Sippy Cup
Era una noche oscura en donde los integrantes de la familia Pines se encontraban en su mundo de sueños, la castaña dormia en casa de una amiga, Delaida estaba en la casa bebiendo, ultimamente lo hacia con más frecuencia debido a la revelación que hicieron en su cumpleaños frente a todos, Robert no se encontrab por ningún lugar, el menor de la familia estaba durmiendo placidamente, soñando con angeles de suave cabello que veian desde los cielos cosas que un niño no deberia soñar.
En el suelo de la cocina se encontraba Delaida, borracha y deprimida, no pensaba con claridad, su concsiencia la habia dejado a su cuenta, susurros se oian en la cocina donde se encontraba la pobre castaña, la cual miraba su anillo de bodas.
-¿Crees que no sabia que este anillo se lo compraste a uno de tus empleados por una noche de sexo? – Dijo observando el anillo de plata con un diamante en corte cuadrado que le habia dado Robert en su boda.
¿Tan poco valia?
Esta alma marchita se cuestionaba sus votos mientras que en las habitaciones superiores se encontraba cierto castaño dormido, o eso estaba haciendo, hasta que escuchó el auto de su padre llegar haciendo que se despertara, se levantó viendo por la ventana a su padre entrar por la puerta principal con una señora de cintura delgada y pechos grandes, seguramente operados, supo que su padre estaba acostandose con otra mujer, otra plastica de una noche como las llamaba el sirviente que, ahora, solia mimarlo más de lo normal desde lo ocurrido hace dos meses en la fiesta de su madre, cuando todos supieron los secretos de la familia Pines, desde ese día su padre habia sido menos discreto, su madre bebia más con tal de ignorar las miradas acusadoras de los demás y su hermana pasaba menos tiempo en casa de sus padres, por un lado estaba él, que no hizo más que meterse en su propio mundo donde se sentia un principe siendo mimado por el sirviente más "leal" de la familia, para el pequeño Dipper estaba bien.
Decidió ignorar a su padre y tratar de volver a dormir, pero no podia.
En la sala se escuchaban las risas de la prostituta junto con las de Robert, ambos mareados por el alcohol luego de haberse ido de fiesta y de haber estado insinuandose para tener sexo en el bar, pero Robert queria hacerlo en su mansión, ni siquiera le importaba su esposa Delaida ni de su hijo Dipper, aunque de este ultimo no le importaba ni madres su existencia, solo le importaba complacer sus deseos lujuriosos, nada más. La mujer de senos de silicona se paseaba colgando del hombro de Robert mientras pasaban por la cocina para llegar a las escaleras justo pasando delante de la casí inconsciente Delaida, quien al ver los tacones de la mujer se desconcertó, algo mareada y sin enficar bien la vista se levantó lo mejor que pudo siguiendo a la pareja hurgidos por la lujuria.
La castaña alcoholica se acercó a su esposo y le tocó el hombro, Robert se volteo viendola indiferente pero a la vez asustado, ya habia perdido mucho con la revelación en la fiesta de su esposa, no queria caer más con un divorsio, eso lo arruinaria.
-¡Oye! Yo te conosco – Hipó la dama casada mientras se tambaleaba señalando a la mujer de senos operados – Ere- la chica de mi fiesta ¿No? – Dijo aun señalandola con el dedo, parecia medio risueña y molesta sonriendo con el maquillaje casí corrido.
-Delaida vete, no te interesa – Dijo su esposo tratando de alejarla de la mujer que ni nombre se sabia.
-¿No me interesa? Pero si es interesante como me en-gañas con esta perra, que-rido – Hipaba mientras evitaba caerse ante los empujones de Robert, la castaña no lo permitió y se fue contra su esposo.
El angelito que dormia en la cama se levantó de repente por un golpe seco que escuchó en la planta baja, estaba asustado, pensaba que sus padres estaban discutiendo por la mujer que llegó con su padre por lo que volvió a ignorarlo y trató nuevamente de dormir.
La madre de castaños cabellos veia los cuerpos en el suelo, ambos desmayados por el golpe que resibieron con las botellas de ron con los que Delaida los golpeo recientemente, sin estar consciente del todo los tomó arrastrandolos a las sillas más cercanas sentandolos en las mismas dandose la espalda mutuamente, evitando que se cayeran fue a las alacenas inferiores buscando algo con que atarlos, sus movimientos roboticos fuera de su mente iban de manera automática hacia otro lugar de la casa de manera como su fuera rutinaria para ella, llegó al garage por la puerta interna de la mansión, fue al estante de donde tomó una soga gruesa la cual era larga, aun con su caminar programado se dirigió nuevamente a la cocina donde ambos cuerpos seguian vivos pero inconscientes, tomó la cuerda amarrando sus brazos al espaldar de la silla y sus piernas a las patas de la misma, aun en estado inconsciente fue y tomó una taza llenandola con alcohol para seguidamente beber de este.
Gritos se oyeron desde la cocina hasta llegar al cuarto del pobre castaño, se levantó dejando a la luz de la luna su pijama de seda azul como un vestido, se encaminó por el pasillo aun escuchando los gritos desconocidos para el pequeño, en ves de volver al cuarto siguió los gritos, sus ojos debosando de curiosidad infantil, llegó a las escaleras dejando de escuchar los gritos, antes de bajar por completo vió a su madre salir de la cocina cubierta de sangre con un cuchillo en su mano moviendose de manera automática, el castaño se escondió entre los barandales y gracias a la oscuridad de la habitación su madre no pudo verlo, al irse de su vista se encaminó a hurtadillas a la cocina encontrando una manta de la cual sobresalia dos bultos, levantó con cuidado la manta encontrando los cuerpos de su padre y la chica con la que vino llenos de cortes, la sangre aun brotaba de las heridas, estuvo apunto de huir de no ser por el pañuelo que se coló en su naríz, asustado empezó a respirar de manera alterada aspirando el cloroformo del pañuelo que sostenia su madre cayendo inmediatamente dormido.
Delaida cargó como pudo el pequeño cuerpo de su hijo hasta el cuarto del castaño donde lo ató de manos en la cabecera de la cama y de piernas a las patas traseras de la cama, la droga no era tan potente como para matarlo solo alcanzaba para dormirlo, la castaña volvió abajo preparandose otro vaso más de alcohol, pero antes de beberlo su concsiencia volvió, se dio vuelta viendo con sus ojos bien abiertos los cuerpos que hace poco habia acuchillado miles de veces sin compasión, soltó la botella haciendo que se rompiera en trizas por el impacto contra el suelo, sabia que ya no podia salvarlos, aun con el alcohol corriendo por sus venas, tomó el vaso para bebés de Dipper y lo llenó de un preparado que tenia sirope con jarabe para la tos, lo suficiente como para dormir a su hijo por el resto de la eternidad, ella haria lo mismo despues de matar a su hijo.
Fue a la habitación encontrando al de ojos avellana llorando y tratando de soltarse, el cloroformo no fue muy efectivo, se acercó a su hijo quien gritaba para que lo dejara solo, Dipper queria que se fuera, no queria morir, aun sin saber su causa de muerte sabia a la perfección que moriria a manos de la mujer qu ele dio la vida.
Una muerte muy irónica.
Delaida, como siempre hacia para alimentar a Dipper, tomó el rostro lloroso del menor para obligarlo a tomarse el preparado que le quitaria la vida, el pequeño lo bebió asustado de atragantarse terminando con el contenido en su totalidad, al terminarselo Delaida soltó la tazita y levantó el rostro de su asustado hijo.
-Eres igual a mí Mason. – Dijo mostrando su ultima sonrisa.
-¡¡CALLATE!! ¡Yo no soy igual a ti! – Grito el pequeño niño castaño con el rostro cubierto de nuevas lagrimas brotando de sus ojos brillantes a la luz de la luna.
-... Antes no, - Hizó una pausa que inquietó a Dipper – Pero ahora sí.
Se fue riendo de manera ronca casí como asficciandose pero manteniendo un tono risueño, se le pusieron los pelos de punta al pequeño castaño; los ojos empezaron a pesarle y lo ultimo que vió fue el techo de su habitación forrada por unas palabras que alumbraban en color verde neón que decían:
"Los caminos al éxito están llenos de espinas, tú no puedes pasarlos pequeño"
Con eso en mente, cerró sus bellos ojos.
5:36am
Es de madrugada y los policias entraban a la mansión de los Pines encontrando una escena muy lamentable para el menos de la familia, quien milagrosamente sobrevivió con ayuda de una de los sirvientes de la familia, el más "leal" de todos.
Varios detectives se la pasaron en la escena de crimen tratando de desifrar el rompecabezas mientras esperan por noticias del hospital en donde tienen al pequeño castaño en custodia junto con el sirviente que los oficiales no pudieron identificar.
Uno de los oficiales al entrar a una de las habitaciones, a la principal en especifico, pudo notar a la esposa del señor Robert Pines muerta en su cama con un pote de pildoras para dormir vacio a un costado de la ella, al instante se la llevaron al hospital, pero ya era demasiado tarde para entonces; los ojos avellana se abriran observando las blancas paredes de marmol en el hospital, al lado de su persona se encontraba sentado el sirviente quien se encontraba leyendo una revista de reposteria, al notar la mirada avellana en su persona el sirviente levantó la vista contento de ver a su lindo niño despierto.
-Buenos días señorito Pines – dijo con una sonrisa que transmitia calidez.
-... Buenos días – Dijo apenas con una voz entre ronca y desendiente, como si estuviera perdiendo la voz o tal vez solo como si susurrara.
Antes de poder continuar con la conversación la puerta fue tocada levemente, el sirviente se levantó de su asiento abriendo momentaneamente la puerta dejando a la vista a dos detectives en traje, parecian serios.
-Buenos días ¿Le podemos hacer unas preguntas? – Preguntó uno de los detectives observando de manera fugáz al pequeño niño que apenas abria sus ojos.
-Seguro, no hay problema.
Los tres adultos salieron dejando al castaño solo, quien aun en su estado de recuperación no podia mantenerse despierto, por lo que volvió a cerrar sus ojos para poder descansar solo unas horas más.
-¿Me puede decir su nombre señor?
-Seguro – Aun con cortesía el joven sirviente – Mi nombre es John Egbert – Dijo sonriendo el pelinegro de lentes de pasta cuadrada.
-De acuerdo, puede decirnos ¿Cómo era la vida en la mansión Pines?
Una sonrisa siniestra, que pasó desapersivada por los detectives, apareció en el rostro del joven sirviente, quien, estuvo esperando este momento desde hace 15 años.
-Oh detective, tengo mucho que contarle.
Muchos pensarian que esta es una traición imperdonable hecha por un adulto de apariencia joven, pero...
"No es traición si tú ganas."
- Lisa Shearin.
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La canción no es muy de mis favoritas la verdad
¡OJO! La canción si me gusta, lo que no me gusta es el video, muy corto para la canción, que se que es corta, pero al menos, en mi opinión, debieron extenderla como Cry Baby y Dollhouse
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