El Eco de Eydis



El grito de Chris reverberó en las ventanas del departamento. Ni siquiera había alcanzado a sacarse la chaqueta con la que había salido cuando escuchó su nombre.

Se miraron entre todos y se apresuró a asistir el llamado.

Vakandi le saltaba a Chris encima mientras el otro, sentado en la cama y totalmente despeinado, intentaba calmarlo.

—¡Disculpa, Chris! Es que le gustas —se excusó incómoda agarrando al can por el collar. No dejaba de sentirse como una extraña en aquel lugar y que su mascota molestara a los habitantes del departamento la hacía sentirse bastante culpable—. No volverá a ocurrir. ¡Quieto Vaki! ¡Abajo!

—¿Qué? —Chris se sacudió el pelo de la cara y la miró confundido—. No... no me despertó Vaki —le sonrió al perro y le acarició las orejas, entonces le volvió a saltar encima e intentó calmarlo agarrándolo por la cabeza con cuidado—. Necesito darte un mensaje —soltó con rapidez—. Vi a Sebastian.

Robin se quedó quieta y su corazón se apretó. Ni siquiera parpadeó. Cada vez que ocurría algo relacionado con Sebastian o hablaban sobre él automáticamente dejaba de respirar, de moverse y de parpadear. Un efecto secundario al terror de cerrar los ojos, despertar y encontrarlo muerto.

—¿Qué...? —preguntó pausadamente—. ¿Cómo que lo viste?

Vakandi intentó lamerle la cara a Chris nuevamente pero éste se puso de pie con torpeza. El perro ladró moviendo la cola y salió corriendo de la habitación.

—Lo vi, no sé cómo, me habló de un viaje astral... —la miró preocupado—. Está en Ramaya, vivo. Pero no lo pude sentir. Tengo la sensación que cada vez es menos humano y más espíritu.

—¿Qué quieres decir con eso? ¿Está muriendo? —Se alteró—, ¿está comenzando a desaparecer? ¿No que teníamos más tiempo? ¿Qué vamos a hacer? ¿Qué...?

—¡Quiere comunicarse contigo! —Le dijo con rapidez deteniéndola por los brazos—. Hará lo que hizo conmigo mientras estés dormida, durante la noche. Al parecer es más fácil que hacerlo de día —su corazón se aceleró—. Quiere verte. Me pidió que te dijera que estés tranquila, que lo verás, te buscará. Tiene sus métodos... —entonces bajó la voz cuando escuchó voces en el pasillo—. No lo comentes con nadie. Liana no puede saberlo.

Robin sonrió a medias. Entre aliviada y preocupada.

—¿Te dijo cómo lo podemos sacar de ese lugar?

—Solo yo puedo hacerlo —le respondió—. Por eso me contactó. Es el lazo que tengo con él. Somos hermanos de alma —sonrió con tristeza—. Por eso quería golpearlo y abrazarlo al mismo tiempo.

Robin soltó una risa suave.

—Ahora no sé si podré dormir con la ansiedad de poder verlo...—susurró—. Me preocupa tener visiones del pasado, mi subconsciente no me deja descansar plenamente. Tengo el cerbero siempre alerta.

—Lo sé —le respondió inclinando la cabeza a un costado—. ¿Te ha ayudado el poder de Dimitri?

—Sí, pero hay cosas que ni siquiera él puede controlar —suspiró hondo, pensando si revelarle o no lo que le venía ocurriendo desde que Sebastian desapareció. Finalmente, optó por decirle—: mamá me metió información en la cabeza cuando fue Morgana y Moira, hay algo que busca salir a flote mientras duermo, pero se bloquea con las muertes...—Chris la miró ceñudo—. Dimitri lo sabe. Intentó llegar al rincón de mi cerebro dónde está esa información pero no puede entrar... —suspiró—. Dijo que era como la niebla en la cabeza de Sebastian cuando comenzó a soñar de forma repetitiva. Papá aparecía como Merlín y le bloqueaba los recuerdos porque no podía verlos. Al parecer mamá hizo lo mismo conmigo, solo que esta vez escondió algo que necesito ver y no puedo...

—¿Y crees que puedas verlo si te encuentras con Sebastian? Tu madre fue la que nos salvó de todo esto, gracias a ella tal vez logremos que Kaos no despierte, ¿qué crees que puede haber escondido? ¿Por qué no dijiste nada?

Robin se apretó los labios.

Desde que había recordado sus otras vidas las alteraciones de realidad ya no le parecían una locura como cuando creía que eran alucinaciones. No obstante, habían aparecido otras cosas.

Le estaba ocurriendo algo que nunca le había pasado en sus otras vidas, como tener recuerdos que no eran suyos. Recordaba a todos con quienes se había cruzado en el pasado, sabía quiénes eran en la actualidad y también sentía la ausencia de quienes aún no conocía de manera presencial en el presente. No obstante, muchas veces en sus sueños aparecían imágenes de su madre. Sabía que era ella, en otro cuerpo, con otra voz. Pero no la veía desde afuera, la veía desde sus propios ojos, como si estuviera reviviendo algún hecho del pasado de su madre que era importante. Estaba tenido visiones desde la perspectiva de Eydis.

Sin embargo, cada vez que ella iba a decir o hacer algo, sus recuerdos personales se reactivaban con detalle devolviéndola a un pasado tan hermoso como siniestro.

Todo era perfecto en sus encuentros furtivos con quien fuera Sebastian, no obstante, la muerte llegaba rápidamente, pero, en lugar de recordar el dolor, comenzaba a sentirlo en carne viva.

Y eso jamás le había ocurrido antes.

La única explicación posible era que Sebastian no estaba ahí con ella para equilibrar la balanza de los recuerdos. Algo que Meiling y Dimitri le venían repitiendo los últimos días.

La pregunta era, ¿qué tenían sus almas que parecía que el universo completo conspiraba contra ellos, juntos o separados, para hacerlos infelices?

Respiró hondo.

—Porque no quiero preocupar a nadie, menos a papá. Ya suficiente tienen con tenerme aquí, totalmente inútil porque no tengo poderes como ustedes. Sumando a eso mis alteraciones cuando estoy dormida... —se mordió el labio—. Es innecesario preocuparlos demás. No puedo controlar los recuerdos, pero sí la información, y no quiero que nadie sufra por mi culpa. ¿Te imaginas cómo se pondrá papá si sabe que mamá escondió algo en mi cabeza?

—¿Qué crees que pueda ser? ¿Algo relacionado al Kaos, a la batalla, a Phoenix? —Chris lucía bastante perturbado—. Si es importante tienes que encontrar un modo de acceder a esa información.

Robin se rascó los ojos, comenzaba a dolerle la cabeza, como ocurría todos los días llegado el atardecer. Recordar cada detalle de todas las vidas era como revivir una infancia muy larga con traumas ocultos por el subconsciente y que solo salían a flote llegada la noche. Si antes le aterraba dormir porque creía tener pesadillas, que su realidad se viera alterada por los recuerdos —como a todos les ocurría—, era aún peor. Y doblemente más doloroso cuando la muerte por la que pasaba se apoderaba de cada célula de su cuerpo.

No obstante, saber que Sebastian había encontrado un modo de verla, de contactarla, le había dado una nueva esperanza. Tal vez el simple hecho de establecer el contacto con él calmaría todas esas calamidades y podría tener un poco de paz.

El problema era no ponerse ansiosa y que por culpa de ello no durmiera en toda la noche.

—Lo quiero intentar. Dimitri me está ayudando y Meiling conoció a Morgana, fue su discípula como Celeana, así que ha intentado recordar lo que podría haber escondido o escuchado, pero cada vez que revisa las cartas ve lo mismo, una fractura, y mientras no despierte a su Diosa tengo entendido que no puede entender todo lo que muestra el pasado... —se acercó y le tomó las manos—. Por favor, no le comentes nada a papá, no quiero darle más problemas. Cuando me vaya con las chicas no quiero que se quede con la sensación de que mi cabeza tiene una bomba de tiempo.

Chris se soltó de su agarré y se llevó las manos a la cabeza, despeinando su pelo aleonado que estaba más eléctrico de lo normal.

—¿Te irás con ellas entonces?

—No me quedaré aquí haciendo nada —insistió.

Ya lo habían conversado con anterioridad. Luego que Batari falleciera nadie se había atrevido a negarle su deseo de luchar.

Nunca había sido una mujer empoderada, siempre era la paria que prefería alejarse de la sociedad antes que ser parte de ella, especialmente porque asumía que nadie podría entenderla producto de sus alucinaciones. Pero cuando los recuerdos despertaron, todo en ella volvió a ser como antes que su madre muriera.

Tenía más fuerza, poder de decisión y ganas de luchar. Algo que había hecho antes, en sus otras vidas, una y otra vez.
Tenía la pasión de Helena, El ímpetu de Uma, la furia de Tavea, la entereza de Lin, la valentía de Vanyara y el carácter de Elaine.

Su vida presente no iba a ser diferente. Incluso quería ser mejor que sus antecesoras.

Quería ganar.

Romper la maldición.

Ser feliz.

Y nadie se lo iba a impedir.

—Me iré con el equipo de Claire —dijo con firmeza—. Creo que nunca me di cuenta de cuánto necesitaba estar rodeada de mujeres hasta que las conocí a ellas —se llevó un mechón tras la oreja y sonrió con autentico cariño—. Además, con Claire tenemos un lazo de antes, me siento más segura con ella estando cerca.

—Claro, porque viajar con el equipo de Kamal sería demasiado incómodo ¿no? —bromeó Chris con tono ácido, a ella le enfrió la espalda. Entrecerró los ojos y lo miró con suspicacia.

—¿Qué quieres decir con eso?

Chris soltó una risa.

—Una de las cosas que Rubius odiaba de Vanyara era que se andaba besando a escondidas con Lysander en las tabernas de Edimburgo —Robin abrió la boca para protestar—. Sí, aún no conocías a Prassimo y estabas en tu derecho de besarte con quién quisieras, pero eso te dio una reputación, igual que a Sabrine y especialmente a June —se quedó en silencio un momento y luego se metió las manos en los bolsillos bajo la mirada amenazadora de Robin—. Por supuesto que Rubius odió saber luego que su hermano andaba con la sacerdotisa que se había revolcado con el capitán de la guardia del Marqués—. Ella sintió sus mejillas calientes—. Y después, en la otra vida, cuando te veías a escondidas con Baltazar en el granero de tu padre... —lo detuvo sacudiendo la cabeza.

—¡Ya, basta! —Sentía todo el cuerpo caliente. Liberar aquellos detalles puntuales de sus otras vidas podría haberse sentido ajeno y lejano, pero la verdad era que se sentía como si realmente hubieran ocurrido hacía solo unos días—. ¡Cuando era Vanyara, Lysander era el único hombre además de Merlín que conocía! Y Elaine... ¡Dios! ¡Baltazar era su mejor amigo! ¡Y luego conoció a Danielle! ¡Se enamoró de ella! —Se llevó las manos a la cara—. ¿Por qué haces esto?

Chris la agarró por las muñecas con cuidado para verle la cara.

—Kamal es mi amigo— le dijo con suavidad pero firmeza—, y, aunque quiero hacer las cosas bien contigo esta vez y considerarte una amiga como los demás, él está primero. No repitas los mismos errores de antes. Entiendo que son muy cercanos, el lazo que tienen es tan enredado como el que tengo yo con Sebastian, solo que el de ustedes es más... íntimo —dijo incómodo—. No entiendo bien esto, lo mío es hermanable, pero lo tuyo con Kamal es casi romántico...

—¿Y crees que es fácil para mí? —Le espetó enojada bajando la voz—. Ni yo misma lo entiendo. Nadie lo hace. Y soy la única que no tiene las respuestas que buscas. Ustedes tienen dioses a quienes preguntarles cosas. ¿Por qué no le preguntas a la tuya qué son estos lazos de mierda que nos hacen tanto daño? —Chris la miró con tristeza e incertidumbre—. ¿Crees, de verdad, que quiero hacerle daño a Kamal? —La nariz comenzó a picarle cuando las lágrimas ardieron en sus ojos—. Pues no. Me duele tanto tenerlo lejos como cerca, y la ausencia de Sebastian me está matando. ¡Pero no está en mí controlarlo! ¡No puedo hacerlo por esta estúpida maldición! ¡Por culpa de estos lazos de mierda que nos tienen atados a todos! ¡No es algo que pueda evitar! No puedo, ni aunque me borraran la memoria o me arrancaran el corazón. Simplemente no puedo dejar de sentir lo que siento. Por eso me voy con las chicas. Tengo que mantener distancia. ¿Es suficiente para ti?

Una tibia ola de calor le atravesó directamente al pecho y la paz la invadió hasta conseguir que las lágrimas dejaran de salir.

Alzó sus ojos, no podía sonreír, tampoco llorar. Christoffer había controlado su agobio, su dolor y su preocupación, causándole una tranquilidad que no la dejó reaccionar. Como si por un momento se hubiera olvidado de todos sus problemas.

La miró con tristeza.

—Lamento por lo que estás pasando, de verdad quiero que sientas paz —se mordió el labio con nerviosismo. Robin sabía que había algo que no le habían dicho, pero tal vez, era mejor así. No sabía si su cabeza podría soportar más de lo que ya estaba procesando—. Y sí, creo que será buena idea que te vayas con el grupo de las mujeres... pensándolo bien, a todos nos hará bien sentirnos útiles. Y creo que a ti, aún más.

—Prometo que haré lo que esté a mi alcance para ayudar, soy buena buscando cosas —dijo con tono monocorde, Chris le dio la razón asintiendo divertido—. Y trataré de controlar la atracción que siento por Kamal, no quiero causarle el mismo daño de antes...

Chris la miró fijamente.

—Sabes que irá tras Phi —alzó una ceja—, ¿podrás soportarlo?

Robin sintió la cosa más extraña e inexplicable que podría haber sentido. Una combinación entre celos, felicidad y alivio.

Porque Kamal iría por quién hubiera sido June y Danielle, una de sus hermanastras cuando era Vanyara y su mejor amiga cuando era Elaine.

Una mujer cuyo lazo le hacía sentir que la necesitaba más que nunca. El deseo de abrazarla palpitaba en su piel. La misma necesidad que sentía hacia Claire, incluso Meiling. Aunque a ella le tenía una suerte de respeto que limitaba con el temor. Porque ninguna de las sacerdotisas se atrevía a mirarla a los ojos cuando era Celeane, la bruja que visitaba a Merlín. Aunque la vidente era amable y muy simpática, tenía temor de que con solo tocarla ya pudiera saber todo su pasado, presente y futuro. Ni siquiera quería saber si ella había visto su destino con Sebastian.

Ya había sido suficiente con la última advertencia de Batari antes de morir y quería quedarse solamente con esas palabras.

—Va a encontrar a Danielle, creo que es más importante el lazo que hay entre ellos que el que tiene conmigo —suspiró y notó que Chris la estudiaba escéptico—. Créeme, me encantaría encontrar la forma de romper el lazo que tengo con Kamal para que él tenga la libertad de amar a quien quiera sin tener que estar inexplicablemente atado a mí. Ni siquiera sé por qué ocurre esto. Si yo con Sebastian estamos enlazados al mismo destino, ¿por qué la vida, el universo, un Dios más grande, o lo que sea, le hace esto a alguien como Kamal?

Chris le puso una mano en el hombro, sus emociones habían logrado escapar de la contención y supuso que él estaba intentando volverlas a encapsular.

Sin embargo, por su expresión parecía que le quería decir algo. Llevaba mucho rato con aquella mirada de incomodidad. Robin suspiró.

—¿Tú sabes por qué ocurre? —Chris parpadeó—. ¿Por qué tenemos estos lazos? ¿Sientes algo en nuestras almas? Si sabes algo, lo que sea, Chris, por favor dime, para buscar una solución.

Él se entristeció y bajó la mirada al suelo. Movió la cabeza de forma negativa lentamente.

—No. No lo sé...

Sabía que le estaba mintiendo.

Porque ella hacía lo mismo cuando no quería decir lo que sabía.

Y no sabía si tomarlo como un favor hacia su sanidad mental, o, como un favor a los otros, para que justamente el exceso de información no terminara por causarles daño a los demás a través de ella.

—¿Está todo bien?

Noah ingresó a la habitación interrumpiéndolos. Por un instante pensó que el destino había encontrado el momento justo para impedir que abriera la boca y siguiera cuestionando Christoffer.

—Sí, Vaki despertó a Chris, lo lamento —dijo alzando las cejas hacia él, el otro solamente asintió.

—No hay problema, ya dormí suficiente.

—Deberíamos irnos a otro lugar, hija, Vaki no puede estar aquí con tanta gente. Es incómodo para él y para los demás.

Robin asintió lentamente.

—De todos modos vendrá conmigo a Brasil, así que no molestará por mucho tiempo —respondió viendo a su padre a los ojos, Noah ciñó sus cejas.

—¿Sigues con eso?

—Ya tomé mi decisión. No me quedaré aquí. Iré con las chicas.

—Si no les importa, ¿podrían seguir la discusión fuera de mi habitación, por favor? —pidió Chris soltando un bostezo.

Robin asintió y le hizo un gesto de agradecimiento que esperaba que el otro entendiera. Salió con la mente distraída, con la idea de que le escondía algo y que Sebastian quería verla.

¿Cómo iba a suceder eso? Si su propio subconsciente intentaba mantenerla despierta de noche para no caer en las garras de las visiones.

—Hija, ¿podemos hablar? —insistió su padre.

Se detuvo un segundo antes de llegar a la sala y se volteó hacia él.

—No seguiré discutiendo lo del viaje contigo... ya está decidido... por favor, déjame encontrar mi propio rumbo.

Pero la expresión de Noah fue dura.

—¿Es que no entiendes que si das un paso en falso y te ocurre algo no solo me habrás destrozado si te pierdo, sino que todos moriremos a consecuencia de ello?

Robin cerró los ojos lentamente.

—¿Y qué quieres que haga? Si la muerte me tiene que encontrar entonces va a suceder incluso si me dejas encerrada, porque si estalla el edificio por una fuga de gas moriré eventualmente —le dijo con firmeza—. Ya lo tengo asumido, y estoy cansada que quieras hacerme sentir responsable por el destino de los demás solo para mantenerme prisionera. He estado encerrada toda mi vida, con miedo a vivir, me cansé, no seguiré más ordenes, si voy a morir que sea haciendo algo útil mientras intento encontrar un modo de poder romper esta maldición. ¿No es lo que todos quieren? —Espetó enojada—. ¡Deja de usar tu sufrimiento para manipularme! Porque si a ti te ocurre algo también me va a destrozar. ¿Puedes por un momento dejar de ser tan individualista, papá? Esta misión es peligrosa para todos, incluso para ti.

—Tienes que entender, hija, necesitamos despertar a os dioses, no podemos morir antes de que eso suceda...

Robin se acercó con el cansancio tatuado en sus facciones, sobretodo después de haber vivido demasiadas veces esa discusión los últimos días.

—¿Y por qué crees que moriré tan fácilmente? Son ustedes los que tienen que encontrar rápidamente un modo de despertarlos. No me pongas a mí al medio como un obstáculo, porque no lo soy —arrugó la nariz y lo miró enojada—. Y, si la desgracia ocurre, por último tendrás la oportunidad de encontrarte con mamá. Al menos trata de verle algo bueno a la muerte. Yo quiero hacerlo, porque siento que si le tengo miedo a morir no podré encontrar a Sebastian ni tendré las fuerzas para destruir la maldición. Esta vida me está dando otra oportunidad diferente por alguna razón.

—Es que ni siquiera lo conoces —le dijo abrumado, por un momento su cabeza dejó de procesar.

—¿Vas a utilizar el mismo argumento de la loca? —Preguntó refiriéndose a Liana, la bilis hirvió en su interior—. ¿Qué no lo conozco en esta vida y que por eso no debería arriesgarme ni insistir? ¿Es que no entienden que lo que nos pasa no tiene nada que ver con esta vida?

—Aunque no lo quieras ver tienes que asumir la verdad —insistió Noah cargando su tono con un dejo de rabia—. No lo conoces. Antes, en otras oportunidades tuvieron tiempo de estar juntos. Ahora irás tras un desconocido que no solo quería matarnos a todos, sino, que además fue criado para odiar. El alma es una cosa Robin, pero la vida que llevamos en la actualidad es más fuerte. Somos lo que nos tocó ser. Y él no va a cambiar por ti. No va a dejar de ser Sebastian Colter, el hombre que siendo un niño escupió en la tumba de sus padres.

Robin asintió lentamente.

—Mi infancia fue una mierda —le susurró enojada—. No me cuidaste ni te preocupaste por mi estabilidad emocional cuando mamá murió. Le dejaste eso a Vanna. Y cuando ella se fue, me dejaste a merced de psiquiatras y psicólogos para que no tuvieras que hacerte cargo, porque estabas demasiado destruido con la muerte de mamá —comenzó a ver borroso—. Fui violenta en la escuela, golpeaba a quién se burlaba de mí, tenía déficit atencional, odiaba a la gente, odiaba a quienes sonreían y amaban, porque yo no podía tener eso. Odié mi vida cada puto segundo hasta que aparecieron todas estas personas—apuntó hacia la sala—. Personas que tú me ocultaste y que han hecho que me sienta más humana que nunca —jadeó—. Siempre supiste quiénes éramos con Sebastian y aún así me manipulaste para no entender las pesadillas. Dejaste que creyera que estaba loca. Dices amarme y que no podrías vivir sin mí, pero lo único que has hecho es volverme una cáscara sin emociones. Hasta que, gracias a todo lo que ocurrió, finalmente di con él. Nos recordamos. Y creo que nunca había tenido un segundo de felicidad tan plena como hasta ese momento, ¿y sabes? Ya ni siquiera me importa cómo era hace algunas semanas. No me interesa recordar mi infancia, ni la mierda de vida que tuve. Porque él me ha hecho recordar quién soy de verdad. Dices que el alma es una cosa aparte, pero la verdad es que me siento mucho más completa ahora que he recordado quién soy gracias a él. Porque gracias a ti, estuve a punto de suicidarme —los ojos de Noah estaban irritados y su nariz enrojecida—. Y si no me crees, pregúntale a Vanna, porque cuando murió Kalú estaba a medio camino de que mi cadáver apareciera sumergido en el Elliðaár*. Y ella me detuvo.

Noah cerró los ojos suavemente y suspiró.

—No seas injusta, no tienes idea de lo que...

—Imagino que creíste que sí. Que estabas dando todo por mí, pero ya te aviso que no. Y sí, yo cambié, no soy la misma de hace algunos días. No soy la misma hija que le tenía terror a las pesadillas. Porque a ti te convenía que les tuviera miedo —se sintió fatal al ver el rostro entristecido de su padre, pero ya estaba harta de pretender que entre ellos estaba todo bien, porque no era así—. Y te puedo asegurar que Sebastian tampoco es el mismo que todos odiaban. Sí, tengo que volver a conocerlo, aprender quién es él en esta vida, pero si su alma ha despertado como la mía entonces no será el mismo miserable que todos odian, así como yo no soy la misma asocial de hace unas semanas que quería suicidarse. Porque ahora solo quiero vivir. ¿Te imaginas cómo debió sentirse Sebastian cuando descubrió que sus padres fueron manipulados y que murieron por protegerlo? No necesito conocerlo para saber que si su alma despertó se odiará a sí mismo por mucho tiempo.

Noah bajó la voz.

—Cometí muchos errores, sí, antes también, los llevo cometiendo desde que fui Drako, pero siempre mi misión ha sido protegerte, y ahora no solo sigo intentando cumplir con ese deber sino que además te amo, porque eres mi hija —agacho la cabeza y se quitó los anteojos para secarse los ojos—. Nunca fui padre antes y en esta vida he descubierto que es demasiado fácil cometer errores por querer proteger a quienes amas. Tu historia con el alma de Sebastian es tan enredada como todo lo que estamos viviendo y solo quiero que esto se equilibre para dejar de verte sufrir. Porque vas a sufrir Robin, te estás ilusionando con los reencuentros del pasado, pero esta vida es diferente para todos, incluso para ustedes —se sorbió la nariz y la miró con tristeza al alzar la barbilla—. Solo quiero que actúes con la cabeza fría. Siempre has sido impulsiva, pero por esta vez te lo suplico, sé más sensata. Piensa antes de actuar, antes de tomar cualquier decisión.

—Ya lo hice, lo he pensado demasiado, y si todo este discurso es para que no viaje, no te resultará. Iré a Brasil con el grupo de Claire. No discutiré eso contigo ni con nadie. ¿Cómo puede ser posible que sea la única que tiene esperanzas en el futuro? ¡Y fui yo quien perdió a Sebastian apenas lo conocí!

—Mientras el mundo se siga cayendo a pedazos nadie tendrá esperanzas ni será feliz, hija...

Robin inclinó la cabeza con tristeza.

—Si mamá estuviera viva, ¿pensarías lo mismo? —le cuestionó bajito, Noah parpadeó—. Creo que cuando eres feliz da lo mismo que el mundo se te caiga encima. Lucharás por quienes amas con la esperanza de poder cambiar el mundo para que sea mejor para ellos. Tú no eres feliz, papá. Y esa miseria me la estás echando encima porque ya no te quedan esperanzas —algo dentro de ella se sintió cálido al decir aquello, Noah la miró con un leve dejo de sorpresa—. Por primera vez siento que tengo algo a lo que me puedo aferrar para luchar. Honestamente, si mi vida hubiera seguido igual que antes me habría dado igual que el universo se extinguiera. Pero ahora que mi vida se ha enlazado a tantas personas y a algunas que aún no conozco... —por su cabeza pasó la sonrisa graciosa de June y la mirada picaresca de Danielle—. Créeme, quiero hacer algo por ellos. Por ti. Por Sebastian.

Noah le acarició la mejilla y ella sintió el deseo de alejarse, pero se contuvo. Sabía que había sido dura, pero Noah le había ocultado tantas cosas durante toda su vida que le costaba ser empática.

Estaba decepcionada.

—¿Alguien quiere té? —Exclamó Isis por el pasillo. Alzó las cejas cuando se topó con ellos—. Disculpen, no los vi.

—Tranquila, querida —sonrió Noah con melancolía, y le dirigió a Robin una última mirada—. Solo conversábamos.

Se hizo a un lado pasando de ella para ir a la sala.

Robin cerró los ojos y suspiró. De algún modo siempre terminaba sintiéndose culpable por lo que decía y hacía.

Y ya estaba cansada de romperle el corazón a su padre todo el tiempo.
Pero simplemente no podía pasar por alto ciertas cosas que cada vez se esclarecían aún más en su cabeza.

Drako, el mentor de Tavea, había sido rudo y violento con los entrenamientos; Gao había sido estricto y usaba la vara; Merlín era estoico y rara vez sonreía, además de ser sumamente exigente con las pociones sanadoras, pero era dulce a su manera; y Ranton... a diferencia de los demás, era un poco más vivaz y siempre estaba alerta, aunque a ella solía contradecirla en varias ocasiones, especialmente cuando se dejaba coquetear por Baltazar.

Se estremeció y no pudo evitar que el escalofrío la obligara a afirmarse de la muralla. Kamal había sido Baltazar, y por consecuencia, hijo de Ranton: Noah.

Cerró los ojos.

—Esto está cada vez más loco... —susurró para sí misma. Vakandi ladró desde la sala y alguien gritó para que se bajara de la mesa.

Resopló con hastío y fue a reunirse con los demás.

Esa noche intentó entregarse al sueño, pero la ansiedad de que ocurriera lo que Chris le había dicho no la dejaba relajarse. Así como tampoco podía conservar la calma sabiendo que una vez que se quedara dormida podría volver a revivir una muerte.

Se dio vuelta sobre el colchón varias veces, intentando no hacer ruido para no despertar a Zoe, porque Isis se había escabullido en algún momento de la madrugada, y, como no quería ser impertinente, fingió dormir. Pero ya sabía a dónde se había ido.

Vakandi estaba a sus pies, pero, como solía ocurrir cuando no podía conciliar el sueño, el exceso de patadas a las mantas había obligado al pobre Boyero a buscar refugio a los pies de Zoe.

Se quedó de espaldas al techo y jugó con las sombras que la luz de la luna proyectaba sobre sus mantas. Le dolían los ojos debido al cansancio, los tenía resecos y comenzaba a pesarle la cabeza.

"Vamos, quiero dormir..."

Su cabeza procesó el pensamiento como un quejido agotador justo cuando sus ojos miraron al cielo por entre las cortinas. Se quedó con la vista pegada en la luna que brillaba llena entre un par de nubes, y entonces sucedió justamente lo que no deseaba.

Cayó en un sueño profundo que la llevó de inmediato a la piel de Lin después de haber sido atacada por el general.

Se miró las manos y el cuerpo. La sangre escurría por entre las piernas y la boca le sabía a metal producto de las heridas y los golpes.

Un pitido agudo atravesó su oído derecho. Comenzó a seguir la secuencia antes de morir. Intentó controlar el recuerdo, impedir que Lin se suicidara, no estaba dispuesta a revivir el dolor de su cuello al romperse y la falta de oxigeno al colgarse de la viga.

Había sido una muerte lenta. Lin creyó que sería rápido, pero fue totalmente lo contrario.

Robin intentó escapar. Lin se estaba subiendo sobre el banquillo, pero ella no quería ahogarse. No podría gritar si le faltaba el aire, Zoe no despertaría.

Podía morir de verdad si el oxigeno dejaba de circular estando sobre la cama. Esperaba que Vakandi al menos se alertara.

No podía detener el recuerdo. Lin se estaba amarrando la sábana al cuello.

Era cuestión de segundos.

Intentó volver a la cama, volver a la actualidad, se concentró en su propio cuerpo pero solo sentía el dolor del cuerpo de Lin, la humillación y el corazón hecho pedazos.

Al otro lado de la ventana, el cadáver de Xiang brillaba destruido y ensangrentado en el poste de madera con los cuervos picoteando sus restos bajo la luz de la luna.

Intentó cerrar los ojos pero Xiang era lo último que Lin quería ver antes de morir.

"No, no, no... no te suicides, por favor, sáquenme de aquí, no quiero revivir esto, ¡ayuda! Quién sea, ¡sáquenme de aquí!"

Fue justo en el instante que Lin pateo el banquillo que algo la empujó hacia delante. Se golpeó la frente, pero no sintió dolor.

Cuando abrió los ojos se llevó una sorpresa tan grande que retrocedió del puro susto.

Estaba en la caverna donde Breman había escondido los libros. Y su madre estaba ahí, con una navaja en la mano mientras Alabaster la rodeaba con calma.

—Dame eso, Eydis...

—¿Qué hiciste Al? ¿Qué pretendías?

—No lo entiendes, necesitamos esto...

—¿Necesitamos? ¡Yo no necesito nada! ¿Asesinaste a Klaus y Esmeralda por esto? ¡Dejaste a Sebastian solo!

—¡Sebastian será criado por mí! ¡Por alguien que sabe lo que puede hacer con el don del Dios de la luz! ¡Los Colter querían mantenerlo oculto!

—¡Porque es su hijo! ¡Querían protegerlo!

—¡No! ¡No! ¡Lo querían esconder porque es descendiente de los Acacios!

Su madre sacudió la cabeza con el rostro empapado en lágrimas y tierra.

—Ni aunque hubiera descendido de la misma Diosa, Al, ¡nada te daba derecho a hacer lo que hiciste! ¡Eres un monstruo! ¡Estás loco! ¡Completamente loco!

—Dame el libro, Eydis, no arruines todo lo que hemos conseguido... —su madre escondió algo en la espalda y retrocedió asustada, manteniendo la navaja en alto. Robin se sostuvo de la roca para poder ponerse de pie.

—¿Mamá? —Susurró.

Los ojos de Eydis la miraron por un momento.

—Sigue las estrellas...

El eco de la petición reverberó dentro de su mente. Comenzaron a dolerle diversos lados de la cabeza, la imagen desapareció. El dolor se propagó por todo su cráneo hasta que sus oídos comenzaron a pitar.

Entonces se despertó de golpe. Se sentó en la cama con el pecho mojado, el amanecer estaba asomando en el horizonte tiñendo el cielo de un suave tono liliáceo.

Por su boca se deslizaron gotas de sangre que le caían de la nariz. Se la cubrió con la mano y apretó el tabique.

¿Qué descubriste mamá? ¿Qué me quieres mostrar?

NOTAS

Este capítulo tiene como detalles importantes, la relación con Chris, y la separación emocional que Robin tendrá con Noah en esta historia. Ya que no le perdonará tan fácilmente que le haya escondido cosas tan importantes.

Por otro lado, este capítulo toca un tema importante que será relevante para todo lo que viene en el futuro y el tercer libro.

El recuerdo de Eydis es pieza clave en lo que vivirá Robin en esta historia. Imagino que querían ver el reencuentro entre ella y Sebastian, pero no quería que fuera tan inmediato.

No obstante, no se preocupen por eso, que en el siguiente contado por ella ocurrirá ese esperado reencuentro.

*Elliðaár: Es un río que crece en la zona noreste de Islandia. Se junta con dos riachuelos que bajan por las laderas del volcán Bláfjöll, y luego fluye hacia Reikiavik hasta desembocar en el océano Atlántico.

¡Gracias por leer!

¡Los quiero tres mil!

Kate.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top