Capítulo 2.

En algún pueblo de Wisconsin, Estados Unidos 9:49 AM

Escucho cómo tocan la puerta con desesperación a lo que me despierto desubicada. Miro el reloj y noto que ya era un poco tarde de lo normal. Corro a abrirla encontrándome con mi hermano mayor tomado de la mano del menor quien me miraba sonriente. Corre a abrazarme y después adentrarse a su nueva casa. Mi hermano mayor mantiene su expresión indiferente, pero sé mejor que nadie su apariencia real. Me dedica una sonrisa y entra. La casa ahora me parecía pequeña pues ya no seré yo la única. Ahora son cuatro.

— Paris, ¿Estás segura que podemos quedarnos aquí? —Pregunta mi hermano mayor, Elliot.

— Sí, la limpié antes de que llegaran. Ahora Mack puede disfrutar de la casa, aunque sólo hay dos habitaciones. Escogí mal accidentalmente —Respondo.

Elliot mira con mala cara el interior posteriormente se sienta en el sillón buscando entre canales algo que lo entretuviese. Por otro lado, Mack corre por toda la casa admirando la nueva casa que tendremos. Suspiro al pensar que debo de volver hacer los papeles para admisión del nuevo instituto al que asistiremos Mack y yo. Habíamos cambiado de pueblo varias veces desde que decidimos recorrer nuevos lugares con la esperanza de llevar una vida tranquila realizando lo que más nos gusta a Elliot y a mí: asesinar gente. Desgraciadamente nos dejamos llevar por nuestra afición que la población comienza a disminuir además de levantarse sospechas y eso conlleva a que la alcaldía requiera más seguridad. No nos convenía, así que optamos por mudarnos de vez en cuando. La mudanza no parecía un problema pues me encargaba de realizar la búsqueda y la compra por decirlo así.

Voy a la cocina y del refrigerador, saco dos latas de cerveza para lanzarle una a mi hermano mayor. Me siento junto a él abriendo al mismo tiempo las latas. Después de todo tendremos que compartir habitación él y yo, y Mack tendrá que quedarse en el cuarto del... ¿Bebé? Mierda.

— ¡Ey, Paris! ¡La casa viene con un bebé! —Grita Mack desde el cuarto del bebé.

Abro completamente los ojos al igual que Elliot, quien me miraba confundido y con una explicación pendiente por dar. Sonrío subiendo escaleras hasta llegar con Mack y el bebé. Éste comienza a llorar en cuanto lo tomo entre brazos, además de tratar de hacer que se calmase. Llora y llora, pero sigo sin saber el porqué. Elliot lo quita de mis brazos para llevárselo a la cocina donde busca en los cajones un biberón y leche. Ninguno de los dos, sabía qué hacer con un bebé. Ya es la segunda vez que nos pasa esto, y aún así seguimos sin entenderlo.

Voy por un pañal al dormitorio del bebé y lo saco entre las cosas del closet. Le digo a Elliot que lo ponga en la mesa lo cual accedió. Le quito la ropa de abajo para cambiar aquel pañal sucio. Entonces caigo en la cuenta de que es una niña. Despreciaba el olor aunque debo de soportarlo por ahora; al fin y al cabo tengo que hacerme responsable de mi error. Una vez que Mack se dispone a descansar en el dormitorio principal, Elliot se acerca a mí con la intención de darmeun sermón.

— La sorpresa de la que me hablaste, ¿Te referías a ésta? —Pregunta envolviendo el pañal sucio y ponerlo en el cesto mientras que le da de beber al pequeño— Vaya agradable sorpresa.

—Lo sé, es mi culpa. No revisé bien y me precipite a  matar sin antes haber visto mejor si había un niño o un bebé.

De inmediato, siento un golpe por detrás de mi cabeza.

—Te dije que debes de asegurarte primero antes de matar sin control. Tendremos que hacernos cargo de la bebé ahora, ya sabes que la opción no es el orfanato —Añade Elliot— Desde este momento la trataremos como a una hermanita. ¿De acuerdo?

—Sí, lo sé. Lo mismo con Mack, ¿No? No tengo problema alguno, después de todo fue mi culpa —Respondo dejando a un lado todo para sacar varios ingredientes y preparar algo de desayunar y comer.

Elliot se lleva a la bebé a su habitación y se queda allí. Mack despierta justo a tiempo para que comiese al lado de sus dos hermanos. Había preparado sándwiches con lo que hubo. Prendemos la radio y lo primero que escuchamos son las noticias del estado de Wisconsin.

Durante estas semanas, el estado de Wisconsin ha sido catalogado como el espacio donde más homicidios y desapariciones se han dado a conocer en estos meses alrededor de Estados Unidos —Pausa el conductor de la radio— Es recomendable para los ciudadanos que permanezcan en sus hogares y no abran puertas para desconocidos. La seguridad en tu casa es lo primero.

—Fue un alivio que dejáramos el pasado pueblo atrás.

—Sí. Aunque me temo que así seguirá. Por cierto, ya tengo los datos de Mack y míos para inscribirnos en el instituto del pueblo —Bebo un poco de leche.

—No te preocupes, fue lo primero que hice. La última vez tú lo hiciste. Ahora es mi turno —Añade Elliot pasándole la leche a Mack— ¡Ah! Mañana empiezan ambos. Fue un alivio que llegáramos exactamente cuando comienzan las clases. Anímate, este es tu último año.

Rodo los ojos suspirando suavemente mientras que levanto los platos sucios y lavarlos posteriormente. Subo las escaleras hacia el cuarto del bebé, quien yace dormida aún. Tapo con la cobija pequeña que hay para que el calor la cubra.

—Iré a traer las cosas del auto  —Digo bajando las escaleras.

Voy hacia el auto donde estaban tres maletas de distintos tamaños y colores. La mía era la más pequeña ya que no utilizaba tanto ni tampoco empacaba cosas que podría conseguir en otros lugares. Vuelvo hacia casa con las tres maletas y las pongo en la puerta para que cada uno pudiese llevarse la suya. Cuando termino de sacar todo, veo en el auto un objeto largo envuelto. De inmediato lo reconozco. Mi hacha. La desenvuelvo una vez estando en casa y la utilizo en el jardín lanzándola hacia la pared donde hay piedra. Sin duda no había perdido el filo después de una semana sin usarse. Mi hacha y yo estamos conectadas. Desde un principio me pareció totalmente cliché asesinar con un cuchillo, por lo que me dispuse a escoger un arma que fuera bonita y práctica. Al final apareció ella en una cabaña de un leñador por donde estábamos viajando -creo que era en las carreteras de Wisconsin- y decidí probarla con el dueño de la cabaña. Resultó ser mejor de lo que esperaba por lo que decidí darle filo como a un cuchillo de cocina.

—Veo que lo encontraste. Lo siento, ya no cabía en mi maleta. Encontré un arma mejor: una katana. En una de las casas a las que fui a matar, encontré en el ático ésta. Así que decidí quedármela —Dijo Elliot emocionado entre frases.

—¿Se irán hoy en la tarde? —Pregunta Mack tirando del brazo de Eliot— No se vayan... quiero estar con ustedes...

Sonrío ante la ternura de nuestro hermano. Revuelvo los rizados cabellos castaños de Mack y le hago a un lado de Elliot.

— Tranquilo, Mack. Yo me quedaré contigo en la noche, para que Elliot pueda ir a comprar lo que nos falta —Sonrío cargando a nuestro hermano menor en brazos.

Quizás desde que llegó a nuestras vidas, ha sido magnífico contar con Mack. Siempre ha sido mi adoración ya que hace algunos años, no tenía a quien proteger que fuera menor que yo. Elliot me protege a mí, y yo protejo a Mack. Tal vez él sea nuestra adoración pero al mismo tiempo es nuestra debilidad. A veces me pregunto si los demás asesinos también tienen un punto débil. Físico o externo. Deben de tener alguna debilidad, o eso es lo que siento. Yo creo que cuando eres un asesino, no debes mostrarte débil ante tus víctimas por lo que en todo momento debes de tener una apariencia fuerte e inquebrantable.

Toda la tarde habíamos estado viendo películas de Netflix, gracias a que la familia tenía abierta su cuenta en la televisión. Después tendré que averiguar la cuenta de banco de ambos para sacar un poco de dinero y a la vez pagar el servicio de Netflix en un futuro. Y luego de ello, decido hacer la cena, con ayuda de Mack, para que Elliot no tuviese que hacerla cuando llegara. Tenía que preparar los productos de baño para que llegara a bañarse y no tener que oler a sangre seca.

Cuando dieron las diez y media de la noche, cargo al dormido Mack hacia el cuarto principal para dormirme a un lado de él, abrazándolo con mi cuerpo. A veces extrañaba el calor humano. Como nunca lo había experimentado de pequeña, aquel mundo de calidez amorosa se volvió desconocido en mi vida diaria. No es que ahora lo supiese puesto que, cuando sólo éramos Elliot y yo, tampoco lo habíamos tenido. Sin embargo, me prometí que le daría a Mack lo que nunca tuve de pequeña, algo que no comprendo intentaré darle.

— Buenas noches, hermana —Me abraza con sus pequeños brazos débiles.

— Buenas noches, Mack —Respondo hundiendo mis dedos en su cabello y dándole un beso corto en la frente.

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