Parte IV


La primera premonición fue el principio de muchas otras, una cadena de situaciones y contexto malditos que no pude prever, no puedo controlar el destino de las personas. Cuando mi piel entra en contacto con un individuo sucede lo mismo, una y otra vez, la película de sus muertes aparece instantáneamente, posterior a recuerdos de cada vida.

Tenía un amigo, su nombre era Cristian, fue el segundo premonitorio de mi desdicha, lo vi muriendo atropellado en su bicicleta.

¿Solución? Sería fácil, pensé en esa ocasión, robé su bicicleta y la tiré a la basura, pero el destino es certero y siempre cumple lo que promete, de una manera u otra volvía la premonición, una muerte diferente esperaba a mi amigo, su plan futuro tenía una fecha limite y yo no podía alargar su día de caducidad, me cansé de salvar su vida a diario, hasta que finalmente la cruel muerte vino a buscarlo y solucionar los conflictos que yo generaba, se llevó a Cristian de un infarto.

A raíz de las indiscretas premociones comencé a alejarme de las personas, trato de no tocar a nadie para que su vida no se filtre por mis ojos, mi desapego social emprendía a ser más evidente, al poco tiempo me convertí en una persona distante, incapacitada de socializar, por miedo a vivir la vida de los demás y saber cómo acabarían, inclusive mis padres me daban miedo.

Así llegué a este entorno de citas y citas con la encantadora Dra. Abigail, en lo personal puede que el problema si tenga efectos colaterales en mi persona, no puedo vivir toda la vida alejándome de la gente que me rodea.

Volvemos a la actualidad, hojeo una revista vieja de esas que hay en los consultorios, no tomo notas de las noticias y artículos, procuro más en detallar la calidad de las fotografías ¿Ya mencioné que soy fotógrafo?

Debo admitir que no soy el mejor candidato en mi carrera, pero se defenderme en mi terreno, quisiera viajar a diferentes partes del mundo y fotografiar todo lo que me plazca, tengo una lista de lugares a donde ir antes de morir: La extensa Gran Muralla China, el incognito Machu Picchu, el majestuoso Taj Mahal, la misteriosa ciudad de piedra Petra y por último el enigmático monumento megalítico Stonehenge.

Rezo por el día en que termine esta horrenda maldición y pueda comenzar mis viajes por el mundo, normalmente mi trabajo actual me molesta, estoy arto de ser contratado para cumpleaños y celebraciones como fotógrafo, no estudié 5 años de mi vida para ir de quince años a matrimonios y graduaciones para desperdiciar mi talento, sin mencionar las desagradables despedidas de solteros.

Entre tanto veo las fotografías, un susurro fantasmal entra a mi oído, una voz anciana que comenta una de las imágenes que observo, un farol lejano en la oscuridad de un muelle de quien sabe dónde, la imagen no tiene referencia, pero a mi parecer creo que debe proceder de algún lugar en Europa.

–La presión del viento me mató antes de llegar abajo– dijo la voz a mi oreja.

Comienza a incomodarme, es otra voz arrepentida, un alma deplorada que narra su trágica muerte, ya he escuchado millones de esas... lo más aterrador de mi contexto paranormal no es el hecho de escuchar sus voces, el problema es que se que están ahí, detrás de mí, tratando de ser escuchados; no puedo verlos, pero el frío espectral revela su ubicación donde quiera que estén, a veces siento el ambiente pesado, como si una fuerza gravitatoria negativa me halara al suelo, esta presencia es de ese tipo, no está contenta, es mala y oscura.

La mejor manera de deshacerse de estas cosas es ignorándolas, si llego a contestar alguna de sus conjeturas o frases, se dará cuenta que puedo sentirlo y se pegará a mi vida cotidiana como un chicle ectoplásmico. A veces me apiado de algunas voces, sonidos infantiles que lloran buscando una respuesta, me gusta contestarles y ayudarlos, pero esta nueva presencia es incómoda, no tengo ni la más mínima intención de socorrerle.

Es irritante el sonido, rasposo y susurrante, pero entiendo que debe haber personas en un inconveniente peor que el mío. En películas, libros y testimonios he escuchado la existencia de clarividentes paranormales, personas digamos con un "don" como el mío, que no solo pueden escuchar voces, sino también las procedencias de las mismas, de tan solo pensar como podrán sufrir estas personas... yo sufro con escucharlos, no quiero saber que se siente verlos.

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