Capítulo 13
Jay se sentía demasiado culpable por haber olvidado el suceso que hizo a Lukas gustar de él, demasiado culpable por creer que quizá sería alguna tontería cuando lo cierto era que lo que él hizo ese día era justamente lo que el pelinegro necesitaba. Se sintió demasiado inútil al verlo llorar así mientras bebía sin poder consolarlo entre sus brazos, se sintió culpable al verlo allí solo abusando del alcohol refugiándose de la lluvia bajo la carpa de aquel puesto de la calle, ahogándose en el alcohol y en sus lágrimas, esas que el moría por secar.
__ Ya es suficiente_ balbucea acercándose a la mesa en la que el pelinegro llevaba sentado bebiendo solo por más de una hora y sentándose en el puesto frente a él__ Ya has tenido demasiado_ con manos firmes le quita la botella de la mano haciéndolo arrugar el entrecejo en su dirección sin parar de verse condenadamente adorable ante sus ojos.
__J-Jay?_ cuestiona arrastrando las palabras y entrecerrando sus ojos para que los mismos lograran enfocar el precioso rostro que tenía en frente__ Cuánto ll-evas a.. ahí?_ cuestiona con inocencia sacándole al peli plata una sonrisa __ T-Te dije que q-quería estar solo_ se queja inflando sus mejillas cual ardilla cuando un adorable puchero se formó en sus abultados labios .
__ Te he seguido todo el camino y ahora es que notas mi presencia. Me siento herido Lukas Summer _ se lleva una mano al pecho haciéndose ver ofendido y obteniendo un adorable bufido de fastidio__ Vamos a casa Lu_ tomando su mano por encima de la mesa lo hace mirarlo.
__No_ niega cómica y rotundamente__ Q-uiero emborrachar-me_ balbucea arrastrando las palabras y una risa tan espontánea como baja de Jay lo hace suspirar.
__ Creo que ya estás borracho Lu_ apoya su barbilla en la palma de su mano observando con atención a la curiosa criatura que tenía frente a él intentando con manos tan hermosas como torpes alcanzar la botella que minutos antes él le había quitado en un intento muy poco disimulado.
__L-Lu? Es la seg-gunda vez que... me ll-amas así _ fue lo que dijo arrastrando las palabras y enarcando una ceja cómicamente en su dirección __P-Porqué m-me llamas a.. así?_ cuestionó y Jay solo sonrió superado por su ternura.
__Tú dijiste que así podía llamarte, porque así te llamaban tus personas cercanas, tus amigos_ explicó con calma solo observándolo a detalle tal y como si deseara grabar en su memoria hasta el último lunar de aquel hermoso rostro, de su aterciopelada voz congestionada por la ingesta de alcohol. Jay quería recordarlo todo aquella noche.
__S-Somos cercanos ahora? F-Fue lo que tú...d-dijiste. N-No somos amigos_ refunfuñó con su entrecejo fruncido y sus ojitos brillantes y la culpa golpeó al peli plata como un balonazo __E-Eso.. m-me dolió _ admitió en un susurro bajo que apretó el corazón de Jay.
Claro que, en aquel entonces él, no tenía ni idea de ser alguien tan especial para Lukas Summer.
__Vaya, lo recuerdas incluso ahora_ rasca su nuca con nerviosismo preguntándose cómo debería tratar con esta adorable versión de su compañero de dormitorio. Se sorprendió al verlo bufar enojado, pero le sorprendió aún más su propia urgencia de contentarlo. En un movimiento desesperado agarró la mano contraria sobre la mesa __Lo lamento, nunca fue mi intención hacerte sentir mal_ con delicadeza dejó caricias suaves en el dorso de la mano contraria.
__De...d-de acuerdo _ refunfuñó en un susurro, bajando la cabeza para evitar los ojos coloridos y hermosos que no se habían apartado de los suyos, la timidez abriéndose paso en su sistema cuando una fresca ráfaga de viento se coló bajo la carpa ventilando así su descaro.
__Somos cercanos ahora. No es así?_ el peli plata deja un sutil apretón en la mano de Lukas trayendo su dispersa atención nuevamente sobre sí mismo.
__S-Si?_ susurra con timidez haciendo reír a Jay.
__Eres lindo_ admite embobado por la apariencia hermosa y repentinamente tímida del pelinegro en una risa baja que presionó cada botón correcto en la cabeza de Lukas.
__Tu risa es sexy. M-Me gusta_ y aquel inesperado cumplido casi lo hace atragantarse con su propio oxígeno.
__ Y tú estás siendo inesperadamente sincero esta noche_ admite luego de haberse recuperado de la sorpresa inicial con una sonrisa que llegó a sus ojos.
__Estoy triste esta noche_ admite provocando que la sonrisa se borre del rostro de Jay__ T-Te molesta que sea sincer-ro?_ cuestiona con un deje de temor en su rostro.
__No, no me molesta que seas sincero_ y Jay puede jurar que la sonrisa del pelinegro iluminó la noche al momento de escucharlo__ Puedes decirme lo que quieras Lu. Y sé que estás triste esta noche, por eso mismo quiero llevarte a casa_ sonríe dulce en su dirección.
__ No q-uiero ir a ca-sa_ admite en un adorable berrinche.
__Porqué no?_ repentinamente interesado en el berrinche de un pelinegro que se veía como un pequeño niño, el más hermoso que ha visto.
__Porque estaré s-solo_ explica en un puchero__ N-No quiero estar s-solo_ baja la mirada clavándola en la superficie plástica de la pequeña mesa que ha sido su amiga por esa noche.
__Pero yo estaré contigo, no te dejaré solo_ asegura consiguiendo los ojitos brillantes del pelinegro sobre él.
__En serio?_ lo ve asentir y se anima a preguntar__ D-Dormirías conmig-go?_ y las cejas del peli plata se alzaron con notable sorpresa__ N-No lo harás? Entonces no iré a casa_ berrinchudo se cruza de brazos volteando el rostro y apartando su mano del toque cálido de Jay.
__Eres un pequeño caprichoso_ se queja rascando su nuca.
__Y e-eso te gusta?_ su sinceridad comenzaba a ponerle al peli plata los pelos de punta, pero si le gustaba, muy a pesar de que no fuera a admitirlo en voz alta.
__Bien, dormiré contigo_ evita responder la pregunta del borracho pelinegro y simplemente elige darle lo que buscaba. Al instante de decir aquello la sonrisa preciosa de Lukas hizo acto de presencia idiotizándolo en el sitio ante la vista de aquellos hoyuelos que solo una vez él había logrado palpar.
Tan solo un par de minutos después lo estaba sacando de aquel local de calle, su brazo rodeando la delicada espalda del pelinegro y su mano afirmándose a su cintura, esa que se sentía maravillosa bajo el toque de sus dedos. En el intento de parar un taxi con un borracho Lukas enganchado a su cuerpo tuvo que acercarse a la carretera, donde tuvo lugar una de esas escenas fascinantes que se veían solo en las novelas de televisión.
El suave lloviznar caía sobre sus cuerpos cálidos en forma de pequeñas gotas que se pegaban a sus cabellos y a los elegantes trajes que usaron para la ocasión de aquella tarde, humedeciendo no solo las ropas que usaban, sino también sus corazones.
Aquella era una de esas lluvias leves que el insoportable calor del verano trae consigo para darle a la ciudad un poco de paz con su fina humedad, aún así pequeñas gotas cayendo durante horas provocaban charcos sobre el transitado pavimento. Y Jay fue rápido al reaccionar justo a tiempo para que Lukas no fuera golpeado por la avalancha de agua que voló en su dirección cuando un auto pasó a toda velocidad sobre la empapada carretera. Volteándolo para protegerlo del impacto del agua Jay se sintió como protagonista de drama juvenil que protege a su dama de los estragos de un día lluvioso y un conductor desconsiderado recibiendo él toda el agua en su espalda.
Lukas había cerrado con fuerza sus ojos esperando que el agua lo bañara en cuanto vio pasar aquel coche a toda velocidad frente a ellos y sobre un enorme charco de agua en medio de la carretera, pero el agua jamás llegó a tocarlo porque quien había sido su héroe un año atrás, el mismo que lo había salvado esa tarde de desplomarse frente a las personas que menos quería que le vieran débil había vuelto a salvarlo, esta vez del impacto de agua. Cuando abrió sus ojos su rostro estaba tan cerca del suyo que sintió que su corazón, ese órgano que le permitía seguir con vida, explotaría en su pecho.
Y es que todo, absolutamente todo en Jay Carter era hermoso, desde la punta de sus pies hasta el último cabello plateado de su cabeza. Desde sus labios rosas hasta el más pequeño de sus lunares. Desde sus ojos claros y brillantes poseedores de la mirada más intensa y profunda que alguna vez tuvo el placer de admirar hasta la más fina de sus tupidas pestañas. Su cabello plateado parecía brillar bajo las luces de la ciudad que comenzaba a despertar ante la caída de una noche sin estrellas ni luna visibles debido al nublado clima, pero a Lukas no le hacía falta un cielo despejado para ver las estrellas. Podía ver el firmamento completo en los ojos de ese hombre.
Y quizá era una historia cliché, pero estaba enamorado de Jay Carter.
__Porqué siquiera te enamoraste de mí?_ aquella pregunta pronunciada con suavidad por los labios que más anhelaba besar había desconectado por completo el cerebro de Lukas del resto de su cuerpo.
Lo sabe, Jay lo sabe. Pero cómo es que lo sabe?
No me importa.
No me importa.
__No pue-do?_ cuestiona el pelinegro y las manos ajenas se apretaron sobre sus antebrazos en un agarre fuerte que le impedía caer al mojado suelo bajo sus pies.
__Puedes_ siente las gotas de lluvia esparcirse sobre su cabello y aunque odia ser mojado por la lluvia él simplemente no puede apartar sus ojos de la miel en los contrarios.
Y sus miradas se conectaron con un magnetismo impresionante que los hizo sumergir en los ojos del otro de una forma que jamás creyeron posible. Por la mente de Lukas pasó una idea tan fugaz como una de esas estrellas que frecuentan la órbita terrestre una vez cada cierta cantidad elevada de años.
O quizá era un cometa?
Sus manos se apretaron sobre el saco negro del peli plata mientras sus orbes coloridos estaban fijos en la forma cargada en perfección en que la lluvia arruinaba el peinado de Lukas hasta dejar ese precioso cabello enrulado hecho un adorable y húmedo nidito de aves.
Lukas no sabía lo que hacía, su mente totalmente opacada por el alcohol en su sangre ya no era capaz de mantener a raya los deseos más profundos y normalmente ocultos que su cuerpo poseía. Con su conciencia apagada enteramente sus labios tomaron vida propia para acercarse a los labios contrarios al igual que el resto de su cuerpo lo hizo para pegarse al cuerpo robusto y cálido de Jay en la necesitada búsqueda de su calidez y su tacto amable, ese que tanto anhelaba sentir sobre cada rincón de su piel. Entonces se acercó más, mucho más hasta que sus narices se tocaron.
Dudó, pero aun así Jay no se apartó así que ignorando por completo la posibilidad de salir herido él lo besó, tomando sus labios de forma suave, tan suave como el beso que siempre deseó obtener de él, tan suave como el beso que recordaba de forma atropellada haberle dado aquella noche de tragos excesivos. Tan suave como el beso del que jamás hablaron, por falta de tiempo o porque las palabras ya comenzaban a sobrar.
Sus labios se movieron sobre los de Jay logrando obtener en su paladar el enviciante sabor de su boca.
__Esto de besarme cada vez que te emborrachas_ susurra sobre los labios contrarios que sin importar cuanto los pruebe no pierden ese dulzor tan adictivo y característico__ Me temo que va a convertirse en un hábito_ y Lukas reaccionó apartándose de la calidez del cuerpo contrario de forma tan brusca que trastabilló y terminó cayendo sobre un par de cajas de cartón que yacían apiladas en la esquina de aquella calle poco transitada __ Lukas. Estás bien?_ se alarma y va inmediatamente a su rescate respondiendo a la preocupación de que se haya lastimado.
__E-estoy bien_ con la ayuda del peli plata logra ponerse de pie fácilmente, pero aún cuando lo consigue los brazos del otro no lo sueltan__ L-lo siento. Tienes razón, no debería acostumbrarme a eso_ admite en un bajo susurro__ Después d-de todo, el amor no deseado es también una forma de violencia...
__Oh ya cállate_ atrayéndolo de la nuca tomó sus labios en un beso tan repentino que le arrancó un jadeo al pelinegro, sus manos le rodearon la cintura manteniéndolo en su sitio con fuerza mientras sus labios le devoraban la boca.
No había nada que hablar, al menos no ahora, no malgastaría el tiempo, no cuando podía darle un uso diferente a su boca, no cuando podía estar besando los labios de Lukas Summer hasta el cansancio.
Y si en algún momento Jay Carter creyó, ingenuamente que sacarlo de su sistema era una opción, ahora sabía con certeza que, estuvo profundamente equivocado todo el maldito tiempo.
Porque ahora que habían hecho más que besarse y aferrarse al cuerpo contrario, él ya no quería soltarlo. Y sin importar cuántas veces probó esa boca, él no se hartó de su sabor, ni una sola vez.
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