18•

Jungkook suspiró adorablemente tras admirar como el delgadito cuerpo de Jimin se perdía en el interior de su casa, no sin antes lanzarle un beso por los aires y sonreírle tiernamente, con sus preciosas y resaltantes mejillas coloradas. El pelinegro esperó hasta asegurarse que su pequeño novio se encontrase plenamente a salvo, y luego de haber escuchado una canción entera en la radio, él puso en marcha el auto de camino a su propio hogar; donde por supuesto, estaría pensando en sólo una persona:

Park Jimin.

Por su parte, el rubio correteó escaleras arriba, íntegramente emocionado y esperando encontrar a su madre para, evidentemente, disculparse por no querer regresar a casa con ella cuando se lo pidió aquella tarde, y es que de manera inevitable, él sólo pudo sentirse un poquito culpable por su acto de rebeldía; tanto así como cuando se escapó por la ventana de su cuarto y terminó dando vueltas en el auto con Jungkook . Caminando de manera arriesgada por el pasillo, escuchó la voz de su padre resonar en la habitación de ambos mayores, y aquel hecho tan sólo logró que el corazón del rubio rebotase fuertemente en el interior de su pecho. ¡Era el momento indicado para decirle a su padre sobre su noviazgo con Jungkook ! Si tenía suerte (la cual sabía que estaba corriendo de su lado) Jimguk estaría sumamente feliz con la noticia; tanto así como lo estuvo su madre aquella tarde, quien enmudeció de manera emocionante.

Por supuesto, aquello era lo que el menor pensaba. Realmente ignorando el hecho de que más que feliz, Yoora se encontraba innegablemente reacia a aceptarlos, o al menos, a dejar su preocupación a un lado.

Antes de poder abrir la puerta y adentrarse en la habitación, iluminando la instancia con su adorable sonrisa, la voz recriminatoria de su madre lo frenó, ocasionando que diera un torpe paso atrás e indispuesto a interrumpir una posible discusión, pero cuando su nombre salió a flote, sus deseos de regresar después, se esfumaron tan pronto como aparecieron; frunciendo los labios y acercándose lo suficiente a la superficie de manera, tanto como para husmear lo que sus padres conversaban sobre él. E indudablemente, no podían culparlo por ser un completo curioso, aunque después se sintiese mal por sus actos, justo como cuando robaba las margaritas del florero en el salón.

— ¡No puede simplemente salir con él, Jimguk! Debes apoyarme en esto... Jimin realmente no sabe en lo que se está metiendo, ¡él no sabe nada! — Desesperada, gritó. Los ojos amielados se abrieron con sorpresa, al igual que su cerebro, el cual intentó procesar el significado de aquellas palabras, de una manera veloz.

— Es estúpido lo que dices — respondió el hombre, tono despreocupado ante el otro altanero— . Estás comportándote como una lunática, entiende que Jimin ya no es un niño, él tiene derecho a hacer una vida con quien ama, como lo hiciste tú conmigo. Tiene dieciocho años, está en la universidad, ¿acaso eso te hace pensar que él todavía usa pañales? Debes dejarlo crecer.

— Por supuesto que no — de inmediato, ella respondió. Jimin hizo una mueca con sus labios, sintiendo un revoltijo en su estómago tras las palabras de su padre. Él siempre había sido un buen hombre, pero evidentemente le dolía que esa vez, su madre no estuviera de su lado— . Jungkook no me agrada, realmente no lo hace. Él intenta, agh, hace todas esas cosas para obtener reconocimiento y no quiero a una persona así al lado de nuestro hijo. Jimin merece algo mejor — dijo enseguida, escuchándose frustrada.

— ¿Qué? — Susurró el rubio, un puchero involuntario formándose en sus labios, y el latido errático de su corazón volviéndose doloroso. ¿Realmente Yoora pensaba todas esas cosas horribles de Jungkook ? Aquel sujeto que, indudablemente, daría la vida por Jimin. O al menos eso le había demostrado al ojimiel, y él lo creía más que suficiente para merecer una aceptación.

— Era inevitable que esto sucediera, Yoora. Ciertamente no entiendo tu sorpresa. Debiste suponer que esto pasaría desde la primera vez que el chico se reunió con nosotros. Ellos realmente querían estar juntos, ¿acaso no lo notaste en su manera de mirarse? No hagas de esto una tragedia, porque realmente no lo es. Por fin Jimin encontró a alguien que lo ama tanto como nosotros, y no deberías preocuparte por su bienestar, porque él está más que bien bajo el cuidado de Jungkook ... No lo pongo en duda. Por favor, es tu hijo y quieres lo mejor para él. Lo mejor ya lo ha encontrado, y es ese chico — dejó saber el hombre mayor, ocasionando un enorme nudo en la garganta de su hijo. Jimin deseaba llorar, deseaba reír y abrazar a su padre, pero de igual manera, él no pudo hacer absolutamente nada.

Sólo seguir escuchando, y deseó jamás haberlo hecho.

— Simplemente no puedo aceptar esto y me preocupa el que estés tú tan tranquilo con la noticia. Se supone que ellos..., ellos no deberían estar juntos, y por Dios, no podría seguir viviendo con esto — escupió, Park dando un paso atrás— . Él es muy grande para nuestro niño, y si siguen... Jimin no dudará en perderse; no quiero perderlo, temo hacerlo. Temo que se aleje de nosotros, que se siga enamorando de esta manera tan atroz y le conceda a Jungkook el poder de destruirlo— de lastimarlo, y yo no quiero eso para mi bebé; no cuando él es tan frágil y después de roto, no podrá recuperarse.

El rubio menor cubrió su boca de manera presurosa, evitando que los prontos sollozos lo delatasen, y al momento en que su mirada se nubló de prontas lágrimas, supo que era suficiente de todo aquello. Suficiente de su madre, suficiente de seguirse torturando tan cruelmente.

Corriendo torpemente por el pasillo, él se encerró en su habitación, el pronto llanto apoderándose de él, y su cuerpo desvaneciéndose sobre la cama. Derrumbado, como nunca antes jamás lo estuvo. Contorsionándose en su puesto, él dejó escapar un grito, el cual murió contra las sábanas verdes de su cama; el pecho doliéndole de una manera furibunda, y las palabras de su madre atormentándolo mediante los segundos transcurrían.

Sí, él era muy frágil, pero después de todo, no era Jungkook quien lo había roto.

Encontrando su móvil de manera desesperada, él marcó el número de la única persona capaz de hacerlo sentir mejor en un momento como aquel, y cuando escuchó la respiración de Jeon al otro lado de la línea, le fue inevitable no volver a sollozar; dejando salir todo el dolor que se había acumulado en su pecho, todo por culpa de una sola persona. Una persona que jamás creyó capaz de romperlo.

— ¿Bebé? ¿Estás bien? — La voz del pelinegro escuchándose preocupada, y el corazón del menor rebotando incesante— . ¿Qué ocurrió, mi amor?

— K— Kookie — lloriqueó, su voz rota mediante las respiraciones se aceleraban— . ¿T— tú vas a h— hacerme daño? ¿Vas a l— lastimarme?

— ¿Qué? — Desesperado, Jungkook parpadeó en su lugar, completamente compungido por la reciente conversación— . ¿De dónde sacas eso, Jimin? Sería incapaz de dañarte, cielo. Eres verdaderamente importante para mí, y no podría simplemente dañar algo que amo tanto.

Liberando un nuevo sollozo, Jimin cerró los ojos. Las palabras de su novio viajando a través de su sistema y estancándose en su corazón. Una temblorosa sonrisa estiró sus hinchados labios, y mientras una de sus manos limpiaba las lágrimas tristes que abandonaban sus orbes, asintió con la cabeza, así aquella fuere una acción invisible para el pelinegro— . También te amo mucho.

Los minutos aletargados se extendieron de manera rápida, las palabras habían muerto y sólo el sonido de ambas respiraciones al unísono, creando una maravillosa melodía, reinaba por los parlantes. Los ojos de Jimin cerrándose mediante el tiempo transcurría, y sus pensamientos afligidos desapareciendo de su mente. Él sólo necesitaba de Jungkook para sentirse mejor, y cuando logró caer en un sueño profundo, su último pensamiento fue el pelinegro.

— Buenas noches, dulce. Te amo.

(...)

— ¡Oh cielos, las galletas! — Chilló Jimin levantándose fugazmente del piso donde permanecía lanzado junto con el pelinegro, eligiendo alguna buena película, y corrió de manera veloz hasta llegar a la cocina y coger los guantes para sacar las galletas del horno— . Ow, casi pasan a otra vida.

— ¿Están vivas aún? — Cuestionó la voz de Jeon, un tono burlesco. Jimin hizo una mueca, cogiendo un plato y sacándolas de la bandeja para dejarlas reposar; encogió los hombros de manera divertida.

— Um, creo que son comestibles — dejó saber, bromeando. Habían quedado buenas, y el aroma comenzaba a embriagarlo. Delicioso— . En realidad no puedo esperar para hacerlo.

— Pues no lo hagas, dulce. Tráelas aquí — pidió el más grande, logrando que la emoción del rubio se desbordara y volviese al salón con un encantador salto. El plato lleno de galletas reposando en su mano, y una espléndida sonrisa estirando de manera satisfactoria sus mejillas blancas, llenas de harina.

La mañana había transcurrido lenta y risueña. Jungkook salió de su hogar tan pronto como recibió la llamada de Jimin afirmándole que estaba listo, aproximadamente a las 8:00 AM. Realmente aquello no fue un problema, debido a que gastaron dos horas en compras y arribaron la preciosa casa del pelinegro casi dando las once, donde inmediatamente el rubio se encargó de alistar las flores que habían comprado en la tienda y adornar el hogar, para instantes después, hornear galletas junto al hombre mayor. Una vez más, y fue tan genial como la primera vez.

Jungkook podía sentir una presión retorcida en su estómago debido a la noche anterior. La llamada de Jimin aún lograba helarle la sangre de manera explosiva, pero sin embargo, el menor no mencionó absolutamente nada referente a ello, lo que fue una señal para que Jeon tampoco lo hiciera. Ellos habían pasado unas horas tremendamente felices, y por supuesto, arruinarse el día era lo último que Jungkook deseaba hacer. Aunque estaba cien por ciento seguro de que con Jimin a su lado, su día jamás podría ser malo.

Cuando el rubio se dejó caer en el sofá junto con el plato a su lado, Jungkook se encontraba colocando una película en el reproductor, dirigiéndole una sonrisa animada y cariñosa a su novio, quien no esperó mucho tiempo más para sonrojarse ante lo que veía. Jeon era inesperadamente hermoso, y aquel día parecía resplandecer con el brillante sol de verano— . ¿Qué película veremos, Kookie? — El ojimiel se atrevió a preguntar, cogiendo una de las galletas reposadas y dándole un mordisco. Jungkook le enseñó la carátula, y tras unos segundos en silencio, Park puso los ojos en blanco— . ¡No quiero mirar esa! Es aburrida, ugh.

— ¿Pero cómo sabes que es aburrida si ni siquiera la has mirado, Jimin? — Jungkook rio, mordiendo el interior de su labio y admirando como su pequeño novio degustaba la galleta. De inmediato se sintió hambriento, y cogiendo un delicioso bocadillo, estuvo dispuesto a llevárselo a la boca. No pudo y aquello fue tan sólo porque de un momento a otro, Jimin estuvo quitándoselo de las manos y correteando lejos de él. Los ojos avellanados se abrieron con sorpresa, y sus cejas se dispararon hacia arriba divertidamente; el corazón latiendo desbocado en su pecho junto con la adrenalina gritándole gusto a todo su cuerpo— . Um— veo que te estás acostumbrando a eso de robarte cosas, eh.

Levantándose de su puesto, escuchó la pequeña carcajada que liberó el menor y sonriendo maquiavélicamente, corrió hasta volverse una carrera alrededor del salón. Jimin reía de manera agraciada, haciéndole sentir irremediablemente feliz al pelinegro, y cuando tuvo al rubiecito entre sus brazos, con la galleta siendo masticada por sus impecables dientes, Jungkook recorrió el precioso rostro con sus dedos. Ojos posados en los contrarios y corazones raudos latiendo al unísono. Park parpadeó, sus labios colorados llamando a los contrarios, y la respiración agitada haciendo notar su reciente nerviosismo.

— T— Tal vez — respondió, posando sus manos recientemente frías en los codos del mayor; buscando algún punto de agarre para evitar desmayarse ante la cercanía. Y es que a pesar del tiempo transcurrido, él aún no se sentía completamente acostumbrado a tener tan cerca de sí a Jeon Jungkook — . Pero de todas las cosas que me he robado... Mi favorita ha sido— tu corazón.

Jungkook estiró una sonrisilla por sus labios, hinchando el pecho de orgullo y sintiendo sus ojos arder. El aroma que desprendía Jimin seguía siendo, posiblemente, el mejor que habría olfateado en su vida, y las mejillas potentemente rojas del menor lo hicieron querer retorcerse en su lugar. Acortando la distancia entre ambos, él juntó sus labios; un suave roce que los llevó volando más allá de las nubes, hundiéndose en un viaje del que no estaban seguros de querer regresar. El rubio sonrió de manera espontánea, percibiendo las descriptivas cosquillas que arremetían en su cuerpo cada vez que Jungkook lo besaba, y dejándose llevar por el cuerpo de Jeon, terminó sentado sobre el regazo de éste, sus piernas a cada lado de la cintura del mayor mientras Jungkook apoyaba su espalda en los cojines del sofá. Los delgados bracitos de Jimin envolviendo prontamente el cuello del ojiavellana, y su completa anatomía temblando de pies a cabeza.

Los labios de Jungkook moviéndose amaestradamente sobre los contrarios, guiándolos inexpertos en un beso más allá de lo esperado. Un beso pasional y del que ambos estaban locos por probar una vez por todas. El pelinegro pasó sus manos por la pequeña cintura de Jimin sintiendo su órgano latir de manera desesperada, y cuando percibió la lengua del menor envolverse con la suya propia, su piel se erizó de una repentina manera. Un completo sueño hecho realidad, y es que indudablemente, eso era Jimin.

Un sueño.

Cuando los labios se separaron de manera húmeda, los ojos del rubio permanecían cerrados. Su rostro tintado de un hermoso carmesí, y la coronita sobre sus hebras rubias, un poco torcida. Jungkook se encargó de acomodarla, sus pulgares rozando las mejillas calientes y llenas de harina blanca, y una sonrisa brillante reluciendo en el pequeño espacio, para segundos después volver a posar un beso en los labios regordetes de Park.

Jimin enterró sus dedos en la suave cabellera negra, sintiendo corrientazos amables acarrear su cuerpo y sensaciones abrumadoras comenzar a calcinarlo. Al momento en que la boca de Jungkook se movió sobre la suya, él dio un respingo gracias a la melodía resonante en su oído, echándole apenas una miradita al pelinegro antes de estirarse sobre el cuerpo más grande y coger el teléfono inalámbrico a un lado del sofá. Sonrió de manera encantadora, sintiendo como las manos de su novio acariciaban acertadamente su espalda.

— ¿Sí? — Respondió el más pequeño, su voz alterada y la pronta vergüenza llenándolo. ¿Acaso había estado besándose apasionadamente con Jungkook mientras estaba sentado a horcajadas sobre él? Cuando lo analizó, sólo pudo quitarse de encima, sus nervios disparándose y el bochorno inundándolo. El pelinegro mayor tan sólo puso los ojos en blanco, no perdiéndose del rostro colorado de Jimin y como éste evitaba mirarlo fijamente de manera conveniente; rio— . Habla J— Jimin. ¿Quién es?

— Hola, chico floreado — la voz de Chanyeol logró calmar el alocado corazón del ojimiel, quien estirando una pronunciada sonrisa en sus labios, sintió la mano de Jungkook acariciar su cuello. Se acopló al tacto como sólo un cachorro lo haría y decidiendo posar sus orbes en los contrarios, sonrió lleno de nervios— . ¿Qué haces en la casa de Jungkook ? ¿Te has adueñado de todo? Oh, debí suponer que algo así pasaría, cielos...

El rubio rio, mordiendo el interior de su mejilla y relamiendo sus labios. El sabor de Jeon en ellos, y un pronto escalofrío recorriendo su columna al rememorar el momento anterior. Perfecto— . Pues por si no lo recuerdas, Kookie es mi novio y no debería ser una sorpresa que esté en su casa.

— Uh, que rudo eres — se burló, encantador— . Como sea, ternurita, llamaba para invitarlos a mi casa. Mi madre está de visita y estoy preparando una comida fabulosa, ¡quedará para chuparse los dedos!

— ¡Oh, por supuesto, Yeolshi! — Clamó, dando un pequeño salto en el sofá. Jungkook disparó sus cejas hacia arriba, una desconfianza divertida mientras volvía su mirada hacia el televisor y notaba lo adelantada que iba la película. De inmediato la pausó para devolverla al principio, y es que inevitablemente, Jimin lograba desconcentrarlo de todas y cada una de sus tareas— . Estaremos allí, ¿necesitas que llevemos algo? ¡Hicimos galletitas!

— Galletitas estaría bien, sí — rio— . Los espero a las seis, ¿nos vemos, entonces?

— Allí estaremos, besitos — y despidiéndose, él apartó el teléfono de su oreja, encontrándose con Jungkook comiendo una de las deliciosas galletas mientras hacía expresiones de satisfacción.

— Cielo, cada día están más deliciosas — halagó, logrando que Jimin sonriese lleno de emoción— . ¿Qué quería Chanyeol?

— Él está preparando una comida para su mami y quiere que seamos sus invitados especiales— aunque no dijo eso, pero yo sé que eso desea — habló de manera apresurada, combatiendo ante el nerviosismo que arremetió contra su cuerpo— . Le dije que iremos, ¿iremos, Kookie?

— Haré todo lo que tú quieras, dulce — dejó saber, mordiendo su labio y dejando un beso en la frente del más pequeño, quien volvió a retomar su anterior sonrojo en cuestión de segundos— . Pero ahora veamos la película, ¿podrías darle una oportunidad?

— Um..., haré todo lo que tú quieras, Kookie — y con aquella última afirmación intencional, logró acurrucarse entre los brazos de su novio, mientras éste sonreía lleno de regocijo, apretando el cuerpo del menor junto al suyo y poniendo play a la película.

El camino a la casa de Chanyeol resultó ser por completo animado. Jimin cantaba las canciones que se reproducían en el estéreo de manera automática, mientras que Jungkook degustaba la preciosa voz del chico a su costado, como también, la hermosa vista que le causaba el poder presenciar al rubio utilizando su chaqueta preferida en años universitarios. Realmente adorable.

— Oye, ¿no crees que eso te queda un poco grande? — Jungkook cuestionó, dándole un pequeño toque en el hombro al más bajo, quien miró de inmediato como las mangas escondían sus manos.

— Creo que me queda muy linda — respondió.

Cuando arribaron a la casa del pelirojo, las buenas energías aumentaron mucho más. Park bromeando sobre lo encantador que era Jimin y Yeonna completamente conmovida de poder conocer a una persona tan increíblemente deliciosa. En la mesa el aire resultaba ser íntegramente divertido; conversaciones aleatorias se desataron mediante los segundos transcurrían, y risas notables resonaban en el comedor. En ese momento, Park descubrió que maravillosamente, Chanyeol era un cocinero estupendo, y sin poder contener el aleteo desesperado que reanudó su corazón cuando el perfume de Jungkook surcó sus fosas nasales, expiró con fuerza antes de posar sus ojos en los contrarios.

— ¿Te gustaría ir a Yeju? — Jungkook susurró, su voz chocando contra el oído del menor mientras el otro par permanecía sumergido en una conversación familiar. Los orbes mieles brillaron con expectación, y sin poder tragar la comida que se hallaba en su boca, apenas pudo asentir fugazmente— . Perfecto, dulce, porque mis padres mueren por conocerte.

Jimin sintió volar de inmediato. ¿Acaso era real todo lo que estaba sucediéndole? Porque evidentemente, él estaría muerto para el final del día, y es que no podía contener la extrema emoción que quemaba sus venas de una manera osada.

— Son realmente adorables, ¿no lo crees, eh? — Chanyeol se dirigió a su madre, sacándole una sonrisa mientras Jeon ponía los ojos en blanco y llevaba un nuevo bocado de comida a su boca. Íntegramente contento de todo lo que pasaba en su vida, y es que ésta iba de mejor a excelente— . Uh— espero que en algún momento pueda pasarme algo como esto..., claro, no tan cursi.

— Oh, no creo que lo esperes tanto como yo, querido — bromeó la ojicafé, sacando una sonrisilla de Jimin y haciéndolo dar un brinquito en la silla. Emocionado mientras sus ojos miraban atentos al pelirojo— . Deberías conseguir a alguien pronto, ¿acaso esperas envejecer solo?

— Uhm, Yeolshi ¡casi lo olvido! — Jimin clamó, llamando la atención de todos en la mesa. El más alto lo miró con interés, y las mejillas del rubio no tardaron en sonrojarse— . Ayer cuando te fuiste, recibí un mensaje de BaekHyun— sí. Decía algo como — pensó, mordiendo el interior de su labio con extrema exaltación— . "Oye florecitas, deberías llevar a Chanyeol más seguido contigo".

Tras aquellas ingenuas palabras, todas las bocas en la mesa se abrieron. Yeonna pareció contenta, Jungkook sorprendido y Chanyeol bochornosamente colorado. Tosiendo un poco y fingiendo limpiar su boca con una servilleta, él tomó agua de su vaso, y echándole una fugaz mirada a su mejor amigo, presenció el momento en el que Jeon soltó una audible y bien merecida carcajada.

— Dulce... Creo que olvidaste mencionarme algo — logró decir en medio de su risotada, acariciando la mano del menor con su pulgar, y sintiendo un increíble alivio surcar su cuerpo. Jimin encogió los hombros, admirando las mejillas rosadas de Chanyeol y soltando una última pequeña risita antes de posar sus ojos en los contrarios. Pestañas negras rizando coquetamente contra las mejillas tintadas.

—  Ups..., quizá lo olvidé.

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