Parte IX
Mi auto está detenido mientras enciendo un cigarrillo para aclarar y enfocar mi mente, observo alrededor, la luna y las estrellas son difíciles de notar, aunque afueras de la ciudad pueden detallarse más sus brillos lejanos.
A pocos metros hay un aviso de "Pare" tipo chupeta, rojo y luminoso para llamar la atención de noche, algo oxidado pero puede verse. Hay una cruz de camino, una encrucijada que une a dos vías en sentidos contrarios formando una cruz de asfalto.
¡Entonces recordé todo! Esta pista en mi cabeza dio curso a la advertencia que mi abuelo había dictado hace algún tiempo, recuerdo cuales fueron sus exactas palabras: "¡Nunca debes pararte en medio de una cruz de camino a las 3:00 de la madrugada!" dijo con voz seria y autoritaria, no estaba jugando.
– ¿Cuál es la razón de esa particular advertencia?– preguntaba Abigail.
Ya lo había dicho, mi familia es una devota católica, según tengo entendido hay aspectos de nuestro mundo que se rigen por ciertas normas divinas y concretas que no podemos controlar, como la ley de gravedad por ejemplo, pero en este contexto esas normativas daban un vuelco digamos más paranormal.
En la antigüedad nuestro señor Jesucristo, hijo único de Dios, murió crucificado en la cruz a la hora exacta de las 3:00 pm de la tarde, de este modo la percepción del tiempo en esa especifica hora de la tarde se convirtió en una especie de lapso divino y sagrado, por lo tanto y desde el mismo sentido inverso, perpendicularmente a la hora de la madrugada, a las 3:00 a.m., la apodaron como "La hora del Diablo", un permanente espacio de nuestra realidad donde las casualidades no son ciertas y la mano del mal manipula las causas macabras a su favor, fomentando a quienes presencia en ese tiempo a cometer malos actos, o ser presas de fuerzas sobrenaturales no benignas.
Estando al tanto de esta información vuelvo a mirar mi reloj y camino en medio de la cruz de camino esperando la hora demoniaca, eran las 2:28 am, el cilindro de nicotina se acababa, la colilla cae lentamente al asfalto y piso el resto con el talón del zapato.
¿Qué cosa podría ocurrir? Probablemente mi mala lucidez debido al alcohol aumentaba mi estupidez humana, conjugada con la curiosidad de los futuros acontecimientos, quería corroborar que esas cosas que me habían inculcado desde pequeño, no era más que puros cuentos.
¡3:00 a.m. en punto! No ocurre nada, observo los lados de cada vía, los cuatro horizontes de la encrucijada; en uno mi automóvil estacionado, otro la ciudad a lo lejos con las luces parpadeantes, el tercero adornado con la señal del Pare y una especie de cercado pequeño... y por último veo el cuarto sendero, no distingo nada, hay una bruma gris, una neblina densa que no me deja ver el horizonte.
– ¿Qué ocurrió después? ¿Te marchaste en tu auto?– continuó el interrogatorio, pero yo no respondía, mi rostro se tornó en una desesperante angustia, comenzaron los gemidos y desesperación, la piel de mi cara roja revelaba que la regresión salía de nuestro control.
– ¡Él está ahí!– gritaba con fuerza, la saliva se escurría de mi boca.
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