Capítulo 19.
[Lo quiero cerca, cerca de mí...]
—Creo que solo bajamos a Joaco, y la silla no, porque lo vas a sentar en la mesa, no creo que necesite la silla —dijo Niko mientras Emilio me tenía en brazos.
—Lo que tú no quieres es cargar la silla, Nikolasito —se rió Emilio, ya sacándome de mí habitación.
—Puede, pero es neta, no la va a ocupar —insistía Niko.
—Es verdad, no hay problema Emilio —dije, acurrucándome en su cuello.
Me bajó, para depositarme en la silla.
—Bueno, provecho —mi mamá ya nos tenía servido —. Y a ver niños, ¿Trajeron ropa de dormir?
Ambos guardaron silencio, con un bocado en la boca.
—Bien, podemos hacer dos cosas, una es que Joaquín les preste ropa, y otra que se regresen a sus casas y si quieren vengan más tarde —mi mamá comió su tostada con pico de gallo.
—La primera opción —dijeron ambos al mismo tiempo, y ambos con todavía algo de comida en la boca.
—Ni modo Joaquín, vas a tener que desmantelar tu cajón de pijamas, para ver cuáles les quedan —me paralicé, porque recordé que en ese cajón, tengo exactamente eso, mis pijamas, ¿Saben qué significa?
Color rosa, dibujitos, unicornios, figuritas de Disney... Yo sé que con Niko no hay problema, pero Emilio...
—¿Si les queda la ropa de Joaquín? —preguntó mí mamá.
Los dos asintieron con la cabeza.
Después de un rato de comer, por fin acabamos.
Nos fuimos para arriba, ésta vez me cargó Nikolás.
Me dejó en la cama.
—Mira hijo, aquí está un colchón inflable, para que duermas más cómodo, y aquí colchas para el frío, porque Joaquín siempre prende el clima y parece congelador en la madrugada —mi mamá le tendió el colchón al lado de mí cama, más precisamente del lado izquierdo, y lo infló.
—Gracias señora, está perfecto —Niko le dió la mano a mí mamá, y acto seguido mí madre se retiró.
—¡Elijamos tus pijamas! O sea, nuestras pijamas, o sea las que son tuyas pero que nos vamos a poner nosotros, o sea... Ajá —hablaba Emilio, trabado.
Me preocupé un poco, porque tenía miedo a que me dijera algo por mis pijamas algo... "Femeninas".
Le señalé a Niko el cajón, y lo abrió.
—¡No manches! ¡Yo quiero la rosa! —gritó Emilio.
Mi pijama rosita pastel, consta de una camisa de donas de chocolate, y un pantalón de tela suave liso.
—Yo tomaré... La morada —dijo Niko.
La morada tiene arcoiris en la playera, y es un short que también tiene arcoiris.
—Yo, no me voy a poder cambiar bien jaja, pero me pondré la azul, que tiene dibujado a Stitch —se la indiqué a Niko y me la dió.
—Ojalá no te dé frío Bobondoni, es un short más corto que el de Niko —me advirtió Emilio.
—No hay problema, me taparé con las colchas —sonreí.
—Necesito que Emilio se salga —dijo Niko, cerrando el cajón.
—Ah caray, ¿Por qué? —Emilio se estaba quitando su camisa para ponerse la pijama.
Su cuerpo Dios, Joaquín no babees, no vayas a babear, Joaquín despierta, ¡JOAQUÍN ESTÁS BABEANDO! ¡TE ESTÁS GRITANDO A TI MISMO MENSO!
—Porque voy a cambiar al niño, y ocupo quitarle el pantalón.
—Ay, Niko, yo ya lo vi hasta desnudo y una vez hice que se cayera en mí carro, y le vi esas nalgot...
—¡Emilio! —le grité.
—Ay bueno, yo sólo decía —se terminó de poner la playera.
—No importa Osorio, a Joaco le da pena, esa vez fue por causas mayores —Niko se acercó a mí.
—Y si mejor yo lo cambio y tú te vas al baño a cambiar solito, digo porque a mí me vale, yo ahorita me pongo el pantalón —Emilio se recogió el cabello con una liguilla.
—¿Ahora vamos a pelear por todo para ayudarle a Joaquín? ¿Por qué no dejas que el mejor amigo lo haga?
—¿Por qué no dejas que el casi mejor amigo, amistad laboral, y papichulo lo haga? —se dejó su chonguito, que le hacía ver algo tonto, pero bello.
—Neta no pienso volver a pelear, mejor lanzaré una moneda —Niko sacó una moneda de cinco pesos —. Elijo sol —y la lanzó al aire.
Cayó en el piso, y todos nos asomamos a ver.
—Hoy por fin la suerte se pone de mí lado oye, muy bien por mí —se talló el hombro —. Así que bueno, órale, ahuecando el ala chamaco —le dió golpesitos a Niko en las nalgas para que se fuera al baño.
—Me las cobraré Emiliano —dijo Niko cerrando la puerta del baño.
—¡Emilio, pendejo! —le gritó Emilio.
—Sí, ya sé que Emilio es pendejo —le respondió Niko.
—¡Emilio, mí mamá está en casa! ¿Recuerdas? —le regañé.
—Oh sí, perdón Bobondoni, no maldiciones en casa de los Gress, no maldiciones en casa de los Gress, no decir malas palabras en casa de los Gress —se repitió varias veces —. Ahora ven —se me acercó para bajarme el pantalón, a lo cual me sonrojé, me da mucha vergüenza que me vean en paños menores y más cuando es la persona... Mí persona...
Me bajó con cuidado el pantalón, por sobre mi yeso, para luego agarrar el shortsito.
—Tus boxers están muy cool —agarró mis piernas para meterlas en el short y traté de cooperar.
—Gracias, tus... Tus chinos están bien chidos también —no sabía ni que decir.
—¿Quieres tocarlos? —se quitó la liguilla y sus chinos explotaron —. Ven —agarró mí mano y la puso en su cabeza, haciéndome moverla, como haciéndole piojito.
Sonrió de una forma que nunca había presenciado. No era una sonrisa mostrando dientes, era una sonrisa suave, era como un pequeño noble cachorro.
En lo que yo lo acariciaba, el me subió el short, y luego me puso la playera, aunque eso no era necesario.
Se volvió a hacer el chonguito, y luego se quitó el pantalón.
Llevaba unos calzoncillos Polo, color rojo oscuro, que realzaba perfectamente sus buenas dotaciones por parte del señor Je... Sí, ustedes ya saben.
—Cierra la boca, te va a entrar una mosca —me dijo, a lo cual me ruboricé ahora sí que mucho.
—¡Ay no! ¡Nada que ver! Me quedé pensando en alguien, perdón, neta perdón, es de esas veces que te quedas pensando en algo y sin querer ves a alguien y esa persona cree que la estás viendo pero en realidad estás perdido en tus pensamientos y pues...
—Tranquilo menso, ya sé, si ni si quiera parpadeabas, ¿Pensando en alguien eh? —se subió el pantalón.
—Ah, eso, nada importante —me tallé los ojos.
—¿Un amorsito por ahí, Joaquín? —elevaba sus cejas y me miraba con los ojos entre cerrados.
—Para nada, estaba pensando en... En Diego —¿Qué? ¿Diego? ¿Neta Joaquín?
—A chinga, ¿Te gusta Diego?
—¡No! O sea, estaba pensando en que hace mucho que no lo veo, y no sé si anda bien —disimula Gress.
—Ahh, pues andaba estudiando para unos exámenes o algo así como hace dos días, creo que ayer terminó, si quieres le marco para que venga —me ayudó a recostarme en mis almohadas.
—No, no es necesario, solo se me vino a la mente, porque recordé que él era el Uber jaja.
—Ah sí, es muy buen Uber, excepto cuando quiere andar manejando con los ojos cerrados, a veces ya ni sé qué pedo, porque siempre parece que los trae así, y a veces me culeo y le gritó: ¡ABRE LOS OJOS PUÑETAS! y se ríe el wey —se acostó a mí lado.
—Esa boca —lo miré.
—Puta madre, digo, ahh, no decir groserías en casa de los Gress —se dió golpesitos en la frente.
—No pasa nada siempre y cuando mí mamá no te escuche —y Niko salió del baño por fin.
—Me veo bien sexy, ya sé —modeló hacia nosotros.
—Ah no, aquí el más sexy soy yo —dijo Emilio.
—Creo que ambos se equivocan —dije y troné los dedos haciendo mueca de pato.
—¡Pruébalo Bondoni! —me volteó a ver Emilio.
—Lo haría si no tuviera mí pierna rota, Osorio —reí.
—A ver, prueba de baile para ver quién es más sexy, jalan o culos —habló Niko —. Tú puedes bailar de la cintura para arriba Joatitch —rió un poco.
—Jalo, tú primero Niko —se acomodó Emilio.
—Bien, les enseñaré como se hace esto —se paró frente a nosotros, y puso música.
Puso la canción de cincuenta sombras de grey.
Empezó a bailar, pero bailar de una manera muy lenta y sensual, como si intentara seducirnos.
Yo sólo me tapaba la boca para no reírme, y Emilio lo miraba pensante, con una mano en la barbilla.
El ojiverde movía sus manos lento, iba de arriba a abajo, delineando su cuerpo, para luego bajar lentamente hasta el piso, y quedar sentado. Nikolás gateó un poco, para subir hasta la cama, donde estábamos Emilio y yo.
Se puso de rodillas, y se flexionó hacia atrás en cámara lenta, esa espalda debe doler. Se devolvió a su posición normal en rodillas, y acto seguido estiró su pierna derecha, subiendola lentamente.
Gateó un poco más hacia nosotros, y se me acercó.
Me miró, seductor, seguro de sí mismo, y se posicionó sobre mis muslos, para volver a flexionarse hacia atrás y terminar casi recostado en mis piernas, digo casi, porque no me tocó, realmente está haciéndolo muy detalladamente. Luego se elevó hacía mí, y al casi finalizar la canción, me dió un roze de nariz con nariz, para luego quitarse y hacer un dead drop en cámara lenta sobre la cama.
Yo aplaudía, y Emilio lo veía con cara de confusión, aún con la mano en la barbilla.
—Diva e inalcanzable, bravo —especuló Emilo para luego aplaudir lentamente y por un corto tiempo —. Pero yo puedo hacerlo mejor, sin embargo, dejaré lo mejor para el final, Joaquín, vas.
—Lo tomaré pero me ofende muchísimo —iba a pararme.
—¿¡Qué estás haciendo?! —me dijeron Emilio y Niko.
—Ah, ya vas a empezar a copiarme —se dijeron entre sí.
—Pues no puedo bailar sentado.
—Claro que sí, porque si te paras, te nos mueres —Emilio tomó mí mano e hizo que me volviera a acomodar.
—Sí Joatitch, es peligroso, tú baila así, créeme que yo sé que tú nos súper ganarías si caminaras —Niko me acomodó las piernas.
—Bien —agarré mí celular para poner la música.
Empecé recargándome en el respaldo de mí cama, lento, para después levantarme poco a poco, y doblarme hasta tocar con mí pecho mis rodillas, tengo flexibilidad.
Lo hice de una manera lenta, y mientras aún estaba doblado, con mí mano izquierda recorrí mí pierna hasta llegar a mí trasero, todo ésto lo hice viendo a Emilio, de manera atrevida.
Nikolás me veía queriéndose reír también.
Me volví a enderezar, e hice un juego de manos, para entrar en papel. Con la pierna no tan lastimada, pude doblarla, para luego recargar mí mejilla contra mí rodilla, después despegué mí cachete, para hacer mí cabeza hacia atrás.
Me hice para abajo, para quedar totalmente acostado en la cama, moví mis brazos lento, y me volteé a como pude, para quedar pecho tierra.
Me puse en posición de perrito, teniendo mucho cuidado con mí pierna.
Moví mi trasero un poco, arriba y abajo.
Volví a sentarme bien, y al terminar la canción volteé hacia Emilio, y le acaricié el rostro de una sola rozada.
—Se lleva el Oscar, el Grammy, El MTV miaw, el todo, gracias —habló Nikolás —. ¿Qué se siente ser humillado por alguien que ni si quiera puede mover su pierna, Emilio?
—Aún no me han visto a mí, mis queridos compañeros —se levantó, y puso música desde mí celular.
Empezó por abrazarse a sí mismo, como si se apretara muy fuerte, como si se deseara a sí mismo. Cuando la canción aumentaba la velocidad, sus manos también lo hacían, pero su cuerpo seguía en cámara lenta.
Se recostó en la orilla de la cama, para acostarse del torso para arriba y dejar colgando su trasero y sus piernas, se levantó poco a poco.
Y luego... sus caderas, sus malditas caderas.
Empezó a moverlas de una manera muy lenta y seductora, de lado a lado y como si hiciera círculos. Luego juntó sus brazos en el aire, para con su torso, dar embestidas, de atrás hacia adelante, todo de manera lenta.
Se subió a la cama, y de manera rápida, se nos acercó a Nikolás y a mí.
Se paró en la cama, con cuidado de no topar sus manos con el techo, y comenzó a mover las caderas una vez más.
Si no fuera porque Niko me está pellizcando, sería más baba que persona.
Se sentó de rodillas, para luego acercarse a Niko, y someterlo contra la cama, poniendo sus brazos a la altura de sus ojos, al lado de su rostro, acorralandolo. Acercó su cabeza a él, y se la restregó por el pecho.
Mientras ésto sucedía Niko me veía con cara de: yo no se lo pedí.
Y levantaba las manitas haciéndome referencia a que el no tenía la culpa.
Luego Emilio se acercó a mí.
Se sentó sobre mí, pero dándome la espalda, sentando su trasero sobre mí intimidad.
Y yo rogándole a Ariana Grande que cierto amiguito no se despertara de más, porque despierto ya estaba desde que Emilio empezó a bailar.
Se hizo para atrás, haciendo que yo me acostara sobre las almohadas, y su cuerpo estaba sobre el mío, se hizo un poco hacia un lado, para poder tocar mí rostro.
Luego se volteó al derecho, y me sometió como a Nikolás, estaba en posición de perrito, pero sobre mí, yo era su presa.
Con su dedo índice recorrió desde mí cuello hasta debajo de mí ombligo, todo en una línea recta que cruzó por todo mí pecho.
Y cuando volvió a subir el dedo, ésta vez también lo paso por mis labios.
Y chocamos miradas, por segundos, pero sus ojos estaban sobre los míos.
Y nuestros labios estaban a pocos centímetros.
La canción acabó, y Emilio se paró e hizo una reverencia ante nosotros.
—A juzgar por sus notables erecciones, yo gané —a lo cual Niko y yo volteamos rápidamente hacía nuestra entrepierna —¡No se crean mensos! Pero lo de que gané si es en serio.
—Para no ser gay, o eres así por naturaleza, o te metes mucho en tu papel —le dijo Niko, sediendole el lugar que le corresponde a Emilio en la cama.
—Me meto mucho en el papel, es que así le bailo a mí novia, solo que a ella sí la termino besando —se recostó a mí lado.
Hey, cariño, mí amor, disculpa, sí. ¿QUIÉN TE PREGUNTÓ POR TU NOVIA?
Pasó un buen rato, donde hicimos bromas telefónicas, jugamos al Jenga, etc, y luego jugamos video juegos que tenía abandonados en un cajón.
—Oye Bondoni, ¿Cuando cumples años? —me preguntó Emilio mientras estábamos en combate.
—Cumplí hace días, creo que ya tiene semanas —dije sin tomarle importancia.
—¡No mames! ¿Y por qué no nos dijiste? —me preguntó.
—Esa boca Emilio, y pues, ese día solamente comí pastel aquí con mi hermana y mi mamá, vino Andy un rato, y Niko se había ocupado con su papá.
—A la otra hay que hacer algo en grande —le brillaron los ojos.
—Pues no sé, no tengo muchos amigos, mi cumpleaños no es algo muy especial que digamos.
—El próximo lo será, estoy seguro.
—¡Van a perder si siguen hablando! —nos gritó Niko.
Pasaron al menos dos horas de jugar sin parar.
—¿Quieren jugar a algo más? —nos dijo Emilio.
—Yo creo que mejor nos dormimos, tengo mucho sueño —Niko se bajó a su colchón inflable, y se tapó.
—Bueno, entonces a dormir —Emilio me ayudó a taparme, y a acomodarme, dormía del lado derecho, viendo hacia la misma dirección.
—Buenas noches —suspiré.
—Y recuerda Osorio Marcos, cuídalo o te aviento de la cama —las últimas palabras de Niko antes de caer como piedra.
—Tápate bien, porque el clima hace que ésto se ponga muy frío —le susurré a Emilio.
—No te preocupes lo haré, y si no, te abrazo y nos damos calor, es lo que hacíamos Romina, Kiko y yo cuando hacía un putazo de frío en mí casa, nos tirábamos todos arriba del otro y nos hacíamos bolita, y éramos una masa de calor —rió bajito.
—Bueno, yo ya tengo frío —debía intentar al menos.
—¿Es en serio o es una excusa para un abrazo? —me cuestionó Emilio, viéndome.
—Las dos cosas —reí inocentemente.
—Ay Bobondoni, ven —me acercó a él, y me abrazó, acurrucándome en su cuello, rodeandome con sus grandes brazos, y teniendo mucho cuidado de mí —. Eres un gran amigo para mí, neta perdóname una vez más, no quiero que nada malo te pase...
—No es tu culpa que me hayan asaltado, pero si te hace sentir mejor, te perdono.
—Te quiero cara de pato —me dió un besito en la cabeza.
—Y yo a ti, pelos de estropajo —le besé el cuello, sin pensar, pero no obtuve respuesta negativa, Emilio solo se quedó abrazándome tiernamente, hasta quedar dormidos.
Aunque puedo jurar que ví una pequeña luz antes de caer completamente dormido, probablemente Nikolás y su shippeo, ya quiero ver esas fotos.
PREEEEEGUNTA:
¿Quieren algún otro shippeo aparte de Emiliaco?
VOTA Y COMENTA MI AMORA.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top