10•

Las miradas punzantes variaban en todas las direcciones. Jimin esparcía la comida por el plato, falto de apetito y con el corazón rebotando incesantemente dentro de su pecho. Sus manos estaban frías y sudorosas, y su pierna derecha hacía un movimiento de arriba hacia abajo, el cual para muchos sería molesto; para él, todo lo contrario.

Cada vez que sus ojos se deslizaban hacia abajo, sentía los orbes llameantes de su madre calcinarlo de una manera poco agradable, y más allá, los propios de su padre cuestionando la tensión que reinaba en la cena. Jimin les tenía que decir algo, pero mediante los minutos transcurrían y el cielo oscurecía cada vez más, la voz del rubio se perdía con el día que pronto quedaría completamente opacado.

Él no sabía cómo reaccionarían ellos ante la idea de conocer a Jungkook , y realmente esperaba que no se saliese nada de sus manos. De igual forma, luego de aquella conversación tediosa y desconsiderada que le dio su madre hacía unos días, él no se sentía íntegramente seguro de lo que podría pasar.

Aclarándose la garganta y llevando un bocado de comida a sus labios, el rubio tomó una respiración profunda, y tras masticar pausadamente, se dispuso a romper el desagradable silencio— . Quisiera hablar algo con ustedes.

Ambos pares de orbes posándose momentáneamente en él, y los nervios convulsos trepando de una manera cruel por su garganta, aglomerándose en forma de nudo en el interior de ésta. Park sacudió la cabeza, sintiéndose libre de hacerlo al no poseer la coronita puesta en aquel momento, y segundos después, dejó que sus brazos cayeran inertes sobre la mesa. Yoora sabía que algo se traía entre manos, y desde luego, no era para nada de su agrado el pensar que, efectivamente, tendría que ver con Jeon Jungkook .

— Habla — dijo seca la mujer. Le dolía tratar de aquella manera a su hijo, pero ella tampoco tenía real poder sobre sus propias emociones. ¿Qué estaba haciendo? El temor inhumano que se metía dentro de sus venas la hacía querer enloquecer, porque tan sólo deseaba proteger a Jimin del mundo exterior. Del mundo que no sería capaz de acogerlo en una correcta manera.

Jimin observó el rostro serio de su madre, con dolor, y tras morder el interior de su mejilla y bajar la mirada hacia su plato de comida (casi entero), él volvió a suspirar.

— Quiero que conozcan a Jungkook — murmuró, una voz apenas audible. El silencio reinó una nueva vez en la mesa, y tras unos segundos, Park sintió la picazón en todo su cuerpo, causada por la repentina oleada de calor que lo azotó fuertemente. Quería mirarlos, ver sus expresiones, pero no tenía el suficiente valor para hacerlo— . Y antes de que me digan algo, quiero que sepan que planeo seguir saliendo con él.

Aquellas intrépidas palabras causaron un deje de sorpresa en los dos mayores, quienes nunca, en dieciocho años, escucharon la voz de Jimin tan decidida como en aquel momento pareció expresarse. Aquel hecho definitivamente los ponía en una situación incómoda, en la cual ambas miradas se cruzaron confundidas, para pronto posarse en la reluciente y negra cabellera del más chico de la familia. Park parecía estar perdiendo el aire que sus pulmones almacenaban, y aquello tan sólo era demostrado por la errática respiración que acompañaba al tierno muchacho. Él jamás había hablado de aquella manera tan imperativa, y el poder hacerlo ante sus progenitores le oprimió el pecho en una desagradable sensación.

Como si él hubiera hecho algo realmente malo.

— Bien... — Murmuró Yoora, su cabeza evitando moverse en negación, y sus ojos obligándose a mantenerse fijos en su hijo. Apenas hubo mencionado aquella pequeña palabra, Jimin la miró, parecía extrañamente asombrado, como si realmente él no hubiera esperado una respuesta por parte de ellos. Sólo injusto silencio, y de hecho, lo había creído así— . ¿Qué tienes en mente?

De inmediato, una sonrisa destellante estiró las mejillas del rubio, quien abriendo su boca para decir algo, y volviéndola a cerrar casi al instante, pestañeó con agilidad, evitando darse cuenta demasiado tarde de que aquello se trataba de un simple sueño.

— ¿Entonces? ¡¿Están de acuerdo?! — Emocionado, él movió sus manos con infantería. Sus orbes abiertos de par en par y el corazón incesante rebotando de manera alocada en el interior de su pecho. Cosquillas recorriendo su estómago y ansias incrementando sus ganas de hablar con Jungkook , de nuevo— . ¡Oh, por Dios! ¡Kookie estará tan contento, justo como yo lo estoy! ¡No lo puedo creer! ¿Realmente están de acuerdo?

— Hijo, cálmate — siseó Jimguk, moviendo su mano de manera despreocupada; encogió sus hombros— . Está bien que quieras presentárnoslo, aunque tu madre ya lo ha conocido. Me pareció injusto lo que te dijo, y creo que todos merecen una oportunidad para darse a conocer, ¿eh?

— ¡Sí! — Chilló el menor, pasando desapercibido el gesto desagradado que surcó por el rostro de su madre, ante las palabras de su marido. De inmediato, Jimin rememoró la conversación anterior con la pelimarrón, y frunciendo los labios con confusión, admiró inocentemente a su padre— . Pero tú dijiste que Jungkook no te agradaba, tampoco.

— No, no dije eso — apuntó, probando el último trozo de comida que pinchó con el tenedor— . Sólo opiné que era muy grande, pero todo por lo que me dijo Yoora. No tendría motivos para prohibir que te mires con alguien que no conozco, Jimin .

— ¡Oh, Dios! — Volvió a gritar, increíblemente emocionado. Sus ojos viajaron hacia los de su madre, quien aún parecía disgustada, y mordiendo el interior de su labio sin prestar demasiada atención al posible malestar que estuviera atacándola a ella, exhaló con fuerza— . ¡¿Y qué haremos, a dónde iremos?! ¡Puedo decorar la casa con flores, para que Kookie se sorprenda! ¡Y le prometí que haría ricas galletas para él! ¿Podemos mañana? ¡Digan que sí!

— Yo, um — encontrando su voz una nueva vez, Yoora echó un rápido vistazo al hombre más grande, pareciendo gravemente incómoda— . Creo que es mejor verlo en otro lugar. Aquí no, Jiminie.

— Oh..., bueno — un poco desanimado, él encogió el cuello ante las palabras de su madre; escasos segundos después, volvió a sonreír de manera efusiva— . ¿Pero él luego podrá venir aquí, de nuevo?

El portentoso silencio que se creó en la mesa, fue acreedor de respuestas. Jimin lo notó, pero no fue capaz de procesarlo con demasiada rapidez, y tragando saliva con un reciente nudo en su garganta, viajó con su mirada hasta hallar la de su mayor. Jimguk se encontraba mordiendo su labio, y al admirar la preocupación latente en el rostro de su hijo, rascó su barbilla con despreocupación.

— Ya veremos — con aquella última respuesta, la mujer mayor recogió los platos, no importándole demasiado el que Jimin hubiera dejado el suyo mayormente intacto. El rubio más pequeño sonrió con emoción, no pudiendo ocultarlo por más tiempo, y levantándose improvisadamente de la silla, dio un pequeño salto animado— . Cita a Jungkook para el sábado, hijo. Luego te diré dónde desayunaremos para conocerlo.

— ¡Sí! — Clamó, corriendo hacia su padre y dándole un inadvertido abrazo; el hombre mayor se rio— . ¡Haré muchas coronitas para elegir! Deberé verme lindo...

Y sin siquiera esperar una respuesta por parte de sus padres, él corrió hacia las escaleras, echándose un tropezón al compás que subía por éstas.

Cuando estuvo en su habitación con el teléfono en las manos, mordió su labio con ansias. Una sonrisa enamoradiza en su rostro mientras cerraba los ojos por segundos, imaginando cómo sería su vida después que sus padres aceptasen a Jungkook

Magnífica. Esa era la respuesta.

Jungkook permanecía con su vista fija en el televisor, un vaso de costoso whisky en su mano y el asombroso aroma a comida, reinando por completo el hogar. Escuchaba la voz de Chanyeol parlotear todo tipo de incoherencias desde la cocina; y es que ellos habían decidido hacer una noche de chicos. Con toneladas de comida y del más fino alcohol. Nada que no estuviera fuera de sus manos, tenían muchas cosas qué poner al día.

El pelinegro estuvo a punto de atender al llamado que su mejor amigo le había hecho, pero se vio inmediatamente interrumpido por el característico y melodioso sonido de su móvil. De inmediato sintió el corazón enloquecer en el fondo de su pecho, y es que desde la tarde había estado esperando alguna u otra señal de Jimin ; y por Dios, anhelaba que quien lo estuviese llamando, no fuere nadie más que su precioso y pequeño niño de las flores.

Cuando sus ojos viajaron con una rapidez inhumana a la pantalla del aparato y éstos escanearon el nombre en ella, sonrió de una manera inexplicable. Abandonando el vaso lleno de exquisita bebida en la mesa ratona frente al sofá, él aclaró su garganta antes de llevar el teléfono a su oreja, y preparándose para no morir de amor al escuchar la preciosa voz, esperó que aquella llamada no fuera por nada más que increíbles noticias.

— Jungkook , cuando una persona te pide que vengas, debes hacerlo — Chanyeol habló, saliendo de la cocina con un paño en manos; enseguida el pelinegro le hizo una seña de silencio, y admirando con sorpresa la sonrisa idiota que éste poseía, Yeol se recostó del umbral, brazos cruzados y cejas disparadas hacia arriba— . Ya veo. Jimin me está desplazando..., tendré que hablar muy seriamente con ese niño para que deje de ser tan jodidamente dulce, ¡te volverá loco!

— ¿Jimin? — Cuestionó Jeon, ignorando el anterior parlamento del pelirojo ojicafé . Los latidos erráticos escuchándose en sus oídos. Inmediatamente Jungkook temió que éstos pudieran escucharse mediante la línea telefónica. ¿Era posible?

— ¡Kookie! ¡Adivina qué! — Gritó, su voz completamente emocionada, logrando aturdir al mayor; pero a éste poco le importó y mordiendo su labio de manera ansiosa, se recostó mejor en el sofá. Por supuesto, con la mirada del otro hombre fija en él— . ¡No lo puedo creer! Estoy tan feliz que podría correr en una pradera llena de mariposas. Y Dios, no me gustan las mariposas. Ew.

Jungkook de inmediato soltó una carcajada involuntaria, no pudiendo evitar el sentirse extasiado al escucharlo una nueva vez— . A ver, dulce. ¿Por qué estás tan feliz?

— Oh pues..., es sólo que ¡mis padres aceptaron reunirse contigo! — Chilló. De inmediato, el hombre mayor abrió sus ojos con asombro, buscando rápidamente la mirada de su mejor amigo y señalando el móvil con estupefacción. Chanyeol elevó sus pulgares en afirmación, aunque desconocía completamente lo que Jimin había dicho— . ¡Kookie, estoy tan emocionado! Esto es como un sueño.

— Vaya, bebé... — alcanzó a responder. Los prontos nervios recorriendo sus venas de manera excesiva. Sabía que aquello era una estupenda noticia; una maravillosa oportunidad, pero casi al instante se sintió tremendamente intimidado.

— Um — Jimin murmuró, dudoso— . Tú... ¿oh? Oh, no. ¡¿Habías cambiado de idea?! Ya no quieres conocerlos, bueno..., yo les diré q— que lo olviden.

— ¡No! — Exaltado, dio un tirón levantándose del sofá. Chanyeol lo observó con curiosidad, y relamiendo sus labios, decidió que lo mejor sería hacerse cargo de la comida él solo pues, sabía que aquella conversación duraría demasiado. Muchísimo— . No es eso, Jiminie. Estoy tan feliz como tú, sólo me he puesto un poco nervioso. ¡Pero realmente sí quiero! Joder, quiero.

— No seas grosero, Kookie — rio el más pequeño, logrando que las mejillas del mayor se sonrojasen de una patética manera.

— Lo siento, dulce — se disculpó, peinando su cabello hacia atrás y riendo de manera ridícula. Jimin lo acompañó, y quedaron haciendo eso por escasos minutos. Sólo reír; aunque aquello no era para nada incómodo— . ¿Cuándo será la reunión, cariño?

— ¡Oh! Casi lo olvido, será el sábado pero aún no tengo todos los detalles. Prometo dártelos apenas sepa, ¿está bien? — Preguntó, animado. Jungkook asintió, aun sabiendo que el rubio no podría verlo de ninguna manera, pero importándole muy poco aquel hecho.

— Está muy bien — afirmó, mordiendo su labio— . Gracias por hacer todo esto, Jimin. Eres increíble.

— Quiero que los conozcas — admitió, una voz pequeña— . Y quiero que ellos sepan que realmente no eres malo, para que así podamos ser felices juntos. Tú y yo. ¡Para siempre!

— Lo seremos, dulce. No importa si nada sale a nuestro favor. Seremos felices juntos.

— Uh — Jimin evitó lloriquear de emoción ante las palabras que soltó Jungkook , y éste sintió el rebote de su órgano interno convertirse en uno doloroso— . ¿De verdad? ¿Lo seremos?

— Por supuesto, Jiminie — aceptó, sonriendo— . Aunque espero que todo salga bien para nosotros, con tus padres.

— ¡Lo saldrá! — Animó— . Ellos son buenos, Kookie Sólo..., no lo sé. Están preocupados por alguna razón que no logró comprender, pero tú les harás saber que eres bueno para mí, ¿no? Y que tampoco soy un niño.

— Claro, ángel — susurró, sus manos poniéndose frías y una mirada por completo iluminada. Realmente deseaba que todo saliera bien, pero los nervios en su interior no estaban siendo de ayuda para su reciente desasosiego— . Estoy con Chanyeol ahora mismo.

— ¡Dile hola! Y que espero verlo muy pronto. — Habló, ansioso. Jungkook asintió una nueva vez, caminando hacia la cocina y observando al alto hombre cuando estuvo en el interior de ésta— . Mañana iré a la cafetería, quiero verte. Quiero verte mucho.

— Me encantaría que lo hicieras — Jungkook soltó, un tono dulzón que hizo voltear sobre su hombro a Yeol; éste sonrió, completamente feliz por Jungkook , y no cansándose el sentirse de aquella manera— . Te quiero mucho, dulce.

— Yo..., y— yo te quiero mucho más, Kookie M— muchísimo — susurró, una voz bajita y tierna— . Hasta mañana.

— Dulces sueños, amor — y lanzando un beso espontáneo, Jungkook escuchó la risilla de Jimin antes de que éste hubiera cortado la llamada. Suspiró lleno de amor, y mordiendo su labio, fijó su vista en su mejor amigo— . Él es increíble, Yeol.

— Me doy cuenta de eso, amigo — apuntó con una espátula en la mano, apagando la cocina y sonriendo agrandadamente— . Aunque debo admitir que son demasiado cursis para mi gusto.

— Te mandó saludos, y dijo que espera verte pronto — dijo el pelinegro, consiguiendo una vez más la mirada esmeralda del pelirojo, éste negó con la cabeza, contento— . Y oh, casi lo olvido. Te llama Yeolshi.

— Oh, jodido Cristo — exhaló, una forma dramática— . ¡Ese niño va a matarme con su dulzura!

— Lo sé, hermano. Lo sé.

Y con una última risa, ellos se dispusieron a comer, y por supuesto, a seguir embriagándose de una manera no— demasiado— elegante.

(...)

El día del sábado se encontraba soleado y destellante, como acostumbraba a presentarse en Seúl . El aroma de la playa embriagaba las carreteras, y las personas con lentes de sol y ropa escotada deambulaba por las calles, buscando divertirse desde temprano. Eran las diez de la mañana en punto, y Jungkook había estacionado fuera del restaurante donde Jimin le había indicado, tomarían el desayuno con sus padres.

Sentía ganas de vomitar debido a los nervios, y juró poder salir corriendo como un niño cuando estuviese frente a los dos señores que, aparentemente, lo despreciaban de alguna manera. Por supuesto, antes de irse el tomaría la mano de Jimin y le pediría que huyese con él, porque de otra manera, no podría estar lejos de su pequeño niño. La noche anterior había pedido amablemente a Chanyeol que se quedase con él, de algún modo, para tener apoyo moral. El pelirojo aceptó gustoso, aunque sufrió contadas amarguras debido a la desconfianza de Jungkook para consigo mismo.

La mañana había sido terrorífica para el pelinegro, había enloquecido íntegramente, y Chanyeol no se vio con otra alternativa que abofetearlo tres veces, luego de gritarle un enfadado "¡Jungkook , ya basta! Eres un tonto que parece no saber hacer las cosas bien, ¡pero yo sé que si puedes hacerlas! Ahora vístete, ponte muy guapo, corre allá y paga la cuenta. ¡Sé tú mismo y verás que todo resultará! Pero maldición, ¡calma tu jodida mierda, porque me desesperas!" Luego de aquellas fuertes palabras, y el ardor creciente en su mejilla, Jeon hizo caso. Por supuesto, evitando que Yeol notara que aún permanecía innumerablemente nervioso.

Cuando salió del auto y caminó a la entrada del establecimiento, sus ojos fueron inmediatamente hipnotizados por el precioso chico que esperaba a un lado de la puerta; haciendo puntapié y luciendo una reluciente coronita de margaritas. Sus preferidas. Sonrió de manera espontánea, sintiéndose tremendamente más calmado cuando los grandes y hermosos orbes amelcochados lo observaron con sorpresa tintada de emoción. La sonrisa de Jimin extendió sus mejillas de una manera increíble, y el pronto sonrojo se propagó por éstas de forma tierna. El rubio rápidamente se acercó a Jungkook , rodeándolo con sus brazos en un fuerte acto afectivo. Su nariz rozando el cuello del pelinegro y las manos de Jungkook apretando gratificantemente la delgada silueta del menor, olfateando en su cabello el delicioso aroma a flores que siempre lo acompañaba.

— Viniste — murmuró Jimin , su cuerpo separándose del contrario cuando la mano de Jeon cogió la mejilla de Jimin , sonriendo calmadamente, dejó un beso en la frente del menor.

— Por supuesto que vine, corazón — afirmó, recientemente emocionado. Jimin sonrió exageradamente, revoloteando sus pestañas de manera coqueta, aunque Jeon ponía en fuego sus manos al afirmar que Park era inconsciente de todos aquellos pequeños detalles— . No podría habérmelo perdido. Aunque debo decirte que esta mañana estuve muy aterrado.

Rio de manera contagiosa— . No pasa nada, Kookie Todo saldrá bien.

— Jesús, espero que así sea — murmuró, relamiendo sus labios cuando el rubio sonrió sin mostrar los dientes, encogiendo sus hombros y soltando un pequeño suspiro— . Dulce...

— ¿Sí, Kookie?

— Sé que el otro día te dije que estaríamos juntos para siempre, pasase lo que pasase — dijo, su voz demasiada baja y los ojos amielados del menor posándose inmediatamente sobre los suyos.

— Lo prometiste.

— Sí. Lo hice — asintió, sintiendo un pronto nudo en la garganta— . Pero si..., Dios. Si las cosas no salen como queremos, cielo. Si ellos siguen sin aceptarme y—

— No, no digas nada — lo detuvo, un gesto entristecido en su rostro cuando se separó. Sintió sus ojos cristalizarse inevitablemente— . Todo saldrá bien. Nada saldrá mal. Estaremos juntos para siempre.

De inmediato, y cuando sus ojos escanearon el esfuerzo sobrehumano que hacía Park para no llorar, Jungkook se sintió como un idiota. ¿En qué estaba pensando? Rápidamente envolvió al niño entre sus brazos, acunándolo de una manera protectora y arrullando sus labios en el cabello rubio. Jimin sorbió por la nariz, aclarándose la garganta cuando pasaron los segundos.

»— Deberíamos entrar.

— Es cierto — murmuró, avergonzado. Sus piernas sintiéndose pesadas ante lo que había sucedido, y su alma percibiéndose tremendamente culpable al hacerlo sentir mal. Había roto sus propias reglas, y cuando el pequeño se volteó para introducirse al local, Jungkook sintió la desesperación comenzar a hacerse cargo de él— . Todo saldrá bien, amor.

Cogiendo la mano de Jimin , consiguió que éste se voltease para observarlo. Jeon hecho un reciente manojo de nervios, y una sonrisa asomándose por sus labios cuando admiró la propia que poseía Park.

— ¿Qué pasa? — Cuestionó, divertido. El pelinegro suspiró aliviado, notando que no había afectado demasiado el sentimiento presente que poseía el menor, y acercándose a él, cogió los costados de su rostro. Los ojos de Jimin abriéndose prontamente ante la impresión, y el corazón comenzando una terrible carrera de velocidad.

Cuando el rubio quiso tener tiempo para morir con respecto a la cercanía en la que se encontraban, Jungkook estampó sus labios juntos. Park sintiéndose increíblemente nervioso cuando entreabrió los suyos y sintió la suave caricia que fue propiciada por parte del pelinegro. Cerró los ojos, percibiendo como sus piernas temblaban de una exagerada manera, y sonriendo ante el nerviosismo que se esfumaba a medida que los segundos transcurrían, aferró sus manos a la camisa que llevaba Jungkook aquel día, envolviéndose con su delicioso aroma y el dulce sabor de sus labios.

Era su primer beso real. Y Jungkook había sido dueño de él.

Al momento en que ambos pares de labios se separaron, Jungkook juntó su frente con la contraria. La respiración del más pequeño, completamente agitada, y su corazón rebotando a una velocidad que jamás percibió. Sonrió de manera franca, sus mejillas maravillosamente rojas y los ojos fijos en los contrarios, cuando el mayor le correspondió con una preciosa sonrisa y un suave roce en sus mejillas cálidas.

— Lo cierto es que será muy difícil que alguien me impida estar contigo, dulce.

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