6.

—¿Ida?—Escucho mi nombre muy lejano, pero el tacto de papá en mi mano fría me hace reaccionar, veo su expresión tensa al él reconocer la mía.—Creo que es mejor subir.—Aclara su garganta y mira hacia el señor.

—Los alcanzare en un momento, tengo una llamada que hacer.—Muestra una pequeña sonrisa, ajeno al siniestro ambiente que nos rodea nosotros.

Mi padre sostiene mi muñeca y comienza a guiarme hacia el elevador, pero después la suelta al estar lo suficiente lejos de los pocos hombres en trajes del piso principal.

—¿Hasta cuando seguirá esa mentira?—Pronuncio en un vacío tono, él vuelve acomodar su elegante chaqueta y me mira de reojo.

—Ya conoces la respuesta, Ida.—Responde seriamente, desvío mi rostro y fijo mis ojos en las puertas metálicas esperando que se abran.

—Hasta que mamá deje de respirar.—Aquellas palabras escapan de mi garganta, inexpresiva.

Siento la seria mirada de papá, pero ninguno vuelve a pronunciar palabra y ambos entramos al elevador cuando abre, él presiona el botón indicado con dureza y no espera que nadie más suba.

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Veo con interés las pequeñas y lujosas maquetas de grandes edificios, me coloco de cuclillas y acerco uno de mis dedos a un pequeño muñeco que decora la puerta principal, paraíso, escrito en un cartel en la esquina.

—Duncan, diseñó cada parte y estuvo presente en la construcción, es muy perfeccionista.—Elevo mi rostro encontrando el delicado de aquella mujer de cabello rizado rubio, parece conocerlo, bastante bien.

—Escuché que es un grano en el trasero como jefe.—Digo con descaro, sus mejillas se vuelven rojizas y niega rápidamente.

—Llevo poco trabajando con él, es muy profesional.—Intenta retractar mi invento, en realidad no me interesa nada sobre él, no pongo atención a las conversaciones de mamá.—Es un hombre ejemplar.—Elevo una de mis cejas y vuelvo mi vista a la maqueta al perder el interés en su conversación, escapó de mamá unas horas como para encontrar a otra mujer cautivada por él.

Una conocida voz masculina domina entre las demás en el área, acerco mis dedos al muñeco de la entrada principal, lo tomo antes de ponerme recta y observar mi alrededor, encuentro a la mujer rubia mirando con atención hacia una dirección, anhelo, y algo más en aquellos ojos femeninos, acaricia una de sus rizos al llegar, desvío mi vista al hombre tatuado junto a mi padre y otro señor, descubro cómo él ve de reojo hacia esta dirección, más precisa a la mujer de mi costado, imito su acción al escuchar los pasos de ella y leo con lentitud la pequeña placa de su pecho Caroline.

Sus pasos son tranquilos, pero con un toque nervioso la sigo hasta verla pasar a un lado de aquel hombre tatuado, este la sigue de reojo hasta perderla a sus espaldas pasan pocos segundos cuando me veo descubierta por su oscura e inexpresiva mirada, pero no la desvío.

—Ida, hora de irnos.—Escucho a mi padre, él es el que desvía su mirada cuando papá se despide.

Comienzo a caminar hacia el final del pasillo perdiendo mi interés hacia aquel espectáculo, pasando justo a un lado de él y esta vez su mirada vuelve a mi, al igual que la mía hasta dejarlo atrás. Entro al elevador con papá siguiéndome, cruzo mis brazos en mi abdomen y comienzo a jugar con aquel muñeco entre mis dedos.

—¿Quieres pasar por un café y pastelillo?—Pregunta sin despegar sus ojos de la pantalla de su celular.

Me limito a hacer un sonido con mi garganta como afirmación, algo dulce antes de rodearme de la amarga presencia de mi madre.

Papá no pronuncio nada relacionado con Tyron, por supuesto para ellos, él ya no existe, mamá siempre obtiene lo que quiere y si no papá se lo da, sin importar que, con tal de que no lo moleste.

Mi mente está llena de ideas para poder obtener a Tyron de vuelta, pero necesito un plan perfecto para tenerlo siempre conmigo.

—Cambio de planes, tu madre nos quiere en casa lo más rápido.—Avisa en un simple tono, yo no digo ninguna palabra.

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Un par de débiles aplausos hacen eco en la habitación, las mujeres encargadas de mi atuendo terminan de tomar sus cosas con rapidez y se retiran.

—Debajo de todos esos trapos, hay una linda señorita.—Mi expresión sigue intacta, siguiendo sus pasos en el reflejo del espejo hasta tenerla detrás de mi.—Si fueras así todos los días y más gentil con él, no tendríamos problemas, Jaidan.—Habla de forma lenta, sus largos dedos pálidos se acercan a un rizo rojo de mi hombro y lo acomoda con delicadeza mientras observa mi reflejo por el espejo.

—¿Una muñeca de porcelana, madre?—Pregunto sin ocultar mi seco sarcasmo, pero ella eleva un poco su comisura causándome escalofríos.

—Sé gentil con Clapton, y tendrás una recompensa.—Aquel repulsivo chantaje me hace apretar mis labios de la molestia.

—Puedo ser como yo quiera frente a él, no me interesa.—Respondo indiferente, ella acaricia la brillante piedra que cuelga del arete.

—¿Seguirás siendo egoísta con Tyron?—Aquellas simples palabras causan un gran efecto en mi interior, debilitandome, sus ojos se fijan en los míos antes de retroceder.—Esto lo hago por tu bien, una madre haría cualquier cosa por sus hijos.—Murmura antes de girarse y caminar a la puerta.

Mi mirada vacía detalla mi propio reflejo, un ajustado vestido rojo hasta las rodillas con un escote sencillo y mangas caídas, mi rostro cubierto de maquillaje, algunas exageradas joyas y mi cabello suelto con perfectos rizos, sigo la pequeña gota que baja por una de mis mejillas, muñeca de porcelana.

Un frío y pesado ambiente me rodea, repitiéndose sus últimas palabras en mi cabeza  cada vez más fuerte, una madre haría cualquier cosa por sus hijos.

Mis ojos se desvían a la pequeña mesa al costado del espejo, encima de ella un viejo retrato una niña de corto cabello rojizo y ropa de campo con manchas de lodo, pero no estaba sola a sus lados un niño pelirrojo con menor estatura y edad, idénticos en su físico, pero tan diferentes en su interior, es una ironía que ella diga aquello.

Con el dorso de mi mano limpio con toques aquella gota de mi mejilla antes de retroceder y girarme para abandonar la habitación, intento regular mi respiración escuchando solamente el eco de los golpes de los tacones.

~~~•~~~

—Hace un excelente clima, y se ve tentador el jardín para un paseo nocturno.—Escucho mi madre a la lejanía, teniendo más mi atención en la ensalada final de la cena, lo único bueno después de aquellos extraños platillos anteriores.

Al parecer los otros dos hombres la ignoran, pero sé que no se rendirá tan fácil.

—Jaidan, ¿podrías enseñarle nuestro jardín al señor Clapton?—Habla más alto, yo duro en elevar mi mirada y ella mueve en círculos su copa por nerviosismo y ansiedad.

—No creo que le interese ver ramas y hojas secas, madre.—Su expresión se tensa unos segundos antes de elevar un poco su ceja, pero una gruesa voz la interrumpe.

—Me encantaría tomar ese paseo.—Aquellas palabras me sorprenden, pero no lo demuestro y solamente lo veo de reojo, mi interior se remueve por la molestia al ver la satisfacción en el rostro de mamá.

Escucho una silla arrastrarse, los inexpresivos ojos de mi madre se fijan en mi y yo en ella, tomo la servilleta de mis muslos y la coloco con firmeza en la mesa antes de ponerme de pie.

Desvío mis ojos hacia papá encontrándolo con sus manos entrelazadas y viendo algo invisible en la brillante madera, ignorando el espectáculo de esta noche, comienzo a caminar con pasos largos e indiferentes hacia la puerta contraria del comedor y después hacia la doble puerta que lleva al jardín.

Al salir tomo una gran inhalación, mis músculos se relajan un poco y olvido casi la otra persona que llega a mi costado, lo veo de reojo antes de comenzar a caminar con lentitud.

—Tu madre y yo tenemos algo en común...—Su voz hace presencia después de varios minutos hasta llegar casi a la área más alejada de la casa.—, nos gusta tener el control de todo y que salga como nosotros queramos, sin importar deshacernos de algunos.—Giro mi rostro enfrentando su oscura y siniestra mirada.

—No me interesa lo que digas.—Lo interrumpo con descaro y seriedad, causando que eleve un poco su comisura.

—Te vi esa noche, niña, y no te hagas tonta.—Su tono es más lento y amenazante, decido retirarme al saber perfectamente de lo que habla, pero él parece adivinarlo y se interpone dejando un paso de distancia entre ambos.

—Vuelvo a repetírtelo, no me interesa.—Escupo sin mover mi cuerpo o mirada de la suya.

—No estoy aquí por gusto, escuchar tanta mierda de parte de tu madre me pone de muy malhumor.—Dice en un arrogante y hostil tono.—Necesito un parche...—Aquello me deja confundida, pero sigo con la misma postura de desinterés y lo interrumpo.

—Adiós.—Cruzo mis brazos en mi abdomen antes de pasar por su lado, pero solo un par de pasos de distancia y aquellas últimas palabras me detienen.

—Te daré cualquier lujo o cosa que pidas, lo tendrás en un chasquido.—Habla alto causando que mire sobre mi hombro.—Mientras estés a mi lado, pero eso no significa que me intereses o importes, niña.—Sus inexpresivos ojos encuentran los míos.—Sin preguntas ni tiempo, esto es aceptas o rechazas.—Concluye con una voz más ronca y llena de arrogancia.

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