Capítulo 27: Adiós
– Atención a todo el personal. – transmitía Pamela por los altoparlantes. – El Aurora saldrá a la superficie en menos de cinco minutos. Todos los pilotos a sus máquinas.
A lo largo y ancho del hangar y la cubierta de lanzamiento, los armeros terminaban las preparaciones finales para el despegue antes de salir del camino. Montando su Glaive, Hilda conectó su cordón mientras ella y las otras eran movidas a sus posiciones. A su lado, Rio se montaba en Susano'o. Sus dos propulsores habían sido reemplazados con un juego personalizado que Mei había armado a partir de tres de los motores de reserva de Villkiss. Para darle un muy necesario incremento de agilidad, Mei también había equipado los motores con ventilas laterales para poder angular mejor la propulsión. Atrás de ella, Vivian y Rosalie montaban también sus unidades, mientras al otro lado de la cubierta de lanzamiento los elevadores traían a Kamaitachi y Kat. Los dos cargaban los rifles de asalto estándares, aunque el Arquebus índigo de Kamaitachi también llevaba un par de espadas curvas, mientras el Razor rosa de Kat llevaba un hacha corta y una subametralladora en los espolones de sus piernas. En los establos de babor, Tusk, Rhino y Vulture aguardaban por sus skyhooks, esperando su turno para despegar.
– Repasemos el plan una última vez. – dijo Hilda. – Yo, Rio, Rosalie, Kamaitachi y Kat volaremos y atraeremos a los Ragna-mails sobre Misurugi. Mientras estén distraídos, Vivian, tú vas a rodearlas y ubicarás a Ange y Villkiss.
– Entendido. – Vivian hizo el saludo militar.
– ¿Pero cómo vas a encontrarla? – le preguntó Rosalie.
– Simple. – Vivian sonrió mientras olfateaba en el aire.
– Una vez que la hayas localizado, – continuó Hilda – Tusk y los otros se moverán a nivel del suelo y agarrarán a Ange, luego se la llevarán para recuperar a Villkiss. Novatas, ustedes tres se quedarán atrás para proveer fuego de cobertura durante nuestra retirada.
– Sí, señora. – replicaron las tres chicas más jóvenes.
– He cargado los lanzagranadas en los rifles de asalto de las novatas con bengalas codificadoras. – dijo Mei por comunicaciones. – También he equipado el Hauser de Nonna con cargas de pulso electromagnético. Cuando los Ragna-mails se pongan a tiro, arrójenles todo lo que tengan. Y Rio, ten cuidado con esos motores. No tenemos más para reemplazarlos.
– ¿Todo está bien? – les preguntó Rosalie a las novatas.
– Estamos nerviosas, Srta. Rosalie. – respondió Marika.
– Sí. – Mary estuvo de acuerdo. – Nunca hemos volado en territorio humano.
– Yo tampoco. – les aseguró. – Sólo respiren profundo. Todo saldrá bien si seguimos el plan. Sólo dejen que nosotros manejemos la peor parte.
El escuadrón de asalto acababa de ser posicionado, cuando un sacudón repentino les indicó que el Aurora finalmente había salido del agua.
– Abriendo las puertas de la bahía. – anunció Pamela mientras la luz del sol inundaba la cubierta de lanzamiento.
– Hagámoslo. – ordenó Hilda. – ¡Escuadrón Hilda, despeguen!
...
En el puente, Jasmine y el Jefe observaban el monitor delantero mientras la nueva comandante del Aurora y su equipo de asalto despegaban. Aunque la transferencia de poder a Hilda no había salido sin oposición, especialmente entre las Normas que seguían siendo leales a Jill, la verdad sobre su pasado y su deseo de venganza contra el responsable de todo su sufrimiento resultó ser más fuerte que cualquier resquicio de desconfianza. Al final, nadie optó por marcharse.
Una vez que la cubierta de vuelo quedó despejada, Tusk y su equipo se pusieron en posición y se prepararon para despegar hacia su propia misión. En un extremo, la pequeña niña que se había quedado a bordo se encontraba de pie junto a Mei. Rhino echó una mirada en su dirección y ella le hizo el saludo, el cual Rhino le devolvió antes que Pamela les diera luz verde para despegar.
– Y allá van. – dijo Jasmine. – ¿Crees que tendrán una oportunidad?
– Hilda propuso una buena estrategia. – asintió el Jefe. – Embryo protege el mundo humano por sí solo, así que todo lo que tendrán que preocuparse son los Ragna-mails. En cualquier caso, nuestro tiempo ya se acabó. El futuro les pertenece a esos niños. Todo lo que podemos hacer ahora es tratar de ayudarlos y esperar que ellos aprendan de nuestros errores.
– Supongo que eso tendrá que bastar. – Jasmine estuvo de acuerdo. – Aun así, no creí que viviría para ver el día que tuviéramos una segunda oportunidad para Libertus.
De su camiseta, el Jefe sacó un guardapelo.
«Así que después de todo este tiempo, todavía cargas contigo su foto,» observó Jasmine mientras él lo guardaba de vuelta y le sonreía.
– En estos últimos días, parece que estoy encontrando muchas segundas oportunidades.
...
En los cielos sobre Misurugi, los ciudadanos miraban boquiabiertos a las ocho máquinas que sobrevolaban encima de ellos. Nadie estaba seguro de dónde venían o qué estaban haciendo, pero las cuatro de color negro parecían estar persiguiendo a la máquina blanca. Casi la habían capturado cuando el cielo de repente se abrió, y tres nuevas máquinas entraron a través del agujero, formando una barrera entre la aeronave blanca y el resto los cuales, para su asombro, se transformaron en formas de humanoides con alas.
Desde atrás de Villkiss, Ange no podía creer lo afortunadas que eran. Quizás sí existía un Dios después de todo.
– Lady Angelise, ¿quiénes son estas personas? – preguntó Momoka.
– Es Sala. – dijo Ange. – No te preocupes, ella y las otras son amigas.
Como si le respondiera, la pantalla en la consola derecha de Villkiss se encendió y el rostro de Sala apareció frente a ellas.
– Cielos, te ves muy desvelada, Ange. – dijo Sala.
– Sí, he tenido un día muy agitado. – respondió ella.
– Quizás deberías irte y tomar un baño para relajarte. Nosotras podemos manejar la pelea a partir de aquí.
– Gracias. Ten cuidado, Sala. – Dándole la vuelta a Villkiss, Ange salió disparada hacia la costa. Sala podía cuidarse perfectamente, y Ange no podía pelear con Momoka detrás de ella. Por ahora, era mejor no estorbarles.
...
Una vez que Ange se alejó a distancia segura, Salamandinay giró su atención hacia los cuatro Ragna-mails, la única barrera entre ellas y Aura. Acorde con lo que Lizardia les había dicho, Embryo la tenía escondida en alguna parte dentro de la enorme torre que se alzaba frente a ellas.
– ¿Están listas? – les preguntó.
– Estamos listas, Lady Salamandinay. – respondió Kaname.
– Sólo denos la orden. – añadió Naga.
Abajo en el suelo, la unidad con cuernos que casi había capturado a Ange despegó y se lanzó en persecución de Villkiss.
– ¡No lo harás! – dijo mientras desenfundaba su Seiran. Pero antes de poder dispararle, el Ragna-mail de cromado naranja salió disparado, blandiendo su espada hacia la cabina de Enryugo, y forzando a Salamandinay a desviarla con su bayoneta.
– ¡Tanya! ¡Irma! – ordenó la piloto mientras hacía retroceder a Enryugo. – Encárguense de las otras dos. ¡Chris, ve y ayuda a Dark a perseguir a Ange!
– Estoy en ello. – respondió la piloto de la unidad con cromado verde. Antes de poder detenerla, la que se hacía llamar Chris salió disparada a perseguir a Ange mientras los Ragna-mails restantes cargaban contra ellas.
– ¡Manténganse firmes! – ordenó Salamandinay. – ¡Aura finalmente está a nuestro alcance! ¡Muévanse y atáquenlas a quemarropa!
...
El asombro y la maravilla rápidamente se volvieron terror y pánico cuando las máquinas sobre ellos comenzaron a pelear. Las tres máquinas negras se enfrentaron a las que salieron del cielo, cuyas espadas soltaban chispas al impacto mientras lanzas de energía carmesí y rayos de plasma verde y rojo llenaban el cielo y llovían sobre Misurugi, enviando a los ciudadanos a correr por sus vidas. Los edificios se derrumbaban bajo el asalto y estallaban en llamas. Nunca durante sus vidas habrían esperado que su pacífica sociedad se vería forzada a soportar un horror como este.
En el castillo de Misurugi, la Princesa Sylvia, Emperatriz de facto del Sacro Imperio de Misurugi, conducía su silla flotante hacia la ventana.
«¿Qué rayos es todo ese alboroto?» se preguntaba, sólo para gritar de terror cuando vio que las máquinas que pertenecían a las sirvientes del tío Embryo y otra máquina roja pasaban rugiendo frente a su ventana.
– ¡Ayuda! – gritó. – ¡Tío! ¡Sr. Dark! ¡Hagan que se vayan!
En el ala este, otro grupo de niñas se amontonaban juntas con miedo. De sus lecciones en Arzenal, todas reconocieron la singularidad a primera vista, y los Para-mails que vinieron a través de ella tenían que ser los mismos que atacaron su antiguo hogar.
En la distancia, los terrenos del Pilar del Amanecer habían estallado en llamas, debido a los rayos de energía que llovían desde el cielo.
– Nos van a matar, ¿verdad? – lloriqueó una.
– ¡Tenemos que salir de aquí! – chilló otra.
– ¡No seas estúpida! – dijo otra. – ¡La Srta. Ersha nos dijo que nos quedáramos aquí donde estamos a salvo! Ella no dejará que nada nos pase. ¡Así que sigue animándola para que gane!
El pensamiento de que pudieran hacer algo para ayudar a la mujer que era como una madre para ellas galvanizó a las niñas, y se amontonaron frente a la ventana para darle su apoyo.
– ¡Srta. Ersha!
– ¡Usted puede hacerlo!
– ¡Patéeles el trasero!
Como si fuera una respuesta, uno de los Ragna-mails levantó su rifle de rayos y disparó.
...
Debajo del equipo de asalto del Escuadrón Hilda, el océano dio paso a la playa, al bosque, y finalmente las afueras de la capital.
– ¡Todos, prepárense! – anunció Hilda. – ¡Ya casi estamos en posición! ¡Vivian, encuentra a Ange!
– ¡Estoy en ello!
– Esperen un minuto. – dijo Rio. – Algo anda mal. Susano'o está captando alguna clase de perturbación sobre el Pilar del Amanecer.
– ¡Hey, tienes razón! – confirmó Rosalie. – Parece que alguien más se nos adelantó a atacarlas. ¡Oh mierda! ¡Son esas máquinas que atacaron Arzenal!
– ¡Hey chicos! – exclamó Vivian olfateando en el aire. – ¡Puedo oler a Ange!
– ¿Estás segura? – preguntó Hilda.
– Reconocería su olor donde fuera. – Saliéndose de la formación, Vivian viró bruscamente hacia la izquierda. – ¡Por aquí!
– ¡Hey, espéranos! – gritó Rosalie mientras ella y Hilda seguían al Razor de color rosa.
– ¡Kat! ¡Kamaitachi! – ordenó Hilda. – Ustedes continúen hacia el Pilar del Amanecer. ¡Ayuden a Sala y a las otras dos!
– ¡Déjanoslo a nosotros! – accedió Kat mientras ella y Kamaitachi salían disparados adelante de ella.
– Tusk, responde. – llamó Hilda. – Ange ha logrado escapar y la estamos rastreando ahora. Tú y los demás mantengan su curso. Los contactaremos cuando tengamos su locación.
– ¡Entendido! – respondió Tusk del otro lado. En la distancia, un repentino estallido de fuego rápido desgarró el cielo, mientras un Para-mail negro perseguía una muy familiar máquina blanca.
«¡Ese es Villkiss!» Hilda lo reconoció de inmediato. «¡Resiste, Ange, allá vamos!»
...
– ¡Lady Angelise, aquí viene de nuevo!
Ange espió por encima de su hombro, y chasqueó la lengua al ver que el Para-mail cornudo venía acercándose a ellos. «¡Demonios, qué persistente es!» maldijo Ange mentalmente.
– ¡Momoka, sujétate! – Ange descendió en picada con Dark persiguiéndola de cerca. Abajo en los suburbios, Villkiss zigzagueó de lado a lado en un esfuerzo por sacudírselo mientras el rifle de rayos gemelos de Dark rociaba el cielo con sus disparos. Un disparo hizo mella en la pierna de Villkiss y Momoka lanzó un grito de alarma mientras su máquina se bamboleaba por el impacto, forzando a Ange a desacelerar para recuperar la estabilidad. Un ligero incremento de velocidad fue todo lo que el perseguidor necesitaba para cerrar la brecha, y el Para-mail de Dark cargó de frente, levantando la espada para acuchillar los motores de estribor, cuando una sombra apareció encima de ellos, y una enorme unidad azul lo atacó, con una cuchilla brillante en su brazo desviando la espada de Dark.
– ¡Es el Sr. Rio! – gritó Momoka viendo cómo Susano'o hizo arder sus propulsores y empujó a la máquina negra lejos de ellas. Si Rio estaba aquí, entonces eso quería decir que...
– ¡Hora de una pregunta! ¡Adivinen a quién encontré!
¿Esa era Vivian? Ange levantó la mirada y no pudo creer lo que veían sus ojos. Hilda, Rosalie y Vivian estaban adelante y venían directo hacia ella.
«Chicos...» pensó. «Realmente vinieron por mí.»
– ¡Ange, cuidado! – gritó de repente Vivian. En la distancia, un rayo de energía verde impactó el motor de babor de Villkiss, enviándola hacia el suelo fuera de control mientras la unidad cornuda en el suelo se apresuraba a capturarla. En medio de los árboles y edificios suburbanos, un cable azul serpenteó por el terreno, y Ange se dio cuenta de que sólo tenía una oportunidad.
– ¡Momoka, prepárate! – le avisó a su sirvienta. – ¡Voy a apuntar hacia el río!
...
Luego de ser interceptado por el prototipo, Dark le avisó a Chris para que disparase. Desde su puesto en el arco de la carretera, la piloto de Theodora logró incapacitar uno de los motores de Villkiss antes de emprender el vuelo para derribar a las tres Normas, y con ello recuperar a Ange.
¿Acaso las Normas y los DRAGONs estaban trabajando juntos? Hasta donde Dark sabía, el Pilar del Amanecer era el único medio para comunicarse a través de la barrera dimensional. Por improbable que pareciera, no podía ignorar la posibilidad. Ersha y las otras se estaban enfrentando a las imitaciones de los Ragna-mail sobre los terrenos del palacio real, así que no podía llamarlas para pedir apoyo. Tenía que encargarse de esta peste rápidamente para poder recuperar a Ange.
«Has sido una piedra en mi zapato por demasiado tiempo. Ahora, voy a erradicarte como debí haberlo hecho en Enderant.»
Poniendo la propulsión en reversa, Dark hizo que Baretta diera un giro hacia atrás para enviar al prototipo a volar por encima de él con su propio impulso, antes de disparar con su rifle de rayos duales. El piloto del prototipo regresó el fuego con los dos cañones de su escudo y su Buster Rifle mientras circundaban por el suelo antes de cargar de frente. La espada de Dark se trabó en duelo con el Sable de Pulso que salía debajo del escudo del disidente.
...
– ¡Ange, no! – gritó Hilda. En el último momento, Ange logró elevarse lo suficiente para al menos apuntar hacia el río y se deslizó por encima de la superficie antes de desaparecer. Hilda estuvo a punto de lanzarse también, cuando un repentino disparo le cortó el paso. Desde la dirección de la ciudad, quién más si no venía hacia ella a toda velocidad que Chris. – ¡Vivian, llama a Tusk y vayan a ayudar a Rio! ¡Rosalie, nosotras nos ocuparemos de Chris!
– ¿Pero qué pasará con Ange? – preguntó Rosalie.
– ¡Déjasela a Tusk! ¡Tenemos que impedir que vayan tras ella pase lo que pase!
Las tres cambiaron a modo destructor y Hilda extrajo su alabarda justo a tiempo para interceptar la espada de Chris.
– Ange es mía. – les dijo Chris. – No se metan en mi camino.
– Yo creo que no. – respondió Hilda. – ¡Ella volverá con nosotros, así que quítate o sino!
Por la radio, Hilda podría jurar que escuchó a Chris riéndose. – ¿Así que vuelves por ella, pero no por mí? Debería habérmelo esperado.
A la derecha de Hilda, Rosalie vino volando sólo para desviarse cuando Chris sacó su rifle de rayos y le disparó al Glaive amarillo.
– ¡Chris, detente! – suplicó Rosalie. – ¡No queremos pelear contra ti!
– ¡Pues yo sí quiero!
– ¡Oh, ahora sí que lo estás pidiendo! – gritó Hilda mientras disparaba su rifle de asalto, sólo para que Chris levantara el escudo de rayos de su Ragna-mail para protegerse. – ¿En serio crees que podrás derrotarme? ¡Mejor ríndete antes de que me ponga seria!
Chris retrocedió para poner algo de espacio entre ellas, pero Hilda hizo girar su Glaive, evitando que Chris pudiese fijarla y al mismo tiempo ganar impulso para su propio golpe.
– No has cambiado en nada. – respondió Chris. – Todavía me ves como a alguien a quien puedes empujar a tu antojo. Bueno, ya no soy la niña débil que solía ser. ¡Métete en mi camino y terminarás muerta!
...
– ¿Qué está sucediendo? – preguntó Vulture. Desde su cobertura entre los árboles, él y Rhino seguían a Tusk mientras se dirigían hacia la batalla. A través de los huecos entre las copas, destellos de fuego láser o los rastros de las ametralladoras podían verse recorrer el cielo.
– ¡Ange está siendo perseguida! – respondió Tusk. – ¡Hilda y los demás están intentando contener a quienes la están persiguiendo!
– ¿Alguna idea de quiénes son? – preguntó Rhino.
– Suena a que son uno de los Ragna-mails y el Para-mail con cuernos que atacaron Arzenal y el Aurora. No sólo eso, alguien está atacando el Pilar del Amanecer. Kat y Kamaitachi fueron enviados a averiguar quién.
Cuatro contra dos. Normalmente, a Vulture le gustarían esos números. Pero considerando que uno de los oponentes del equipo de asalto era un Ragna-mail, cualquier cosa podría suceder. De repente, Tusk cogió su comunicador y asintió.
– Entendido, lo tengo. ¡Chicos! ¡Villkiss fue derribado! ¡Aterrizó en el río al este de la ciudad!
– ¿Ange se encuentra bien? – preguntó Rhino.
– Espero que sí.
– No te preocupes. – les aseguró Vulture. – Su Alteza es más fuerte de lo que parece. Después de todo venció a Jill. ¡Démonos prisa y busquémosla para poder irnos de aquí!
...
Con toda su atención concentrada en Dark, Rio sólo podía esperar que Hilda pudiese manejar a Chris por su cuenta. Hasta ahora Dark no había utilizado su Mana, pero en cuanto lo hiciera, Rio estaba listo para él.
– Debiste quedarte lejos de esto. – se jactó su oponente. – ¿Cuántas veces tendré que vencerte para que aceptes que nunca podrás ganar?
– Hablas mucho, para ser un tipo que sólo me venció una vez. – contraatacó Rio. Cargando de frente, Rio dio una estocada con su Sable de Pulso izquierdo en cuanto Dark se alejó girando. Con el mismo movimiento, Dark enganchó su rifle de rayos dual, cargando otra bala ardiente sólo para fallar cuando Rio activó los impulsores laterales y se alejó con una voltereta. Con el sable de pulso derecho extendido, dio un tajo vertical hacia arriba, casi cortando la cabina de Dark sólo para fallar cuando éste retrocedió de nuevo.
– ¡Aprende tu lugar! – Empujando su mano al frente, Dark proyectó una onda de Mana cuyo objetivo era derribar del cielo a Rio.
«Grave error,» pensó Rio mientras la luz del Aura fluía desde dentro de él y a través de Susano'o, cuya mano brillaba mientras la extendía de frente, haciendo que destruyera la ola. «He aprendido de mis errores la última vez. En lugar de cargar totalmente a Susano'o, sólo tengo que concentrar la energía en un punto.»
El resultado fue un menor agotamiento para sí mismo y la Luz. Aun así, Dark no tenía esa limitante con sus reservas, así que Rio sabía que no podía desperdiciarla. El movimiento tuvo éxito en asustar a Dark lo suficiente para que bajase su guardia, y Rio levantó su Buster Rifle para capitalizarlo, sólo para que el rayo carmesí rebotase sin causar daños en el escudo de Mana que Dark levantó para defenderse en el último momento. Sin darle tiempo para recuperarse, Rio cargó de frente, lanzando disparo tras disparo para mantener a Dark detrás del escudo. Una vez que se acercó lo suficiente, los dedos de Rio brillaron con la Luz de Aura una vez más y la atravesaron, cuando Dark repentinamente desapareció.
Un destello verde fue la única advertencia de Rio cuando cambió la concentración del Aura a su brazo, justo a tiempo para impedir que la espada de Dark lo cortase por el codo. Rio trató de contraatacar, sólo para que el Ragna-mail brillante lo pateara y lo enviara volando de espaldas. Apenas tuvo tiempo de recuperarse antes que Dark se lanzara contra él, usando la Luz de Mana para potenciar sus capacidades más allá de sus límites normales. El sistema Archangel del Susano'o reaccionó al peligro, y Rio sintió que la Luz del Aura fluía por reflejo a diferentes partes de Susano'o, bloqueando los ataques de Dark cuando este lo asaltó simultáneamente con la espada y el rifle de rayos por varios lados.
«No puedo mantener esto así,» entendió, con el corazón empezando a acelerarle. «Esto es casi tan agotador como antes.»
Un repentino pitido en la consola de Rio captó su atención justo cuando Dark apareció frente a él, con la espada en alto y brillando con Mana, cuando algo voló para interceptar su ataque. Dark desvió su atención para cortar el objeto, y Rio contraatacó con una onda de Aura propia, interrumpiendo el Mana de Dark y haciéndole retroceder.
– ¡Hey, patán! – le gritó Vivian. – ¡Ese boomerang era nuevo! ¡Más te vale que me lo pagues!
– No interfieras. – observó Dark. – No a menos que también tengas deseos de morir.
– Cuidado, Vivian. – le advirtió Rio mientras colocaba su Buster Rifle en el puerto del hombro. – Es mucho más peligroso de lo que piensas.
– Hey, podemos con él. – dijo Vivian alegremente. – Recuerda, tú peleaste contra ese Para-mail de los DRAGONS sin una máquina propia. Este tipo no tiene oportunidad.
– Supongo que no puedo argumentar contra esa lógica. ¡Hagámoslo!
– No sólo eres un anarquista, ¡sino también un cobarde! – se burló Dark. – ¡No puedes vencerme sin su ayuda!
Rio sonrió mientras le arrojaba el Buster Rifle de Susano'o ya totalmente cargado a Vivian.
– No peleo junto a ellos porque tenga miedo. – contraatacó Rio. – Ellos pelean junto a mí porque son mis amigos.
...
Mientras Ange se arrastraba como podía hacia la orilla, jadeaba en busca de aire y escupió lo que se sintió como la mitad del río. Arriba de ella, Hilda y Rosalie estaban peleando contra Chris mientras Rio y Vivian hacían equipo contra Dark.
– Lady Angelise, ¿se encuentra bien? – preguntó Momoka.
– Eso creo. – dijo antes de toser. Mirando atrás, Ange vio impotente cómo el motor que le quedaba a Villkiss desaparecía bajo el río.
– ¿Qué hacemos ahora, milady? – preguntó Momoka. Ange miró su anillo y asintió. Si pudo hacerlo antes, podría volver a hacerlo de nuevo. En ese momento, lo importante era escapar antes que ese degenerado acosador o alguna de sus mandaderas las atrapara.
– Vámonos. – le dijo Ange. – Si ellos están aquí, el Aurora no debe estar muy lejos. Estamos apenas a pocas millas de la costa, así que démonos prisa.
Momoka asintió y ayudó a su señora a levantarse y a caminar. Si podían encontrar un auto, Momoka podría conducirlo y llevarlas hasta la costa. Ange sólo esperaba que, con todo lo que había pasado aquel día, pudiese evitar desmayarse.
...
No era fácil hacerlo con sólo dos Ragna-mails, pero Embryo finalmente estabilizó la transferencia de energía. Ahora, a lidiar con los otros problemas. Abrió una pantalla de Mana y en ella se desplegaba la batalla que ocurría sobre el Pilar del Amanecer. Embryo chasqueó la lengua con molestia al ver a tres de los Ragna-mails luchando contra esos plagios construidos por los DRAGONs. En ese punto, los terrenos del castillo y el Jardín del Amanecer estaban llenos de cráteres por las explosiones de los disparos. Chris sin embargo había desaparecido, y también Dark. Con suerte, estarían rastreando a Ange. Fue entonces que notó una perturbación en el lado este. Al aislar la imagen, Embryo hizo un acercamiento y su ira creció al ver a sus últimos dos subordinados luchando contra tres Para-mails y su viejo prototipo. ¿Acaso Ange se había escapado? Un escaneo rápido y Embryo localizó a Villkiss. Parecía que se había estrellado en el río. Ange no habría perecido tan fácilmente, así que seguramente tenía que estar yendo a pie. Con Salia todavía incapacitada, tendría que ir él mismo por ella.
«No puedo marcharme hasta que la transferencia se complete,» decidió Embryo al darse cuenta mientras insertaba el código de comandos. «Pero hay otras formas de encontrarla.»
...
Finalmente llegaron al río. Juzgando por la batalla que seguía en curso arriba de ellos, esta tenía que ser el área. Saltando fuera de su Skyhook, Tusk se apresuró a bajar por la orilla del río donde una silueta oscura debajo del agua reveló dónde se había hundido Villkiss.
– ¡Ange! – gritó. – ¡Ange, respóndeme!
No podía haberse ahogado, ¿verdad? Tusk se agarró su armadura y estaba a punto de zambullirse cuando Vulture llamó su atención.
– ¡Tusk, por allá!
Tusk levantó la mirada y vio que él y Rhino se estaban arrodillando sobre algo tenido en el suelo. Se apresuró a ver, y Rhino levantó un listón de seda azul con una joya aguamarina.
– Eso es de Momoka. – dijo Tusk al reconocerlo. Una búsqueda rápida los guio hacia dos rastros de pisadas que llevaban de la orilla hacia el suburbio cercano. Tusk exhaló un suspiro de alivio al darse cuenta que Ange al menos se encontraba bien.
– No te relajes todavía. – le dijo Rhino. – Esas niñas acaban de cometer un error muy serio.
– ¿A qué te refieres? – preguntó Tusk mientras Vulture se ponía de pie.
– Chico, ¿tu papá nunca te dijo por qué en la Network nos implantamos los bloqueadores de Mana?
...
Aunque se las arregló para llegar al suburbio cercano, Ange apenas había caminado tres cuadras cuando las piernas finalmente le fallaron. En la sombra de un callejón, Momoka la apoyó contra un edificio y le limpió las cejas con el borde de su delantal.
– Descanse aquí, Lady Angelise. Encontraré un vehículo que podamos utilizar.
– Gracias, Momoka. Siento causarte tantas molestias.
– No sea tonta, Lady Angelise. – Momoka le sonrió y negó con la cabeza. – Yo soy su sirvienta principal, Momoka Oginome. Puede contar conmigo para lo que sea.
Salió corriendo, y Ange suspiró mientras se relajaba. Sintiendo una presencia, Ange abrió sus ojos y vio a una niña pequeña parada frente a ella.
– Oh, hey. – le dijo.
– Pobrecita, estás exhausta. – Los ojos de Ange se ensancharon de shock, y un subidón violento de adrenalina le dio la fuerza para ponerse de pie. Esa voz, no podía ser.
– ¿Embryo? – jadeó.
– Sí, querida mía. Por favor vuelve a casa.
– ¡Lady Angelise! – En la entrada del callejón, Momoka había aparecido con un auto desocupado.
– ¡Conduce! – gritó mientras se subía de un salto al asiento trasero. – ¡Sácanos de aquí pero ya!
...
A medida que la batalla se intensificaba, la ventaja de la sorpresa desapareció y los Ragna-mails habían logrado montar una defensa exitosa.
– ¡No retrocedan! – ordenó Salamandinay mientras ella y la unidad de cromado naranja intercambiaban disparos. – ¡No podemos permitirnos fallarle de nuevo a Aura!
– ¡Lady Salamandinay! – gritó Naga de repente mientras los escáneres de Enryugo resonaban una alarma. – ¡Tenemos más compañía!
Desde la prisión de Aura, varios objetos con forma de disco emergieron como un enjambre de avispas furiosas. Eran Pyrethroides, pero a diferencia de los drones contra los que ella y las otras usaban para entrenar, estos estaban lejos de ser inofensivos. Cuchillas brotaron de su interior y se lanzaron mientras giraban hacia los Ryuu-shin-ki, y los Ragna-mails se dispersaban para dejarlos pasar.
– ¡Disparen fuego defensivo! – ordenó Salamandinay mientras desenfundaba su Seiran. Kaname y Naga le siguieron con sus Zuiuns y una lluvia de rayos llovió sobre el enjambre, destruyendo a docenas con cada disparo. Sin embargo, apenas lograron reducir al enjambre total, y luego estaban los Ragna-mails. Ahora que tenían apoyo, sus oponentes se reagrupaban y comenzaron a bombardearlas con sus rifles de rayos.
– Todas las fuerzas retírense. – ordenó Salamandinay, disparando con su Seiran hacia el enjambre mientras acuchillaba a cualquiera que se le acercara con su hoja Tenrai.
– ¡Pero Lady Salamandinay! – protestó Naga.
– No podemos ganar con nuestras fuerzas actuales. ¡Kaname, ve a rescatar a Lizardia! Hay muchas cosas que tiene que decirnos.
– ¡Sí, milady! – exclamó Kaname.
Sin embargo, antes que ninguna de ellas pudiese hacer un movimiento, los Pyrethroides las habían rodeado en una esfera de cuchillas chirriantes. Los tres Ryuu-shin-kis abrieron fuego, pero cada abertura que lograban hacer era sellada rápidamente. Ahora, la bola comenzaba a contraerse, con las cuchillas chirriando y acercándose a ellas, cuando algo explotó desde el exterior de la esfera. Los Pyrethroides rompieron formación y se esparcieron por el ataque sorpresa mientras dos Para-mails venían a ellas a toda prisa. Los lanzagranadas en sus rifles de asalto dispararon otras cuatro rondas, dispersando a los Pyrethroides todavía más mientras los Ragna-mails levantaban sus escudos de rayos para protegerse contra las ondas de choque. Mientras observaban, el Arquebus azul oscuro se colgó el rifle de la espalda y extrajo un par de espadas de sus alas. Se lanzó girando hacia un grupo, y sus espadas crearon un tornado que hizo trizas los drones mientras el Razor carmesí disparaba una subametralladora que colgaba de su cadera izquierda, y los dos cañones de esta rociaron fuego automático en todas las direcciones.
– Princesa, ¿quiénes son ellos? – preguntó Naga. Como si le respondieran, Salamandinay recibió comunicaciones de la piloto del Razor.
– ¡Hey ustedes! ¡Si son enemigos de Embryo, sígannos! – Entonces, SÍ eran aliados de Ange.
– Muy bien, ¡guíennos! – les respondió. Con los dos Para-mails tomando la punta y los Ryuu-shin-ki proveyendo soporte de artillería, lograron despejar el camino, y Salamandinay y Naga siguieron a sus rescatadores cuando el Ragna-mail de cromado amarillo de repente apareció arriba de ellos.
– ¡No se van a escapar! – gritó la piloto. Había desenfundado su espada antes de lanzarse hacia el Arquebus azul, sólo para que el Razor carmesí soltara su subametralladora y cogiera el hacha de mano en su cadera derecha, antes de lanzársela al hombro de la agresora.
– ¡Fuera las manos! – le advirtió, y el brazo de la unidad amarilla se quedó inutilizado. Disparó su rifle de asalto, pero la de cromado rosa voló para agarrar a su camarada y sacarla del camino.
Sin nadie para obstruirlas, los cuatro se convirtieron a modo vuelo y se dirigieron hacia la base de sus colegas.
«Aura, te juro que volveré por ti,» prometió Salamandinay. «Les juro que esto no ha terminado.»
...
Desde el parapeto sobre el Pilar del Amanecer, Lizardia observaba con decepción cómo Lady Salamandinay y sus guerreras eran repelidas por las defensas de Embryo. Luego de que Momoka la había liberado de sus ataduras, escapó al Pilar del Amanecer y logró contactar a sus parientes en la Tierra Verdadera. Fue culpa suya por permitir que las guerreras de Embryo la capturaran. Y por su incapacidad de soportar su tortura, muchos de sus camaradas habían muerto. Ahora, todo lo que podía hacer era tratar de enmendar sus pecados. Lizardia abrió sus alas y se preparó para volar, cuando la baranda junto a ella de repente explotó, y a quién vio sino a la niña que la había torturado sin piedad, con un rifle de guardia en sus pequeñas manos.
– ¿A dónde crees que vas? – demandó Sylvia. – No te he dado permiso de marcharte. Regresa al castillo inmediatamente o le diré al tío Embryo que te discipline de la forma más severa.
Lizardia apretó sus dientes ante la arrogante mocosa, pero estaba demasiado cansada para pelear. Y si intentaba huir, Sylvia le dispararía antes que pudiera alejarse a distancia segura. Afortunadamente, la ayuda llegó en la forma del Hekiryugo de Kaname. Apareciendo justo abajo del parapeto, Kaname apuntó con el cañón de rayos de su brazo hacia Sylvia, cuyos ojos se abrieron de terror.
– Te sugiero fuertemente que bajes el arma. Kaname no es tan piadosa como yo. – le advirtió Lizardia. Sylvia sabiamente arrojó el arma y levantó sus manos en rendición.
– Lizardia, vámonos. – ordenó Kaname. Hekiryugo cambió a modo vuelo, y Lizardia se preparó para montarse cuando la niña volvió a gritarle.
– ¡Esto no ha terminado! ¡Te lo juro como futura emperatriz de Misurugi, vas a pagar por lo que le hiciste a mi hermano!
Lizardia le lanzó una última mirada de lástima por encima del hombro.
– No voy a negar que utilicé y traicioné a tu hermano. Pero el hombre al que llamas "tío" fue el que lo mató.
Una mirada de shock se apoderó de la cara de Sylvia, mientras Lizardia alzaba el vuelo y se agarraba del casco dorsal de Hekiryugo. Luego se alejaron, dejando muy atrás a Misurugi.
...
A pesar del apoyo de los pyrethroides del Maestro Embryo, los invasores habían logrado escapar. Al menos habían tenido éxito en repelerlos. Ersha sólo esperaba que el Sr. Dark y Chris hubiesen tenido el mismo éxito en perseguir a Ange.
– ¡Vuelvan aquí! – gritaba Irma. Sacudiéndose de encima a Tanya, reposicionó sus motores para perseguirlos, cuando Ersha levantó su brazo para cortarle el paso.
– Deja que se vayan. – le dijo. – No estás en condiciones para pelear con ellos, y no podemos arriesgarnos a dejar el Pilar del Amanecer desprotegido.
– Sin duda hicieron un gran desastre. – comentó Tanya. Por todos los terrenos del castillo y en los Jardines del Amanecer, había cráteres humeantes llenando el paisaje. Varios disparos desviados incluso habían impactado la ciudad, y Ersha podía escuchar las sirenas de los vehículos de emergencia. Uno de ellos sonaba como si estuviera justo debajo de ella, y al mirar abajo Ersha vio un camión de bomberos corriendo a toda velocidad hacia el castillo.
«¡No!» Se dio cuenta con horror que parte del ala este había colapsado. «¡Las niñas!»
Convirtiéndose a modo vuelo, Ersha voló en picada tan rápido como Raziya pudo llevarla. Ni siquiera esperó a que su Ragna-mail completara el aterrizaje antes de saltar fuera de él, y correr escaleras arriba.
– ¡Niñas! ¡Niñas, ¿dónde están?!
Nadie le respondió, así que Ersha corrió tan rápido como pudo por el corredor hacia el cuarto de las niñas, con los ojos ardiéndole por todo el humo que seguía en el aire. Finalmente vio la puerta de su dormitorio, que estaba hecha pedazos y quemada. Igual que en Arzenal, una terrible sensación de terror hizo que se le revolviera el estómago mientras atravesaba el umbral de la puerta, y vio exactamente lo que se temía. En el piso junto a la ventana, todas las niñas yacían muertas, con sus cuerpos aplastados y quemados, seguramente cuando un disparo perdido de un láser impactó en el castillo. Como si estuviese drogada, Ersha caminó lentamente antes de caer de rodillas y acunar a uno de los pequeños cadáveres en sus brazos.
– Niñas, no se preocupen. – murmuró. – Todo va a estar bien. El Maestro Embryo lo arreglará todo, igual que lo hizo antes.
...
Cuando Hilda no pudo superarla, Rosalie se lanzó para proveer apoyo. Dividiendo la atención entre ambas al mismo tiempo, Chris logró desviar sus patéticas excusas de ataques.
«Pensar que hubo un tiempo que quise ser como Hilda,» pensó, sintiendo que echaba humo. Seguramente se sentía tan intimidada por ella que no se dio cuenta de lo débil que Hilda realmente era.
– ¡Chris, detente! – suplicó Rosalie mientras maniobraba esquivando los disparos de Chris. – ¡No entiendo por qué estás tan cabreada!
Por supuesto que no lo entendía. No que Chris estuviera sorprendida, Rosalie siempre fue una idiota.
– En serio no lo entiendes, ¿verdad? ¡Me abandonaste! ¡Me prometiste que siempre nos cuidaríamos, pero me abandonaste para salvar tu propio pellejo!
– ¡Te lo juro, no lo hice! ¡Intenté volver por ti, pero era demasiado tarde!
– ¡Porque yo no te importaba lo suficiente para que lo intentaras!
Rosalie disparó los cañones de sus hombros, pero deliberadamente apuntaba por encima de su cabeza para distraerla. Chris sin embargo no se dejó engañar y la embistió con el hombro de Theodora, sacándola de balance. Pero antes de que Chris pudiera atravesarla, Hilda voló desde babor y la obligó a desviarla de un golpe.
– ¡¿Cuál es tu problema?! – gritó Hilda. – ¡¿Cómo puedes simplemente tirar por la borda todo lo que hemos pasado?!
– ¿En serio no lo recuerdas? – preguntó Chris. – De acuerdo, se los voy a decir.
Chris se echó para atrás, abrió la cabina de Theodora, y se puso de pie. Se agarró la trenza y les enseñó el broche rojo que la sujetaba.
– ¿Ves esto? Me diste esto como regalo hace siete festas. Te dije que no podía aceptarlo, porque me gustaba llevar mi cabello en dos trenzas. ¿Recuerdas lo que dijiste, Hilda? Dijiste que debería cambiarme el peinado, que las coletas eran TU look. Me gustaba como se veía mi cabello en dos trenzas. Pero a ti nunca te importó lo que yo quería, ¿verdad?
– ¿Me estás jodiendo? – gritó Hilda. – ¿Todo esto por un estúpido broche?
– ¡No se trata sólo del broche! ¡Se trata de todo! ¡Siempre me pusieron a mí en último lugar! ¡Cuando peleábamos contra los DRAGONs, cuando nos pagaban, cuando jugábamos juegos en el centro comercial! Pero yo lo aguanté porque creía que ustedes eran mis amigas. Y el pensamiento de quedarme sola en un lugar como Arzenal era incluso peor. – Mientras recordaba lo estúpida que solía ser, Chris se encogió de hombros y se rio. – Pero supongo que sólo estoy gastando mi aliento. Después de todo, una de ustedes es una perra egocéntrica, y la otra es una idiota sin cerebro. Pero Embryo no es como ustedes. Él siempre me escucha. Él aprecia cualquier sacrificio que hago por él. Y me dio esto. – Se soltó la trenza, y les enseñó el anillo que llevaba en su dedo. – ¿Lo ven? Con este anillo, puedo controlar un Ragna-mail. Y con el poder de Theodora, nunca más tendré que confiar en gente que sólo quiere utilizarme.
Su furia estaba haciéndola hervir. Chris se quitó el broche y lo arrojó lejos, dejando libre su largo cabello platinado y que se agitara en el viento a su alrededor.
– ¡Ustedes nunca fueron mis amigas, y ahora me las van a pagar!
...
Justo afuera de la ciudad, el río fluía por un barranco que eones de erosión había formado en los riscos al este antes de fluir hacia el mar. Dentro de este cañón, tres Para-mails flotaban en espera, aguardando a que sus superiores aparecieran para que pudiesen darles la cobertura necesaria para escapar. Por la radio, Marika, Mary y Nonna habían escuchado toda la batalla y siguieron todo. El escape de Ange, el ataque en el Pilar del Amanecer por un grupo desconocido, y la pelea entre las señoritas Rosalie y Chris.
– ¡Chris, sólo escúchanos! – suplicó la Srta. Rosalie. – ¡Estás confundiendo todo... AAUUGH!
– ¡Se acabó! – gritó Marika. – ¡Nos vamos ahora!
– ¡No podemos! – le recordó Nonna.
– ¡Tenemos que seguir la misión! – Mary estuvo de acuerdo.
– ¡La señorita está en peligro! – gritó Marika. – ¡Ustedes quédense aquí si quieren, pero yo iré a ayudarla!
Haciendo rugir el fuego de sus motores, el Glaive de Marika salió disparado fuera del cañón a toda velocidad.
– Resista, Srta. Rosalie. – suplicó casi rezando. – Pronto estaré allá.
...
Incluso con Embryo y la niña que había poseído bien detrás de ellas, el corazón de Ange seguía bombeándole con fuerza en el pecho. ¿Ese tipo no era capaz de entender? Había leído novelas donde las mujeres eran acosadas por sus acechadores, pero nunca se imaginó que le pasaría a ella.
– ¿Esa niña en realidad es Embryo? – preguntó Momoka. – ¿Cómo es eso posible?
– De alguna forma se apoderó de su cuerpo. – jadeó Ange. – Por ahora, tenemos que concentrarnos en llegar a la costa.
Si lograban encontrar un bote, podrían alejarse de la ciudad, y con algo de suerte también enviar un mensaje al Aurora. De repente, el auto se detuvo violentamente y Ange casi salió disparada contra el asiento trasero.
– Momoka, ¿qué estás haciendo? – preguntó Ange, pero la sirvienta no respondió. – ¿Momoka?
Moviéndose como si su cuerpo estuviera siendo manipulado por hilos invisibles, Momoka se giró y agarró a Ange por las muñecas con fuerza suficiente para casi rompérselas.
– ¡Momoka! – gritó Ange, mientras una ventana de Mana se abría junto al rostro de la sirvienta.
– ¿Te olvidaste? – preguntó Embryo. – Yo fui el que creó a los humanos. Puedo tirar de sus hilos tan fácilmente como con cualquier marioneta.
– Tú... ¡bastardo! – Con las manos todavía sujetas por Momoka, Ange echó atrás su cabeza y rompió la pantalla de un cabezazo. Con la conexión rota, Momoka se relajó y Ange salió del auto para sacar a Momoka de él.
– Vamos, despierta. – suplicó mientras arrastraba a Momoka fuera del vehículo.
– Ange, por favor detén esto. – Ange levantó la mirada, y para su horror una multitud se les venía encima. Cada uno tenía los ojos en blanco y vacíos, y cuando hablaban, esa la voz de Embryo. – Ya te has divertido lo suficiente, pero es hora de volver a casa.
– Lady... ¿Angelise? – dijo Momoka. Una rápida búsqueda en sus alrededores y Ange vio un edificio de oficinas detrás de ellas. Si entraban probablemente se quedarían atrapadas, pero con la multitud poseída cortándoles las demás rutas, no era como que tuvieran muchas más opciones.
– Vamos. – le dijo Ange. – Tenemos que correr.
...
Las pisadas desaparecían justo afuera del suburbio, pero las habilidades de rastreo de Rhino le permitía encontrar pistas que la mayoría de las personas habrían pasado por alto. A juzgar por el ángulo y profundidad de las huellas, una de las dos chicas se estaba apoyando en la otra para poder caminar. No había manchas de sangre, así que no parecía que ninguna de las dos estuviera herida. Un letrero derribado los llevó hasta un callejón donde encontraron a una niña totalmente sola.
– Hey, niña. – la llamó Vulture. – ¿No viste pasar a un par de chicas por aquí?
La niña se dio la vuelta, y Rhino se dio cuenta que algo andaba muy mal. A pesar de la batalla que estaba ocurriendo apenas a unos kilómetros de allí, no mostraba el menor signo de miedo.
– Oh, parece ser que no soy el único que busca a Ange. – Esa voz... – Díganme, ¿por casualidad han visto a dónde se ha escapado mi futura esposa?
– ¡Embryo! – gritó Tusk. En la entrada del callejón, una multitud de personas comenzó a reunirse, todas las cuales tenían la misma mirada vacía que la niña.
– Esperaba poder enviar a estas marionetas a ayudar a recuperar a Ange, pero supongo que no puedo dejar que ustedes tres anden sueltos por allí. – dijo Embryo mientras el grupo empezaba a avanzar hacia ellos. Rhino se dieron la vuelta para correr, sólo para toparse con otro grupo de humanos siendo controlados aproximándoseles desde el otro lado.
– Tusk, sal de aquí. – le ordenó Rhino. – Nosotros los mantendremos ocupados, tú ve a buscar a Ange.
– ¿Seguro que pueden manejarlos? – preguntó. Un tiro resonó haciendo eco en las paredes mientras Vulture sacaba su pistola y le daba un rodillazo a uno de sus agresores, mandándolo al suelo.
– ¡Sólo vete de una vez! – le urgió el flacucho francotirador empezando a hacerlos caer a diestra y siniestra. – ¿No escuchaste lo que dijo? ¿O quieres que esa maldita escoria le ponga las manos encima?
Los ojos de Tusk se ensancharon cuando entendió lo que Embryo intentaba hacer, y asintió. – ¡Bien, sólo tengan cuidado!
– Toma. – dijo Vulture arrojándole el control remoto de su Skyhook. – Por si necesitas un respaldo.
Concentrando su Mana, Rhino soltó una onda de choque y se abrió paso por detrás de la multitud, mientras Tusk corría y saltaba usando de trampolín un basurero cercano. Había una salida contraincendios colgando arriba de él, y Tusk se agarró del extremo de la escalera para balancearse por encima de los que todavía seguían de pie. Una vez libre, echó a correr a donde habían dejado sus vehículos.
«Buena suerte, Tusk,» pensó Rhino. Una vez más, la multitud comenzó a moverse hacia ellos, y los dos combatientes se prepararon para pelear.
– Nada de fuerza letal. – le recordó a Vulture. – Ellos no son responsables de sus acciones.
– ¡Sí, como sea! – Espalda con espalda, Rhino y Vulture se enfrentaron directamente a sus adversarios, con Vulture golpeándolos con la culata de su rifle, mientras Rhino levantaba a los que estaban más cerca de él antes de lanzarlos contra sus aliados.
...
Por suerte, el edificio de oficinas estaba vacío, así que al menos sólo debían preocuparse por aquellos que los perseguían.
– Lady Angelise, no puedo entenderlo. – jadeaba Momoka mientras corrían por la escalera. – ¿Qué está sucediendo? ¿Y qué estaba haciendo justo ahora?
– Lo explicaré más tarde. Ahora mismo tenemos que correr. – A estas alturas habían llegado hasta el tercer piso, sólo para encontrarse a otra multitud de las marionetas de Embyro que habían llegado antes que ellas.
– No puedes escapar de mí, querida, así que es mejor que te rindas.
Como si ese degenerado no pudiera ponerse aún peor. A su izquierda había una puerta, y Ange se metió por allí hacia un piso abierto. Al final del pasillo había otra puerta marcada para la escalera exterior. Ange no dudó ni por un segundo, sólo para encontrarse cara a cara con más de ellos en cuanto salieron.
– Deberías saber, Ange, que cada humano que no tiene implantado uno de esos crudos bloqueadores de Mana está bajo mi control. Sé todo lo que ven y oyen. Si realmente quieres escapar no deberías estar arrastrando a esa...
– ¡Vete al infierno, pedazo de mierda! – gritó Ange antes de patear al que estaba más cerca y mandándolo a chocar contra los que venían detrás. – ¡Por aquí!
Corrieron escaleras arriba hasta llegar a la azotea, donde habían construido un café al aire libre. Luego de asegurar la puerta con un estante para ganar algo de tiempo, Ange y Momoka salieron volando hacia el área de comer. Ahora sólo tenían que encontrar una forma de bajar.
– Allí estás. – Ange se giró y vio a Embryo sentado en una de las mesas, leyendo un libro despreocupadamente como si hubiera estado allí desde el principio. – Lamento haberte hecho esperar, pero tenía otros asuntos que atender. Ahora, Ange, deberías detener esto. O quizás deba castigarte un poco más.
Ange se congeló mientras los recuerdos de lo que le había hecho vinieron en torrente a su mente, cuando una ráfaga de fuego de ametralladora llovió sobre ellos desde arriba, y Embryo fue despedazado sin piedad.
– ¡Lady Angelise, mire! – dijo Momoka. Ange miró arriba, y se sintió abrumada de alegría cuando vio que nada más y nada menos que Tusk venía volando hacia ella.
– Hey, ¿están bien ustedes dos? – les preguntó al aterrizar. Ange sintió que su visión se ponía borrisa con lágrimas, y se arrojó a sus brazos de inmediato.
– Tú... realmente viniste. – susurró Ange. Tusk le devolvió el abrazo, pero rápidamente la soltó.
– Tomen mi Skyhook y salgan de aquí. La baliza del Aurora ya está configurada en la navicomputadora.
– ¿Y qué pasará contigo? – preguntó Ange.
– Tengo algo de qué ocuparme. – le dijo él. Ange siguió su línea de visión y notó cómo Embryo había revivido de nuevo. ¿Cuánto más hacía falta para poder matarlo? – Váyanse. Lo tengo cubierto.
– ¡Bien! – accedió Ange, y ella y Momoka se montaron de inmediato. – Sólo ten cuidado.
...
Una vez que Ange y Momoka se alejaron a salvo, Tusk extrajo su cuchillo y se preparó para atacar. Esto era todo. El momento que había estado esperando desde que Ange apareció en su isla por primera vez.
– ¿Te atreves a robarme a mi esposa? – dijo Embryo furioso. – ¿Quién te crees que eres?
– Mi padre era Istvan, el Caballero de Villkiss. Mi madre era Vanessa, una piloto de Para-mail de Arzenal. Puedes llamarme Tusk... ¡el Caballero de Ange!
Tusk se lanzó hacia él mientras un estoque se materializaba en la mano de Embryo. Pero en lugar de atacar de frente, Tusk arrojó una granada aturdidora, cuyo estallido y destello desorientaron a Embryo lo suficiente para ponerse detrás de él y apuñalarlo en la espina dorsal. Embryo cayó, pero Tusk ya sabía qué esperarse y, anticipándose a dónde lo atacaría su oponente, arrojó una shuriken. Embryo fácilmente desvió el proyectil, lo que le dio a Tusk la abertura que necesitaba para disparar su gancho y atravesar la muñeca de Embryo con él.
– Soy el último de los antiguos humanos. – anunció. – ¡Y voy a matarte!
Embryo suspiró y negó con la cabeza. – Qué fastidio tener que lidiar con esta plaga.
...
Ahora le tocaba a ellos atacarlo como equipo. Con Vivian cubriéndolo, Rio cargó de frente y lo atacó con sus cuchillas de pulso. Dark las desvió, y luego levantó un escudo de Mana para bloquear un disparo del Buster Rifle antes de devolverle el fuego. Vivian contraatacó volando alrededor hacia su punto ciego, y lanzar una granada propulsada desde su rifle de asalto. Aunque Dark levantó un escudo de Mana justo a tiempo, la explosión lo cegó lo suficiente para que Rio pudiese colarse con sus cuchillas de pulso y cortarle el brazo que sostenía la espada por la muñeca. Sin su arma de combate cercano, Dark retrocedió, disparando con su rifle de rayos duales tratando de dispersarlo por todo el cielo. Al tener que estar cambiando de posición sus escudos de Mana estaba tomándole toda su concentración, ya que Dark no había usado su aumento de velocidad desde que Vivian vino a respaldarlo.
– ¡Ya lo tenemos contra las cuerdas, compañero! – gritó ella.
– ¡Entonces es hora de noquearlo! – Cargando de frente mientras Vivian disparaba con ambos cañones, Rio canalizó la Luz de Aura hacia las puntas de sus cuchillas de pulso, y el plasma rojo adoptó un tono más anaranjado. Dark alzó un escudo de Mana que Rio destrozó con una sola estocada mientras el Para-mail cornudo retrocedía, generando escudo tras escudo a su paso, los cuales apenas ralentizaban a Rio mientras los atravesaba uno tras otro. Al destruir el último, Dark intentó un movimiento desesperado disparando las tres balas incendiarias de su brazo izquierdo. Pero sin una mano para apuntar apropiadamente, los misiles en llamas se fueron sin control y Rio hizo un giro de barril para salir del camino. Apenas acababa de enderezarse cuando se dio cuenta que Dark había tomado ventaja para moverse hacia su costado y dispararle a quemarropa. Sin embargo, al hacerlo Dark dejó su propio flanco al descubierto, permitiéndole a Vivian destruirle uno de sus motores con el último disparo del Buster Rifle. Ahora dañada, la máquina de Dark comenzó a fallar mientras Rio levantaba su hoja de pulso y le cercenaba el otro brazo por el codo.
– ¡Ahora te enseñaré tu lugar! – dijo mientras levantaba el escudo de Susano'o y disparaba con ambos barriles directo hacia la sección media de su oponente, casi partiéndola a la mitad mientras se precipitaba dejando un rastro de humo hacia el suelo debajo de ellos.
– ¿Está muerto? – se preguntó Vivian devolviéndole su Buster Rifle. Rio quería pensar que sí, peor de alguna manera lo dudaba.
– No perdamos más tiempo con él. Tenemos que ayudar a los otros y luego buscar a Ange.
– Escuchen todos. – habló de pronto la voz de Tusk por la radio. – Ya encontré a Ange. Asegúrense de que llegue al Aurora a salvo.
– ¿Qué hay de Villkiss? – replicó Rio.
– Se hundió. Mientras tengamos a Ange podemos recuperarlo. – En medio de la transmisión de Tusk se podían oír ruidos de metal chocando entre sí, y la señal se cortó justo antes que algo explotara en el cielo arriba de ellos.
– ¿Qué fue eso? – preguntó Vivian.
...
Chris sentía que la paciencia se estaba agotando rápidamente. ¿Cuánto más iban a seguir peleando con ella estas dos? Si realmente se arrepentían de lo que le habían hecho, ¿por qué no simplemente dejaban de pelear y le permitían matarla?
– ¡Todas las fuerzas retírense! – exclamó de pronto Hilda. – Ange logró escapar. ¡Nuestro trabajo aquí ya está hecho!
– ¡Sí señora! – replicó Rosalie mientras ambas se daban la vuelta para huir.
– ¡Oh no, no lo harán! – exclamó Chris. Había esperado demasiado para vengarse de esas dos, no las iba a dejar escaparse. Levantó el rifle de rayos de Theodora y lo apuntó hacia Rosalie cuando el radar le alertó de un ataque que venía por estribor. Una granada propulsada voló hacia ella y Chris tuvo que interrumpir el ataque para levantar su escudo de rayos. En lugar de una explosión, sin embargo, la granada estalló en una lluvia de chispas cegadoras, desorientándola mientras un Glaive azul pálido cargaba contra ella con su pistola apuntándole.
– ¡Aléjate de la señorita! – gritó la piloto mientras avanzaba y la rodeaba para otro ataque.
– ¡Marika, no! – oyó Chris gritar a Rosalie.
– ¡Pequeña peste! – gruñó Chris y arrojó su espada.
La hoja atravesó al Glaive por la cabina, y Chris pudo ver con gran satisfacción cómo la mitad superior del cuerpo de la piloto salía volando antes de que su Para-mail explotara.
«¡Te lo mereces por meterte en mi camino!» se jactó.
...
El tiempo pareció detenerse mientras Rosalie observaba el Glaive de Marika siendo consumido por la explosión.
– Marika... ¡Marika, no! – exclamó. El shock dio paso a una rabia mientras Rosalie tomaba su alabarda y se lanzó a la carga contra Chris. – ¿Cómo pudiste? ¡¿Por qué, Chris?! ¡¿Por qué?!
Chris se agachó para evadir su ataque, y Rosalie apenas fue consciente de que el rifle de rayos estaba a punto de dispararle a quemarropa, cuando un rayo de energía carmesí pasó entre ella y Chris, cuyo repentino destello hizo que Rosalie recuperase el sentido. Desde la dirección del Pilar del Amanecer, Kat, Kamaitachi y otras tres unidades venían volando hacia ellas.
– ¡Es Salamarmalade! – gritó Vivian mientras ella y Rio se acercaban para unirse a ellas.
– Salamandinay. – corrigió la piloto de la unidad roja. – Hilda, es bueno verlos de nuevo a ti y a Sir Rio. Veo que mi regalo les ha resultado útil.
¿Así que ella era de quien Ange les había hablado? ¿La que le dio a Rio el Susano'o?
– ¿Qué estás haciendo aquí? – preguntó Hilda mientras los Para-mais azul y verde de los DRAGONs alejaban a Chris con una ráfaga de sus cañones de rayos.
– Me temo que las explicaciones tendrán que esperar para después. – señaló Salamandinay. – Por ahora, sugiero que nos retiremos antes que lleguen los otros Ragna-mails.
– ¡No! – gritó Rosalie. – ¡No me voy hasta que...!
– ¡Olvídate de Chris! – le ordenó Hilda.
– Hilda tiene razón. – Rio estaba de acuerdo. – Ya no podemos hacer nada aquí. Tenemos que irnos y reagruparnos.
Rosalie gritó furiosa y golpeó la consola con sus puños.
«Todo es mi culpa.» pensó mientras las lágrimas caían por sus mejillas. «Marika murió porque fui demasiado débil.»
...
Con su atención dividida entre Embryo y contactar a los otros, Tusk apenas había evitado que el estoque de Embryo le atravesara la yugular. En lugar de eso, la hoja le rompió su transmisor, dañándolo. Por lo menos había podido decirles a los otros sobre Ange. Dando un salto, Tusk lograba contrarrestar cada uno de los golpes de Embryo, chocando su cuchillo contra el estoque de su oponente y llenando el café vacante con chispas brillantes y el sonido de golpes metálicos.
– Caballero de Ange. – dijo Embryo burlonamente. – ¡Simio primitivo! ¡Ignorante hijo de unos salvajes! ¡¿En serio crees que dejaré que alguien como tú me robe a Ange?!
Las hojas de ambos volvieron a chocar, y Tusk sonrió con audacia.
– Al menos ella y yo sí nos hemos besado. – replicó. En respuesta, Embryo sacó un revólver antiguo del interior de su chaqueta, forzando a Tusk a saltar para evitar el disparo.
– No puedes ganar. – dijo Embryo apuntándole de nuevo. – No importa lo que intentes, no será suficiente.
– No tengo que ganarte. – dijo Tusk. – Sólo tengo que mantenerte ocupado el tiempo suficiente para que Ange pueda escaparse.
Mientras mantuviera el gancho enterrado en la muñeca de Embryo, los dos estarían en un punto muerto. Sólo tenía que esperar a que Rhino y Vulture para recogerlo. Embryo sin embargo se rio, antes de soltar su espada.
– Tal parece que los simios han desarrollado la habilidad de pensar. – le dijo. – Pero tristemente siguen siendo simples animales.
Demasiado tarde, Tusk se dio cuenta lo que Embryo había planeado. Saltó de frente, pero ya era muy tarde para impedirle a Embryo dispararse a sí mismo con su propia pistola.
– Ange. – Tusk finalmente entendió. Cogiendo el control remoto que Vulture le dio, presionó el botón de activación para que el piloto automático viniera hacia su ubicación. Sólo esperaba que no fuese demasiado tarde.
...
– ¡Diablos, todavía siguen viniendo! – maldijo Vulture. El suelo alrededor del callejón estaba repleto de civiles inconscientes y heridos que continuaban presionando sus números a pesar de sus huesos rotos y heridas de bala en sus extremidades. – Rhino, odio decir esto, pero en este punto, serán ellos o nosotros.
Antes que Rhino pudiera responderle, la multitud se detuvo de pronto y se desplomó en el suelo. Los dos miraron alrededor, pero no cuestionaron su buena fortuna. Pasando por encima de los cuerpos, se dirigieron hacia la orilla del río justo a tiempo para ver que el vehículo de Vulture salía despegando hacia el cielo.
– ¿Crees que Tusk encontró a Ange?
– Espero que sí. – murmuró Rhino. Al coger el Skyhook que quedaba, una luz en la consola les alertó que alguien intentaba contactarlos.
– Equipo de rescate, ¿me copian? – habló la voz de Rio. – ¡Respondan!
– Aquí Rhino. ¿Qué sucede?
– La misión ha terminado. Una de las novatas terminó muerta. Nos estamos retirando.
– ¿Alguna noticia de Tusk? – preguntó Vulture.
– ¿No está con ustedes?
– Nos atacaron los ciudadanos de Misurugi. – explicó Rhino. – Embryo se apoderó de sus mentes. Tusk se fue adelante a buscar a Ange, no hemos sabido de él desde entonces.
– 10-4. Diríjanse de vuelta al Aurora. Luego decidiremos qué hacer cuando nos reagrupemos.
– Cambio y fuera. – dijo Rhino antes de colgar. – Tenemos que seguir la baliza rastreadora de tu Skyhook. Debería llevarnos directo a ellos.
...
Desde el interior del casco dañado de Baretta, Dark pateó la cabina hasta que finalmente logró liberarse. Cuando el disidente le disparó sus cañones de rayos duales a Baretta, Dark no tuvo tiempo para hacer un contraataque apropiado, así que simplemente envolvió su cuerpo en un capullo de Mana. Sin embargo, no había escapado ileso: sangre chorreaba por un corte en su cabeza y sentía que se le habían roto algunas costillas. El solo hecho de respirar hacía que se sintiera como si un cuchillo lo apuñalara en el costado. Una vez más, ese asqueroso anarquista lo había humillado.
– Nunca más. – se juró mientras concentraba su Mana para curarse a sí mismo. – La próxima vez que nos veamos, será la última.
...
Al fin, los riscos del este pasaron debajo de ellos y más allá, mientras el sol poniente se reflejaba en el azul del mar.
– Ya casi llegamos, Momoka. Una vez que salgamos al mar, estaremos a salvo. – anunció Ange. Apenas había comenzado a relajarse cuando sintió que algo le agarraba de la muñeca. – ¿Momoka?
Ange miró por encima del hombro, y se congeló al ver la misma mirada vacía que la gente de Misurugi tenía en sus ojos. Apretando su agarre, Momoka forzó a Ange a inclinar el Skyhook de Tusk para aterrizar. La trayectoria las llevaba hacia un pabellón que se alzaba sobre el mar, y quién la estaba esperando sino Embryo.
«No,» pensó. «Estaba tan cerca.»
El vehículo aterrizó, y Momoka la arrastró hacia él.
– ¿Todavía no aprendes tu lección? – preguntó. – Sólo acepta ser mi esposa y prometo que te perdonaré.
– Cobarde. – siseó Ange. – Deja ir a Momoka y pelea conmigo tú mismo.
– Oh, Ange eres tan hermosa cuando te enfadas. Pero aun así rechazas mis avances. – Embryo desapareció y Momoka la soltó. Antes que pudiera correr, alguien la agarró del otro brazo y se lo retorció detrás de la espalda. – Es por él, ¿verdad? Bueno, eso puede rectificarse con facilidad.
Un motor rugió arriba de ellos, y otro Skyhook aterrizó frente a ellos.
– Suéltala ahora. – le ordenó Tusk al bajarse.
– Encárgate de él, ¿quieres? – Embryo chasqueó sus dedos y un estoque se materializó en la mano de Momoka, que cargó más rápido de lo que Ange jamás la había visto moverse, intentando acuchillarlo con el estoque mientras Tusk lo desviaba con su cuchillo.
– ¡Momoka, detente! – suplicó Ange, pero su sirvienta la ignoró, logrando volarle el cuchillo de la mano de Tusk y comenzó a dar estocadas más rápido de lo que Ange podía seguirlas. La armadura que Tusk llevaba le protegía sus órganos vitales, pero pronto sus brazos y rostro quedaron cubiertos de cortes.
– He potenciado sus capacidades de combate hasta el tope de la habilidad humana. – se jactó Embryo. – Grita todo lo que quieras, pero sin un Bloqueador de Mana, no podrá negar la voluntad de aquel quien la creó.
Finalmente Tusk logró saltar para librarse, pero Momoka continuó persiguiéndole, atacándolo con el estoque hasta que finalmente logró atrapar la hoja justo a tiempo. Momoka siguió empujándolo, forzando a Tusk a arrodillarse, mientras la sangre chorreaba de la hoja donde lograba cortarle en las manos.
– Te equivocas. – dijo Ange. – Momoka... es mi jefa de sirvientas. Ella jamás me traicionaría por ti. – A pesar de la agonía en su brazo, Ange invocó la poca fuerza que le quedaba y logró ponerse de pie. – ¡Libérate, Momoka! ¡Momoka!
...
Como si estuviese observando a través de los ojos de otro, Momoka observó cómo Sir Tusk se arrodillaba frente a ella, con la hoja del estoque aproximándose peligrosamente a su rostro.
«¿Qué estoy haciendo?» se preguntó. «¿Por qué estoy peleando contra Sir Tusk?»
Tenía que ser obra de Embryo. Tenía que haber tomado el control de su mente igual que lo hizo con aquellas personas. Y ahora la estaba forzando a asesinar al hombre que Lady Angelise amaba.
«No,» pensó. «No puedo hacerle esto a Lady Angelise. Detente. Detente ahora.»
Pero su cuerpo se rehusaba a obedecerle, y ahora la hoja estaba a pocos centímetros de la garganta de Sir Tusk.
– ¡Libérate, Momoka! ¡Momoka!
«Lady Angelise.» Reconoció su voz. Un chorro de memorias pasó a través de la mente de Momoka. Su horror ante cómo el secreto de su señora había sido revelado durante su bautismo, su alivio al encontrarla en Arzenal, cómo la cuidaba y cómo Lady Angelise también cuidaba de ella. Cualquier control que Embryo tuviese sobre ella se rompió, y Momoka sintió que su cuerpo de nuevo estaba bajo su control
– Sir Tusk. Por favor, cuide de ella. – le susurró. Dándose cuenta que Momoka se había liberado, Tusk soltó la hoja y Momoka cargó contra Embryo, gritando: – ¡Princesa, corra!
Lady Angelise echó la cabeza hacia atrás para golpear la cara de Embryo, y logró soltarse.
– Maldito insecto... – gruñó antes de sacar un revólver y le disparó. Momoka sintió el impacto en su seno derecho, pero siguió adelante, y lo atravesó con el estoque. – ¿Cómo...?
– ¡Escucha mi voz, Luz de Mana! – gritó Momoka mientras todo su cuerpo comenzaba a brillar.
Con el incremento de fuerza que le sobrevino, Momoka lo levantó y echó a correr. Si podía mantenerlo lejos de Lady Angelise, entonces ella y Sir Tusk podrían escapar. Ella apenas había pasado de largo el vehículo de Sir Tusk cuando el camión los arrolló a ambos, y Momoka se sintió como si volara por los aires.
«Adiós, Lady Angelise,» pensó Momoka antes que todo se volviera oscuridad.
...
Tusk vio a Embryo levantar su mano y gritó una advertencia, pero fue demasiado tarde para impedir que el camión que Embryo estaba controlando los golpeara a ambos. El impulso del vehículo se los llevó a ambos a través de la barrera de concreto y cayeron por el risco.
– ¡Momoka! – gritó Ange corriendo hacia el borde. Abajo, la explosión y una nube en ascenso de llamas y humo le señaló que el misil improvisado había explotado al impactar. – ¡Momoka! ¡Momoka!
El dolor de su voz era demasiado profundo, tanto que Tusk también lo sintió, pero no tenían tiempo para llorar. Levantándose como pudo, Tusk fue a su lado y la levantó.
– ¡Tusk no! – chilló Ange mientras la cargaba a su Skyhook. – ¡Momoka! ¡No podemos dejarla! ¡Tusk, por favor!
Intentó forcejear para soltarse, pero Tusk mantuvo su agarre. Apenas la había puesto en el asiento de su Skyhook cuando el sonido de un disparo hizo eco por la plaza, y Tusk sintió una bala golpearle el hombro.
– Debo decir que estoy impresionado. – dijo Embryo. – Esa niña era una de mis homúnculos. No debería haber sido capaz de rechazarme bajo su propio poder.
– ¡Bastardo! – dijo Ange, casi llorando. – ¡Mataste a Momoka!
Ange fue a coger la pistola que Tusk llevaba en la cadera, pero Tusk la agarró de la muñeca y le puso unas esposas sujetándola al manubrio del Skyhook's steering. En el mismo movimiento, activó el piloto automático y bloqueó los controles para que ella no pudiera alterar el destino.
– Perdóname. – le dijo. – Es la única forma.
– Tusk, no. – le suplicó entre lágrimas. – No puedo perderte a ti también.
Le dolía mucho hacerle esto, pero no tenía otra opción. Antes de que ella pudiera discutir más, se le acercó y la besó. El cuerpo de Ange se tensó de sorpresa, y Tusk tomó la oportunidad para quitarse el collar que ella le había dado en las ruinas de la Tierra de los DRAGONs de su cuello y colocárselo en la mano.
– Te amo, Ange. No importa lo que suceda... por favor, vive. – Presionó el botón de ignición y se echó atrás mientras el Skyhook despegaba con ella hacia el cielo.
– ¡Tusk no! – le gritó. – ¡No hagas esto! ¡Tusk!
Mientras Ange desaparecía en el cielo, Embryo volvió a disparar y Tusk cayó al suelo, con una bala hundida en su muslo.
– Insignificante primitivo salvaje.
«Eso es,» pensó Tusk. «Mantén toda tu atención en mí.»
Aguantándose el dolor, Tusk presionó el piloto automático en el control remoto del Skyhook de Vulture y la máquina cobró vida. Embryo oyó el motor encendiéndose y mirando sobre su hombro, con una expresión de shock en su rostro al ver la máquina sin piloto.
– Un tipo como tú... – dijo jadeando – ... ¡jamás podría ganarse a Ange!
Y entonces, activó el botón de autodestrucción.
...
Por segunda vez aquel día, una bola de fuego sacudió los riscos mientras una explosión consumía la plaza. Desde detrás del Skyhook de Tusk, Ange no pudo más que observar impotente mientras el vehículo se la llevaba lejos de allí.
«No,» suplicó mentalmente. «Momoka. Tusk. Por favor, no me dejen sola.»
Tenía que ser un sueño. Nada de esto podía ser verdad. Pero cuando su mano se apretó alrededor del collar, pudo sentir la sangre de Tusk todavía secándose en la cadena, y su negación se destruyó, y ella no pudo más que gritar en desesperación.
Lo había perdido todo.
Esta historia continuará...
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