Capítulo 23: Ángeles caídos


A medida que el sol de la mañana iba ascendiendo, el templo de la Suma Sacerdotisa se iba llenando de actividad. A lo largo de los tres patios, un ejército de DRAGONs se había reunido. Docenas de Clases Bergantines, Galeones e incluso Corbetas se alzaban de pie por todos lados, mientras que incontables Goletas se apretujaban juntos alrededor de los machos más grandes. Más abajo en el cañón, una manada de los masivos Grandes Cuernos lentamente se acercaba a donde se abriría la singularidad. Ya que sus alas eran demasiado débiles para proveerles de vuelo sostenido, decidieron que ellos formarían la segunda oleada luego que la vanguardia lanzara un ataque desde el aire. Al pie de la escalera, Salamandinay se encontraba de pie con Naga y Kaname mientras Ange y los otros observaban con asombro.

– Lady Salamandinay. – reportó Naga. – Las gentes de Vivel y Slyphis ya están listas para partir a sus órdenes.

– La gente de Genome ya ha cruzado el río. – añadió Kaname. – Deberían llegar al punto de convergencia más o menos en media hora.

– Entonces preparémonos también. – dijo Sala. A un lado, Tusk y los demás observaban el espectáculo frente a ellos con gran asombro.

– Qué lejos. – jadeó Vivian. – Nunca había visto tantos en un solo lugar.

– Sin duda es impresionante. – dijo él estando de acuerdo, justo cuando alguien le susurró al oído.

– Echaré de menos ese cuerpo. – Tusk casi saltó fuera de su piel cuando vio a la Dra. Gecko apoyando la cabeza sobre su hombro. – Tenía muchas ganas de estudiar los hábitos de apareamiento de un hombre humanoide maduro. Es una pena.

– Uh sí, es terrible. – dijo él tartamudeando.

– La próxima vez, haremos experimentos coitales. – le prometió. Antes que Tusk pudiera responderle, alguien lo agarró del brazo, y lo alejó de ella de un tirón.

– Lo siento, doctora. – dijo Ange. – Pero Tusk no es una rata de laboratorio para que usted haga experimentos. Él es mi caballero.

– Oh. – replicó Gecko. – Ya veo.

– ¡Woohoo! – exclamó Vivian, haciendo que Ange se sonrojara mientras arrastraba a Tusk lejos de allí.

– ¡Vamos, salgamos de aquí! – gruñó ella.

...

Desde el otro lado, Rio y Hilda observaron divertidos. Hilda especialmente parecía disfrutar de ver a la Dra. Gecko hacía pucheros de decepción al ser denegada de la oportunidad de continuar con sus "estudios". En lugar de sus coletas usuales, Hilda se había amarrado su cabello en una sola cola de caballo. Cuando Rio le comentó al respecto, ella simplemente le dijo que estaba de humor para algo diferente.

– ¿Nos vamos? – le preguntó él. Hilda sonrió con suficiencia mientras entrelazaba su brazo con el de él.

– Sí, deberíamos.

Gecko y unas cuantas de sus asistentes le lanzaron miradas celosas a Hilda mientras pasaban, lo que parecía alegrarla todavía más. Frente a las escaleras que iban hacia el templo, sus cuatro máquinas, además de los tres Ryuu-shin-ki sat aguardaban en fila, con Susano'o y el Para-mail de Hilda esperándolos en los lados, junto con otra figura familiar.

– Rio, me alegro de poder verlos partir. – dijo Gila mientras corría hacia ellos. Hilda frunció el ceño al ver a la voluptuosa científica dirigiéndose hacia ellos, y apretó el agarre alrededor de su brazo.

– ¿Quién es ella? – le preguntó.

– Ella es Gila. Es quien estaba a cargo de cuidar al Susano'o. – le explicó él. En cuanto se les acercó, Gila desvió su atención hacia Hilda.

– Tú debes ser Hilda. – le dijo mientras se ajustaba sus gafas. – Te complacerá saber que Lady Salamandinay me pidió que trajera algunos suministros del centro de investigaciones para hacer mejoras a tu máquina.

– ¿Mejoras? – preguntó Hilda, soltándose del brazo de Rio. Él por su parte miró hacia el Para-mail de Hilda, y por lo que pudo ver, la única diferencia era el armamento. En lugar de su rifle de asalto, parecía que le habían instalado una versión más larga del cañón de brazo de los Ryuu-shin-ki en su lugar.

– Tu antiguo sistema de poder era una batería interna. – explicó Gila. – Completamente impráctica e insuficiente para uso extendido. Así que la reemplacé con un generador de micro-fusión. No sólo le incrementará por mucho su tiempo de operación, sino que triplicará su rendimiento. También reemplacé tu rifle de proyectiles con un cañón de rayos. Tiene un ritmo de disparo más lento, pero mucho más alcance, precisión y capacidad destructiva.

– ¿Y cuánto te debo por todo esto?

– ¿Deberme? Nada. Como su aliada, estoy feliz de poder ofrecerles mi ayuda.

– ¿En serio? – Hilda sonrió. – ¡De haberlo sabido, te habría pedido que modificaras toda esta cosa!

Gila por su parte, se giró de vuelta hacia Rio.

– También tengo algo para ti. – Del bolsillo de su bata, Gila sacó una botella de plástico transparente con pequeñas píldoras. – Esto es Dracunium refinado. Utilizando esto, Lizardia fue capaz de replicar la manipulación del Mana. Ya que Aura ha alterado tu estructura genética, deberías ser capaz de utilizarla para alimentar el poder de la Luz de Aura en tu interior.

– ¿En serio? – preguntó Rio. – Gracias, esto definitivamente será muy útil.

– Por supuesto, debo advertirte algo. – dijo ella en tono cauteloso.

– ¿Advertirme de qué? – dijo Rio.

– Ten mucho cuidado con ellas. – continuó Gecko. – Aunque tu estructura genética haya sido alterada por Aura, no hay forma de saber hasta qué punto, o incluso cuáles podrían ser los potenciales efectos secundarios en tu fisiología en particular. Recomiendo que no tomes más de una cada 24 horas. Si utilizas más que eso, las consecuencias bien podrían ser irreversibles.

– Lo entiendo. – dijo Rio. – ¿Debo tomarlas con el estómago vacío o lleno?

– Oh, no creo que eso importe. – dijo Gila. – Bueno, más te vale que te prepares. Parece que la Suma Sacerdotisa está a punto de dar su discurso.

Mientras Gila se alejaba, Rio se guardó la botella en el bolsillo, mientras Hilda cruzaba los brazos.

– Puede que ella no entienda el sarcasmo, pero yo sí. – le dijo. – Quiero que me prometas que no vas a tomar sobredosis de esas cosas.

– No te preocupes, no lo haré. – le aseguró. Hilda frunció el ceño y dio un paso al frente para tomar la mano de él entre las suyas.

– Lo digo en serio. – le dijo. – Dame tu palabra de que no tomarás más de lo que ella te dijo.

La mirada de preocupación en sus ojos tomó a Rio por sorpresa, y él se dio cuenta de lo importante que ella consideraba esto.

– Está bien. Te doy mi palabra de que no lo haré.

– Muy bien. – Hilda suspiró, y volvió para inspeccionar su nuevo y mejorado Ragna-mail, y Rio le dio la espalda. Abriendo la botella, dejó caer una píldora en su palma y rápidamente se la tragó. No le había prometido a Hilda que no tomaría una ahora, y ¿quién sabría lo que les estaba esperando en su propio mundo? Mejor prevenir que lamentar.

...

En cuanto la Suma Sacerdotisa finalmente emergió en la cúspide del templo, un susurro de silencio se apoderó de todos en el patio. Junto a su hija, y los amigos de Mii, Lamia se encontraba de pie con anticipación, ante las palabras de su líder. Pese a su juventud, las palabras de la Suma Sacerdotisa llegaban a los oídos de todos los presentes.

– Hermanos y hermanas... han pasado muchos años desde que nuestra querida madre fue robada de nosotros. Pero ahora, es tiempo de reclamar lo que hemos perdido. Embryo ahora conocerá la furia y el dolor que nos ha obligado a soportar. Aunque caigamos del cielo... nuestros espíritus volaran por siempre en el viento. Ahora, ¡desplieguen sus alas, Hijos de Aura! ¡Nuestro tiempo es ahora!

Alrededor de ellos, todo el patio estalló en una masa de rugidos y aleteos, mientras Lamia abrazaba por última vez a su hija.

– Cuídate mucho, Mii.

– Tú también. – dijo Mii. En cuanto su hija saltó en el asiento trasero del vehículo de Tusk, Lamia se volvió hacia Hilda y Rio.

– Y lo mismo va para ustedes dos. – les dijo.

– Nos aseguraremos de que Vivian se encuentre a salvo. – le prometió Rio.

– Y Hilda. – añadió. – Me esforzaré en hacer ese pastel tuyo, así que asegúrate de volver para probarlo.

– Lo esperaré con ansias. – le sonrió Hilda. En cuanto los pilotos abordaron sus máquinas, Lamia, se retiró a una distancia segura, mientras Lady Salamandinay empezaba a transmitir desde el interior de su Enryugo.

– Todos los guerreros, esta es la Comandante de la fuerza Salamandinay. ¡Partimos enseguida! – Los motores corbraron vida con rugidos, y las siete máquinas se elevaron hacia el cielo, junto con la fuerza de ataque.

– ¡Nos veremos después! – le dijo Mii.

A medida que observaba la fuerza de ataque desaparecer en el cielo, Lamia se sintió triste, pero al mismo tiempo no sentía miedo. De alguna forma, a pesar del peligro que sabía que Mii estaba a punto de enfrentar, el corazón de Lamia le decía que su hija definitivamente regresaría con ella. Al irse desvaneciendo en la distancia, Lamia pensó en la conversación que tuvo con Hilda el día anterior. ¿Cuántas más de las amigas de Mii, igual que Hilda, habrían sido arrancadas, o incluso rechazadas por sus propias familias, simplemente por cómo habían nacido?

«¿Quién sabe?» pensó con una sonrisa. «Cuando Mii haya regresado, tal vez haya ganado algunas hijas nuevas.»

...

«Esto es increíble,» pensó Hilda. «Realmente puedo sentir la diferencia.»

Gila había dicho que su Glaive había sido mejorado, pero en realidad se sentía como una máquina totalmente nueva. El manejo se sentía suave como la seda, y la salida era increíble. En este momento lo tenía en velocidad de navegación, y los motores apenas mostraban un consumo de energía reducido a la mitad como eran antes.

«No puedo esperar a ver lo que puede hacer esta cosa en una pelea,» pensó sonriendo.

Junto a ella, Rio pasó volando en su Susano'o, con el sombrero que ella le había regalado bien sujeto detrás de su cuello con el cordón, mientras Tusk y Vivian volaban adelante sobre el Skyhook de Tusk junto a Ange y Villkiss. Alrededor de todos, DRAGONs de todas las formas y tamaños llenaban el cielo.

– ¿Y qué tal se siente el manejo? – le preguntó. Cuando vio la robusta máquina por primera vez, dudaba que Rio fuese capaz de hacerla despegar del suelo.

– Hermoso. – respondió Rio. – Siendo como si pudiera enfrentarme a un ejército entero con esta cosa.

– Qué lástima que para dar vueltas es más lento que un elefante embarazado. – oyó comentar a Ange. – Sólo intenta no estrellarte. No necesito preocuparme por salvarte en medio de una pelea.

– Ja, sólo estás celosa porque el mío es más grande que el tuyo.

Hilda no pudo más que rodar los ojos ante la pobre excusa de una broma que hizo Rio. Aunque tuvo que admitirlo, la mirada de shock y enojo de Ange valió la pena.

– Hey, el tamaño no es lo que importa, sino cómo lo utilizas. – interrumpió Vivian. Hilda se preguntó si tenía idea de lo que acababa de decir. – Por cierto, si los DRAGONs ganan, ¿significa eso que terminarán las peleas?

– Esa es la idea. – respondió Rio.

– ¿Es decir que tendremos tiempo libre? Asombroso. ¿Qué planean hacer ustedes con el suyo? Yo quiero hacer una fiesta súper divertida en mi casa, e invitar a todos mis amigos. Ahora tú.

– ¿Quién, yo? – preguntó Tusk. – Bueno... supongo que me gustaría abrir un café... en un pequeño pueblo junto al mar. Con Ange. Lo llamaremos Café Ange, y será famoso por su sopa de serpiente marina. Y viviremos en un apartamento en el piso de arriba, con cuatro hijos.

– Hey Vivian. – dijo Ange de repente. – Arrójalo por la borda.

– ¡Muy bien! ¡Ahí vas!

– ¡Era broma! – dijo Tusk rápidamente. Hilda simplemente negó con la cabeza. Era igual de torpe que Rio. – Sólo quería decir que estaría bien tener algo de paz para variar, ¿no crees?

Ange no le respondió, aunque a Hilda le pareció que estaba pensando profundamente.

– Muy bien, es tu turno, Hilda. – dijo Vivian de repente.

– No lo sé. Nunca he pensado mucho en ello.

– Aw, qué aburrida eres. Muy bien, entonces tú, Rio.

– Uh, bueno... es una excelente pregunta. – dijo Rio. – Cuando era niño, siempre deseé explorar nuevos mundos, igual que Rio Starr. Creo que haré exactamente eso.

– ¿Qué quieres decir? – preguntó Hilda.

– Bueno, piénsalo. – dijo Rio. – Esta Tierra tiene toda una historia, que se ha perdido y olvidado. ¿Quién sabe qué secretos y misterios aguardan en ella para ser resueltos? Podría pasar toda mi vida explorándola y nunca me cansaría. Y también, podría utilizar ese conocimiento para ayudar a construir puentes entre ambos mundos.

– Estoy segura de que podrías. – dijo Hilda.

– Sabes, tú podrías venir conmigo. – sugirió él. – Todo buen aventurero necesita un compañero que le cuide las espaldas. Tú has pasado la mayor parte de tu vida atrapada en Arzenal. Pero una vez que toda esta pelea haya terminado, podríamos ir donde queramos. ¿Estás interesada?

Hilda se mordió los labios, pensativa.

– Creo que lo pensaré. – le dijo. Aunque en realidad, eso no sonaba como una mala vida.

– Singularidad liberada. – anunció Sala. Delante de ellos, las nubes comenzaron a arremolinarse en un vórtice mientras relámpagos rojos comenzaban a traquetear, y el cielo empezaba a expandirse, antes que la singularidad se abriera por fin. – ¡Todas las fuerzas, síganme!

...

Con la singularidad abierta, Ange giró el acelerador, enviando a Villkiss a toda marcha junto con los DRAGONs.

«Café Ange, ¿eh?» pensó. Una vez que lo atravesó, un cielo muy diferente se abrió frente a ellos, pero algo andaba mal.

– ¡Hora de una pregunta! – canturreó Vivian. – ¿Alguien quiere adivinar dónde estamos? ¡Se acabó el tiempo! ¡Estamos en casa!

– Espera un minuto. – interrumpió Hilda. – ¿Dónde aparecimos exactamente?

En lugar de los bosques tropicales y planicies de hierba de la Dinastía de Velda, el azul infinito del océano se expandía debajo de ellos.

– Tusk, ¿cuál es nuestra posición? – preguntó Rio.

– La computadora de navegación dice que estamos en alguna parte al sur de Arzenal. – respondió Tusk.

– Algo salió mal. – transmitió Sala. – La singularidad debería haberse abierto sobre la Dinastía de Velda, pero nuestras coordenadas se desviaron a unas 48.000 unidades de distancia al suroeste de nuestro objetivo original.

En la consola de Villkiss, el radar de repente se iluminó con docenas de contactos.

– ¡Sala, ponte alerta! – le advirtió Ange. – ¡Tenemos compañía!

En el cielo frente a ellos, una repentina ráfaga de misiles se hizo visible. Los DRAGONs en el frente del en jambre levantaron sus escudos, y las ojivas explotaron contra su defensa. Con el ataque sorpresa neutralizado, la guardia frontal bajó sus escudos y se preparó para atacar, cuando varios rayos de energía verde repentinamente atravesaron al enjambre. Con un poder que nunca antes había visto, Ange se quedó boquiabierta de shock y horror, al ver cómo varios Bergantines e incluso Galeones perdieron un ala e incluso la cabeza con un solo disparo.

– ¿Quién está haciendo eso? – gritó Kaname. – ¿Quién nos está atacando?

– ¡Concéntrense en sus doce! – gritó Hilda. Ange ajustó sus escáneres, y jadeó ante lo que vio. En el cielo directamente frente a ellos había cinco unidades negras, todas con cromados de colores diferentes y con el mismo diseño básico de Villkiss.

– ¿Esos son...? – se preguntó.

– ¡Son los Ragna-Mails! – gritó Tusk.

– ¿Pero quién los pilotea? – señaló Rio.

– ¡La información de Lizardia era una trampa! – exclamó Naga.

– Eso no importa. – replicó Sala. – ¡Están en nuestro camino, así que tendremos que derribarlos! ¡Todos los guerreros, contraataquen!

Convirtiendo sus unidades a Modo Destructor, Sala y sus dos vasallas sacaron sus armas, y se lanzaron de frente a través de los disparos que lanzaban los Ragna-Mails con sus rifles de rayos.

...

¿Cuánto tiempo había estado en este lugar? Entre la tortura que le había infligido Embryo y la falta de ventanas, Lizardia había perdido toda noción del tiempo. Arriba de ella, unos grilletes aseguraban sus muñecas, colgándola de sus brazos que hacía mucho que se le habían entumido. Sudor y mugre le pesaban en su cabello lavanda contra un cuerpo cuyos únicos adornos eran las laceraciones producto de los latigazos que había recibido. Debió haber sabido que era una trampa. Apenas acababa de entrar en el Pilar del Amanecer, los lacayos de Embryo la habían capturado. Y ahora, tal como le mostraba el monitor en una pared cercana, su gente estaba siendo asesinada.

– Lady Salamandinay. – dijo jadeando, mientras los tres Ryu-Shinn-ki cargaban contra los cinco Ragna-mails.

– Debo decir que tu actuación fue muy convincente. – comentó la figura en el escritorio. – Tienes mi gratitud, Riza. Perdón, quise decir... Lizardia.

Desde las sombras, una figura muy alta vestida de negra dio un paso al frente para depositar una taza de té en el escritorio de Embryo.

– Gracias, Dark.

– Por supuesto, Maestro Embryo.

De repente, Embryo puso atención a algo. A pesar de su dolor y cansancio, Lizardia enfocó su visión, y vio ni más ni menos que un Ragna-mail blanco uniéndose a los Ryu-shinn-ki.

«¡Villkiss!» pensó al reconocerlo. «¡Lady Angelise!»

Mientras observaban, al Villkiss se unieron otros tres vehículos; un Para-mail rojo, un Skyhook, y una segunda unidad blanca.

«¿El Susano'o? ¿Pero quién podría estar piloteándolo?» se preguntó. Embryo sin embargo sonrió, antes de coger el teléfono en el escritorio.

– Vaya, vaya, qué agradable sorpresa.

...

Desde la retaguardia de la fuerza de ataque, Tusk y las otras sólo podían observar inútilmente cómo el enorme enjambre de DRAGONS lentamente era despedazado. Sala, Naga y Kaname eligieron cada una a un Ragna-Mail como objetivo, chocando sus hojas contra las espadas y lanzas de energía carmesí mientras energía roja y verde atravesaba el cielo. Sin embargo, las dos restantes habían desenfundado sus rifles de rayos y ahora estaban disparando a los DRAGONS, derribándolos con facilidad.

– ¡No, deténganse! – gritó Vivian al ver a un Galeón siendo acribillado en una ráfaga de fuego. Con un rugido de su motor de propulsión, Villkiss de repente salió disparada hacia la batalla.

– ¡Ange, espera! – gritó Tusk.

– ¡Tengo que ayudar a Sala! – respondió Ange antes de lanzarse de cabeza a la refriega.

– ¡No puedes! ¡Embryo está detrás de esto!

– ¡No puedo quedarme observando sin hacer nada!

– ¡Lo mismo digo yo! – dijo Hilda girando su acelerador también.

– ¡No te vayas sin mí! – añadió Rio lanzándose tras ella.

– ¡Diablos! – maldijo Tusk. – ¡Vivian, sujétate fuerte!

Vivian se agarró con fuerza de su cintura, y Tusk aceleró su Skyhook para perseguir a Ange, mientras la carnicería seguía lloviendo sobre ellos desde todos lados.

...

Una y otra vez, la hoja de Enryugo intentaba acuchillar al Ragna-mail con cromado azul, sólo para ser desviado sin esfuerzo por la piloto enemiga. Sala maldijo mientras apretaba sus dientes y levantaba el cañón de su brazo para disparar. Rayos de energía carmesí atravesaron el cielo, pero el enemigo fue demasiado rápido y los esquivó fácilmente haciendo maniobras rápidas.

– ¡Ya hemos perdido más de la mitad del flanco derecho! – anunció Kaname. Igual que ella, el Hekiryugo de Kaname luchaba contra uno de los Ragna-mails, el de cromado verde. Pero en lugar de la disciplina controlada de su oponente, el oponente de Kaname agitaba su espada salvajemente en una furia descontrolada. Cerca de allí, Naga se enfrentaba al Ragna-mail con cromado naranja. La piloto no tenía la misma agresión que el de cromado verde ni la habilidad del azul, pero su determinación compensaba dichas carencias. Muchas veces Naga intentaba alejarse y ayudar a la fuerza de ataque para evitar que fuese diezmada por los de cromado rosa y amarillo, sólo para que el de cromado naranja le cortara el paso y reanudara su pelea.

– ¡Milady, no tenemos suficiente para sostener a las líneas frontales! – le advirtió Naga. – ¡Debemos retirarnos!

– ¡Son sólo cinco máquinas! – argumentó Sala. Aunque fuesen Ragna-mails, ¿cómo podían sus números superiores perder contra una fuerza tan pequeña?

Como si percibiera su duda, el de cromado azul de repente salió disparado más rápido de lo que Sala pudo contraatacar. La espada bajó directo hacia la cabina de Enryugo sólo para ser desviada por otra hoja. Sorprendida por la repentina intervención de Villkiss, el Ragna-mail de cromado azul dudó, y Ange disparó un salvo de proyectiles desde su rifle de asalto.

– ¿Estás bien, Sala? – preguntó Ange.

– Sí. Gracias, Ange. – Por la esquina del ojo, Sala vislumbró un destello de rayos rojos lloviendo sobre los dos Ragna-mails que estaban destruyendo a su fuerza de ataque. Sacando su alabarda con la mano libre, el Glaive de Hilda estaba enfrentándose al amarillo mientras Rio en Susano'o lanzaba una ráfaga de energía desde los cañones de su escudo y su buster rifle contra el rosa. Con sus agresoras ocupadas, los guerreros sobrevivientes comenzaron a reagruparse.

– ¿Qué están esperando? – gritó Ange, cuyo rifle sacudía el cielo mientras se lanzaba a perseguir a la unidad con cromado azul. – ¡Salgan de aquí ahora!

– ¡No, Ange! – argumentó Sala. – ¡Debo pelear! ¡No puedo retirarme cuando estoy tan cerca de liberar a Aura!

– ¡Diablos, ¿eres una líder o no! ¡Mira a tu alrededor?! ¡¿En serio crees que estás en posición de liberar a Aura ahora?!

– ¡Ella tiene razón, Princesa! – habló Sir Tusk por la radio. Al ver a su camarada en problemas, la unidad de cromado verde cesó su ataque en Kaname y cargó contra Ange, sólo para detenerse cuando una ráfaga de fuego de ametralladora le cortó el paso. Desde arriba, Dusk venía en picada disparando los cañones de su Skyhook, pero el de cromado verde proyectó un escudo de energía en forma de diamante desde su antebrazo izquierdo, y las balas rebotaron en él sin causar daño. – ¡La mejor estrategia ahora es replegarnos y reagruparnos! ¡No hay otra salida!

Sala apretó el agarre sobre la palanca de control de Enryugo, pero supo que tenían razón.

– ¡Todas las fuerzas retírense! ¡Regresen a la singularidad! – anunció. Ante su orden, la fuerza de ataque sobreviviente dio la vuelta y voló hacia la singularidad. Sala puso las manos en posición de rezo. «Aura, perdóname. Te he fallado.»

– ¡Ange, date prisa! – le gritó Sala.

– ¡Váyanse ustedes! – dijo Ange. – ¡Nosotros los cubriremos!

– ¡Pero...!

– ¡Lady Salamandinay, tenemos que irnos! – gritó Kaname. Tomando posiciones en ambos lados de Enryugo, Kaname y Naga levantaron un campo de fuego defensivo mientras seguían a sus camaradas. Desde babor, la unidad de cromado amarillo de repente cargó desde el punto ciego de Kaname, sólo para evadir cuando Hilda disparó su rifle de rayos en su dirección.

– ¡Oh no, no lo harás! – le gritó. – Estás peleando conmigo, ¿recuerdas?

Entretanto, Ange y Tusk descargaban sus armas en las unidades azul y verde cuando de repente el rifle de Ange dejó de disparar. Probablemente se le agotó la munición, un hecho que no se les escapó a los dos Ragna-mails agresores, que bajaron sus escudos y cargaron contra ella.

– ¡Ange, usa esto! – gritó Sala. Echando la mano hacia la espalda de Enryugo, Sala agarró su Seiran y se lo arrojó a su amiga. Tirando su propia pistola a un lado, Ange atrapó el arma y cogió el agarradero con ambas manos, antes que un rayo de color carmesí atravesara el cielo y forzara a los Ragna-mails que los atacaban a detener su ataque.

– ¡Princesa, la fuerza de ataque ha logrado atravesar la singularidad, pero se está cerrando! – gritó Naga. Con una sensación en su corazón como si se rompiera en dos, Sala le dio la vuelta a Enryugo para alejarse de la batalla, y se zambulló hacia la singularidad. Al mirar atrás, lo último que vio antes que el portal se cerrara fue a Ange y a los otros siendo rodeados por los Ragna-mails.

– Adiós... Ange.

...

Ange maldijo mientras abanicaba el cañón de rayos de Sala por todo el cielo. El arma ciertamente era más poderosa que su rifle de asalto, pero también era mucho más pesada y con menor capacidad de fuego rápido. Todo lo que podía hacer era mantener una ráfaga constante contra las unidades enemigas y darle a Sala la cobertura que necesitaba para escapar.

– ¡Ange! – llamó Tusk de repente por la radio. – ¡Los DRAGONS ya han logrado atravesar! ¡Ahora salgamos de aquí!

– ¡Suena bien para mí! – Por su estribor, Rio y Hilda llegaron volando para proveer fuego de cobertura mientras Tusk volaba a babor. Sin embargo, antes que ninguno de ellos pudiese convertirse a modo vuelo y huir, los Ragna-mails ya los tenían rodeados.

– ¿Ahora qué? – preguntó Hilda. Como si respondiera, la piloto de la unidad con cromado azul abrió su cabina y se alzó frente a ellas. Llevaba un traje de piloto azul de cuerpo completo, con un casco azul que cubría su rostro.

– ¡Lo sabía! – les dijo. – ¿Eres tú?

«Esa voz...» pensó Ange al reconocerla. «¿Salia?»

Alrededor de ellos, las cabinas de los otros Ragna-mails se abrieron también. Igual que Salia, todas llevaban el mismo traje de piloto, y con el mismo color del cromado de sus unidades respectivas.

– ¿En verdad eres tú, Ange? – preguntó la de casco naranja.

– Quizás sea un fantasma. – dijo sarcásticamente la de casco verde.

– ¿Ersha? – jadeó Ange.

– ¿Chris? – gritó Hilda. – ¡Pero tú estás muerta!

– ¿Decepcionada? – gruñó Chris. – ¡Casi muero, no gracias a ti!

– ¿Y qué hay de esa unidad blanca y grande? – preguntó la de casco rosa.

– Te conozco. – dijo Rio. – Eres esa chica Tanya de Arzenal.

– Hey Irma. – le dijo Tanya a la de casco amarillo. – Es ese chico llamado Rio. Lo sentimos por ti, pero ya nos hemos pasado a alguien mejor.

«Bueno, esto no nos lleva a ningún lado,» decidió Ange, abriendo su propia cabina y poniéndose de pie para hablar con ellas cara a cara.

– ¿Qué diablos pasa aquí? – exigió saber. – ¿Por qué están piloteando esas cosas? ¿En serio están trabajando para Embryo?

– ¡Yo soy quien hace las preguntas aquí! – espetó Salia. – ¿Dónde estuviste todo este tiempo? ¿Por qué estás peleando junto con los DRAGONS? ¿Y por qué Rio pilotea esa unidad desconocida? – La consola de Salia comenzó a pitar y se arrodilló para contestar. – Habla Salia. Entendido. – Retirándose de vuelta a su asiento de piloto, Salia cerró la cabina y las otras hicieron lo mismo. – Tenemos órdenes de llevarte detenida, Ange. Todos los demás serán ejecutados.

– ¡¿Ejecutados?! – exclamó Hilda. – ¡¿Te has vuelto loca?!

– Es Embryo. – gruñó Rio. – Les ha retorcido las mentes.

– ¡¿Cómo te atreves?! – chilló Irma mientras le apuntaba a Susano'o. – ¡No permitiré que alguien como tú mancille el nombre del Maestro Embryo!

En respuesta, Hilda sacó su propio rifle de rayos y le apuntó a la unidad de Irma. – ¡Sólo inténtalo y verás lo que pasa! – le advirtió.

– Hey Salia. – dijo Chris. – ¿Puedo ocuparme de Hilda?

– De acuerdo, pero a mí me dejas a Ange. Yo tengo mi propia cuenta que saldar con ella.

– ¿Qué hay de Vivian? – preguntó Ersha. – Podemos perdonarla a ella, ¿verdad?

«¡Mierda, esto es malo!» pensó Ange. Con todos rodeados, los Ragna-mails los derribarían en cuanto hicieran un movimiento en falso.

– ¡Todos, cierren los ojos! – gritó Tusk de repente. Desde detrás de su Skyhook, Vivian apuntó con un lanzador de bengalas hacia el cielo y disparó, y el proyectil se elevó antes de explotar en una luz cegadora que bloqueó todo incluyendo al sol. – ¡Huyan ahora!

Convirtiéndose a modo vuelo, el grupo aceleró sus motores a fondo y despegó a máxima velocidad.

– ¡Tras ellos! – gritó Salia. Una vez que superaron el shock inicial por el destello, los Ragna-mails también se convirtieron a modo vuelo y salieron a perseguirlos, disparando con sus rifles contra sus presas. Al ver que los disparos pasaban rozándolos por los lados, el Glaive de Hilda, Villkiss y Susano'o volvieron a cambiar a modo destructor y dispararon sus propias armas, pero los Ragna-mails viraron en formación espiral evitando cada disparo.

– ¡Mierda, aquí vienen! – gritó Hilda justo antes que los Ragna-mails los embistieran, dispersando al grupo con Chris persiguiéndola a ella, Salia persiguiendo a Ange, Ersha conteniendo a Tusk y Vivian para mantenerlos a raya, y tanto Irma como Tanya yendo tras Rio.

Desenvainando su espada, Ange recibió el ataque de Salia de frente, y ambas hojas se trabaron juntas mientras giraban a su alrededor.

– Eres más débil de lo que recuerdo. – dijo Salia. – O tal vez, es que yo me he vuelto más fuerte. Y todo gracias al Maestro Embryo. Desde que lo conocí... ¡todo ha mejorado para mí!

Una patada al abdomen de Villkiss envió a Ange dando vueltas hacia el mar, pero rápidamente recobrió el control y cargó de vuelta contra su oponente.

– ¡Te enseñaré quién es débil, maldita pechos de tabla! – le gruñó.

...

Desde su asiento detrás de Tusk, Vivian miró el Ragna-mail negro que se alzaba sobre ellos, y el barril del rifle de rayos apuntándole directamente. Esto tenía que ser una broma, ¿verdad? Ersha nunca haría algo como esto.

– No se muevan. – les advirtió Ersha. – No quiero dispararles, pero lo haré si me obligan.

– Ersha, ¿qué estás haciendo? – preguntó Vivian. – ¿Por qué tú y las demás están peleando contra nuestros amigos?

El rifle de rayos momentáneamente aflojó su agarre, y por un momento, Vivian se atrevió a tener la esperanza de que todo fuese un error.

– Lo siento, Vivian. – dijo finalmente Ersha. – Tengo que hacerlo. Es la única opción que me queda. – Enganchando su arma a la espalda de su Ragna-mail, Ersha se dio la vuelta. – Dejaré que tú y tu amigo se vayan esta vez, pero no vuelvan a meterse en mi camino.

Y sin decir otra palabra, los motores de Ersha se encendieron y salió volando hacia donde Salia estaba peleando con Ange.

– Hey, ¿estás bien? – preguntó Tusk.

– Ersha. – susurró Vivian con lágrimas en los ojos. – ¿Por qué?

...

Aunque intentaron mantenerse juntos, Tanya e Irma lograron separar a Hilda y Rio. Activando sus sables de pulso, Rio alternaba entre acuchillar a un Ragna-mail mientras utilizaba los cañones de su escudo para mantener a raya al otro. Antes que ella pudiese volar para darle apoyo, Hilda de pronto se encontró teniendo que proteger su propio trasero cuando Chris la embistió.

– No tienes idea de cuánto llevo esperando esto. – se burló Chris, haciéndole llover golpe tras golpe.

– ¿Cuál es tu problema? – gritó Hilda. – ¡Creí que tú y yo empezábamos a entendernos!

– ¡Oh, claro que te entiendo! – gruñó Chris. – ¡Entiendo que no eres más que una perra egoísta y de corazón frío! ¡Es lo que siempre has sido, y siempre lo serás!

«Demonios, Chris, ahora no tengo tiempo para esto,» maldijo Hilda internamente. Retirándose para ganar algo de distancia, Hilda sacó su rifle de rayos justo cuando Chris hizo lo mismo con el suyo. Pero por muy rápida que fuese Chris, Hilda lo era más. Disparó, y el rayo carmesí voló el rifle de rayos de Chris fuera de sus manos. Tomando su oportunidad, Hilda cargó de frente, apuntando con su alabarda directo a la cabina de Chris cuando el Ragna-mail de cromado verde giró fuera del camino, asestándole el talón por la espalda a la unidad de Hilda. El impacto repentino fue suficiente para sacudir todo el Glaive, y Hilda casi se golpeó de cara contra su consola. Antes de poder recuperarse, la espada de Chris ya venía bajando por su ala y brazo derechos, cercenando el segundo por el codo.

– Hasta nunca. – se burló antes de patear a Hilda por segunda vez. Hilda sintió que el estómago se le subía a la garganta, mientras se precipitaba hacia el océano, ya que la pérdida de su ala hacía que fuera imposible recuperar el balance. Por su visión periférica, Hilda logró vislumbrar a Irma y Tanya, que disparaban una especie de zarpas con cables desde los brazos de sus unidades, enganchándose de los brazos de Susano'o antes de empezar a tirar con fuerza.

...

Por muy rápidas que fuesen las respuestas de Susano'o, su constitución pesada lo hacía menos maniobrable que los dos Ragna-mails que asaltaban a Rio por ambos flancos a la vez. Hilda entretanto estaba bajo ataque de Chris, que se lanzaba contra el Glaive rojo como si estuviese poseída. Nada de esto tenía sentido. Había visto a Chris morir con sus propios ojos. Dark era una cosa, pero se suponía que el Mana no sería efectivo con una Norma, así que ¿cómo fue que Embryo lo hizo? Y luego estaba Ersha. ¿Cómo pudo alguien como ella ponerse del lado de un pedazo de basura como Embryo? Seguro que tenía que darse cuenta que él era el responsable de todo. Sin embargo, las respuestas tendrían que esperar hasta después de haberse librado de las dos chicas que lo atacaban.

– ¿Sabes algo? Irma y yo solíamos creer que eras sexy. – dijo Tanya hablándole por la radio. – No creerás lo excitadas que estábamos cuando supimos que te GUSTABAN las Normas.

– Pero ahora, somos caballeros del Maestro Embryo. – interrumpió Irma. – Tú jamás podrías competir con alguien tan grandioso como él.

Rio chasqueó la lengua, mientras desviaba un espadazo de Irma, antes de bombardear a Tanya con los disparadores en su escudo. – ¿Se supone que me ponga celoso? Si sus estándares son tan bajos, por mí pueden quedarse con él.

Tal como esperaba, Irma cargó contra él, intentando apuñalar con su espada directo donde estaba el núcleo de Susano'o.

– ¡Deja de insultarlo! – le gritó.

Propulsándose hacia la derecha, Rio evadió el ataque y detuvo su espada con su Sable de Pulso derecho, partiéndola a la mitad. El shock del impacto creó una abertura en sus defensas, y Rio levantó su otro brazo para dispararle a quemarropa directo a su Ragna-mail, cuando algo le dio un tirón a su brazo. Desde la derecha, Tanya tomó ventaja del momento para lanzarle una especie de cable de arrastre en el escudo. Antes de poder cortarlo para liberarse, Irma lanzó uno propio y le enganchó el otro brazo. Con ambos brazos siendo jalados no pudo obtener punto de apoyo para liberarse. Ahora ambas estaban levantando sus rifles de rayos y estaban a punto de dispararle, justo cuando notó que algo rojo estaba cayendo hacia el mar a poca distancia de él.

«¡Hilda!» exclamó internamente al darse cuenta. La adrenalina se apoderó de Rio, que aceleró los motores a toda su potencia y puso a girar a Susano'o. El repentino movimiento atrapó a Irma y Tanya desprevenidas, tirándolas a ambas por el aire como si fuesen un par de yoyos. Las hojas de pulso se extendieron y pudo cortar ambos cables, enviando a ambas agresoras a volar mientras él se lanzaba en picada tras Hilda. Pero el Glaive en caída libre había tenido demasiado inicio de ventaja, y estaba a sólo segundos de impactarse contra el agua.

«Maldición, ¡haz algo, Susano'o! ¡Hilda va a morir si no nos damos prisa! ¡Muévete! ¡Muévete ya!»

Desde adentro, un subidón de energía familiar surgió desde el núcleo, y la joya en su brazalete comenzó a brillar mientras el poder fluía dentro de Susano'o.

...

Hilda se sentía al borde de desmayarse al ver el mar acercándose hacia ella. La combinación de la caída y los giros fuera de control creaban fuerzas G que casi la hicieron apagarse.

«Esto es todo,» pensó resignada. «Rio, cómo me habría encantado poder seguir contigo.»

Pero ahora, iba a morir en su Para-mail, igual que muchas otras Normas. O al menos, eso creyó hasta que algo dorado de repente apareció frente a su cabina.

De repente, los giros y la caída se detuvieron abruptamente, como si algo hubiese atrapado a su Glaive. Mientras las náuseas se iban y se le aclaraba la visión, Hilda miró arriba y sus ojos se ensancharon de sorpresa. De alguna manera Rio logró liberarse y la alcanzó, atrapándola apenas a pocos metros del agua. Pero lo más sorprendente, era que el Susano'o estaba brillando con la misma luz dorada que cuando Ange cantó mientras estaba en Villkiss.

– ¿Estás bien? – preguntó él, mientras la luz comenzaba a desvanecerse.

– Sí, gracias... – jadeó ella cuando él la soltó. ¿Era esa la Luz de Aura que Sala había mencionado?

– ¿Aún puedes volar? – le preguntó. Hilda ajustó la salida de su motor y frunció el ceño cuando vio el reporte del diagnóstico de su Glaive.

– Sí, pero con una sola ala mi maniobrabilidad se ha ido. ¡Oh, mierda, mira!

Arriba en el cielo, Ange estaba atrapada en la misma trampa donde Rio había estado. Ersha y Chris habían atrapado uno de sus brazos cada una, mientras que Salia había enganchado su cable alrededor del cuello de Villkiss. Lo peor, Irma y Tanya se habían recuperado, y ahora iban a toda prisa a unirse a sus camaradas.

– ¡Quédate aquí! – le dijo él. – ¡Yo la liberaré!

– ¡Al diablo con eso! – replicó ella. – ¡Chris sólo me arrancó un brazo, así que yo le arrancaré los dos!

Girando el acelerador a fondo, Hilda salió disparada hacia donde los Ragna-mails tenían atrapada a Ange. Detrás de ella, Rio cogió su Buster Rifle y salió tras ella.

...

Salia sonrió mientras veía a Ange lanzarse contra su Cleopatra, con la disciplina y habilidad de un bebé haciendo un berrinche. Sacando el cañón de rayos que le arrojó aquella unidad roja, Ange extendió la bayoneta por abajo y empezó a tratar de apuñalar furiosamente a Salia.

«Tuve razón todo el tiempo,» pensó mientras desviaba y esquivaba cada ataque. «No eres nada. Todas tus victorias fueron gracias a Villkiss. Y ahora que el Maestro Embryo me ha bendecido con Cleopatra, ya no eres la más fuerte.» En su consola, el radar mostraba que Chris y Ersha ya se habían ocupado de sus objetivos y se estaban moviendo para apoyarla. – ¡Aquí vamos! – les dijo. – ¡Formación Tríada de Rosas!

– Qué nombre tan estúpido. – gruñó Chris.

– ¿Qué fue eso?

– Ahora mismo, Capitana. – se rio Ersha. Rodeando a Villkiss por tres lados a la vez, lograron confundir a Ange lo suficiente para lanzar su ataque. La Theodora de Chris disparó primero, lanzando su cable de arrastre para enganchar en brazo izquierdo de Villkiss, antes de que Ersha utilizara el cable de Raziya para sujetarle el derecho. Finalmente, Salia disparó el cable de Cleopatra y logró enredarlo alrededor del cuello de Villkiss. Inmovilizado por las tres, Salia fijó a Cleopatra en modo de flotación y les hizo una señal a Irma y Tanya.

– Unidades Eirene y Victoria. Muévanse y abran la cabina de Villkiss.

– Sí, señora. – respondieron. Deslizando el capó de su cabina, Salia se puso de pie y apuntó con su pistola.

– Se acabó, Ange. Vendrás con nosotras.

De repente, algo cayó desde el cielo arriba a de ellas, enredándose en el cable de cleopatra y enredándose a su alrededor antes de caer.

«¿Esa fue Vivian?» se preguntó Salia, justo antes que una explosión cortara el cable y enviara a Cleopatra volando fuera de control.

...

Ange maldijo mientras forcejeaba para liberar a Villkiss de la trampa en la que cayó. Los escáneres mostraban otros dos objetos que se aproximaban desde atrás, y sus lecturas los identificaron como los dos Ragna-mails restantes. Y cuando Salia se puso de pie con la pistola desenfundada, Ange se dio cuenta demasiado tarde de lo que estaba a punto de pasar.

«Diablos, ¿en dónde están, chicos?» maldijo entre dientes. Como si fuese su respuesta, Vivian de repente se dejó caer sobre el cable de Salia desde arriba, y la bomba que le ató sirvió para cortar el cable antes de volver a aterrizar detrás en el Skyhook de Tusk. Virando hacia la derecha, Tusk disparó su ametralladora a la espalda de la unidad de Ersha, sorprendiéndola y haciendo que cortase su cable para levantar su escudo de rayos contra su ataque. A su vez, una ráfaga de fuego rojo y rayos de energía asaltó a Chris mientras Hilda y Rio se elevaban contra ella, y un disparo del Buster Rifle del Susano'o logró cortar con éxito el último cable.

– ¿Estás bien? – preguntó Tusk.

– Sí, ¡ahora vámonos! – Por muchas ganas que tuviera de patearle el trasero a Salia, ahora mismo les superaban en poder de fuego y números. Alejándose en Villkiss, los otros rápidamente la alcanzaron, aunque Ange vio que el Susano'o de Rio se rezagaba un poco debido a tener que remolcar al Glaive Hilda por el muñón que quedó en su brazo derecho.

Entretanto, Salia y las otras ya se habían recuperado y rápidamente estaban cerrando la distancia.

– ¡Ange, detente! – le gritó. – ¡Te llevaré a ver a mi maestro!

– ¿Y qué tiene ese tipo que te volviste tan leal a él? – le espetó Ange. – ¿Es su actitud de depravado, o ese estúpido peinado suyo?

– Tú... ¡no te dejaré que le faltes al respeto! ¡Caballeros, derriben a los otros y luego vuelvan a intentar la formación Tríada de Rosas! – ordenó Salia. Lanzándose de frente, Chris y Ersha adelantaron sus unidades para girarse y atacar.

«¿Cómo vamos a escaparnos?» se preguntó Ange. «Aún si no estuviéramos rodeados, a Hilda le falta un ala y Rio se retrasará si tiene que remolcarla. No hay forma de que podamos salir de esto... a menos que...»

– ¡Escuchen todos! – gritó. – ¡Pónganse alrededor de mí y creen un perímetro de fuego de supresión! ¡Por ninguna circunstancia dejen que nos separen!

– ¡Espera! – respondió Hilda. – ¿Qué estás planeando hacer?

– Creo que lo sé. – dijo Rio. – ¡Todos, hagan lo que ella dice!

Posicionándose de espaldas entre ellos, las tres unidades y el Skyhook de Tusk abrieron fuego. Los Ragna-mails evadieron cada disparo, pero eso fue suficiente. Sólo necesitaban mantenerlas ocupadas.

– ¡Villkiss, salta! – gritó. – ¡Hazlo! – Pero para su horror, Villkiss no le respondió, y empezó a golpear la consola con su puño de frustración. – ¡Maldición, no me hagas esto ahora!

– ¿Le está gritando a su máquina? – preguntó Chris.

– ¡Eso no importa! ¡Vuelen sobre su línea de fuego y derríbenlos! – ordenó Salia. Los otros Ragna-mails se elevaron y apuntaron con sus rifles de rayos hacia Tusk y los demás.

– Si no saltas ahora... ¡TE PATEARÉ TU MALDITO TRASERO! – exclamó Ange.

...

«Esto es todo, Ange,» pensó Salia. «Ya eres mía.»

Todo lo que tenían que hacer era encargarse de Rio y los demás, y entonces podrían arrastrarla a placer.

«Tomaste tu decisión, Rio. Supongo que ahora debo agradecértelo. Después de todo, si no me hubieras rechazado, jamás habría encontrado la verdadera felicidad.»

Salia estaba a punto de dar la orden de disparar, cuando de repente, el color de Villkiss cambió de blanco a azul.

– ¿Qué está sucediendo? – se preguntó. Y entonces, todo el grupo desapareció sin más en el aire, sin dejar rastro. – ¡¿Qué?! ¡¿A dónde se fueron?!

...

Con un gruñido de molestia, Embryo apagó el monitor. Supuso que no debería sorprenderse. Por muy talentosa que fuese Salia, Ange simplemente estaba en otro nivel. Aunque habría sido agradable que al menos hubiesen podido exterminar a esa vieja vergüenza suya.

«Olvidé lo horrible que solía ser el viejo prototipo,» pensó mientras cogía el teléfono en su escritorio. «Nada excepto fuerza bruta y completamente carente de elegancia.»

– Aquí Embryo. – dijo hablando en el micrófono. – Sí, lo vi todo. No te preocupes, mi dulce Salia, no tienes por qué sentirte mal. Tendrás otra oportunidad, y no hay muchos lugares donde Ange se pueda ocultar. Por ahora, tú y las demás vuelvan a la base. Las veré cuando regresen.

Colgando el teléfono, Embryo le indicó a Dark que viniera.

– Haz que la marina de Misurugi recoja los restos. Y luego, regresa a Lizardia con su ama.

...

Al caer de la noche, Ange y los demás se abrazaron entre sí alrededor de la fogata. Ange no estaba seguro de a dónde los llevó Villkiss cuando saltó, pero al menos les ayudó a escaparse de Salia y las otras. Y cuando el vacío lleno de estrellas desapareció y regresaron al mundo real, una isla muy familiar se encontraba debajo de ellos. Desafortunadamente, el olor de sangre y restos de disparos por la invasión de Julio todavía permeaba el interior de Arzenal, así que tuvieron que aparcar sus unidades en la base del cráter que Sala había hecho en la esquina noroeste durante el asalto de los DRAGONS. En lugar de volver a la base, Tusk y Rio fueron a atrapar algunos peces para cocinarlos sobre el fuego.

– Muy bien, vamos a comer. – anunció Tusk.

– Por fin. – canturreó Vivian. Aunque estaba muy triste inicialmente por la traición de Ersha, la promesa de una comida puso a la niña de mejor humor, y rápidamente empezó a devorar el pescado a las brasas.

– Me pregunto a dónde se fueron todos. – dijo Ange. Aunque ella y Hilda trataron de contactarlos, igual que en el mundo de los DRAGONS se vieron incapaces de establecer comunicaciones.

– No te preocupes. – le aseguró Tusk. – Jill no caería tan fácilmente. Estoy seguro que logró sacar a todos a tiempo.

– ¿Qué hay de tu tabla de datos? – preguntó Hilda a Rio. – ¿No puedes contactar a la Network con esa cosa?

– Ya lo intenté. – respondió Rio. – Parece ser que ya cambiaron los códigos de acceso. Es el procedimiento estándar cuando un agente es asesinado o desaparece.

– ¿Y qué hacemos ahora? – preguntó Ange.

– Por ahora, descansemos un poco. – anunció Rio. – Después en la mañana, rescataremos lo que podamos para reparar nuestras unidades y... – De repente Tusk alzó la mano y lo interrumpió. – ¿Qué pasa?

– Me pareció oír algo. – susurró Tusk. El grupo guardó silencio, y sobre el crepitar de la fogata, se escuchó el ruido de algo que salpicaba en las olas. Nuevamente susurró con cautela. – ¡Dispérsense!

Inmediatamente, los cinco salieron corriendo en diferentes direcciones para ponerse a cubierto tras los desechos que llenaban el suelo del cráter. Contra la luz de la fogata, una fila de sombras apareció sobre la pared del cráter, antes de que tres figuras se hicieran visibles. Las tres llevaban lo que parecía trajes de buceo junto con máscaras respiradoras que cubrían sus rostros. ¿Espías del gobierno tal vez? No habían visto ningún bote en el agua, así que tal vez habían venido de un submarino.

Si ese era el caso, en caso de que los vieran podrían capturarlos antes de que pudiesen sonar alguna alarma. Desde donde se ocultaba, Ange vio a Rio y le hizo un gesto para que se preparara. Rio le pasó el mensaje a alguien más de su grupo antes de darle un pulgar arriba. Sacando su pistola, Ange miró a Rio contando antes de dar la señal y salir de su cobertura, y el suelo a los pies de uno de sus invitados explotó ante el disparo sorpresa.

– ¡No se muevan! – ordenó Rio. – ¡Las manos donde podamos verlas!

Los tres desconocidos levantaron las manos, y lentamente Ange y los demás se fueron acercando con sus armas listas.

– De acuerdo. – les advirtió Ange antes de salir a la luz de la fogata. – ¡Un solo movimiento en falso y están muertos! Ahora, ¿de dónde diablos vinieron?

– ¿Lady Angelise? – preguntó uno de ellos. Esa voz... ¿podría ser realmente...?

– ¿Momoka? – Al instante, la figura se quitó su máscara y se bajó la capucha, revelando una cabeza muy familiar de pelo oscuro antes de correr para abrazar a su señora.

– ¡Lady Angelise! ¡Oh, no sabe cómo la extrañé! – le dijo. Al mismo tiempo, la segunda figura se sacó también su capucha y su máscara, revelando una cabellera corta y naranja.

– ¿Rosalie? – preguntó Hilda. A pesar de su gesto fruncido, Rosalie fue capaz de forzar una sonrisa.

– Me alegra ver que no estás muerta, Hilda. – dijo antes de volver a fruncir el ceño al ver a Vivian. – Y también a la niña lagartija... supongo.

– ¡Hey Rosalie! – dijo Vivian corriendo hacia ella.

– Y entonces, ¿quién eres tú? – preguntó Rio a la tercera figura. Sin decir una palabra, la última de sus invitadas se sacó la máscara para revelar una cara morena y cabello negro cortado como si fuese un chico.

– ¿Qué hay de nuevo, Rio?

– ¿Kat? – jadeó al reconocerla. – ¿Estás viva?

– Y no soy la única. Por cierto, ¿qué onda con ese sombrero?

Antes de poder responderle, una de las otras figuras corrió por el suelo, seguido de un golpe que hizo eco por las paredes del cráter. Rio dio tumbos, sujetándose la quijada en shock por el repentino puñetazo de Rosalie.

– ¡Rosalie, ¿qué diablos crees que haces?! – chilló Hilda.

– ¡Bastardo! – gritó Rosalie. – ¡Me dijiste que Chris estaba muerta!

– ¡Hey, tómalo con calma! – le dijo Kat. – ¡Arreglaremos todo cuando volvamos a la nave! – Con una mueca de disgusto, Rosalie se dio la vuelta y pateó la tierra. – Perdónenla, es que la ha pasado muy mal desde que ustedes desaparecieron. Hablando de eso, ¿qué les ocurrió a todos? Han estado perdidos en acción desde hace casi una semana.

– Es una historia un poco larga. – dijo Tusk. Kat sonrió y cogió el saco a prueba de agua que colgaba de su cadera.

– Me decepcionaría si no lo fuera. – comentó mientras sacaba un transmisor para engancharse en la oreja. – Aurora, habla Kat. ¡Preparen el comité de bienvenida! ¡No creerán a quienes encontramos!

Esta historia continuará...

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