04•

Park se encontraba increíblemente estupefacto, sin embargo, su corazón parecía querer trepar por su garganta y por consiguiente, abandonar su cuerpo de una abrupta manera.

Desde luego, Jimin jamás imaginó que encontrar al dueño de sus pensamientos desde hacía unos cuatro meses, sería una tarea tan sencilla y obviamente, él habría dado por hecho que no lo era. Pero ahora el mundo parecía estar a su favor, y no podía sentir nada más que una emoción tremenda recorrer por completo sus venas.

Desde el primero de enero en Seúl, el juró que aquel hombre era la invención más preciosa del planeta, pero ahora, y observándolo de cerca, podía confirmarlo. Aquel hermoso y pelinegro espécimen era ridículamente bello; y la obvia afirmación tan solo logró que su estómago se revolviese de emoción y sintiese cosquillas en su interior.

Agradándole el revoltijo que se había vuelto su cabeza, estiró una sonrisa por sus labios, aún mucho más pronunciada que la anterior, y es que simplemente no podía hacer otra acción porque de así efectuarlo, posiblemente quedaría avergonzado por alguna cuestión. Percibiendo la pronta frialdad que habían adquirido sus manos, el carraspeó; los característicos ojos color chocolate admirándolo intensamente, y una sonrisa que recordaba con exactitud, plasmada en los rosados y gruesos labios del otro hombre.

— Yo..., ehm — murmuró Jungkook , evitando hacer por completo el ridículo. Sabía que podría arruinarlo en cualquier momento, y esperaba que tener al rubio en frente, no resultase ser tan vergonzoso como en ocasiones, él imaginó que sería— . H— hola.

— Hola — respondió el rubio, agitando sus largas pestañas en un gesto tierno, y sacudiendo su mano alzada por encima de su hombro. Podía sentir como sus piernas comenzaban a temblar, y el armonioso latido de su corazón descontrolándose cada segundo más. Sabía que debía controlarse, pero jamás había logrado sentirse tan nervioso frente a otra persona, porque, desde luego, las demás no habían sido catalogadas como eternos amores improvisados— . Y— yo..., yo te recuerdo.

En aquel justo momento, cuando Jeon pudo detallar más la voz de su pequeño hermoso; dulce y melódica como la imaginó, sintió que podría caerse en cualquier momento. Jimin tampoco estaba tan lejos de su realidad, y percibiendo el tremendo nudo que se instaló en su garganta, casi impidiéndole hablar, Jungkook se fijó en los incomparablemente preciosos ojos color miel. Aquel niño era terriblemente perfecto.

— ¿Me recuerdas? — Cuestionó, sintiéndose estúpido en ese justo momento. Cuando la tierna risa llenó sus oídos, mordió el interior de su mejilla; sintiendo el poderoso latido de su corazón, en sus propios oídos. Y es que, Dios, estaba justo en frente de la persona que lo hacía desvelarse cada mañana y esperarlo cada tarde— . Digo, es obvio porque me lo has dicho pero..., oh, Dios — jadeó Jeon, sintiéndose ridículo cuando una nueva y ligera carcajada cedió.

— Está bien — asintió el rubio, abrazándose a sí mismo y bajando por un segundo su mirada. Las mejillas incontrolablemente sonrojadas y su cabeza aún, inmune a creer lo que en realidad estaba pasando. ¿Sería otro de sus sueños despierto? Realmente esperaba que no— .Yo también me siento un poquito nervioso, no estés triste por eso.

Y desviando la mirada del delgado cuerpo, Jungkook cogió el suficiente aire que sus pulmones le permitieron, estirando una auténtica sonrisa por sus labios y reteniendo sus ganas de atraer el cuerpo del chico y abrazarlo fuertemente. Podía sentir las ansias recorriendo su completa anatomía, y cuando dirigió un rápido vistazo hacia su cafetería, supo que debería hacer algo porque, y era obvio, él no lo dejaría escapar.

— ¿Estás ocupado ahora? — Preguntó el pelinegro, ganándose la pronta e inocente mirada brillante del niño, quien con ímpetu, negó furiosamente. Acción que, nuevamente, logró que Jeon se sintiese colmado. Era precioso, demasiado. Hermoso.

— No, no lo estoy, pero si lo estaría yo..., no importa. — Se rio, sonrojado y acariciando sus propios brazos, dándose el calor que no escaseaba— . No estoy ocupado ahora.

— Bien — sonrió Jungkook , cerrando sus ojos por una milésima de segundo antes de señalar el local y aclararse la garganta, increíblemente nervioso— . ¿Quisieras..., uhm, tú? ¿Te gustaría, oh..., aceptas tomar un café conmigo?

Tras pronunciar aquellas complicadas palabras, Jungkook sintió un ardor característico en la boca del estómago. Los ojos del rubio mirándolo con pronta sorpresa, y su cuerpo encogiéndose a la vez que una nueva y temblorosa sonrisa, iluminaba su rostro. Parecía estarse debatiendo internamente, y Jungkook creyó por un momento que lo rechazaría, como siempre temió. Pero cuando el sonrojo en el rostro del rubio se convirtió en uno más furioso, Jeon suspiró lleno de alivio, tan sólo esperando que las palabras del ojimiel fueran las acertadas, porque de otro modo, se sentiría completamente patético.

— Sí..., me gusta mucho el aroma del café — aceptó, su voz demasiado baja, pero no lo suficiente como para pasar a ser inaudible. Percibía el rebote incesante de su órgano interno, y se preguntó por un segundo, si su corazón realmente sería capaz de saltar fuera de su cuerpo; porque de así hacerlo, procuraría calmarse un poco. Tampoco era como si él pudiese controlar sus propias emociones en aquel momento.

¡Y es que no lo podía creer!

Cuando siguió al cuerpo más alto y éste le permitió la entrada al local, Jimin mordió el interior de su mejilla. Sabía que aquel lugar no era por completo de su agrado, pero el estar con el pelinegro le hacía sentirse seguro. De igual manera, él supo que quizá, tan sólo estaba exagerando, y la verdad nadie lo vigilaba. Realmente esperaba que así fuese.

Dentro de la cafetería, Chanyeol echó un vistazo a su amigo en la entrada, caminando junto al rubio hacia su mesa común, y abriendo sus ojos con extrema sorpresa, pudo sentirse incomparablemente orgulloso de su mejor amigo.

Sabía lo mucho que Jungkook habría estado esperando un momento como aquel, y cuando se permitió observar la extrema felicidad que irradiaba el rostro del pelinegro, lo confirmó. No quedando demasiado atrás las mejillas rojas del niño, y su peculiar ternura siendo caracterizada por la delicada corona de flores.

En su lugar, cuando Jeon arrimó la silla del rubio y tomó asiento a su frente, repitió en su cabeza que no podría pasar el día entero tan sólo mirándolo, aunque aquello no fuese en absoluto una mala idea. Debería aprovechar el tiempo al máximo, y definitivamente lo haría; aunque estuviese tan nervioso como una novia antes de su boda.

Y definitivamente, aquella comparación lo hizo reír, aligerando su pronta tensión y admirando como el rubio reía bajo, intentando imitar su carcajada y sintiéndose confundido; aunque de una manera perfectamente aceptable.

— ¿De qué te ríes? — Preguntó, divertido. Y cuando Jungkook lo observó avergonzado, fue su momento de soltar una adorable carcajada— . Me gusta reír.

— Sí..., a mí también me gusta hacerlo — soltó, mordiendo su labio cuando sintió el calor abrasar su pecho. La pregunta que se había hecho hacía unos días, fue respondida en aquel momento. Por supuesto, él sí pudo hacerlo reír, también— . ¿Cómo te llamas, eh? Supongo que tu nombre debe ser igual de lindo que tú.

Sin darse cuenta de las deliberadas palabras que salieron de su boca, admiró como el rubio detuvo su carcajada, sonriendo tímidamente y comenzando a jugar con sus propias manos. Cuando Jungkook reparó en lo que realmente había dicho, abrió su boca para decir algo al respecto, pero nada salió, y Park tampoco lo dejó organizarse.

— Mi nombre es Jimin ... ¿Y tú cómo te llamas? — Preguntó, llevando el dedo gordo a su boca y mordisqueando la uña nerviosamente. Jungkook sonrió enternecido, y exhalando el aire retenido hacía unos contados segundos, él sintió sus mejillas adormecidas al no poder dejar de estirarlas desde minutos atrás— . Y— yo supongo que..., tu nombre debe ser..., Dios.

— No, no debes decir nada — aclaró de inmediato, sintiendo el furioso y pronto latido que arremetió contra su pecho; riendo suevamente, volvió a notar el nuevo sonrojo que se apoderó del rubio, y notando perfectamente su precioso rostro aniñado, negó con adoración— . Me llamo Jungkook , y es un placer conocerte, Jimin . Después de tanto tiempo...

— Ha sido bastante tiempo, la verdad — soltó de inmediato, un suspiro afligido abandonando su labios— . Creí que no volvería a verte, pero aún mantenía mis esperanzas.

Con aquella confesión, Jungkook se miró abriendo los ojos con sorpresa. ¿Aquello qué quería decir, exactamente? ¿Qué Jimin esperaba verlo de igual manera, como él mismo esperaba hablarle?

Sin podérselo creer, Jeon alzó la mano y llamó a uno de sus empleados, el cual pronto los estuvo atendiendo y llevando sus órdenes. Durante unos minutos, ambas miradas perdidas en la contraria, y el rubio desviando la suya por escasos segundos, al verse irremediablemente nervioso de sostenerle la mirada a Jungkook demasiado tiempo. Y es que no podía evitar pensar en lo fantásticamente hermoso que era.

— Bien y... ¿qué haces, Jimin ? ¿Estudias? — Interrogó, rompiendo el pronto y no incómodo silencio que se había formado tras la marcha del empleado. El rubio doblando y desdoblando una servilleta, y sus pestañas rizando cada vez que se movían en dirección a Jungkook , quien parecía estar perdiendo la noción del tiempo.

— Sí — afirmó, asintiendo a su vez con la cabeza— . Recién comencé mi primer año en la universidad..., estudio psicología y la verdad me gusta mucho, se me hace interesante — soltó, sintiéndose extrañamente feliz cuando admiró al pelinegro completamente atento a sus palabras— . Tengo dos amigos, ellos son muy lindos conmigo y me cuidan desde que entré allí; son agradables. Deberías conocerlos.

— Me encantaría — dijo, completamente encantado ante la espontaneidad del chico. Éste sonrió, acomodando la corona de flores sobre su cabello y mordiendo su labio de manera cómica. Cuando los pedidos estuvieron a su frente, Jungkook dio una palmada amigable a su empleado— . Gracias, Mark.

— Muchas gracias, señor — soltó Jimin , cogiendo de inmediato el café helado y dándole un sorbo a la pajilla. Jeon mirándolo sin poder evitarlo, y es que no se creía el que, realmente y después de dos largos y arduos meses intentando lo que parecía imposible, él tenía al niño justo a su frente— . Oh, esto está delicioso, Jungkook . Gracias.

— No es nada, pequeño. Siempre trato que mi café sea el mejor — alardeó en broma, riendo antes de darle un trago a su propio vaso, pero cuando las grandes perlas color miel se posaron sobre él, se vio obligado a reposar el objeto sobre la mesa.

— ¿Oh..., este es tu café? Es decir... ¿todo este es tu café? ¡Siento mucho tomarlo, no sabía! — Dijo avergonzado, dejando su vaso en la mesa y arrimándolo hacia Jungkook , quien no evitó reír enternecido, y demasiado sorprendido de que la inocencia del joven fuese más allá de lo que realmente, él imaginó.

— No, no — negó, devolviendo el envase frente al rubio— . No quise decir eso, me refería a que ésta es mi cafetería, Jimin . Ese café es tuyo, así que no sientas tomártelo. Te lo estoy invitando.

— ¿Es tuya esta cafetería? ¡Oh, Dios, que fantástico! — Exclamó, dejando notar su pronta emoción, como si lo de hacía segundos no fuese ocurrido jamás. De inmediato, Jungkook se vio increíblemente atraído hacia aquel chico, y es que era lo que siempre buscó— . Quisiera tener algo..., me gustaría ser dueño de mi propia tienda de coronas. ¡Coronitas de flores!

— ¿Te gustan mucho las flores, eh? — Cuestionó, sonriendo abiertamente ante la mueca fascinada que adornaba la cara de Jimin , haciéndolo lucir completamente radiante.

— ¡Las adoro! ¡Son preciosas! Mi mami tiene un jardín muy grande y hermoso, pero nunca me deja coger sus flores — murmuró, haciendo un pequeño puchero que Jeon no pudo pasar desapercibido. De inmediato relamió sus labios, cogiendo el vaso y dándole un nuevo sorbo a su café, intentando drenar por completo sus sentimientos hacia el precioso niño. Pero desde luego, él no podía— . Yo igual las tomo, no puedo resistirme.

— Oye, que malo eres — bromeó, sacándole una pronta risa al ojimiel, quien encogiéndose de hombros, bebió de su delicioso café. Su mirada conectada con la contraria, y los labios de Jungkook curvados en una sonrisa jocosa— . ¿Cuántos años tienes, Jiminie?

— Cumplí dieciocho — admitió, emocionado— . Soy grande, pero a veces pienso como un niño y..., Dios, eso me hace creer que soy muy tonto.

— No, por supuesto que no eres tonto — dejó saber el pelinegro de inmediato, cogiendo la mano del rubio en un arrebato de valentía, y admirando las mejillas completamente rojas de éste— . Yo tengo veintiocho y a veces actúo como un niño, eso no me hace uno, ¿o sí?

— No lo creo — se rio Jimin , encogiendo sus hombros y mirando hacia otro lado. En la caja, admiró como un chico los veía con atención, y sonriéndole deliberadamente, alzó su mano y lo saludó— . Él nos está observando, ¿querrá venir y sentarse con nosotros?

Jungkook de inmediato volteó hacia donde el rubio observaba, y cuando admiró la enorme sonrisa de su mejor amigo, negó con la cabeza antes de reír suavemente y llamar la atención del rubio— . Él quisiera venir, pero no lo hará. Tampoco es muy divertido, no te dejes llevar por sus ojos de gatito — murmuró, como si se tratase de un secreto, y Park no evitó reír cómplice, asintiendo como un bebé.

En medio de las carcajadas, el teléfono del pelinegro sonó, y haciendo una mueca de disculpa hacia Jimin , tragó saliva cuando admiró el nombre en la pantalla, y seguidamente, la hora que indicaba el reloj. 4:50. Lisa estaría terriblemente enojada.

— Joder — susurró Jungkook , echándole un rápido vistazo al rubio quien, lleno de incertidumbre, lo miraba fijamente. Llevándose el teléfono a la oreja, Jeon aclaró su garganta antes de morder el interior de su mejilla, sin saber muy bien qué hacer— . Lisa. No sabes cuánto lo siento.

— Creí haberte citado hace veinte minutos, Jungkook . ¿Qué pasó? — Utilizando una voz autoritaria, la mujer se hizo resonar. Jungkook cerró sus ojos, exhalando por un segundo antes de tapar su frente. El rubio mirándolo sin perderse sus gestos, y una sensación extraña haciéndole sentir malestar.

— Hubo un cambio de planes, salió algo de improvisto y olvidé decirte. No fue mi intención que esto sucediera — aunque Jungkook sabía que, desde luego, toda su intención estaba puesta en aquel acontecimiento. Dirigiéndole una sonrisa circunstancial al ojimiel, él mordió el interior de su labio, nervioso— . ¿Podemos reprogramar la cita?

— ¿No puedes venir ahora? — Interrogó, sonando molesta. El pelinegro frunció los labios, no por completo seguro de su respuesta. Mirando a su amigo preocupado en la caja, y luego al rubio frente a él, cogió aire ruidosamente— . Dudo tener más tiempo disponible, y creo que esta es una conversación que me conviene tanto a mí como a ti, cielo.

Jungkook de inmediato se vio sumergido en un nuevo pozo, ¿por qué rayos le ocurrían aquel tipo de cosas a él? Debería tomar una decisión nuevamente, y no una cualquiera. Era Lisa o... Jimin .

Suspirando, él cerró los ojos antes de poder hablar nuevamente, sintiendo una presión conocida en su estómago cuando supo que sería inútil seguir alargando la conversación— . Lo siento, Lisa. En este momento estoy ocupado, supongo que nos tendremos que ver luego. Da igual, muchas gracias.

— Bien — murmuró, aclarando su garganta y sonando aún más disgustada.

Y sin esperar que pudiera responder algo a cambio, ella cortó la llamada. El pelinegro evitando la mirada insistente de Chanyeol, y centrándose en la de Jimin , la cual pronto estuvo fija en la mesa y las manos de éste, cogiendo el vaso de café helado.

— Si tienes que hacer algo, yo puedo irme, Jungkook — expresó el ojimiel, su voz diminuta y su corazón repiqueteando con dolor. Por supuesto que no deseaba irse, pero si Jungkook así lo quería, él lo haría. Todo porque, y aunque sonara ridículo, sentía que lo quería con exageración— . No arruines tus planes por mí.

— Oh, por supuesto que no — dejó saber de inmediato, sonando horrorizado— . No he arruinado nada, pequeño. No digas cosas como esas; eres igual de importante que cualquier otra cosa, ¿lo sabes, no?

— Pero..., apenas nos conocemos y ya hice que cancelaras una cita con Lisa y... — deteniéndose, él elevó su mirada. Jeon notando la pronta tristeza que invadía a ésta, y su pecho hinchándose de algo similar al amor. Demasiado similar.

— No te preocupes por ello, Jimin — dejó saber, elevando su mano y acariciando la mejilla suave, sin recato alguno y sacándole una sonrisa al rubio— . Podría asegurarte que preferiría pasar tiempo contigo a cumplir mis demás compromisos.

Y sin esperar nada más que una preciosa cara roja y sonrisa esplendorosa, Jungkook se repitió que aquello estaba resultando ser mejor de lo que pudo haber soñado.

(...)

Indicándole el camino, Jimin estuvo frente a su casa. Jungkook había conducido por las calles, grabándose todas y cada una de las intersecciones y caminos que conducían hacia la residencia donde el menor habitaba; deseando poder visitar aquel lugar con mucha más frecuencia de lo que sus propios amigos los harían.

Cuando fueron las siete en punto, Jimin decidió que era hora de irse o de otro modo, estaría en serios problemas, y es que una vez más, él olvidó decirle a su madre que se quedaría vagando por las calles un cierto tiempo extra. Si tenía suerte, ella lo perdonaría, y si tenía mucha más, su padre aún no habría llegado del trabajo. Aunque él sabía que aquello no era nada más que crearse falsas ilusiones.

Deseando prolongar el tiempo en el auto del pelinegro, Jimin comenzó a tararear la canción que se reproducía en el estéreo, agitando su cabeza con convicción y pareciendo recientemente entretenido. Jungkook rio, siguiéndole el juego y cantando a voz más alta la canción vieja, sorprendiéndose de que el niño realmente la conociera, pero resultándole innegablemente atractivo el gesto.

Hubieran estado allí la noche entera, y realmente ambos lo deseaban, pero cuando la puerta de la casa del rubio se abrió y dejó ver a su madre, Park se sobresaltó; pensando que ya estaba excediendo los límites de confianza. Él jamás había sido de llegar tarde, ni tampoco de avisar a donde iba porque, realmente, él nunca iba a otro lugar que no fuese su hogar; pero sabía que posiblemente, aquella noche sería buena para un llamado de atención.

— Me temo que debo irme — murmuró el ojimiel, mirando de reojo como su madre, con los brazos cruzados, parecía apurarlo con la mirada— . Muchas gracias, Kookie. La pasé muy bien, me gustaría tomar más café contigo.

— No hay problema, Jiminie — admitió, asintiendo con ímpetu, y es que escuchar aquellas palabras habían subido su presión— . También la pasé excelente, ha sido bueno volver a verte y esta vez, hablar contigo.

— Hasta pronto — murmuró, abriendo la puerta y sintiendo el corazón en la garganta cuando decidió, por un acto reflejo, volver y besar la mejilla del pelinegro, dejándolo estupefacto y sonrojado; para pronto escabullirse saltarinamente hacia su casa, echando un último vistazo atrás y con una preciosa sonrisa estirando sus mejillas.

Tocando la piel llameante que habían rozado los labios del rubio, Jungkook sonrió estúpidamente, y admirando como su madre lo adentraba a su casa antes de echarle un vistazo dudoso a él, se sintió por completo realizado. Después de todo, había logrado hablar con Jimin , y aunque fue por pura coincidencia, agradecía al mundo haber estado a su favor por primera vez en su vida.

Por su parte, y cuando entró en la casa, Jimin soltó una encantadora risa, recostándose de la pared y cerrando los ojos cuando logró tropezarse con sus propios pies. Yoora mirándolo con una ceja alzada, y su padre en el salón, perdiendo la atención en el programa que miraba en la televisión. Los dos mayores no pasaron desapercibido el suspiro enamorado que surgió de los labios del rubio, ni tampoco, las poderosas y sonrojadas mejillas que éste poseía, y aclarando su garganta, la mujer decidió que era hora de hablar.

— ¿En dónde estabas, Jimin? — Cuestionó, intentando sonar dura, pero realmente no podía lograrlo. Cuando su hijo la admiró y por consiguiente dejó salir una risa estúpida, ella entrecerró los ojos, admirando lo ido que estaba el rubio— . ¿Te drogaste?

— ¿Qué? No — rio, poniendo los ojos en blanco cuando mordió su labio y fijó su mirada en el ceño fruncido que tenía ella— . ¿Por qué me drogaría? Me enseñaste que las drogas son malas.

— Lo son — afirmó su padre, moviendo su mano con despreocupación. Jimin sonrió encantador, comenzando a caminar hacia las escaleras y no dispuesto a quedarse conversando con sus padres, como siempre lo hacía— . Hey, ¿a dónde vas? Tu madre te preguntó algo.

— Lo siento, mamá. Olvidé decirte donde estaba — murmuró, dándose vuelta, aun así, no deshaciendo la incomparable mueca enamorada.

— ¿Con quién estabas, bebé? — Trató de sonar más pacífica, e improvisando una sonrisa, notó la tan extraña que mantenía su hijo— . ¿Quién era ese sujeto?

Colándose en sus pensamientos, Jimin recordó el rostro precioso de Jungkook , e imposibilitado a ordenar las ideas y responder a las preguntas de su progenitora, como también evitar tropezarse con la escalera, él subió a trompicones. Sus padres frunciendo los labios cuando notaron su torpeza, y compartiendo rápidas miradas, se preguntaron qué ocurría con el pequeño rubio.

Llegando a su habitación, Jimin logró quedar acostado en su cama. La pronta risa arremetiendo contra su cuerpo y sus sentimientos aflorando enormemente. Sabía que estaba irremediablemente enamorado de aquel hombre, y poder verlo ese día, hablar con él y compartir emociones, tan sólo sirvió para aumentar las ganas de estar a su lado.

Sintiendo la vibración de su teléfono en su bolsillo, se apresuró a sacarlo. Su corazón rebotando con exageración y sus ojos brillando de anhelo, cuando en la pantalla se hizo notar el nombre del pelinegro, seguido de un mensaje suyo que el ojimiel no tardó en abrir; por completo embelesado.





N/A: Lamento si no puedo traerla más seguido o hacer maratón es que tengo mucha tarea pero sin dudas trataré de actualizar uno por día o tal vez dos.
Espero que les guste. Lo mismo les puede dar diabetes o estrés jajaaja.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top