Capítulo 5 [Odio]
Ese sentimiento es generalmente rechazado por las personas ya que creen que odiar está muy mal. Pero eso no le importa a la pequeña Odil, es su naturaleza ser mala, vengativa y traicionera. Así que no le interesa lo que los humanos piensen de ella, ni siquiera le interesa nada. Siente repulsión por todo, básicamente odia el mundo y sus habitantes.
Pero para que no se sienta tan sola, Muerte, su creador, también hizo a Enfado. Quién sería su hermano menor desde ese momento. Aunque ellos no se llevan muy bien. Él debe soportar las quejas constantes de Odil, mientras que ella tiene que presenciar los múltiples ataques de ira que Enfado tiene constantemente. Él termina destruyendo todo a veces y es de pocas palabras, todo lo contrario a Odil.
–¿Ya escuchaste? Lock volvió a aparecer –comenta ella mientras están en el tejado de un rascacielos. A Enfado le gusta las grandes ciudades, las cuales puede destrozar con ayuda de los humanos.
–¿Y? –pregunta él sin estar interesado en la charla.
–Quiero decir que es muy desagradable. Félix ya es insoportable en sí, siempre sonriendo y haciendo que todos estén felices. Lock, por otra parte, está desquiciado. Su risa es muy ruidosa y el maldito nunca se detiene... –Odil tampoco deja de hablar, lo que irrita a Enfado, ella es la responsable de sus ataques sin siquiera tener idea de ello.
–Creo que debemos pasar un tiempo separados –propone haciendo bufar a Odil.
–Si no lo decías tú, lo decía yo –contesta ella cambiando su expresión seria a una falsa sonrisa–. Espero no verte luego –se despide de su hermano moviendo la mano. Él no responde y sólo asiente con la cabeza para luego caminar hacia el borde del tejado. Enfado se deja caer desde el enorme edificio, sin preocuparse de lastimarse o morir. Ya que es imposible que un sentimiento muera por heridas o golpes.
–Al fin... sola... Como quería – murmura mientras toma asiento. A veces ella desea no ser odio y querer al menos una cosa o apreciar algo. Pero sabe que es imposible, sólo puede odiar. Para eso fue creada.
–Que bella vista –dice alguien que se encuentra en el tejado. Ella creyó que estaba sola y al instante refunfuña molesta.
–Estúpidos humanos. No debí venir aquí. Pero son como insectos, están en todas partes del planeta –maldice entre dientes hasta que siente que alguien toca su hombro. Un humano jamás podría tocar a un sentimiento, sólo pueden sentirlos.
–No soy humano –responde esa presencia. Odil ni siquiera se toma la molestia de mirarlo y aparta la mano de su hombro con repulsión.
–¡No me gusta que nadie me toque! Quién sabe que otras cosas más haz tocado antes. Me imagino que algo asqueroso, no lo vuelvas a hacer si no quieres perder las manos.
–Eres odiosa –lo escucha decir. Eso la molesta aún más. Hasta el punto de hacerla gritar de rabia.
–¡Es porque soy odio, genio! ¡Y...! –Al encontrarse frente a frente a ese ente, Odil queda sin palabras cuando sus ojos lo ven. Ella conoce a los demás sentimientos, los creados por Vida y los creados por Muerte, incluso a los neutrales. Pero jamás había visto antes a ese sentimiento o sea lo que sea. Una maraña larga de cabello gris cubre su rostro dejando sólo la parte inferior a la vista.
–No por mucho –comenta levantando su mano. La misma toca el rostro de Odil mientras ella no es capaz de reaccionar, un segundo después siente un extraño cosquilleo recorrer su cuerpo hasta que, al reaccionar, nota que se encuentra completamente sola.
–Eso fue extraño –murmura mirando sus manos y luego el resto de su cuerpo.
Ella no le toma mucha importancia a eso. Sino que se pregunta quién demonios era esa presencia, ese ente. No parecía ser otro sentimiento ya que Odil no pudo sentir nada, lo hubiera notado a kilómetros si se tratara de uno de sus compañeros sentimientos. Justo como lo está sintiendo ahora. Odil levanta la mirada y ve volar a una gran ave negra y con plumas rojas en sus alas.
–Es Sorpresa –dice ella mientras observa al ave alejarse. Entonces le toma un segundo darse cuenta de lo que está mal con ella, y no pierde tiempo en seguir a Sorpresa o buscar a otro sentimiento que pueda ayudarla a regresar a la normalidad.
Mientras tanto, Sorpresa volaba hacia la pequeña fiesta de picnic que Félix organizó. Ha estado al tanto de las cosas que pasaron entre su mejor amigo y Tristán, por eso no perderá la oportunidad de hacer que ambos sentimientos de sonrojen de la vergüenza. Ella divisa a un pequeño grupo de sentimientos reunidos en un parque pintoresco de una gran ciudad, así que se dispone a aterrizar.
–Hola, hola –saluda cuando sus garras tocan el suelo. En ese momento su forma cambia a la de los humanos y le sonríe a los demás presentes. Frente a ella están Félix, Afecto, Opal, Tristán e irónicamente, para su sorpresa, también Culpa está presente.
–¡Sorpresa! –exclama Félix mientras le da la bienvenida.
–Te estábamos esperando –le dice Opal agitando su brazo para hacerse notar.
–Hay caras que no solemos ver en nuestro picnic –comenta ella refiriéndose Tristán y a Culpa. Sorpresa mira a ambos con una ceja levantada, el pequeño sentimiento baja la mirada mientras que Culpa sólo mira a un lado.
–Tristán insistió mucho en que lo acompañe –responde este último haciendo que el otro sienta pena y se sonroje. Pero como siempre lleva su máscara y nadie es capaz de verle el rostro.
–Bueno, ya los conoces, Sorpresa. –Félix sonríe nervioso mientras Tristán le pide que se siente a su lado–. T-También invité a Amor, pero ella dijo que estaba muy ocupada con los humanos –comenta haciendo que Afecto suspire.
–Desde que casi desapareció ella se a vuelto un poco más agresiva con los humanos. Es como esas mujeres fuertes de las que hablan los humanos, una amazona –habla Afecto mientras los demás la miran confundidos.
–Todavía no entiendo porqué los humanos se resisten a ella –murmura Sorpresa pensativa.
–Cada vez hay más de ellos que no me escuchan –dice Culpa subiendo y bajando los hombros.
–Debería ser genial tener el poder de hablar con los humanos –comenta Afecto luego de escuchar a Culpa. Él sonríe nervioso y baja la mirada.
–No hablo con ellos realmente, sólo le murmuro cosas al oído.
–De todas formas es genial. No conocía eso de ti. –Alguien más se une a la charla haciendo que Félix de un salto del susto al ver a Odil sentada a su lado.
–¡¿Odil?! ¿Qué haces aquí?
–Puedo irme si no me quieren –responde haciendo sentir mal al sentimiento de cabellos dorados.
–Él quiso decir que no te había visto llegar. Tampoco yo sentí tu presencia –le explica Opal confundida. Están hablando de odio y es muy sencillo notar cuando está incluso a un kilometro de distancia.
Odil baja la mirada intentando recordad a qué vino, sólo se siente confundida y vacía.
–Ya lo recuerdo –habla poniéndose de pie–. Necesito su ayuda, yo... Ya no siento odio.
Los demás quedan atónitos al escuchar que ella ya no siente odio, es como decir que el hielo no se derrite en el desierto caliente.
–¿Estás segura? –le pregunta Félix levantando una ceja.
–Estoy junto a ti, uno de los sentimientos que más odiaba y no siento nada. Incluso los humanos ya no reaccionan a mí. ¿Qué más pruebas necesitas?
–Oh rayos. Eso si es malo –murmura Félix frotando su barbilla.
–¿Por qué? –pregunta Afecto ladeando la cabeza–. Los humanos dicen que el odio es la principal causa de los problemas del mundo, provoca guerras y divisiones.
–¡Oye! –se queja Odil pero ni siquiera es capas de fruncir el ceño.
–Deberías ver a Muerte, tal vez él sepa lo que está sucediendo contigo –propone Félix. Pero Odil no recuerda en donde se encuentra su creador, cosa que preocupa mucho más a Félix. Entonces él decide acompañarla, dejando a Afecto más confundida.
–No lo entiendo, todos estaríamos mejor sin odio, ¿No? La nueva Odil me cae bien –dice ella sonriendo.
–No se trata... de lo que nos agrada o de lo que no. Si Odil no vuelve a ser la misma... Se creará algo mucho peor para reemplazarla –dice Tristán mientras juega con sus dedos. Se siente un poco extraño estando rodeado de los demás sentimientos, porque anteriormente siempre estaba solo.
–¿Algo peor? Eso no suena bien –murmura Culpa rascando su cabeza. En ese momento ellos escuchan unas quejas que provienen de unos arbustos, los mismos se encuentran a unos metros del picnic.
–¿Y eso? –Sorpresa se pone alerta al igual que los demás. Pero Afecto comenta que sólo es Celos, quién no ha dejado de seguirla los últimos meses. Efectivamente es Celos quién sale de entre los arbustos, pero no se ve muy bien. Se queja de dolor mientras sostiene su cabeza con las manos, para finalmente caer a los pies de los demás.
–Me arde. ¡Que se detenga! –es lo que dice. Le pide ayuda a los demás sentimientos pero ellos no saben qué hacer. Jamás habían visto algo parecido. Celos se retuerce en el suelo mientras las cadenas que siempre lleva alrededor de su cintura comienzan a envolverlo. El metal cubre su cuerpo casi por completo al igual que su rostro, dejando sólo sus ojos al descubierto. Los cuales ya no son azules, sino que tomaron una coloración negra. El nuevo Celos se levanta del suelo produciendo un sonido metálico con el choque de las cadenas que lo cubren y su mirada se clava en los demás sentimientos, especialmente en los positivos.
–¿A esto te referías con "algo peor"? –le pregunta Afecto a Tristán. Éste asiente mientras retrocede junto con los demás.
Mientras tanto Félix recorre lo más profundo de océano junto con Odil en busca de Muerte. El océano tiene regiones más oscuras que el mismísimo espacio y allí es donde Muerte mora la mayor parte de su tiempo. Ni siquiera necesita salir para recoger las almas de los humanos ya que puede tomar un trozo de su oscuridad espectral y transformarla en una copia de sí mismo la cual controla. Pero entre toda esa oscuridad Félix brilla, su ropa y las estrellas pequeñas que frotan en su cabeza les dan la luz suficiente para ver dónde están parados. Esa misma luz es la que le molesta a Muerte, ya que sus ojos están acostumbrados a la oscuridad.
–¿Qué demonios hacen aquí? –dice dejando helado a Félix utilizando sólo su voz.
–Soy Félix y...
–¿Crees que no reconozco una estúpida creación de Vida cuando la veo? –lo interrumpe Muerte acercándose. La pequeña luz ilumina parte del gigantesco cráneo de un carnero el cual tiene grandes colmillos. Dentro de las cuencas vacías del mismo se encuentran dos pequeñas luces rojas, parecidas a brazas ardientes, las cuales están fijas en Félix. Éste baja la mirada y da unos pasos hacia atrás.
–Si, bu-bueno. Yo... –Esta versión de Muerte es mucho más escalofriante de la que vio junto con Vida y Félix siente terror al estar frente a él.
–Él me guío aquí –interrumpe Odil dando un paso hacia adelante. Ella no recuerda quién es Muerte y se pregunta porqué no le teme como lo hace Félix. Ahora los puntos rojos se mueven hacia ella, no brilla como Félix ya que es un sentimiento negativo y nació de la oscuridad. Sin embargo Muerte se muestra molesto.
–¿Qué le hicieron a Odio? Esta cosa se parece, pero no es mi malvada creación.
–Ese es el problema, ella ya no siente odio, dejó de ser ese sentimiento por alguna razón –dice Félix llenándose de valor.
Muerte guarda silencio por un momento haciendo que Odil y Félix se sientan un poco incómodos. De repente toma a su creación con sus garras negras para levantarla hacia su rostro.
–Ni siquiera recuerda quién soy –murmura con una voz grave.
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