3. but honestly, who's counting?
𖡼.𖤣𖥧𖡼.𖤣𖥧
capítulo tres. ☄︎. *. ⋆
━━━━━━━━━━━━━━━━━━━━
Escucha, no digo que haya favoritismo cuando se trata de alianzas para capturar la bandera, pero definitivamente no es coincidencia que Atenea haya formado equipo con Apolo durante los últimos tres años. Annabeth siempre, siempre me ha querido a su lado, y no fue una sorpresa para nadie cuando se anunciaron los equipos.
Atenea, en equipo con Hermes y Apolo, luciría los cascos con plumas azules y Ares, con equipo con literalmente todos los demás, luciría el rojo.
Nunca me gustaron estos estúpidos cascos, para que conste. Siempre pensé que eran llamativos. Quiero decir, en una pelea real, ¿no podría tu oponente simplemente... agarrar las plumas en la parte superior y arrancarte todo el casco de la cabeza? Y no es como si estuvieran allí por motivos estéticos, porque esas cosas son más feas que el dedo gordo del pie de Hades.
Pero me estoy desviando del tema y, a regañadientes, me encontré usando uno de estos feos cascos. Yo, junto con todos mis compañeros de campamento, rodeamos la mesa llena de armas. Sin embargo, cuando llegué al frente de la multitud, no habían muchas opciones: un escudo endeble, una espada y un arco con algunas flechas. Obviamente, elegí el arco, ya que la especialidad de mi padre resultó ser exactamente lo que necesitaba.
Usar una daga puede ser mi habilidad característica, pero siempre he deseado que se nos permita usar arcos y flechas como armas básicas. Cuando le pedí a Quirón que lo permitiera, simplemente dijo que pensaba que no nos serviría de nada en una zona de combate de cuerpo a cuerpo.
Lo cual, vale. Válido.
Sin embargo, agarré el arco y me colgué la bolsa de flechas al hombro.
―Woah.―dijo una voz a mi izquierda, y me volví para ver a Percy, también con un sombrero mohicano azul.―¿De verdad se supone que debamos usarlas?
―A menos que quieras que tus amigos de Ares te atraviesen.―dije, encogiéndome de hombros.―Aunque supongo que nos estarían haciendo un favor a todos.
Entrecerró los ojos e iba a bromear, pero Annabeth de repente gritó:―¡Equipo azul, adelante!―y nos fuimos.
Podía oír al equipo rojo burlándose de nosotros mientras corríamos a esconder nuestra bandera, pero no me importaba un carajo. Estaba básicamente en mi elemento: arco en mano, hermanos a mi lado, el sol brillando. Obviamente, papá quería ver ganar a su propia cabaña. Era la única vez que nos prestaba atención.
―¿Tienes una estrategia, estoy segura?―le pregunté a Annabeth, una vez que el equipo se había dispersado en su mayoría a sus posiciones asignadas. Me miró de reojo con cara de tormenta e inmediatamente levanté las manos.―Dioses, miren a quién le pregunto. Por supuesto que tienes una estrategia. Iré a la arena, echaré un vistazo por ahí――
―Uh, no.―dijo, hundiendo la punta de la hoja de su espada en la tierra y apoyándose en la empuñadora.―Estás en tareas secundarias.
Hice una mueca y suspiré.―Esperaba que olvidaras ese pequeño incidente.
―¿Olvidarlo?―preguntó, levantando las cejas.―Theo, me disparaste――
―¡Porque pensé que estabas en el equipo rojo――!
―Y luego, cuando me llevaban a la enfermería――
―Esa parte no fue mi culpa.
―Intentaste capturar su bandera y, de alguna manera, por los dioses, ¡robaste nuestra propia bandera!
―Intenté devolverla.―dije, frunciendo el ceño. Di un pisotón.―Vamos, soy buena luchando. ¡Ponme en el frente!
―No va a pasar.―dijo, con un tono de resolución en sus palabras. Sabía que no había esperanza. Una vez que Annabeth Chase se decidía, era imposible cambiarla. Hay más esperanzas de que Orfeo consiga traer de vuelta a Eurídice del Inframundo de que Annabeth cambie de opinión.
―Al arroyo.―me dijo.―Ahora.
No tuve más remedio que obedecer, mi melena de caballo azul colgando mientras me dirigía hacia el arroyo. El trabajo secundario es para cobardes, pensé con amargura. Cobardes y gente que no puede luchar y...
Percy Jackson. Porque, por supuesto, él también tenía que trabajar en el arroyo.
Se dio la vuelta cuando salí a la orilla, su espada apuntando descuidadamente a mi cuello expuesto. Arqueé una ceja; dejó caer la espada al instante. Asentí.―Buena idea.
―¿Qué estás haciendo aquí abajo?―preguntó.―Annabeth dijo――
―¿Que tiene un plan?―completé, inclinando la cabeza hacia un lado.―¿Te dijo alguna instrucción además de <<quédate en el arroyo y déjame el resto a mí>>?
Bajó la mirada y tragó saliva.―No...
―Sólo estoy aquí porque estoy en período de prueba para capturar la bandera.―expliqué, quitándome el estúpido casco y dejándolo caer en la arena.―Digamos que captura la bandera del año pasado no salió demasiado bien. Supongo que se me podría culpar por su fracaso.
Percy esbozó una sonrisa.―De ninguna manera.―dijo.―¿Está Theodosia Scott admitiendo haber hecho algo malo? ¡Los dioses deben estar realmente en guerra!
Me ardían las mejillas.―Cállate.―murmuré, dándome la vuelta y arrastrando la punta de mis flechas por la arena.
―En serio.―continuó con desenfado.―No creo――
―Percy, cállate.―dije de nuevo, levantándome. Él entendió el nuevo tono de urgencia en mi voz e hizo lo que le dije, levantando su espada. Me quedé congelada, escuchando, mis ojos parpadeando alrededor del claro. Había sonado como... ¿un gruñido? Pero no había forma de que un monstruo hubiera llegado al campamento. Tenía que haber sido una de las ninfas o una náyade que se estaba metiendo con nosotros.
Levanté mi arco, una flecha ya entallada. Percy e estaba mirando, esperando instrucciones.
―No es nada.―dije con desdén, bajando el arco. Fruncí el ceño.―No es como si alguien fuera a venir aquí.
―Tú viniste aquí.―señaló Percy, levantando una ceja.
―Me obligaron. Como a ti, si puedo recordarte――
―¿Por qué Annabeth está a cargo de todo?―preguntó Percy, pasando por alto mis palabras. Pasó su espada sobre su cuello y apoyó el extremo plano sobre sus hombros.―¿Es super poderosa o algo así?
―La gente escucha a Annabeth porque ha estado aquí hace mucho tiempo y sabe lo que hace.―dije, clavando una de las flechas en la arena.―No tendrías idea de lo que es liderar una cabaña. No serías capaz de sacar la cabeza lo suficiente de tu trasero.
―¿Y por qué no eres la jefa de tu cabaña?―me desafió, acercándose un poco a mí. Se paró justo frente al borde del agua y comenzó a agacharse.―Supongo que has estado aquí suficiente tiempo. ¿No eres... lo suficientemente poderosa, tal vez?
―Ten cuidado.―dije, mirándolo fijamente a través de mis pestañas.―Si yo fuera tú, dejaría de intentar con los chistes; no querría que esforzaras demasiado tu mente.
―Puedes agitar una daga de cuarzo todo lo que quieras, pero aún tienes miedo de luchar.―me salpicó, riendo, pero yo ya estaba harta.
En un movimiento rápido, me puse de pie, me quité el broche del pelo y sostuve la daga transformada frente a su cara.―¿Quieres aceptar mi apuesta?
Él sonrió y bajó su espada, haciendo que la punta de mi daga se desviara hacia un lado. Reajusté mi agarre y, con un empujón en su pecho, el juego comenzó.
Se tambaleó hacia atrás y cayó al agua. Me reí, observándolo por un momento mientras intentaba ponerse de pie sobre las rocas resbaladizas bajo el agua. Sin embargo, cuando volvió a mirar, no estaba tan segura de tener esta pelea bajo control.
De alguna manera, un dios menor de los duelos de espada contra daga poseyó a Percy; se convirtió en un espadachín mucho mejor. Estaba luchando por seguirle el ritmo, entre los hecho los hechos estaba, A. tratando de atraerme al agua, B. él tenía una espada y yo sostenía una daga y C. estaba absolutamente cegada por el rencor hacia este tipo. Sentí el impulso de ganar, solo para restregárselo en la cara.
―Odio decírtelo, cariño.―dije, tratando de reprimir mis jadeos de esfuerzo.―Pero este clima agradable y soleado que tenemos es potencialmente mi territorio. Lo que significa, cerebro de guisante――
―¿Qué estoy en tu territorio?―se burló, presionando la parte plana de su espada contra la mía.―Pruébame.
―Con mucho gusto.―gruñí, usando el resto de mi fuerza para empujarlo más hacia el agua; tropezó, pero rápidamente se recuperó y comenzó a avanzar hacia mí nuevamente. Sin embargo, fui rápida con mis pues y agarré su escudo caído, apuntándolo hacia el sol. Apolo, no me falles ahora, recé y deseé que el rayo del sol se redirigiera en su línea de visión.
Cayó completamente al río, empapándose hasta el cuello. Me quedé de pie en la orilla, sin aliento. La mirada que me estaba dando era digna de los libros de recuerdos.
―¿No puedes pelear?―repetí, arqueando una ceja.
―Si no tuvieras el don de Apolo, entonces――
―Oh, pero lo tengo.―dije, sonriendo.―Es una pena que no tengas los talentos de tu padre.
Me miró con enojo y se puso de pie, su pecho subiendo y bajando rápidamente.―En serio.―dijo, escurriendo su polera.―No serías capaz de hacer eso si no tuvieras a tu padre como muleta.
―Alguien está celoso de que mi padre se preocupe lo suficiente como para reclamarme.―dije rápidamente, frunciendo el ceño. El sol se asomó detrás de una nube. Miré hacia arriba, adivinando que papá quería ver cómo terminaría esto. Le encanta el drama.
Podría haber jurado que el agua comenzó a correr alrededor de los pies de Percy, como si estuviera formando un mini huracán, pero él no pareció notarlo. Estuvo a punto de decir algo, probablemente una respuesta tonta, pero un crujido en los arbustos cercanos hizo que ambos dirigiéramos nuestra atención a la maleza. Percy salió lentamente del agua.
Levanté mi daga. Él blandió su espada.
Los arbustos explotaron y salieron al menos seis campistas de Ares, todos gritando y chillando salvajemente.
―¡Terminen con el punk!―gritó Clarisse, y tuve el sentido común suficiente para quedarme congelada mientras cruzaban el arroyo.
Volví en mí cuando Clarisse clavó la punta de su lanza eléctrica en el escudo de Percy, que cayó al suelo. Sabía que no había forma de que pudiera enfrentarse a todos ellos solo.
―¡Espera...!―grité, con la intención de ayudarlo, pero alguien golpeó la empuñadora de su espada justo entre mis omóplatos y caí al suelo. Me di la vuelta, ya podía sentir que se estaba formando un moretón, y me enfrenté a mi atacante: Daniel Kingston. No podía recordar ninguna ocasión en la que hubiera hablado con él, así que no había ninguna razón para que tuviera una venganza personal contra mí, pero eso no era lo que tenía en mente mientras rodaba hacia la izquierda para evitar la hoja de su espada. Luchamos durante un rato y, sin querer presumir, diría que me estaba defendiendo bastante bien. Bueno, al menos lo mejor que podía, teniendo en cuenta que él estaba de pie sobre mí con una espada y yo estaba en el suelo con una daga.
―D-dijeron sin mutilar.―escuché la voz de Percy y me arriesgué a echar un vistazo desde debajo de Daniel Kingston para ver en qué estado lo tenían; mis ojos se abrieron. Se veía patético.
―Dioses, solo diles dónde está la bandera.―dije, decidiendo que al diablo con todo y tomando una de mis flechas para usarla como mini lanza.
―Está por ahí.―él dijo sin aliento.
―Si.―dijo Clarisse.―Pero verás, no nos importa la bandera. Nos importa un tipo que hizo que nuestra cabaña pareciera estúpida.
―Ustedes hacen eso solos.―agregué desde el suelo, gruñendo cuando Daniel se arrodilló sobre mi estómago. Tomó su espada y la clavó en el suelo, casi rozando mi hombro; la hoja rozó mi piel y sentir que el calor de mi sangre comenzaba a filtrarse en mi camisa.
Ya no podía girar la cabeza para ver a Percy, pero no podía imaginar que él estuviera mejor que yo. Sin embargo, escuché un chapoteo e hice una mueca; me recuperé rápidamente cuando el sonido de espadas chocando se hizo más fuerte y los campistas de Ares dieron gruñidos de esfuerzo. Daniel saltó de mí y corrió a ayudar a su hermanos, pero no creo que haya llegado muy lejos; lo escuché gemir cuando algo cayó sobre la arena.
Agarrándome el brazo cortado, me di la media vuelta para ver con claridad qué diablos acababa de pasar, y no creo que lo hubiera creído si no lo estuviera viendo con mis propios ojos.
―Dioses.―murmuré, mis hombros se hundieron debido al creciente dolor en mi estómago.―¿Cómo hiciste eso?
Antes de que pudiera responder, un fuerte grito de victoria resonó en el bosque y ambos giramos la cabeza para ver a Luke cargando el estandarte del equipo rojo, con unos cuantos niños de Hermes flaqueándolo con Will y otros de mis hermanos, Quinn, detrás de él.
―Annabeth.―llamé, y Percy me miró como si estuviera loca, hasta que la hija de Atenea apareció de la nada, parada a mi lado. La miré con enojo.―¿Sabías que venían?
―Sabía que lo tendrían bajo control.―se encogió de hombros.―Y lo hicieron.
Estaba esperando que Percy la corrigiera y dijera que todo era culpa suya, porque, bueno, lo era, pero él solo la miró con enojo y se acercó furioso.―¡Nos tendiste una trampa!―dijo enojado.―Lo tenías todo planeado, ¿no?
―Atenea siempre tiene un plan.―dijo simplemente, encogiéndose de hombros nuevamente como si eso lo aclarara todo.
―Oye.―fruncí el ceño, mis ojos se entrecerraron en el hombro de Percy.―¿Cómo hiciste eso?
―¿Hacer qué?
―Tu corte de espada.―dije, señalando con la cabeza la piel donde había estado su cicatriz. Era suave como el trasero de un bebé.―Ya no está.
Ambos miramos a Annabeth; prácticamente podía ver los engranajes girando en su mente. Dio un paso atrás.―Sal del agua, Percy.
Él hizo lo que ella le dijo y casi inmediatamente cayó de rodillas, exhausto, sus heridas de batalla reaparecieron de la nada. Mis ojos se abrieron y mis labios se separaron en estado de shock.―¿Qué demonios?
―Oh, Styx.―maldijo Annabeth, mordiéndose la uña del pulgar.―Tenía la esperanza... no... pensé que sería Zeus...
La comprensión me golpeó y me quedé con la mandíbula abierta.―¿Crees...?
No tuve que confirmar ni negar que yo tenía razón, porque tan pronto como abrí la boca, una luz brillante cayó sobre todos nosotros y nos bañó con un tinte verde mar. El holograma de un tridente flotaba sobre la cabeza de Percy. Levantó la vista cuando desvanecerse, luego nos miró a mí y a Annabeth con sus grandes ojos verdes.
―Así es como se reclama.―le murmuré, arrodillándome junto a Annabeth. Lentamente, otros hicieron los mismo, con diferentes niveles de sorpresa en sus rostros mientras se agachaban al suelo.
―¿Mi padre?―adivinó Percy, volviéndose hacia Quirón.
—Poseidón.—dijo Quirón.—El que sacude la tierra, el que trae tormentas, el padre de los caballos. Salve, Perseo Jackson, hijo del dios del mar.
+5 COMENTARIOS PARA PRÓXIMO CAPÍTULO :)
━━━━━━━━━━━
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top