Capítulo 28: El principio del fin
– Marika ya lleva mucho de haberse ido. – dijo Mary. – ¿Crees que esté bien?
A pesar de su deseo de seguirla, las dos habían mantenido sus posiciones, tal como la Comandante les había ordenado que lo hicieran.
– No lo sé. – respondió Nonna. – Le daremos otros dos minutos. Si no vuelve entonces, iremos tras ella.
No bien terminó de decir eso, cuando sus sensores detectaron nueve objetos moviéndose a su posición justo antes que el equipo de asalto finalmente se hiciera visible. Y con ellos venían las tres máquinas que atacaron Arzenal junto con los DRAGONs.
– ¡Srta. Rosalie! – exclamó Mary, mientras ella y Nonna salían disparadas del barranco. Fuera un Ragna-mail o un DRAGON, nadie iba a derribar a su señorita mientras ellas estuvieran allí.
– ¡Chicas, cálmense! – les advirtió Rio. – Está bien, ellas no son el enemigo.
– ¿De qué estás hablando? – demandó Mary. – ¡Atacaron Arzenal!
– Bajen las armas. – les ordenó la Comandante. – Sala y las otras ahora son nuestras amigas. Ahora vámonos antes que nuestros verdaderos enemigos aparezcan.
– Esperen un minuto. ¿Dónde está Marika? – preguntó Nonna al notar su ausencia.
– No lo logró. – admitió Vivian. – Lo sentimos, chicas.
– No... – susurró Mary.
– Marika... – Nonna casi lloró.
– ¡Sean fuertes! – les gritó Rosalie. – ¡¿O se han olvidado que son pilotos de Para-mail?! ¡Guarden sus lágrimas para después, ¿entendieron?!
– S... sí, señorita. – respondieron. Tomando la posición de retaguardia, Nonna y Mary siguieron al resto mientras emprendían curso de regreso al Aurora.
«Marika, ¿por qué?» pensó Nonna, mientras las lágrimas le llenaban los ojos. «¿Por qué no pudiste esperar como nosotras?»
...
La tierra dio paso al mar, y el escuadrón de Hilda voló hacia el punto de reunión. A la cabeza de la formación, Hilda frunció el ceño mientras repasaba roso lo que había ocurrido. Objetivamente, la misión había sido un éxito. Ange había logrado escapar y con algo de suerte ya estaría de camino al Aurora, mientras que el escuadrón había sufrido una sola baja. Pero a nivel personal, Hilda lo sentía como un fracaso. Rosalie no había dicho ni una palabra desde su retirada, y Hilda sabía que seguramente estaba recordando la muerte de Marika una y otra vez en su mente.
– Equipo de asalto, respondan. – sonó de pronto la radio. – Equipo de asalto, ¿me copian?
– Copiado, equipo de rescate. ¿Tienen a Ange? – preguntó Hilda. No hubo respuesta por un momento, y Hilda se temió lo peor. – ¡Equipo de rescate, respondan!
– Me temo que la perdimos. – respondió Rhino. – Hace dos minutos, la señal del Skyhook de Tusk desapareció. Hay equipos de policía y emergencia por todas partes, Vulture y yo nos vimos forzados a retirarnos. No sabemos qué le pasó a ninguno de los dos.
«No,» pensó. El punto de la misión era rescatar a Ange. Sin ella, todos estarían perdidos y la muerte de Marika habría sido por nada.
– Hilda. – la llamó de repente Rio. – Hay una vieja casa de botes en las afueras de Misurugi. La Network la usa para esconder Para-mails robados hasta que podamos sacarlos de contrabando. Déjame volver para buscarlos.
Hilda echó una mirada a la unidad blanca que volaba detrás de ella.
– ¿Estás bromeando? ¿No escuchaste lo que dijo Rhino?
– Rhino y el equipo Wildpack se especializan en operaciones de guerrilla. – replicó Rio. – Pero cuando se trata de infiltración, yo soy el mejor que la Network tiene para ofrecer. Hilda, ¿por favor?
Hilda se mordió los labios antes de finalmente ceder.
– 48 horas. Ya sea que los encuentres o no, te quiero de vuelta en el Aurora para entonces.
– He tenido peores condiciones. Tú lleva a los demás de vuelta a la nave, te veré pronto.
Saliéndose de la formación, Rio voló a baja altura sobre el agua y se dirigió de vuelta a la costa de Misurugi.
«Sólo ten cuidado,» suplicó Hilda. «Y regresa a salvo.»
...
A medida que el sol finalmente se ponía en el Imperio de Misurugi, el negro de la noche lentamente cubría los terrenos del Palacio Imperial y el Pilar del amanecer, obscureciendo el daño provocado por los falsos Ragna-mails. Al menos el Pilar del Amanecer no había sufrido daños significativos. Y aunque Ange se había escapado, al menos Villkiss había sido recuperado. Tras remover toda el agua de los sistemas y reparar todo el daño, Embryo lo había regresado a la cámara de Aura donde una vez más estaba de pie con sus seis hermanos.
– Comenzando purga en los conectores de Ragna-mails. – ordenó Embryo, antes de romper el silencio de la biblioteca del castillo con una palmada de una mano sobre una piel desnuda. Sobre su regazo, Salia lloriqueó de dolor, con su falda y bragas bajadas hasta sus muslos, y su trasero expuesto totalmente rojo por las nalgadas que él le estaban administrando. – Desplegando barreras de presión. Activar reactor de Dracunium reactor. Conectar resonador de dimensiones. Configurar suministro a máximo poder.
En la ventana de Mana frente a él, debajo de cada Ragna-mail, líneas en la superficie del anillo de control comenzaban a brillar, mientras afuera la energía cosechada de Aura fluía hacia la torre y luego el aire sobre ella comenzaba a brillar.
– Las preparaciones están completas. Sin embargo... – Embryo hizo una pausa para darle otra nalgada a Salia – ...Ange se escapó. ¿Por qué hiciste eso, Salia? ¿Realmente eres tan mezquina que dejas que tus celos se apoderen de ti?
Otra nalgada, y Salia lo miró con rabia.
– ¿Por qué necesita a alguien como ella? ¡Le he sido leal desde el día en que nos conocimos! ¡He peleado por usted con todo lo que tengo! Pero aun así... ¡siempre se trata de ella! ¿Acaso usted también me va a desechar a mí?
La paciencia de Embryo finalmente se le acabó y se puso de pie, dejándola caer en el suelo sin más.
– Mi nuevo mundo necesita ser construido con mujeres fuertes, inteligentes y capaces. Por eso las elegí a ti y a tus amigas. Y también a Ange. No necesito a mujeres tontas y miopes. Pero Ange regresará a mí. Ella y yo estamos unidos por el destino. Salia, si realmente deseas ser una buena chica, una chica inteligente, entonces sabes lo que tienes que hacer. ¿He sido claro?
Levantándose, Salia volvió a acomodarse sus medias y bragas, antes de hacer el saludo militar.
– Sí, Maestro Embryo. Voy a recapturar a Ange.
– Muy bien. Tengo absoluta fe en ti, mi dulce Salia. Ahora, si me disculpas, debo hacer una llamada.
...
Para cuando Rio llegó a los suburbios, la noche ya había caído. Después de dejar a Susano'o bajo llave y cerradura en la casa segura, Rio se había llevado una motocicleta flotante almacenada allí, y regresó a la ciudad cubierto por la oscuridad.
¿Cuánto tiempo había pasado desde que él y Hilda se aventuraron en Misurugi en una misión para salvar a Ange? Un par de semanas cuando mucho, pero parecía como si hubiese pasado toda una vida desde entonces. Quién hubiera adivinado que su vida cambiaría tan drásticamente en un período tan corto.
Otro Pyrethroide pasó por encima de él, y Rio tuvo que resistirse el impulso de ajustarse el sombrero Stetson que Hilda le había dado. La primera regla de infiltración era nunca actuar como si fueses un infiltrador. Desde la batalla, el cielo arriba de él estaba lleno de esas cosas, sin duda estaban buscando a Ange. El sombrero ayudaba a mantener su cara oculta de la vista, pero el menor gesto equivocado podría atraer la atención de Embryo.
Más allá del borde del risco, unas luces rojas giratorias anunciaban la presencia de trabajadores de emergencia. Acorde con lo que dijeron Rhino y Vulture, este era el lugar donde Tusk se había llevado el Skyhook de Vuture antes que su señal desapareciera. A través de sus binoculares, Rio escaneó la plaza y frunció el ceño ante lo que vio. Parecía que había detonado una bomba, había trozos de esquirlas y restos de chatarra de lo que alguna vez había sido un Skyhook esparcidos por toda la cubierta y el parapeto. Y al otro lado, un grupo de oficiales de policía estaban rodeando lo que parecía ser un charco de sangre.
«Esto no es bueno,» pensó. «Si Tusk hizo lo que creo que hizo, seguramente lo tenían contra la pared.»
Aunque no vio ninguna silueta con tiza, así que eso al menos era una buena señal. Más allá del parapeto, había un agujero masivo en la barrera, como si hubiese sido embestida por algo enorme y con mucha fuerza. Una columna de humo se alzaba desde la base del risco, y Rio rastreó su fuente hasta lo que resultó ser un camión de Mana que se había estrellado. En medio de la luz que emitía el todavía incendiado vehículo destrozado, algo captó la atención de Rio por las lentes. Cambió a modo de visión nocturna, y en el borde de la carretera que corría desde la playa hacia el bosque en la base del risco, había una pequeña silueta femenina, que llevaba un uniforme azul de sirvienta.
«Momoka,» la reconoció de inmediato. Y justo en ese momento se acercaban rápidamente por el sur un par de patrullas de policía.
...
Había sido una cosa tras otra durante ese día. Primero la perturbación en el cielo. El reporte emitido por el gobierno fue que era una pelea entre grupos rivales de Normas. Aparentemente no era suficiente que se mataran entre ellas, sino que tenían que arrastrar a gente inocente a su conflicto. El caño a la ciudad rodeando al Castillo Imperial y el Pilar del amanecer fue bastante extensivo, y hubo muchos heridos pero afortunadamente pocas víctimas fatales. Luego hubo un reporte desde el Pabellón Ward de que un grupo de hombres armados sin identificar atacaron a un grupo de personas. Afortunadamente, la Luz de Mana los protegió y sólo sufrieron heridas debilitantes menores. Finalmente, hubo dos explosiones en el Pabellón Jamil. La primera de ellas ocurrió en la plaza sobre los riscos arriba de ellos, donde la patrulla número 54 encontró a un joven gravemente herido. Los paramédicos se lo llevaron al mismo hospital, mientras las patrullas 67 y 32 fueron enviadas a investigar la explosión en la base del risco. En el asiento del pasajero de la patrulla 67, uno de los oficiales le tocó el brazo a su compañero.
– Detente, acabo de ver algo. – le dijo. El conductor detuvo su auto y los dos salieron para investigar. Detrás de ellos, la patrulla 32 también se detuvo y sus ocupantes salieron para unirse a sus colegas.
– ¿Qué pasa? – preguntó el conductor de la patrulla 32.
– Hay algo por allá. Creo que es un cuerpo.
El oficial a cargo invocó la Luz de Mana, y usó su mano para iluminar la oscuridad. Frente a ellos había una mujer joven, no mayor de 18, con cabello negro corto y con uniforme de sirvienta. Mientras se arrodillaban alrededor de ella, un oficial le tomó el pulso y le hizo un gesto a los demás.
– ¡Está viva! ¡Traigan a los paramédicos!
– ¡Espera un minuto! Conozco esta chica. – dijo otro. Abrió una pantalla de Mana, empezó a teclear unos comandos y apareció una tarjeta de perfil. – Como pensé. Momoka Oginome. Se la busca por ser cómplice de la Norma #1203-77.
– ¿La antigua princesa? ¿Qué está haciendo aquí?
– La antigua princesa intentó asesinar a su propia familia, ¿recuerdas? Probablemente haya vuelto para terminar el trabajo y la dejó aquí abandonada.
– Pues bien que se lo merece, por ser una maldita amante de las Normas.
– La llevaremos al mismo hospital que aquel chico. Luego la interrogaremos cuando despierte.
Estaban apenas en el proceso de agarrarla, cuando un sonido como de aire explotando rompió el silencio. Dos oficiales cayeron abatidos, mientras que los otros dos levantaron un escudo de Mana. De entre los árboles, salió un hombre con un sombrero Stetson, y con una mano brillando con una luz dorada mientras golpeaba los escudos, destrozándolos como si fuese una Norma.
...
– Hey. – llamaba alguien mientras le golpeaban ligeramente en la mejilla. – Momoka, despierta.
Momoka abrió los ojos, y arrodillado frente a ella, había una figura que llevaba puesto un sombrero Stetson, cuyos ojos azules brillaban en la oscuridad en medio de las luces rojas.
– Se... señor Rio... – dijo arrastrando la voz.
– Creí que te habíamos perdido. ¿Qué te pasó?
Con la cabeza todavía palpitándole, Momoka se frotó la sien hasta ponerse en posición sentada.
– Ese horrible bruto de Embryo... de alguna manera me controló... me obligó a pelear contra Sir Tusk. Lady Angelise... ella me hizo recuperar el sentido. Traté de pelear contra él, pero me arrolló con aquel camión. La Luz de Mana me protegió, pero perdí el control mientras caía. Quedé inconsciente, pero entonces alguien me llamó y pude despertar justo a tiempo para volver a llamarla y amortiguar mi caída.
– ¿Qué pasó con Ange? ¿Está a salvo?
– Sí. Sir Tusk la puso en su Skyhook y logró escapar. La mientras se alejaba volando cuando salí del bosque, pero luego colapsé.
– Al menos está a salvo. Por ahora, tenemos que encontrar a Tusk. Escuché a los policías decir que estaba herido y se lo llevaron a un hospital. El más cercano está al oeste de aquí, así que deberíamos empezar a buscar por allí. Mejor movámonos antes que aparezcan más.
– ¿Más qué? – Fue entonces que Momoka vio las figuras tendidas a su alrededor. Cuatro hombres vestidos en uniformes de policía, todos con heridas de bala fatales. Momoka jadeó. – Sr. Rio... ¿cómo pudo...?
– No tenía opción. – le dijo. – Ellos te habían identificado, así que incluso si sólo los noqueaba habrían podido poner una orden de búsqueda para que te arrestaran. Eso habría comprometido nuestra capacidad para movernos y no podríamos salvar a Tusk.
A Momoka no le gustaba eso, pero sabía que el Sr. Rio no era alguien que haría algo como esto a la ligera. Luego de levantarse, él le ayudó a caminar hacia el bosque donde había escondido su vehículo.
«Espere por mí, Lady Angelise,» pensó mientras rezaba mentalmente. «Pronto volveré a estar a su lado, se lo juro.»
– Momoka, tu blusa. – le dijo de repente Rio. Momoka bajó la mirada y vio el agujero de bala sobre su seno izquierdo. Metiéndose la mano, Momoka sacó la sartén que se había llevado de la cocina del castillo. La bala con la que Embryo le había disparado seguía atascada en ella.
– Oh. – dijo recordando todo. – Con todo lo que estaba pasando me olvidé que la tenía allí escondida.
...
Como resultó, la base de operaciones de Ange se había movido de su isla hacia una enorme nave de batalla sumergible. Poco después de haber abordado, Salamandinay y las otras fueron a reunirse con Hilda para discutir su siguiente paso. Lizardia logró contarles cuál era el plan maestro de Embryo, antes que la que llamaban Maggie la llevara a su sala médica. Usando los Ragna-mails como dispositivos de control y a Aura como fuente de poder, Embryo planeaba fusionar ambos mundos para crear un solo planeta, y luego reconstruirlo a su imagen. Juzgando por su condición, Lizardia no los había traicionado a la ligera. Salamandinay sólo pudo imaginarse qué clase de torturas le habían infligido.
– Entonces, ese es su plan. – dijo el que llamaban Jefe.
Para ser un hombre de edad avanzada, Salamandinay tuvo que admitir que era un espécimen impresionante. Ciertamente estaba sorprendida de ver a tantos humanos renegados entre las Normas. Kaname parecía sentirse atraída por el que llamaban Kamaitachi, mientras que Naga se veía más interesada en el hombre de gran tamaño llamado Rhino que trabajaba junto con las armeras. La compañera de Kamaitachi, Kat, se dio cuenta de esto y rápidamente cogió el brazo de él con los suyos de manera posesiva. Esos instintos territoriales tan fuertes seguramente debían ser comunes entre las Normas. Hilda había demostrado un comportamiento similar alrededor de Sir Rio.
– ¿Qué va a pasar si tiene éxito?
– Si los dos mundos se fusionan, toda la vida en ambos será erradicada. – respondió ella. – No podemos permitir que Embryo se salga con la suya. Hilda, en nombre de mi gente, quisiera proponerles una alianza.
– Espera. – interrumpió la que se llamaba Rosalie. – ¿Esperas que confiemos en ustedes después de que casi mataron a todos en Arzenal?
Salamandinay supuso que no debería sorprenderse de su escepticismo. Aparte de su anterior hostilidad, por lo que había escuchado su camarada que fue asesinada era una de las estudiantes de Rosalie.
– Tranquilízate, Rosalie. – dijo la mujer mayor llamada Jasmine. – Embryo ha disminuido las fuerzas de todos nosotros. Y estamos en seria desventaja sin Ange y Villkiss.
Salamandinay estuvo de acuerdo. – Por mucho que odie admitirlo, los Ryuu-shin-ki no serán suficientes para derrotar a los seis Ragna-mails por sí solos. Si tenemos una oportunidad de salvar nuestros mundos, tenemos que dejar de lado nuestros conflictos pasados.
– Muy bien, estamos dentro. – Hilda finalmente estuvo de acuerdo. – Pero primero debemos encontrar a Ange. Llamaremos a Rio y veremos si tiene alguna pista, y luego expandiremos nuestra búsqueda.
– Oh, ¿así que no está aquí?
Detrás de ellos, una mujer de aspecto desvelado con un uniforme púrpura y blanco acababa de aparecer. Al verla, el perro junto a Jasmine comenzó a gruñirle.
– ¿Inspectora? – preguntó Vivian.
– Esa no es la Inspectora. – les dijo el Jefe mientras él, Kamaitachi y Kat se preparaban.
– Tienes razón. – corroboró Salamandinay. – Es...
Al lado de la mujer apareció una pantalla de Mana, en la cual apareció su enemigo mutuo.
– ¡Embryo! – gritó Jasmine mientras su perro saltaba hacia la mujer poseída, sólo para que de un simple manotón lo enviaran a estamparse contra la pared. – ¡Vulcan!
– ¿Cuál es tu problema, Inspectora? – gritó Hilda sacando su pistola, pero el Jefe la detuvo.
– No es ella. Sin un Bloqueador de Mana implantado, Embryo puede hackearle su mente.
– Pensé que tal vez podría encontrar a mi querida esposa aquí. – continuó Embryo. – Qué decepción.
– No deberías perseguir a una mujer que te rechazó. – le sermoneó Salamandinay. – ¿No te han dicho que es de muy mal gusto?
– Vaya, pero si es la Princesa de los DRAGONs. Como si tuvieras algún derecho de decirme nada sobre actuar refinado. – le dijo. Ciertamente era tan arrogante como le habían hecho creer.
– No tienes por qué ser impaciente. Ange y yo pronto iremos a buscarte para tomar tu cabeza. Mientras tanto, Sr. Jefe, ¿podrían por favor usted y Kamaitachi cubrir sus oídos?
Los dos hombres hicieron lo que ella les dijo, y Salamandinay sintió la Luz de Aura surgir dentro de ella mientras rugía. El sonido hizo pedazos la pantalla de Mana, y rompió el control de Embryo sobre su marioneta, que se desplomó sobre la cubierta.
– Bueno, Hilda, tal parece que está determinado a encontrarlo sin importar cómo le haga quedar. Si nos movemos sin cuidado, eso sólo le ayudará a localizarla. – dijo Salamandinay. La expresión en el rostro de Hilda mostró que ella también entendía eso. Por ahora, todo lo que podían hacer era dejarlo en manos de Sir Rio. – No teman. – les aseguró. – Aunque él no la encuentre, Ange volverá con nosotros.
– ¿Oh sí? – argumentó Rosalie. – ¿Y cómo lo sabes?
Salamandinay sonrió. – Porque... es mi amiga.
...
Ersha observó cómo la conexión que el Maestro Embryo había hecho se cortaba. Ange seguía desaparecida, por lo que envió a los pyrethroides para buscarla. Cuando eso falló, decidió tomar el control de la Srta. Emma para ver si estaba con el resto.
Pero Ersha tenía mayores preocupaciones en ese momento. Luego del ataque, sacó a las niñas de los escombros y las cubrió con una manta para protegerlas de los elementos. Desde entonces, había estado ansiosa por hablar con él, pero el Maestro Embryo la ignoraba cada vez que lo intentaba.
– Qué poco civilizada es esa mujer. – murmuró Embryo mientras él y el Sr. Dark regresaban a las pantallas de Mana que flotaban alrededor de ellos.
– ¿Disculpen? – les dijo ella. El Maestro Embryo se giró hacia ella y la frialdad en sus ojos la puso nerviosa. Pero con todo lo que había sucedido ese día, incluso alguien como él debería sentirse agitado.
– Sí, Ersha, ¿qué sucede?
– Perdóneme, señor. Sé que debe estar muy ocupado ahora, pero las niñas...
– ¿Qué pasa con ellas? – preguntó él.
– Murieron durante el ataque. Necesitan que las devuelva a la vida de nuevo, por favor.
El Maestro Embryo suspiró con fastidio, y reanudó su estudio de las transmisiones de los pyrethroides. – Me temo que no puedo. Mi nuevo mundo será solamente para mi nueva y mejorada humanidad. Ellas jamás habrían encajado en él.
¿Qué acababa de decirle?
– Pero... en Arzenal... usted las salvó...
– Sólo porque fueron asesinadas en contra de mis órdenes. Y esa deuda ya ha sido pagada. Deberías olvidarte de ellas. Mis nuevos humanos necesitarán una madre que los guíe, y tú eres la mejor opción para ese rol. Eso lo entiendes, ¿verdad?
Esto no podía estar pasando. No podía ser tan cruel como para dejarlas tiradas sin más.
– Por favor, ¡ayúdelas! – le suplicó. Sus piernas la llevaron atravesando el suelo sólo para que Dark la agarrara y la detuviera. – Esas niñas... ¡significan todo para mí! ¡Siempre lo han sido!
– ¡Ersha, contrólate! – le advirtió Dark.
– ¡No me importa lo que me pase a mí! – continuó ella. – ¡Entregaré mi propia vida si tengo que hacerlo! ¡Por favor!
Con una mirada de desdén, Embryo levantó la mano y todo el cuerpo de Ersha se congeló. Los pulmones comenzaron a arderle mientras su diafragma se quedaba fijo, y empezó a sentir que se sofocaba.
– Esperaba que fueses una mujer más razonable. Si no lo eres, no tienes lugar aquí. – le dijo, antes de soltarla y dejarla colapsar mientras jadeaba en el suelo. – No me molestes más con asuntos tan triviales. Como acabas de decir, soy un hombre muy ocupado. Dark, continuemos con nuestra búsqueda en un lugar más privado.
Desde donde se quedó tirada, Ersha los oyó cómo se alejaban, y comenzó a sollozar abrazándose a sí misma.
¿Cómo pudo dejar que esto sucediera?
...
– ¿En serio van a esperar a Ange? – chilló Rosalie. – ¿Qué diablos? ¿No se supone que estamos al borde del fin del mundo?
Tras su reunión con Sala, Hilda y Rosalie habían regresado a sus cuarteles compartidos. Hilda no quería otra cosa que descansar para pensar en una solución, y Rosalie no estaba exactamente siendo de ayuda.
– Por eso es que necesito un momento para pensar. – le respondió Hilda.
– ¡Y una mierda! – le gritó Rosalie. – ¡Sólo estás pensando en ese tipo!
– ¿Y qué esperas que haga? ¡No sabemos en dónde está Ange, y Rio es nuestra mejor oportunidad de encontrarla! ¡No podemos hacer esto sin ella ni Villkiss! ¡¿O te olvidas que Chris trapeó el suelo con las dos al mismo tiempo por sí sola?!
Con un gruñido de fastidio, Rosalie pateó el gabinete debajo del lavabo antes de sentarse en el borde de su catre.
– Bien. – le dijo. – Iré con los DRAGONs. Mientras pueda matar a Chris.
– ¿Qué estás diciendo? – preguntó Hilda. Vio cómo los nudillos de Rosalie se tornaban blancos mientras apretaba sus sabanas.
– Tengo que hacerlo. Marika murió porque no peleé lo suficientemente seria. Si no lo hago, ella jamás podrá descansar en paz.
– Rosalie... – susurró Hilda mientras unas lágrimas comenzaban a rodar por la cara de Rosalie.
– Oh Hilda. No lo entiendo. ¿Cómo fue que las cosas se jodieron tanto? Pensé que Chris y yo seríamos amigas para siempre. Necesito que me lo exploques, porque soy demasiado tonta para darme cuenta por mi cuenta. – El cuerpo de Rosalie comenzó a temblar mientras sollozaba, y Hilda se sentó junto a ella para ponerle un brazo alrededor de los hombros a su amiga. Era lo único que podía hacer por ella.
...
En la privacidad de su oficina, Jill se reclinó sobre su sofá. Desde que la verdad sobre ella y Embryo salió a la luz, se había quedado encerrada adentro. Dondequiera que fuera, podía sentir los ojos de su antigua tripulación y los de la Network lanzándole miradas con una mezcla de desprecio, lástima y decepción.
«Tendría que suceder tarde o temprano,» pensó resignada mientras apagaba el cigarrillo. Pero esperaba que sucediera hasta después de haber matado a Embryo.
– Jill. – la llamó Jasmine desde afuera. – ¿Estás decente?
– Sí, pasa. – La puerta de su oficina se abrió, y Jasmine entró, llevando una bandeja en las manos. Detrás de ella, Vulcan cojeaba ligeramente como si se hubiese lastimado una pata.
– Te traje la cena. – dijo la mujer mayor.
– Sólo déjamela en la mesita.
– También traigo noticias. – añadió Jasmine mientras dejaba la bandeja. – Villkiss fue derribado. Lo hizo Chris. También mató a una de las novatas.
– ¿Qué pasó con Ange?
– Tanto ella como Tusk están desaparecidos en acción. Rio se quedó atrás para ir a buscarlos, pero Hilda sólo le dio 48 horas para que lo hiciera. Una cosa es segura, Embryo sin duda tiene un grupo de chicas talentosas de su lado. Especialmente su capitana.
– ¿A dónde quieres llegar? – preguntó Jill. Jasmine cruzó los brazos y le lanzó una mirada enfadada.
– A que, tal vez, si hubieras tratado a Salia como una compañera en lugar de una herramienta, ella no habría seguido tus pasos.
Luego de decir lo que pensaba, Jasmine se fue con Vulcan y Jill gruñó de frustración. En los rincones profundos de su mente, la memoria de cuando ella falló en Libertus comenzaba a resurgir. Apenas logró volver a Arzenal pese a haber perdido tanto su brazo como su anillo. Y luego estaba esa pequeña niña que apareció frente a ella en ese momento de desesperación.
«No te preocupes,» le había dicho Salia. «Te juro que cobraré venganza por ti, Alektra.»
Por todo el bien que le hacía pensar en eso ahora.
...
A solas en su habitación, Salia se encogía en su cama, con las rodillas contra el pecho. El trasero todavía le ardía por las nalgadas del Maestro Embryo. Sabía que la iba a castigar por dejar que Ange escapara, pero nunca se imaginó que la iba a humillar de tal manera.
¿Acaso Rio le habría hecho eso a Hilda? ¿O ese caballero del que Alektra le había hablado se lo haría a Ange? Por supuesto que no. Esas dos eran unas egoístas, y aun así ambas encontraron a alguien que las amaba genuinamente. Y todo lo que Salia conseguía era persona tras persona que la utilizaba, y luego la dejaba tirada cuando terminaba con ella.
– Tengo fe en ti, Salia. – repitió en voz alta. – Mentiroso.
Al pie de su cama estaba un maniquí sobre el cual había colocado su disfraz de Pretty Salia. Desde que era niña, Salia siempre había admirado a dos personas. Alektra, y Pretty Lillian. Pretty Lillian era tan hermosa y amable, y no sólo eso, sino que todos la amaban, especialmente Kamen Fencer que siempre aparecía para salvarla cuando estaba en problemas. Salia siempre soñó que, algún día, encontraría a alguien que hiciera eso por ella. Cuando hacía cosplay, se sentía casi como si fuese Pretty Lillian.
Pero no lo era. Todo era una mentira. Igual que todo lo demás en su vida. Levantándose de la cama, Salia se aproximó al maniquí, y con un grito de rabia, cogió su cuchillo y empezó a apuñalarlo una y otra vez. Para cuando finalmente agotó toda su rabia, su disfraz yacía hecho jirones a sus pies.
«Mejor te cuidas, Ange,» se juró a sí misma. «Cuando te mate, y le demuestre que soy más fuerte, él no tendrá más opción que amarme. Si puedo obtener eso... no necesitaré nada más.»
...
Algún tiempo después de escapar de Misurugi, Ange se había desmayado. Un repentino click la despertó, y vio que las esposas que Tusk había utilizado para asegurarla a su Skyhook se habían abierto.
«¿En dónde estoy?» se preguntó.
Miró alrededor, y vio el Skyhook que había aterrizado en la playa de una ensenada de una playa con forma de U. Rocas golpeadas por las olas y formaciones de coral formaban siluetas debajo de la marea, mientras una jungla vibrante se extendía a lo largo de una montaña con forma de cono bajo.
«Esto es... es la isla,» pensó al reconocerlo. Al ya no estar atada al vehículo, Ange empezó a caminar como si estuviera en un sueño, siguiendo el camino hacia la cueva donde vivía Tusk. La misma cueva donde ambos vivieron juntos por casi una semana cuando Villkiss se estrelló.
– Es igual que antes. – dijo en voz alta. Sólo que ahora la cueva estaba oscura y vacía, dándole una sensación de soledad y frialdad. Ange se tropezó con una pila de ropa y oyó que algo caía. En el suelo junto a ella, el collar que le había dado a Tusk se había deslizado fuera de su mano. Se agachó para recogerlo, y vio la sangre de las heridas de Tusk todavía cubriendo su superficie.
– Momoka... Tusk... – susurró.
Sin importar dónde estuviera, Tusk siempre la encontraría. Y sin importar donde fuera, sería su hogar mientras Momoka estuviera allí. Pero ahora, ambos se habían ido, y ella estaba totalmente sola. Colapsando de rodillas, Ange se aferró al collar manchado de sangre contra su pecho, y lloró en voz baja.
– Por favor... – suplicó – ... no me dejen sola...
En medio de sus lágrimas, Ange levantó la mirada y vio un revólver colgando en una funda en la pared. Lentamente, lo agarró y revisó el cilindro. Tres balas cargadas, pero sólo necesitaba una.
– Pronto estaré contigo. – se prometió. Respirando profundamente, Ange presionó el barril contra su barbilla. Se decía a sí misma que no dudara, mientras sus pequeñas manos temblaban.
Embryo le había arrebatado todo. ¿Por qué iba a importarle ahora? Ya su pulgar estaba jalando el martillo del arma cuando un golpe seco de algo que caía la hizo saltar. Una libreta se había caído de una repisa, donde un lagarto le sacó la lengua antes de escurrirse fuera de allí. Algo en la libreta casi parecía que la estaba llamando, y dejó de lado la pistola para investigar. En la cubierta frontal había una sola palabra: Diario.
«Tusk,» pensó. ¿Acaso su espíritu trataba de decirle algo? El pensamiento parecía absurdo, pero eso la detuvo de suicidarse. La cueva estaba oscura por las nubes de lluvia que soplaban, así que Ange encendió una lámpara de aceite y comenzó a leer.
Mamá y papá están muertos. Igual que todos los demás. No he tenido contacto con ninguno de los otros grupos desde que Libertus fracasó. Espero que sólo sea que se están escondiendo y no pueden responder. Alektra sobrevivió, pero perdió su brazo así que ya no puede pilotear a Villkiss. ¿Para qué fueron a pelear y a morir? Nunca debimos molestarnos. Embryo es demasiado fuerte. Libertus nunca fue más que un sueño.
– No fue sólo un sueño. – susurró ella mientras pasaba página para ver otra entrada.
Blitz vino a verme hoy. Dijo que Alektra cortó todo contacto con la Network. No lo culpo por no involucrarse. Él y la Network sólo hicieron lo que pensaban que era lo correcto. Quería que me uniera a ellos, pero ¿eso de qué serviría?
– Oh Tusk.
Blitz vino a recoger los Para-mails que rescaté. Lo acompañaba un tipo llamado Rio. Creo que es su protegido. El tipo es un poco patán, se puso de hablador como si entendiera cómo me siento. Como si él hubiese alguna vez perdido a alguien. Pero lo hice callarse. No parecía tan confiado cuando lo lancé sobre su propio trasero.
A pesar de la tristeza, Ange no pudo evitar sonreír al imaginarse cómo debió verse eso.
Rio vino a verme otra vez. No es tan malo cuando llegas a conocerlo. Me contó que Blitz se convirtió en el nuevo Jefe de la Network. Envidio un poco su convicción. Ahora mismo está allá afuera, mirando en la dirección de Arzenal. Rio está convencido de que allí es donde se llevaron a su amiga Sarah. Si pudiera, seguramente asaltaría la base solo para sacarla. Sé que tal vez podría ayudarlo, pero ha pasado tanto tiempo que me da vergüenza enfrentarme a Alektra. Tengo la certeza de que ella sigue esperando a que aparezca una nueva piloto a quién pasarle a Villkiss.
– Por todo el bien que hizo eso.
Ha pasado un tiempo desde la última vez que Rio vino de visita. Blitz seguramente lo mantiene ocupado. A veces siento que la soledad me hará enloquecer. Nadie debería vivir su vida solo.
– No, claro que no. – Ella estuvo de acuerdo. Y entonces, encontró una entrada que nunca se habría esperado.
Mamá. Papá. En verdad la encontré. Una chica aterrizó en la playa con Villkiss. Su nombre es Ange. Es muy estirada y terca como una mula. Pero tiene esta luz a su alrededor. Como un rayo de esperanza directo del cielo. Voy a protegerla. Me convertiré en el Caballero de Villkiss y llevaré la pelea hasta Embryo. Es una misión que sólo yo puedo cumplir.
Cerrando la libreta, Ange miró el anillo que tenía en su mano.
– Y lo hiciste. – susurró mientras las lágrimas volvían a caer de nuevo. – Siempre me mantuviste a salvo. Incluso ahora, intentas protegerme. Pero... yo no pude protegerte a ti, ni a Momoka.
Un tren de recuerdos comenzó a reproducirse en su mente. Su primer encuentro con Tusk en la isla, cómo él y los demás la salvaron de su ejecución, el tiempo que pasaron en la Tierra de los DRAGONs, y las palabras que le dijo antes de morir.
«Te amo, Ange. No importa lo que suceda... por favor, vive.»
Y aquí ella estaba a punto de echar por la borda su sacrificio. Aferrándose todavía al anillo, Ange colapsó llorando en el suelo, mientras afuera el cielo se abría y la lluvia comenzaba a creer como lágrimas del cielo.
...
La lluvia la empapaba hasta los huesos, pero Ersha apenas la sentía mientras excavaba en la hierba. Después de lo que sucedió con el Maestro Embryo, Ersha se había arrastrado a sí misma afuera para al menos darles un entierro apropiado. A las niñas les encantaban los jardines del castillo. Les haría felices saber que podrían descansar aquí para siempre.
«Todo fue una mentira,» pensó. «Toda esa charla sobre paz, esperanza e igualdad. Por favor, perdónenme, niñas.»
Ersha se limpió las lágrimas que continuaban rodando por su rostro, cuando vio una figura de negro de pie frente a ella.
– Vine a ofrecerte ayuda. – le dijo el Sr. Dark. Ersha no dijo nada. Juntos, los dos comenzaron a cavar las tumbas y colocaron los cuerpos fríos de las niñas uno por uno bajo la tierra.
– No lo entiendo. – dijo ella mientras las enterraba. – ¿Por qué? ¿Por qué haría algo como esto?
– Cumplieron con su propósito. – respondió Dark. – Así que ya no eran necesarias.
– ¿Cómo puedes decir eso? – sollozó Ersha. – Estas niñas tenían esperanzas y sueños. ¡Eran inocentes y aun así las desechó!
– Todos somos creaciones del Maestro Embryo. – le respondió. – Y existimos únicamente gracias a voluntad. Ya sea que lo aceptemos o no, nuestras vidas nunca nos pertenecieron. Sólo podemos cumplir con el papel que él nos asignó.
Ersha miró hacia las lápidas que ambos habían erigido para las niñas. Como una Norma, Ersha había sido criada para creer que la única razón por la cual nació era para matar DRAGONs para los humanos. Por eso se había plegado a Embryo. Por una oportunidad de cambiar su destino y darles a las niñas un mundo donde pudieran ser libres de vivir como quisieran.
– ¿Es por eso que estás tan motivado a matar a Rio? – le preguntó. Cuando Dark regresó antes aquel día, sus ojos estaban ardiendo de rabia. Aparentemente, durante la batalla Rio había logrado derribar al Baretta de Dark sobre los suburbios.
– ¡Él y sus colegas disidentes son la encarnación de la anarquía! Han abandonado su rol designado y viven sin atender al orden ni a la razón. Su existencia es una burla a la vida que el Maestro Embryo les dio.
– No puedes realmente creer eso. – le dijo ella. – ¿Es que no hubo algún momento en tu vida que no deseaste algo más? Tú eres humano, así que podrías haber sido lo que quisieras. ¿Por qué permites que te limiten así?
Cogiendo su pala, Dark se dio la vuelta para alejarse. – Siempre he sido el vasallo del Maestro Embryo. Es el rol para el cual fui creado. Es todo lo que he conocido.
Ersha lo vio desaparecer en el castillo, y pensó en lo que habían hablado. ¿Fue por eso que Embryo le permitió traer aquí a las niñas? Había traicionado a sus amigas por un sueño falso. Todo para poder cumplir con el papel que él había designado para ella.
– Soy una zorra. – se dijo a sí misma. – Soy una zorra vacía y superficial, y ya no me queda nada.
...
– ¿Está seguro de que esto funcionará? – preguntó Momoka.
– Sólo camina de manera natural, y no hagas contacto visual. – le aseguró Rio.
Al llegar al hospital, el Sr. Rio había ocultado su motocicleta en un callejón, donde encontraron a un doctor y una enfermera en medio de una reunión. Después de noquearlos, los despojó de su ropa para que él y Momoka pudieran disfrazarse. Su viaje les llevó más tiempo del esperado debido a que el Sr. Rio tuvo que llevarlos por terreno cubierto para evitar que los drones de Embryo la vieran. Afortunadamente, el personal del hospital estaba tan abrumado que nadie se molestó en revisarlos. La sala de emergencias estaba repleta de personas que, acorde con lo que le contó el Sr. Rio, habían sido utilizadas por Embryo para atacar a Rhino y Vulture durante su búsqueda de Lady Angelise.
– ¿Cómo encontraremos a Sir Tusk?
– A juzgar por el daño que sufrió el pabellón, deben habérselo llevado a cuidados intensivo. Esa sería mi primera opción. – dijo él. Avanzaron más allá en el salón, cuando Rio de repente le indicó que se detuviera y se quedara en silencio. Momoka ahuecó su oído y en una esquina se podía oír una conversación.
– Doctor Kashu, ¿qué diablos es él? ¿En serio cree que podría ser un hombre Norma?
– Honestamente no estoy seguro. Su cuerpo no rechazó el tratamiento de Mana como una Norma, pero las pruebas tampoco detectaron ningún residuo de Mana en su interior. No sólo eso, sino que tampoco tiene identificación ni registros personales.
– Quizás sea parte del grupo terrorista que atacó la ciudad.
– Ciertamente es posible. En cualquier caso, ya está fuera de nuestras manos. Ya he enviado un reporte al Comité de Control de Normas, y dijeron que enviarán a alguien a investigar. Lo dejaremos inmovilizado hasta que lleguen.
El Sr. Rio la miró, y ambos asintieron. No podía ser otro sino Sir Tusk. Ahora sólo tenían que encontrarlo. Luego que el doctor y la enfermera pasaron de largo, ambos siguieron adelante hasta llegar a la UCI.
– ¿Puedo ayudarles? – les preguntó la enfermera en el escritorio.
– Sí, he venido a revisar al paciente que trajeron aquí más temprano esta noche.
– ¿Se refiere al joven que quedó atrapado en esa explosión? ¿No lo está viendo el Dr. Kashu?
– Está ocupado con los pacientes en la sala de emergencias. Me pidió que lo cubriera.
La enfermera frunció el ceño mientras abría una ventana de Mana. – Según sus notas, el paciente debe permanecer aislado hasta nuevo aviso.
– Su condición es muy seria. Por lo cual es imperativo que lo examinemos inmediatamente.
– Sólo déjeme verificar con él primero.
Momoka miró nerviosamente al Sr. Rio y se preocupó de que tuviese que recurrir a lastimarla. El Sr. Rio se apoyó sobre el escritorio para ponerse al nivel visual con ella.
– Por favor. – le dijo. – Ese joven está muy malherido. Su vida podría estar en peligro. Si llama al Dr. Kashu mientras está con los otros pacientes, ellos también sufrirán. Y si nos retrasamos, la condición del joven podría empeorar.
La enfermera lo miró fijamente, y se sonrojó un poco.
– Bueno... está bien. Está en la habitación 206.
– Gracias. – le dijo con una sonrisa. Mientras procedían hacia la habitación de Sir Tusk, Momoka no pudo evitar notar cómo la enfermera parecía seguir viéndolo, con una expresión de anhelo.
– Esa fue una actuación increíble. – lo halagó.
– No fue actuación. – replicó él. – Sólo fue una ligera alteración de la verdad.
La habitación 206 estaba frente a ellos, y ambos entraron. Adentro, Sir Tusk yacía en la cama, con un tubo intravenoso haciéndole una transfusión de sangre en el brazo, y una máscara respiradora cubría su rostro. Había pantallas de Mana flotando sobre su cama que desplegaban sus signos vitales mientras una bomba le proveía de oxígeno constantemente.
– ¿Puedes ver su archivo? – le preguntó. Momoka asintió y abrió una pantalla de Mana para conectarse con la base de datos del hospital.
– Dice aquí que lo han tratado por heridas de bala, cortes, y quemaduras de segundo grado y heridas internas por una explosión. Es culpa mía. Salió lastimado porque permití que Embryo me controlase. Y la pobre Lady Angelise probablemente lo vio todo.
– No te castigues por eso. – comentó Rio. – El hecho de que pudiste librarte por tu cuenta es remarcable por sí mismo. ¿Cuál es su condición actual? ¿Podemos moverlo?
Momoka se desplazó hacia abajo y negó con la cabeza.
– La mayoría de sus heridas más serias han sanado. Pero dice aquí que lo han puesto en un coma médicamente inducido. Su corazón está siendo regulado por medios artificiales.
– Entonces tenemos que despertarlo. – El Sr. Rio levantó sus manos, que comenzaron a brillar con una luz dorada antes de desvanecerse. – Maldición, utilicé demasiada Aura durante la pelea. ¿Puedes hacerlo?
– Por supuesto. Como jefa de sirvientas de Lady Angelise, he sido entrenada en toda clase de cuidados de emergencia.
El Sr. Rio se hizo a un lado, y Momoka tomó su lugar. La Luz de Mana comenzó a brillar en sus manos mientras las colocaba sobre el pecho de Sir Tusk.
...
Buscando rápidamente a través de archivo tras archivo, y a pesar de la jaqueca pulsante, Emma Bronson, antigua inspectora de Arzenal, buscaba frenéticamente cualquier prueba de lo que la mujer en la cama de al lado le había dicho. La Luz de Mana provenía de un DRAGON, otra Tierra, esta persona llamada Embryo que creó otra humanidad. Nada en los registros oficiales confirmaba nada de eso.
«Tiene que ser una mentira,» se dijo a sí misma. «¡El mero pensamiento de todo esto es completamente ridículo!»
– La voz de mi gente interfiere con el flujo de Mana. – continuó Lizardia. – Los vuelve locos y la neutraliza.
Contra la pared, un hombre flacucho con un rifle de francotirador en la espalda asintió mientras aspiraba por un dispositivo que parecía un bolígrafo de metal con una boquilla, ocasionalmente haciendo muecas al probarlo.
– Y por eso las Normas fueron obligadas a pelear contra ellos. – murmuró.
– ¡Ya tuve suficiente! – chilló Emma. – ¡¿Realmente esperas que nos creamos todo esto?!
En una silla junto a la cama de Lizardia, Maggie también asintió hacia su paciente. – Yo diría que ella misma es la prueba de todo.
– No te culpo por no creerme. – dijo Lizardia. – La habilidad de las Normas para neutralizar el Mana ponía en riesgo a la sociedad humana, así que las utilizaron como chivos expiatorios. Desde el día en que naciste, Embryo te programó para odiarlas. Sólo aquellos nacidos con un espíritu capaz de cuestionarlo fueron capaces de resistirse a él.
– ¡Basta! ¡Los humanos no somos máquinas que puedan ser controladas! – gritó Emma. No bien acababa de decir eso cuando la ventana de Mana se hizo trizas como si fuera un frágil cristal.
...
Ahora que las etapas iniciales estaban casi completas, Embryo preferiría dedicar su tiempo a buscar a Ange, pero tenía un último asunto del que ocuparse. Envió un mensaje a los líderes de las seis naciones para una reunión en la Gruta, y como esperaba, sus peones aparecieron sin tardanza.
– ¿Dónde está Misurugi? – preguntó el Emperador de Galia mientras Embryo tomaba asiento.
– Sylvia no se nos unirá hoy. – respondió Embryo. – Como estoy seguro de que todos estarán al tanto, he asumido su custodia debido a la muerte de su hermano. Por lo tanto, yo representaré a Misurugi en su lugar.
– Sí, por supuesto. – asintió el Presidente de Enderant.
– Ahora bien, – continuó Embryo – los he llamado para informarles que la fusión entre nuestro mundo y el de los DRAGONs pronto comenzará.
– Muy bien. – dijo el Rey de Rosenblum. – ¿Cómo deberíamos notificar a la población?
– ¿Notificarles?
– Debemos alertar a los ciudadanos para que se preparen tan pronto como sea posible. – explicó la reina de Velda. – Para salvar a tanta gente como podamos.
Embryo se rio, y miradas de confusión se apoderaron de los rostros de todos.
– ¿Y cuándo dije que tenía intención de llevármelos a ustedes conmigo?
La mirada resultante de shock y horror en sus rostros hizo que todo valiera la pena.
– ¿Qué acabas de decir? – jadeó la reina.
– Mi nuevo mundo será para una nueva y mejorada humanidad. – les dijo Embryo. – No hay lugar para ustedes en él. De hecho, sólo las mujeres fuertes e inteligentes que han plegado su lealtad a mí son dignas de él.
– ¿Hablas de esas asquerosas Normas? – gritó el secretario general de Marmeria.
– ¡No! – susurró el presidente de Enderant.
– ¡Bastardo! – gritó el Emperador de Galia. –¡¿Cómo te atreves a traicionarnos después de todo lo que hemos hecho por ti?!
– Todo lo que han hecho es derrochar los regalos que les he dado. – corrigió Embryo. – Y ahora es tiempo de que paguen por su arrogancia con sus vidas. Simplemente los llamé aquí como un último acto de cortesía. Les sugiero que usen el tiempo que les queda para quedar en paz consigo mismos.
– ¡Maldito! – gritó el rey de Rosenblum. De su chaqueta, el hombre mayor sacó una pistola para duelos con perlas en la agarradera, sólo para desaparecer cuando su Mana finalmente se agotó. Alrededor de la mesa, el resto de ellos también desaparecieron, y Embryo dio un suspiro de alivio.
«Gracias al cielo por fin salí de eso,» pensó. «Eso sólo deja a Alektra.»
A pesar de lo inútil que podría ser, no podía ignorar la posibilidad de que ella intentara un último asalto contra él sólo por despecho. Siempre había sido una mujer muy vengativa después de todo.
...
Cuando las luces se fueron, Rio por reflejo sacó su pistola y se giró alrededor para enfrentarse a quienquiera que los habría emboscado, sólo para darse cuenta que él y Momoka seguían siendo los únicos en la habitación. Afuera en el pasillo estallaron gritos de terror y confusión, y se dio cuenta que algo andaba muy mal.
– ¡Sr. Rio! – gritó Momoka. Volteándose hacia ella, Rio vio que sus ojos estaban muy abiertos con shock y miedo. – ¡La Luz de Mana, no viene a mí!
Las luces se habían apagado. Momoka no podía usar Mana. Tenía que tratarse de Embryo. Lo que fuera que tenía planeado, ya había comenzado.
«Oh mierda, ¡Tusk!» Entendió en ese momento. Sin Mana para darle energía a su soporte vital, moriría en tres minutos. Abriendo violentamente un armario, Rio encontró una bomba manual de resucitación y se la arrojó a Momoka.
– ¡Mantenlo respirando con esto! – le ordenó. Momoka rápidamente le puso la máscara en el rostro a Tusk, y comenzó a apretar la vesícula para bombear. Entretanto, Rio saltó hacia el otro lado de la cama y comenzó a ejercer compresión en el pecho de Tusk. – ¡Maldición, Tusk, vamos!
A estas alturas, ya había pasado un minuto, y Tusk todavía no mostraba signos de despertar. Si Momoka ya no podía usar Mana para darle un arranque a su corazón para resucitarlo, tal vez...
Rio metió la mano en su bolsillo, y sacó la botella de píldoras de Dracunium. Si tomaba sólo una, entonces podría restaurar su Aura lo suficiente para revivir a Tusk. Rio cogió la tapa de la botella cuando su mano de pronto se bloqueó.
«¿Qué estoy haciendo? Se nos agota el tiempo,» pensó. Tusk estaba a punto de morir, así que ¿por qué dudaba? Como respuesta, el rostro de Hilda de repente apareció en su mente.
«Dame tu palabra de que no tomarás más de lo que ella te dijo.»
«Sé que le prometí eso,» admitió. «Pero esto es diferente.»
Seguía siendo una traición a su confianza.
«¡Lo estoy haciendo para salvar a Tusk!»
¿Aunque los efectos secundarios podrían destruirlo?
«¡No tengo opción!»
¿Aunque eso significara lastimarla igual que a los demás?
La repentina realización cortó su indecisión, y le hizo quedarse tieso mientras los recuerdos de la primera noche en la aldea de los DRAGONs vinieron a él.
...
– ¿Estás segura de esto? – preguntó Rio. Los dos habían vuelto al refugio luego de la ceremonia que Salamandinay había hecho por la reunión de Vivian con su madre. En la habitación de al lado, de pronto había sonado un alboroto no hacía mucho. Tusk y Ange estaban compartiéndola, así que lo descartaron como que seguramente él había vuelto a ponerle la cara a ella en la entrepierna.
– Sólo entra. Ha sido un día muy largo, y estoy exhausta. – le dijo Hilda. Nervioso, Rio la miró mientras ella se tenía bajo la manta del futón de su habitación antes de meterse lentamente junto a ella. – ¿Es la primera vez que compartes la cama con una chica?
– ¿Qué? ¡No!
– ¡Sólo bromeaba! – se rio ella. – ¿Qué te preocupa? ¿Crees que me voy a aprovechar de ti mientras duermes?
En realidad, el pensamiento de eso no era del todo desagradable.
– No, pero... ¿estás segura de que estás bien con esto? – le preguntó. Sin decir ni una palabra, Hilda se acurrucó contra su costado.
– Confío en ti. Eres la primera persona en mucho tiempo en quien lo he hecho. Sé que tú jamás traicionarás eso.
Hilda se quedó quieta, y pronto cayó dormida. Rio se quedó despierto un poco más para observarla y acariciar suavemente sus largos mechones carmesís.
– No lo haré. – le prometió. – Nunca te lastimaría a propósito...
...
– Sr. Rio. ¿qué sucede? – Rio levantó la mirada, y volvió a sentir la vergüenza ante la mirada confusa que le dio Momoka. Ahora quedaban menos de dos minutos.
– No puedo. – le dijo.
– No entiendo. – replicó ella.
– Le prometí a Hilda que no tomaría más de lo que Gila me aconsejó. Si lo hago... la estaré traicionando, igual que lo hizo su madre.
Momoka se mordió los labios pensativa, y extendió la mano. – Deme una.
– ¿Qué?
– El Mana viene de Aura. Aura lo genera del Dracunium como usted y Lady Angelise nos dijeron. Así que, yo también debería ser capaz de usarla igual que usted, ¿no?
Rio lo pensó un momento. El proceso real era un poco más complejo que eso, pero quizás podría funcionar. Momoka había dicho que alguien la llamó antes de aterrizar. Y ella había rechazado la persecución de la humanidad contra las Normas. Ciertamente había una posibilidad de que Aura la hubiese alterado a ella también.
– No hay garantía de que funcione. Puede que incluso mueras.
– Si ese es el caso, entonces usted puede intentarlo. Por favor, Lady Angelise estará destrozada si Sir Tusk muere. – insistió. Rio miró la botella en su mano y la abrió.
– Buena suerte. – le dijo mientras le ponía una píldora en la mano. Momoka se tragó la pastilla de Dracunium y se acercó al lado de Tusk. Sólo les quedaba un minuto.
– Escucha mi voz, Luz de Aura. – rezó mientras colocaba las manos sobre el pecho de Tusk. – Ayúdame a salvar al hombre que mi señora ama.
No sucedió nada. Quedaban 45 segundos.
– Tienes que concentrarte. – le dijo. – No funciona igual que el Mana. Debes despejar tu mente y concentrarte en tu objetivo.
Momoka respiró profundo y se preparó. 30 segundos.
– Por favor. – suplicó. – Dame el poder para salvarlo. Por Lady Angelise. Daré mi vida si tengo que hacerlo.
15 segundos. El corazón de Rio comenzó a acelerarse en su pecho, y él supo que el tiempo se había terminado.
«Perdóname, Hilda,» pensó mientras reabría la botella.
– ¡Sálvalo! – gritó Momoka, con lágrimas de desesperación cayendo por sus mejillas. – ¡Te lo suplico! ¡Luz de Aura, sálvalo!
En las manos de Momoka, una luz dorada destelló, y todo el cuerpo de Tusk empezó a convulsionar, provocando que se levantara de golpe, jadeando a bocanadas en busca de aire.
– ¡Sir Tusk! – gritó Momoka.
– ¿Momoka? ¿Rio? ¿Qué pasó? ¿En dónde estamos? – preguntó entre jadeos. Rio simplemente soltó una carcajada y se secó el sudor de las cejas, sintiendo un gran alivio.
– Te lo explicaré después. – le dijo. – Ahora mismo tenemos que sacarte de aquí.
Con ayuda de Momoka, Rio desconectó las máquinas a las cuales lo habían conectado los doctores, aunque se dio cuenta que tenía problemas para caminar. Compartiendo el peso de Tusk entre ambos, Momoka y Rio lo llevaron a la puerta y espiaron afuera. En el oscuro pasillo, se había desatado un completo caos, con doctores y enfermeras corriendo en pánico de una sala a otra, y algunos de ellos incluso peleando por los suministros médicos. Con todo el hospital distraído, atravesaron el corredor hacia las escaleras cuando alguien los llamó.
– ¡Oigan, ustedes! ¿A dónde creen que van? – Los tres se giraron, y vieron al mismo doctor al cual Rio y Momoka pasaron de largo en el pasillo antes. – No se muevan. ¡Alguien, llame a seguridad de inmediato!
Pero las órdenes del doctor no fueron respondidas, debido al alboroto que estaba provocando todo el personal médico.
– Doctor, como yo lo veo, usted tiene dos opciones. – sugirió Rio. – Puede perder su tiempo tratando de detenernos, o hacer lo que pueda para ayudar a sus pacientes.
El doctor les lanzó una mirada, pero finalmente se fue. Sin nadie más que pudiera detenerlos, los tres fugitivos bajaron por las escaleras y escaparon por una salida de emergencia. Alrededor de ellos, toda la capital de Misurugi había estallado en la misma anarquía que el hospital. Sin la Luz de Mana para darle poder a su sociedad, los autos se habían estrellado en todas partes, los edificios se prendían en llamas, y la gente corría desorientada y gritando de terror. Algunos incluso estaban saqueando tiendas tratando de llevarse cualquier botín que pudieran cargar consigo. Al menos ese caos sirvió para ocultar la presencia de ellos tres de los pyrethroides.
– ¿Qué es todo esto? – se preguntó Tusk mientras se dirigían hacia un lugar seguro.
– El principio del fin. – dijo Rio. – Eso es lo que es.
...
Con un grito de alarma y miedo, Sylvia cayó al suelo cuando su silla flotante de pronto se desconectó, y todas las luces del castillo se apagaron.
«¿Qué está pasando?» se preguntó. Levantó la mano e intentó invocar la Luz de Mana, pero para su shock y horror no le respondía. «No. Esto no puede ser.»
– ¡Tío! – llamó, con su voz haciendo eco en los oscuros pasillos. – ¡Sr. Dark! ¡Quien sea! ¡Les habla la primera princesa... no... la Emperatriz Sylvia! ¡Ordeno que alguien venga a rescatarme!
...
Embryo les había dicho que los humanos entrarían en pánico una vez que el proceso iniciara. Así que había colocado una rotación para asegurarse que nadie perturbara el Pilar del Amanecer hasta que iniciara la fusión. Mientras observaba desde el cielo, Chris sonrió con desdén al ver cómo estallaban incendios en la ciudad. Los humanos eran todos unos arrogantes con derecho, y ahora Embryo les estaba haciendo pagar el precio por ello.
– Se lo merecen, todos ustedes. – dijo. – Hicieron sufrir a las Normas todo este tiempo, y ahora saben lo que eso se siente.
Abajo, un grupo de humanos avanzaban hacia los terrenos del Pilar del Amanecer. Hora de ir a trabajar. Chris envió a Theodora en picada y la cambió a modo destructor antes de aterrizar frente a la multitud.
– ¡Deténganse allí! – les dijo. – ¡No pueden pasar!
– ¡Hey! – gritó una mujer. – ¡Es una de las máquinas que vimos antes!
– ¿En serio una Norma la está piloteando?
– ¿Qué fue lo que hicieron, apestosas Normas?
– ¡Sal de aquí, basura Norma!
– ¡Es su culpa que hayamos perdido la Luz de Mana!
Adentro de la cabina, Chris frunció el ceño mientras la multitud cogía piedras y trozos de basura y escombros para arrojárselos a Theodora.
«¿A eso le llaman un ataque?» pensó. «Déjenme enseñarles cómo se hace.»
Sacando con una mano el rifle de rayos, y con la otra el rifle de asalto que colgaba de su motor, Chris abrió fuego. Disparos automáticos y rayos láser llovieron sobre la multitud, despedazando cuerpos mientras los pocos que lograron escapar gritaban y corrían por sus vidas, atropellando a los que fueron lo bastante torpes para tropezarse.
«Ustedes pasaron toda su vida mirándome por encima del hombro,» pensó sonriendo. «Ahora mírense. No son más que un montón de ratones asustados.»
Chris cesó el fuego, y los pocos humanos que tuvieron la suerte de escapar volvieron a huir hacia la ciudad, cuando su radio de pronto se encendió.
– Chris, ¿está todo bien? – preguntó la voz de Embryo.
– Sólo estaba exterminando a unas pestes. – respondió ella. – El resto se están dispersando.
– Deja que se vayan. Puedo entender tu ira hacia ellos, pero no iniciemos violencia sólo por hacerlo. El fin caerá sobre ellos pronto.
– Lo que digas. – respondió Chris. – Hey, cuando mi rotación termine, ¿quieres jugar otra ronda de Nova Wars?
– Me temo que la fusión dimensional me tiene muy ocupado en este momento. No te preocupes, podremos jugar cuando haya terminado.
– Te tomaré la palabra. – La radio se apagó, y Chris se quitó su casco, dejando caer sus dos trenzas sobre sus hombros.
Se sentía tan bien volver a tener su viejo peinado. Embryo le había regalado dos nuevos broches para reemplazar el que había tirado. Pero Chris nunca se sentiría satisfecha hasta que hubiese saldado sus cuentas pendientes con Rosalie y Hilda.
«Espero que vengan como Embryo piensa que lo harán,» pensó. «No puedo esperar para matarlas a las dos.»
...
En una isla al borde de las aguas de Galia, mujeres y niñas trabajaban continuamente en el complejo de una fábrica que cubría su superficie. Arriba de ellas, guardias armados mantenían una vigilancia constante sobre sus trabajadoras Normas. Desde el día que podían caminar, las Normas en el campo de labor eran entrenadas y eventualmente asignadas a manufacturar las máquinas humanoides llamadas Para-mails junto con sus partes y armas. Nadie sabía para qué eran, después de todo, la guerra no existía entre los humanos.
Algunas de ellas, sin embargo, habían escuchado rumores de un lugar llamado Arzenal donde otras Normas eran entrenadas para pelear contra un enemigo desconocido. Pero acorde con aquellas Normas que supervisaban los pasajes secretos en las tuberías hacia el exterior, sus aliados en la Network habían dicho que Arzenal había sido destruido por los humanos. Aun así, el trabajo continuaba como si sus guardianes no pudieran permitirse detenerse. En los días anteriores, la noticia se había esparcido lentamente entre las residentes, y ahora estaban esperando su momento.
– ¿Qué diablos? – gritó alguien. Varias de las Normas miraron arriba y en una de las pasarelas, un guardia agitaba salvajemente su mano.
– ¿Qué pasa? – preguntó otro.
– ¡La Luz de Mana! ¡No puedo invocarla!
– ¡Baja la voz! – ordenó un tercero. Abajo, más y más de las Normas miraron arriba, y de inmediato comenzaron a coger herramientas y cualquier objeto que les sirviera como arma improvisada en sus manos.
– ¡Vuelvan al trabajo! – las amenazó un guardia, apuntándoles con su pistola como advertencia. En respuesta, terminó siendo noqueado y cayendo de la pasarela al piso inferior cuando una llave de tuercas salió volando por los aires.
– ¡Libertad! – gritó una Norma.
En un maremoto de furia, las trabajadoras Normas se alzaron contra sus captores. Los guardias trataron de pelear, pero sin la Luz de Mana para protegerse, ahora eran igual de vulnerables que sus antiguas esclavas.
...
Bajo las aguas del campo de labor en Galia, una larga silueta oscura se escondía bajo las olas. Igual que el Blue 6, el Mirai era una nave de reconocimiento. Cargaba dos Para-mails para defensa, pero su propósito primario era servir de intermediario entre la Network y la resistencia de Normas dentro del campo, ayudándoles a pasar contrabando que necesitaran y sacar de allí a los casos prioritarios. Usualmente Normas que eran muy viejas o estaban muy enfermas, y por ende estaban en peligro de ser puestas a dormir.
Desde su estación en el puente, el comandante del Mirai, conocido para la tripulación como Bootleg, mantenía un ojo vigilante sobre la isla. Desde que perdieron al Noa, el Jefe había ordenado a todas las naves permanecer en espera. Embryo estaba a punto de hacer su movimiento, y ellos tenían que estar listos cuando llegara la señal.
– Capitán, algo está sucediendo en la isla. – anunció el técnico de comunicaciones. – Parece ser una revuelta.
– Déjame escucharlo. – le respondió. Cogiendo uno de los auriculares de reserva, Bootleg sintonizó y empezó a escuchar la transmisión proveniente de la isla.
– Respondan, Network. – hablaba una de sus contactos Normas. – Los guardias han perdido su Mana. No pueden defenderse como antes. ¡Necesitamos ayuda ahora!
¿Perdieron su Mana? ¿La escuchó bien? Tras quitarse el auricular, Bootleg apretó su mano y trató de invocar la luz de Mana, sólo para darse cuenta que no podía. Lo que fuera que había pasado, toda la humanidad se había visto afectada.
– Capitán, ¿qué debemos hacer? – preguntó la Norma timonel. Bootleg miró alrededor a su tripulación, y aunque compartían su preocupación, no estaban a punto de entrar en pánico igual que como seguramente lo estaban los guardias en el campo.
– Envíen aviso al Jefe. – les ordenó. – Díganle lo que ha pasado. Luego envíen a los Para-mails y soliciten un transporte. ¡Tenemos que sacar a las Normas de allí ahora mismo!
...
Ya era la mañana siguiente, y en este punto los pyrethroides habían buscado por todo Misurugi. Ahora que ya no tenía ningún uso para la joven Emperatriz, el Maestro Embryo había vuelto a establecerse en la mansión de la Fundación del Amanecer. Estar en un entorno familiar hizo muy poco para aliviar su humor, sin embargo, ya que significaba que tenía que gastar más de la energía que había cosechado de Aura, lo cual retrasaría aún más el proceso. Chasqueando la lengua con fastidio, el Maestro Embryo los llamó de vuelta y cerró la ventana de Mana.
– Parece que no tengo más opción que esperar. – suspiró.
– ¿Y está usted seguro de que ella vendrá antes que se complete la fusión? – preguntó Dark.
– Ange es una chica muy apasionada. Es lo que me atrajo a ella en primer lugar. Estoy segura de que desea matarme por lo que le hice a su sirvienta y a ese simio. Ella vendrá. Y entonces podré reanudar el entrenarla para que aprecie mejor mi amor.
Dark secretamente admitía que también esperaba con ansias la fusión. Ese disidente seguramente vendría para intentar una intervención. Antes que la fusión eliminara toda la vida en ambos mundos, él quería absolverse de su humillación y matar a ese niñato con sus propias manos. Ya que a pesar de su fracaso, el Maestro Embryo había decidido darle un regalo que garantizaría su victoria. Una vez que Baretta hubiera sido reparado, nada lo detendría.
Mientras tanto, un repentino golpe en la puerta de la biblioteca les anunció que tenían compañía.
– Maestro Embryo, ¿puedo pasar? – Era la voz de Ersha. El Maestro Embryo cerró el libro que estaba leyendo y adoptó una mirada de irritación.
– Más le vale que no venga a molestarme con asuntos triviales. – dijo. – Sí, Ersha, puedes pasar.
La mujer de cabello rosa entró, y Dark notó las ojeras que tenía. Parecía no haber dormido nada desde su conversación de anoche.
– Sólo quería decirle que lamento mucho cómo actué anoche, y me gustaría enmendarlo.
– Oh, ¿y cómo planeas hacer eso?
– Iré a buscar a Ange por usted. – le dijo. Dark se sorprendió: ¿la había escuchado bien?
– ¿Lo harás? – preguntó el Maestro Embryo.
– Creo que sé hacia donde se dirige. – explicó Ersha. – Hay una isla no muy lejos de Arzenal. Se supone que era un refugio para Para-mails que quedaron demasiado dañados para volver a la base. Tengo la certeza de que Ange estará allí.
– Brillante idea. – Embryo estuvo de acuerdo. – Llamaré a las otras para que te acompañen.
– ¡Por favor no! – gritó ella de pronto. – Quiero decir, si lo hace, el Pilar del Amanecer se quedará sin protección.
– Puedo protegerlo por mí mismo. – le aseguró Embryo. – Capturar a Ange es nuestra mayor prioridad en este momento.
– Si me permite, Maestro Embryo. – interrumpió Dark. – Me parece que enviar a Ersha sola será más ventajoso tácticamente hablando. Un grupo más grande será más fácil de detectar que una exploradora solitaria.
– Supongo que tienes razón. – Embryo estuvo de acuerdo. – Muy bien, te enviaré a Raziya. Pero te lo advierto, Ersha, no te atrevas a volver sin ella.
Ersha hizo el saludo militar antes de marcharse y Dark la vio desaparecer por la puerta.
– Maestro, si no hay más nada, hay otros asuntos que debo atender.
– Muy bien, puedes irte. – dijo Embryo. Dark hizo una reverencia y lo dejó para que terminara su lectura.
Bajando por el corredor, unas puertas dobles se abrieron hacia el parapeto. Dark acababa de poner un pie afuera cuando vio al Raziya de Ersha elevarse sobre las copas de los árboles que los rodeaban, y se alejaba volando. En toda su vida, Dark jamás había desafiado al Maestro Embryo hasta ese momento...
...
En una corriente de fluidos, fue extraído de la cámara y expulsado sobre el duro y estéril suelo. Mientras su cuerpo desnudo temblaba con sus primeras bocanadas de aire, una sombra se proyectó sobre él, y al levantar la mirada vio a un hombre rubio con traje verde parado frente a él.
– ¿Puedes entenderme? – le preguntó.
– S... s... sí. – Era la primera vez que oía su propia voz.
– Excelente. Parece ser que la transferencia de datos tuvo éxito sin ninguna complicación. Ahora, ponte de pie.
Él le obedeció, y el hombre caminó a su alrededor para inspeccionarlo mejor.
– Muy bien. Pareces estar en perfecta condición. Aunque tu cabello es algo extraño. No recuerdo haber programado tus genes para tener ese color.
Sus ojos seguían al hombre hasta que vio su propio reflejo sobre una superficie pulida. Era alto, musculoso, y su cabeza estaba cubierto con una espesa mata de pelo blanco. ¿Ese era realmente su aspecto?
– Bueno, supongo que no debería afectar tu desempeño. ¿Sabes quién soy?
– Em...bryo. – respondió. El hombre frunció el ceño ligeramente.
– El título apropiado debería ser "Maestro Embryo".
– Yo... lo siento.
– Bueno, al menos eres educado. Me gusta eso en un vasallo. Ahora bien, eres una de mis muchas creaciones. Sin embargo, a diferencia del resto de la humanidad, eres una forma de vida compuesta, creada a partir del ADN de mis seguidores originales. Tu propósito es de servir como mi mayordomo, emisario, y si es necesario eliminador. Si demuestras ser insatisfactorio, puedo reemplazarte fácilmente. ¿Está claro?
– Sí... Maestro.
– Me alegra que nos entendamos. Ahora, no puedo tenerte caminando por allí así, así que vamos a buscarte algo de ropa. Supongo que también necesitarás un nombre.
El Maestro Embryo se frotó la barbilla pensativo, antes de que sus ojos se fijaran en el cabello blanco de su vasallo.
– Ya sé. Te llamaré Dark. Será una pequeña broma, ¿entiendes?
...
De su bolsillo, Dark sacó la tira del pañuelo y permitió que el viento la levantara y se la llevara lejos. Esta era la única vida que conocía. La única vida que podría tener.
...
Tras una buena noche de sueño, Tusk se sentía increíblemente bien. Momoka les preparó el desayuno y Rio después fue a la ventana a vigilar a los pyrethroides. Tusk quería ir a buscar a Ange inmediatamente, pero Rio insistió en que esperasen. Era demasiado arriesgado moverse mientras los pyrethroides siguieran patrullando. Luego de cambiarse con algo de ropa que Rio cogió de una tienda cercana, Tusk y Momoka fueron a ver qué estaba sucediendo.
– ¿Ya te sientes mejor? – preguntó Rio. Tusk sonrió mientras flexionaba su hombro.
– Grandioso, de hecho. Así que de esto es capaz la curación de Mana.
– O lo era. – corrigió Rio. Por lo que le habían contado, toda la humanidad había perdido su habilidad de utilizar la Luz de Mana. Lo que fuera que Embryo estaba haciendo seguramente estaba utilizando tanta energía que ya no quedaba nada para que los demás pudieran utilizar.
– Bueno, en cualquier caso, realmente quiero agradecerles por venir por mí. Y estoy seguro que Ange lo apreciará también. – dijo Tusk. Rio frunció el ceño y bajó la cabeza. – ¿Qué pasa?
– Tusk, hay algo que necesito decirte. Anoche cuando Momoka te revivió, fue porque yo me rehusé a hacerlo.
– ¿Qué quieres decir? – preguntó Tusk, mientras Rio se giraba para encararlo.
– Las píldoras de Dracunium que me dio Gila. Ella me advirtió que no tomara más de una por día. Que podría haber efectos segundarios irreversibles si lo hacía. Hilda lo escuchó y me hizo prometer que no iba a desobedecer el consejo de Gila. Cuando me quedé sin Aura, casi lo hice... pero no pude. El pensamiento de romper mi promesa a Hilda... simplemente no...
– Hey, lo entiendo. – le aseguró Tusk. – Ambos somos caballeros, ¿no? Recuerdo lo mucho que me dolió enviar lejos a Ange. Tal vez lo haya hecho para protegerla, pero estoy seguro que me dará una buena golpiza cuando nos veamos de nuevo.
– Y un caballero debe mantener su palabra ante su dama. – añadió Momoka. – Es por el hecho de que usted se preocupa tanto por ella que no fue capaz.
– La verdad me impresionaste. – añadió Tusk. – Antes solías tirarte de cabeza en cualquier situación peligrosa que se te presentara. Creo que esta es la primera vez que dejaste que las consecuencias te frenaran.
– Sí bueno, no se lo cuentes a Rhino. De lo contrario jamás me dejará escuchar el final. Hablando de eso, ¿cómo sobreviviste a la explosión, de todos modos?
– No estoy seguro. Pero Embryo estaba entre el Skyhook de Vulture y yo, así que supongo que él recibió la mayor parte de la explosión. – dijo Tusk. Deberle su vida a Embryo, sin duda era la mayor definición de ironía. – Mi punto es, no te preocupes tanto por ello. Después de todo, fue gracias a que te quedaste cerca que sigo con vida.
– Quizás. – admitió Rio. Girando de vuelta a la ventana, Rio entrecerró los ojos mientras buscaba por el cielo. – Parece que Embryo finalmente los está llamando a retirada. Esperaremos un poco más y luego saldremos de aquí.
– Grandioso. – Tusk asintió. – Excepto una cosa, ¿cómo lo haremos? No podemos subirnos los tres en Susano'o.
– De hecho, creo que tengo la solución. – sugirió Momoka. Tusk y Rio la siguieron hasta el muelle de la casa de botes donde había atracado Susano'o sobre una plataforma. Momoka señaló arriba, y Tusk vio un viejo bote salvavidas suspendido en una red de carga que colgaba del techo. Su casco estaba abollado y cubierto de costras de percebes, pero parecía ser sólido.
– Eso servirá. – Rio estuvo de acuerdo.
...
La mañana llegó, y con ella más lágrimas. Le dolía tanto quedarse en la cueva de Tusk, así que tras cambiarse del uniforme que le quitó a Salia y ponerse una de las camisas que le sobraban a Tusk, había salido hacia la jungla. Pero a dondequiera que fuese le venían recuerdos de él. El bosque donde la salvó tras haber sido mordida por la serpiente, la playa donde pasó horas reparando a Villkiss, el estanque donde accidentalmente ella lo vio mientras se bañaba. Eventualmente, se encontró al otro lado de la isla, donde el tráiler de su Skyhook había sido enganchado a un muelle.
Tomando una sábana para cobijarse a sí misma, Ange se sentó en el techo del tráiler y observó la puesta del sol.
«Soy un chiste,» pensó. «Sin ti y Momoka soy totalmente inútil.»
En el agua, el sol poniente proyectaba su luz como oro líquido, mientras el mar reflejaba el rojo ardiente del atardecer.
– Hermoso. – dijo en voz alta.
«No son tan bonitas como tú.» Eso fue lo que él le dijo aquella noche que observaban las estrellas.
– Idiota. – lloró. – ¿Por qué ibas a preocuparte por mí?
«Soy el caballero de Ange.»
– ¿Y eso de verdad era suficiente para ti? Tu misión te costó todo. ¿Qué esperabas obtener de todo esto?
«Sólo quise decir que sería agradable tener algo de paz para variar.»
– Si ya no podré verte más, ¿cuál es el punto? – Las olas chocaban contra la playa junto a ella, y Ange sintió que empezaba a derrumbarse de nuevo por dentro.
«Te amo, Ange. No importa lo que suceda... por favor, vive.»
– Oh Tusk... yo también te amo. – Las lágrimas volvieron a rodar por su rostro mientras se encogía entre sus rodillas y lloraba en ellas. – Si hubiera sabido que esto iba a suceder, habría ido todo el camino contigo.
...
Luego de viajar casi todo el día, finalmente llegaron a la isla. Tusk y Momoka habían ido en el bote salvavidas mientras Rio los remolcaba con Susano'o. Tuvo que volar muy lentamente para evitar romper la línea y lo más bajo posible para evitar que Embryo los detectase. Cuando no la encontró en la cueva, Tusk temió que habría hecho algo drástico.
Finalmente, la encontraron en el muelle de la parte de atrás, encima del tráiler. Por sugerencia de Rio y Momoka, Tusk había decidido ir con ella primero. Acababa de subirse sobre el tráiler cuando escuchó su confesión.
– ¿Lo dices en serio? – Arrodillándose detrás de ella, Tusk la envolvió entre sus brazos sujetándola por los hombros, y Ange levantó la cabeza de golpe.
– No... no puede ser. – Ella se giró para verlo, con una mezcla de shock, incredulidad y esperanza. – ¿En verdad eres tú?
– Por supuesto que soy yo. – Tusk lentamente la ayudó a levantarse, sólo para que Ange de repente le diera una bofetada. «De acuerdo, supongo que me merecía eso,» pensó.
– ¡No puedes estar aquí! – exclamó ella volviendo a abofetearlo. – ¡Estás muerto! ¡Eres sólo otra de las ilusiones de Embryo!
– ¡No! ¡Te lo juro que no lo soy!
– ¡Vi cómo explotabas! ¡Y no tienes heridas de bala! ¿Cómo puedes estar vivo?
– ¡Te estoy diciendo que soy yo!
– ¡Ya basta! – le gritó ella. – ¡Ya estoy harta de todo! ¡Sólo vete y déjame en paz!
Qué desastre. ¿Cómo iba a convencerla de que era real?
– No puede ser cierto. – sollozó Ange. – No puedes estar vivo.
– Ange... – susurró él. Tusk le limpió suavemente las lágrimas de sus mejillas, cuando Ange de repente se le lanzó, y agarrándolo de la camisa, lo arrojó encima del tráiler y comenzó frenéticamente a quitarle la camiseta. – Q... ¿qué estás...?
– Tengo que asegurarme. – dijo Ange mientras se le iba encima. – Ahora quédate quieto.
Se quitó la camiseta que llevaba encima, y Tusk tragó saliva al encontrarse mirando su hermoso cuerpo desnudo.
– ¿Asegurarte de qué...? – Tusk fue interrumpido cuando Ange se le fue encima para besarlo.
– Por favor, sólo cállate... – le suplicó ella entre lágrimas. Mientras colapsaba sollozando encima de él, Tusk la envolvió con sus brazos, perdiéndose en la sensación de su cuerpo rozando el de ella.
...
Desde su escondite en la jungla, Rio y Momoka observaron cómo Tusk se reunía con Ange. Cuando ella lo abofeteó, Rio empezó a preguntarse si tal vez él y Momoka deberían intervenir, pero decidieron no hacerlo cuando Ange lo lanzó sobre el techo del tráiler y se le fue encima para evidentemente hacerle el amor.
– ¡Oh cielos! – Momoka se sonrojó.
– Quizás sea mejor dejarlos solos. – sugirió Rio. Juntos, los dos se dirigieron al otro lado de la isla, donde Susano'o había aterrizado sobre la playa de la ensenada. – Entonces, ¿supongo que querrás quedarte aquí?
– Lady Angelise ha pasado una experiencia terrible. – asintió Momoka. – Quisiera ayudarle como me sea posible para que se recupere. Además, estoy segura que la Srta. Hilda estará igual de preocupada por usted.
– Supongo que tienes razón. Te veré de vuelta en el Aurora. – Montándose en su máquina, Rio presionó en la pantalla de mando para fijar la baliza localizadora de la nave. – Entonces, ¿realmente lograste romper el control de Embryo por tu cuenta?
– No fue fácil, pero sí. – dijo ella. Rio sonrió y se sujetó el ala de su sombrero.
– Es una pena que no te hayamos encontrado antes. Habrías sido la mejor agente que jamás hubiera tenido la Network.
Los motores cobraron vida, y Susano'o despegó dejando atrás rápidamente a la isla de Tusk. Ahora que ya tenía un momento para sí mismo, Rio se tomó un momento para pensar en la noche anterior. Sabía que su relación con Hilda lo había hecho cambiar, ¿pero realmente habría sido al mismo nivel que dijo Tusk? ¿Qué era ella exactamente para él? ¿Y qué era él para ella? ¿Un amigo? No, eso no. Era algo más. Algo que jamás habría experimentado con nadie antes.
...
Por lo que se sintió como la millonésima vez aquel día, Hilda revisó el reloj. Desde el asiento de la comandante, observaba cómo el personal del puente de mando escaneaba en busca de cualquier amenaza potencial. Acababan de pasar la marca de las 24 horas, y todavía no había señal o noticia alguna de Rio.
«Aún le queda un día,» pensó Hilda. «Sólo desearía que me hiciera saber qué pasa.»
Sintiendo una presencia tras de sí, Hilda se giró para ver al Jefe con un par de tazas de café en las manos.
– Pensé que te gustaría un poco. – le dijo mientras le ponía una taza en el reposabrazos del asiento de comandante.
– Gracias. – le dijo ella mientras tomaba un sorbo. Realmente no debería estar tan tensa como lo estaba, pero se dio cuenta que el Jefe era una presencia reconfortante. Hilda jamás había conocido a su padre, ya que su madre le dijo que murió antes que ella naciera, aunque ya de adulta se preguntaba si no las habría abandonado por haber nacido como una Norma. – No está mal.
– Tuve un amigo llamado Tiger que estaba en la milicia. Al hombre le encantaba su café, y lo preparaba con mezclas que a nadie se le ocurrirían. Él y su esposa murieron durante el asalto al primer Zion. – dijo el jefe. Hilda se echó atrás y volvió a ver el reloj. – Sé que estás preocupada por Rio, pero no le harás ningún bien a Libertus ni a ti misma si te enfermas por el estrés.
– Estoy bien. – dijo Hilda.
– Si tú lo dices. En cualquier caso, Rio es uno de mis mejores operativos. O lo era, yo mismo lo entrené después de todo.
– Eso me han dicho. Sabe, Rio habla de usted como si fuera su padre.
– ¿Acaso lo sabe?
– ¿Usted no siente lo mismo? – preguntó Hilda. El Jefe pensó por un momento, y tomó un trago de su taza.
– No diría que es el hijo que nunca tuve. Más bien, es como el yerno que me habría gustado tener.
De dentro de su camiseta, el Jefe sacó un medallón con una cadena que colgaba de su cuello, y se lo mostró a Hilda. Adentro había la foto de un hombre musculoso en sus treintas, sentado junto a una mujer en una cama de hospital.
– Mi esposa y mi hija. – le dijo. – Esta foto la tomaron el día de su nacimiento. Estuvimos intentando concebir por años, pero mi esposa sufría de un defecto congénito que la dejó parcialmente infértil. Cuando nos enteramos, se sintió como un milagro de Dios.
– ¿Qué pasó? – preguntó Hilda, aunque podía adivinar. El Jefe suspiró, y volvió a guardarse el medallón en su camiseta.
– El reporte oficial fue que una falla en el sistema causó una ruptura de cuarentena. Mi hija no había sido vacunada todavía, así que sufrió una infección fatal. Esforzarnos tanto sólo para que nos fuera arrebatada, fue demasiado para mi esposa, y se ahorcó.
– Lo siento. – dijo ella. Era igual que lo que Rio le contó sobre los padres de Sarah y cómo se habían suicidado. Luego se dio cuenta que algo andaba mal con la historia del Jefe. – Espere, ¿a qué se refiere con reporte oficial?
El Jefe apretó su mano tan fuerte en su taza que Hilda casi temió que la fuese a romper con su agarre.
– Una investigación posterior reveló que uno de los doctores en el hospital estaba aplicando eutanasia a las bebés Normas. Mi niña era una de ellas. Al final, no castigaron al bastardo por asesinato, simplemente le dieron una multa por mal manejo de "material peligroso".
– ¿Y qué hizo usted? – preguntó ella. El Jefe respiró profundo y se limpió la cara.
– Me encargué de él. Y la policía me atrapó poco después. El crimen es muy raro en la sociedad humana, pero existe. Mientras se debatían sobre qué hacer conmigo, la Network me ayudó a escapar. El antiguo Jefe me dio una elección. Podría sentarme y dejar que hirviera mi rabia y dolor, o podía hacer algo por aquellas que eran como mi hija. Elegí la segunda opción. Nunca tuve ilusiones reales de cambiar al mundo, pero al menos podía asegurarme que otras niñas inocentes no fueran castigadas sólo por como nacieron. Y con suerte, también asegurarme que otros padres no pudieran abrazar sólo una vez a sus hijas. – Girándose hacia ella, el Jefe le dio una sonrisa vacía. – Lo siento. Los viejos a veces nos dejamos llevar contando historias.
– Está bien. – le aseguró Hilda. – Aprecio que haya compartido esto conmigo. Y también todo lo que ha hecho por Rio.
Eso era verdad. Si el Jefe no lo hubiese reclutado, Rio jamás se habría unido a la Network, y Hilda jamás lo habría conocido.
– En ese caso, deja que este anciano te dé un último consejo. Nunca dudes en abrazar a tus seres queridos. Nunca se sabe cuándo podría ser la última vez que lo hagas.
El Jefe se alejó y Hilda se quedó mirando su propio reflejo en el café. El pensamiento de una muerte inminente era algo con lo que todas las Normas en Arzenal había aprendido a vivir. Se les inculcaba desde sus infancias. Pero ahora, Hilda encontraba la idea aterradora. Tenía gente que le importaba y era valiosa. Ange, Rosalie, incluso Vivian con lo fastidiosa que podía ser. Y el mayor de todos era Rio. ¿Qué tal si algo le pasaba a él o a ella? ¿Se sentiría satisfecha de cómo estaban las cosas entre ambos?
Al levantar la mirada, Hilda notó que el personal de comando la estaba mirando fijamente.
– Perdón, Hi... quiero decir, Comandante. – dijo de repente Olivier. – A usted realmente le gusta Rio, ¿verdad?
Habían escuchado todo, así que no tenía sentido negarlo, ¿verdad?
– Sí. Realmente me gusta. – admitió ella. El personal de comando intercambió miradas, antes que Pamela hablara.
– No se preocupe. Él volverá.
– Sí. – dijo Hikaru. – Se lo prometió, ¿correcto? No hay forma de que un hombre como Rio rompa sus promesas.
Hilda se quedó mirándolas, y no pudo evitar sonreír. ¿Podrían ser más obvias?
– Tienes razón. – asintió. Y apenas acababa de decirlo, cuando una señal apareció en la pantalla frontal.
– Señora, detectamos una señal de comunicaciones. Es el Susano'o.
– Abran el canal. – ordenó Hilda mientras se ponía de pie.
– Aurora, respondan. – Era Rio transmitiendo. – ¿Me copian?
– Te copiamos, Rio. – respondió Hilda. – ¿Ange y Tusk están contigo?
– Tuve que dejarlos atrás. No se preocupen, ambos están a salvo. Les daré el reporte completo cuando llegue.
– Estaré esperando para escucharlo. Te veré cuando llegues.
– Señora. – dijo Hikaru en tono de advertencia. – Tengo otra señal en el radar. ¡Es uno de los Ragna-mails!
– ¡Rio, tienes un enemigo aproximándose a las 7 en punto! – exclamó Olivier.
– La veo, es Ersha. Quédense ocultos, Aurora. Yo me encargaré de ella antes que llame a las otras.
Al diablo con eso, Hilda no se iba a quedar sentada mientras Rio se ponía en peligro.
– ¡Preparen los Para-mails! – ordenó. – ¡Quiero a todos los pilotos disponibles en el aire ahora!
...
Cambiando de dirección Rio transformó el Susano'o a modo destructor antes de volar para interceptar a su perseguidora. No tenía idea de cómo logró Ersha acercársele tanto, pero la derribaría antes de que se acercara al Aurora.
– ¡Ersha! – le gritó, apuntándole con su Buster Rifle al Ragna-mail.
– ¡Rio, espera! – exclamó de repente. Cambiando a modo destructor también, Ersha agitó su rifle de rayos, y Rio notó un objeto blanco que estaba amarrado en la punta.
– ¿Eso es un sostén? – oyó preguntar a Olivier.
– Oh vamos. – contraatacó Hikaru. – Es obvio que es una bandera blanca.
– Sí, así es. – dijo Ersha. – Por favor, no disparen. He venido a rendirme.
Esta historia continuará...
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