Capitulo 9

Papa casada. Ya se los había dicho.

Advertencia ⚠️; El capítulo contiene escenas explícitas.
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Camellius Ando pov;

Faltaba una semana para que el verano terminaría, la serenidad y la paz se podía respirar en el aire. No hubo un evento catastrófico, ni una profecía asesina, ni mucho menos una guerra acosando a los campistas. Muy aparte del drama amoroso usual, no hubo ningún momento en que alguien se sintiera en peligro de muerte.

Para este momento el pelinegro hijo de Hades prácticamente vive en mi cabaña. Nunca creí que Nico fuera el tipo de chico amoroso, pero lo es. Y mucho. Claro, está prohibido que dos campistas de diferentes cabañas estén en una misma cabaña, solos, pero la regla se refiere a «Un chico y chica» no a dos chicos, así que Quiron no pudo obligarlo a salir de mi cama.

Nunca pensé que terminaríamos así, quizás matándonos, pero no pasando el fin de semana durmiendo en una misma cama, con besos y otro tipo de muestras de afecto involucrados.

Nico es un buen novio, me trata bien y me da toda su atención.

—¿Qué tal me veo?— Doy una vuelta haciendo que mi falda se sacuda.

Amo usar falda. Me hace sentir como un espíritu del bosque.

Nico está sentado en la cama con las manos apoyadas en el colchón. Me mira con atención, sus ojos brillan y me muestra una media sonrisa.

— Adorable.

Detengo mis giros y dejo caer mis brazos a mis costados.

Bufo por su falta de detalles.

— ¿Pero me queda bien? ¿Es demasiado verde?—Pregunto.

Traía puesta una falda suelta con un patrón de cuadros en colores verdes muy oscuros y una camisa negra de cuello de tortuga sin mangas. Mis pies estaban cubiertos por unos botines de cuero vegano, cubriendo mi cabello marrón claro, tengo puesta una boina con algunos dijes en forma de abeja.

Nico hace un gesto para que me acerque, me paró frente a él y este pone sus manos alrededor de mi cintura y me inspecciona.

— Te ves bien.— Alza la mirada para verme a la cara.— Incluso me dan ganas de quitártela ropa.— Hay una proposición detrás de sus palabras que comprendo a la perfección.

— Ya quedamos en ir al Cine con los chicos, no podemos distraernos.—Dejo mis manos en sus hombros y le doy unas suaves palmadas antes de tomar distancia. Por precaución.

No vaya a hacer que el idiota intente lanzarme a la cama y dejemos plantados a nuestros amigos.

Nico pone los ojos en blanco. Y se levanta luego de chasquear su lengua en un gesto de fastidio.

— Claro.— Se acerca y deja que lo analice con la mirada.

Traía puesta una camisa negra con un estampado de calavera en llamas, una chaqueta de cuero negra y brillante. Jeans azules oscuros y botas al estilo militar, lo que me encantaba.

— Te ves lindo. —Lo miro de arriba a abajo. Me pongo de puntillas y lo beso en la comisura de sus labios—Me gusta tu aura de motociclista emo.

Nico sonríe. Le tomo de la mano y lo guío hasta la salida de mi cabaña.

— Vamos.— Le indicó.

Abro la puerta y antes de poner un pie fuera de la casa, Nico me detiene y me jala hacia atrás. Salvándome de que mi ropa se mojara con la llovizna que caía afuera, el cielo estaba oscuro y había un sonido lejano de truenos.

— Diablos.— Murmuro.

Me quedé sentado en el suelo frente a la puerta abierta, pensé que la lluvia iba a parar en algún momento, pero está solo se volvió más fuerte con el paso del tiempo. Estaba hablando por teléfono con Piper, desde mi posición podía verla su tenue reflejo en una de las ventanas de la cabaña de Afrodita.

— Lo sé. Supongo que podríamos hacerlo mañana.— Hablo contra mi celular.—Sí, pero me había puesto un Outfit alucinante… Te mandaré una foto. Okey, nos vemos cuando la lluvia se calme.— Cuelgo la llamada.

— Parece que nos quedaremos.— Escucho la voz de Nico desde adentro.

—Supongo.—Me giro para verlo. Él se quitó la chaqueta y la colgó.—¿Y si hacemos una tarta?—Pregunto.

Nico se acerca, me quita la boina y la cuelga cerca de su chaqueta.

— ¿Seguro?— Me cuestiona.—La última vez me gritaste por no ser lo suficientemente rápido al pasarte los ingredientes.— Me recuerda con una pequeña sonrisa burlona en su rostro.

Hago una mueca de disgusto.

— Ya te pedí perdón por eso ingrato.— Me pongo de pie, y de nuevo noto la diferencia de altura entre nosotros— Por tu culpa tuve moretones en las rodillas durante días.— Me quejó.

Nico se queda pensativo unos segundos y luego sonríe.

—Hagamos esa tarta.— Dice Nico con vos más animada, llevándome hasta la pequeña cocina en mi cabaña.

El pelinegro no es malo en la cocina, solo se distrae muy fácil y eso me hace perder la paciencia. Está amasando y de pronto está besando mi cuello o le pedía que me pasara los ingredientes, pero el mocoso idiota se inclinaba hacia mí para olerme el cabello.

Aunque en esta ocasión Nico me prestó más atención. Escucho mis indicaciones y pasamos un buen rato haciendo una tarta de manzanas, que yo hice crecer. Mientras se horneaba tuvimos una plática sobre la escuela.

Yo empecé tarde, así que estaba dos años retrasado. Nico iba bien, pero estaba en un salón diferente al mío.

Al principio estábamos en el mismo salón, pero en una ocasión discutimos y llegamos a los golpes. Luego nos pusieron en salones diferentes.

Ninguno de los dos recuerda por qué nos peleamos en esa ocasión.

Al final terminamos comiendo tarta mientras Nico me enseñaba a jugar Mitomagia, bueno, él realmente lo estaba intentando. Yo no entendía nada. Pero seguía siendo divertido.

— ¿Desde hace cuánto te gusto?— Le pregunto, miro mis cartas, no sé lo que hago, pero lanzo una.

Nico se ríe de mi movimiento. Lanza una carta de las suyas, y se lleva la que lance con anteriormente.

Supongo que volví a perder.

— Creo que desde que nos conocimos.— Alzó una ceja, tomo de mí baso de jugo y le doy un largo sorbo.— Pero no lo acepte realmente hasta mucho después.— Me explica, indiferente.

— Qué intenso eres.—Murmuro, lance una carta al azar y mi compañero de juegos hace una mueca—¿Por mi culpa terminaste con Will?

Siento curiosidad, por qué recuerdo que cuando terminaron nadie podía entender, por qué lo hicieron cuando no parecía que estuvieran pasando por un mal momento en su relación.

Nico no deja de mirar las cartas.

— Tú no hiciste nada.—Afirma.— Pero no sería una buena pareja si no podía darle mi 100 %.— Lanza una de sus cartas, esta vez no gano, lo noto en su expresión.— Sería cruel seguir con él.— Menciona distraído.

—Supongo que tienes razón.—No entiendo este juego.— Entonces… Si te pasa lo mismo conmigo, también me dejarás para no ser cruel conmigo.—Pregunto, Nico alza la cabeza y quita sus ojos de las cartas para verme.

— No creo posible no darte todo de mí, todo el tiempo.—Nico deja las juego aún lado para fijar sus ojos en mí. Suspiro bajo—Pero puedes estar tranquilo, nunca seré cruel contigo de forma consciente.— Me asegura.

Sus palabras se oyen sinceras, pero mi mente me dice que no confíe.

Si me vuelve a pasar lo mismo será mi culpa, de nadie más.

— Soy horrible en este juego.— Dejo aparté las cartas.—No soy bueno en los juegos de mesa en general.

Cambio de tema, por qué no me gusta pensar en ello. Lo odio. Odio pensar que Nico no es sincero, que quizás solo está jugando a la casita conmigo por venganza. Y motivos no le faltan.

Nunca lo trate bien. Así que no entiendo cómo es que le gusto.

— Ya había notado que eras lento.—Me da la razón. Reúne las cartas y las guarda cuidadosamente.

— ¡Dijiste que no serías cruel!

— ¿Qué cosa entra dentro tu concepto de ser cruel? — Nico vuelve a la cama, se sube sobre mí, dejando que su peso sobre mi cuerpo. Sonríe contra mis labios, dándome un suave beso. Y se aleja—Sabes a manzana.— Agrega.

— Tú también.— Murmuro antes de que Nico vuelva a besarme.

Sus besos son dulces, nuestras lenguas se entrelazan y juegan juntas. Cuando nos separamos, me abraza, nuestros torsos estaban completamente juntos.

— ¿Que sientes por mí?—Me pregunta de pronto.—Dime Camelius… ¿Cuándo se termine el verano estaremos juntos o vas a ignorarme?— Me cuestiona.

— Yo, no sé si te amo.—Admito y por un momento veo los ojos oscuros de Nico apagarse.—Aún no decido si vas a decepcionarme…— Apartó el cabello que se cuela sobre sus ojos.— Pero quiero intentarlo contigo. Ahora y después de que termine el verano.

Nico se queda callado. Como si analizará mis palabras.

— Te demostraré que valgo la pena.

Se acerca a mí lentamente y pide permiso para juntar nuestros labios, me inclino hacia él en forma de una invitación. Nico me besa, una y otra vez. Hasta que nuestros labios están rojos e hinchados. Solo lo apartó de mí cuando siento sus manos curiosas recorrer mi cuerpo, apretando.

Nunca es solo un beso con él. Es mocoso codicioso.

—¡No te me encimes!— Le apartó el rostro. Nico solo se ríe.— ¡Conseguiré cadenas para amarrarte!

—¿Tratas de seducirme con eso? No me tientes.—Al notar que no dejaré de empujarlo, cambia de estrategia y se hace hacia atrás.—Qué testarudo.

Nico baja hasta quedar arrodillado al nivel de mis pantorrillas. El pelinegro alza mi falda y ante mi mirada incrédula, se mete debajo de ella haciéndome dar un respingo. Retraigo mis rodillas por reflejo y me apoyo sobre mis antebrazos.

—¿¡Qué diablos haces allí??— Me repliego sobre mí mismo, levantó el torso para alzar la tela de mi falda pará poder apartarla y sacar a Nico de allí.— ¡Maldito Mocoso…!— Se me contrae el abdominal y suelto un gemido ahogado de puro placer, casi de inmediato mi espalda se arquea.

Mis manos se aferran a las sábanas y todas las células de mi cuerpo vibran y estallan al mismo tiempo.

Estoy temblando, así que mi idea de apartar la falda y darle un golpe en la cabeza a Nico es desechado. Desde lo profundo de mi garganta se agolpan los sonidos que trato de contener por el bien de mi orgullo y dignidad.

Pero es inútil contenerme, siento una punzada eléctrica de placer recorrer mi columna vertebral. Caigo acostado en la cama, removiéndome entre las sábanas, con la respiración agitada y la espalda arqueada por las oleadas de placer que me atraviesan. Siento su saliva deslizarse por mí entre pierna, apretó los labios con fuerza cuando lo siento succionar la punta, las puntas de mis dedos se enroscan y todo mi cuerpo se estremece. Esto es todo.

Me derrumbo en el orgasmo más intenso que he tenido, con los muslos alrededor de su cara. Podría estar gritando su nombre y aferrándome a las sábanas. No estoy muy seguro porque estoy viendo estrellas en este momento, y entre eso y el orgasmo, no hay lugar para ningún otro pensamiento consciente.

Él gruñe, claramente disfrutando de que me estoy corriendo, y solo da vueltas más fuertes, lo que hace que mi orgasmo parezca continuar kilómetro y medio después de kilómetro.

Estoy totalmente agotada cuando finalmente sale de debajo de mi falda y levanta la cabeza, sus ojos oscuros brillan como faros, y lame su boca pecaminosamente húmeda.

Me siento agotado al ver eso.

Me he corrido tan intensamente y con tanta frecuencia que estoy bastante segura de que no fue un orgasmo, sino una docena apilada una encima de otra, en cascada con cada movimiento de su hábil, y talentosa lengua.

—Te odio, tonto.— le digo débilmente mientras se arrastra sobre mi cuerpo como una gran pantera. Necesito un descanso, pero él tiene muchas ganas de seguir, presionando su boca a lo largo de mi piel y lamiendo todas las partes que encuentra más suaves.

Yo trato de recuperar el aliento mientras él se deshace de nuestra ropa con agilidad y rapidez.

Nico hace un camino de besos desde mi abdomen hasta mi rostro, y yo le muerdo la barbilla. Él se aleja, se ríe y soba la zona antes de fundirnos en un beso apasionado, lleno de necesidad.

Básicamente, nuestro coqueteo se basa en la pelea y molestarnos. La primera vez que tuvimos relaciones, primero forcejeamos literalmente durante 10 minutos para ver quién estaría arriba, lamentablemente Nico es mucho más fuerte que yo y logro someterme. Y lo sigue haciendo hasta ahora.

—No me gusta ser el sumiso.— Los besos de Nico en mi mejilla me dejan totalmente desarmado.

—Eres un llorón. Camellius.—Se burla y le doy un golpe en el hombro, él se ríe contra la piel de mi rostro.

Por qué aunque esté cansando, no puedo evitar discutir.

— ¡Solo lloré la primera vez! — Gruño a la defensiva.—¡Yo debería ir arriba y tú ser él muerde almohadas! ¡Esto no es justo!— Lo empujó, pero realmente no trato de alejarlo de mí.

Cuando el pelinegro se aparta lo hace solo lo suficiente para estirarse y buscar protección dentro de los cajones de la mesa de noche.

Le muerdo el pectoral, y lo escucho reír. Consigue lo que quiere y me roba un beso antes de acomodarse.

—¿En serio?— El pelinegro se levanta, desabrocha su cinturón y pantalones, bajo el cierre de sus jeans, dejando ver sus bóxers.—Pero si gimes como puta.—Se carcajea al ver la expresión de molestia y vergüenza de Camelius

— Tú eres mi puta, no al revés.— Exclamó, sonrojado.

Su polla emerge, la corona reluciente de líquido pre seminal. Podría mirarle durante horas y horas, pero todo lo que obtengo es un breve vistazo antes de que él esté encima de mí, y su mano se mueva hacia mi cabello.

Su boca captura la mía… Y luego se hunde por completo, penetrándome con un fuerte movimiento. Mi grito es tragado por sus labios y su lengua que busca. Me aferro a él, porque, oh, por los dioses, la sensación de él dentro de mí está haciendo que mi cerebro se llene de serotonina y endorfinas.

—¿Ves? Te dije que te acostumbrarías.— La voz de Nico se corta, si aliento y con una sonrisa en sus labios.— Como dices esas cosas cuando tu cuerpo ya me acepta de esta forma.— Me aferró a él, abrazándolo por los hombros.

Esto… podría matarme de puro placer. Me aferro a él mientras comienza a empujar de nuevo, quitándome la respiración.

Quizás Nico tenga razón y soy un sumiso de closet. Había tenido sexo antes, pero siempre en el rol del activo. No es nada comparado con la alucinante sensación de que él me está jodiendo como el demonio, zumbando contra mi punto G. Me corro de nuevo. Y otra vez. Le clavo las garras en la espalda y grito mi placer mientras él me empuja una y otra vez, susurrando palabras suaves. Me estoy desmoronando con cada golpe de su polla, hasta que estoy deshuesado, débil y maullando… y corriéndome aún. Mis piernas se estremecen de cansancio cuando sus golpes comienzan a volverse más salvajes. Nico jadea bajo, sus propios rasgos se tensan a medida que un orgasmo se eleva dentro de él.

Le araño con las uñas la piel suave de su espalda. Él gruñe gravemente en su garganta y se estremece. Puedo decir que le gusta esto, y lo hago de nuevo. Me arranca otro orgasmo y me ahogo en un placer arrollador. Entonces lo siento latir dentro de mí. Embiste con fuerza, y sus dedos se clavan en mis caderas a medida que se corre, y le siento corriéndose dentro de mí, una y otra vez. Es una nueva sensación para mí. Demonios, todo esto lo es.

Creo que debí dejar que me jodieran antes, pero era demasiado orgulloso para eso. Aunque me agrada que mi primera experiencia con esto sea con Nico. Diablos, me dejé mangonear por un mocoso con alma vieja.

Esto es culpa de Apolo por hacerme tocar fondo.

— Precoz.— Me acusa Nico, sin aliento. Su pecho desnudo sube y baja en una respiración errática. Me mira desde arriba, divertido— Eres un niñito precoz. ¿Cómo podría tener una segunda ronda con alguien que parece a punto de desmayarse?

Suelto un gemido lastimero cuando sale de mí. Lo veo quitarse el condón con cuidado y hacer un nudo en uno de los extremos antes de botarlo.

— Muérete. Mocoso idiota.— Balbuceó, apenas respirando.

Me di la vuelta para quedar de costado y recuperar el aliento.

Escucho a Nico acomodarse su ropa, y colocarse a mi lado en la cama. Me abraza y besa mi nuca, satisfecho.

La lluvia no se detiene hasta la mañana siguiente.

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— Camelius es un nombre raro, nunca lo había escuchado.—Pregunta Nico en un tono curioso.—Sé que viene de las camelias, pero ¿por qué?

Estábamos acostados en la cama, Nico tenía su cabeza sobre mi pecho y sus brazos me envolvían la cintura.

Yo estaba distraído mirándolo, y Nico tenía los ojos cerrados, disfrutando de las caricias que le daba en el cabello.

Desde que estamos «juntos» pasamos mucho tiempo en la cama.

—Perséfone me lo contó cuando supe que Hades no era mi padre.— Explico con voz suave.—Mi papá biológico me lo puso por una leyenda que hay en su país de origen.— Le indicó. Nico abre los ojos y levanta la cabeza.

— ¿Qué tipo de leyenda?— Pregunta.

Me causa mucha gracia su repentina curiosidad, así que le sigo el juego.

— Es chistoso, pero es una historia de dioses.—Sonrió. Los ojos de Nico se llena de brillo.— ¿Quieres escucharla?

Nico asintió con la cabeza.

— La historia se trata del dios del viento, la lluvia y los huracanes en la mitología japonesa.— Nico hizo una pequeña mueca de desagrado y yo suelto una carcajada.—El dios es muy famoso por qué pudo derrotar a una serpiente maligna de ocho cabezas que gobernaba un reino. Cada año la serpiente exigía el sacrificio de la doncella más hermosa del reino, pero un día el dios, cansado de esa vida de abuso, decidió liberar al país del monstruo, y entró en el reino de ultratumba, donde creó una espada, encerrando en su interior un rayo de sol. — Nico pregunto si es que ese reino era igual al inframundo y yo le dije que es un poco menos amigable.—Cuando regresó a su tierra, fue con su espada a la entrada de la cueva del monstruo, junto a la princesa que sería sacrificada.

Nico lo miraba embobado mientras camellius le acariciaba el cabello suavemente, explicando con todo detalle como si relatara una épica aventura de semidioses.

— Entonces es una historia de amor.— Lo interrumpe Nico.

—Shss…— Camellius le da un golpe suave en la frente.—Después de varias horas de combate, el dios venció a la serpiente, se acercó entonces a la princesa y, pidiéndole matrimonio, apoyó su espada ensangrentada en la hierba, que comenzó a ponerse roja.
De esa mancha de sangre apareció un arbusto con hojas brillantes y flores de color blanco con algunas pequeñas manchas rojas. Las flores fueron llamadas Tsubaki o rosas de Japón; a partir de ese momento, la «Rosa de Japón», simbólicamente ligada a la leyenda, representó el sacrificio de cada joven vida, en memoria de las princesas víctimas de la crueldad de la horrible serpiente.— Nico analiza las palabras de su novio, fascinado. Lo escucho atentamente durante toda la historia, tomaba su mano y le daba caricias con su pulgar, haciendo una y otra vez círculos imaginarios sobre su piel blanca y cremosa.

Creo que en algún momento nos quedamos dormidos.

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Alguien toca la puerta de mi cabaña, trato de ignorarlo, pero es demasiado insistente y termina acabando con la poca paciencia que tengo. Me levanto con pesar, pero Nico no me deja salir, sigo insistiendo, por lo que el hijo de Hades termina siguiéndome. Aún está medio dormido, así que me envuelve la cintura con sus brazos fuertes y apoya su frente sobre mi hombro.

Caminamos pasos pequeños hacia la puerta de entrada, Nico suelta un gruñido de cansancio y trata de empujarme devuelta la cama.

Siguen tocando la puerta. Así que lo arrastró conmigo, tomo la manilla y la giró para abrir la puerta. La luz de la mañana choca contra nuestros ojos, resulta segadora y tardamos unos segundos en acostumbrarnos.

Frente a ellos estaba el dios Apolo en toda su gloria divina.

— ¿Apolo? ¿Qué mierda haces aquí?— Siseo Camellius adormilado.

El rubio hizo una mueca de disgusto al ver a Nico, sus ojos azules como el cielo se llenaron de celos y odio.

— Quiero hablar contigo, te traje un regalo.— Pide hablando dulcemente, intentando ocultar la amargura en su voz al ver a Nico abrazándolo.

Camellius hizo él amagó de cerrar la puerta, pero Apolo lo detuvo.

— Vete. No quiero verte.

Entonces el dios levanta algo que lleva en brazos. Era un transportador, uno de esos dónde llevas bebés.

Y allí había un bebé. Uno de verdad.

—¡Hice este bebé para nosotros! ¡Ahora podemos solucionar las cosas y criarlo juntos!— Exclamó alegre.

El aire se escapó por completo de los pulmones de Camellius. Su mandíbula cayó hasta el suelo y sus ojos cafés se abrieron como platos. Y entonces solo hubo silencio durante unos minutos en los que Apolo lo miraba con una sonrisa llena de esperanza y amor.


Holaaa chicas y chicos.

Espero que les haya gustado el capítulo. Solo quería mostrarles que estos dos van por el buen camino hacia una relación estable y que cogen, básicamente.

Igual y con el tiempo su estilo de coqueteó de joderse e insulares mutuamente cambie.

El próximo episodio es el último, ya había dicho antes que está historia solo tendría 10 capitulos y sostengo mi palabra.

Comenten que les ha parecido, me encanta leer sus comentarios.

Memes del capítulo;


Bye bye.

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