36•

Los nervios de Jimin se habrían disparado de una manera terrorífica en los días transcurridos. Y es que después de todo, Yoora había enloquecido completamente.

El rubio no imaginó nunca que retrocederían de tal modo, porque él no quería volver a sentir el engorroso dolor de estómago que lo arrasó en aquellos tiempos donde su madre parecía ser la villana. Donde ella era la única que lo lastimaba, realmente.

Pero había ocurrido, y la tristeza lo consumía de una fatídica manera.

Su madre le había prohibido la entrada a Jungkook , así como expresó firmemente a Jimin que no quería verlo junto a ese sujeto nunca más. Y ellos simplemente no habían podido hacer nada, porque Jimin estaba de reposo y Jungkook era demasiado bueno como para empujar a Yoora y correr escaleras arriba, metiéndose en la habitación del menor.

De igual manera, y aunque el estado del rubio mejorase con los días, su corazón estaba tan dañado que le resultaba exasperante. Tan doloroso que, en ocasiones, sentía que no podía respirar.

Porque no se sentía completo si Jungkook no estaba a su lado.

Acomodándose mejor en su cama, hizo una mueca de dolor cuando sintió un tirón en su cuello, y suspirando poco tiempo después, fijó su mirada en el programa infantil que se reproducía en la televisión.

Tan sólo unos pocos días más y podría deshacerse del incómodo collarín. Esperaba ese hecho con ansias, y es que juró salir corriendo tras Jungkook en ese justo momento de libertad. Sin siquiera importarle lo que su madre le pudiera gritar, o sin importarle que, incluso, no lo quisiera de vuelta nunca más.

Jimin creyó que podría estar bien viviendo con Jungkook . Y esperó que Jungkook pensase igual.

Mordiendo su labio con pesar, deseó estar entre los brazos de su novio una vez más, y es que el sentimiento de abandono lo superaba. Ellos no habían podido besarse desde el hospital. No habían podido abrazarse ni decirse de frente lo mucho que se amaban.

Jimin quería enredar sus dedos en el cabello negro de Jungkook , quería acariciarlo y dormir con él. Quería eliminar por completo el mal sabor de boca que le quedó tras el accidente, y ni siquiera podía estar un metro cerca de su verdadero amor.

Haciendo un pequeño berrinche en su posición, el ojimiel sintió su teléfono vibrar, y cogiéndolo de inmediato se lo pegó a la oreja. No dándose el tiempo de verificar el remitente en la pantalla, porque él sabía fielmente de quién se trataba.

— Dulce...

Y no se equivocó.

— ¡Kookie! — Chilló, demasiado emocional. Sintió de inmediato como su estómago revoloteaba, y sonriendo atontadamente, suspiró lleno de alivio— . Estaba pensando en ti. ¿Eres un brujito?

— Quizás lo soy — respondió, una risa amena escapándose. Jimin mordió el interior de su mejilla, sintiendo su rostro calentarse.

»— ¿Cómo te has sentido hoy, dulce?

— Uhm, no tan bien — dejó saber, un tono bajo— . Quisiera que estuvieras aquí conmigo... Podríamos estar comiendo galletitas.

— Yo también quisiera estar allí contigo, Jimin — murmuró afligido— . Pero pronto estaremos juntos de nuevo. Sólo debes recuperarte, cielo.

— Tú también debes hacerlo, Kookie — dijo, apenas sonriendo— . ¿Has estado bien?

— Ya casi no tengo marcas en el rostro. Volví a ser guapo — bromeó, haciendo reír al más pequeño.

— Nunca dejaste de serlo — con las mejillas encendidas, Jimin jugó con la acolchada cobija que lo tapaba— . Nunca dejarás de serlo, Kookie.

— Veremos si dirás lo mismo cuando sea un anciano arrugado — se burló.

— ¡Serás como una pasita! — Y soltando una carcajada, limpió una lágrima teatral de su ojo.

»— Pero siempre serás hermoso para mí.

— Siempre serás hermoso para mí también, dulce — de inmediato dejó saber, conmovido.

Jimin percibió sus mejillas colorearse, y dejando escapar un suspiro enamorado, apenas cerró los ojos por unos segundos. Sin embargo, cuando escuchó algunos pasos acercarse, frunció levemente los labios.

— Alguien viene, Kookie — gruñó, haciendo un puchero.

— Oh... Entonces te llamo en un rato, amor. ¿Está bien?

— Sí, te amo mucho.

— Te amo mucho más, Jimin. — Y colgando la llamada en el momento justo, Jimin admiró como su madre se asomaban por la puerta. Una sonrisa que días antes, le comenzó a desagradar.

— Hola, querido — con voz maternal, ella murmuró. El rubio de inmediato se enfurruñó en las cobijas, volviendo la mirada hacia la televisión.

No era un misterio que estaba enojado con Yoora, y aunque se sintiese terrible al estar actuando de aquella manera con su mamá, no podía evitarlo.

Nunca había sido un mal hijo, y supuso que un poco de resentimiento no lo haría cambiar.

»— Vine para avisarte que tienes una visita abajo... ¿Te gustaría que subiera aquí? — Cuestionó, logrando acaparar la atención del rubio repentinamente.

Amaba las visitas. Jin había pasado un día entero con él, mirando películas demasiado malas y comiendo hasta sentir que iban a explotar. En cambio, la visita de BaekHyun había sido más corta. Había ido con Chanyeol, y juró no haberse sentido más feliz.

Sin embargo, él sólo quería que lo visitase una persona en especial. Pero el que eso pasase era extremadamente fantasioso.

Encogiendo sus hombros, Jimin relamió sus labios antes de asentir fugazmente con su cabeza, y admirando la nueva sonrisa en el rostro de su madre, suspiró.

¿Cómo es que ella podía parecer tan feliz mientras él era miserable?

Tras unos pocos minutos, el rubio pasó una mano por su cabello, y acomodándose mejor en su cama, esperó paciente porque su visita abordase pronto en su habitación.

¿Sería BaekHyun? ¿Jin? ¿O acaso era Chanyeol que le llevaba un grandioso café helado de Sounds&Coffee?

De inmediato sus cuestiones quedaron respondidas. Y cuando observó aquellos ojos marrones tan parecidos a los de Park, sintió que perdió la respiración.

— ¿Bogum? — Confundido, Jimin apenas se movió sobre la cama. El chico tenía una enorme sonrisa estirando sus labios, y mediante se acercaba y tomaba asiento a un lado del rubio, éste se ponía mas nervioso.

¿Qué hacía Bogum allí? ¡No quería verlo! No después de lo que había ocurrido la última vez que estuvo con él.

Sintiendo un revoltijo en su estómago, Park metió sus manos dentro de la cobija. Podía percibir un curioso frío vadear todo su cuerpo en cuestión de segundos.

— Cariño, vine tan pronto me enteré del accidente — pasando desapercibido el gesto confundido del menor, el rubio habló— . ¿Cómo estás?

— Yo uhm... — Desviando levemente la mirada, Jimin tragó saliva— . Estoy mejor, supongo.

— Me preocupé muchísimo — dejó saber, estirando su mano y buscando acariciar la mejilla de Park. Éste se retiró, rígido.

— Agradezco que hayas venido hasta aquí para saber de mí, Bogum — Jimin mordió el interior de su mejilla, inconcebiblemente nervioso.

— Haría lo que sea por ti, lindura — con una nueva sonrisa, el chico de ojos marrones habló.

El rubio se encogió sobre sí, tratando de ignorar todos los recuerdos de aquella nefasta noche. De alguna manera, él sabía que todo había sido ocasionado por una sola razón. Ya fuera su desesperación propia, o las acciones de Bogum. Sea lo que fuere, había ocasionado que Jungkook perdiese el control, y no quería que aquello volviese a pasar nunca en la vida.

Podía sentir como la mirada del rubio se intensificaba cada segundo más. Sus labios se movían ante su habla, pero Jimin era incapaz de escuchar siquiera una palabra. Sus orbes estaban perdidos en pensamientos, su cabeza divagando, y las terroríficas sensaciones surcando su cuerpo de una horrible manera.

No quería, pero debía hacerlo. Y lo haría por su bien y el de Jungkook .

— Bogum... Creo que es necesario que sepas que no podemos ser nada más que amigos — soltó, su voz apenas temblando y demasiado aguda.

Los orbes cafés de inmediato se abrieron a rebosar, y la presencia del mayor permaneció imperturbable. El rubio comenzó a hundirse en la desesperación mediante los segundos transcurrían, y sintiéndose una terrible persona, recordó aquellas veces en las que le dijo a su novio que no deseaba que Bogum pensase que él era un mal chico.

¿Estaba siendo un mal chico?

Cuando el menor pensó que el ojimarrón ante él no le respondería, contuvo la respiración. Estaba siendo tremendamente difícil, pero al momento en que el rubio irguió los hombros y lo miró con gesto serio, fue momento de preocuparse.

Bogum nunca lo había visto de aquella manera tan aterradora.

— Pero yo no quiero ser sólo tu amigo, Jimin.

Tras soltar aquellas palabras, admiró la mueca sorprendida que surcó el rostro del rubio.

Jimin se removió incómodo en su posición, perdiéndose una vez más en su cabeza y pensando qué hacer por consiguiente.

Él nunca se había encontrado en una situación similar. Nunca se imaginó rechazando ando a un chico, ni mucho menos, rompiéndole el corazón. ¿Qué se supone que debía hacer entonces?

Su cerebro de inmediato trabajó a toda máquina, pensando en Jungkook y todo lo que habían pasado juntos.

En ese momento él debía ser valiente como su novio, y tomando un fuerte respiro, fijó sus mieles ojos en los contrarios. Decidido y dispuesto.

— Entonces no podrás acercarte más a mí... Tú... tú me haces daño. Nos dañas a Kookie y a mí y yo no quiero eso para nosotros. Yo lo amo a él y no quiero volver a tenerte cerca, así que por favor..., aléjate.

Y apretando sus párpados tras terminar de hablar, Jimin sintió el temblor que lo remolcó casi de inmediato.

Podía escuchar el inconcebible silencio que arrasó en su habitación, y mordiendo con fuerza su labio, trató de convencerse de que aquello era lo mejor.

Lo mejor para él, para Jungkook , para su relación... Lo mejor para Bogum, porque después de todo, él nunca iba a ser correspondido.

»— L— Lo siento — y no pudiendo contenerse, murmuró bajo. Sus ojos apenas abriéndose hasta encontrarse con un Bogum blanco, por completo pasmado.

Sin siquiera decir nada, el rubio se puso de pie, y pasando una mano por su cabello, negó con la cabeza antes de echarle un último vistazo al menor y salir de allí.

Sin duda alguna, y aunque pareciera improbable, lo que le había dicho a Jeon Jungkook aquella vez era cierto: él sólo se alejaría si Jimin se lo pedía. Y le resultaba increíble darse cuenta de que realmente, él nunca fue bienvenido en el corazón de Park.

En su posición, Jimin soltó un suspiro demasiado alto y cerró los ojos. No le gustaba la sensación que parecía meterse en sus huesos, pero por alguna razón, sentía que un enorme peso había desaparecido. Ahora él no tendría que preocuparse por nada más que su madre. Y ahora Jungkook no estaría tan terriblemente celoso.

Esa, en definitiva, era la mejor parte. Porque ahora estaban a salvo.

Irrumpiendo en sus pensamientos, Yoora se metió en la habitación de Jimin. Éste no estaba seguro de cuánto tiempo había transcurrido desde la marcha de Bogum, pero tampoco le tomó especial importancia.

La pelimarrón tomó asiento en la cama de su hijo, y sintiendo la incomodidad latente del ojimiel, se aclaró la garganta.

Park estaba confundido. Ella no había hecho eso los días anteriores, y por alguna razón, esperó una disculpa por parte de ella. Pero sabía que, de alguna manera, no todo siempre podía ser tan bueno como su cabeza llena de felicidad le hacia pensar.

— He hablado con Bogum antes de que subiera aquí — con una sonrisa emocionada, ella cogió la mano del rubio. Jimin hizo una mueca— . ¡Es un chico maravilloso!

— ¿Qué? — Confundido, Park cuestionó.

— ¿Por qué no me habías hablado de él? Cielos, ¡es tan guapo y listo! ¡Todo un caballero! Y si me permites decirlo, se nota que está loco por ti.

— ¿De qué hablas?

— ¿No te gustaría darle una oportunidad? — Cuestionó, emocionada. El entrecejo del menor de inmediato se frunció, y alejando su mano de la contraria, volvió a hundirse en sus cobijas— . Vamos, cariño. Realmente se nota que es un buen chico, y se preocupa por ti.

— Ya tengo un novio, y te aseguro que no quiero cambiarlo, mamá — dejó saber, fijando su mirada en el techo.

— Pero tienes que estar muy ciego para no notar lo lindo que es ese chico, y además eso es, ¡un chico! ¿Cuántos años tiene? ¿Unos veinte? ¡Eso es maravilloso! No es tan grande — enfatizó.

Jimin abrió su boca para decir algo, pero de la misma manera la cerró. ¡No podía creer que su madre volviera con el mismo tema! ¡Jungkook no era tan grande, y si así lo fuera, a quién le importaba!

»— Creo que él podría venir a visitarte más seguido. Podría preparar un rico almuerzo el fin de semana y lo invitas, ¿te parece?

— Mamá, basta — recientemente enojado, Jimin irguió la espalda. Podía percibir los corrientazos de adrenalina pasear por sus venas, y apretando los puños, supo que no podría aguantarlo más.

Debía dejar de ser un niño tonto y manipulable. ¡Debía defender lo que él quería y hacer saber que ya era lo suficientemente grande para tomar sus propias decisiones!

— Pero cariño...

— ¡Basta! Estoy tan cansado — con un nudo en la garganta, sintió sus ojos arder cuando la presencia de Yoora pareció sorprendida— . Quiero que por una vez en tu vida, dejes de meterte en la mía. ¡Quiero que me dejes crecer, que me dejes vivir y cometer mis propios errores! Eso es lo que las madres hacen... Y cuando me haya equivocado, quiero que estés ahí y me aconsejes, quizás que me digas te lo dije, ¡pero por favor, quiero sentirme libre!

»— Yo amo a Jungkook , y creí que eso te había quedado claro tras nuestro primer malentendido. No pienso dejar a Jungkook , no pienso separarme de su lado, porque él es lo único realmente bueno en mi vida y no creo encontrar amor en otra persona, como el que encontré en él. Y quiero que tú lo entiendas, porque... Yo planeo hacer mi vida con él, mamá, y ni tú ni nadie lo va a impedir.

Con lágrimas en los ojos, Jimin sorbió por la nariz. Poniéndose levemente de pie, se calzó sus zapatos y cogió su móvil. Ni siquiera podía echarle un vistazo a su madre, y es que de alguna manera, la culpa lo carcomía.

— Jimin...

— Quiero que me dejes vivir, mamá... Yo quiero... quiero ser feliz con mi novio, y no voy a dejar que lo arruines. No dejaré que arruines mi primera relación, porque es lo más lindo que me ha pasado.

Y temblando en su posición, caminó hasta salir de su habitación. No pudiendo creer que, realmente y después de todo, había tenido el valor para enfrentarse a las personas que jamás creyó.

Cuando llegó al salón, admiró la presencia de su padre en el sillón, y eliminando las lágrimas que habían comenzado a correr por sus mejillas, apenas le sonrió.

— Hey, campeón. ¿Te sientes bien?

— S— sí — respondió, encogiéndose de hombros. Jimguk le devolvió la sonrisa casi enseguida— . Voy a— voy a ver a Kookie, papá. Realmente lo extraño.

— Claro, como quieras — le dijo, animado— . Cuídate. Saludos a Jungkook .

Y asintiendo frenéticamente, Jimin salió corriendo de la casa. Un cúmulo de felicidad arremolinándose en su corazón, y la pronta sensación de libertad ciñéndose a su cuerpo.

Finalmente, lo había hecho.

Ahora todo sería perfecto.

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