Capitulo 10.
Una familia funcional.
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—¡Hice este bebé para nosotros! ¡Ahora podemos solucionar las cosas y criarlo juntos!— Exclamó alegre.
El aire se escapó por completo de los pulmones de Camellius. Su mandíbula cayó hasta el suelo y sus ojos cafés se abrieron como platos. Y entonces solo hubo silencio durante unos minutos en los que Apolo lo miraba con una sonrisa llena de esperanza y amor.
—¿E-es?… ¿Es una broma?— Balbuceó Camellius, aturdido.
— No. Es nuestro bebé.— Asegura Apolo con total orgullo.
Camellius miro al bebé dormido y luego el rostro sonriente de Apolo.
—¡P-pero… pero hace como dos meses que no tenemos sexo!— Chilla.—¡No…! ¡No es posible! ¡Esto…!
— Eso no es necesario.— Exclama sonriente.— ¡Solo se necesita el gran sentimiento de amor que tengo por ti!— Hace una pausa y agrega.— Y un poco de tu ADN, nada más.
Nico se sobó la frente.
El hijo de Perséfone empezó a temblar y su rostro se llenó de furia.
—¡COMO SE TE— Apolo lo interrumpió con un siseo.
—¡Shhh…!— Pide silencio y Camelius lo mira rojo de la furia.— Nuestro hijo está durmiendo, por favor.
El castaño aprieta los labios con fuerza y mira al dios con ojos rojizos. Respira hondo y suelta una larga bocanada de aire, mira a Nico y dice:
— Puedes…— Susurra tembloroso.
No necesita terminar, Nico toma la transportadora del bebé y sale de la cabaña. El hijo de Hades se instala en el jardín, se sienta en el césped y pone al bebé dormido a su lado, mientras Apolo entra a la cabaña y cierra la puerta detrás de él, segundos después puede escuchar gritos llenos de ira e insultos en tres idiomas diferentes.
Japonés. Griego e inglés.
Nico mira al bebé, se le había quitado el sueño por completo y ahora solo analizaba a la pequeña criatura.
Piel clara y cabello marrón claro, casi rubio. Se parecía a Camelius, incluso dormido podía ver qué tenía rasgos asiáticos y mejillas de durazno.
— Mmmjmm…— Nico se rascó la nuca y luego se frota los ojos.
Mira de nuevo al bebé y siente la necesidad de tocarlo, puede ver qué respira, pero algo en él le dice que lo despierte para ver si está bien.
Así que extiende su mano y presiona su dedo índice en su mejilla. El bebé se sacude incómodo y unos segundos después abre sus ojitos, molesto. Son azules, sus ojos son azules como todo hijo del dios Apolo. Esos orbes se fijan en él y lo miran con malhumor.
— ¡ERES UN NARCISISTA! ¿¡NO TE SUBE OXÍGENO AL CEREBRO!? ¿¡NO PIENSAS O TANTA LUZ TE QUEMO LAS NEURONAS?!— Grita Camellius.
Casi parece irritado, arruga su pequeña nariz y Nico sonríe.
— Eres idéntico a Camelius.—Lo saca de la transportadora y lo toma con cuidado entre sus brazos.— ¿Eres niña o niño?— lo miro atento, pero no podía asegurar cuál era su sexo.
A esa edad todos los bebés se parecen. Trae puesta ropita naranja, pero ese no es un color intrínseco de ningún sexo, es más unisex. Así que no puede decir con certeza si es niña o niño.
— Niña.— El bebe atrapa su dedo con su pequeño mano.— Niño.
Se rinde después de un rato, y le sorprende que el lactante no sé allá puesto a llorar en todo esté tiempo.
Parece un recién nacido, es muy pequeño y rojo. Parece un tomate.
— Bueno, si estuviera viviendo en la época en que nací, ya estaría casado y seguro con un hijo en camino.— Nico suspiró, pero lo acepta muy rápido.
—¡CONTIGO NO CUIDARÍA NI A UN PUTO HUERTO DE PAPAS, MENOS A UN BEBE! ¡ESTÚPIDO!— La voz llena de ira del hijo de Perséfone atraviesa las paredes de maneras.—¡NO…! ¡NO TE ATREVAS A LLORAR! ¡TÚ NO ERES LA VÍCTIMA AQUÍ! ¡DIME! ¡DIME QUE DIABLOS PIENSAS QUE VOY A HACER CON UN BEBE A ESTA EDAD?! ¿¡AH…!?
— Me llamo Niccolò, pero tú me puedes decir Nico.— El bebé hizo un sonido de gorgoteo. El pelinegro mira a la criatura en su pecho— ¿Que Apolo no te puso nombre?
Nico echó la cabeza hacia atrás en el césped y acaricio la espalda del bebé. Los sonidos de bebe son adorables.
—Tengo 18.— Le cuenta.— Pero tengo como 89 años realmente.
—¡NO! ¡NO TE ATREVAS A IRTE! ¡NO VOY A PENSAR NADA! ¡APOLO!— Chilla Camellius, y segundos después una explosión de luz iluminó toda la cabaña de Perséfone. Luego solo hubo un montón de gritos del castaño.
Minutos de silencio después, Camellius sale de la cabaña.
Está agitado. Su pecho sube y baja salvajemente. Parece que está a punto de explotar, y tiene la cara roja.
Quiron les explica calmadamente las opciones que tiene a Camelius, puede dar en adopción al bebé, que entre en el sistema público y se quede a cargo del estado, como lo haría cualquier niño mortal, lo que significa que el bebé terminará en un orfanato.
Otra opción es dejar que una pareja en la Nueva Roma lo adopte.
Hay muchas parejas Romanas que están interesadas en adoptar un niño semidiós por uno u otra razón.
La mayoría por problemas de fertilidad o solo por qué tienen esa sensación de unidad, en las que les gusta cuidar de los suyos.
Claro que es mucho mejor que un semidiós crezca en una comunidad como la Nueva Roma, dónde estará seguro(De los monstruos que comen niños de 12 años, pero no del servicio militar obligatorio) y crecerá entre más personas parecidas a ella.
El centauro le dice a Camelius que deje al bebé en la casa grande, él lo puede cuidar hasta que tome una decisión definitiva. Es amable.
El hijo de Perséfone necesita una noche para asimilar la noticia. Y aun así, está perdido ante la perspectiva de tener un bebé y la responsabilidad de decidir su futuro en unos días.
Los chicos vinieron a conocerlo, Piper y Leo, Hazel estaban emocionados por cargar a su «Sobrino» y el resto de los semidioses de la profecía de los 7 querían echarle un vistazo.
Se turnaron durante toda la mañana para tomarla en brazos. Fascinados y enternecidos con la visión de la hija de Camellius, quien parecía una linda muñeca de porcelana. Era preciosa y estaba muy despierta, atenta.
— ¿Qué voy a hacer? Esto es horrible, no puedo tener un bebé…— Camellius ni siquiera la había tomado en brazos ni una sola vez, por qué, bajo su lógica, no tenía sentido hacerlo si no se iba a hacer cargo de ella. Incluso desde ayer había estado evitando verla, por qué tenía miedo a encariñarse.— Dioses.
El castaño estaba replegado sobre sí mismo en posición fetal sobre uno de los sillones de la casa grande.
— Tienes opciones y tiempo.— Annabeth intento consolarlo.
— Esto, no… Este año me graduó de la preparatoria. Ni siquiera sé lo que voy a estudiar o que haré con el resto de mi vida— La voz de Camellius sonaba como un cachorro asustado.—¿No lo puedo abortar?— Pregunta con un tono suplicante, como un berrinche.
—Creo que es demasiado tarde para eso, chico.— Le indicó Leo, dándole una palmada en el hombro.— Bien, es mi turno de sostener a la señorita.— Exclamó con emoción, se acercó a Piper e intento tomar a la bebé.
Piper se hizo hacia atrás y se pegó a la bebé al pecho, posesiva.
— Ten cuidado, Leo.— Lo regaña.— No es un juguete.
— Lo sé, lo sé.—Abrió los brazos y Piper la dejo sobre ellos con cuidado. El moreno bajo la mirada y sonrió ampliamente— Dioses … Es la señorita más linda que he visto.— Soltó una pequeña risa y bebé soltó un gorgoteo en respuesta, parecido a una risa.
Los ojos de leo se llenaron de brillo y se sintió tentado a morder las mejillas regordetas de la hermosa bebé.
— Le haré una mecedora, un coche y cientos de juguetes solo para ella— Leo siguió parloteando sobre las cosas que construiría para su sobrina.—¿Cómo se llama? ¿Le pusieron algún nombre?— Le cuestionó emocionado.
— Rosie.— Responde Nico.— Rosie Di Angelo.— Agregó orgulloso.
Camellius hace una mueca.
—¿Di Angelo?— Le cuestiona.
—Ya tiene tus genes, deja que tenga mi apellido egoísta.— Le refuta.
El hijo de Perséfone parpadea incrédulo ante sus palabras.
¿Por qué siempre se mete con locos?
—¿Por qué estás tan tranquilo? ¿No puedes compartir el pánico conmigo?—Camellius chilla, exaltado por la aparente calma de su novio ante esta situación.— ¿Estás loco? ¿En qué estás pensando?— Le cuestionó.
— Me la quiero quedar.— Afirma y todos en la sala llevan sus ojos a él.
—¿Qué?— Jadea Camelius.
— Es tu hijo después de todo.— La bebé se queja.— Hija.—Corrige.
Camelias se levanta del sofá y camina hacia su novio, pone sus manos sobre sus hombros y lo sacude.
— ¿Te caíste de chiquito?—Pregunta, agitado y alarmado.
— Es normal tener un bebé cuando te acuestas con alguien.—Responde con absoluta simpleza.— ¿Ves?
Camellius niega con la cabeza.
— ¿No prestaste atención en clase de biología? — Grita con obviedad.—Eso no pasa entre dos chicos, Nico.
Nico gira lentamente su cabeza, como si no comprendiera mi pánico.
— Bueno, nosotros ya nos íbamos…— Annabeth jala a Hazel y a Piper, les hace un gesto a los demás para que los dejen solos a la pareja, pues parecía una conversación que tiene que tener en privado. Los chicos las siguieron.
Leo dejo a la bebé Rosie en los brazos de Nico antes de irse.
La joven pareja se miran en silencio durante unos segundos que parecían estirarse hasta volverse horas.
— ¿No quieres cargarla?— Pregunto Nico, acercándose un poco.
Camellius retrocede.
— No, no, no…—Chilla, nervioso.—¿Y si se me cae?— Pregunta.
—Yo cuidaré que eso no pase.— Le promete y cuando se acerca de nuevo, Camellius no huye. Nico deja a la bebé en sus brazos suavemente y le indica como tiene que cargar a un bebé tan pequeño sin lastimarlo. El castaño ya había tomado en brazos a bebes antes, pero nunca uno tan pequeño.
Nunca a su propia hija.
— Oh, por los dioses.—Jadea al ver el rostro de la niña. Era tan linda que sentía su corazón adolorido.—Es tan pequeña y frágil…—Murmura para sí mismo, la bebé lo mira atenta y alza sus manitas hacia su rostro.
Como si quisiera tocarlo, como si supiera exactamente quién es.
— Estás llorando.— Susurra Nico, quien sigue pegado a él con los brazos de abajo de los suyos para cuidar que no suelte a la bebé por error.
— Esto es horrible. Me siento horrible.—Su visión se cristaliza y las lágrimas no tardan en deslizarse.—Oh, no, no me mires así…— La bebé Rosie lo mira con esos despiertos y expresivos ojos azules que parecían juzgarlo de forma silenciosa por tratar de abandonarla.
—¿Estás bien?— Pregunto Nico, quien se inclina para besar su frente.
— No.— Admite con dolor y abraza a la bebé contra su pecho.—Este es mi bebé. Es mi bebé.— Balbucea entre llantos, no paro de llorar hasta una hora más tarde, cuando por fin logro calmarse y la bebé se durmió.
(. . .)
— ¿Qué harás con nuestra hija? ¿Vas a deshacerte de ella?— Me cuestiona Apolo con un tono de decepción.
Me molesta e irrita hasta los huesos, que él, de todos los dioses griegos, intente hacerme sentir culpable por querer abandonar a un hijo.
— No me hables así.— Exhaló con fuerza.—Voy a conservarla.
Los ojos de Apolo se llenan de brillo, su cuerpo se tensa y da un paso hacia mí con el rostro bañado en esperanza.
— ¿Entonces nosotros…?— Pregunta en un hilo de voz.
— De ninguna forma.— Exclamó— Nico y yo vamos a criarla, juntos.— Le informo y sus ojos se apagan.
Apolo traga saliva y respira hondo.
— ¿Realmente es este el final?— Pregunta melancólico.— Tú… Nunca vas a perdonarme ¿Verdad?
—No.— Admito, aunque mi garganta se sienta atada por una soga.— Yo, no… No puedo perdonarte, tampoco puedo volver a amarte.— Explico.
Compartimos un silencio largo que es llenado con el ruido de la noche.
— Cuando dijeron que nunca tendría un gran amor se equivocaron.—Una sonrisa melancólica se extiende en sus labios y las lágrimas cae por sus mejillas como cataratas.—Realmente me rompes el corazón Camelius Ando.— Susurra con voz temblorosa y llena de tristeza.
Camellius hincha su pecho de aire y limpia las lágrimas rebeldes que se escapan de sus ojos marrones.
— Por favor, ya no vuelvas a aparecer en mi vida.— Le suplica y Apolo baja la cabeza aferrando sus manos a su arco—Hazlo por respeto a lo que un día tuvimos, pero ya no existe.
El dios asiente con la cabeza.
— Perdóname.—Se acerca y deja un beso sobre la frente de su hija.—No imagino a nadie mejor para cuidarla.
Apolo se aleja con un aura triste en la espesura de la noche.
— Adiós.
El dios mira hacia atrás, pero Camelius ya no estaba allí.
— Adiós.—Responde.
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Hades tomó en brazos a la bebé con cuidado y delicadeza. La acunó en sus brazos y observó en silencio. Analizó sus rasgos, la pequeña bebé se parecía mucho a Camellius cuando llegó por primera vez al inframundo. Le trajo recuerdos de lo obediente y amoroso que era Camellius en ese tiempo, está fresco en su mente, el sonido de sus pasos hacer eco cuando corría por el castillo, cuando se colaba en la sala del trono y trepaba con dificultad para subir sobre su regazo y pedirle que le leyera un cuento. Era tan lindo.
La bebé extendió sus bracitos regordetes así el rostro del dios y palpo su nariz con sus manitas pequeñas de dedos de salchicha.
Hades inhaló profundamente y cerro sus ojos. Incluso olía como él.
— Está sana y tiene un aura fuerte.— Menciona mientras la bebé trata de meter mano en la boca del dios.—¿Tu madre ya la conoció? ¿La cargo?— Camellius niega con la cabeza.
— Eres el primero, pero debe saber de su existencia.— Explico.
Hades sonríe, triunfante.
—¿Le pusiste nombre?— Pregunta con la vista fija en la bebé.
— Rosie.— Responde, duda un momento y dice — Di Angelo.
El rey del inframundo hizo una mueca de confusión y miro a su hijo adoptivo con incredulidad. El castaño desvío la mirada, nervioso y avergonzado.
— Me puedes decir si te está obligando a estar con él.— Hades me asegura con solemnidad.—No dejaré que se te acerque.— Agrega.
Camellius niega con la cabeza.
— Yo…— Traga saliva y se frota el rostro.— Lo quiero, y esas mierdas.
Hades alza una ceja, incrédulo.
El Rey del inframundo había perdido la cuenta de todas las veces que tuvo que detenerlos físicamente para que no se matarán. Todas las peleas, gritos y jaladas de pelo que soportó.
¿Y ahora estaban enamorados y querían criar una bebé juntos?
Esto le olía a amarre.
—¿Y qué paso con Apolo?
—Apolo puede irse al Tártaro.— Exclamó.—Mi vida es demasiado corta para soportar basura infiel.
Bueno, Camelius estaba bastante consiente de que era hijo del fruto de una aventura. Pero Hades y Persefone hacían lo mismo (Tener hijos fuera del matrimonio), así que no cree que sea realmente una infidelidad. Si es algo mutuo, ninguna de las partes puede quejarse o tiene la moral de hacerlo.
— Nunca me cayó bien.— Resopla el dios del inframundo.
— Lo sé. Me lo dijiste. Me enviaste cartas, telegramas y luego lo volviste a decir durante las cenas familiares.—Le recuerdo. Y supongo que debí hacerle caso, aunque si lo hubiera hecho, quizás Rosie no existiría.— ¿No me vas a decir «te lo dije»? Es tu oportunidad.
Hades negó con la cabeza.
—Nunca pensé que sería abuelo, ninguno de mis hijos vive lo suficiente para formar una familia… — Mira a la bebé y luego al niño que crío, cuido y educó durante años.—Es agradable que tú lo hayas logrado.—Agrega.
— Gracias…— Dice apenas.
Camellius sorbe su nariz y se limpia las lágrimas. Desde que esa bebé llegó a su vida está muy emocional.
—Puedes…— Respira hondo para calmar el picor en sus ojos— ¿Sacar a Nico del calabozo? No tienes que, ya sabes, castigarlo. — Se rasca la mejilla.—Lo necesito… Para criar a la niña, él tiene el instinto paternal y yo no lo tengo ni a patadas.—Explico.
Hades pone los ojos en blanco.
— Bien.— Suspira— Lo sacaré en unas horas, necesita un escarmiento.
— Hades.
—Ese pequeño mocoso malcriado nunca me obedece. Le dije que no intentará nada raro contigo y mira, ahora tienen un bebé juntos.—Hades se soba el entrecejo.— Es igual a su madre. Hace todo por llevarme la contraria.— Se queja, frustrado.
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Seis años después.
— ¡Chicos…!— Susurra Jason, tenía bolsas debajo de los ojos y parecía muy cansado, pero exudaba alegría.
Jason abraza al pelinegro, quien no duda en devolverle el abrazo y le da unas palmadas en la espalda.
—Felicidades, amigó.
Como dijo antes, Camellius siempre pensó que Jason y Percy son los verdaderos esposos de Nico y no él. Cuando los dos se separan, el rubio se vuelve hacia la pequeña que se agita a la altura de las piernas de su padre.
— ¡Permiso! ¡Quiero ver al bebé!— Chilla la pequeña Rosie, evitando el abrazo de su tío favorito para buscar al bebé del que le hablaron.
Para la pequeña Rosie, la tía Piper había estado hinchada durante siglos y ella se moría por conocer al famoso compañero de juegos que sus tíos favoritos trajeron al mundo.
— Ella realmente quiere ver al bebé.—Se disculpa Camelius.
Jason suspiró, sonriente.
— Está bien.—Jason abre la puerta por completo.— ¡Pasen, pasen…!
Pasaron el resto de la tarde conversando sobre el bebé.
Leo y Beca llegaron un poco tarde, pero llenos de regalos. El héroe del Olimpo y la arquitecta más famosa del mundo mitológico estaban esperando a su segundo bebe, así que el tema de los niños estaba en el aire. Todos nos presentamos para acompañar a Piper en este momento tan vulnerable y emocional de su vida.
El bebé era un encanto, y Rosie no le quitó la mirada de encima en ningún momento. El infante quiso cargar al bebé, pero no se lo permitieron.
Luego de un par de horas decidieron partir y darle privacidad a la pareja.
Aunque no sin antes ofrecer sus servicios para cuidar al bebé si querían tomar una siesta.
— ¡Papa Nico! ¡Yo también quiero un hermanito!— Chillo Rosie, mientras Nico la ponía en la silla para niños en el auto y luego el cinturón.— Una niña, no un niño … ¡Una hermana!
Rosie se veía muy cansada y cuando estaba necesitada de una siesta hablaba hasta por los codos.
— Ah…— Nico hizo una pausa.— Verás, los bebés son más difíciles de hacer para dos papas.— Le explico
— Hay que quedarnos con el bebé de la tía Piper, y listo.— Suelta Rosie con simpleza, como si fuera lo más obvio del mundo.— Ese ya está ordenado.
Nico sobó el puente de su nariz, desde que Camelius dijo que “Piper tenía un pan en el horno” Rosie pensaba que los bebés se hacían en hornos.
Así que la niña se levanta temprano todos los días solo para revisar si había un bebé en el horno.
— Tampoco podemos robar el bebé de otro, eso es un crimen.— Le explico.—Y yo meto criminales a la cárcel ¿Quieres que vaya a la cárcel?
Rosie se echó hacia atrás.
—No.— Dijo abochornada.
Nico cerro la puerta y subió al asiento del conductor.
Camelius ya estaba ocupando el asiento de copiloto, tiene licencia, pero no le gusta conducir. Prefiere que Nico lo haga, por qué no confía del todo en sí mismo al volante con Rosie en el auto. Por prevención.
— ¿No quieres mejor un perro?— Le pregunta Camellius cuando Nico pone en marcha el auto.— Es más barato.
— ¿Un perro?— Rosie, quien se estaba quedando dormida alza la cabeza.
— Camellius.—Sentencia Nico.
— ¡Sí! ¡Un perrito! ¡Hay que ir a buscar uno! ¡Vamos, papá!— Chilla la niña, sacudiendo sus piernitas de bebé desde el asiento trasero.
Rosie paso los siguientes 10 minutos hablando sobre lo feliz que sería con un perro, luego se durmió.
— No me digas que este es tu sucio plan para convencerme de tener un perro.— Susurra severamente. Y sí, Nico es el padre estricto. Alguien tiene que serlo por los dioses, Rosie ya tiene un fuerte complejo de princesa, si alguien no le para los pies la niña terminará volviéndose una malcriada.— ¿No te da vergüenza utilizar a la niña?— Le cuestióno, divertido.
— Un cachorro de perro ovejero.— Exclamó con los ojos llenos de brillo.— Y no me da vergüenza.
Nico puso los ojos en blanco y apretó sus manos alrededor del volante, pero una pequeña sonrisa apareció en sus labios mientras negaba con la cabeza.
— Bien.—Acepto el pelinegro.
— ¡Sí…!— Susurro, haciendo su mano un puño en forma de celebración.—Y ni siquiera tuve que chupártela.
Nico lo miro de reojo y alzó una ceja
— Si te la voy a chupar.— Rodeo los ojos.—Pero la cuestión es que no tuve que recurrir a usar mi cuerpecito como método de cambio.— Nico soltó una carcajada al escuchar lo animado y orgulloso que su pareja sonaba.—Ahora puedo usar a nuestra hija para convencerte. Todo en su lugar.
Nico se queda en silencio un momento. Y se relame los labios.
Nervioso. El pelinegro alternaba sus ojos entre el camino y su pareja.
— Sobre eso, volviendo al tema del bebé…—Murmuro, bajo.
Ambos estaban susurrando para no despertar a la pequeña Rosie
— No me digas que si quieres robarle el bebé a Piper, malévolo.— Pregunta con Sarcasmo y suelta una risa.
— Eso no, tonto.— Nico exhala con fuerza.— Lo he estado pensando, en realidad tengo un año pensándolo y… Creo que quiero un bebé. Yo, Rosie es mi hija, y la amo, pero … Lo siento, me siento lo peor.— Niega con la cabeza, como si quisiera olvidar el tema.
Camellius lleva su mano al antebrazo de su pareja y le da un apretón.
— Está bien.— Le asegura.—¿Qué pasa, Nico? Cuéntame.
— Sé que hay otros métodos.— Murmura apenado. Le explica las opciones que estuvo investigando y Camellius lo escucha atentamente.
— Pensé que querías ser fiscal.
Nico suspira.
Aún era muy joven para que se le considerara para el puesto, pero se había estado ganando un nombre y tenía un futuro prometedor en su campo. Todo eso podría venirse abajo si se toma 6 meses de descanso para cuidar de un bebé.
— Lo quiero, pero también quiero esto. — Le confiesa finalmente—Y después de que nazca tomaré un descanso para cuidarlo.— Asegura.
Camellius niega con la cabeza.
— No harás eso, te has esforzado mucho para llegar a dónde estás.— Se lo prohíbe rotundamente.—Abriré la florería solo los fines de semana o solo trabajaré por encargo para bodas o eventos grandes.— Ofrece, serio.
Nico lo mira de reojo. Y suspira.
— Pero te encanta tu trabajo.— Menciona, exaltado.
— Pero tú quieres esto, y no será un bebé para siempre.— Afirma. Cam se acomoda el cinturón de seguridad y fija sus ojos en el camino. Ninguno de los dos tuvo una familia normal, y les había llegado a encantar criar a Rosie— Eres ese tipo de persona que quiere una familia grande, estaba preparado mentalmente para que esto sucediera.
Nico se queda callado unos segundos, estaba inmensamente feliz, pero no podía perder el control. Al menos no estando al volante, como ahora.
— ¿Estás seguro?— Pregunta con la voz llena de dudas.
— Seguro.— Afirma, Camellius.
Cuando Nico estaciona el auto frente a su departamento. Su hogar. Aunque si planean ampliar la familia, deberían de buscar una casa más grande.
— Te amo.— Nico se inclina y toma la parte trasera de la cabeza de Camelius para atraerlo hacia él. Comparten un beso tierno y corto antes de separarse.
— Yo también.— Susurra Camellius, y le da un beso en la mejilla.—Te amo.
—Yo también los amo…— Balbucea Rosie desde el asiento trasero.
Holaaa chicas y chicos.
Este es el último capítulo de la historia de Camellius y Nico. Me gusta pensar que esos dos fueron felices junto a una gran familia.
Desde el principio dije que tendría solo 10 capitulos y espero que los hayan disfrutado. Por qué yo disfrute escribiéndolo.
Tenía la intención de que está historia fuera más tranquila, sin dramas de profecías o grandes batallas. Solo drama amoroso adolescente.
Pronto estare publicando una nueva historia, así que estén pendientes.
Camelius Ando es mi primer personaje masculino protagonista y espero que les haya gustado.
Bye bye.
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