12• Maratón II

Una nueva carcajada explotó en la oficina. Vasos llenos de café reposaban sobre el escritorio, y Jungkook admiraba como los ojos cafés de Lisa viajaban por sobre el improvisado dibujo que ella misma había hecho en una hoja de papel.

— La cafetería sería doblemente grande. ¡Lo cual es espléndido! — Vociferó ella, viéndose más alegre que de costumbre— . No es muy costoso el emplazamiento de al lado, de modo que yo haría la inversión en esta expansión.

— Por supuesto — asintió el pelinegro, sonriente y sintiendo como las ansias anticipadas surcaban su sistema de una manera confortante.

— Cuando terminemos acá, comenzaré a mover las fichas para expandirnos por todo El sur de Seúl. La isla Jeju, Buzán, Itaewoo ¡y todas las ciudades que quieras abordar de Corea! En un futuro cercano, serás reconocido como el dueño de Sounds&Coffee, la mejor cafetería de Corea del Sur, y yo, desde luego, como Lisa Manoban, la mejor inversionista del país — se rio con gracia, siendo inmediatamente secundada por el pelinegro— . Seremos ricos, muy ricos.

— Ya lo somos.

— ¡Pero seremos aún más ricos! Oh, cielos. Adoro el dinero — expresó, reposándose en el espaldar de la silla. Jungkook negó con entusiasmo, pensando que aquella atractiva mujer, quizá, había rebasado su máxima dosis de cafeína en el día.

Antes de que Jeon pudiera responderle, la puerta fue levemente golpeada, y tras unos escasos segundos, la cabeza de su empleado se coló por la pequeña rendija que éste creó al abrirla. Sonriendo de una manera resplandeciente, él murmuró— . El joven Jimin lo espera afuera, jefe.

De inmediato, las manos del pelinegro se volvieron tan resbaladizas como una panela de mantequilla lo sería. Su corazón bombeó de una manera desigual, y ambos pares de ojos que lo observaban, parecieron mirarlo con algo escondido. Gracia, quizás. Jungkook se encontró tremendamente nervioso en segundos, y soltando una risilla bobalicona, él suspiró con enamoramiento. ¿Jimin estaba allí? Pero, ¡demonios, qué agradable sorpresa!

— Oh, cielos — apenas logró decir, su pecho subiendo y bajando como si el aire le faltase, sonrió una nueva vez— . Hyung, por favor atiéndelo. Dale lo que él pida y dile que estaré con él en unos minutos, ¿está bien?

— Por supuesto — afirmó, contento. Cerrando la puerta una nueva vez, Jeon admiró a la mujer ante él, su rostro tiñéndose de una poderosa vergüenza, y la sonrisa blanca y afilada de la esplendorosa pelirroja, intentando decirle algo. Obviamente, lleno de sorna.

— ¿Es tu novio? — Cuestionó, una mirada inquisidora. Jungkook pareció perder el aire en aquel instante, y sintiendo como sus mejillas se calentaban, admiró las perfectas cejas de Lisa arquearse de una manera exuberante y sensual. El pelinegro se obligó a negar, sonriendo ante la idea de Jimin como su pareja oficial, y mordiendo levemente su labio, evitó perderse por completo— . Pero están saliendo.

— Sí — afirmó, cohibido. Hablar con Lisa era sencillo, era su amiga, pero de un modo más formal y profesional. El que ella estuviera conversando de aquella manera libre, le hacía sentirse tranquilo, sin embargo, bastante extraño.

— Creo que ya lo mencioné, pero él es bastante hermoso — dijo, una sonrisa hilarante pintando sus labios llenos de gloss, Jungkook de inmediato asintió con frenesí, sintiendo como su corazón parecía abandonar su cavidad pectoral— . ¡Y es tan sólo un pequeño niño! ¿Cuántos años tiene?

— Dieciocho — admitió, encogiendo el cuello. La mujer ante él volvió a mover sus delgadas cejas de una manera sugestiva, y soltando una pronta risilla, Jeon se sintió más relajado— . Lisa..., sé que hemos pospuesto muchas veces nuestras citas, aunque ya hemos concretado lo que se debía concretar.

— No debes decir nada, cariño — lo interrumpió ella, cogiendo su cartera de piel y poniéndose levemente de pie— . A buen entendedor, pocas palabras. Dejaré tu día libre para que puedas pasarlo junto a tu pequeño retoño, pero recuerda que no siempre podrás encontrarme de este estupendo buen humor — bromeó, guiñando un ojo y poniéndose los lentes de sol que reposaban sobre su cabello rojizo— . Por cierto, ¡el café ha estado espectacular!

— Gracias por esto — dijo Jungkook , su tono apenado mientras salían de la oficina, guiando a la pretenciosa mujer entre las personas, y visualizando la despampanante presencia de Jimin en una mesa, sus dedos distraídos mientas jugueteaban con la pajilla del vaso en sus manos— . Prometo llamarte pronto. Quedaremos un día en el que logre librarme de todo, Jimin podrá comprenderlo, no dudes de ello. Es un completo dulce.

— Ya lo creo — sonrió; echando un ligero vistazo al chico sentado, saludó por los aires, consiguiendo la atenta mirada del menor sobre ella. Una sonrisa sobrecogida— . Adiós, cielo. Nos vemos pronto.

Y besando la mejilla de Jeon, ella caminó entre los clientes que llenaban la cafetería, perdiéndose tras la puerta y dejando el afrodisíaco aroma de su costoso perfume, reinando el espacio por completo. Jungkook mordió su labio, pasando las manos por su cabello y caminando con disposición hacia donde el rubio se encontraba; la mirada gacha y la coronita rosa reluciendo en sus rubios cabellos. Magníficamente precioso.

— Dulce — Jungkook alcanzó a susurrar, tomando asiento en la silla de en frente y cogiendo la mano del ojimiel sin permiso alguno. Una delgada sonrisa se formó en los labios rosáceos del menor, y revoloteando sus pestañas de manera coquetamente inocente, se sonrojó— . Es simplemente perfecto cuando llegas aquí..., como una sorpresa.

— Quería sorprenderte, de hecho — murmuró, avergonzado. Encogió sus hombros — . Lamento si interrumpí tu reunión con..., uh, Lisa.

— No has hecho nada de eso, hermoso — aclaró, plantando un beso en la mano del rubio, éste sonrió con ternura; sin embargo, Jeon pudo notar algo extraño en sus preciosos orbes— . ¿Pasó algo, bebé?

— No, um — negó, aclarando su garganta y desviando su mirada hacia la puerta de entrada— . Yo sólo..., ella.

— Oh — Jungkook rio, negando con la cabeza y levantándose de su asiento, para pronto hacer que Park se pusiera de pie; lo abrazó con cariño— . No debes ponerte celoso, corazón. Creí que ya habíamos hablado sobre esto..., ella no, por Dios. Jamás podría tener algo con ella, dulce. ¿Acaso crees que es mi tipo?

— No — susurró, su voz baja y una tonta sonrisa estirando sus labios de manera confortante; escondió su rostro en el pecho fuerte y perfumado de Jungkook , feliz.

— ¿Sabes quién es mi tipo? — Cuestionó, acariciando la espada del menor.

— Sí — respondió, tomando unos centímetros de distancia. Cuando sus ojos estuvieron posados en los avellanados de Jungkook , se sintió derretirse. Y es que, ¡Jeon Jungkook era perfectamente hermoso! Lograba que su corazón latiera de una frenética manera, y eso sólo significaba una cosa— . Yo soy tu tipo, Kookie.., y tú eres el mío.

— Perfecto, corazón — soltó, sus pulmones sintiéndose faltos de aire tras las palabras del rubio floreado, y el corazón latiendo al mismo ritmo que el contrario; ambos sincronizados y creando una dulce melodía juntos— . Ahora... ¿Quieres trabajar un poco conmigo?

— Por supuesto, Kookie

Aquel día, Jimin había salido temprano de clases. Él habría pasado la mayor parte del día ayudando a su madre en el jardín, puesto que estaba plantando nuevas y hermosas flores, y cuando sintió las ansias comenzar a abordar su cuerpo de una portentosa manera, supo que la hora de ver a Jungkook había llegado.

Él intentó verse bien, quería estar lindo para cuando los ojos del pelinegro lo mirasen, y confeccionando una preciosa corona antes de irse, corrió rumbo a la cafetería. Mediante los días transcurrían, Jimin sentía que el tiempo alejado de Jeon, cada vez se volvía más y más mortificante, de ese modo, quería estar siempre a su lado, y cuando admiró los ojos achocolatados del hombre observarlo de una manera adorable, supo que aquella era su inmediata paz.

Quería a Jungkook , realmente lo adoraba. El amor quemaba sus venas de una manera ardorosa, pero sin embargo, no llegando a ser molesta. De alguna manera, los ojos mieles se convertían en corazones con tan sólo observar la presencia del mayor, y aunque antes hubiera temido, Park sabía que ahora, Jungkook sentía exactamente lo mismo por él.

Los sentimientos habían estallado brutalmente en su cuerpo hacía tres días, en los cuales la desesperación y las ansias habían dominado increíblemente su sistema. Esperaba con emoción la respuesta inédita de sus padres con respecto a la reunión con Jungkook , y la aceptación de éste mismo ante los ojos de sus progenitores. Ellos no habían dicho nada hasta el momento, o hasta hace poco, pero ahora que tenía la respuesta, podía correr libre por la arena, sin importar que las olas del mar lo arrastrasen de una graciosa forma, marea adentro.

Cada vez que los pensamientos del rubio enamoradizo revoloteaban en torno a los besos que Jungkook le había otorgado, no evitaba suspirar lleno de un insuperable amor, y sintiendo que volaba en nubes de algodón azucarado, sonreía como idiota, tropezando a las personas por la calle. Sus mejores amigos lo observaban con curiosidad, sin embargo, ellos sabían a qué se debía toda aquella actitud despistada y vehemente. Sin poder evitarlo, Jimin nadaba constantemente en un mar lleno de flores, sonriente e irremediablemente contento. Jungkook era la razón de su felicidad, y él esperaba que así fuere eternamente.

Porque desde luego, él quería estar con Jeon Jungkook para siempre.

— ¡Aquí tiene su capuchino y su moca, un tercio de leche vaporizada y jarabe de chocolate! ¡Que lo disfrute! — Chilló Park, entregando la orden a la mujer amable que le sonreía. Jungkook lo observaba desde la caja, una mirada enamorada mientras la sonrisa del rubio se extendía de una manera gratificante por sus mejillas.

— Muchas gracias — asintió ella, cogiendo los vasos y riendo gratificantemente ante el encanto que desprendía el rubio. Cuando los ojos mieles se posaron en la figura de Jeon, a un costado de él, se sonrojó tremendamente. Jungkook se rio con ternura, mordiendo su labio y pensando que poder observar aquel momento era una increíble bendición.

— ¿Lo hice bien? — Cuestionó, de momento temeroso. El ojiavellana estiró sus brazos, llamándolo, y cuando el delgadito cuerpo estuvo frente a él, lo atrajo hacia sí en un gesto amoroso, para luego plantar un ruidoso beso en su reluciente cabellera.

— Lo hiciste perfecto, cariño — admitió— . Eres un imán para las personas, completamente adorable. ¿Considerarías trabajar aquí? Creo que te daré empleo — bromeó. Las mejillas del rubio continuando su coloración.

— ¿Podría utilizar coronitas con el uniforme? — Preguntó, ingenuo.

— Jamás dejaría que las dejases de utilizar, dulce — aceptó, un revoltijo en su estómago cuando escuchó la suave risa que dejó salir el rubio. Echando un rápido vistazo a su frente, cerciorándose de que no tenía nuevos clientes esperando para cancelar, él volvió la mirada al rubio precioso que lo observaba con cariño— . ¿Hablaste con tus padres?

— Lo hice — admitió, sonriendo alegremente. Jungkook abrió los ojos con sorpresa, y de inmediato, sintió el corazón en la garganta. Jimin se veía feliz, ¿eso significaba buenas noticias?— . Iba a decírtelo, pero me gustó mucho atender a tus clientes. ¡Es muy divertido!

»— Anoche ellos me dieron su respuesta..., bueno — continuó, su labio siendo atrapado por los blancos dientes— . Mi padre nos aprobó, pero mi mami no ha dicho nada aún. Igual no importa demasiado, ¿no? ¡Nos aprobó papá! Es como que..., oh, ¡somos casi legales!

— Oh, cielos — Jungkook alcanzó a decir, escondiendo su cabeza en el hombro de Park y abrazándolo con fuerza. Dejando un beso sobre la camisa, Jeon no contuvo la arriesgada sonrisa que no tardó en estirar sus mejillas. La emoción espasmódica calcinando sus arterias desde adentro, y las mariposas en su estómago golpeteando de una asombrosa manera contra las paredes internas de su estómago. ¿Era real?— . Tu padre es fantástico.

— Lo es — asintió, enterrando sus dedos en el sedoso cabello pelinegro de Kookie, sonrojándose ante las inadvertidas miradas que iban dirigidas en su dirección— . Juro que cuando me lo dijo, estaba tan feliz como tú. ¡Salté por toda la casa, y le hice una coronita! Mi mami se rio mucho cuando lo miró con ella puesta, pero estaba contenta..., sé que ella pronto nos aceptará, Kookie sólo está muy confundida.

— No te preocupes por eso, dulce — tras separar su rostro del cuerpo contrario, Jungkook cogió las mejillas de Jimin , sus miradas encariñadas— . Ya verás que todo seguirá marchando bien y pronto..., Dios, podremos estar juntos.

— Ya estamos juntos, loquito — expresó, sacando una risilla por parte del mayor, quien sacó su lengua de forma graciosa en dirección al ojimiel. Jimin rio de manera encantadora.

— Tienes razón, bebé..., siempre la tienes — dejó saber.

— Pero ya que mi papi nos aceptó — murmuró, su rostro tomando color una nueva vez— . Ahora Jin y BaekHyun deben conocerte, y sé que ellos también nos aceptarán. ¡Ya muero porque los conozcas, Kookie! ¡Tenemos que quedar!

— Por supuesto, corazón.

— ¿Te importaría si los traigo acá mañana? ¡Estarán tan felices como yo! ¡Oh, sí! — Clamó, subiendo sus brazos de una manera aniñada, Jungkook sonrió hacia él, no pudiendo creer lo que tenía a su disposición. Jimin cada día lograba sorprenderlo un poco más, aunque pareciera increíble, y estaba jodidamente feliz de que su vida resultase ser tan maravillosa.

— Estaré feliz de que los traigas, dulce — afirmó, besando la frente de Jimin y sintiendo como sus corazones volvían a enloquecer juntos, una vez más— . Estaré feliz si tú lo estás.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top