Inrerludio Erin

Los últimos días había estado bajo el dominio de su propia oscuridad. Estaba cansada, deprimida, abatida y cansada.
El poder de la luna era fatigante. Los deseos estaban presentes en cada rincón de la caverna. No era necesario escucharlos, bastaba incluso con sentirlos.

Todos querían salir de ahí, querían su libertad. Pero cada vez que alguien pedía ayuda o deseaba que todo terminara, Phi lo complicaba.

En algún momento la diosa se disculpó con ella. En especial después de haberla poseído estando en Chile. Pero la Diosa estaba tan enojada con el universo y sus creadores que le era imposible ser empática con la humanidad.

Aquello consumía a Erin poco a poco.

Recordaba que en sus dos vidas anteriores tenía carisma, sentido del humor, fuerza, energía y determinación. Odiaba que Phi le hubiese arrebatado eso, porque por culpa de aquella energía deprimente se sentía todo el tiempo fatigada e insegura. La misma deidad proyectaba eso en ella.

Hasta consumirla físicamente.

Cuando vio a Sebastian, el contacto inminente entre Phi y Antaruk fue desastroso. Sin embargo, aún así se respetaban y era ese respeto lo que ayudó a que pudieran enlazarse.

El alma de Erin quería rescatar los retazos de las vidas anteriores donde era pura chispa y alegría, y sabía que Phi podía concedérselo si la ayudaba a conseguir lo que quería. Estar con Torú.

"Debemos encontrar a Robin para revertir su deseo. Solo así podré estar con Torú."

Si bien no comprendía del todo a qué se refería porque no le daba explicaciones cuando le hablaba de "revertir" entendía la urgencia de su petición. Por ello se había enlazado con Sebastian. De algún modo sospechaba que solo ellos podrían ayudarla.

¿Por qué? Ni idea. ¿Qué tenía que ver Robin con que Torú y Phi pudieran estar juntos por fin? Tampoco.

Pero si la diosa aceptó el plan de ayudarla con Pedro para sacarla de ahí, debía tener sus motivos.

Cuando Sebastian descubrió lo que podía hacer con el Dios Abrantos, lo que fue una sorpresa para todos, Erin se dedicó a su parte del plan: convencer a Pedro de ponerse de lado de ellos.

Que Liana volviera los poderes en contra era terrible. Había sentido en su propia sangre como la desdicha y las tergiversaciones a todo lo bueno que podía creer no se concedía hasta el punto de consumir su humanidad por un momento.

Pero que Pedro contralara la voluntad era incluso peor. Porque eso la reducía a una simple muñeca sin control de su propia mente y cuerpo.

Mientras Sebastian se dedicaba a informar a los demás sobre el encuentro que habían tenido con Kamal, ella intentó distraer a Pedro para que no se fijara en el comportamiento errático de los otros.

—¿Qué te ha dicho Phoenix sobre mi poder? —Le preguntó a Pedro. Este la miró con desconfianza.

—Que todo lo que se le pide a la luna se tergiversa.

Ella hizo un mohín intentando lucir graciosa, pero por experiencia sabía que se vería más rara que simpática.

—No es tan así —mintió. Aunque en realidad sí existía la opción de hacer que Phi colaborara mientras se le ofreciera algo a cambio—. Phi puede conceder deseos muy literales también. Solo hay que tener cuidado con las palabras.

—¿Y qué palabras serían esas? —Le preguntó con cierto interés, aunque la mirada de que estaba hablando con un insecto no se le quitaba de su expresión.

—Pues... —frunció los labios—, si le pides ser admirado y adorado por todos podría convertirte en una estatua —rio despacito. Pedro frunció el ceño—. Es verdad. Tal vez no te va a convertir a ti mismo en una estatua, pero puede hacer que te mates en un accidente y te construyan una estatua en tu honor.

La expresión de Pedro cambió.

—Qué jodido —bufó—. Entonces Phoenix tenía razón.

—Él cree que la tiene —Erin pensó con rapidez. Por su mente cruzó la imagen del cardenal que quemó a sus hermanas y que la obligó a morir en el hielo. Tenían que poner a Pedro de su lado, pero no podía llevarse ella toda esa carga. Necesitaba ayuda—. Pero hubo una época en la que Phi sí concedía deseos puros y nobles.

—Debió ser hace mucho. Si la humanidad cada vez pide más cosas para tener paz y nada ocurre —observó con interés, dejando esa mirada adusta de lado. Suavizando sus facciones.

—Por eso mismo. Si la humanidad quiere paz, Phi les da lo opuesto. Porque claro, si todos morimos por culpa de una guerra...

—Habrá paz. Entiendo.

—Entonces, si hay algo que desees muchísimo, hay que usar las palabras adecuadas, para que no pueda ser tergiversado ni contravenido —Pedro se quedó en silencio, Erin alzó la mirada. Las expresiones de los demás eran graciosas. Seguramente por el esfuerzo de hablar entre ellos mentalmente—. ¿Por qué ayudas a este hombre si eres uno de nosotros?

Pedro cortó otro pedazo de fruta y no la miró. No obstante, su expresión se había suavizado. Miró hacia todos lados y se encogió de hombros. Erin apenas escuchó cuando susurró algo.

—¿Qué? —se acercó un poco más. Él no se movió.

—Quiero enmendar mis errores —masculló—. He hecho cosas muy malas en mi vida por ambición. Perdí lo que más amaba por ser egoísta. Ranku está débil y se apodera de mi energía cuando ocupo su poder. A veces no me puedo mi propio cuerpo —Erin asintió, sabía cómo era eso—. He hecho cosas muy malas, y Phoenix no solo me prometió poder, sino que además dijo que me ayudaría a limpiar mi pasado, que controlando a Kaos se puede controlar la parte de él que habita en nosotros. Quiero olvidar lo que he hecho, comenzar de cero en este nuevo mundo que él me ha prometido.

Se escuchaba afligido. Erin no entendía muy bien todo aquello de los dioses y su despertar. Aunque las últimas semanas había vivido más experiencias extrañas de las que podía contar. Recordó a Isabel, la niña que no hablaba, y como parecía tener un especial lazo con ella.

—No es la oscuridad lo que solucionará tus problemas, es la unión de todos los dioses. Créeme, ya lo he vivido —sonrió despacio—. Y si quieres ayuda, tal vez yo pueda hacer algo. Pero debes pensar muy bien en lo que necesitas, no en lo que quieres. Ahí está el secreto para que Phi te ayude.

Pedro la miró con interés por primera vez, y entonces su expresión cambió a una de autentico miedo. Por el pasillo se asomaron Phoenix y Liana.

Dentro de ella algo reverberó. Luego vinieron algunas discusiones, y Castian se puso como un loco con Liana. Muy dentro de ella disfrutó ver cómo la mujer sufría en manos del sujeto, y Phi también parecía gozar con ello. Pero debía enfocarse en lo importante.

¿Qué era lo que Phi necesitaba para ponerla de su parte?

Suspiró e intentó lo que nunca había hecho antes, siguiendo su propio consejo.

"Deseo que seas feliz, Phi."

Justo en ese momento se escuchó un disparo, luego, Sebastian escapó con Liana en el momento que Castian le saltó a Phoenix encima.

"Ve con él y llévate a Pedro contigo." La sorprendió Phi. Hizo uns pausa y luego agregó: "Gracias, Erin."

Pedro seguía con la mirada cargada de miedo hasta que ella se le acercó y le dio la mano. Él se la cogió y juntos corrieron tras Sebastian y Liana.

—¡Vamos! —escuchó que gritaba alguien.

Por primera vez en esta existencia había hecho lo correcto. Fuera lo que fuera, estaba segura que entre esos cuatro dioses estaba una de las soluciones a sus propios problemas y el de los demás. 

NOTAS

En este capítulo me inspiré un poco en Aladdin y el deseo de liberar al genio.
Erin hizo un tremendo descubrimiento.
¿Y si en lugar de temer al lado oscuro de la luna, abraza su luz?

¡Nos leemos pronto!

Y recuerden que estoy enviando los manuscritos de CR a diferentes editoriales. Si de verdad desean ver estos libros en librerías y tenerlos en sus manos, ayúdenme a pedirlos a las editoriales, en especial a Planeta, Penguin, Wonderbooks, Oz, Nocturna, Gran Travesía y Urano.

¡Los quiero!
Kate.

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