37•
Jungkook terminó de guardar las compras en la parte trasera de su auto y echó un ligero vistazo al cielo. Era un día precioso, y aunque estuviesen en vísperas de navidad, el sol incandescente se posaba en lo más alto de las altiplanicies.
Metiéndose en el asiento del conductor, echó un ligero vistazo a través del cristal. El vértigo aún se hacía presente cada vez que se encontraba allí sentado, y es que le era imposible borrar el terrible accidente que había tenido junto a su precioso dulce.
Habían sido unos meses torturadores, y luego de pasar una semana entera metido en el seguro de autos, logró que le entregasen el suyo a principios de diciembre, como nuevo. Había sufrido unos daños terribles, pero ahora estaba más que bien. Sin embargo, podía sentir el aura tensa que embargaba al vehículo.
Dispersando sus pensamientos, Jungkook se puso en marcha por las carreteras levemente concurridas. Era veinticuatro de diciembre y estaban a sólo unas horas de la esperada cena de nochebuena. Él había salido a comprar los suministros necesarios para tener una velada perfecta, mientras que Jimin se quedó en casa, encargado de la decoración.
Jungkook de inmediato sintió un revoltijo de sensaciones en su estómago tras pensar en su precioso rubiecito, y sacudiendo la cabeza con simpatía, pintó una agradable sonrisa en sus rosados labios.
Los días que estuvo alejado de Jimin después del accidente, habían sido plenamente torturadores. Jeon creyó estar enloqueciendo, y es que le resultaba difícil aceptar que estuvieran separados nuevamente — aunque, por supuesto, no fue decisión de ninguno, más que de Yoora.
Sin embargo, el cielo pareció despejarse cuando Jimin llegó a la cafetería un día, metido en una ropa deportiva y con su rostro lleno de alegría. Jungkook ni siquiera pudo pensar correctamente al tenerlo entre sus brazos, pero de las palabras emocionadas de Jimin, comprendió que Yoora ya no sería un problema. Y Bogum tampoco.
El pelinegro se sentía insuperablemente orgulloso del más pequeño y su nivel de madurez al enfrentar las situaciones difíciles. En algún momento, Jungkook pensó que no sería sencillo lograr que Jimin encarase de una vez por todas a su madre, pero después de todo, él lo había hecho. Y la felicidad suprema se instaló en su pecho desde ese día.
Y no volvió a desaparecer.
Todo había vuelto a la normalidad, pero sin duda alguna, era muchísimo mejor. Las cosas marchaban bien, todo iba a un ritmo perfecto y el amor parecía aumentar segundo a segundo.
Aparcando ante su casa, Jungkook escuchó el sonido de su móvil en el bolsillo. Sonrió encantado al imaginar quién podría ser, pero al observar el contacto en la pantalla, apenas se decayó su sonrisa un poco.
— Sé que dije que no te molestaría en estas fechas, cariño — la dulce voz de Lisa le sacó una risilla ahogada cuando pegó el aparato a su oreja. ¡Pero simplemente no puedo seguirlo conteniendo!
— ¿Paso algo malo? — Cuestionó, quitándose el cinturón de seguridad y abriendo la puerta del auto. Y aunque su pregunta fuera seria, aún seguía sonriendo.
— Todo lo contrario — ahogó— . Te dije que tomaras vacaciones, y como la mejor socia de todos los tiempos, me he dado la tarea de seguir trabajando en las expansiones que dejamos pendientes.
— De alguna manera, supe que acabarías haciéndolo — se burló el ojiavellana, emocionado— . ¿Y bien? ¿Cómo vas con eso?
— Tu padre encontró un lugar perfecto a unas pocas cuadras de su restaurante, en Yeju — dijo. Jungkook pareció sorprendido, no pudiendo creer que su padre le hubiese ocultado tal acontecimiento— . Podremos comenzar a trabajar en ello el año entrante.
— Cielos, esa es una muy buena noticia — soltó, estupefacto.
— ¡Pero no es lo mejor!
— ¿Qué puede ser mejor que eso, uhm? — Simpático, Jeon salió del auto y abrió el compartimiento donde guardaba las compras.
— ¡Está lista la expansión en Seúl! — Chilló. Los ojos del pelinegro se abrieron como platos— . ¡Y la inauguración es el primero de enero!
— ¿Qué? ¿El primero de enero... En Seúl? — Mordiendo su labio, Jungkook no pudo salir de su sorpresa.
Sintió se inmediato el fugaz repiqueteo que ocasionaba su corazón. Los recuerdos aún lograban bombardearlo, y es que jamás podría olvidar aquel precioso día en el que vio a su dulce por primera vez.
Sabía, de alguna manera, que todo era parte de un plan.
»— ¿Fue idea de Chanyeol, acaso? — Cuestionó.
— Quizás sí, quizás no... Tú sólo trata de mantenerlo en secreto y prepárate para darle una sorpresa a tu dulce — soltando una risilla, ella pareció encantada. El pelinegro no contuvo la sonrisa que estiró sus mejillas, y cuando quiso decir algo a cambio, Lisa ya había terminado la llamada.
En definitiva, Jimin tendría muchas sorpresas el primero de enero.
Cogiendo las bolsas de compra, Jungkook parpadeó varias veces. Aún no pudiendo salir de su ensimismamiento.
En los últimos meses, se había unido a un arduo trabajo con Lisa y su padre, nuevamente, en el cual comenzaron a ubicar los puntos estratégicos en los que podría ubicarse una nueva sucursal de la cafetería. Todo resultó ser maravilloso, y la propia expansión de Busán logró mucho renombre para el mismísimo Jeon Jungkook .
Definitivamente, su vida iba en ascenso, y cuando abrió sigilosamente la puerta de entrada y se vio invadido por el sensual y armonioso sonido de Bump N' Grind, dejó las compras en el piso y examinó todo su alrededor con minuciosidad.
Un aroma floral de inmediato lo llamó, y caminando con sigilo, se acercó al salón y observó con ojos impresionados la hermosa decoración navideña que adornaba a su hogar. Sin embargo, no pudo concentrarse mucho más en ello, y es que cuando admiró la menuda figura de Jimin de espaldas a él, moviendo suavemente sus caderas al ritmo de la música, dejó de respirar por contados segundos.
La corona de flores amarillas reposaba sutilmente sobre las hebras de cabello rubio, mientras que una camisa demasiado grande tapaba parte de su cuerpo. Jungkook de inmediato relamió sus labios, apoyándose de la pared y torciendo una sonrisa ensimismada. Las piernas del rubio estaban descubiertas, siendo sólo tapadas hasta la mitad de sus muslos por la prenda prestada. Sus pies descalzos se paseaban por el pulcro piso y en cuestión de segundos, su voz se unió al calmado baile que hacía.
El pelinegro se sintió rápidamente en un sueño real. Jimin apenas se movía de su puesto, tarareando y vocalizando en algunas ocasiones. Sus manos parecían confeccionar algunos lazos dorados, rojos y verdes, y su atención estaba por completo aislada. Él no había siquiera escuchado la puerta de entrada, ni tampoco sentía la presencia de Jungkook a su espalda.
Era ignorante de que Jeon admiraba con fijeza aquellos suaves movimientos, esos que iban coordinados con la sensual melodía. Y es que aquella canción causaba una gran debilidad en el cuerpo de Jungkook .
Temblando en su posición, el mayor tragó saliva y tomó una respiración profunda. Sus deseos despertando y las sensaciones aventuradas corriendo de aquí para allá en sus venas. Llegando con una desmedida calentura.
Y es que la abrumadora ternura que desbordaba su novio, le hacía hundirse en un lago de lujuria muchas veces.
Con pasos callados, Jungkook llegó tras el cuerpo del rubio, y posando suavemente sus manos en las bailarinas caderas del ojimiel, sintió el salto que éste dio cuando hundió la nariz en su cuello.
— Oh, dulce. Ese ha sido un baile maravilloso — con una voz baja, Jungkook murmuró. Sintió la piel del menor erizarse, y sonriendo en su posición, apenas escuchó un inentendible alarido.
— K— Kookie. ¿Me has v— visto? — Ahogadamente, Park encontró su voz. Podía sentir el rostro quemándole de vergüenza, y percibiendo como los dedos de Jungkook se apretaban gustosamente en su piel, se permitió cerrar los ojos— . Oh— oh.
— Definitivamente uno de mis pasatiempos favoritos es verte bailar cuando menos te lo esperas — el pelinegro habló, dejando un casto beso en el cuello del ojimiel y apretándolo más a su cuerpo— . Como en Seúl .
Jimin se sorprendió al sentir la dureza que se presionaba contra su espalda, y dejando escapar un bajo suspiro, tragó saliva levemente. Su cuerpo reaccionando en poco tiempo al agarre que tenía su novio sobre sus caderas.
»— Y ese baile ha causado un problema en mis pantalones.
Tras soltar aquellas desvergonzadas palabras, Jungkook volteó el cuerpo de Jimin. Admiró de inmediato aquellas mejillas coloradas, haciendo juego con el pestañear coqueto que el menor ejercía inconscientemente. Cogiendo el mentón de Park, Jungkook le sonrió antes de juntar sus labios en un calmado beso, y sintiendo el cuerpo más pequeño temblar levemente, propuso más ímpetu.
El beso calmo volviéndose en acalorado, mientras que un jadeo minúsculo y agudo se quedaba atrapado en la garganta del ojimiel.
Jungkook movió sus manos hacia la espalda de Jimin, recorriéndola con fascinación hasta posarlas sobre su pequeño trasero. El rubio volvió a saltar de impresión tras sentir el apretón que su novio le otorgó, y no pudiendo evitar reír a mitad del beso, se separó por unos minutos.
— Eres muy travieso, Kookie — susurró, relamiendo sus labios antes de besar cada centímetro de la mandíbula de Jeon. Éste cerró los ojos, tan sólo acercando el cuerpo de Jimin. Sintiendo la gustosa presión en su pene y gimiendo en el acto.
Las delicadas manos de Park se metieron por la camisa de Jungkook , acariciando su abdomen con los dedos fríos. Y mientras los rojos labios del menor pasaban suavemente por el cuello del pelinegro, sus manos volvieron a moverse, descendiendo lentamente hasta pasar sobre el pantalón de Jeon. Acariciando sutilmente su dureza.
— Dulce...
Ahogando las palabras en su garganta, Jungkook fijó su vista en su pequeño novio. Los besos de éste lograban transportarlo a un lugar especial, mientras que el toque de sus manos lo hundía en un mar de placer.
Cuando desabrochó el pantalón, Jeon se miró increíblemente sorprendido, y sintiendo la falta de aire en sus pulmones, no evitó gruñir al momento en que Jimin volvió a acariciarlo allí.
— Tú... Eres tú el que está siendo travieso, Jimin — comentó, escuchando una pequeña y divertida risilla por parte del menor antes de sentir un casto beso sobre sus labios. Estaba estupefacto, y terriblemente excitado.
— Alguna vez en mi vida debo ser un chico malo..., que hace cosas malas — y con una voz supremamente tierna, Jimin empujó el cuerpo de Jungkook hasta dejarlo caer en el sofá, y dándole un último beso, se dejó caer de rodillas entre sus piernas.
Los ojos de Jeon abiertos como platos mientras observaba como con manos nerviosas, Jimin terminaba por liberar su erección.
— J— Jimin.
— Yo q— quiero que sientas tan bien como me haces sentir tú a mí, Kookie.
Y masajeando tímidamente el miembro entre sus manos, Jimin tomó una respiración profunda y torció una sonrisa ante los ojos avellanados. Jungkook no salía de su asombro, y no pasando desapercibido el rostro color carmesí del más pequeño, tragó saliva. No pudiendo creer que aquello realmente estaba sucediendo.
Ni siquiera tuvo tiempo de decir algo a cambio cuando el rubio se acercó a su polla y respiró cálidamente sobre ella. Jeon tembló en su posición, tan sólo agarrando fuertemente los cojines y con la boca entre abierta. Y al momento en que los labios del menor se posaron sobre su glande, sintió su corazón salir desbocado de su pecho.
— Oh, dulce.
La cálida y agonizante sensación vadeó su cuerpo en cuestión de segundos, y rodando los ojos hacia la parte posterior de su cabeza, apenas pudo gemir. Se le hacía imposible apartar la mirada de aquella imagen tan magnífica, y es que los labios del rubio lo rodeaban de la manera más paciente posible, torturándolo, haciéndolo tan tímido y concentrado.
Park sentía todo su cuerpo temblar, el deseo embargándolo y su respiración acelerada. Percibía las mariposas revolotear por su estómago desesperadamente, mientras que su corazón rebotaba a un ritmo extenuante.
Cuando se permitió cerrar los ojos, acarició con su húmeda lengua el pene de Jungkook , y percibiendo la emoción convulsa haciendo estragos en su cuerpo, jadeó con satisfacción.
Jungkook soltaba roncos gemidos en su posición mediante los movimientos de Jimin se prolongaban, y sintiendo como su boca lo chupaba de una deliciosa manera, acarició la roja mejilla de su novio. El ojimiel apenas sonriendo, pareciendo ensimismado en su tarea, mientras que los segundos transcurrían y su gusto se deleitaba con el sabor del mayor.
— Joder, Jimin. — Jungkook gruñó, su pelvis moviéndose un poco hacia arriba cuando el menor intentó tomarlo todo. Y admirando el grandioso esfuerzo que hizo, apretó con gusto sus puños.
Jimin sacó la erección de su boca, tan sólo para masajearla con su mano y pasar ávidamente su lengua sobre ella. Los ojos del pelinegro estaban embelesados en la acción, y no creyó que su pequeño niño siguiese viéndose tan jodidamente inocente incluso haciéndole una mamada.
Y no pudiendo pelear más contra su indiscutible lujuria, cogió el cuerpo de Jimin y lo levantó de su posición. Chocando sus labios juntos en un acalorado beso que lo calentó de sobremanera.
Las familiares cosquillas anticipantes del orgasmo acarreándolo, y sintiéndose terriblemente avergonzado por su precoz sensación, logró dejar a Jimin sobre el sofá. Las manos del menor apoyadas sobre la superficie acolchada, mientras que sus rodillas estaban presionando el cojín bajo él.
Jungkook parpadeó varias veces ante la visión, y tomando una respiración profunda, admiró la ligera e inocente mirada que le echó Park por sobre su hombro. Y aquella acción sólo logró prenderlo más.
— Lo siento tanto, dulce — Jungkook ahogó, sus manos subiendo la camisa y admirando la delicada prenda que cubría la intimidad del rubio. Contuvo el aire, fijándose en el ligero encaje rosa que contrastaba con su blanquecina piel— . Dios.
— ¿T— Te gusta, Kookie? — Con una voz minúscula, Jimin cuestionó. Sus mejillas rosadas ante la vergüenza— . Yo, uhm... Sé que es de niña pero— pero me gustó mucho cuando la vi en la tienda y—
— Joder, cielo... Me encanta — lo interrumpió, increíblemente más sorprendido que antes. Y rozando sus dedos por la suave tela, sintió el cuerpo del menor temblar. Él suyo propio haciendo erupción, y su polla a unos segundos de reventar.
Jamás imaginó ver a Jimin metido en una braga de encaje, y tampoco pensó que ese mismo día podría sentir por primera vez los engordados labios de su novio rodear su pene.
Con los plenos pensamientos acechando en su mente, y sin la intención de despojar aquella delicada prenda del cuerpo de su pequeño, él la hizo a un lado, y gimiendo suavemente ante la pronta visión de la entrada de Jimin, sintió volverse repentinamente loco. El rubio podía sentir los nervios invadirlo de una manera sobrenatural, y es que nunca creyó poder encontrarse en una situación similar. Pero le encantaba.
Sin recato alguno, Jungkook relamió sus labios antes de acercarse a Jimin, y pasando su lengua por la suave entrada, percibió el escalofrío que vadeó el cuerpo de su chico. Jeon de inmediato se deleitó con su dulce sabor, y cerrando sus ojos, se propuso a hacer bien su trabajo.
— Kookie... — El rubio soltó, su voz pequeña y entrecortada. Apretó los ojos cuando sintió la lengua de Jungkook hundirse en su interior, y abriendo los labios, ahogó un gemido.
Jungkook no tardó mucho en entrometer un dedo en la húmeda entrada, y no pudiendo pasar desapercibido los gloriosos sonidos que abandonaban los labios de su pequeño dulce, sintió poder perder el control en cualquier momento.
Su trabajo aumentó en velocidad, y cuando consideró que Jimin estaba preparado, se incorporó sobre sus pies.
La dolorosa erección torturándolo, y el menudo cuerpo del rubio temblando en su posición. Viéndose terriblemente caliente.
— ¿Estás listo, dulce? — Jungkook cuestionó, lubricando su pene con saliva. No dispuesto a lastimar a Jimin, ni tampoco para ir a buscar un poco de lubricante a su habitación. Cuando el menor lo miró por sobre su hombro y asintió, Jeon sonrió tremendamente— . Eres precioso.
Y acercando su miembro a la rosada entrada, hizo presión hasta hundirse en el cálido interior del rubio. Admirando el gesto de éste ante la intromisión, y sintiendo la incomparable sensación de sentirse rodeado por Jimin.
El ojimiel gimió acaloradamente, apretando los ojos con ímpetu y mordiendo su labio. Sentir a Jungkook tras suyo y no poder verlo estaba torturándolo. Cuando el pelinegro entró por completo, Jimin tomó una respiración profunda. Juró sentir su cara arder, y ni siquiera quiso imaginar la magnitud de su sonrojo.
Jungkook de inmediato besó la espalda del más pequeño, acariciando su abdomen y pasando su mano descuidada por sobre su erección retenida. La suave tela de encaje haciéndole perder la cordura, y sus movimientos tomando vida propia cuando apretó con gozo las delgadas caderas del rubio.
Sus jadeos se escucharon al unísono, y cuando Jungkook embistió el apretado agujero con los ojos cerrados, sintió ahogarse de una vez por todas en aquel lago en el que siempre se sumergía. Aquél lleno de innegable y asombroso placer.
»— Infiernos, Jimin — Jungkook rugió, movimientos pausados y profundos. Deleitándose cada centímetro y no pudiendo apartar su achocolatada mirada del precioso rostro de Jimin.
Sus rojos labios abiertos, las mejillas sonrojadas y la coronita de flores amarillas levemente torcida sobre su negro cabello.
La música acompañándolos de fondo, guiando sus movimientos y aumentando el erotismo.
Cuando Jungkook propuso más firmeza en el agarre sobre las caderas de Jimin, apoyó su rodilla en el sofá y aceleró sus embistes. Los gemidos del rubio de inmediato hicieron eco en el salón, mientras que los gruñidos de Jeon lograban erizar su piel supremamente.
El tiempo se detuvo en algún momento para ellos, y perdieron por completo la noción de éste. Sus respiraciones agitadas se mezclaban la una con la otra, mientras que los jadeos excitantes armonizaban en un entonado dúo.
Cuando Jimin sintió que Jungkook golpeteaba su punto dulce, chilló. Gemidos agudos liberándose de su garganta mientras empuñaba las manos que lo sostenían. Las penetraciones siendo rítmicas e intensivas, logrando que las piernas del rubio temblansen ante la sensación conocida. Aquella que se acumulaba en la punta de su pene.
El pelinegro cerró los ojos, su pelvis bailando fugazmente mientras percibía las cosquillas comenzar a correr por sus piernas. Y yendo al borde tras escuchar los alaridos de Jimin, encajó sus dedos en la piel morena, tan sólo gruñendo placenteramente cuando, luego de una última arremetida, se corrió.
Los ojos mieles de Park se llenaron de lágrimas gustosas, y abriendo su boca, sintió la cálida esencia llenarlo por completo. Y sólo aquella acción, seguida de una última y suave caricia a su próstata, fueron suficientes para hacerlo acabar en un delicioso orgasmo.
Tras unos segundos recuperándose, Jungkook salió del interior de su novio, y acomodando la preciosa prenda de color rosado, relamió sus labios. Jimin tenía la cabeza apoyada del respaldo del sillón, respirando extenuantemente y sintiendo los últimos temblores se surcaron su plena anatomía. Y sólo aquello fue suficiente para que Jungkook lo cogiese en brazos, sentándose en el sofá y llevándolo sobre él.
La mirada del rubio plenamente avergonzada por lo que acababan de hacer, y su rostro rojo como antes. Una sonrisa tímida estirando sus labios, aquéllos que fueron tomados por los de Jeon en cuestión de segundos.
Un beso sin igual. Apasionado, lleno de un indiscutible amor.
— Te amo, dulce — Jungkook murmuró, sus manos acariciando los cabellos en la nuca de Park, y éste volviendo a unir sus labios con desespero— . Este día me has sorprendido mucho.
— Uh — encogiendo los hombros, sonrió suavemente. Su rostro escondiéndose en el hombro del mayor.
— Y por cierto... Has hecho un trabajo increíble con la decoración — halagó, picando las costillas del más pequeño y haciéndolo carcajearse.
— Me gusta decorar de navidad, Kookie... Aunque ya Santa no me trae regalos, sigue siendo mi época favorita — bromeó, fijando su vista en la contraria. Jungkook soltó un suspiro, su mirada no pudiendo apartarse del rostro de su hermoso novio.
»— Te amo muchísimo más, Kookie.
Y abrazándolo con fuerza, sintió el alocado latido de su corazón haciendo juego con el otro. Cerró los ojos, las cosquillas en su estómago recordándole los acontecimientos anteriores, y su respiración desesperándose en cuestión de segundos. Una enorme sonrisa estirando sus mejillas.
— Espero que no hayas hecho planes para el primero de enero, uhm — Jungkook murmuró, arrullando la espalda de su novio. Los latidos del rubio se intensificaron aún más— . Ya tengo planes para nosotros.
— ¿Los tienes? — Cuestionó, por completo emocionado.
— Sí... Tenemos una cita con Seúl , dulce.
N/A: falta el epílogo y el extra.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top