« 𝙲𝚊𝚙í𝚝𝚞𝚕𝚘 𝟾: 𝙳𝚎𝚊𝚗 𝙿𝚒𝚕𝚜𝚎𝚗 »
❝Estaré allí en menos de lo que canta un gallo. No te muevas, voy para allá❞
Enviando a Amiga Deynis...》
Procesando...》
Enviado con éxito
⇥ Disfrute de Dean P. ⇤
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-Dios, esto es vergonzoso, no sabes cuanto lo siento- Deyna hablaba mientras sus mejillas se encendían- Te juro que lo resolveré todo y que mañana ya no te molestaré- se disculpaba al entrar a la sala mientras retorcía sus manos alrededor de su pequeño bolso.
El simpático castaño que ahora se encontraba cerrando la puerta de su departamento, comenzó a rodar los ojos.
-Deyna por Dios, si quieres puedes quedarte el tiempo que quieras, y no me molestaría jamás- Dean le restó importancia con un gesto y volvió a sonreír- Ahora, bienvenida a mi humilde hogar- abrió los brazos para mostrar su pequeño departamento-Sé que no es mucho, pero trabajando medio tiempo junto con el dinero que me envían mis padres desde casa, tengo que pensar en pocas comodidades-mientras hablaba, rascaba su cabeza un poco avergonzado, lo cual logró que Deyna sintiera una punzada de gran ternura por el muchacho. Era un buen chico, tuvo que reconocer.
La joven recorrió con la mirada el lugar, y tal y como decía Dean, era bastante pequeño. Era un sólo espacio en el que cabía la cocina y la sala al mismo tiempo, solo que lo dividía una barra, lo que marcaba los límites de la estancia. La sala estaba amoblada con un sofá de color negro, y algo desgastado por el uso, así como un pequeño televisor sobre una mesita. A diferencia de la cocina, que lograba divisar un refrigerador de su misma altura, una cocina vieja y una mesa para no más de dos personas.
Aquel departamento estaba perfectamente equipado para que un estudiante de diecinueve años pudiera sobrevivir cómodamente. Deyna sonrió inconscientemente al ver aquellas descoloridas cuatro paredes porque aquel carismático chico, le recordaba a ella cuando trataba de valerse por sí misma hace no tantos años.
-Mis padres no pueden mandarme mucho dinero para que rente un mejor departamento, porque casi la mayoría de su salario, lo utilizan para pagar mi educación en Drayton- decía detrás de ella. Deyna volteó a verlo, y aquel rostro resplandeciente, parecía ahora decaído, y con tan sólo verlo, sintió que se le rompía el corazón.
-Oh Dean, el lugar es perfecto y realmente lo adoro. Lo digo de verdad-declaró acercándose a él para descansar su mano en su hombro. Al joven se le iluminaron los ojos y su sonrisa recurrente volvió.
-Bueno pues, te mostraré tu habitación de lujo, querida invitada-gentilmente, el muchacho sonriente la llevó hasta una puerta, la cual dejaba paso a una pequeña y pintoresca habitación que desprendía un aroma varonil.
Un escritorio con un ordenador encima, además de una cómoda cama bien tendida y un pequeño armario con una cajonera a su lado. Era la habitación de Dean.
-¡Ni creas que dormiré en tu habitación!-exclamó horrorizada-Dormiré en el sofá, como la gente normal-trató de escapar hacia la sala, pero él fue más rápido y la atrapó entre sus brazos riendo.
-La gente normal aceptaría dormir en una cama, y el anfitrión en el sofá. No acepto sugerencias Deyna-le espetó cuando comenzó a luchar para zafarse de su agarre-¡Esto es ridículo, quiero que duermas en mi cama!-resongó él mientras arremetía contra ella en un intento por convencerla de quedarse, hasta que la hizo caer sobre la cama, mientras él se cruzaba de brazos y la veía desde arriba, triunfante.
-No voy a dormir aquí Dean. Es tu casa, tu cama, y yo aquí te llamo en medio de la noche para que vengas a rescatarme porque no conozco a nadie más que pueda ayudarme-decía mientras se incorporaba con los brazos y sentía que la verborragia verbal volvía- Mis padres, ellos... ¡No puedo verlos a la cara ahora!-escupió con rencor mirándose los pies, ya afligida al enterarse de la verdad.
Y era cierto. Confiaba en ambos más que a nada, pero habían ocultado muchas cosas y se lo habían guardado mucho tiempo como para que dejara pasar tal situación. Pero la mentira no le dolía tanto como pensar que ambos, eran capaces de ignorar los problemas de sus estudiantes sólo porque les convenía hacerlo. Era atroz pensar que cada vez que le decía a su padre las crueldades que los Vincent les hacían a los alumnos, él pensara que valía más la pena dejarlos hacer todo lo que quisieran, mientras el mayor de los cinco idiotas dejara sobre su escritorio una gran suma de dinero.
Tristan llevaba la delantera siempre, y siempre le tocaba a ella correr detrás de él como una niñita torpe. Tenía a sus propios padres de su lado, ¿Qué se suponía que hiciera, continuar con el trabajo de niñera? ¿Con qué fin? Si finalmente sus padres no harían nada por ellos, debido a su estupidez humana.
-Oye...-Deyna levantó la vista y se encontró con una mirada comprensiva-Me has llamado molesta y supuse que habías tenido una discusión con tus padres-con poco esfuerzo, lentamente se acomodó en la cama, a su lado- Yo he mantenido grandes discusiones con los míos y siempre he querido que alguien estuviese allí para mí en esos momentos desagradables. Pues bien, yo quiero ser esa persona para ti ahora-Dean sonrió cálidamente depositando su mano sobre la suya-Déjame hacerlo.
La joven de cabellos castaños sintió por primera vez en su vida, que alguien, además de su familia, la escuchaba. Sin poder evitarlo lo abrazó, y este correspondió al abrazo. Se sentía tan natural que decidió retenerlo contra su pecho por unos segundos más.
-Podría contar con los dedos los días en los que hemos sido amigos-decía mientras sonreía contra el hombro del joven-Y aún así, creo que no hay nadie en quien pudiera confiar más en este momento. Eres un buen amigo, Dean-aquella confesión salió de sus labios sin siquiera pensarlo, y gracias a eso, sentía que volvía a ser ella misma.
-Oye, estás asfixiándome- rápidamente lo soltó al escucharlo, pero luego se carcajeó al verlo exagerar su respiración.
-Estoy abriéndote mi corazón y tú sales con eso- acusó con una mirada fulminante, sin dejar de sonreír.
-Las cursilerías déjaselas a los enamorados-decía su amigo mientras se incorporaba y llegaba hasta la puerta- hay una ducha a tu izquierda y cuando termines de asearte, ven a la cocina. No quiero presumir pero sé marcar al teléfono muy rápido para que traigan comida a domicilio-Deyna no pudo evitar reírse a la par que asentía.
-Déjame adivinar, tu especialidad son las pizzas a domicilio, ¿Verdad?- Dean guiñó un ojo dándole la razón y desapareció.
Luego de tomar una refrescante ducha, y colocarse una camiseta y shorts de Dean, el cual había estado insistiendo para que los tomara por esa noche, ya que ella no había tenido tiempo de traer ningún tipo de equipaje, se sentó en la cama mientras peinaba su cabello con los dedos.
Sonrió al recordar que no se sentía demasiado incómoda en aquella casa por alguna razón. Solía huir de casas ajenas por el hecho de que odiaba la sensación de molestar a las personas. Pero allí, entre aquellas cuatro paredes, con aquel aroma masculino, no se sentía como una invasora. Era una sensación nueva para ella. Era sumamente agradable.
Había llamado a Dean de forma inmediata en cuanto dejó el restaurante, porque no sabía qué hacer o a donde ir. No tenía un departamento propio en aquella ciudad, porque una vez que dejó su hogar, se fue directo a la universidad. Así que en medio de la noche, sin tener la opción de dormir en la misma casa que sus padres, el único que apareció en su mente fue Dean, y apenas colgó la llamada, en menos de diez minutos, el muchacho apareció con su motocicleta, la cual le parecía adorable ya que estaba bastante desgastada y usada.
De camino al departamento de Dean, simplemente habían guardado silencio, hasta que la ayudó a bajar de ella y a entrar. Supuso que no quiso presionarla con preguntas, ya que al fin y al cabo, se encontraba en un estado demasiado consumido por la confusión y la desconfianza.
-¿Vienes Deyna?- se escuchó a lo lejos, y acto seguido, se precipitó por la puerta al salir- La comida informal que tú querías está noche, pues ya está servida- presentó su cena de forma exageradamente graciosa. Supuso que comerían en el sofá de la sala, ya que él se encontraba allí.
El chico no mentía cuando decía que su especialidad era la comida a domicilio. Era la mejor pizza que había probado en mucho tiempo, y silenciosamente se lo agradeció. Dean había logrado levartarle el ánimo en apenas una hora, y jamás creyó que se sentiría tan aliviada por ello.
-Ahora dime-dijo luego de acabar absolutamente toda su cena- ¿Por qué estabas tan molesta con tus padres?
Realmente temía que se lo preguntara, aunque ya se lo esperaba. Sin saber cómo responder, comenzó a repiquetear con los dedos sobre el sofá, llamando la atención del joven.
-Está bien, adivinaré- dijo mientras se acercaba a ella-Imagino que tendrá relación con cinco personas que me tiraron una apestosa sustancia verdosa encima, ¿Me acerqué?-aquel acertijo en realidad no era muy difícil de acertar, así que con una sonrisa la muchacha asintió.
-Mis padres han estado ocultándome cosas, y no creo que debas saberlas-sabía que no lo convencería su respuesta igualmente.
-Deyna, sé que soy nuevo en todo esto..-Dean se acercó lo suficiente como para evitar que ella evadiera cualquier pregunta-Pero aún no me has dicho por qué los vigilas, a los Vincent, por qué te encargas de vigilarlos- Deyna frunció el entrecejo.
-Creí que lo sabías, toda la escuela lo sabe-Dean negó con la cabeza de forma insistente.
-Sé la parte de que los puedes controlar y del trato que tienes con ellos, pero no entiendo cómo terminaste siendo su niñera- respondió de forma obvia. Era cierto, nunca le había contado la historia, ni de como había conseguido ese espantoso trabajo de niñera.
La muchacha suspiró resignada y bastante reacia a tener que recordar aquel fatídico día, más que nada porque sabía que tenía que mentirle. No estaba dispuesta a romper el trato con los hermanos, por lo que trataría de obviar las partes que no podía confesar. Así que se reacomodó en su lugar y se cruzo de brazos, haciéndose a la idea de que debía cuidar sus palabras.
-Hace seis meses, antes de que terminara el año escolar e iniciaran las vacaciones, había venido de visita a la ciudad. Dejé mi trabajo por unos días para ver a mis padres-contaba mientras Dean se acomodó lo suficiente como para es escucharla lo más cerca posible- Yo estaba al tanto de todo lo que ocurría en la Universidad por el contacto que tenía con mi padre, quien estaba casi desquiciado desde hacía cinco años cuando Tristan entró a primer año, y en los años venideros, cuando se sumaron sus cuatro hermanos pequeños-su amigo parecía absorto en su historia, lo que animaba a Deyna a seguir con su relato-En mi visita hace pocos meses, un día decidí ir a verlo al trabajo, sosprenderlo con un almuerzo, pero en cuanto pise la Universidad me había perdido.
-¿Qué quieres decir con perderte?-lo interrumpió el castaño como si hubiera quedado escéptico-¿Esperas que me crea que nunca visitaste la Universidad antes de irte a estudiar lejos de la ciudad? Tendrías que saberte el mapa del lugar como si fuera la palma de tu mano- Zanjó incrédulo, a lo que Deyna sonrió de mala gana.
-Drayton cambió radicalmente desde que me fui a estudiar- Dean pareció ligeramente menos confuso- Evidentemente conocía la Universidad y había venido miles de veces, pero cuando puse en pie en ella la primera vez luego de cinco años, parecía un Instituto completamente diferente. Era más enorme, más imponente, mucho más prospero de como lo recordaba- y dijo esas palabras con gran decepción, porque ahora sabía la razón del por qué la universidad se encontraba tan diferente, más remodelada- Había nuevos pasillos que antes no estaban, nuevas oficinas, nuevos encargados y profesores; y antes ni siquiera había un campus de entrenamiento ni mucho menos piscinas. Todo para mí fue nuevo, extraño y completamente desconcertante, porque mis padres nunca me habían dicho que remodelaron absolutamente todo el lugar tan radicalmente.
-Entiendo, ¿Y qué sucedió cuando te perdiste?-Deyna hizo una mueca. No le gustaba mucho esa parte de la historia, porque su orgullo quedaba por los suelos.
-Podemos obviar esa parte, no es necesario que...
-Deyna-la cortó impertérrito, a lo que ella suspiró resignada.
-¿Recuerdas lo que te sucedió al momento de ver a Sienna? Aquel trance del que me hablaste- Él asintió de inmediato-Pues también me sucedió. Se llaman agujeros negro, porque cuando vez a uno de ellos, todo tipo de pensamiento es absorbido- Dean hizo una mueca de disgusto y Deyna sonrió-Lo sé.
-¿Y con cuál de los hermanos te sucedió? ¡Déjame adivinar! Fue Treyton, todos dicen que es el más atractivo-Deyna negó, cansada de escuchar lo mismo siempre- Entonces fue Trescot, sé que de los cinco, es el que más te agrada- Ella volvió a negar, dejando a Dean confundido, hasta que de pronto, abrió los ojos estrepitosamente-¿Fue Sienna?- Ella soltó una carcajada tan grande que tuvo que controlarse luego de un momento.
-Tranquilo Dean, tu siempre serás el primer amor de Sienna- Él pareció enrojecido de vergüenza por esa respuesta, y sonrió nerviosamente.
-¿Entonces, de los cinco quie...- no pudo terminar la pregunta porque Deyna se le adelantó.
-Tristan, sencillamente Tristan- confesó sin darle mucha importancia y seguidamente se levantó del sofá, comenzando a recoger los restos de la pizza, para luego proceder a tirarlos a la basura, yendo Dean detrás de ella, curioso.
-¿Al que más detestas?-Ella asintió -Siendo sincero, no parece más atractivo que los otros cuatro- Deyna se volteó incrédula.
-¿Estás bromeando? Tristan es el más guapo de los cinco, y es una de esas razones por las que lo detesto tanto... Porque él sabe que yo lo considero así, tan jodidamente atractivo. Eleva su ego, supongo- se encogió de hombros y volvió a sentarse en el sofá, pero esta vez, acomodándose como si fuera una cama. Dean corrió hacia ella tratando de evitar que se acostara allí- Te contaré toda la bendita historia si me dejas dormir aquí, y tú te duermes en tu maldita cama, ¿Oíste?- Sin escapatoria, él lo meditó y asintió, sentándose vencido en la alfombra, para terminar de escuchar el relato.
-Está bien, ¿Qué tiene que ver Tristan en todo esto?- Deyna se acomodó de forma que cerró los ojos y llevó los brazos por debajo de la cabeza.
-Hace seis meses pisé Drayton como si fuera mi primera vez, porque era un Instituto completamente nuevo, y mis pasos me llevaron a lo que creía antes que era la Rectoría, la cual hoy es más bien conocida como la sala de bellas artes.
-¿Qué no Tristan estudia...-la interrupción de Dean hizo que Deyna soltara una carcajada seca.
-¿Bellas Artes? Oh si, claro que sí, que conveniente, ¿Verdad?- Sin dejar de cerrar los ojos, sonriente explicaba que todo aquel área oeste que una vez fue el área administrativa de la universidad, con las nuevas remodelaciones, se convirtió en el área de Arte, justo donde Tristan estudia.
-Te lo encontraste, supongo- lo dijo como una afirmación, más que como una pregunta, y Deyna sonrió.
-Fue un poco más complicado que eso-se recordó que debía cuidar sus palabras para no romper el trato, así que fue cautelosa-Se podría decir que él me encontró a mi.
Aunque era verdad, no lo era del todo.
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Holaa! Hace mucho no actualizaba, principalmente porque tengo escrito algunos capítulos más y no estaba segura de si eran tan buenos. Pero qué más da!! Pasaron 50 años pero da igual, voy a seguir viendo a donde lleva esta historia ^^
Aún no sé si alguien está leyendo esto, pero si es así, espero que te haya gustado ^^
Byeee :))
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