Capítulo O16

La otra cara|다른 쪽

Lalisa aceptó dudosa la mano que Jungkook le daba. ¿Que significaba aquello?

La peliroja podría jurar que los cambios de humor de Jungkook algún día terminarían por darle migraña. Sin embargo decidió no desaprovechar aquel momento y en silencio se incorporó junto a el, porque muy dentro suyo tenía curiosidad por lo que el querría mostrarle. Además ¿que podría ser tan importante o lo suficientemente importante como para mostrarle algo a ella? Le pareció sumamente raro. Lo único que esperaba era que no la llevará muy lejos pues con su pijama de conejitos que consistia en una remera y shortsitos cortos dejaba mucho que desear, además de que se moriría de frío.

Toda la mansion estaba en penumbras y lo unico que podía alumbrar todo aquello era la luz de la luna que estaba en su punto más alto. Una vez que lograron bajar las escaleras -todo Lalisa siendo tomada de la mano por Jungkook- el magnate se dio media vuelta con una sonrisa traviesa en la cara. Lalisa por un momento se asusto. Hasta llegó a pensar que todo fue un plan para secuestrarla, pero eso era muy estúpido, hasta para ella misma.

—Ponte esta venda.—Lalisa vio la tela entre sus manos y abrió el doble de sus ojos—es una sorpresa después de todo.—aclaró

Lalisa con una mueca termino por dejarse llevar por el y su maldita  venda. La realidad era que le incomodaba aquello porque le daba la impresión de que se caería en cualquier instante o Jungkook la soltaría y daría el mismo resultado. Nadie podía culparla, después de todo lo que había estado sucediendo cuando ella estaba cerca lo veía remotamente posible. Todo en Lisa era mala suerte y desastres cuando se lo proponia y ella misma lo sabía muy bien.

—Es un lugar al que solía ir de pequeño—contaba Jungkook mientras caminaban. El frío viento de la noche le dio un escalofrío a la peliroja de pies a cabeza, pero se enfocó en escuchar lo que Jungkook lograba decirle.—cuando estaba triste, feliz o incluso enojado siempre solía ir alli. Es muy personal e importante para mi.

Lalisa se sintió halagada de que el quisiera compartir algo así con ella, no lo iba a negar. Aunque al mismo tiempo, le intrigo saber que le había dado aquella confianza para enseñarle algo asi. Nisiquiera lograba entender el por qué.

—Hace frío.—sé quejó Lalisa aferrandose involuntariamente al fuerte y trabajado brazo de Jungkook. Este sonrió en silencio sin que ella se diera cuenta.

—Espera, ya llegamos mocosa.

Y luego de unos cinco minutos caminando, finalmente Jungkook posó sus manos cálidas en los hombros de Lalisa y la hizo detenerse.

—Ya puedes quitarte la venda.

Lalisa luego de oírlo hizo lo pedido sin rechistar. Soltó el brazo de Jungkook y desató la venda que ya comenzaba a ser molesta para sus ojos.

Una vez que se hubo quitado esa tela en su totalidad, parpadeo repetidamente acostumbradose a la luz que lo que fuere que estuviera frente a ella le brindaba; sentía los ojos borrosos por la cantidad de tiempo que había tenido la venda en sus ojos, así que se limitó a refregarselos en un intento desesperado de recuperar su buena vista.

Luego de unos segundos de hacer esto finalmente pudo ver con un poco más de claridad; y cuando pudo notar que frente a ella había una pequeña casa de madera clavada en un árbol abrió la boca en "o" sorprendida. Aquello si que no se lo esperaba para nada.

Lo que más le gustó es que no era lujosa ni tampoco tenía demasiadas cosas, como solia ser la costumbre y el estilo de Jungkook. Más bien era humilde y sencilla. Eso le provocó una sensación extraña de familiaridad y por un segundo sintió su pecho contraerse.

—Es...—Lalisa no encontraba palabras para describir lo que había sentido—es...es realmente hermosa, Jungkook.

Sus ojos brillosos por la emoción y sorpresa genuina se posaron en el mayor, quien sonrió de la misma forma.

—¿Verdad que si? Yo mismo lo arme junto a mi padre y mi hermano Taehyung cuando éramos pequeños.

Lalisa se sorprendió de aquello. El padre parecía ser un hombre serio y lleno de ocupaciones. No se lo imaginaba trabajando con maderas en medio de un bosque silvestre.

Sin embargo si se imagino a un pequeño Jungkook de esa forma. Con una sonrisa inocente y ese brillo característico que tenía en los ojos al hablar de esa pequeña casa. Y le gustó la imagen.

—¿Quieres subir?

Lalisa no dudo dos segundos en asentir con la cabeza emocionada para comenzar a subir las pequeñas escaleras que los guiaban a la entrada de la casa. Una vez que subió por completo con Jungkook detrás suyo, pudo notar que era pequeña pero en su medida justa. Era lo suficientemente grande como para que ambos se pudieran recostar allí o quedarse de rodillas.

—No me imagino a tu padre haciendo esto realmente—confeso Lalisa—el se ve tan profesional... me lo imaginaba trabajando frente a una computadora o con papeles todo el día, pero no esto.

Jungkook sonrio al ver como Lalisa era capaz de juzgar a la gente en base a su apariencia. Aunque de todas formas todos lo hacían. El mismo también.

—Mi padre antes de lograr levantar una empresa pequeña como la que tenía en ese entonces era un chico que vivía en un barrio pobre, Lalisa.—confesó Jungkook dejándola atonita—se que no lo parece, pero es un gran hombre. El me enseñó a ver por los demás y a demostrarme cuán cruel podria ser la otra cara del mundo. Por el soy quien soy y estoy profundamente agradecido por ello. Porque aunque yo parezca un engreido, un imbecil sin corazón que lo único que piensa es en el y...lo admito, a veces si.—confesó haciendo a Lalisa sonreir. Hizo una pausa—yo...yo soy de carne y hueso ¿sabes? Yo también tengo sueños y frustraciones. Tengo dolores y obstáculos. Soy humano.—confesó mirando fijamente a Lalisa, demostrandole que estaba siendo lo más sincero que se podía expresar. Lalisa sintió la carne de gallina—todos ven a un tipo fuerte que no puede ser derribado por nada, pero es mentira, Lisa. Yo sufri más de lo que muchos creen y soy capaz de más de lo que muchos piensan...

Luego de eso a ambos los abordó un gran silencio.

Lalisa dejó que el peso de sus palabras se asentara en el ambiente. Por primera vez Jungkook estaba demostrando su otra cara y Lalisa se sintio conmovida por ello. Su corazón bombeaba fuerte dentro de su caja torácica por sus confesiones. Y ahora si se sentía mal por todo lo que lo había juzgado.

—Y eso...—Lalisa murmuró finalmente. Carraspeo—¿y eso lo dices por tus padres?

Jungkook sonrio sin que llegará totalmente a sus ojos. Parecía triste pero acostumbrado a ello.

—Algo así.—murmuró

Un silencio para nada tenso volvió a abordarlos. Jungkook se recostó en la pared de madera de aquel lugar y suspiró.

—Mi padre conoció a mi madre luego de levantar su pequeña empresa y ser todo un éxito. Ella era la hija de uno de los grandes empresarios del momento, es decir, mi abuelo.—comenzó a decir. Sonrio—aunque ahora la veas siendo un desastre como mujer, Diana de joven era desamparante. Dejaba babeando todo a su paso y bueno...con mi padre no fue diferente. Se enamoro desde el primer momento en que la vio.

Lalisa se imagino el momento y el lugar. Ambos en una reunión como la que ella tuvo que presenciar hace unas cuantas horas. Su madre siendo el centro de atención de todos y unos ojos profundamente cautivados mirandola desde su lugar y en silencio pensando "esa mujer tiene que ser mia"

Parecía hasta romántico si no fuera porque hoy en día Diana era alguien totalmente diferente. De todas formas sonrió al ver como Jungkook relataba pequeñas cosas de su vida. Su sonrisa se agrando más cuando recordó que alguna vez se había enojado con su hermano Taehyung y vino a aquí a refugiarse, sorprendiendose de encontrarse al mismo Tae que habia tenido la misma idea luego de haber peleado con el.

Lalisa quiso preguntar por su hermano pero no quiso presionarlo a decirle cosas de las que no estaba seguro. Además se veía tan suelto en esos momentos que ella temió arruinarlo con su bocota.

—Ese chico Taehyung parece ser realmente genial.—comentó Lisa curiosa por el

—Y lo es. Ahora mismo está en Italia cumpliendo sus compromisos con el modelaje.

—¿¡Es modelo!?—chilló Lalisa sorprendida

Jungkook ladeo una sonrisa.

—Claro que si. De la marca Gucci. Es todo un Adonis.—bromeó, aún asi Lalisa no pudo creerlo. Ese chico Taehyung debía haber sido creado por los mismos Dioses para estar a esa altura. Aunque Jungkook no estaba lejos tampoco, pero el más que sensualidad, causaba una ternura disfrazada de ella. Lalisa pensó que eso era mucho mejor. Pero pensándolo bien ¿porque los comparaba? Y aún peor ¿aceptaba a Jungkook por sobre todas las cosas?

Lalisa comenzo a ser consciente de que la noche se hacia cada vez más fría y tiritó en su lugar. Jungkook viendo su escasez de ropa decidió ir a un pequeño mueble que había a un costado de la pared de madera y saco de ahí unas mantas. Tenían algo de tierra porque Jisoo hace bastante había dejado de lavarlas, pero eran lo suficientemente cálidas para que pasarán la noche y eso era lo importante.

Podrían haberse ido sin problemas de allí, pero ninguno de los dos quería romper el lindo escenario de parsimonia que se había creado entre ambos.

Como el espacio era muy chico Lalisa terminó por acurrucarse con la manta encima. Jungkook arrugo las comisuras de sus ojos y suspiró ojos al verla de esa forma. Le dio ternura.

—Ven.

El magnate se animó a ofrecerle el calor de su cuerpo, puesto que parecía que las frazadas no estaban dando resultados buenos.

Y Lalisa, para su sorpresa, terminó aceptandolo. Gateo hasta llegar a el, quejándose en el tramo porque su cabeza dio de lleno contra el techo de la pequeña casa, para finalmente acomodarse entre sus brazos y quedarse ahi.

—¿Lalisa?—susurró Jungkook

—¿Si?—la imitó desde su lugar entre el silencio.

—Buenas noches. Gracias por hacerme compañía.

Lalisa sonrió inevitablemente.

—Gracias a ti por mostrarme una pequeña parte de quien es Jeon Jungkook.

Dicho esto, ambos cerraron los ojos y se dedicaron a dormir.

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