PRIMER CAPÍTULO.
── Señor Zetnov, ya hemos aterrizado.
Abrió sus ojos al escuchar las palabras de la azafata, asintió levemente para luego tomar su bolso y salir de aquel lugar, deseaba llegar a su casa después de tanto tiempo fuera de allí.
Luego de un largo viaje hasta Boston, se encontraba frente a su hogar, el cual tenía varios ramos de flores en la entrada, el ceño de Jacob se frunció al instante que vio las pequeñas cartas que le dejaban refiriéndose a él como pasado, ¿creían que él no iba a poder sobrevivir cuando era lo que había hecho durante toda su vida? Un mundo irónico con personas idiotas. Aquellas flores de despedida fueron directamente al tacho de basura.
Al entrar al comedor de la casa, una pequeña sonrisa se formó en sus labios, se sentía a gusto y con cierta tranquilidad en su pecho, la cual hacia mucha tiempo que no sentía. Se dirigió hacia su habitación la cual se encontraba fría y sombría, encogió sus hombros ante aquella sensación y finalmente se tiró sin pensarlo en la cama, dejando que toda aquella tensión que tenía en su cuerpo se esfumara al menos por un par de minutos.
Necesitaba olvidar todo lo que había ocurrido últimamente, no se arrepentía de nada de lo que había hecho, pero el estrés que tenía encima no le permitía dormir bien por las noches aunque intentara permanecer sereno, su mente no se lo permitía.
Dio una y otra vuelta en la cama, pero eso claramente no estaba ayudándolo, sabía que lo mejor que podía hacer era dar una vuelta por el vecindario, sino, ¿qué más podría hacer? Soltó un suspiro y abrió el armario, tomando una de sus camperas negras para luego salir a su nueva vida.
Las calles se encontraban repletas, gente corriendo como si fuera el último día en la Tierra, mujeres observándose en las amplias ventanillas de los locales, vagabundos en el piso rogando por un poco de comida y ahí estaba Jacob, en un rincón, invisible, observando como la gente desperdiciaba su vida y arruinaba el mundo cada vez más.
── Deberían extinguirse. ── Pensó y continuó con su camino. Sus manos estaba en sus bolsillos mientras que se dedicaba a inhalar el aire fresco de la ciudad y mirar las líneas blancas dibujadas en la avenida. Allí era cuando los pensamientos tormentosos de la guerra comenzaban a aparecerse, flashbacks que nublaban su vista y su razonamiento, como si estuviera perdido en el limbo. Aquello duró unos pequeños segundos cuando una fuerte bocina retumbó en las calles, dejando todo en silencio.
Al menos para Jacob.
── Uno, dos, tres. Uno, dos, tres. ── Una voz suave pero vibrante empezó a aparecer en los sentidos del muchacho. ── Uno, dos, tres. Vamos, vamos, maldita sea. ¡Que alguien llame a una ambulancia! ── Aquel grito comenzó a despertar sus sentidos, especialmente los físicos. Un grito desgarrador salió de sus labios cuando unas fuertes puntadas aparecieron en su cabeza, sus uñas se clavaron en el pavimento, intentando quitar aquel dolor con otro aunque sabía que no era posible.
── Tranquilo, tranquilo. Ya llamamos a una ambulancia, están cerca. ── Los ojos de Jacob fueron directamente a la rubia de ojos celestes que se encontraba arrodillada al lado de él, notaba una preocupación excesiva en su rostro aunque aquel análisis que estaba haciendo se esfumó cuando observó al hombre que estaba detrás de ella, tomándose la cabeza y caminando de un lado hacia otro, un auto azul se encontraba parado en medio de la calle y él ya comenzaba a darse cuenta lo que estaba ocurriendo.
──Hijo de p...── Gruñó Jacob para luego intentar levantase, pero su dolor y la rubia que se encontraba a su lado no iban a permitírselo.
── ¡No! Puedes desangrarte, quédate quieto.
Rodeó sus ojos y apretó sus dientes al continuar sintiendo aquellas molestias en su cabeza y en su pecho. La señorita continuaba hablándole e intentando distraerlo hasta que llegó la ambulancia, los médicos lo colocaron en una camilla y lo introducieron en la parte trasera del vehículo, cuando estaban por cerrar las puertas, una mano se interpuso y claramente era el rostro angelical de la rubia, una chica insistente se podría decir.
──Yo iré. ── Afirmó, sin permiso a otra palabra. Se sentó al lado de la camilla y tomó la mano de Jacob, algo que hizo que lo sorprendiera repentinamente, no estaba acostumbrado a la protección ni compresión de los demás ya que no solía recibirla ni de él mismo.
No entendía el interés de aquella joven, ¿por qué había decidido acompañarlo cuando no sabía ni quién era? No encontraba la lógica en sus acciones, y claro que él iba a pensarlo de aquella manera, las emociones no eran aceptadas en su mente, cualquier acto tenía que ser razonable, sino no podía dejar de pensar en ello. En aquel momento aunque lo único que quería era analizar a la chica que se encontraba a su lado, su cuerpo no se lo permitía, necesitaba descansar y que los médicos se encargaran de él por un par de horas, ya tendría tiempo para averiguar quién era su salvadora.
¡Primer capítulo subido! Espero que puedan disfrutarlo, me ayudarían muchísimo votando la historia, dejando sus comentarios y compartiendo con quien quieran. Estén pendientes que dentro de poco subiré el próximo capítulo. Buenas nochesss.
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