35. Doble vía

Parker

Bianca luce tan impresionada como el resto de nosotros.

—¿Cómo es posible que no supieras qué se trataba de ella? —pregunto, sin importarme que Gabriella me escuche.

—¡Solo hay una foto de ella en el tablero y ni siquiera la vi bien! —se defiende.

—¿Qué está pasando? —pregunta Gabriella dando un paso al frente, su marcado acento francés no se hace esperar—. ¿Tablero? —frunce el ceño, ahora que no lleva lentes puedo ver con más claridad sus facciones, tiene ojos color miel—. ¿De qué están hablando?

—De nada, ya nos íbamos —responde Hidden, ella le sonríe.

—Hace mucho tiempo que no te veía, Diamond.

—Lo mismo digo, Lion. Creí que te habías ido luego del funeral de Kylie.

—¡Quisiera! No puedo dejar este horrendo lugar sin que encuentren a un culpable por el asesinato de aquel hombre que fue encontrado colgado dentro de Manantial Azul.

—¿Por qué? —le pregunto yo.

Ella voltea a verme, seria.

—¿No es obvio? Mi familia está bajo investigación —fuerza una sonrisa y busca a Bianca con la mirada—. Chica en llamas, ¿qué es lo que realmente está pasando? ¿Viniste por un vestido o no?

La peliazul busca en mí una respuesta, yo asiento.

Aunque la situación se ha tornado un tanto incómoda, Gabriella no parece representar un peligro inminente.

—Sí, solo que no para mí —Bianca me señala—. Es para ella, mañana tendrá su baile de invierno.

Gabriella se lleva una mano a su mentón y me observa de pies a cabeza, incluso comienza a caminar a mi alrededor, de un momento a otro tiene una cinta de medir y la coloca sobre mi cintura.

—¿Crees poder tener algo? —susurro en su dirección, ella se aparta y voltea para ver a Gina, ignorándome.

—¿Tú también necesitas un vestido?

—No —Gina niega—, yo ya tengo uno.

—Muy bien, entonces andando, tengo un par de vestidos que pueden interesarte. —Gabriella pone una mano en mi espalda y me comienza a guiar a los vestidores.

Tomo asiento en uno de los sofás que hay en este elegante vestidor y observo con desconfianza a Gabriella, que entra y sale con varios vestidos que va acomodando en un perchero metálico.

—¿Cuántos años tienes? —intento hacer tema de conversación porque en realidad ya sé cuántos años tiene.

—Mi madre dice que una dama no debe responder esa pregunta y menos si proviene de alguien desconocido.

—Lo siento, pero es que te ves muy joven y este local no está precisamente ubicado en donde oí que resides actualmente.

—¿No sabes lo que son franquicias? —me extiende un vestido color verde, así que me levanto y lo tomo en las manos—. Creo que te quedará un poco flojo de cintura, pero si te luce bien lo puedo arreglar.

Solo asiento y me introduzco en uno de los cubículos cubiertos por gruesas cortinas. Empiezo a desvestirme con rapidez.

—¿Cómo sigues de la vista?

—¿Qué? —dice desde el otro lado mientras yo estoy ahora fundiéndome en la suave tela.

Abro la cortina y ella está de brazos cruzados viendo más al vestido que a mí.

—No sé si me recuerdes, pero hace casi dos semanas te vi en la Farmacia de Alfred con… Con Fénix y tú tenías estos grandes anteojos para el sol puestos.

—Voltéate —me ordena y eso hago—. No, no me convence —toma otro vestido, ahora color naranja y me lo extiende—, prueba con este.

Suelto un suspiro resignado y me adentro en el cubículo cerrando las cortinas.

—Te recuerdo —dice ella a los pocos segundos—. No hay nada de malo con mi vista, Fénix y yo estábamos recién llegando del aeropuerto y yo tenía mucho sueño, los lentes solo eran para bloquear la claridad.

Abro la cortina con el nuevo vestido puesto y la miro, confundida.

—¿Llegaron el martes 7 de diciembre?

—Es lo que acabo de decir.

Pero Fénix estuvo aquí el viernes 3 de diciembre.

—Me gusta este vestido —admito al pasar las manos por mi estómago, pero ella niega.

—Pues no se te ve bien —dice y se gira para tomar un tercer vestido, ahora color morado—, intenta con este.

Tomo la prenda y me adentro al cubículo.

—Lo siento, creo entonces que oí mal ese día porque… Porque me pareció escuchar que las gotas para ojos que Fénix iba a comprar eran para ti —intento mantener la conversación, porque esto me puede llevar a algo.

Abro la cortina y Gabriella hace una mueca de desagrado.

—Ugh, no… Jamás utilices el morado, no te luce.

Me observo en el gran espejo detrás de ella, este vestidor está rodeado de espejos.

—Yo lo veo bien —susurro.

—Por eso gente como tú es cliente y gente como yo es diseñadora —se gira con arrogancia y toma un cuarto vestido de color rojo—. Vamos, pruébatelo.

Me empuja de vuelta al cubículo y cierra las cortinas.

—¿Cómo te llamas? —me pregunta al cabo de varios minutos porque este vestido es más complicado de poner que los anteriores.

—Parker.

—Parker, ¿por qué quieres saber tanto sobre Fénix y yo?

—Solo tengo curiosidad.

—La curiosidad es un tren de doble vía, querida.

—¿Ah sí?

—Sí, porque te puedes estrellar luego de conocer la verdad o…

Abro la cortina y la miro con atención esperando a que termine de formular su frase.

—¿O qué?

—O descubres que a veces saberlo todo no significa nada al final —me toma de una mano y me hace pararme frente al espejo, lleva sus manos a mi cabello y lo levanta en un moño desordenado—. Mírate, Parker, ¿qué es lo que observas?

—Observo un hermoso vestido —susurro—, tienes talento, Gabriella.

—Con un buen collar y un peinado como este, con el cabello arriba, serás el centro de atención en ese baile. El rojo es tu color.

Trato de contener las lágrimas que se comienzan a acumular en mis ojos.

—Kylie me dijo lo mismo hace mucho tiempo —le confieso.

—¿Eras amiga de Kylie? —pregunta al soltar mi cabello. Ambas nos seguimos mirando por el espejo.

—No —niego rápidamente—, pero eso no quita el dolor que mi corazón siente por su tragedia.

Gabriella muerde su labio inferior y se aleja de mí para tomar asiento en el sofá circular. Me acerco con cautela y tomo lugar junto a ella.

—¿La curiosidad en qué vía te llevó? —me atrevo a preguntar.

Sus ojos atraparon los míos por un breve instante antes de que soltando un par de lágrimas me diga—: Saberlo todo, no significa nada al final, Parker.

❁❁❁

Hidden

Muevo mis pies de forma impaciente y observo el reloj en mi muñeca.

—¿Por qué demoran tanto? ¡Solo debe escoger un vestido!

—Para crecer rodeado de mujeres y solo tener amigas mujeres, no conoces del todo como se ponen cuando van de compras —me responde Bianca desde una esquina del lugar.

Al buscarla con la mirada veo que está sosteniendo un vestido negro con pequeños detalles en azul. Gina está observando otras prendas de vestir por otro extremo de la tienda.

—Desde tu perspectiva… ¿Qué tan extraña es esta situación? —inquiere Ted cruzándose de brazos.

—Muy extraña —respondo y doy otra mirada a mi reloj—. El toque de queda empieza en media hora y debo llevarlos a todos a sus casas —miro con impaciencia a los vestidores—. ¿Por qué tardan?

Como si fuera respuesta del cielo, Parker y Gabriella salen de los vestidores, sus rostros lucen indescifrables. Parker camina hasta mí y Ted, mientras Gabriella se va a la caja registradora donde una chica detrás de la misma recibe el pedazo de tela rojo que le pasa y supongo es el vestido, la cajera comienza a empacarlo con rapidez. 

—Lo tengo —nos avisa, pero a mí no me mira.

—Eso pudimos ver —le responde Ted.

Gabriella sostiene en una de sus manos la bolsa blanca con el logo de la tienda y se la pasa a Parker. Gina y Bianca se acercan con velocidad al semicírculo.

—Gracias por tu ayuda —le dice Bianca.

—Tu vestido queda pendiente —responde Gabriella en su dirección.

—De hecho —me atrevo a interferir—, ella ya vio uno que le gustó.

—¿Sí? —Gabriella la mira—. ¿Cuál vestido, chica en llamas?

—Ninguno —Bianca me fulmina con la mirada—, ignóralo.

Ruedo los ojos y señalo el vestido negro con detalles en azul.

—Es ese y le ha gustado, aunque no lo quiera admitir.

—Si es de tu talla, puedes llevártelo —Gabriella se sube de hombros, despreocupada.

—¿Para qué querría un vestido que nunca usaré?

—Nunca digas nunca, Bianca —le dice Parker.

—Solo toma el vestido —la incita Gina.

Bianca mira a Ted de reojo, pero él no tiene expresión legible, así que no sé porqué lo mira en busca de una respuesta ya que si su hermana se lleva o no el vestido de seguro es lo último en su lista de intereses.

La peliazul suelta un gruñido y se gira para buscar el vestido y llevarlo hasta la caja registradora.

Una sonrisa burlona se me escapa cuando regresa a los pocos segundos con la bolsa en manos.

—¡Cállate! —me grita.

—No he dicho nada —respondo sin quitar la sonrisa.

—Deberíamos irnos, ya falta poco para el toque de queda y mis padres se preocuparán si no llego a casa en los siguientes minutos —dice Parker al ver la hora en la pantalla de su celular.

—Vamos —señalo con mi cabeza a la salida del lugar.

Una vez que todos estamos en el auto las miradas caen en Parker, ella carraspea y se acomoda en el asiento del copiloto de forma en la que todos podamos verla.

—Esto necesita más elaboración, pero tenemos que conversarlo mejor, preferiblemente mañana por la mañana —dice—. Tengo un plan y el mismo terminará de una sola forma.

—¿Cómo? —le pregunto, cauteloso.

—Con la verdad expuesta y conmigo muerta.

Ted se asoma entre los dos asientos.

—Lo reitero, rubia, estás loca —le dice y una sonrisa de costado se forma en sus labios—, por eso me agradas —hace una pausa y me señala—. Por lo menos más que él.

Parke se ríe y yo, aunque tengo el corazón en la boca, solo me limito a encender el auto y salir de reversa para conducir por la carretera nevada.

—¿Entonces a qué hora nos reunimos mañana en mi casa? —susurro con la vista fija al camino.

—¿Les parece bien a las diez de la mañana? —responde ella en dirección a los de atrás.

—Claro —dice Bianca—, me intriga el oír de este misterioso plan.

—Creo que a todos —prosigue a decir Gina.

Observo de reojo a Parker que se ve determinada en seguir ignorarme, pero ni porque esté enojada conmigo hará que deje de preocuparme por ella.

Bajo ninguna circunstancia permitiré que algo le pase mañana en el baile.

No importa cual sea su plan, yo tendré uno de contingencia.

¿Dos capítulos en un día? A puesto a que no se esperaban esta actualización.

Les informo que oficialmente estamos en la recta final del libro.

¡Solo faltan siete capítulos!

-Cute.

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