Capítulo 21.

[Debo cuidarte, debo hacerlo]

Narración normal [Joaquín].

Abrí un poco mis ojos ante los rayos del sol que se posaban en mis párpados.

Siento algo en mis... Algo en mis...
¿Soy yo? ¿O Emilio me está agarrando las nachas?

—Emi —me moví tantito.

—Mm, buenos días amor, oh... Tengo algo en mis manitas... —Emilio me apretó el trasero repetidas veces en lapsos de tiempo corto.

—Eh... Emilio —me ruboricé, me lleno de vergüenza.

—No me digas Emilio amor... Mira podemos hacer un mañanero... Ando con el calambre matutino, mira, siente —como me tenía cargando se hizo hacia arriba, como dando una embestida.

—Emilio Osorio Marcos —dije en un tono apenas auditivo, con mucha vergüenza, la cara de tómate y los ojos como platos.

—Bebé no me digas así... A ver, déjame ver si andas al menos calientita... —aún con los ojos cerrados bajó su mano hasta mí intimidad rápidamente, y me apretó mí parte a lo cual hizo un gesto de extrañeza —. ¿Tienes un bulto? ¿Ca...lambre?

—¡EMILIO OSORIO MARCOS! —grité lleno de pena, retirando rápido su mano de ahí.

Emilio abrió los ojos, y al verme se asustó.

—¡AY NO MAMES! —Emilio se sentó derecho —. ¡Perdóname Joaco! ¡Pensé que era María! Ay no, que vergüenza, ya te manosié, ay no, te agarré el paquete —se tapó la cara con ambas manos, tenía una risa nerviosa —Y también traes el calambre matutino, ay no Diosito.

—¡Te voy a chacalear! —le grité y lo golpeé con la almohada.

—¿¡Por qué tanto escándalo?! —Niko se levantó asustado del colchón.

—Me tocó —dije.

—Lo toqué —dijo al mismo tiempo que yo hablé.

—¿QUÉ? ¡AHORA SÍ TE ROMPO LA JETA! —Niko se le echó encima como gato rabioso a Emilio.

—¡Ay menso! —gritó Emilio.

—¡No Niko! ¡No lo hizo intencionalmente! —le hablé quitando sus manos de la cara de Emilio.

—¿O sea cómo? ¿¡Qué le hiciste sesos de cabra?! —le dió un golpe a Emilio en la cabeza.

—Estaba medio dormido, pensé que era María y lo toqué, por error —Emilio habló tranquilo, tratando de calmar la reacción de Niko.

—¿Te agarró el pipí? —Niko me volteó a ver.

—O sea sí, pero...

—¡Cochino! —le dió una cachetada a Emilio.

—¡Ay, qué no fue intencional Nikolás! —se ocultó abrazándome —. Dile que ya no me pegue —hizo un puchero.

—Ya no le pegues, no fue intencional, pensó que era... Su novia —me atraganté un poco.

—Lávate las manos con cloro, o mejor, Joaquín tú lávate el pipí con cloro, te va a pegar las garrapatas —Niko se puso las manos en la cintura.

—Ja-ja que chistosito —Emilio le sacó la lengua a Niko.

—Fue un accidente, estoy bien —miré a Nikolás.

—Bien, pero a la otra fíjate, ya me manoseaste al niño, su Joaquinconda se vende, no se regala —me puse pálido de vergüenza ahora ante el comentario de Niko.

—Uy pues perdón, aunque sí era un bulto muy grande —rió Emilio.

—Sí verdad, yo digo que tiene un subdesarrollo, porque apenas tiene quince y ya de ese tamañ...

—¡Chicos! ¿Podrían dejar de hablar de mi pene? —miré amenazante al ojiverde.

—Pues, yo también la tengo de buen tamaño, o al menos eso me dicen todas —Emilio miró seductoramente a Niko.

—Yo no me quedo atrás, ilusos —Niko se miró las uñas.

—Diecinueve —rió Emilio.

—Diecisiete punto cinco —Niko nos guiñó un ojo.

Ambos me miraron.

—¿Qué me ven? —dije extrañado.

—Estamos diciendo medidas, órale vas —Emilio esperaba pacientemente mi respuesta.

—Nunca lo he medido, no es como que entre al baño casualmente con una regla —elevé las manos haciendo un gesto de confusión.

—Pues lo harás ahorita mismo, ten, mi celular tiene una aplicación de regla —me cedió Niko su teléfono.

—¿Pierna rota? ¿No me puedo ni bajar los calzones? ¿Recuerdan?

—Sin apuros —Emilio me desabotonó el pantalón.

—¿¡Qué haces?! —lo frené.

—No veremos venga, Niko voltea hacia la pared de allá, y yo me taparé con la almohada, para que no te incomode.

—Ustedes son unos pesados —saqué mi miembro del bóxer y del pantalón, a lo que tuve que bajarme un poco ambos ya que necesitaba medir desde el inicio obviamente, tomé el celular regla y empecé a medir—. Veintiuno, ¿Felices? —me subí rápidamente mi ropa.

—Nos dejó abajo —le dió un golpesito Niko a Emilio.

—Chale, a cualquier niña con quién lo hayas hecho o vayas a hacer, la rompiste o la vas a romper —Emilio me dió un guiñó pícaro.

—Soy virgen —los miré apenado.

—Yo también —chocamos los cinco Niko y yo.

—Ni que decir mis compañeros —Emilio soltó una sonrisita —. Estoy más tocado que la canción de Despacito —y todos soltamos una carcajada.

—Recuérdame no dormir contigo otra vez —miré a Emilio.

—Ay, y a mí que ya me había gustado agarrarte de peluche —Emilio me abrazó.

—¡Es mío! —Niko nos separó y con el ceño fruncido me abrazó.

—Quisieras —Emilio me jaló hacia el.

—Tú quisieras, pendejo —Niko hizo una mueca.

—¿No le vas a decir nada? —Emilio me vió haciendo puchero.

—¿De qué?

—¡Dile que en la casa de los Gress no se dicen malas palabras! —se cruzó de brazos.

—Ahh, ¡Niko! En la casa de los Gress no s...

—Mis huevos, a ti nunca te faltaría al respeto, pero Emilio... Emilio sabe que es mame —Niko sonrió.

—Uy sí, a ver —Emilio me acercó a él, abrazándome y dándome besos en los cachetes.

—¡NO TOQUES A JOAQUÍN BESTIA INMUNDA! —Niko empezó a jalonear a Emilio para que me soltara.

—Ves como te pones, es como si tuvieras una chispita, y cuando me acerco a Joaquín, explotaras.

—Sigue siendo mame —Nikolás guiñó un ojo pero a la vez miró amenazante a Emilio.

—Ya se sabe que lo quieres para ti solito, ni te hagas —Emilio le enseñó la lengua a Niko —. Pero ni madres —de un momento a otro, Emilio me tenía en brazos, corriendo fuera de la habitación.

—¡ES MÍO! —se escuchaba a Nikolás persiguiendonos.

—¡En tus sueños Nikito! —Emilio bajó las escaleras a toda prisa conmigo pegado a su pecho.

—¡Suéltalo! —los pies de Niko bajaban rápidamente las escaleras.

—Válgame muchachos, pues ¿Qué traen? —mi mamá estaba sentada en la barra, tomando café.

—Estoy tratando de robarme a Joaquín señora, nos vemos en un rato —dijo Emilio rápidamente y abrió la puerta de mi casa.

—¡CUANDO TE ATRAPE TE VOY A CORTAR EL...

—¿Tú también Niko? —escuché decir a mi mamá mientras Emilio ya bajaba los escalones.

—Ay... Perdón señora, debo evitar el secuestro de su hijo, ¡ahorita vengo y tiendo la cama! —oí a Niko, quién nos seguía el paso.

¿Qué tan raro es ver a tres muchachos en pijamas corriendo por la calle y con uno de ellos cargando a un "inválido"?

Yo me aferré a Emilio ya que tenía miedo de caer. Corre muy rápido a decir verdad.

—¡CUANDO TE ATRAPE VOY A HACER CALDO DE CHOLO! —Niko gritaba a una cuadra de nosotros.

—¡NUNCA ME ENCONTRARÁS! ¡NO ES COMO QUE VOY DIRECTO A LA HELADERÍA! —le respondió Emilio.

Y en efecto, llegamos hasta la heladería.

—No pesas nada Bondoni, espero no haber herido tu pierna —se sentó en la banca, conmigo aún en brazos.

—Estoy bien, a decir verdad no sentí dolor o molestia, eso es bueno supongo.

—Creo que nos alcanzará en unos dos minutos —Emilio respiraba rápido —. Pero no voy a dejar que te quite de mí, decreto que eres mío —rió.

—¿Ah sí? ¿Y como vas a decretar eso? ¿Me vas a marcar como a las vacas? —me reí por igual.

—Pues no porque te va a doler, pero si te puedo morder una nalga.

—¡Emilio! —le dí un golpesito en el hombro.

—Ay pues que, tienes unas pinshis nalgot...

—¡Osorio Marcos! —fruncí el seño.

—AJÁ, CON QUE ROBÁNDOME A JOAQUÍN —apareció Niko, quién veía a Emilio con cara de maniático.

—Epa, Joaquín se dejó.

—En mi defensa, ¿Qué querías que hiciera? ¿Que me tirara al piso y te dijera que no? Sí claro, con la pierna rota dejándome caer.

—Tiene un buen punto —Emilio elevó las manos.

—Es MÍ Joaquín —me tomó de la mano —. Yo lo conocí primero.

—Mentira, vi unas fotos antiguas de mi mamá, mis papás y lo suyos se conocían, yo tenía un año y Joaquín era un feto, y según las añejas fotos, yo tocaba la pansita de la mamá de Joaco —sonrió, campante.

Niko gruñó.

—Pero conocerlo bien, no siendo fetos, nos conocimos como a los seis años, y éramos buenos amigos —me apretó la mano.

—De hecho, cuando aún no sabían el sexo del bebé, o sea Joaquín, bromeaba tú papá —me señaló —. Con que si eras niña ibas a ser mi novia —levantó las cejas.

—No me importa, ahora sí me permites le compraré un helado a Joaquín y a mí, y me iré, con él —me sentó en la banca, lejos de Emilio.

—Ah no, yo le compro el helado a Joaquín —se paró rápidamente.

—¡No sabes cuál es su favorito! —Niko le siguió el paso.

—¡OREO! —Emilio se metió a la heladería, y detrás de él Nikolás.

Y oh vaya, ¿Que podría salir mal conmigo afuera solo en la banca con sus dos protectores peleándose adentro para ver quién me compra helado?

—Un mariquita salió a pasear —esa voz...

—¿Qué quieres idiota? —no pensé en las consecuencias, ya estaba muy mal físicamente para que me importase.

—Uy, la nenita se quiere defender —Rodrigo, los orangutanes y Sebastián.

—¿Dónde está su otro pendejo? ¿Lo dejaron para que cuidara la casa? —me ardía la sangre, no estaban bien mis palabras, lo sabía.

—Andas muy... —Rodrigo tomó aire —. Groserito con nosotros, cry baby.

—Váyanse —me acomodé en la banca.

—Y dinos, ¿Qué haces aquí? En pijamas de niña, y con un, ¿Yeso?

—No imbécil, es pasta de dientes que me embarré porque quise —rodeé los ojos.

—No me vas a estar contestando así —se me acercó, poniéndose imponente.

—Yo puedo hablarte como quiera —me crucé de brazos.

—¿Muy valiente no? —me tiró un golpe, a lo que mi cabeza se fue para atrás, me toqué el labio, estaba sangrando.

Con la furia, el rencor y la fuerza que tenía en mis brazos, le metí un golpe directo a la mandíbula, que hizo que su cabeza se elevara, tumbándolo al suelo.

—No debiste hacer eso, maricón —hizo una seña a los orangutanes —. Terminaremos lo que el día de la graduación no se pudo.

—¡ALÉJENSE PAR DE SIMIOS! —con todas mis fuerzas golpeé a Bruno, pero eran dos contra uno, y Raúl me levantó de los brazos.

—Y dime, ¿Dónde estan tus protectores ahorita, bebé llorón? —habló Sebastián.

—No necesito protectores —con mi cabeza golpeé a Raúl, aturdiéndolo, tal y como Rodrigo lo hizo una vez conmigo.

—¿Ah no? —Rodrigo se me acercó de nuevo, pero estás vez fue para abrazarme muy fuerte, inmovilizando mis brazos.

—¿Son esos idiotas de allá adentro que se están peleando por un helado? —volteé un poco, efectivamente, esos idiotas eran mis idiotas.

—¡Deja de molestarme! —intenté quitarme de su fuerte agarre, pero en segundos, Bruno y Raúl ya me tenían presionado entre ellos.

—Te llevaremos con nosotros cry baby —los orangutanes me levantaron alto.

—¡Milio, Nilo! —grité como niña, mi voz masculina no estaba ensayada en el momento.

Pero no me escuchaban.

—O sabes qué, ésto será aún más divertido, dámelo —les indicó a Bruno y Raúl.

Me cargó como costal de papas, a lo que yo le golpeé la espalda, pero era inútil, no le dolía lo suficiente. Se bajó de la banqueta, y revisó que no viniesen autos, para quedarse en medio de la calle.

—Espero disfrutes el pavimento, Joagay —me dejó caer fuertemente, caí de espalda.

Rodrigo y sus seguidores se limpiaron las manos y se alejaron de la heladería, yéndose por un caminito de pasto.

Estaba tan adolorido, que no podía levantarme, el sol estaba dándome en la cara, no podía si quiera ver. Intenté sentarme al menos, pero mi espalda no respondía, mis piernas tampoco, y mis brazos estaban inmóviles.

Escuché autos...

—¡NIKOLÁS, EMILIO! —grité lo más fuerte que pude.

Me volteé boca abajo a como dió lugar, y efectivamente, venía un auto, pero adivinen, era el auto de Rodrigo, que venía a unas dos cuadras, a toda velocidad.

Me arrastré, tratando de salir de la calle, pero mi yeso pesa más de lo que creí.

Mis dos idiotas apenas iban a salir del local, cada uno con dos helados en la mano.

—¡Por favor! —grité, y lágrimas empezaron a brotar de mis ojos.

Me seguía tratando de arrastrar, pero solo había logrado avanzar unos veinte centímetros.

En segundos, al salir ambos del local, Emilio reaccionó primero.
Soltó los helados al piso, y no supe que le pasó a Nikolás pero se quedó shockeado.

Emilio corrió hacia mí a toda velocidad, pero el auto de Rodrigo ya estaba a menos de la cuadra.

—¡JOAQUÍN! —Emilio soltó un grito ahogado.

PREEEEEGUNTA:
¿Postre favorito?

🌈 ¡Envíame tu número de WhatsApp por privado si quieres acceder al grupo!

VOTA Y COMENTA, ándale sí (?):3

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top