18. El hospital

Gina

Suelto el rizo dorado del cabello de Parker que la tenaza ha creado y prosigo a enredar otro mechón contra el metal caliente.

La música que sale de las bocinas de mi laptop es el único sonido que llena mi habitación ya que Parker se mantiene con la vista fija en el espejo frente a ella terminando de aplicarse brillo labial.

—¿Estás nerviosa? —pregunta y sus ojos me buscan a través del espejo. Suelto el último rizo de su cabello y apago la tenaza antes de mirarla.

—Creo que yo debería preguntarte eso a ti —respondo y ella se encoge de hombros—. Entraré a la oficina de mi mamá, pero tú a la habitación de Kylie.

Dejo la tenaza sobre el escritorio y Parker gira la silla para ahora verme de frente, el maquillaje le ha quedado bastante bien, de las dos ella ha demostrado tener más habilidad en cuanto a maquillaje se trata.

Sus párpados están teñidos con suave color celeste que combina con el vestido que le he prestado para esta noche, sus pestañas se elevan de forma perfecta y el delineado está impecable, siempre he envidiado la facilidad con la que suele hacerlo, a mí me toma más de cinco intentos hacer una raya decente.

—¿Revisaste los planos que Ted nos envió en la mañana? Esa mansión es enorme y está llena de pasadizos secretos. Miedo de entrar no es lo que tengo, el quedarme atrapada es ahora lo que me asusta.

Me inclino para tomar del escritorio la brocha y el rubor, ya que es lo único que Parker necesita para que su maquillaje esté completo.

—Tranquila, Ted estará pendiente de sus movimientos, ¿lo olvidas? Se quedará en el auto de Hidden con su tableta y el plano de la mansión abierto —susurro y comienzo a deslizar la brocha por su mejilla izquierda—. No te vas a perder, por algo acordamos que sería él quien iría con ustedes. En definitiva, lo necesitan más que Bianca y yo.

Parker se queda en silencio, así que paso ahora la brocha por su mejilla derecha, me alejo para darle una rápida mirada y sonrío con el resultado.

—¿Ya está?

—Sí, ¿lista para ponerte el vestido? —elevo la manga del abrigo de lana en mi mano izquierda para observar la hora—. Hidden no debe tardar en llegar.

Me acerco a la cama para levantar el vestido y extenderlo a Parker, ella lo toma entre sus manos y camina hasta el baño en silencio para fundirse en él. Tomo asiento en la silla donde ella previamente estaba para abrir uno de los cajones del escritorio y sacar los audífonos y micrófonos. Dejo los de Parker a un costado y comienzo a ponerme los míos, asegurándome de acomodarlos perfectamente.

Cubro con mi cabello mis oídos y enciendo el aparato.

—¡Oye! —exclama Bianca y logra que mi corazón se acelere del susto, volteo para buscarla en mi habitación, pero no está—. ¡Yo seré a la que le entierren una aguja en el brazo! ¿Creen que tienen la parte fácil de este plan? Porque no lo creo.

—¿No tienes miedo de quemarte con fuego, pero tienes miedo de una aguja? ¿No ves la ironía en eso? —dice ahora Ted y la risa baja de Hidden también se filtra por mis oídos.

—¿Chicos? —digo con emoción y me levanto para observar por mi ventana, no hay señales de ellos, pero deben estar cerca—. ¿Pueden oírme?

—Estás en nuestros oídos, claro que podemos oírte —responde Bianca.

—Ya estamos en la esquina —me avisa Hidden—. ¿Están listas?

Parker abre la puerta del baño. Una sonrisa se me escapa al verla, mi mejor amiga luce radiante.

—Sí, ya estamos listas —respondo a Hidden y con mi dedo índice le señalo a Parker la esquina del escritorio para que se ponga los aparatos.

Me apresuro a buscar los abrigos y guantes de ambas para así salir de la habitación a paso rápido con Parker a mi lado. No hacemos ni llegar a la sala de estar cuando el claxon del auto nos avisa que ya han llegado.

La noche fría y estrellada nos recibe al abrir la puerta principal de mi casa.

—Maldita sea —susurra Parker al ponerse el abrigo—, andar en vestido en pleno invierno no es una idea muy sensata.

—¿Ideas sensatas? —dice Bianca y seguido suelta una risa. Parker se asusta ya que pareció olvidar que ya estamos los cinco conectados—. Esas desaparecieron en el momento en que ideamos este plan.

—No, fue en el momento en que formamos este grupo —prosigue a decir Hidden.

❁❁❁

Bianca y yo vemos el auto de Hidden alejarse hasta que lo perdemos de vista, al girar el hospital de Pueblo Pequeño se eleva frente a nosotras.

—¿Tengo que fingir náuseas? —pregunta Bianca y lleva las manos a los bolsillos delanteros de su cazadora.

—Si quieres...

Ella asiente y dice:

—Lo haré, más que nada porque creo que me saldrán de forma natural, odio los hospitales.

Expulso aire de mi boca de forma lenta antes de comenzar a caminar con Bianca al interior del lugar. Sé perfectamente a donde debo ir, se supone que hoy mi mamá dobla turno, así que pasará toda la noche y parte de la madrugada aquí, y mi papá llega a casa quizás en dos horas más así que mis salidas y entradas están despejadas.

—Mierda... —susurra Bianca y de forma rápida eleva la capucha de su cazadora sobre su cabeza.

—¿Qué sucede? —pregunto al no entender su comportamiento.

Con su barbilla señala una esquina del lugar que estamos atravesando, hay tres oficiales de policías y junto a ellos el Sheriff Dumont, todos con vasos de cartón en manos conversando de forma tranquila a un costado de la máquina de café.

—Veo que tienes una relación complicada con el padre de tu mejor amigo, ¿puedo adivinar porque te escondes de él? Tengo una que otra teoría.

Bianca se baja la capucha cuando ya estamos lejos de la vista de ellos y me mira con ojos entrecerrados.

—Que sea la pirómana del pueblo nunca me ha dado puntos a favor con nadie.

—Con nosotros sí —subo los hombros y detengo el paso. Ya hemos llegado.

Toco dos veces la puerta con la placa metálica pegada en la que se puede leer: «Dra. Gianna Fontaine» y a los segundos mi mamá, con su cabello rojo recogido y su impecable bata blanca aparece bajo el marco de la puerta.

—¿Gina? —su impresión parece ser grande, pero aumenta cuando ve a Bianca a mi lado—. ¿Qué estás haciendo aquí? ¿Quién es esta jovencita?

Sus ojos escépticos no tardan en escanear a Bianca de arriba abajo. Desde su corto cabello azul fantasía, ropa de colores opacos y expresión de fastidio.

—¿Tienes unos minutos? —pregunto con miedo, miedo real, ya que mi mamá puede ser un detector de mentiras si pone mucha atención, así que debo ser cuidadosa.

—Claro, pasen —dice y nos hace espacio para adentrarnos al consultorio. La puerta se cierra y las tres tomamos asiento. Mi mamá en la silla giratoria y nosotras frente a ella con el escritorio dividiéndonos.

—Mamá —comienzo a decir—, quiero presentarte a Bianca Nelson. Nos conocimos hace poco, pero-

—¿Cómo se conocieron?

—Es conocida de Parker... ¿Olvidas que estuvo los tres primeros años de secundaria en el instituto público? —mi madre observa a Bianca de reojo sin dejar de prestarme atención—. Bueno, nos topamos con Bianca hace poco y volvieron a reconectarse, pero ayer algo sucedió.

—¿Qué cosa?

—Bianca nos dijo que cree... Uh, ella cree que...

—Que estoy embarazada —se apresura a decir Bianca a mi rescate—. Creo que estoy embarazada.

Los ojos de mi mamá se abren con sorpresa, incluso creo que se ha quedado sin aliento.

—¿Tienes retraso? —le pregunta cuando sale de su estado de shock.

—Tres semanas —responde Bianca, tan segura, que por un momento siento que no miente.

—Oh —mi mamá carraspea y se pone de pie—, Gina... ¿Qué se supone que quieres que haga?

—Pensaba que quizás... —me encojo de hombros— ¿Quizás podrías hacerle una prueba de sangre?

—¿No se ha hecho una prueba de embarazo de farmacia?

—No —Bianca niega—, no tengo dinero para eso.

Mi mamá estira su mano en dirección a Bianca, la mira como alguien mira a un cachorro herido. Bianca me observa de reojo y asiento en su dirección.

Dando un suspiro resignado la chica se levanta y acepta la mano de mi mamá.

—Gina, ¿no te molestaría esperar aquí? —pregunta y yo hago un gesto desdeñoso.

—Por supuesto que no —respondo y cruzo mis piernas fingiendo ponerme cómoda en el asiento—, sabes que odio las agujas, si las veo me desmayo.

Bianca frunce el ceño en mi dirección.

—De acuerdo, si alguien me viene a buscar solo diles que estoy en el laboratorio.

—Está bien, veré un par de videos para pasar el rato —susurro y saco mi celular de uno de mis bolsillos para que crea que no haré más que eso estando aquí sola.

Cuando la puerta se cierra, elevo la vista observando el lugar vacío y corro para ponerle seguro a la puerta.

—Bianca, necesito por lo menos quince minutos —digo al observar la cantidad de archivadores que se levantan por detrás del escritorio.

No me responde, pero sus pasos junto a los de mi mamá resuenan por el pasillo así que sé que siguen en movimiento.

Dejo el celular de lado y abro un archivador para comenzar a revisar las carpetas dentro, todos los apellidos empiezan por la letra C, así que cierro y doy dos pasos a la derecha para buscar la letra G. Solo espero que la carpeta de Collen Greyson siga aquí, porque de lo contrario todo esto será en vano.

Cierro y abro varios archivadores más sin éxito, siento mi pulso comenzar a elevarse.

—Toma asiento, querida —escucho a mi mamá decir—, no dolerá tanto como crees.

—¡No! —medio grito—. ¿Ya te va a sacar la sangre? —pregunto, asustada—. Hay muchos archivadores —abro otra gaveta—, Bianca, no he encontrado todavía los de apellido con G.

Me arrodillo para abrir otra gaveta del siguiente archivador sin éxito, me levanto y abro otra del centro. De repente llantos me frenan por completo, llevo una mano a mi oído y frunzo el ceño.

—No puedo creer que esté a punto de hacerme una prueba de sangre —dice Bianca entre sollozos—, si sale positiva mi madre me va a matar.

—Oh, vaya, ¿sabes llorar en el momento? —susurro sin poder creerlo—. ¡Qué genial!

—No digas eso, querida, ninguna madre sería capaz de hacer algo así, el enojo solo es temporal —mi mamá la consuela, lo cual puede ganarme tiempo así que prosigo a abrir otra gaveta del siguiente archivador y sonrío aliviada cuando veo que he llegado a la letra G.

—Es que usted no la conoce, ella de por sí ya cree que soy el error que arruinó su vida, ¿se imagina si llego a salir embarazada? ¿Qué será de mi bebé y de mí?

—Para eso es la prueba, para asegurarnos bien, no te precipites con esos pensamientos.

Greyson, Greyson, Greyson... Paso mis dedos por las carpetas y cierro esa gaveta ya que no está ahí, así que bajo a la siguiente y la abro. Greyson, Greyson, G... ¿Gustov?

—Gustov Connor —leo en voz baja y saco la carpeta. Me giro para abrirla sobre el escritorio y mi asombro aumenta—. Bianca, ¡Connor Gustov es paciente de mi madre, acabo de encontrar su carpeta!

Tomo mi celular y comienzo a tomar fotos de las páginas tratando de no desenfocarlas ya que mis manos no dejan de temblar. Bianca suelta un gruñido.

—Muy bien... Ya puedes abrir los ojos, Bianca. Ya tengo la sangre —dice mi mamá—. ¿Viste que no fue tan terrible?

—Lo siento, es que no estoy acostumbrada a sentir agujas contra mi piel —responde ella.

—Tranquila, ya tengo la muestra, en unos pocos minutos sabremos el resultado.

Eso me pone alerta, Connor tiene demasiadas páginas en su carpeta y no he terminado de tomarles fotos. Me detengo a leer una de ellas ya que tiene observaciones hechas por mi mamá en una esquina.

Los sedantes ya no comienzan a responder de forma eficiente en el paciente, la dosis tiene que ser aumentada.

Le tomo foto y continuo con el resto, el reloj en una esquina del escritorio amplifica mis nervios, mi mamá puede llegar en cualquier momento y no he conseguido lo que en realidad vine a buscar. Después de lo que parece una eternidad cierro la carpeta y la dejo en su lugar para buscar la de Collen, al tenerla en mis manos me giro para abrirla sobre el escritorio.

No me detengo a leer nada, solo presiono el botón en mi pantalla para tomarle foto a las páginas que gracias a Dios no son tantas como las de Connor.

Golpes en la puerta hacen que me asuste y el celular se me resbala de las manos.

—Bianca, ¿son ustedes? —susurro tan bajo que no sé si me ha escuchado—. ¿Ya llegaron?

—Doctora Fontaine, ¿los resultados se obtienen aquí mismo en el laboratorio donde nos encontramos o hay que buscarlos en otro lado? —pregunta Bianca.

—Aquí mismo, querida.

Me voy a desmayar.

Los golpes no paran, incluso comienzan a mover el pomo para intentar abrir la puerta. Si no fuera de forma tan violenta habría abierto la puerta sin problema, pero con un asesino suelto en el pueblo mi paranoia podría salvarme, así que cierro la carpeta y la meto dentro de mi chaqueta, cerrando el zipper hasta mi cuello. No he terminado de tomar las fotos y necesitamos todo lo que pueda haber allí.

Estiro mi mano con sumo cuidado para cerrar la gaveta del archivador tratando de que no haga ruido y me arrodillo para buscar mi celular ya que no sé dónde ha caído.

Gateo por el área maldiciendo mis propios nervios ya que quien quiere entrar a la oficina está muy determinado en hacerlo.

Veo mi celular en una esquina y cuando lo tengo en manos mi cabeza choca con una puerta, al elevar la vista veo que es el baño. Me adentro justo en el mismo segundo que la puerta principal se abre de golpe. Estoy en completa oscuridad, escucho pasos resonar y seguido las gavetas de los archivadores abrirse de golpe una a una.

¿Qué rayos está pasando?

—Negativo —escucho que dice mi mamá luego de varios minutos—. ¡Bianca, ha salido negativo!

Páginas siendo arrancadas me mantienen presente en el momento, abro la puerta solo unos milímetros para tratar de ver por la pequeña raja, pero lo único que logro detectar es una sombra salir a velocidad del lugar estrellando la puerta a su salida.

Me apresuro a salir del baño y teniendo un mal presentimiento abro la gaveta del archivador donde sé que se encuentra la carpeta de Connor, la saco y la sorpresa no es mucha cuando la abro y me doy cuenta de que han desaparecido más de la mitad de las páginas.

Miro en dirección a la salida y bajo el zipper de mi chaqueta para seguir tomando las fotos de la carpeta de Collen y tener todo.

Devuelvo ambas carpetas a su lugar, tomo asiento y todavía con manos temblorosas presiono un video aleatorio en mi inicio de YouTube, a los pocos minutos la puerta del consultorio se abre.

Elevo la vista para ver a mi mamá y a Bianca.

—Buenas noticias —mi mamá sonríe—. ¡Ha salido negativo!

Bianca hace una mueca y mantiene su mano derecha presionada sobre el algodón en su antebrazo izquierdo.

—Eso es genial —susurro y miro a Bianca con una media sonrisa—. Eso es tan... genial, gracias, mami, eres la mejor del mundo —me acerco a ella para quitarle la cazadora de Bianca ya que la tenía en manos. Paso uno de mis brazos por los hombros de la chica y la aferro a mí—. Es mejor que nos vayamos, ya hemos robado mucho de tu tiempo.

—Sutil... —murmura Bianca.

—¡Nos vemos en casa! —salgo del consultorio sin darle oportunidad a mi mamá de decir algo. Bianca se aparta de mí cuando estamos afuera y me mira mal antes de arrebatarme su cazadora de la mano.

—¿Qué rayos te sucede? Nunca vuelvas a tocarme.

—Bianca, tenemos que irnos de aquí —miro a mis costados eligiendo ignorar su hostilidad—. Hay que salir de este lugar ya mismo, nuestro plan de irrumpir en la oficina de mi mamá coincidió con el de alguien más.

—¿Ah?

—Cruel desconocido —revelo, asustada—. Creo que ha estado aquí, Bianca.

—Vámonos —dice seriamente y nos alejamos de allí manteniéndonos alerta a cada paso que damos a la salida del hospital.




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