14•

Los días volaban de una manera veloz, junto con el viento vacacional que arrasaba a Busán . Dos meses habían transcurrido y el verano había llegado, calentando todo a su paso, y admirando como nuevos invitados paseaban por las exquisitas playas.

Jimin se había metido en unos pantaloncillos cortos y una camiseta dejaba sus delgaditos brazos libres, sintiendo la frescura del día, y los rayos del sol gratificando su piel de una manera estupenda. Había estado observando por la ventana del salón como su madre plantaba nuevas flores (aquellas que solían prosperar de una manera increíble por las presentes fechas), y las ganas de lanzarse entre el césped y ayudarla, lo inundaban cada segundo. Por supuesto, su recato lo había mantenido adentro por contados minutos, pero cuando sus ganas vencieron, corrió fuera y se sentó a un costado de su progenitora, quien le regaló una animada sonrisa, como aquellas que siempre solía otorgarle.

El ojimiel con una suave corona de flores lila, encogió sus hombros, mordiendo el interior de su mejilla y pidiendo sin palabras un poco de atención con respecto al jardín. Yoora le pasó algunos tulipanes de preciosos colores vibrantes, y en aquel instante, los orbes de rubio brillaron complacidos. Sin embargo, y aunque su primera intención fuese plantar junto a su madre, sabía que tenía otra muy importante razón para estar allí con ella en ese momento, y es que después de todo el tiempo transcurrido, ellos no habían vuelto a ser tan íntimos como antes lo eran, y más a su pesar, Jimin sabía cuál era la razón específica que ocasionó aquel problema; y de alguna manera, él estaba loco por salir de ello.

Había decidido que era un completo tonto al haber dejado transcurrir tanto tiempo para hacer las paces con ella. Yoora no estaba enojada, Park lo sabía, pero de alguna manera, él tenía en cuenta que debía solucionar lo que fuere, hubiera hecho para encontrarse en aquellas circunstancias.

Tomando una respiración profunda, apenas cerró los ojos antes de echar un vistazo a la pelimarrón concentrada. Él sonrió, aclarando su garganta de una manera tranquila, y cuando consiguió la mirada de su madre en él, logró encoger el cuello de una manera nerviosa.

— ¿Qué pasa, cielo? ¿Acaso olvidaste cómo plantar tulipanes? — Cuestionó, asombrada. Sin embargo, una sonrisa radiante estirando sus labios. Jimin suspiró con aflicción, negando con la cabeza y deseando que las cosas no fuesen tan complicadas como parecían.

— No, no es eso, mami — declaró, mordiendo su labio. Ella pareció más interesada, y sentándose mejor sobre la superficie bajo ella, puso atención a su hijo— . Es que he estado pensando últimamente, y debería pedirte disculpas.

— ¿Por qué, querido? — Preguntó, sus labios fruncidos, y una extraña preocupación abarcando su pecho. ¿Jimin habría hecho algo malo? Sólo pudo pensar en Jeon Jungkook — . ¿Pasó algo?

— No..., um, bueno sí — susurró, su mirada baja y posada en las preciosas flores que yacían en sus manos— . Hace tiempo, cuando comencé a salir con Jungkook , siempre esquivé las conversaciones contigo, y eso estuvo mal de mi parte. Lo siento mucho.

— Oh, Jiminie — suspiró, dejando salir el aire con completo alivio, sonrió de lado, cogiendo la mano el menor y acariciándola con cariño— . No te preocupes. Yo tampoco debí presionarte para hablar, y ya que me pides disculpas, me temo que yo también debería. Siento mucho todo lo que te dije aquel día, bebé. No sabes cuan arrepentida estoy de haberte hablado de aquella manera.

— No pasa nada, mami — Jimin sonrió, sin poder evitar el enorme regocijo que sintió en su pecho— . Pero ahora sólo quiero hablar contigo. Y es que recuerdo haberte dicho que te contaría pronto cómo es que Kookie y yo nos conocimos, pero nunca te lo dije.

La mujer miró con cautela al chico, entrecerrando los ojos. Jimin parecía infinitamente emocionado, y aquel era un detalle que no se podría pasar por alto. Ella tomó aire, esperando no encloquecer y decirle que, en realidad, no quería escuchar nada sobre el otro sujeto. De igual manera, y aunque ella expresase aquello, el rubio no pararía, y es que en su inocente mente, él había pensado que quizá, tras relatarle la maravillosa y dulce historia de amor a su madre, conseguiría ablandarla y que por fin, ella terminase por aceptarlos. Park sabía que aquél era un plan alocado, pero de algún modo, el pensamiento de que su madre pudiera ser igualmente feliz (como lo era él), le gritaba que estaba haciendo lo correcto.

»— Bien..., lo vi por primera vez en Seúl — comenzó, una voz diminuta mientras un suspiro enamoradizo salía disparado de sus labios. Los ojos marrones de Yoora se abrieron con asombro, y frunciendo el ceño de una manera leve, intentó rememorar en su cabeza aquel precioso día.

— Pero..., ese día estuviste todo el día conmigo y tu padre, Jimin . No es posible — intentó refutar ella, terca. El rubio rio, encogiendo el cuello y mordiendo el interior de su mejilla con nerviosismo.

— Lo sé — asintió él— . Kookie me observó bailando, a mí me dio mucha vergüenza porque él era muy lindo..., um, bueno. Aún lo es.

— Pero si lo viste allá, ¿cómo es que ahora están..., juntos? — Pronunció, evitando que su hijo distinguiese el mal sabor que sus palabras expulsaban.

— Él me miraba, lo hizo por mucho tiempo, hasta que un día nos cruzamos en la calle y me invitó a pasar a su cafetería. ¡Mami, yo no lo podía creer! Había estado soñando con él por semanas, muchas semanas, y cielos ¡fue fantástico saber que lo había encontrado de nuevo!

— Oh... — La mujer aclaró su garganta, pensando que Jimin era irresistiblemente adorable, y aunque sus palabras habían logrado que una sonrisa interna se extendiese en su cuerpo, evitó demostrarlo a cualquier costa. Ella simplemente volvió a coger las plantas, y reanudando su tarea, pensó que lo mejor sería olvidarse de todo aquello— . Está bien, es una linda historia, cariño.

— ¡Lo sé! — Gritó exaltado, mientras se ponía de pie y saltaba como un pequeño niño enamoradizo. Pestañeó de una manera agraciada, deseando poder correr donde Jungkook y saltar sobre él— . De verdad le quiero mucho, mami. ¿Lo sabes, no?

Yoora asintió, cerrando los ojos por un segundo antes de soltar un suspiro afligido, y es que por supuesto, ella quería que su hijo fuere feliz, ¡más que nunca! Pero por alguna razón, el sentimiento materno en su interior le impedía dejarlo ir. Y es que Jimin , tal cual era, era su pequeño bebé; no deseaba dejarlo crecer.

No tan pronto.

— Sé que lo quieres, cariño — apenas sonrió, evitando encontrar su mirada con la miel que le observaba feliz. Jimin sentía cosquillas en su estómago, y es que por un momento, él supo que su madre estaba pensándose mejor las cosas— . Ahora ve y tráeme las margaritas, bebé.

— ¡¿Plantarás margaritas?! — Chilló enfático, una sonrisa enorme estirando sus mejillas, y pensamientos dispersándose por su cabeza— . ¡Oh, mami! ¡Debes darme unas para hacer coronitas!

— Sí, por supuesto — afirmó ella, encogiendo sus hombros. De inmediato, el rubio paró con su emoción, pasmado. ¿Ella le había dicho que le daría de sus margaritas? ¿Y él no las tendría que volver a robar del florero? ¡Pues era maravilloso!

Cuando el saltarín Jimin se perdió en el interior de la casa, en busca de las margaritas de su madre, Yoora mordió su labio. ¿Ella debería darle una oportunidad a Jungkook ?

Desde luego, ya se la estaba dando, y es que el sólo hecho de dejarlo salir con su pequeño querubín, era más que suficiente. De igual manera, y sin poderlo evitar, supo que quizá, él sí era realmente bueno para Jimin ie.

Sin embargo, y aunque sus pensamientos se encontrasen tan supremamente confusos, decidió que no estaba completamente preparada para aprobarlos, pero de ninguna manera impediría el que siguieran viéndose seguido.

Todo, porque notaba lo tremendamente feliz que Jeon Jungkook hacía a su pequeño hijo.

(...)

Jungkook apartó la vista del ordenador que reposaba sobre su escritorio, masajeando sus párpados y aglomerando en su mano libre las hojas de contratos que Lisa le había dejado desde su última visita.

Por un momento, él sintió deseos de acostarse en su cama y descansar el día entero, y es que en las últimas seis semanas, él habría estado enloqueciendo. Íntegramente ocupado en sus proyectos, como supuso que lo estaría; desde luego. Lisa y él, se habían convertido en unos socios que trabajan día y noche por lograr sus cometidos, y aunque en ocasiones Jeon esperase sacar un poco de tiempo extra para así disfrutar fuera de su labor, le resultaba extremamente difícil.

Los últimos dos meses habían transcurrido sumamente rápido, y por supuesto, confusamente agitados. Chanyeol había comenzado a trabajar de una manera no— demasiado— oficial en la cafetería; él mismo se declaraba un empleado, y aunque Jungkook refutara sus comentarios de una manera tajante, se había visto obligado a aceptar la ayuda de su mejor amigo, aunque éste no le estuviese cobrando por el trabajo hecho.

En su lugar, los días enteros tonteando con Jimin se habían reducido a contadas tardes juntos, y rápidos saludos en la mañana, antes de que el más pequeño entrase a clases. Ahora, en plenas vacaciones, la frustración acarreaba el sistema de Jeon supremamente. Jimin estaba el día entero libre, y él no podía acompañarlo las veinticuatro horas del día.

No porque no quisiera, sino porque su trabajo se lo impedía.

En su momento, Jungkook temió que lo que dijo Park Yoora hacía un tiempo, cuando se permitió conocerlo de una manera correcta, fuera cierto. Pero luego supo que lo único cierto habían sido sus propias palabras, las cuales expresaban claramente que él siempre tendría tiempo para el rubio.

Y es que así era, indudablemente.

Sonriendo ante los preciosos pensamientos que surcaron en su mente, Jungkook relamió sus labios y echó un vistazo a la pantalla de su teléfono. Tenía muchos mensajes qué responder, pero ninguno de su pequeño y hermoso niño. Jimin era demasiado modesto, el pelinegro afirmaba, y es que éste evitaba llenar de mensajes a Jeon por largos ratos, no deseando interrumpir sus horas de trabajo y que por consiguiente, Jungkook se enojase con él.

Pero lo que Park no tenía claro, es que Jeon Jungkook jamás podría enojarse con él. Porque, en efecto, él estaba irrevocablemente enamorado de Jimin .

Levantándose de su sillón y dispuesto a coger un poco de aire externo, Jungkook salió de su oficina. Sonrió a sus clientes habituales, empleados y por último, a Chanyeol metido en la caja, quien le saludó de una manera animada e infantil. Él rio, decidiendo que iría con él para así, buscar un poco de distracción en sus palabras, pero cuando admiró todos los lugares ocupados de la cafetería y distinguió un rostro conocido admirarlo, él disparó sus cejas hacia arriba. Encontrándose prontamente fastidiado, y desde luego, confundido.

¿Qué hacía BaekHyun allí?

Desde el primer día en que se conocieron, Jungkook supo que no sería sencillo tratar con los amigos de su pequeño floreado. Y efectivamente, no lo había sido.

Jeon descubrió que más allá de aquellas personalidades chocantes y pesadas, existía una inmadurez tremenda. Hasta el momento, Jungkook no sabía qué demonios deseaban lograr Jin y BaekHyun, pero lo que su instinto determinaba, no era nada bueno.

Desde luego, Jungkook había intentado sacar información a Jimin , pero éste no estaba al tanto de lo que realmente pasaba. Mucho menos, Jeon se había atrevido a mencionar una palabra al pequeño rubio, y es que de alguna manera, no quería hacerlo pasar un mal rato por culpa de sus "amistades".

A pesar de que la relación con BaekHyun y Jin no fuese demasiado activa, Jungkook estaba cansado de los comentarios, y aprovechando el momento como si se tratase del último, él se acercó a Byun aclarando su garganta y no viéndose demasiado feliz con la visita del chico.

— Oh, qué sorpresa encontrarte aquí, Jungkook — saludó el más bajo, sonriendo de una manera falsa y absurda. El pelinegro mayor puso los ojos en blanco, apoyando una mano en la mesa y frunciendo los labios.

— Qué gracioso eres, BaekHyun — intentó sonar divertido, o no demasiado— . ¿Qué estás haciendo aquí?

— ¿No puedo acaso ir a una cafetería? ¿O tengo prohibido el paso en la tuya? — Cuestionó con elocuencia. El ojiavellana se cruzó de brazos, admirando como el menor se comenzaba a reír de una manera ridícula, pareciéndole demasiado gracioso el momento— . Bien, me has atrapado. Vine a buscarte.

— No me digas — clamó, irónico— . ¿Qué quieres? Estoy demasiado ocupado como para perder el tiempo hablando contigo. Lo que sea que debas decirme, que sea importante.

— Uhm, ya veo. ¿Por eso has estado dejando de lado a Jiminie, verdad? Porque "estás muy ocupado". Vaya mierda, Jungkook — soltó, lleno de saña.

El pelinegro entrecerró los ojos. Él sabía que las palabras de BaekHyun no eran más que bazofia, pero el hecho de pensar que Jimin se sintiese abandonado por él, le causó una terrible comezón por todo el cuerpo.

»— Aunque a decir verdad, no deberías parar con eso — siguió, aclarándose la garganta y peinando su cabello hacia atrás. Sonrió con hipocresía— . Han pasado dos meses y aún estás tras el culo del pequeño Jimin . ¿Acaso no te cansas? — Murmuró, soltando una suave risilla. Jungkook se acomodó en su posición, esperando no salirse de sus cabales en aquel justo momento y partirle la boca al niñato aquél— . Si sigues ignorándolo, será él quien terminará por alejarse. ¿Sabes? Jimin es muy influenciable, y el sólo pensar que es una molestia en tu vida, le será suficiente para que toda esta estupidez que hay entre ustedes se acabe.

— ¿Terminaste? — Jungkook habló, minutos después. Sentía el aire caliente salir de sus fosas nasales con completa exaltación, y jodido Dios, estaba haciendo un esfuerzo superior para mantenerse al margen y comportarse como el adulto que, evidentemente, Byun BaekHyun no era.

— De hecho, no — dejó salir el ojimarrón , poniéndose de pie y decidiendo que no se dejaría intimidar por Jeon, jamás— . Lo cierto es que no nos caes bien. Jin y yo creemos que deberías alejarte de nuestro Jiminie.

— ¿Y piensas que me importa lo que ustedes crean, BaekHyun? ¿En serio? — Interrogó el mayor, soltando una risa hueca. El más bajo entrecerró los ojos, cruzándose de brazos.

— Mira, jodido idiota, no quería llegar a las malas — lo acusó— . Estamos malditamente cansados de que estés con Jimin , así que será mejor que te alejes de él.

— Suerte con eso — declaró el pelinegro mayor con un gruñido, inspirando con profundidad para así, tranquilizar su insuperable cólera— . Como sea, niño, a diferencia de ti, yo sí que tengo cosas por hacer. Te quiero fuera de aquí.

— ¿Me estás echando? Qué maduro — se burló, chocante.

Jungkook lo cogió por el brazo, no dispuesto a seguir perdiendo su tiempo en el amigo de Jimin , y dándole un severo empujón, chocó sus gélidos ojos contra los otros— . De hecho, es lo que estoy haciendo. ¡Largo!

— Claro, lo haré. Pero déjame decirte que no ganarás.

— ¡Esto no se trata de ganar a Jimin , BaekHyun! Y si así fuere, déjame decirte que yo ya gané hace mucho tiempo. Así que hasta pronto — murmuró, evitando enloquecer de una manera extrema y que todos se percatasen del enfrentamiento.

Byun gruñó una última vez, acomodando la manga arrugada de su camisa, y caminando hacia la salida de la cafetería. Cuando estuvo afuera, Jungkook suspiró con fuerza. Por supuesto, no era del todo agradable pelearse con los inmaduros amigos de su pequeño Jimin , pero tampoco le era posible evitarlo.

Sintiendo un agudo dolor de cabeza, Jungkook caminó hacia la barra y rememoró todas las cosas que había pronunciado el otro pelinegro. ¿De qué iban Jin y BaekHyun, realmente? Porque Jungkook notaba que aquello era más que simples ganas de molestar.

— Hey... ¿Qué mierda fue todo eso? — La voz profunda de Chanyeol, lo sacó de sus pensamientos. Jungkook encogió los hombros, admirando los ojos curiosos de su mejor amigo, quien había estado observando todo desde la caja. Sin perderse de ningún detalle.

Ninguno.

»— ¿Está todo bien? — Volvió a interrogar, insistente ante el silencio propiciado por el pelinegro.

De alguna manera, Jungkook se encontraba insuperablemente enojado, y sabiendo que necesitaba calmarse, y por supuesto, salir ganador, él cogió su teléfono en manos y observó la hora en la pantalla.

— Sí, no es nada — admitió Jeon, intentando sonar casual— . Oye, ¿harás algo este fin de semana?

— Um..., no a menos que tengas planes para nosotros dos — respondió el pelirojo, mordiendo el interior de la mejilla con singularidad— . ¿Por qué?

— ¿Podrías comunicarte con los chicos? — Preguntó el pelinegro, refiriéndose despistadamente a los amigos que compartían ambos. Chanyeol alzó una ceja con escepticismo, pero sin embargo, asintió. Consciente de que Jungkook no le estaba prestando la más mínima atención.

Marcando un número bien conocido en su móvil, Jungkook sonrió hacia la pantalla antes de llevar el aparato a su oreja, y sintiéndose increíblemente mejor que segundos atrás, percibió la completa paz que reinó en su interior cuando aquella preciosa voz resonó por el altavoz.

— ¡Kookie!

— Dulce... — susurró, lleno de optimismo adquirido— . ¿Estás listo para pasar un fantástico fin de semana en la playa, conmigo?

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