El por qué te quiero

Toco la puerta de la oficina de la maestra Seyfried y escucho su voz invitándome a entrar. Cuando la abro yo no puedo evitar sentir un nudo en la garganta, aún no puedo superar lo que leí en la carta de mi querido Adrian. La maestra se da cuenta y me regala una sonrisa triste.

—Hola Adrian, ¿en qué puedo ayudarte? —cuestiona la señorita Seyfried sin dejar de mirarme.

—¿Tiene unos minutos? —La maestra asiente y me señala la silla frente a su escritorio. Yo cierro la puerta detrás de mí y camino con la cabeza gacha hasta el lugar.

Entonces dejo salir un suspiro y sin querer las lágrimas comienzan a salir de mis ojos. Así que comienzo a hablar.

—Ya sé que usted no me cree profesora. Pero le digo la verdad, yo soy Amy Callum en el cuerpo de Adrian. Lamento tener que volver a molestarla, es solo que no sé a quién más recurrir —digo entre lágrimas. Atropello cada una de mis palabras y siento como el dolor me inunda.

Mientras yo sigo llorando, la maestra Seyfried me mira y me regala una sonrisa. Un silencio inunda toda la oficina, pero no es un silencio incómodo, sino un silencio necesario.

—¿Quieres saber por qué quiero tanto a Amy y por qué le hablé de Urano? —Asiento repetidamente y ella me sigue mirando con una sonrisa.

De su escritorio saca una foto y me la extiende. Ahí puedo ver a la maestra Seyfried como de 20 años junto a una chica de unos 17. Ambas están frente a la playa y se abrazan muy felices. Perpleja la miro a los ojos.

—Ella era mi hermana menor, su nombre era Pearl. Ella era una eterna soñadora, amaba el mundo, la vida y todo lo que había afuera de nuestro planeta. Mi hermana era una chica brillante. Ella fue la primera que me habló de Urano y Gea. Siempre estaba investigando sobre cosas emocionantes... sin embargo murió en un accidente. Se ahogó, pero siempre estuvo presente en toda mi vida. La recuerdo a cada segundo, no hay un día en que deje de pensar en ella. Y Amy siempre me recordó a mi hermana.

»No sé si es la manera en la que camina o si es su sonrisa, pero Amy siempre me la recordó. La primera vez que la vi pensé que estaba viendo a mi Pearl. Además ellas también son unas soñadoras empedernidas. Por eso la quiero y por eso le hablé de Urano, porque pensaba que gracias a Amy mi hermana podría cumplir su sueño, el de ver ese cometa.

Veo como una lágrima se desliza por la mejilla de la maestra y pienso en todos los momentos que hemos pasado juntas. Tiene razón, yo siempre había notado que me quería de una manera especial. Si tan solo supiera que yo también perdí a mi hermana mayor.

—Además, sí te creo Amy. Yo sé que ahora estoy hablando contigo. —Las palabras de la maestra me hacen abrir los ojos demasiado. ¿Me cree?

—¿Pero por qué antes no me creyó? —pregunto mientras siento como las lágrimas vuelven a salir de mis ojos.

—Porque yo le pedí a Urano cambiar de cuerpo con mi hermana. Aunque creo que no funciona cuando una de las personas ha muerto. Por eso te traté así, porque me moleste con Urano. Disculpa tanto Amy —comenta levantándose de su asiento y dándome un abrazo—. Es muy gracioso abrazarte siendo Adrian Cassavets.

Ambas comenzamos a reír pero ella limpia mis lágrimas.

—Me alegra que no haya cambiado de cuerpo. Usted es muy valiosa maestra, yo también la quiero mucho. —Ella me abraza con más fuerza y yo comienzo a sonreír. Esto es lo que necesitaba.

—Muy bien Amy, entonces tienes que saber que si quieres volver a tu cuerpo tienes que esperar a Gea —explica soltándome y recargándose en su escritorio.

—Ya lo sé maestra aunque no sé cómo explicarle a Adrian que fue mi culpa. Esta tontería nos ha cobrado muy caro —digo de nuevo con las lágrimas saliendo de mis ojos.

Ella me mira muy atenta y me toma el brazo con mucho cariño.

—Es mi culpa maestra Seyfried, yo lastimé a Adrian, es mi culpa —comento con mucho dolor en el corazón—. Yo pedí ese deseo. Yo pedí el deseo y por mi culpa pasó todo eso.

Me llevo las manos a la cara y otra vez me quedo llorando desconsolada. Sin embargo no dura mucho tiempo pues escucho como abren la puerta y una voz familiar se cuela por mis oídos.

—¿Fuiste tú? —pregunta Adrian mientras me mira con los ojos llorosos. Incluso noto como las piernas le tiemblan.

Ay no. Ya lo he arruinado mucho más.

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Nota de la autora:

Hasta aquí termina la parte de Amy, el siguiente capítulo será de la conversación que tengan ambos. En serio muchas gracias por su apoyo a esta historia. Ya sé que ya se los dije desde hace mucho pero ya estamos en la recta final. Gracias por todo.

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