Multimedia: Félix

–Feliz, feliz, feliz. ¡Todo el mundo está feliz! –exclama mientras corre entre los humanos, a él le encantan las sonrisas, las fiestas, los regalos, las sorpresas, las risas y todo lo que hace feliz a los humanos. Y cuando ellos están felices él también lo está.

–Hola Félix... –El nombrado se detiene al escuchar su nombre siendo pronunciado por la persona que más le desagrada.

–H-Hola. –Hace su mayor esfuerzo para sonreír, jamás le había costado hacerlo pero Tristán siempre causa ese efecto en él.

–¿Puedo estar contigo? Tú... le agradas a todos, podrías ayudarme a hacer amigos –dice el niño haciendo que la sonrisa de Félix desaparezca–. ¿Qué sucede? Nunca... dejas de sonreír –comenta haciendo tratar saliva al sentimiento rubio.

–Es que... s-siempre estoy ocupado. Los humanos hacen muchas fiesta y yo... –Félix deja de hablar cuando ve a Tristán bajar la mirada–. Pe-Pero ahora estoy disponible. –Termina aceptando porque la felicidad desconoce la palabra "No".

–Gracias –contesta Tristán tratando de sonreír. Pero como la máscara no le deja expresar nada decide hablar de lo que siente–. Me haces feliz –murmura, aunque el otro hace una mueca porque no ve una sonrisa en él. Pero si Tristán lo dice debe estarlo

Desde ese día Félix y Tristán siempre están juntos, no porque el mayor lo quiera, sino porque el niño lo sigue a todas partes. Haciendo lloran a las personas que el otro las había hecho feliz antes. Eso empieza a molestarle un poco al rubio, ya que es irritante que tú hagas algo y que a los dos segundos venga alguien a arruinarlo por completo. Pero a pesar de eso, ser malo no es su naturaleza y va a buscar consejos siempre que se siente confundido.

Félix llega al mar, la gran extensión salada no es un impedimento para él y se adentra en el océano. El agua ni siquiera lo moja y las estrellas que se encuentran en su cabello danzan con las corrientes al igual que su ropa, mientras camina por el lecho marino en busca de su creadora.

En poco tiempo la encuentra, Félix observaba a las criaturas marinas que ella había creado, todas ellas son perfectas y tienen un propósito. La razón de la visita de Félix es que se siente un poco triste, debe ser porque pasó demasiado tiempo junto a Tristán.

Sus pies se detienen al ver algo moviéndose justo frente a él, entonces siente que es levantado hasta salir del océano y ahora se encuentra frente a Vida.

–Félix. Me alegro verte –habla teniendo a su risueña creación entre sus manos. Ya que Vida tiene un cuerpo mucho más grande a comparación con el sentimiento–. Siempre me haces sonreír –agrega mostrándole la sonrisa más bella que Félix haya podido ver en toda su existencia. Él ama a su creadora y se siente muy especial por hacerla sonreír.

–Lo sé, mamá. ¿Pero quién me hará sonreír a mí? –dice sentándose en la palma de Vida con las piernas cruzadas y luego baja la mirada–. He estado mucho tiempo con Tristán y no quiero que él robe mi sonrisa.

–Eso es imposible cariño –murmura ella conmovida–. Pero no te culpo por tener ese miedo, yo me empeñe tanto en crearte para hacer feliz a todos que no pensé en quién te haría feliz a ti –dice tocando la nariz de Félix con su dedo índice.

Él ríe por eso pero siente un fuerte escalofrío causado por otra presencia, una más siniestra y densa.

–¿Qué haces aquí? ¡No te acerques a vida! –Félix se pone de pie, a la defensiva mientras ve a la contra parte de su creadora.

–Vida, una de tus cucarachas está hablando, ¿es una nueva especie o qué? –dice Muerte.

–Ignóralo, él jamás sentirá felicidad y es por eso que te trata de esta manera –murmura Vida haciendo que Félix baje la mirada. Siente la misma sensación de desagrado cuando Tristán está cerca. Pero ahora es multiplicada por un millón.

–Eso no es cierto, creaste tan bien a este pedacito de desperdicio que a mí también me hace feliz.

–No, es mentira. –Niega de inmediato el rubio. Pero Muerte ríe a carcajadas dejándolo en shock, esa risa es aterradora y Félix siempre creyó que las risas eran armoniosas, coloridas y divertidas.

–Hay muchas cosas que no sabes Félix, y con tu edad eso es patético –dice Muerte teniendo la sonrisa más horrible que el sentimiento había visto y no puede creer que él sea el responsable de la misma.

–D-Debo irme. –Félix se despide de Vida y se aleja lo más rápido posible de allí.

Una vez solo, en una isla desértica en medio del océano, él se sienta en la arena y abraza sus piernas. Necesita un abrazo, a alguien con quien hablar. Pero no puede encontrarse con los demás sentimientos en ese estado. Él es felicidad y no puede verse así.

–Félix. –Escucha a alguien llamarlo y esa presencia hace que de un salto e intenta dejar la pena de lado que lo invade.

–¿Qué? Ah... Tristán, eres tú. –A duras penas sonríe mientras mira al niño frente a él.

–¿Estás bien? –le pregunta, el otro asiente de inmediato, pero nadie puede ocultarle a Tristán su tristeza.

–¿Por qué estaría mal? Estoy completamente bien, soy felicidad, ¿recuerdas? –habla rápidamente, se encuentra nervioso hasta el punto de tartamudear.

–Sólo déjame... –Él se acerca a Félix pero este se separa rápidamente antes que el niño de la máscara pueda tocarlo.

–No, estoy así por tu culpa. Quieres robarme mi sonrisa. –Félix se pone a la defensiva mientras retrocede, quiere alejarse de Tristán y lo hará antes de que tome su sonrisa.

_No... No lo entiendes –murmura el niño viéndolo marcharse.

Los días pasan mientras Félix continúa sonriendo. Hasta que encuentra a un humano en plena noche, él parece estar ocultándose de alguien. Pero una gran sonrisa se encuentra en su rostro. Félix se siente un poco mejor al ver a una persona feliz, sin embargo siente que algo anda mal.

El hombre sale de entre las sombras para atrapar a una chica, él se la lleva en un auto mientras que Félix se pregunta porqué aún sigue allí. Aprendió que hay humanos buenos y malos, a estos últimos siempre los trató de evitar. Pero ese hombre se encuentra muy feliz haciendo cosas malas. Entonces el sentimiento presencia como ese hombre asesina a la chica sin ninguna culpa o arrepentimiento, lo que más le aterra es ver la gran sonrisa que ese sujeto tiene en su rostro mientras que se mancha de sangre.

–¿Ahora lo entiendes? –Félix escucha la voz rasposa de la Muerte a su alrededor, él vino por el alma de esa chica y le sonríe al sentimiento estando en su forma humana.

Al rubio sólo le queda sonreír antes esa cruel imagen.

Tiempo después...

–¿Han visto a Félix? –le pregunta Tristán a Celos mientras que este se encuentra muy ocupado observando a Afecto desde lejos.

–No. –Niega molesto y el niño se retira para preguntarle a los demás sentimientos, hace días él no ha visto al rubio y está preocupado.

–¿Vieron... pasar a Félix por aquí? –le pregunta a la pequeña Odio. Pero ella le saca la lengua y de aleja de él, Enfado gruñe y empuja a Tristán para luego seguir a su hermana–. ¿Dónde estará? –se pregunta estando de cara al suelo.

En ese momento comienza a escuchar una risa demencial, aunque esa voz le es muy conocida. Tristán se pone de pie y sigue esas risas hasta encontrar a otro ser que creyó que no volvería a ver.

Lock

–Miren quien es, jajajaja, Tristán.

–Lock –contesta el pequeño dando unos pasos hacia él. Ese es Félix en su otra forma. Representa a la locura y siempre que la felicidad se bloquea, él aparece arruinando la existencia de muchos humanos, convirtiéndolos en psicópatas o sociópatas que sólo sienten alegría y placer al dañar a los demás o dañarse a sí mismos.

–Es bueno regresar. ¡Hagamos travesuras! –dice teniendo una gran y perturbadora sonrisa que incluso atraviesa sus mejillas, haciendo lucir su boca mucho más grande. Todo en Félix cambió, su cabello está muy desordenando y opaco, las estrellas que flotaban en su cabeza desaparecieron convirtiéndose en cenizas y su ropa es oscura, completamente rasgada, en contraste con su piel muy, muy pálida.

–No, quiero que Félix regrese –contesta firme haciendo reír como desquiciado a Lock.

–¿Para qué? Él es insoportable. –pregunta mientras da círculos alrededor de Tristán lentamente–. ¿No sientes celos porque Félix le agrada a todos y tú no?

–Si. Pero cuando pasé tiempo con él me di cuenta porqué es que todos lo adoran –contesta levantando la mirada hacia Lock, quién es más alto–. Félix es bueno, hace sonreír a todos y también me hizo feliz a mí. Yo... quiero hacerlo feliz a él.

Lock ríe a carcajadas, se burla del pequeño.

–¿Sabías que le desagradas mucho a Félix? Él te evita a propósito, cuando te ve venir huye, inventa excusas para alejarse de ti. Tú le asustas –habla manteniendo esa sonrisa aterradora en su rostro, luego se acerca a Tristán para darle un fuerte empujón que lo arroja al suelo–. Es tan cobarde que nunca admitirá que le das asco.

Tristán toca su máscara de porcelana y se asusta un poco al sentir que está quebrada, lo último que quiere es que Lock saque lo peor de él. Entonces da una profunda respiración y se la quita mostrándole su verdadero rostro, el cual los demás sentimientos nunca habían visto.

–¿Tienes cara? Jajaja, todo este tiempo creí que esa cosa fea era tu rostro –comenta Lock observando a Tristán. Posee unos hermosos ojos azules que parecen de otro mundo mientras que su piel es casi tan pálida como su máscara, aunque sus mejillas tienen un tono rosa. Cualquiera que lo viera así diría que es una de las creaciones de Vida.

–Quiero a Félix de vuelta... Por favor. –Su voz suena mucho más clara ahora y Tristán se siente un poco avergonzado. Nunca le había enseñado su rostro a alguien más desde que fue creado y ese recuerdo regresa a él.

–Despierta mi pequeño diablillo.

Abrió los ojos lentamente mientras escuchaba esa voz, creyó que era la voz más bonita que había escuchado. Y era la primera en oír luego de ser creado hace unos segundos. El pequeño se sentó en su lugar y miró a su alrededor, todo estaba oscuro y sólo dos luces rojas se encontraban frente a él, las sombras se dispersaron un poco hasta que vio el cráneo gigantesco de un carnero, pero el mismo también tenía grandes colmillos.

–¿Eres mi papá? –preguntó levantando la vista.

En ese momento Muerte se sintió satisfecho con su malvada creación al ver que no le temía a nada, pero notó que no era como los demás. El pequeño era muy tierno y lindo para haber sido creado por él.

–Soy tu creador, puedes llamarme amo –respondió mientras se preguntaba qué pudo haber hecho mal.

–A-Amo...

–Que desperdicio. Bien, serás tristeza –habló Muerte vistiendo a su creación con telas negras, que al pequeño no le gustaron, entonces comenzó a llorar en silencio–. Tristán, ese será tu nombre y siempre deberás llevar esta máscara. No imagino la vergüenza si alguien llega a ver tu rostro. –Fueron sus últimas palabras antes de que Muerte envié a Tristán a la Tierra.