27. Salto ciego

Parker

—Lamento interrumpir este momento empalagoso que están compartiendo, pero tenemos que irnos —dice Gina.

Hidden y yo nos separamos, tomando una distancia más marcada y volteamos para ver a la pelirroja que está con una enorme sonrisa plasmada en su rostro que no se molesta en disimular.

—¿Se van? —pregunta Jonás a su lado.

—Sí —asiente—, ya salimos de nuestro examen y tenemos cosas que hacer.

—¿Qué dices? —me pregunta Hidden.

—Pues... Gina tiene razón, tenemos cosas que hacer —elevo mi vista a su rostro que comienza a tomar un ligero color rojo por el viento frío que sopla—. Por lo menos tienes algo que hacer.

Hidden pone los ojos en blanco y saca las llaves de su auto girándose y marcando sus pasos sobre la nieve mientras avanza, sostengo las mangas de mi maleta con fuerza y le sigo el paso oyendo a mi espalda como Gina se despide de Jonás prometiéndole que le escribirá más tarde.

Doy una última mirada de reojo al recinto y un nudo se crea en mi garganta al ver que el director sale hecho furia junto a los dos hombres de seguridad y algunos profesores, aunque no lo escucho sé que está diciendo que fue una falsa alarma.

¿Debería decir Aleluya porque nos salimos con la nuestra?

❁❁❁

La amarga sensación de haber roto las reglas se instala en mi estómago y el ir oyendo piezas clásicas, que parece ser lo único que Hidden escucha, me hace ir más pendiente de mis pensamientos que del trayecto que hacemos al instituto de Bianca y Ted.

—Aún no puedo creer que tengamos esto —dice Gina a mi costado viendo con felicidad los CD en sus manos.

—Deberías recordar que cada uno tiene 24 horas de grabación y seguramente de muchos ángulos. ¿Quién se puede hacer una idea de cuántas cámaras de seguridad posee el instituto?

—Más de cincuenta, eso es seguro, ya de por sí cada aula de clase tiene una a eso súmale los pasillos, áreas comunes, oficinas y partes exteriores —responde Hidden—, supongo que serán unas noches muy largas las que nos caerán encima.

—Por suerte somos cinco, ¿no? —le recuerdo.

—Si es que deciden volver —dice cortante.

—Te vas a disculpar.

—Haré un intento, Parker. No prometo nada.

Ruedo los ojos y decido observar por la ventana, ya estamos llegando.

—¿Puedo hacerte una pregunta, Hidden? —le dice Gina.

—Ajá.

—¿Cómo sabías?

—¿El qué?

—Eliminar las grabaciones, ¿acaso ya lo habías hecho antes?

Hidden aparca el vehículo estando frente al gran recinto y voltea para vernos.

—¿Recuerdan cuando Ted dijo... "Alguien ha hecho su tarea"? —hace comillas.

—Sí, lo recuerdo como si hubiese sido ayer... Oh, espera... ¡Fue ayer! —Gina se cruza de brazos.

Hidden sonríe de lado.

—Mentí —dice—, le dije que no, pero en realidad sí.

—¿A qué te refieres? —pregunto ahora yo.

—He estado estudiando las funciones en los Sistemas de Seguridad Bradson. Ya que es el mismo que está en mi casa y también en el instituto. Desde que Colby Bradson murió el que lo hayan asesinado sólo porque conocía cosas que quizás no debía, me intrigó, así que he pasado varios días leyendo los manuales de uso y comprendiendo cómo funcionan algunas de sus cámaras de vigilancia. Por cierto, la cabaña de pesca de los Russo también utiliza este equipo de seguridad —hace una pausa y se quita el cinturón de seguridad—. En fin, como he pasado tanto tiempo en Internet leyendo, se me ocurrió buscar información sobre el Sheriff Dumont y fue allí cuando me enteré de lo de su esposa.

Hidden sale del auto y yo abro la puerta para salir también seguida de Gina.

—¿Es cierto lo que dijiste? —pregunta Gina, mostrando repentina seriedad—. ¿La madre de Ted murió y su padre es un abusivo?

—Sí, bueno, por lo menos lo de su madre es cierto, la mujer estuvo en un accidente de tránsito en diciembre de 2014 —responde Hidden—. Pasó varios días en cuidados intensivos hasta que finalmente, la mañana del 25 de diciembre murió. En un par de días se cumplen siete años de eso —vaciló en seguir hablando, pero continuó—. Ted claramente no tiene una buena relación con su padre, así que no está demás el pensar que el Sheriff Dumont es algo... Estricto.

Llevo una mano a mi boca tratando así de ocultar en vano lo mal que me pone saber esa información.

—Cielos... —susurra Gina.

Los tres volteamos para ver el recinto que se eleva a nuestra vista y en total silencio procedemos a la entrada principal del lugar.

Hay demasiados estudiantes caminando de un lado a otro, saliendo de salones y adentrándose a nuevos, unos abren sus casilleros y otros los estrellan para caminar a paso veloz por el repleto corredor principal.

—Parece que hemos llegado en un cambio de hora —murmuro.

—Nada se te escapa, ¿eh? —murmura Hidden de regreso con evidente sarcasmo.

Le doy un codazo y lo escucho reír por lo bajo. Volteamos al escuchar la voz de Gina más lejos de lo que debería estar de nosotros.

—¡Hola! ¿Has visto a Ted Dumont? Mide como un metro setenta y cinco, siempre viste de negro y... ¿No? Bueno... Gracias. ¡Hola! ¿Has visto a Bianca Nelson? Cabello azul, tiene cara de querer matar a todos, mide como un metro sesenta... ¿no?

—Gina, suficiente es que nos miren de arriba abajo solo por nuestro uniforme. ¡Ya basta! —Hidden se apresura a tomarla de un brazo y traerla de regreso junto a nosotros.

—La idea de querer pasar desapercibidos no tiende a funcionar si andas atrayendo la atención a nosotros —digo ahora yo.

Me cruzo de brazos para ocultar en vano la insignia bordada sobre la tela de mi camisa. Un suspiro de alivio se me escapa cuando veo a Ted caminar entre algunos estudiantes a la distancia, trae puestos auriculares que parecen bloquear cualquier distracción del mundo real encerrándose en sí mismo.

Se detiene en un casillero y comienza a abrirlo de forma rápida.

—¡Hey! —los llamo sobre el bullicio de los demás ya que se han puesto a discutir—. ¡Encontré a Ted! —les aviso y no espero a que digan algo, solo apresuro mi paso para no perder de vista a Ted.

El chico está por cerrar su casillero, pero tomo la puerta de metal en mi mano e impido el acto. Su ceño se frunce, al ver que soy yo relaja un poco el rostro y solo mantiene su usual seriedad. Sus ojos grises se posaron en Hidden y Gina que llegan a mis costados así que se quita los audífonos.

—¿Qué hacen aquí? —pregunta.

—Vinimos a decirles que... —respondo y miro a mis costados brevemente. Me inclino solo un poco para poder susurrar—. Robamos las grabaciones de seguridad de nuestro instituto, tenemos ya la última semana de vida de Kylie lista para desmantelar.

—Si se enteran de lo que hicieron estarán en problemas —susurra de regreso en un tono amargo—, mejor devuelvan eso.

—¡Pero eres el único que nos podrá ayudar a descifrar su comportamiento! —objeta Gina—. ¿Verdad, Hidden?

—Sí —responde él igual de serio.

Ted entrecierra los ojos en dirección a Hidden.

Lo está estudiando.

—¿Tenías algo que decirle a Ted? —le pregunto a Hidden.

—Siento haber perdido los estribos ayer —susurra Hidden, pero en ningún momento deja de mirar a Ted fijamente, lo que a mi parecer hace que sus disculpas luzcan más como un desafío—. Eres parte del equipo y-

—Basta —Ted lo interrumpe—, no quiero tus disculpas forzadas. No sirven de nada, al igual que esas grabaciones. Fue una idea estúpida y no debieron robarlas —señala las manos de Gina que sostienen con fuerza los cinco discos compactos.

—Pero... —Gina intenta hablar, pero Ted la interrumpe también.

—Estoy seguro de que podrán descubrir quién lo hizo sin mí o Bianca. Es mejor que se vayan, tengo que entrar a una clase.

Ted hace el intento de cerrar su casillero, pero lo impido de nuevo, cosa que hace que el chico me mire mal.

—¿Dónde está Bianca? —pregunto, confundida.

—Seguramente aburrida en una celda —responde.

—¡¿Qué?! —decimos Gina y yo a la misma vez.

—Es una pirómana que posee fácil acceso a gasolina y fuego —revela y le da una mirada a Hidden—, háganse de una idea del resto... Todos los de "nuestra clase" terminan ahí, ¿no?

Me mira a mí y la puerta abierta de su casillero, no parece tener ganas de pelear conmigo, niega y se gira dejándonos allí y perdiéndose entre la marea de estudiantes.

—¿Qué diablos quiso decir? —pregunta Gina, confundida.

—Bianca prendió fuego a algo y la arrestaron —responde Hidden y veo que su mandíbula se tensa—. Está en la comisaría.

Gina me mira con pesar y Hidden se recuesta del casillero de al lado cruzándose de brazos y mirando el techo.

—¿Y ahora? —mi mejor amiga me mira.

—Pon los CD en su casillero —señalo con la cabeza el interior del espacio metálico.

—¿Estás segura?

—Sí, sé que él hará lo correcto —respondo—. Es un salto ciego, pero la fe mueve montañas, ¿no?

Con ojos llenos de duda Gina mete los discos compactos en una esquina y yo cierro el casillero.

—¿Y nosotros qué hacemos? —pregunta Hidden viéndome de reojo.

—Oh, creo que sabes muy bien lo que haremos ahora —respondo.

Él suspira y saca su celular de uno de sus bolsillos.

Salimos del lugar bajo miradas curiosas y con la siguiente locación en mente: la comisaría.

—Llamaré a mi hermana Sky —avisa Hidden antes de llevar el apartado a su oído—, algo me dice que necesitaremos una abogada.

❁❁❁

Bianca

—Llama a la tienda si un día necesitas ayuda con un atuendo —dice—. Será interesante vestir a alguien con semejante personalidad.

—Lo haré —respondo y la veo salir de la celda con un oficial de policía.

—¡Adiós, chica en llamas! —grita a lo lejos.

—¡No soy la protagonista de Los Juegos del Hambre! —exclamo de regreso.

—¿Segura? —escucho que preguntan por el pasillo contrario por el que se llevaron a mi compañera de celda de las últimas horas—. A mí me parece que las situaciones en las que te metes pueden armar una quinta película.

—¡Hidden! tienes que cambiar de actitud, de nada sirven unas disculpas si continúas actuando de la misma forma —murmura Parker a su costado.

Frunzo el ceño en su dirección al verlos frente a mi celda.

—¿Y esta de dónde salió? —señalo con mi barbilla a la rubia en elegante conjunto de vestir junto a ellos.

Esta resulta ser tu abogada, así que bájale a tu condescendencia y agradece que Sky abrió un espacio en su agenda para venir a representar el problema que te ha metido en este lugar —responde Hidden.

Abro mi boca para protestar, pero Gina aparece detrás de ellos junto al Sheriff Dumont que solo me mira de reojo a mí y a ellos los escanea de arriba a abajo.

—¿Nuevos amigos? —pregunta el hombre, confundido.

Subo mis hombros, estoy igual de confundida que él.

La rubia da un paso al frente y estira su mano derecha en un gesto formal.

—Mi nombre es Sky Diamond, vengo a representar a la joven Bianca Nelson, ¿nos podría decir que fue lo que hizo para quedar en esta desafortunada posición?

Ruedo los ojos al darme cuenta de que Sky tiene la peculiar forma de hablar de Hidden, con ese aire de que es la más inteligente del lugar. ¿O es Hidden quien robó esa cualidad de su hermana? De igual forma ahora el parecido físico no es lo más molesto que comparten.

—Fue capturada esta madrugada prendiendo fuego a los contenedores de basura en el callejón del Bar Clinton —responde—. Se le hubiese dejado salir con una penalización de servicio comunitario, pero el fuego se extendió y terminó arruinando la puerta trasera del bar y parte de la pared. Los dueños han levantado cargos y exigen que se les pague hasta el último centavo.

—¿De cuánto dinero hablamos en daños? —indaga Sky.

—Mucho dinero —el Sheriff Dumont voltea a verme, serio.

Siento los ojos de los chicos puestos en mí. Me giro y me acuesto en la incómoda banca de cemento pegada a lo largo de la celda.

—En cuanto a mi madre respecta pasaré el resto de mis días en este lugar —me rio por lo bajo—. Eso fue lo que dijo cuando la llamé —informo con la vista fija en el techo grisáceo del lugar—, así que mejor váyanse.

—¿Aceptan el pago por tarjeta? —escucho que dice Hidden y cuando me levanto de forma rápida veo que tiene en lo alto una pequeña tarjeta plateada que centella bajo la luz de los focos amarillos de la comisaría.

—¡NO! —grito, molesta. Acorto la distancia para aferrar mis manos a los barrotes—. No te atrevas a pagar para liberarme. ¡No quiero tu asqueroso dinero!

—¿Éstas demente? —pregunta Gina en mi dirección—. ¿Prefieres quedarte encerrada en este lugar?

—¡Tienes 16 años! Deberías estar en el instituto con tu mejor amigo dando clases —prosigue a decir Parker.

—Son las consecuencias de mis acciones, debo estar aquí —siento mis nudillos ponerse blancos ante la fuerza que ejerzo sobre los barrotes.

—¿Nos pueden dar unos minutos? —pide Hidden en dirección a su hermana y el Sheriff Dumont.

—Claro —Sky asiente.

Ella y el Sheriff Dumont se alejan por el mismo pasillo por el cual entraron.

—¿Por qué quieres quedarte encerrada? —pregunta Hidden ladeando la cabeza.

—Porque hice algo malo y me atraparon —subo los hombros con indiferencia.

—Dijo ningún delincuente nunca en la existencia... —Hidden bufa.

—¡Oh por Dios! —Parker se acerca y aferra sus manos a otros de los barrotes—. Es él, ¿verdad? Cruel desconocido está acechándote y por eso no quieres salir. ¡Hiciste esto a propósito!

Me quedo en silencio, cosa que les da paso a darse cuenta de que Parker no está lejos de la verdad. Pego mi frente a los fríos barrotes bajando la mirada a mis botas.

—Quizás es porque no quiero deberle dinero a Hidden.

—¡Ja! —dice él—. ¿Pensaste que no me di cuenta de que hace unos días rompiste una de las figuras de cerámica que adornan mis libreros y la pusiste en su lugar como si nada? Dudo mucho que se trate del dinero, esa pieza debe costar más que el estrago que ocasionaste en el bar.

Subo la vista, en sus ojos no hay reproche, solo diversión cosa que no me agrada.

—Lo siento —murmuro, cansada.

—Yo también —dice él—, siento que las cosas se hayan salido un poco de control ayer, pero es que... Tienes que entenderme, jamás me he relacionado con personas que solo viven atrayendo problemas.

—¿Esta es tu idea de una disculpa? —arqueo una ceja—. Porque es bastante terrible.

—Para todos es nuevo este proceso —se apresura a decir.

—Somos cinco chicos con pensamientos e ideas muy distintas, Bianca, eso no es un secreto —prosigue a decir Parker—, pero algo te puedo asegurar: los mejores equipos tienen sus tropiezos al inicio, eso es lo que los lleva a aceptar sus cualidades y adaptarse.

—¿Qué pasará cuando nuestros humores choquen? —pregunto—. En especial contigo —señalo a Hidden.

—Pues... Haré el intento de aceptar que no estén de acuerdo conmigo —responde con una sonrisa burlona—, sé que usualmente la gente prefiere vivir en la ignorancia.

—¿Entonces? —pregunta Gina—. ¿Dejarás tu obstinación de lado y permitirás que los hermanos Diamond te saquen de aquí?

Tomo una profunda respiración.

—Eso no significa que los ayudaré. No seguimos en buenos términos y lo saben, así que deben tener eso en cuenta —respondo.

Hidden suelta un suspiro y baja la vista a la tarjeta en su mano contemplándola por unos breves segundos. Seguido mira a Parker y Gina antes de volver su vista a mí.

—Lo pagaré y serás liberada —me dice.

—¿Por qué? —pregunto, confundida.

Hidden hace una mueca y dirige otra mirada fugaz en dirección a Parker.

—Porque... Harás lo correcto —responde—. Es un salto ciego, pero la fe mueve montañas, ¿no? —se voltea para alejarse dejándome aún más confundida de lo que ya estaba.

Parker y Gina me dan una última mirada y se alejan también en silencio lo cual causa un extraño nudo en mi estómago.

Me abrazo y tomo asiento nuevamente en la banca viendo cada rincón de la celda cuestionando si es posible que por primera vez en mucho tiempo ser libre significa algo y no solo estorbar en el camino de los demás.

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