Capítulo OO8

El comienzo de todo|모든 것의 시작

Los ojos de Jungkook echaban chispas en direccion a Lalisa, quien gracias al mareo y al pánico que le provocó su mirada por unos segundos inclinó su cuerpo hacia atrás para que el soltara su muñeca. Sin embargo, no lo hizo. Jungkook en cambio presionó más esta zona mientras rechinaba entre dientes.

-¡Eh!-se quejó Minho viendo la situación-¿Qué le haces, idiota?

Jungkook se dio media vuelta mirando de la forma más intimidante que pudo a Minho, quien al ver que se trataba del gran y poderoso magnate terminó por dar unos pasos hacia atrás como un cobarde. Jungkook sonrio.

-Eso creí-le dijo, para luego volver a Lalisa.

Lisa hizo una mueca viendo borroso. Su cabeza daba vueltas en ese momento, ya que cuando se trataba de alcohol siempre era la primera a la que le hacía efecto. Y en ese mismo momento se quiso maldecir por ello; ya que viendo su mirada, quiso insultarlo de todas las formas posibles y hacer algo, pero nada salía de ella.

Jungkook había hablado unos minutos antes con sus socios y habían cancelado la reunión organizada, ya que hubo inconvenientes en Japón. De hecho, Jungkook se lo esperaba, pero lo que no se esperaba sin lugar a dudas, era observarse en el baño del aeropuerto y ver que todas las miradas curiosas y graciosas que le daban era porque su cabello era azul y parecía un maldito pitufo.

Apenas vio esto supo que la culpable de eso era Lalisa. Y sin perder tiempo y con su viaje postergado, decidió tomar el primer taxi que encontró e ir volando hacia su casa. Comenzó a saber que algo andaba terriblemente mal cuando pudo visualizar desde su lugar en el auto millones de folletos pegados en todas las paredes del lugar. Se bajo unos segundos rapidos del taxi para poder ver con más detenimiento aquello.

Y sencillamente, al leer de que se trataba, no pudo explicar la furia que sintió en ese momento.

Y ahí estaba ahora. Mirándola como si quisiera ahorcarla, Y eso era justo lo que quería hacer. Así que sin mas, cargo el cuerpo de Lisa en su hombro y comenzó a caminar con ella arriba suyo a cuestas. Lisa se quejó de esto y comenzó a gritar que la estaban secuestrando mientras pataleaba y pegaba puños en su espalda. Sin embargo nadie la oía, ni nadie estaba interesado del escándalo que hacia, ya que la música sonaba tan fuerte que era imposible oir algo más que no fueran sus propios pensamientos.

Jungkook camino hasta las escaleras y empujando personas subió sin quitarse el cuerpo de Lalisa del hombro. Lisa para entonces ya se había resignado, estaba muerta.

Jungkook siguió subiendo hasta meterse en una habitación,en la cual había dos jóvenes que estaban a punto de hacer cosas sucias en una de sus lujosas y para nada baratas camas de una plaza. Sin siquiera preguntar tiró el cuerpo de Lalisa en esa cama y recogió la ropa de esos dos jóvenes hormonales gritando que se largaran.

Y estos,totalmente intimidados hasta la mierda, se largaron.

Jungkook pasó sus sudorosos manos por su cabello ahora azul, para luego posar su fría mirada en Lalisa, quien a duras penas había intentado estabilizarse para mirarlo. Su cabello estaba revuelto.

-¿¡Y ahora que te sucede!?-chilló la rubia con un puchero-¿¡Porque mis amigos pueden divertirse y yo no!?

-¿Amigos?¿Tus amigos están aquí?-inquirió Jungkook entre dientes, totalmente fuera de sus casillas-¿Qué mierda tienes en la cabeza Manoban?¿¡Quien diablos te crees que eres para hacer de mi casa una fiesta descontrolada!?

Lisa a respuesta se rio a carcajadas. Sólo en ese momento pudo observar con más atención que su pelo estaba azul.

-Jungkook papá pitufo-murmuró para si volviéndose a reír a carcajadas. Jungkook no podía creerlo.

-¿Y además estas ebria?-inquirió con un tono total de incredulidad. Lisa se quedó muda. Jungkook se acercó hasta a ella en esa cama a tal punto que se miraron cara a cara-Maldita sea, contestame Manoban.

-Hoy te veías realmente sexy frente al espejo...-murmuró. No sabia si estaba tan ebria, pero muy dentro suyo, ya nisiquiera asimilaba lo que decía y lo que no. El pudor no existia. Mucho menos su odio firme hacia Jungkook.

Ahora era sólo una chica normal con hormonas alteradas. El calor se sentía en todo su cuerpo, haciéndola sentir algo frustrada.

Lisa sonrió y se agachó a tal punto, que Jungkook pudo ver sus pechos apretados en ese crop top amarillo. No era una chica que tuviera pechos gigantes, sin embargo en ese momento no pudo evitar desviar la mirada de sus ojos hasta ese punto.

-Yo no hice nada, Oppa.

El mencionado al oir el tono que utilizó apretó fuerte la mandíbula.

Jungkook quería ahorcarla, matarla y que sus restos se lo comieran los perros de la calle. Pero en el fondo sabia que no habia nada para hacer.

Terminó por suspirar mientras empujaba con sus manos los hombros desnudos de Lalisa, obligándola a recostarse.

-Sólo duermete, Manoban-le dijo. Sin embargo la mencionada hizo un puchero mientras se negaba a esto.

-¡No quiero!-chilló. Jungkook rodó los ojos.

-No es buen momento para que te coloques en tu papel de niña mimada, Lalisa.

-Oppa...-susurró de nuevo. Jungkook gruño evitando a toda costa mirarla.

Al fin y al cabo, el también era un hombre con necesidades. Y ver a ese pequeño demonio con muy poca ropa, dejando poco a la imaginacion mientras le susurraba un "oppa" de manera casi suplicante... bueno, Jungkook debía admitir que no era experto controlandose en ese ambiente.

Sin embargo, este ultimo no pudo decir nada más ya que en menos de lo que podía esperar, Lalisa había estampado sus suaves y sensuales labios contra los suyos, haciendo que abriera los ojos como platos.

Lisa, sin ser casi consciente de la situación rodeo con sus brazos su cuello atrayendolo para si, arrojandolo a la cama junto a ella.

Jungkook no devolvió el beso que ella le daba, aunque en ese momento ganas le sobraban. Y se suponia que en sus principios no entraba que una chica como ella deba dejarlo así de...caliente.

Lisa metió su ávida lengua en su cavidad bucal sin pedir permiso, haciendo que al mayor se le escapara un gemido de sorpresa y placer al mismo tiempo. Sin poder evitarlo las manos ásperas y grandes de Jungkook se posaron en su cintura, acariciando esta zona.

-Soy tuya-le susurró con una sonrisa traviesa.

Jungkook trago duro haciendo acopio de todas sus fuerzas para separarse.

-No...no puedo.-susurró alejándose de golpe. Tenía los labios hinchados y su respiración era agitada-duerme, Lalisa.

Lisa se quejo al oirlo, sin embargo Jungkook no pudo oirla más porque abrió la puerta con llave al instante, para finalmente encerrarla.

Luego de esto cerró los ojos fuertemente apoyando su cabeza en la pared más cercana.

Era un idiota. ¿Cómo pudo dejar que esa chiquilla se abalanzara así sobre el?

Pero decidió recuperar la compostura sabiendo que lo hecho, hecho estaba. Acto seguido arreglo su traje y fue casi corriendo hasta el panel de control de la mansión, donde estaban las cámaras de seguridad y unos chicos besándose como si no hubiera un mañana.

Un momento, ¿Qué?

Jungkook prendió la luz del lugar dejando ver esos dos jóvenes. Parecían tener la edad de Lalisa y ambos estaban casi de la misma manera en la que pelirroja y el habían estado hace unos minutos antes. Apretó la mandíbula viendolos.

-Se van ahora mismo de mi casa-espetó el magnate al límite de su paciencia

-El es...-aquella morena miro a su novio/amigo/amante o lo que sea con ojos abiertos como platos. Jungkook se dio cuenta que ellos tampoco tenían dos dedos de frente cuando noto las botellas de alcohol a un lado de ellos.

-Contaré hasta tres si no quieren que llame a la policia-amenazó.

Sin embargo, como si esta hubiera sido invocada, se comenzó a oir sirenas a las afueras de la mansión. Jungkook sin pensárselo dos veces apagó todos los interruptores de la mansión dejándolos en total penumbra a todos. Casi al segundo se comenzó a oir los gritos dramáticos de todos los adolescentes hormonados que estaban en el salón principal.

-¡Jennie, vamos!-susurró aquel hombre, por lo que pudo oir

-¡Pero Lalisa...!

Sin embargo no pudo decir nada más cuando aquel chico la sujeto de la mano y en contra de su voluntad comenzó a sacarla de ahi.

Jungkook paso las manos por su rostro frustrado al ver que, al fin, estaba solo en la estancia. Las sirenas siguieron sonando y los chicos gritando. Jungkook se limitó a apoyarse contra la pared y dejarse caer al suelo exhausto.

Ya tendría tiempo para pagarles a los oficiales para que no lo detuvieran.

Pero para lo que no veía el tiempo, era para mirar a Lalisa a la cara luego de lo que ocurrió.

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