1. cruelty wins in the movies
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capítulo uno. ☄︎. *. ⋆
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Si me hubieras dicho ayer que me enfrentaría a mi taxista en medio del norte de Nueva York porque se convirtió en un grupo de pájaros devoradores de hombres y trató de matarme, lo gracioso es que te habría creído por completo.
Eso es lo que pasa con ser un mestizo: nunca sabes quién es amigo y quién es enemigo. Después de un tiempo, empiezas a asumir que todos está tratando de matarte, y lo más probable es que así sea.
Supongo que ya sabes lo que es un semidiós. Ya has leído el punto de vista de Percy, ¿así que estás listo para el mío? Sí, suena bastante bien. Descubrirás que mi propia perspectiva es una mejora de su personalidad de himbo. Pero, aun así, supongo que podrías necesitar algo de historia de fondo para esta escena en particular.
Vivo con mi tía, Carrie, en un apartamento de dos habitaciones en el centro de Manhattan. No, mi madre no está muerta. <<Pero, Theo>>, te estarás preguntando, <<si tu madre sigue viva. ¿por qué no vives con ella?>>. Y La respuesta a esa pregunta, amigo mío, es: un juez de derecho de familia, o como se llame ese trabajo, declaró a mi madre <<no apta para criar a un niño>>. Vive en una pequeña ciudad a las afueras de Manhattan, en una cabaña destartalada, con otras personas que, según el juez, estaban demasiado locas para llevar una vida normal. Creo que allí vive una cuidadora designada por el tribunal.
Estoy bastante segura de que mi madre sigue viva. Me gusta pensar que ya habría recibido un correo electrónico si no lo estuviera.
A esta altura, puede que te estés preguntando por qué no vivo con mi padre y (evitando el hecho de que estoy empezando a pensar que eres entrometida) la respuesta a esa pregunta es: mi padre, en palabras de mi tía, es un "maldito canalla" y es su culpa que a mi madre no se le permita criarme.
La tía Carrie ama a mi madre (vínculo fraternal, o como sea que haya dicho el psiquiatra) y nunca dejarás pasar la oportunidad de hablar mal de mi padre. Lo odia.
Así que, por extensión, me odia a mí. No me preguntes cómo funciona esa lógica.
Creo que está celosa porque tiene cuarenta y tantos años y no tiene marido ni hijos propios, así que decide descargar ese resentimiento conmigo, como si fuera mi culpa que mi madre tuviera una buena oportunidad de tener una familia feliz y se la arrebataran.
Quiero decir, también podría odiarme por los problemas en los que me meto en la escuela, pero dudo que sea eso. No parece importarle mucho mi carrera en la escuela secundaria.
Así que, sí. Mi madre está en una residencia para ancianos, mi tía me odia y mi padre no está a la vista. Durante mucho tiempo pensé que el mundo entero estaba en mi contra.
Y entonces, mi profesor de historia griega y romana se convirtió en un centauro y mi mundo se puso patas arria, porque fue entonces cuando descubrí por qué mi padre se había ido.
No era porque quisiera convertir mi vida en un infierno, sino porque era literalmente un dios. No sabía cómo tomarme esa noticia, pero lo que sí sabía era que explicaba por qué la gente al azar que me encontraba en la calle había empezado a intentar matarme: eran monstruos. ¿Mi antigua profesora de ballet? Un monstruo. ¿Mi profesora de gimnasia? Un monstruo. La peor fue cuando la niña de dos años que estaba cuidando casi me quemó el pelo cuando me quedé dormida mientras ella cenaba. Fue entonces cuando juré no volver a quedarme dormida en el trabajo nunca más.
Tenía once años cuando todo esto empezó a suceder, y sólo le tomó seis meses a Quirón encontrarme y darme la ayuda que necesitaba. Fue la primera persona que me llevó al campamento, y Apolo me reclamó en mi primera noche allí.
Como mi padre no era uno de los dioses más grandes (sin ofender, papá), Quirón decidió que podría volver a la escuela todos los años una vez terminara el verano. Este arreglo no fue particularmente mi elección, porque significaba que tendría que vivir con mi tía durante todo el año escolar, pero no luché tanto contra eso. Creo que mi tía podría tener un punto débil por mí que yo estaba decidida a aprovechar.
De todos modos, tres años después, aquí estamos; la escuela acaba de terminar para el verano (gracias a los dioses), me las arreglé para no ser expulsada este año (de nuevo, gracias a los dioses), y el taxista que me llevó al campamento estaba tratando de matarme (no tanto gracias a los dioses, sino más bien como un "hey, gracias, chicos").
Recordarás que mencioné que cuando eres un semidiós, casi todo el mundo está tratando de asesinarte.
La única vez que bajé la guardia y decidí echarme una siesta de camino al campamento, el taxista se transformó en una bandada de pájaros devoradores de hombres de la antigua época de la Antigua Grecia. No sé cómo lograron salir con vida de esa época con esos griegos; esos monstruos estaban por todas partes. Yo me habría dado por vencida.
De todos modos, aquí estamos; Dave, que ya no era el taxista Dave, sino una bandada de pájaros asesinos, y yo, una chica de catorce años que llevaba una sudadera vieja con capucha, luchando en medio de la autopista. Dudaba que la gente estuviera demasiado contenta de que estuviéramos deteniendo el tráfico. De hecho, antes de que la gente se diera cuenta de lo que estaba pasando (o de que vieran en lo que la Niebla había convertido esto), nos gritaban que nos saliéramos de la carretera. No sé lo que veían los mortales aquí, pero era obvio de que tenían una terrible furia al volante. Alguien tenía que llevarlos a un terapeuta.
―¿Qué eres?―grité, escondiéndome detrás del taxi que Dave (forma humana) había puesto a un lado.―Quiero decir, si vas a intentar matarme, al menos dime qué clase de monstruo eres. ¡Parecen un montón de Frankensteins!
La bandada de pájaros no me respondió; solo se lanzaron sobre mi nuevamente. Me agaché debajo de mi escudo cuando me golpearon. Sus picos, que para entonces había deducido estaban hechos de algún tipo de metal, abollaron el bronce de mi escudo. Gemí.
―¡Oh, vamos!―arrojé el escudo al aire y los pájaros volaron hacia atrás, asustados por mi repentino abandono de mi armadura. Ese escudo no significaba demasiado para mí y realmente no lo extrañaría, pero era agradable tener al menos algo de protección aquí. Frustrada, metí la mano en mi cabello y saqué el clip de cuarzo; reconoció mi toque e inmediatamente se transformó en una daga de bronce celestial con una empuñadora de cuarzo blanco. Reprimí una sonrisa al verlo. Había pasado un tiempo desde la última vez que usé a este chico malo.
Uno a uno, los pájaros fueron cayendo y, uno a uno, les clavé la daga en el centro. Después de cuatro o cinco pájaros, empezaron a darse cuenta de lo que venía hacia mí era una trampa mortal. Empezaron a volar hacia atrás, hacia el cielo, yo fui lo bastante tonta como para pensar que se estaban retirando.
Lo último que esperaba era que empezaran a dispararme sus plumas. Chillé y me agaché detrás de un Mercedes que estaba varado.
Me devané los sesos buscando algo que pudiera saber sobre esos pájaros. Picos de metal, plumas de metal, devoradores de hombres... Dioses, si Annabeth estuviera aquí se habría dado cuenta de lo que eran y los habría matado hace cinco minutos.
Devoradores de hombres. Eso me sonó familiar. Traté de imaginarme a Quirón en su forma de maestro, diciendo algo sobre pájaros carnívoros con picos de metal...
Y entonces me di cuenta, justo como si los propios pájaros se hubieran estrellado contra el lateral del Mercedes del cual me agazapé.
―Joder, joder, um...―me costaba pensar con claridad con esos malditos pájaros lanzándose sobre mí. En medio del caos, me clave la daga en un lado de la cabeza y me tambaleé hacia un lado, justo al lado de la puerta abierta de un Volkswagen Beetle del que claramente alguien había salido corriendo hacia las colinas. Su coche estaba decorado al estilo hippie, con cuencas colgando sobre los asientos, una alfombrilla de corcho en el suelo y pegatinas de flores adornando la puntura azul del exterior. Mis ojos se quedaron pegados a las alfombra de corcho y sonreí.
―Pájaros del Estínfalo.―murmuré, mientras buscaba la alfombra.―Ustedes pueden atravesar el hierro, el bronce y esas cosas, pero ¿el corcho puede detenerlos? Vamos.
Levanté la alfombra sobre mi rostro justo cuando los pájaros se lanzaron en bandada. Sus picos se enredaron inmediatamente en el corcho y se hicieron más nudos a medida que los pájaros intentaban liberarse. Me reí.―Joder, sí. Presté atención en historia griega.
Utilicé la alfombra de corcho del conductor y até las dos, formando una jaula de corcho de la que seis pájaros restantes no tenían forma de escapar y cojeé hasta quedar de pie. Los pájaros no me habían dado lo suficiente como para matarme, pero seguro que me dieron un buen golpe en el muslo. Hice una mueca. Dioses, espero que sus picos no sean de metal y venenosos.
Cojeando, tomé la trampa de corcho y la arrojé al taxi en el que Dave y yo habíamos venido, luego cerré la puerta justo cuando el coche perdió el equilibrio y se salió de la carretera. No lo vi bajar del todo, pero el estruendo en la parte inferior fue suficiente para decirme que los pájaros de Estínfalo no volverían pronto.
Así que, sí. Esa es la historia de por qué caminé desde el costado de la interestatal de Manhattan cuatro millas hasta el Campamento Mestizo con solo una cojera y un par de gafas de sol del taxista.
+5 COMENTARIOS PARA PRÓXIMO CAPÍTULO :)
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