Un sucio mentiroso

Adrian Cassavets

Cuando el timbre retumba por toda la escuela siento un alivio inmenso. Después de seis horas por fin terminan las clases. Estos últimos días nos hemos mantenido muy ocupados porque es el último año de preparatoria y necesitamos entrar a la universidad. Yo quiero ser abogado porque mi padre lo era y quiero proteger a los menos favorecidos. Aunque al mismo tiempo quiero ser músico y perseguir mis sueños pero supongo que será un paso a la vez.

Mientras guardo mis cosas en la mochila, pienso en la chica hermosa con la que he cambiado de cuerpo. Estoy ansioso por ir a verla saliendo de aquí. Ayer le mandé un mensaje pero no me respondió ninguno, cuando me asomé por la ventana para buscarla en la habitación la vi acostada en la cama. Pobrecita, estaba muy cansada.

Sin embargo no he dejado de pensar en ella y en el beso que le di. No sé cómo me atreví a dárselo pero el momento fue simplemente único. Las luces, la música, el ambiente, teníamos la química necesaria. Sabía que quería darle un beso y así fue como lo hice. Temía que ella se molestara o se asustara pero no fue así, Amy me miró con mucha ternura y en ese momento supe que hice lo correcto.

Muero por darle un beso en los labios pero quiero hacerlo cuando regresemos a nuestros cuerpos. Tengo que admitir que sin darme cuenta Amy Callum se coló desde mi mente a mi corazón en un segundo. Estoy cien por ciento seguro que me enamoré de ella. Ya no me la puedo sacar de la cabeza y sé que esto no es algo pasajero.

Por esa razón quiero buscarla para proponerle algo en lo que he estado pensando. Quiero que ella sea mi novia y se lo propondré para que cuando regresemos a nuestros cuerpos podamos intentarlo. Al menos conocernos, salir, tener citas, quiero tomarla de la mano mientras vayamos caminando por la calle.

Así que camino hasta el pasillo donde está el salón de clases en el que se encuentra Amy. Cuando doblo la esquina la veo y mi corazón comienza a acelerarse como un loco. Entonces le hago señas, pero me ignora. Bueno... seguramente no me vio. Así que corro hasta su encuentro y la tomo del brazo.

—Hola Amy —susurro para que no nos oiga nadie pero ella aleja su brazo y me mira molesta. Sus ojos azules se me clavan como una navaja.

—No me toques —escupe con mucha rabia en sus palabras. Pero, ¿qué está pasando? Aún recuerdo cuando ella me permitía abrazarla sin ningún problema, ¿qué ha pasado mi dulce Amy?

—¿Te sientes bien? —pregunto mientras ignoro su molestia. Genuinamente me preocupo por ella y por cómo se siente con mi presencia.

—No quiero hablar contigo Adrian y no quiero hacerlo nunca. —¿Nunca? Pero, ¿qué pasa? Ay no, ¿habrá sido el beso? ¿Me habré pasado? No, no, no, eso no es lo que yo quería. Amy, por favor.

Así que recuerdo lo que quería decirle, por lo que la miro con un rostro preocupado y digo:

—Es que yo quería decirte algo muy importante. —Me doy cuenta como se pone roja de la furia al recordar algo. ¿Qué estará pasando? Amy no por favor, no me destruyas.

La hermosa chica se queda pensando un segundo y luego me regresa la mirada con el ceño fruncido. De verdad que no es un buen día para hablar con ella. Supongo que no le ha ido muy bien.

—Nos vemos a las cinco en el parque. Tengo algo que decirte —sentencia para irse y dejarme con un millón de dudas.

¿Qué te pasa Amy? Tú no eres así.

(Escuchar canción en multimedia)

Miro el reloj en mi teléfono y compruebo que sean las 4:58 de la tarde. Mientras camino hacia el parque elevo la mirada para darme cuenta que Amy está sentada en los columpios y... me detengo en seco cuando veo sus ojos llenos de lágrimas. ¿Qué ha pasado con ella? No puedo creer que tan solo hace dos días estábamos tan felices bailando. Sin lugar a dudas tengo un muy mal presentimiento.

Cuando me acerco a ella, el sonido de las piedras rechinando en mis zapatos la hace elevar la mirada. Le regalo una sonrisa pero Amy no me devuelve ningún gesto, sólo se seca las lágrimas de manera violenta. Pero ya no aguanto más, así que me acerco a ella y le doy un abrazo, detesto verla llorar. Me duele pensar que soy yo quien le ha hecho daño. Sin embargo me empuja y me señala con su dedo.

—No me toques Adrian. De verdad no lo hagas —dice mientras las lágrimas salen con más fuerza de sus ojos. Es como si una llave se escurriera a borbotones.

—¿Por qué Amy? ¿Qué te pasa? —pregunto mientras siento un nudo en el estómago, mi voz sale cortada y llena de dolor. No sé que ha pasado pero sin duda le duele verme.

Así que Amy se queda callada, los sollozos inundan todo el parque. Incluso las palomas que estaban cerca de nosotros se van volando al escucharla llorar. No puede articular ninguna palabra, solo mira el suelo mientras solloza desconsolada. Tengo tantas ganas de abrazarla y consolarla pero ella no me deja.

—Sé todo lo que pasó entre tú y Lizy —escupe mientras se lleva las manos a la cara y las lágrimas bañan sus dedos.

Al escuchar sus palabras se me congela todo el cuerpo. Siento como el corazón se me acelera y comienzo a sudar. No puedo creer que Lizy hablara con ella sobre eso. Sin embargo no sé qué hacer. Así que me llevo las manos a la cabeza y lanzo un suspiro.

—Yo... ¿qué te dijo? Ella... mmm, ¿qué pasó?—digo tartamudeado mientras pienso en lo avergonzado y estúpido que me siento.

—No te preocupes Adrian, Elizabeth ya me dijo que fueron tantas veces que no puede contarlas —grita con rabia en todo el cuerpo. Incluso se pone de pie para señalarme una vez más con su dedo acusador. Las lágrimas bañan todo su rostro y comienzo a sentir miedo. Por ahora ella es más grande que yo y temo que me lastime.

—Solo fueron tres veces. —susurro sin mirarla a los ojos. Me mata verla llorando. Aunque claro que mis palabras no minimizan lo que ocurrió.

—Menos mal —dice sarcásticamente mientras se lleva las manos a la cabeza y comienza a rodearme.

Yo intento decir algo pero las palabras no salen, simplemente me he quedado mudo. Ella se da cuenta y por eso sigue hablando.

—Adrian, yo no te digo esto para escuchar tus razones. Sé que en tu vida yo no soy nadie importante y no debería recibir ninguna justificación de tu parte, pero Edward sí. Él ha sido muy bueno conmigo como hermano y no me parece justo que tú y Elizabeth se burlen de él de esa manera. No es justo que lo permitas y lo sigas permitiendo. Le romperás el corazón... así como lo hiciste conmigo. Esperaba mucho de ti Adrian, no pensé que fueras así. —Sus palabras se cuelan por mi mente y llegan a mi corazón para explotarme en mil pedazos.

Ella tiene razón.

Todo me da vueltas e incluso siento que estoy a punto de desmayarme. Así que lleno de aire mis pulmones y la encaro.

—Amy, sé que no debí permitir que las cosas escalaran hasta ese punto pero... por favor, ya escuchaste lo que te dijo Elizabeth... ahora escúchame a mí, te lo suplico —digo tratando de que no se vaya pues comienza a caminar lejos de mí.

—Eres un sucio mentiroso —escupe una vez más con rabia y dolor.

Sin duda toda la esperanza que tenía en mi cuerpo se esfuma cuando veo como me da la espalda.

—No me busques Adrian, no quiero verte. Habla conmigo hasta que encuentres alguna solución para que volvamos a nuestros cuerpos. Yo también buscaré respuestas por mi parte. Y cuando me regreses mi cuerpo habla con Ed y dile la verdad. Ah y por favor, no quiero volver a verte después de eso. No entiendo cómo tuviste el corazón de hacerle daño a tu hermano. A la familia no se le traiciona de esa manera.

Cuando Amy termina de decir eso se va caminando y a los oídos me llegan sus sollozos. De repente todo el mundo colapsa frente a mí.

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Nota de la autora:

Hola mis hermosas constelaciones, discúlpenme tanto por subir el capítulo hasta ahora. Los he dejado con la intriga. Es que no me había dado tiempo editar el capítulo y compartirlo con ustedes. Muchas gracias por su paciencia y por seguir aquí conmigo.

Quiero seguir editando más capítulos para compartirlos con ustedes. ¡Muchísimas gracias por su apoyo! Al fin ha llegado el drama y veremos qué harán estos chicos para superarlo.

Canción: Unclear– Kodaline

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