —me dió una sonrisa ligera.

—Emilio te va a morder si le mencionas eso —me reí.

—¿Y por qué? —se elevó de hombros.

—Si se pelea con Niko por lo mismo, imagínate contigo.

—Tendrá que aguantarse, ya lo decidí, me quedaré hoy contigo después de llevarte a cenar —me tomó una mano.

¿Acaso mi casa dice HOTEL afuera y no lo había notado? Porque mágicamente todos quieren quedarse sin antes preguntarme.

—Si Nikolás no regresa ésta noche, te quedarás en el colchón, y si sí regresa, puedo decirle a mi mamá que limpie el cuarto de visita, que en realidad es un espacio cutre con una cama y un buró —dejé mi mano inmóvil.

—No me lo tomes a mal, pero espero que no regrese Niko hoy, porque de verdad quiero estar cerca tuyo, es más, aventaré a Emilio al colchón —acariciaba mi mano.

—No puedes, Niko y él lo lanzaron a la suerte y Emilio ganó quedarse en la cama —quería mucho a Diego, siempre hemos tenido una conexión especial, pero no iba a perder la oportunidad de dormir a diario con quién me paraliza el corazón.

—Ya veremos —me guiñó un ojo.

—Diego, ¿Por qué haces ésto? —no le iba a dar vueltas al asunto.

—¿Tocar tu mano? Es suavecit...

—No o sea, lo de venir aquí, querer llevarme a cenar, quedarte a dormir, ya sabes.

—Oh, pues lo de quedarme a dormir, ¿Por qué lo hacen Emilio y Nikolás?

—Para cuidarme.

—Por lo mismo lo quiero hacer yo, y lo de llevarte a cenar, es sólo un... Lindo gesto, de mí parte —su cabello alborotado siempre me daba ansias de agarrarlo.

—Pero estás llevándome a una supuesta “cita”, los amigos no tienen “citas” —hice las comillas con mi mano desocupada.

—Quieres decir que para llevarte a una cita, quieres que seamos algo más que amigos —me sonrió pícaramente.

—No, o sea, ah, Diego tú sabes a lo que me quiero referir.

—No sé si me gustas, si esas son tus dudas, neta que no lo sé. Sólo puedo afirmar que cuando estoy contigo, la luz sólo es para ti, el relfector de mis ojos solo quiere alumbrarte a ti, me haces sentir en paz, Joaquín, tú sabes que desde que entramos... Me fijé en ti —volvió a acercarse más a mí.

—Sí, lo recuerdo, pero creí que habíamos dejado eso de lado, porque tenías miedo de ser algo diferente a lo establecido como normal, y dejamos en claro que éramos solo amigos —recordar esos acuerdos, y esas charlas sobre sentimientos, no eran muy gratas de traer a mi memoria.

—Sé en lo que quedamos, pero, todos tienen derecho a cambiar de opinión, ¿No?

—Supongo —el calor subió a mis mejillas.

—Solo quiero vivir el momento, en base a lo que de verdad siento, mira, ven —tomó mi mano y la puso en su corazón —. ¿Qué sientes?

—Late muy rápido —le miré el pecho, asombrado.

—Exacto, significa que estoy nervioso, y que tú provocas algo en mí —apretó mi mano contra él.

—Pero no quiero empezar algo, Diego, no siento lo mismo que en aquellos tiempos —su corazón aún latía fuerte, pero no sé si por amor, o por decepción.

—Entiendo... El tiempo pasa, y sé que no ibas a estar esperándome, pero puedo empezar de nuevo, por eso quiero llevarte a cenar hoy, incluso si tengo que llevar a éste baboso con nosotros —señaló a Emilio.

—Solo quiero que sepas, que muy probablemente yo no pueda corresponder tus sentimientos Diego, eres mi amigo, no quiero herirte —le di mi mirada tierna.

—Lucharé, si no se puede, podemos ser amigos, siempre amigos Joaquín, sabes que odiaría perderte de cualquier forma —me abrazó.

—Por eso me caíste bien de inmediato, siempre escuchas, y entiendes lo que de verdad pasa, eres un gran ser humano, y me alegra que estés aquí conmigo —lo abracé por igual.

—Sabes que aunque no seamos algo más que amigos o mejores amigos, siempre voy a apoyarte, te amo Joaquín —su corazón se sentía a reventar, pegaba en mi pecho.

Sentí movimiento detrás de nosotros, pero lo ignoré.

—También te amo, Diego —pude ver una pequeña porción de cabello a rulos en el borde del espejo, Emilio se había despertado.

—¿Ya sé hicieron novios o algo así? —efectivamente, estaba despierto.

—No, somos grandes amigos solamente —Diego me soltó para dirigirse a Emilio.

—No vayan a andar wey, neta que raro que tus buenos amigos anden de polen y abeja —había algo de cara en su disgusto.

—Eso no te corresponde, Celosmilio —Diego alegó.

—¿Celosmilio? —cuestionó el chico detrás mío.

—Sí, estás celoso, te llamas Emilio, celosmilio, bum —sonrió.

—No estoy celoso, solo que sería raro —sus labios formaban una mueca.

—No nos va... —Diego me miró —. No me va a importar si es raro.

—Pues a ver cómo le haces, porque a Joaquín no le gustan los hombres, o eso creo, y te le estás insinuando mucho—Emilio se cruzó de brazos.

Diego me miró inmediatamente de nuevo, y comprendió que yo no le había dicho claramente a Emilio sobre mi verdadera orientación.
Diego sabe, porque entre el y yo hubo varios “altercados”, que en realidad eran coqueteos.

—Obvio eso ya lo sé, tú sabes que es puro mame pendejo, yo solo quería llevar a Joaquín a cenar para que se sintiera mejor, y los te amo, neta fueron de mejores amigos —Diego podía disimular muy bien.

—Yo sé que es puro mame lo de que joteas muchas veces, pero cuidadito wasauski, cuidadito —Emilio miró con los ojos entre cerrados a Diego —. Si te llegan a gustar los hombres, está bien, ya sabes con qué no te enamores de mí, O DE JOAQUÍN.

—Ya sé lo de que de ti no, ¿Pero porque tampoco de Joaquín? —Diego arqueó una ceja.

—Porque yo no quiero y se acabó, a fin de cuentas, no te gustan los niños, no hay para que discutir, ¿O si? —Emilio entró en una especie de interrogatorio hacia Diego.

—No sé Emilio, sabes que no sé, ya habíamos hablado de esto —creo que Diego ya había hablado de sus sentimientos con Emilio, obviamente, es su mejor amigo.

—Sí, ya sé, heteroflexible —dijo Emilio.

Lo sabía, yo sabía eso. Pero Diego, en realidad es bisexual, yo lo presiento.

—Creo que debería dejar de callarme —Diego tomó valor y apretó los puños —. Soy bisexual Emilio, por fin puedo asegurarlo.

Me quedé shockeado, yo sabía, lo sabía, pero escucharlo de sus labios...

—Así que por fin te definiste —Emilio lo miró, frío, y hubo tensión en el cuarto —. Ven aquí puñetas —Emilio lo abrazó y le alborotó el cabello con el puño.

—¿No vas a enojarte? —habló Diego.

—Wey, creo que ya lo sabía, solo faltaban pruebas, y contigo coqueteandole a Bobondoni, fue más que suficiente —Emilio me miró.

—No le estaba coq...

—No me mientas, conozco exactamente como lo haces, arqueas una ceja, muerdes tú labio, haces comentarios sobre la belleza de la persona, te agarras mucho el cabello —describió perfectamente lo que Diego hacia conmigo, desde que entramos a tres ocho uno.

—Bien, lo admito —se encojió de hombros.

—Pero por favor no lo ostigues, Joaquín aún no se define —Emilio le habló serio

—Entendido y anotado, mamá —Diego golpeó a Emilio en la espalda con la mano abierta.

—Así que nos pagarás la cena, chinos.

—Yo solo se la pagaré a Joaquín.

—Soy su cuidandero, mamastra, protector, yo también voy incluido —rió Emilio.

—Eres un fastidioso —le dijo Diego.

—Me amas —Emilio tronó los dedos.

—No voy a pagarte de todos modos —Diego miró a Emilio, quién me hizo un puchero.

—Yo le pago a Emilio —su rostro me hace un 90% menos inteligente al verlo.

—Estás loco, tú no vas a pagarle al chimpancé —Diego bufó.

—Concuerdo con que no me va a pagar, y si en chimpancé quedamos, un chimpancé muy sexy —se tocó el abdomen —. Mejor yo le pago a Joaquín.

—Yo fui quién lo invitó, es una cita, y tú solo vienes de mal tercio —el chico de melena larga rodó los ojos.

—¿Cómo chingados crees que voy a dejar al que en estos momentos es mi cría, contigo? —Emilio hizo muecas.

—Yo puedo cuidarlo mejor que tú, dientes de conejo.

—Nadie es mejor que yo cuidando de Joaquín, ojos de tarjeta de crédito.

—Yo le daría todo lo que me pidiera, nariz de tucán —Diego se cruzó de brazos.

—Ah sí, pues yo también, pelos de trapeador —Emilio se cruzó de brazos también.

—Pelos de perro mojado.

—Integrante rechazado de BTS.

—Señorito NO Vedette.

—Cachetes de globo.

—Alas de pollo rostizado.

—Pies de dinosaurio.

—¡A ver ya! —los frené —. Si Niko estuviera aquí, ya les habría metido unos buenos golpes, me alteran.

—Perdóname bonito, no vuelvo a hacerle caso al cholo navajero —Diego tomó mi cabeza pegándola a la altura de sus costillas.

—No toques a mi cría, chino de comportamiento sospechoso —Emilio inclinó mi cabeza hacia la altura de sus costillas.

—Me van a marear, mira, mejor, cada quién paga lo suyo, y se acabó, cena normal de amigos, igual y le llamo a Nikolás, para ver cómo sigue su papá, y si puede acompañarnos —retiré mi cabeza del lado de ambos, haciéndome para atrás.

—No vamos a sacar a Niko del hospital para que vaya a cenar, mira, ya, si el chino te quiere pagar, está bien, yo pago lo mío y se acabó —Emilio parecía resignado.

—Perfecto, reservaré una mesa de las del balcón —Diego tomó su celular y marcó el número, saliendo de mi habitación para tener privacidad.

—Emilio, debo decirte algo —le susurré a lo que él se acercó —. Diego piensa quedarse a dormir aquí.

—¿Qué? ¿Pero y si Niko si llega a dormir? —susurraba conmigo.

—Dijo que me durmiera sobre él y así cabriamos los tres en la cama —y la expresión de Emilio cambió drásticamente.

—No, no va a pasar eso, si se queda, es en el colchón de Niko, con Niko o sin él, pero en la cama solo dormimos tú y yo, la suerte lo declaró así —se escuchaba algo molesto.

—Tú convéncelo, voy a llamarle a Niko, para informarnos —tomé mi celular y marqué su número.

—¿Bueno?

—Niko, ¿Cómo va todo? ¿Cómo está tu papá? —jugaba con las pelusitas de mi cama.

—Al parecer algún idiota conducía viendo el celular, y chocó con mi él, pero el impacto fue fuerte, que hizo que el cuello de mi papá se fracturara, ahorita ya está radiografías para asegurarnos de que no sea algo más grave que un esguince —se escuchaba algo mormado, como si hubiese estado llorando de preocupación.

—Una pregunta, ¿Si vas a llegar a dormir a mí casa?

—Esta noche no lo creo Joaco, me quedaré a cuidar a mi papá, no le dan los resultados de los estudios completos hasta mañana, y lo quiero cuidar, tú solo has mi maleta a un lado.

—Bueno, es que vino Diego —no dudé en mencionarselo.

—¿Valdés? ¿El bi de clóset? —el burro hablando de orejas.

—Sí, ese —bajé la voz y susurré al teléfono —. Que por cierto ahorita salió del clóset conmigo y Emilio.

—¡No manches! Mañana me cuentas cómo estuvo la cosa.

—Se quedará a dormir... En tu colchón —esperaba la respuesta exacta de Niko en mi cabeza.

—¡Me suplantas! —sí, ahí está la respuesta.

—No Niko, iba a quedarse aunque estuvieses aquí, se va mañana, no te preocupes, y... Va a llevarme a cenar,  una supuesta “cita” —Emilio tonteaba en su móvil, mientras yo bajaba mucho la voz y pegaba la boca a la bocina.

—¿¡Cita?! No mames, ¿Se declaró bisexual y aparte ya se animó a pedirte salir? —pareciamos comadres en el chisme.

—Sí, después de meses, pero desafortunadamente ya no esperaba esa invitación con ansias, como antes. Emilio declaró que irá con nosotros, que no me iba a dejar ir solo con Diego.

—Está celoso, ¡Ponlo más celoso! Si Diego te abraza, o te quiere dar besitos tu déjate, que sienta el pelos de estropajo que no solo estás a su disposición —Nikolás se ponía muy intenso a veces.

—Veré que pasa, pero seguiré durmiendo con Emilio, no quiero que Diego se interponga en eso —cada vez me quería hundir más la bocina en los labios, para que no se escuchara lo que decíamos.

—Tranquilo, no solo es éste día, aún falta la semana entera, te vas a ir de jeta cuando veas las fotos que les he llegado a tomar —sonreí inconscientemente.

—Bien, me parece bien, ahora, saluda a tu papá de mi parte, y nos vemos mañana Niko.

—Hasta mañana Joaquín, y ya sabes, hoy las perras se van a pelear por ti, date tú lugar, adiós —y me colgó.

—¿Entonces? —Emilio me miraba.

—No se quedará ésta noche, va a estar cuidando de su papá, quién está estable, lo que quiere decir que Diego se queda en el colchón definitivamente.

—Muy bien, espero tu mamá no piense que ya agarramos la casa como hotel o algo así —rió.

—Ya tengo todo listo Joaquín, hoy será una noche muy linda —Diego volvió a mí habitación —. ¿Quieres que en lo que llega tu mamá, vayamos al moll?

—¿Y qué haríamos allá?

—Voy a llevarte a los juegos, y también a comprarte ropa —Diego asentía con la cabeza.

—Estás loco, para empezar, no voy a dejar que gastes en mí a tal escala y menos si vamos a ir a cenar después de eso, en segundo en el moll las cosas no son muy baratitas que digamos, ¿Se te metió algo en el cerebro? —apreté los labios.

—El pajarito del amor lo picó —se metió Emilio.

—Tú cállate costroso —Diegp se dirigió a Emilio —. Y Joaquín, tengo el dinero suficiente, trabajé todo el fin de semana, quiero comprarte cosas y llevarte a divertirte y no aceptaré un no por respuesta.

—Si lo terco no se lo quita nadie —Emilio suspiró.

—Podemos ir, pero no me compres ropa, no es neces...

—Lo haré quieras o no, no puedes caminar lo que significa que si te meto a una tienda no vas a salir tan fácil de ella —Diego me sonreía.

—Aprovechándote del inválido verdad, si Joaquín no quiere estar en un lugar yo lo voy a sacar de ahí y si no es en su silla, lo cargaré —interfirió Emilio.

—Bien bien, pero aún así, de perdido quiero comprarle algo muy bonito para la noche —me miró lleno de ternura.

—Joaquín no necesita ropa bonita para verse bonito —Emilio le dió un golpesito a Diego.

—Pero se pondrá ropa que yo elija, hasta podríamos entrar a la tienda de lencería...

—¡No en mi presencia Valdés! Cállate con tus cochinadas, si le vas a comprar algo a Joaco tiene que elegirlo él —el cubano de la cintura para abajo le dió otro golpe más fuerte a Diego en el brazo.

—Bueno yo solo decía, anda, vamos —Diego me cargó rápidamente —. Te ponemos en la silla ya que lleguemos al moll, tú la bajas Mailo, nos vemos en el auto —y salió corriendo conmigo en brazos.

—¡Siempre me dejan la silla! —Emilio venía renegando en las escaleras.

Diego me depositó en el asiento del copiloto.

Emilio echó la silla en la cajuela.

—Yo me iré adelante para cargar a mi cría, si me disculpas —Emilio me sacó del asiento para cargarme y luego volverse a meter.

Apenas iba a decir que cuando ya habíamos estado en el auto yo podía ir en el del copiloto sin problema, pero creo que Emilio me leyó la mente y me tapó la boca, guiñandome el ojo.

PREEEEEGUNTA:

¿Beso Valdoni? 7w7

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