Capítulo 1
El aroma a sexo desenfrenado inundaba sus fosas nasales llenándolo de puro gozo y los gemidos de placer recorrían el dormitorio que compartía con la soledad, los ligues de una noche y las visitas esporádicas de Harry Krueger desde hacía ya un año.
Sus sábanas se pegaban a la piel acanelada de sus piernas debido al sudor. Sus manos se apoyaron en el pecho fuerte del fornido atleta que se hallaba bajo su cuerpo mordiendo con fuerza sus labios para evitar gruñir como animal en celo, las manos grandes y fuertes lo sostenían de las nalgas ayudándolo con los desquiciantes movimientos circulares de su cadera, volviendo loco a aquel chico de magnifica complexión. A Lukas no le extrañaba para nada que se tratase de un atleta. Estaba más bueno que el pan... Y lo sabía.
Estaba tan bien lubricado que cada vez que el miembro del atleta cuyo nombre ni siquiera recordaba entraba y salía de su cuerpo golpeando su punto de placer creaba un sonido de succión demasiado hipnotizante, un sonido que lo haría encenderse en vergüenza si no estuviera tan encendido de la más pura lujuria.
__Mhg!_ gimió cuando la cadera del atleta se alzó en un movimiento rápido y fuerte que lo embistió deliciosamente, su miembro enterrándose aún más profundo en él y taladrando su punto dulce hasta hacerlo temblar sobre la humedad de su piel.
Otra vez. Cómo demonios se llamaba? La mano del atleta se enredó en su muñeca en un agarre fuerte que tiró de él hasta hacerlo caer sobre su torso tosco y sudoroso. Su mano libre apretó su nalga y la otra liberó su muñeca para atrapar su nuca en un agarre tenso que se tensó aún más cuando sus carnosos labios buscaron domar su boca.
Y Lukas ladeó su rostro recibiendo el beso en su mejilla. Su respiración acelerada golpeaba la piel tostada del cuello contrario logrando erizar su piel.
__Sin besos?_ el susurro sobre la piel colorada y caliente de su mejilla logró hacerle cosquillas.
__Sin besos_ admitió en un susurro de su voz ronca y excitada.
__Bien_ bufó y Lukas chilló cuando las manos del otro se apretaron sobre la piel de sus muslos volteándolo en un rápido movimiento que lo dejó de espaldas sobre las sábanas empapadas en sudor.
Su respiración se aceleró cuando los brazos fuertes del atleta cuyo nombre seguía sin recordar le alzaron las piernas y las plantas de sus pies se presionaron contra su pecho que vibraba tras el latido bestial de su acelerado corazón, doblando su cuerpo en una posición demasiado placentera en la que el ángulo de la penetración lo hacía chillar de placer hasta perder la voz.
__Mierda!_ gime una maldición y sus piernas temblaron con cada poderosa embestida que aquel magnífico hombre sin un nombre en su memoria daba en su apretado interior.
Dios!
Era la gloria, la puta gloria.
Lukas tembló y sus ojos cargados en lágrimas de placer y excitación se voltearon en blanco dándole a su acompañante la visión más caliente y obscena de su cuerpo colapsando hundido en el placer mientras el miembro contrario se hundía en su interior.
Madre del amor hermoso! Lukas no recordaba un hombre que le hubiera dado en su vida un mejor sexo que el que de este monumento él recibía.
Su cabello azabache se desparramó sobre la almohada y sus manos temblorosas buscaron apretar las sábanas para aferrarse a ellas cuando el mundo se movió bajo sus pies ante el orgasmo que lo sacudió como un poderoso temblor.
Quiso callar, quiso morderse la lengua hasta morir desangrado por la estupidez que estaba por ladrar, pero era demasiado tarde cuando su cerebro recuperó la capacidad de razonar.
Pestañeó confundido cuando las deliciosas embestidas se detuvieron y sus ojos nublados en placer comenzaron el escudriño al rostro del atleta, sus ojos fijos en él con intensidad, sus cejas estrujadas sobre sus párpados de tupidas pestañas, las aletas de su nariz anchánsose para expulsar por allí el aire de sus pulmones como si intentara calmarse, su mandíbula tan tensa que parecía se rompería en cualquier segundo que transcurriera apretando sus dientes, y sus carnosos labios, esos que no quiso besar estaban atrapados con fuerza entre sus dientes.
__Q-Qué he dicho?_ cuestiona con su voz ronca en un hilo agitado. Como un tonto súper torpe aún sabiendo la obviedad en la respuesta a su pregunta.
__Jay_ y aquello sonó como un ladrido que congeló el clímax de forma automática, aunque ciertamente Lukas ya se había corrido, su fornido atleta no__Haz dicho Jay_ sus manos se apretaron sobre los muslos contrarios empujándolo lejos de sus piernas para salir de su interior sin mucha suavidad arrancándole un sonoro jadeo al piel canela.
Mierda! Estaba jodido, y mucho.
Lo vio retirar el condón de su, todavía erecto miembro. Aunque sospechaba que no permanecería así por mucho tiempo más.
Después de todo ladrar el nombre de alguien cuando estabas en la cama con alguien más era de lo más mata pasiones que podría haber.
Y Lukas lo entendía, joder que lo hacía, pero su estómago saltó a su garganta cuando lo vio recoger su pantalón del suelo.
No podía ser! Estaba pasándole otra vez!
__T-Te vas?_ cuestiona gateando hasta el borde de la cama y los ojos chocolate del atleta lo juzgaron con una dureza que lo hizo sentirse un pequeño niño otra vez.
__Qué esperabas?_ suspira comenzando a vestirse con la ropa que dejó tirada en el piso de la habitación del menor en medio del calor del momento__Lukas_ y su nombre en la boca del otro sonó tan extraño que no pudo evitar alzar sus ojos para clavarlos en su alta y robusta figura ya vestida de cintura para abajo__Puedo entender que no recuerdes mi nombre_ una camiseta blanca cubrió su delicioso torso de los ojos amielados que no podían evitar comerlo__Aún cuando yo sí recuerdo el tuyo_ sonríe de una forma tan seca que por un momento Lukas creyó haber herido más que su orgullo al decir aquel nombre__Pero mi nombre definitivamente no es Jay_ sentencia calzando sus pies con tosquedad.
__No...No te vayas_ pide extendiendo su mano hacia el otro, acercamiento que fue rechazado en medio del enojo.
__Porqué debería quedarme?_ suspira estático frente a la puerta de la habitación del menor.
__Aún... Aún no te haz corrido_ y aquella barbaridad que le arrancó una risa al atleta fue lo único que se le ocurrió decir.
__Que te den Lukas Summer_ bufa luego de calmar su risa para abandonar la habitación y posteriormente el dormitorio cerrando de un portazo.
__Pero ya me estabas dando tú_ refunfuña en la soledad de su habitación hundiendo su rostro en la almohada__Mierda!_ bufa enfurecido golpeando el colchón sobre el que había tenido uno de los mejores sexos de su vida y que había arruinado olímpicamente al llamarlo por otro nombre.
Al llamarlo por el nombre de él.
Derrotado, pateó las sábanas hasta sacarlas fuera de su cama y se puso en pie, el semen fresco se deslizó por su abdómen logrando erizar su sensible piel y sus pies descalzos se movieron con confianza a la puerta de la habitación guiando su cuerpo desnudo hacia el baño.
El agua fría refrescaría tanto su cuerpo acalorado como su estúpido cerebro que le había hecho pronunciar su nombre otra vez y en una situación tan desfavorable.
Pero por suerte o desgracia aquella estaba muy lejos de ser la primera vez que algo así le sucedía. Ya existían hasta rumores al respecto, y en momentos en que su nombre estaba en boca de la facultad de artes liberales entera él se preguntaba. Porqué demonios los hombres con los que se acostaba tenían la lengua tan jodidamente larga?
Muy larga la lengua para contar chismes pero muy corta para otras cosas. Por dios. Acaso era él el problema? Por escoger siempre ese tipo de cobardes chismosos que se iban de la puta lengua cuando su orgullo se veía herido?
Maldita sea!
Una ducha fría. Cambiar las sábanas por unas limpias y encestar las sucias en el cesto de la ropa sucia. Por nada del mundo dormiría sobre unas sábanas repletas de sudor y un montón de otros fluidos.
Podía hacer muchas cosas sucias durante el sexo, pero era realmente muy quisquilloso luego de él.
Tampoco le gustaba dormir desnudo así que abriendo el closet de su habitación sacó un pequeño bóxer blanco con corazones adorables y rojos cual manzanas , además de una camiseta blanca con un enorme y adorable unicornio en el centro de su pecho.
Dedicó un par de segundos a apreciar su reflejo en el espejo, sus mejillas estaban rojas aún, pero ni de lejos se veía como alguien que acababa de tener un sexo alucinante. Se veía difícil de follar con esas pintas, de hecho estaba seguro que si el atleta de antes lo veía así vestido temblaría como triste gelatina.
Sonrió peinando sus hebras azabaches con sus manos, se veía tierno y muy lindo.
Lukas era hermoso y lo sabía, tenía a sus pies a la facultad de artes liberales entera, y eso también lo sabía. Podía tener en su cama a quien él deseara, podía dormir con quien quisiera y saberlo elevaba su confianza por los cielos. El único problema era que siempre que dormía con alguien no podía evitar rechazar sus besos debido al deseo invicto en su alma de probar los labios de él. Para Lukas sexo era sexo, sin amor o sentimientos de por medio, y para él los besos en la boca eran una expresión de aquello que en su vida sólo había sentido una vez, por una sola persona. Y lo deseaba tanto que sin importar con quien se acostara, él siempre terminaba chillando su nombre y provocaba que sus ligues de una noche lo abandonaran en medio de la acción.
Cerró la puerta del closet y apagó la luz de la habitación acercándose con pasos seguros hacia su cama guiado por la luz de su lamparita de noche.
Suspiró una vez estuvo de espaldas sobre su cama, estrechando su almohada entre sus brazos sus ojos se quedaron fijos en el techo por un par de minutos.
Era tan patético, que le gustara alguien al punto de ponerlo tan tonto. Tener un crush con alguien para quien él simplemente no existía, habiendo tantos chicos tan solo en su facultad que pasaban el día fantaseando con él. Tener un amor platónico que solo le traía problemas y momentos incómodos, era una mierda.
Pero no había realmente mucho que él pudiera hacer al respecto porque los latidos de su corazón ya no eran tan suyos desde aquel día, el día en que por vez primera supo quién era Jay Carter, el genio de la facultad de ingeniería.
Rememoraba aquel primer encuentro con una sonrisa boba en su rostro antes de caer rendido ante el cansancio acumulado en su cuerpo durante el día. Y así concluía su rutina de viernes noche.
La mañana de aquel histórico sábado llegó con la luz colándose por las cortinas y ruidos extraños provenientes de la cocina, ruidos que lo harían saltar de la cama si no conociera la extraña costumbre de su amigo y vecino Harry de colarse en su dormitorio prácticamente a cualquier hora. Culpa suya que el hombre tuviera llave de su dormitorio.
Ahora que se detenía a pensarlo un poco quizá había sido mala idea darle una copia de la llave. Y es que aunque ciertamente él no encontraba peligro alguno en Harry, igual de cierto era el hecho de que muchas veces su amigo tendía a hacer y decir un sinnúmero de cosas un tanto perturbadoras.
Dándole la bienvenida a un nuevo día quizá igual de trágico que el anterior Lukas se estiró sobre las sábanas limpias. Frotó sus ojos con cansancio y se incorporó de forma lenta sentándose sobre el mullido colchón.
El aroma de los deliciosos desayunos que su amigo usualmente preparaba en las mañanas llegó a su nariz logrando hacerlo patear su pereza bajo la cama para ponerse en pie de un salto con el objetivo claro de llegar a la barra de la cocina, no sin antes ponerse unos shorts cortos de un color azul claro que nada tenían que ver con el rosa del unicornio en su camiseta.
Cuando estuvo listo abrió la puerta y salió siendo recibido enseguida por el abrazo efusivo del mayor.
__Harry ya para. No me he lavado aún_ riñe con suavidad cubriendo su boca con la palma de su mano para que su aliento mañanero no alterara el afinado sentido del olfato del castaño mayor.
__Tú siempre hueles bien Lu _ dice en cambio, pero termina soltándolo para empujarlo de los hombros hasta tenerlo frente a la barra de la cocina__Comamos_ invita y Lukas prefirió ignorar el comentario anterior ante la buenísima pinta que aquel desayuno tenía.
__Se ve delicioso_ con ojos bien abiertos recorre el plato preparado frente a él. Tocino y huevos revueltos, tostadas con mermelada de fresa, la favorita de Lukas, banana y manzana picada en trozos en un bol y una taza grande de zumo de naranja. En conclusión si el desayuno perfecto existía, definitivamente era este.
__Está delicioso_ admite regodeándose en sus majestuosas habilidades culinarias y tomando asiento en el taburete que ocupaba frente a la barra palmeó la espalda del enrulado pelinegro para que hiciera lo propio.
Lukas tomó asiento junto a él y por un par de minutos permanecieron en silencio tan solo degustando el delicioso desayuno preparado por Harry, hasta que tras una aclaración de su garganta el mencionado rompió el silencio.
__Anoche....Lo volviste a hacer. Cierto?_ y aquello hizo al pelinegro atorarse con el trozo de manzana en su boca__Decir su nombre_ aclara sobando la espalda del menor con suavidad.
__Pero qué tonterías dices ? Claro que no_ niega enseguida Lukas luego de recuperar su voz y tragar el trozo de fruta que casi lo hace perder la vida. Si, era puro dramas. Y qué?
__No es necesario que mientas Lu. Tampoco debes avergonzarte_ esclarece al ver la forma hermosa en que las mejillas del menor se tornaban rosas.
__Pero es cierto_ se enfurruña como un crío ante la potencia de esa mentira que ni él mismo es capaz de creerse__No lo hice esta vez, no dije su nombre y no lo ahuyenté_ cruza los brazos sobre su pecho formando ese adorable puchero en sus labios que no debería verse tan condenadamente hermoso en un chico de 24.
__Lo vi salir_ admite apreciando con una sonrisa la forma en que el bello rostro del pelinegro se transformaba en un adorable tomate.
__Qué?_ balbucea negando con su cabeza__Harry eso es aterrador_ admite en un susurro. Seguía sin ver peligro en el castaño, pero lo cierto es que lograba darle escalofríos en ocasiones.
Osea, su trágica noche de sexo no concluido acababa con él solo en su cama, y su mentira era tan fácilmente atrapada porque su amigo había visto salir a su enojado acompañante.
__Que atrape tu mentira?_ cuestiona alzando una ceja.
__Que lo hayas visto salir_ admite jugando con las gotas de condensación en su taza.
__Porqué?_ ladea su cabeza como si realmente no lo comprendiera.
__Porque eran las dos de la madrugada cuando se fue_ sus ojos no se apartan del rostro contrario.
__ Oh, no empieces a pensar cosas raras drama Queen, quedé anoche con los chicos de gestión empresarial y cuando regresaba lo ví salir _ se toma el trabajo de explicar la situación para que su pelinegro favorito deje de mirarlo como al bicho más raro del universo, aunque ciertamente lo era__Ya cambia esa expresión Lu_ su sonrisa solo se amplía ante la mueca de seriedad del pelinegro, extiende su mano y termina apretando la mejilla suave del menor entre sus dedos haciéndolo sonreír__Está en el pasado_ asegura apreciando la duda pasando frente a los ojos mieles de Lukas.
__En verdad?_ la vocecita del pelinegro sale pequeña e insegura, inseguridad que se va al traste al ver al contrario sonreír en afirmación.
Y si Harry mintió o no, ninguno de los dos dijo nada al respecto.
__No entiendo porqué se fue_ ladea nuevamente su cabeza como un cachorro confundido en un intento para nada disimulado por abandonar tan incómodo tema de conversación.
__Pues por la misma razón por la que se van todos_ bufa apartando por primera vez sus ojos de él__Porque lo llamé Jay_ sus ojos bajan hasta la taza y se quedan allí siguiendo las gotitas bajar hasta resbalar sobre el granito de la barra__Estoy con alguien más en la cama, y el jodido Jay Carter sigue en la punta de mi lengua _ bufa por lo bajo inflando con molestia sus mejillas, mismas que a estas alturas ya estaban aumentando en temperatura.
__Lu _ sus dedos sostienen con suavidad la delicada barbilla y ejerciendo solo un poco de fuerza logra girar su hermoso rostro en su dirección__Yo jamás me iré, no te sientas mal por eso. Está bien, son cosas que simplemente suceden_ y quizá sus palabras y acciones diferían muchísimo de lo que hacía solo un momento él mismo había dicho. Lo cierto era que había tenido un tiempo difícil lidiando con sus emociones, incluso ahora....
Pero todo quedó opacado cuando una llave se introdujo en la cerradura de la puerta del dormitorio, y tras girar en su interior la misma se abrió dejando ver a un muchacho alto que usaba ropa deportiva negra, su cabello lucía un agradable tono platinado que contrastaba demasiado bien con la raíz azabache de su cabello y el brillo azulado en aquellos hermosos ojos, las venas se marcaban de forma deliciosa en su antebrazo descubierto por la manga de la sudadera recogida a lo largo de su piel descubriendo también un camino de tinta cuya forma siempre anheló descubrir con las yemas de sus dedos, un maletín era sostenido con fuerza por su mano, una mochila en su espalda y en su otra mano las llaves del dormitorio. Y cuando las diferentes perforaciones en el lóbulo de su oreja brillaron por la luz lo supo.
Estaba jodido...porque el dueño de sus fantasías de adolescente enamorado estaba de pie a un par de metros de él.
Porque Jay Carter estaba en su dormitorio.
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