Capítulo 21: Entendimiento
En las sombras de los callejones de Misurugi, una figura solitaria en una chaqueta con capucha se abría paso en medio del laberinto urbano. Habían transcurrido tres días desde el desastroso ataque de Julio en Arzenal, y en ese tiempo, Lizardia se había encontrado totalmente aislada. Tras el fallido asalto de su gente en Arzenal con los Ryuu-shin-ki, Lizardia recibió órdenes de esperar hasta que los falsos humanos revelasen su respuesta. Sin embargo, los eventos ocurrieron a un ritmo mucho más rápido de lo que ella se anticipó, y para cuando volvió a Misurugi, Embryo ya había asegurado el palacio. Por lo poco que pudo reunir, había decidido residir en el Palacio Imperial reclamando la custodia de la hermana menor de Julio, Sylvia. Y si ese era el caso, significaba que ya había descubierto lo que la niña había descubierto sobre Lizardia la noche que se metió a la habitación de Julio durante uno de sus encuentros sexuales. Lizardia sabía que tenía que haberla silenciado, pero el pensamiento de matar a una niña, aunque fuese una de sus enemigos más odiados, le dejaba un mal sabor de boca. Así que simplemente envenenó a la niña lo suficiente para dejarla en coma hasta que hubiese cumplido su misión.
Desde una esquina, Lizardia echó un vistazo al Pilar del Amanecer mientras se alzaba contra el cielo nocturno. Era muy arriesgado acercarse tanto al Palacio Imperial, pero tenía que intentar contactar a sus camaradas. Una vez que el camino estuvo libre, Lizardia atravesó la carretera y desapareció en la cobertura de los Jardines del Amanecer. Aunque si hubiese mirado arriba, se habría percatado del hombre de negro que la espiaba desde una azotea.
– La rata finalmente asomó su cabeza. – transmitió Dark. – Muévanse para interceptar.
...
Cuando Hilda despertó, lo primero que notó fue que su futón se sentía vacío.
– ¿Rio? – dijo con voz quejumbrosa mientras se frotaba los ojos.
– Por aquí.
Desde la puerta que llevaba al balcón, el caballero de Hilda estaba apoyado contra el marco mientras observaba el cañón que se extendía debajo de su habitación, en el santuario del templo. Igual que ella, llevaba una bata que les proveyó Salama-como se llamara. Ajustándose la suya, Hilda fue a unirse a él, justo a tiempo para ver a un trio de DRAGONS que nunca antes había visto volando frente a su ventana. Tenían cuernos con forma de guadaña sobresaliendo de por detrás de una larga cabeza con forma de pico, mientras sus alas, que parecían crecer de las extremidades posteriores en lugar de las frontales, los cargaban por el cielo.
– Se siente casi como un cuento de hadas, ¿no?
– Esa es una forma de decirlo. – dijo ella estando de acuerdo. Sujetando el brazo de Rio, Hilda lo palpó con sus manos por toda su longitud. – ¿Aún te duele?
– Ya está un poco mejor. – le aseguró él. – Hice algo de boxeo de sombras cuando desperté para quitarme las molestias.
Hilda frunció el ceño, pero supuso que habría formas peores de agravar una extremidad que estaba en recuperación.
– ¿Qué hay de ti? – le preguntó Rio. – ¿Dormiste bien?
Hilda sonrió y descansó su cabeza en el hombro de él. Fue una experiencia interesante, compartir la cama con alguien cuando no tenía que actuar. Especialmente considerando que era un hombre. Pero a pesar de haberle ofrecido tener el futón para ella sola, Hilda le aseguró que estaba bien, y se abrazó de Rio ya que su calor la hacía sentirse tranquila, ayudándola a dormir de una forma en que no había experimentado desde que era niña.
– Sí, en realidad lo hice. – admitió. En ese momento, se abrió una segunda puerta, y Ange también salió al balcón, con una expresión mezcla de sueño y maravilla al ver a otro par de alas posteriores volando cerca.
– Oh hey. – les dijo. – ¿También se acaban de despertar?
– Sí, más o menos. – dijo Rio. – Nuestras anfitrionas llegarán pronto, así que tomémonos algo de tiempo para repasar algunas cosas.
Siguiendo a Ange hacia dentro de su habitación, Hilda notó que faltaba un miembro de su grupo.
– ¿En dónde está Tusk? – preguntó mientras se dejaba caer sobre un mueble, sólo para dar un grito cuando su asiento comenzó a gruñir y convulsionarse. Luego de que Hilda saltó, ella y Rio se dieron cuenta que lo que asumieron que era un sillón en realidad era Tusk envuelto en un futón de reserva.
– Oh sí. – recordó Ange. – Me olvidé que estabas allí.
– ¡¿Ya quieres desatarme?! – jadeó Tusk, con sudor chorreándole por las cejas. Sacudiendo su cabeza, Rio agarró a Tusk y le dio un tirón por los pies.
– ¿Esto es algún tipo de fetiche? – preguntó.
– Hey, le ofrecí quedarse contigo si Hilda cambiaba de lugar conmigo, pero ella no quiso aceptar. – señaló Ange.
– Eso es porque no planeaba dejar a Rio sin vigilancia, con esa doctora loca suelta. – le recordó Hilda.
– Sí, bueno, yo no planeaba dormir en la misma habitación con un desviado sexual. – contraatacó Ange.
– ¡¿Cuántas veces tengo que decirte que no lo soy?! – argumentó Tusk. – La doctora me dijo que quería hacerme unas pruebas, y antes de darme cuenta estaba amarrado en esa cama.
– ¿Podemos concentrarnos? – interrumpió Rio. – Necesitamos pensar cuál será nuestro siguiente movimiento.
– ¿No lo sabemos ya? – les recordó Hilda. – Según lo que dijo esa chica Kaname, Sala-como sea que se llame, quiere aprender más sobre nosotros.
– ¿Y tú le crees? – gruñó Ange, mientras desataba las cuerdas que aseguraban el futón de Tusk. – No se te olvide que esta es la misma gente que ha estado tratando de matarnos todo este tiempo.
En cuanto el colchón cayó fuera de su mitad superior, Tusk lanzó un suspiro de alivio al poder aspirar de nuevo el aire fresco de la habitación.
– Sí, pero si hubieran querido matarnos, Ange, ya lo habrían hecho. – jadeó Tusk.
– Estoy de acuerdo. – dijo Rio. – Y con lo que aprendimos ayer sobre Aura y Embryo, no podemos permitirnos seguir aferrados a ese rencor. Seamos amables por ahora, y veamos qué más podemos aprender sobre este mundo. Ahora, hay otra cosa que he querido discutir con el resto de ustedes.
– ¿Y eso es? – preguntó Hilda.
– Cuando Embryo me quitó la Luz de Mana, mencionó una "Aura" y me preguntó qué era yo para ella. En ese momento no entendí lo que quiso decir, pero sonaba como si me estuviera acusando de estar en contacto con ella.
La habitación cayó en silencio, y los otros intercambiaron miradas perplejas.
– Entonces, ¿qué significa eso? – preguntó finalmente Ange.
– Si tuviera que adivinar, eso significaría que de alguna forma Aura estaba hablando conmigo a través de la Luz de Mana. – respondió Rio. – De cierta forma tiene sentido. Si ella está sirviendo como fuente de poder, y el Mana se puede utilizar tanto como energía y como medio de comunicación, eso significa que está conectado a todos los humanos que usan Mana en nuestro mundo.
– Lo cual explicaría por qué lograste sanar tan rápido luego del asalto de los DRAGONS. – señaló Hilda. – Pero ¿por qué tú?
Rio se encogió de hombros y agitó la mano para ahuyentar a una mosca que zumbaba por su cabeza.
– Eso es lo que sigo sin entender. Pero no les digamos a Salamandinay y al resto todavía. Después de todo, ahora que ya no tengo la Luz de Mana, incluso si no estuviéramos en otro mundo, el contacto con ella ha sido totalmente cortado.
– Estoy de acuerdo. – dijo Ange. – No hay forma de saber lo que podrían hacer, especialmente en relación a su propia agenda.
– Vamos, Ange. – dijo Tusk. – ¿No puedes al menos darles el beneficio de la duda?
– Si quieres confiar en ellos, allá tú. Yo, no pienso caer ni por un segundo en su acto.
Mientras hablaba, Ange deshizo la tercera tira que rodeaba las rodillas de Tusk. Entretanto, la mosca que zumbaba alrededor de la cabeza de Rio comenzó a volar cerca de su oreja, y lo estaba poniendo más y más agitado.
– ¡Vete! – le espetó mientras el liberado Tusk empezaba a tratar de matar al insecto con ambas manos. Al hacerlo, Tusk empezó a dar tumbos al perder el equilibrio.
– ¡Whoah, whoah, whoah! – gritó mientras empezaba a irse de frente.
– ¡Cuidado! – gritó Ange.
Antes que ninguno de ellos pudiese agarrarlo, Tusk se fue a caer directo encima de Ange, sin llevar nada encima excepto sus shorts, y por andar agitando los brazos accidentalmente abrió la bata de Ange de un tirón, bajándola fuera de su esbelto cuerpo mientras él trataba de enderezarse.
– ¡Hey, cuidado con las manos! – gritó Ange justo cuando la puerta de la habitación se abría de repente.
– Buenos días. – dijo una voz familiar. De la pantalla que separaba la esquina de té del resto de la habitación, Sala y sus dos asistentes aparecieron, sólo para detenerse en seco al ver la pila de extremidades enredadas y ropa despojada en el suelo frente a ellos. – Oh cielos, ¿esto es parte de su ritual de copulación matutina? Con toda confianza, por favor continúen.
...
Luego de más confusión, incluyendo que Rio y Hilda tuvieran que contener a Ange para que no golpeara a Tusk, el grupo siguió a sus escoltas hacia el área de comedor en el santuario. A diferencia de la mayoría de las habitaciones, este se veía muy adornado con dos columnas de mesas bajas que recorrían toda su longitud. Y en una de las mesas, en dos de los cojines colocados en el suelo, había dos figuras familiares que ya estaban desayunando.
– Más, por favor. – chilló felizmente Vivian sosteniendo su tazón frente a Lamia, que lo aceptó con una sonrisa indulgente.
– Ahora, Mii, recuerda que debes masticar. – le recordó la mujer mayor.
– Claro, Tu Madre.
Rio oyó un gruñido bajo y al mirar por encima del hombro vio a Hilda desviando la mirada y enfurruñada.
– ¡Oh hey! ¡Buenos días, chicos! – los saludó Vivian en cuanto los vio. Desde su asiento, Lamia se giró también para saludarlos.
– ¡Buenos días, Su Alteza!
– ¿Asumo que ambas han descansado bien? – preguntó Salamandinay.
– En realidad, pasé toda la noche de ayer hablando con mi hija. – continuó Lamia.
– Sí, y estoy exhausta. – Vivian bostezó.
– Me alegra escuchar eso. Ahora... – agregó girándose hacia el resto. – Si gustan, me gustaría que se unieran a nosotros para el desayuno.
– Suena bien. – dijo Rio.
Tomando un asiento en la mesa junto a Vivian y su madre, el grupo echó un vistazo a la comida que habían preparado para ellos. Ciertamente se veía más variada que cualquiera que Rio hubiese visto antes. Aparte de lo tradicional como huevos revueltos, trozos de fruta y trozos de carne, vio tazones con arroz caliente, vegetales y pescado, junto con otros de sopa y salsas.
«Bueno, cuando estás en Roma,» decidió. «Aunque no estaría mal tener un poco del café que prepara el Jefe.»
– Tenemos suficiente, así que sírvanse. – les invitó Salamandinay. Cogiendo un par de palillos para comer, Rio echó un vistazo a su alrededor y notó que el resto no estaba seguro de qué hacer.
– Así. – les dijo demostrándolo. Sujetó un palillo en el espacio entre su pulgar e índice, y el segundo entre el índice y el dedo medio, y luego flexionó la mano para moverlos como una pinza. – También puedes clavar con la punta.
– Veo que estás familiarizado con el uso de hashi. – observó Salamandinay.
– Sólo otra cosa que aprendí de Kamaitachi. – respondió Rio.
– Parece ser alguien muy interesante. – dijo Naga. – Pensar que conocería las mismas tradiciones que nosotros usamos desde nuestros ancestros.
– Quizás algún día tengamos el honor de conocerlo en persona. – dijo Kaname. – Sólo por curiosidad, ¿está buscando una esposa?
– Desafortunadamente, me temo que ahora está saliendo con otra amiga mía.
– Oh, ya veo. – suspiró Kaname.
– Vamos, no nos pongamos decepcionados. – dijo Salamandinay. – Después de todo, ya tenemos suficientes invitados que ya de por sí son fascinantes.
Sus ojos se fijaron en Rio, cuando Ange de repente le metió un codazo.
– ¿Por qué te portas tan casual? – siseó. – Por lo que sabemos, podrían haber envenenado todo esto.
Al otro lado de Ange, Tusk alcanzó a oír su conversación, y se quedó mirando los fideos que iban entre su boca y el tazón que sostenía en la mano.
– Para empezar, no estarían comiendo lo mismo que nosotros si así fuera. – dijo Rio.
– Sí, bueno, ¿y qué hay de Vivian? ¿Cómo sabemos que esa mujer de allí realmente es su madre? – Rio las miró, viendo como Vivian se empachaba felizmente de comida y Lamia simplemente se conformaba con mirarla. – Por lo que sabemos, podría ser un simple acto.
– No me sorprendería. – comentó Hilda. – ¿En serio crees que seguiría esperando a Vivian luego de todo este tiempo?
– Bueno, a mí me parece que sí están emparentadas. – dijo Tusk. – Y sin duda alguna actúan como si fueran familia.
Ange le echó una mirada sucia, justo cuando su estómago comenzaba a gruñir.
– Deberían comer mientras todavía está caliente. – les aconsejó Salamandinay. – Después de todo, me han dicho que un ejército avanza al ritmo de su estómago.
– ¡Bien, voy a comer! – espetó Ange, y apuñaló un trozo de pescado con sus palillos. A Rio le parecía que el comedor en el campo de entrenamiento de Neo-Zion era más civilizado que este lugar.
– Disculpa, pero – dijo Tusk de repente – ¿a qué te refieres exactamente por "ejército"?
Tomando un sorbo de su taza de té, Salamandinay frunció el ceño y asintió.
– Muy bien, entonces. Tengo una petición para ustedes. Quisiera que se unieran a nosotros en nuestra pelea.
– ¿Huh? – dijo Ange.
– Nuestro objetivo es rescatar a Aura y reclamar la paz y estabilidad que nos fue robada. Un gran número de nuestra gente ha muerto. Las Normas fueron esclavizadas y obligadas a pelear. Y aquellos en su mundo que han rechazado su falsa prosperidad se han convertido en parias. Y todo es por culpa de ESE hombre.
– Embryo. – interrumpió Rio.
– Exacto. Pero si podemos derrotar a Embryo, le pondremos fin a todo esto. Nosotros peleamos para rescatar a Aura. Ustedes pelean por su libertad. Nuestras metas pueden ser diferentes, pero nuestro enemigo es el mismo. Peleen junto a nosotros.
Dejando de lado sus palillos, Rio se quedó pensando por un momento, y cruzó los brazos. No podía negar que Salamandinay tenía algo de lógica en su argumento. Mientras estuvieran atrapados aquí, no habría forma de saber la condición de la Network o las Normas de Arzenal. Por lo que sabía, ellos podrían ser los únicos que quedaban, y había otros factores a considerar.
Pero antes que pudiera responder, Ange comenzó a reírse con amargura.
– Así que es eso. Quieres mi ayuda porque soy fuerte y tengo una máquina poderosa. ¡Pues ponte en la fila!
«¡Maldita sea, Ange!» Rio apretó los dientes. «¡¿Cuándo te meterás en la cabeza que no todo se trata de ti?!»
– ¡Toda esa mierda sobre entendernos entre nosotros, todas esas cosas amables que dijiste, todo es un truco, ¿verdad?!
Salamandinay simplemente sonrió y asintió. – Eso es correcto. Deseo capitalizar su fuerza. Tengo la sensación de que...
– ¡Cállate de una maldita vez! – gritó Ange. – ¡¿Por qué la gente...?!
– ¿Por qué la gente qué? – interrumpió Salamandinay. – ¿Por qué te mienten? ¿Se aprovechan de ti? ¿Te utilizan para sus propios fines?
Ange apretó sus dientes y parecía lista para volcar toda la mesa, hasta que Rio la agarró del brazo.
– Ya fue suficiente, Ange. – le dijo. – Tú no hablas por todos aquí.
Ange le lanzó una mirada furiosa, y retiró su brazo bruscamente.
– Bien dicho, Sir Rio. – dijo Salamandinay con aprobación. – ¿Qué piensan todos?
Limpiándose la boca con una servilleta, Tusk fue el primero en hablar.
– Estoy de acuerdo con tu postura. Pero yo soy el caballero de Ange. Si ella no siente que aliarse con ustedes sea su mejor interés, la apoyaré con todo mi corazón.
– Ya veo. – dijo Salamandinay, antes de mirar a Rio y Hilda a continuación. – ¿Y ustedes dos?
Sorprendentemente, Hilda respondió antes que Rio lo hiciera.
– Es cierto que Ange no habla por todos nosotros. Pero antes de estar de acuerdo con nada, quisiera poder contactar a la Comandante Jill y al resto. Ellas necesitan saber exactamente lo que ha estado sucediendo. Y si están de acuerdo, me uniré a ustedes.
– Yo me siento igual. – añadió Rio. – Sin la aprobación de mis superiores, no puedo autorizar ninguna clase de alianza. Además, ya no soy sólo un agente de la Network. Soy el caballero de Hilda, y su seguridad va primero para mí.
Ange y Tusk les lanzaron miradas sorprendidas a Rio, pero Salamandinay simplemente asintió.
– Ya veo. En ese caso, tal vez deba hacer otra propuesta.
– ¿Qué clase de propuesta? – preguntó Ange. Salamandinay sonrió y la señaló con el dedo.
– Ange, te desafío.
– ¿Huh? ¿Cómo que me desafías, a qué?
– Por tu futuro, por supuesto. – explicó la princesa DRAGON. – Desde nuestro duelo en tu mundo, he tenido muchos deseos de sellar lo que en última instancia fue un empate. Así podremos resolver ambos problemas de una vez.
– ¿Y eso sería...? – Ange entrecerró los ojos con suspicacia.
– En el evento de que ganes, permitiré que tú y tus camaradas se marchen y hagan lo que deseen. Pero si yo gano, todos ustedes se convertirán en mi propiedad hasta el final de sus días.
– ¡¿Discúlpame?! – gritó Hilda.
– ¡Oye, espera un minuto! – añadió Rio. – Eso es un poco...
– A ver, déjame ver si entendí. – dijo Ange. – Todo lo que tengo que hacer es vencerte, ¿y nos podemos ir?
– Sí, eso es correcto.
– Muy bien, ¡hagámoslo!
Y con eso, Rio supo que ya todo estaba decidido. Miró a Tusk, que se encogió de hombros y se rio nerviosamente. Por lo que definitivamente no era la primera vez, Rio estuvo agradecido de no haber estado cerca de la locación de Ange luego de que ella y Hilda se escaparon de Arzenal.
– Todo a su debido tiempo. – le aseguró Salamandinay. – Terminemos con nuestro desayuno primero. No quisiera que terminaras cayendo debido al hambre.
...
«Esto es perfecto,» pensó Ange. «He estado esperando una oportunidad para poner en su lugar a esa lagarta presumida.»
Una vez que terminaron con el desayuno, Sala-cerillos no perdió tiempo en llevarlos a donde se suponía que comenzaría su duelo con Ange. En ese momento, Sala y sus dos lacayas iban al frente, mientras ella y Tusk iban montadas en un Galeón detrás de ellas. La supuesta madre de Vivian se ofreció a llevarla a ver la casa donde nació, y Ange convenció a Rio y Hilda de acompañarlas para asegurarse que no ocurriera nada.
– ¿Puedes verlo? – preguntó de repente Sala. Más adelante, en una cárcava formada en el risco, se alzaba un enorme edificio rectangular esperándolos. Siguiendo a Sala, Ange y Tusk descendieron hasta aterrizar frente a la estructura.
– ¿Qué es este lugar? – se preguntó Ange.
– Una antigua arena de duelo. Según las leyendas, guerreros de todas partes de la tierra se reunían aquí para competir en pruebas de habilidad y fuerza.
– ¿Este lugar tiene más de 500 años? – dijo Tusk boquiabierto. – Parece haberse mantenido muy bien.
– Eso debemos agradecérselo a Lady Salamandinay. – se jactó Naga. – Ha investigado mucho sobre el antiguo mundo, lo que le permitió restaurar toda esta estructura. Gracias a ella, hemos podido replicar mucha de la tecnología original que precedió al gran desastre. Incluyendo a los Ryuu-shin-ki, los cuales creó con ingeniería reverda de...
Un repentino codazo de Kaname cortó el discurso de Naga, que hizo un "oomph".
– Guarda silencio. – la calló su compañera. – ¡Eso es clasificado, ¿recuerdas?!
– Oh cielos. – Naga se ruborizó. – Por favor perdóneme, milady.
– Está bien, Naga. Ahora... – Girándose hacia Ange, Sala volvió a adoptar esa sonrisa insufrible suya. – ... ¿Podemos comenzar?
– ¡Adelante! – la desafió Ange.
Un poco después, los cinco estaban en una especie de cancha, dividida en zonas con pintura blanca, y con una red de poco más de un metro de alto que la atravesaba por el medio entre su lado y el de Sala. Para su primer juego, el cual Sala llamaba "tenis", las dos se habían cambiado en uniformes de camisetas sin mangas y faldas cortas. Cada una sostenía un palo de madera que se abría en un ovalo en el extremo con una red de alambres, y Sala llevaba consigo una pequeña pelota cubierta de piel en su otra mano.
– ¿Entiendes las reglas? – preguntó Sala.
– Lo único que debo hacer es asegurarme que la pelota no se pase de la línea, ¿verdad? – preguntó Ange. «Maldita lagarta, ¡ya verás que trapearé el suelo contigo!»
En uno de los lados de la cancha, Kaname estaba sentada sobre una silla alta, con un marcador de puntos. – ¡El saque es suyo, Princesa!
Antes que Ange se diera cuenta, Sala arrojó la pelota por encima de su cabeza, antes de enviarla a volar atravesando toda la cancha. Ange salió disparada y trató de golpearla, pero falló por un pelo, y la pelota atravesó la línea final de su lado.
– 15-0. Usted saca de nuevo, milady.
Ange gruñó un poco y trató de sacudirse los hombros. Le gustase o no, Sala podía respaldar sus declaraciones con habilidad. Más le valía ponerse seria, o sino todos terminarían convertidos en sus esclavos.
– Oh cielos. ¿Fue demasiado rápido? Qué grosero de mi parte. – Volvió a agitar su raqueta, y la pelota otra vez voló a través de la cancha. Sin embargo, esta vez Ange estaba preparada, y con un juicio rápido de trayectoria, saltó para interceptarla.
– ¡Hoy no! – gritó Ange. Logró golpearla y la pelota salió disparada de regreso, pasando de largo a Sala antes de que pudiese interceptarla, para sorpresa tanto de ella como de sus dos subordinadas.
– ¡Muy bien, Ange! – celebró Tusk.
– 15 iguales. – anunció Kaname.
– Impresionante. – admitió Sala.
– ¡Apenas estoy calentando! – respondió Ange.
...
Aunque dudaba que Salamandinay estuviese planeando algo, Rio acordó acompañar a Vivian y Lamia. Además, era una oportunidad de ver la civilización de los DRAGONS desde una perspectiva a ojo de tierra. Había muy poco que podía aprender sobre ellos quedándose secuestrado en su asiento de poder, y si tenía una oportunidad de motivar una tregua entre sus aliados y ellos, tendría que sumergirse en su cultura.
Sobre la aldea, él y Hilda iban montados sobre un par de Goletas, mientras más adelante Lamia iba volando con Vivian, a quien sujetaba muy fuertemente. Por lo que sabía del vuelo natural, Rio ciertamente estaba impresionado de que Lamia pudiese cargar un peso así con tanta facilidad. Tal vez tuviera algo que ver con el Draginium en su cuerpo. Ciertamente eso explicaría cómo podía volar sin agitar sus alas, alterando su posición apenas lo suficiente para cambiar de dirección.
– Aquí estamos. – dijo Lamia mientras descendían hacia el suelo. Las monturas de Rio y Hilda los siguieron, y ambos se bajaron apenas al aterrizar.
– Gracias por el aventón. – dijo Rio. – Podemos regresar por nuestra cuenta.
Luego que los dos Goletas regresaron al cielo, Rio se tomó un momento para analizar sus alrededores. La arquitectura de los DRAGONS no se parecía a nada que hubiese visto antes. En lugar de despejar la tierra de las mesetas que rodeaban los cañones, sus casas y edificios parecían haber sido creados a partir de la roca misma. Escaleras, pasos superiores e inferiores creaban múltiples niveles, aunque por lo que podía ver la altura no parecía dominar una casta en particular, como lo haría en la cultura humana. En lugar de eso, las estructuras residenciales y comerciales se entremezclaban, mientras varios canales fluían sin interrupciones entre edificios y parches de árboles, aparte de más verdor que parecía haber echado raíces de manera natural en cualquier suelo despejado que pudiera encontrar. Definitivamente había una falta de estructura regimentada en su aldea, pero estaba muy lejos de ser caótica. Más bien, era como si hubiese encontrado un balance entre la naturaleza y la civilización, permitiéndoles mezclarse de una forma que él no creía que fuese posible.
«Desearía que el Jefe hubiera podido ver esto,» pensó. «Como un antiguo arquitecto, seguro esto le habría encantado.»
Y tal como sus anfitrionas ya le habían explicado, no había machos humanoides de la edad de él hasta donde podía ver. Eso sí, había muchas mujeres y niños pre pubescentes, los cuales dejaban lo que estaban haciendo para verlos.
– Por aquí. – les indicó Lamia, mientras los guiaba por una escalera de piedra.
Con unos tres pisos de alto, cada nivel se dividía llevando hacia un pasillo grabado en uno de los muchos riscos que había a lo largo de la cima de la meseta. En el nivel superior, Lamia abrió la última puerta y los condujo adentro. Una serie de ventanas en la pared frontal otorgaba una vista de la tierra abajo, donde Rio vio que los aldeanos volvían a atender sus asuntos.
– Siéntanse como en casa. – los invitó la mujer. – Prepararé algo de té.
– No te preocupes, Tu Madre. Lo haremos. – respondió Vivian, cuando un repentino gruñido captó la atención de Rio.
– ¿Segura que estás bien con esto? – le preguntó a Hilda.
– Estoy bien. – le gruñó ella.
– Si quieres, podríamos ir a explorar la ciudad en vez de esto.
– ¡Sólo déjalo! – espetó ella, antes de sentarse furiosa sobre un sillón. Rio se sentó junto a ella, y esperaba que a Tusk le estuviese yendo mejor que a él.
...
Había sido divertido al principio, pero ahora empezaba a sentirse algo tedioso.
Luego que su partido de tenis acabó en un empate, Ange y Salamandinay se movieron para competir en otros deportes. Béisbol, carreras de autos, golf, una versión de mesa de tenis llamada "ping-pong", e incluso un juego de máquina con tenazas. Y cada uno de ellos terminó en empate.
En ese momento, las dos estaban envueltas en un juego conocido como "Twister." Según las reglas, usaban un dial para elegir al azar uno de cuatro puntos de colores sobre una manta donde Ange y Salamandinay debían plantar una mano o pie. Ambas llevaban leotardos de dos piezas que resaltaban sus figuras esbeltas, y sus cuerpos brillaban con el sudor al retorcerse y enredarse una con la otra con las órdenes del dial. Ahora, era turno de Ange: luego de presionar un botón, el dial se dio la vuelta para elegir una nueva posición.
– ¡Ange, mano izquierda al rojo! – dijo Tusk, y Ange hizo una mueca mientras cambiaba de posición sin caerse.
– Sin duda eres una digna oponente. – jadeaba Sala. – Nunca antes me he enfrentado a alguien que sea un rival a mi altura.
– ¡Lady Salamandinay, pie izquierdo al rojo! – dijo Kaname. Moviendo su extremidad, Sala sacudió el trasero y empezó a empujarlo contra el hombro de Ange.
– ¡Oye, qué...! – Ange gruñó mientras empezaba a empujarle de vuelta. Sala lanzó un grito y casi se cayó hasta que deslizó su cola por debajo para sostenerse. – ¡Oh, vamos, eso tiene que ser trampa!
Tusk se quedó pensando en ello y casi pidió tiempo fuera para discutirlo con Kaname, cuando de nuevo la impulsividad de Ange tomó el control, y le mordió la cola a Sala. Tras un grito de sorpresa y dolor, Sala perdió el equilibrio, cayéndose sobre Ange y mandándolas a ambas al suelo en un enredo de brazos y piernas. Tusk no pudo más que frotarse los ojos de fastidio mientras observaba. Demasiado pedir por algo de espíritu deportivo.
– ¡Hiciste trampa al morderme mi cola! – chilló Sala. Se levantó hasta quedar sentada, a lo que Ange sonrió y finalmente estalló en carcajadas.
– No es nada para llorar. – le dijo.
– Ese no es el punto. – Sala hizo un puchero, y para sorpresa de todos los presentes, también estalló en risas.
– No puedo creerlo. – susurró Naga. – No recuerdo jamás haberla visto tan feliz como ahora.
Tusk sonrió para sí mismo mientras observaba. Quizás había algo más que orgullo individual en esta competición después de todo.
...
Tal vez fueran los malos recuerdos, o la manera en como Vivian seguía refiriéndose a Lamia como "tu madre", pero Hilda de repente se levantó del sillón y salió enojada del apartamento.
– Hey Hilda, ¿para dónde vas? – la llamó Vivian. Pero Hilda no le respondió, cerrando la puerta tras de sí con un portazo. Haciéndoles un gesto para que se quedaran, Rio salió corriendo tras ella.
– ¡Hilda, detente! – la llamó una vez que la alcanzó en las escaleras. – ¿Qué te pasa?
Ella se giró y Rio se sorprendió al ver la furia ardiendo en sus ojos.
– ¿Que qué me pasa? – espetó ella. – ¿Estás bromeando? ¿No ves lo que está pasando aquí? ¡Todo esto es una maldita farsa! ¿En serio crees que esa mujer es la madre de Vivian? ¿O que realmente la estaba esperando después de todo este tiempo? Tarde o temprano la verdad saldrá a la luz, y entonces ¿quién crees que tendrá que recoger los pedazos?
Rio sabía que esto iba a suceder. Y por eso era que quería que ella se quedara atrás.
– Hilda, no todas las madres son como la tuya. – intentó decirle. – Lamia nunca se olvidó ni dejó de extrañar a su hija. Sé que no está bien, y que no es justo, pero así son las cosas. En lugar de dejar que tus celos se apoderen de ti, deberías tratar de pensar en Vivian.
Hilda entrecerró los ojos de rabia y se dio la vuelta. – Bueno, si así es como te sientes, ¡tal vez deberías ser el caballero de Vivian en lugar del mío!
Demasiado en shock para responderle, Rio sólo pudo observar cómo Hilda se giraba de nuevo y se marchaba furiosa.
– ¿Está todo bien? – Rio se dio la vuelta, y vio a Lamia, en cuyo rostro había una expresión de preocupación. – Parece que ustedes dos acaban de tener una mala pelea.
– No, no realmente. – respondió Rio. – Me disculpo por eso, Hilda no quiso ser cruel. Es sólo que... bueno, perdió a su propia madre no hace mucho, y la herida todavía está fresca. Supongo que verlas a usted y a Vivian juntas debió traerle a la superficie un montón de emociones que todavía no sabe cómo manejar.
No era exactamente la verdad, pero él supuso que Hilda querría que respetaran su privacidad.
– Ya veo. – Descendiendo hacia la plataforma donde él estaba parado, Lamia le sonrió mientras lo miraba de pies a cabeza. – Te preocupas mucho por ella, ¿verdad?
Rio se encontró incapaz de responderle, y Lamia se rio suavemente.
– Puedo verlo. Bueno, también está todo lo que Mii me ha contado acerca de ti. Aunque algunas cosas suenan algo "increíbles". Casi hace que suenes como un héroe de cuento de hadas.
– Bueno, yo jamás me he considerado un héroe. – musitó Rio. – Sólo hago lo que tengo que hacer. Pero para ser honesto, no estoy seguro de qué debo hacer ahora. Abrirme paso a tiros en una pelea nunca fue tan complicado como esto.
Lamia le apoyó una mano sobre el hombro.
– Las relaciones siempre lo son. El padre de Mii está ausente durante una gran parte del año, ayudando a limpiar la polución de Dragonium en la costa. Me entristece que no pueda estar aquí, especialmente cuando nuestra hija finalmente volvió a casa. Pero entiendo que tiene un trabajo importante que hacer, así que lo apoyo lo mejor posible. En este momento, diría que lo mejor que puedes hacer por Hilda es darle algo de espacio para que se enfríe. Luego hazle saber que estás allí para ella.
Rio pensó en ello y asintió.
– Supongo que tiene razón. – dijo estando de acuerdo. Para bien o para mal, él era el caballero de Hilda ahora. ¿Qué fue lo que Vivian había dicho? ¿Algo de que Lamia olía como Ersha? Ciertamente compartía la habilidad de Ersha de ayudar a la gente a sentirse mejor. Le hizo preguntarse si ella y las demás habrían salido a salvo del ataque.
– Por supuesto. – añadió Lamia. – Si Hilda no se da prisa, alguien más podría quedarse contigo.
Rio siguió la línea de visión de la mujer, y bajando por las escaleras había un pequeño grupo de chicas DRAGON adolescentes susurrando entre ellas y mirándolo. Decidió que era mejor volver adentro donde era seguro.
...
Luego de otro empate, decidieron que tomarían un descanso para darse una ducha y comer algo ligero. Mientras el agua fluía por su cuerpo desnudo, Ange pudo sentir cómo el sudor y la tensión eran purificados de ella. Aunque no habían declarado una ganadora, se sentía extrañamente satisfecha, incluso feliz. Hacía mucho tiempo desde la última vez que genuinamente había experimentado diversión real.
– Tu habilidad atlética es realmente impresionante. – le dijo Sala desde la ducha de al lado.
– Tú tampoco eres mala... Sa-la-man-date.
– Es Salamandinay. – le corrigió Sala, con un cierto deje de molestia.
– Oh claro. Como sea, esto se sintió como esos viejos partidos de Iaria.
– ¿Iaria?
– Es un juego de mi mundo.
– Ya veo. Deberíamos competir en ese a continuación. – sugirió Sala. Ange simplemente frunció el ceño. – ¿Sucede algo?
– No podemos. Para jugar al Iaria necesitas tener Mana. Así que las Normas no pueden jugarlo.
– Ya veo. – Durante un rato, la ducha permaneció en silencio, hasta que Sala volvió a hablar. – Puede que no me creas, pero realmente simpatizo con lo que pasa tu gente. Intenté discutir con el consejo para aproximarnos a las Normas en busca de una alianza. Desafortunadamente, las heridas causadas por Embryo son demasiado profundas. Cualquier cosa asociada con él es vista reflexivamente con miedo y desconfianza.
– Sí, bueno, al menos tú y tu gente tienen una razón para ello. – musitó Ange. – A diferencia de los humanos de mi mundo.
– Es una pena. – Sala estaba de acuerdo. – Aquellos que tienen poder deberían proteger a aquellos que no lo tienen, en lugar de oprimirlos. Aura, ella vivió en un tiempo de conflicto y codicia. Cuando se convirtió en la primera, supo que los humanos tendrían que cambiar no sólo física sino espiritualmente. Fueron sus enseñanzas las que se convirtieron en la base de nuestra sociedad. Aún ahora nos guían en su ausencia, aunque temo que con el paso del tiempo podríamos perder el camino. – Cerró el agua de su lado, y luego cogió una toalla para empezar a secarse. – ¿Pero qué hay de ti? ¿No te molesta lo retorcido que está tu mundo? Una vez fuiste una princesa. Tal vez como líder, sea tu destino corregir los errores de tu mundo.
Ange rechinó sus dientes y apretó los puños en sus costados.
– Tienes mucho nervio al decir eso, ¿lo sabías? Ya no soy una princesa. Liderazgo, destino, responsabilidades, eso lo oigo todo el tiempo de Rio, pero no tiene nada que ver conmigo. Además, a los humanos de mi mundo les gusta tal y como está. ¿Cuál es el punto?
– Tu amigo Rio es bastante interesante. – Ange le lanzó a Sala una mirada extrañada. – Sabemos de él y de sus camaradas, y de cómo han rechazado el mundo que Embryo hizo para ellos. Lento pero seguro, están cambiando, creciendo en algo más que ser sólo los muñecos de Embryo. Ahora que sabes toda la verdad, ¿puedes decir honestamente que estás bien sin hacer absolutamente nada?
Ange no le respondió. ¿Qué fue eso que Rio le dijo la noche que llegaron a este mundo por primera vez? ¿Acerca de pensar profundamente sobre por qué estaba peleando en realidad?
Ella aún no tenía una respuesta.
...
Satisfecha de haber puesto suficiente distancia entre ella y la casa de Vivian, Hilda se sentó a descansar. Estaba furiosa, y herida, y la única persona que pensó que la entendería no lo hizo.
«¿Qué sabe él?» se preguntó. ¿Cómo podía Rio simplemente aceptar lo que tenía frente a él así? ¿No le dijo que sus padres también le habían fallado? ¿Cómo pudo simplemente aceptar que la supuesta madre de Vivian podría haber seguido esperando por ella?
Recogiendo un palo cercano, Hilda empezó a arrastrarlo por la tierra. La peor parte fue que Rio la trató como si estuviese celosa. Como si le importase que Vivian no entendía lo suficiente para darse cuenta que el nombre de Lamia en realidad no era "tu madre". O lo feliz que estaba Lamia cuando esa Salamarker la trajo con Vivian. O que no había tratado de reemplazarla con otra hija.
Hilda arrojó el palo a un lado y se limpió silenciosamente las lágrimas que se acumulaban en sus ojos. En el fondo, seguía siendo esa misma perra egoísta que siempre había sido. ¿Acaso ver a Vivian experimentando el mismo dolor que ella la haría feliz? ¿Y qué tal lo que le dijo a Rio? ¿Cuánto más estaría dispuesto a soportar antes de haber tenido suficiente?
«Debería volver y disculparme,» pensó. «Al menos tratar de deshacer algo del daño.»
Y entonces, todo el infierno se desató.
...
Mientras esperaba a que Hilda volviera, Rio pasó el tiempo escuchando a Vivian contarle a Lamia todo sobre Arzenal y la gente de allí. Aunque algunas partes, como por ejemplo el libro que Salia guardaba en secreto, podría haberlas omitido.
«Me pregunto cómo estará,» se preguntó. «En medio de todo ese caos les perdí el rastro a casi todos.»
Y considerando lo emocionalmente frágil que estaba Salia antes del ataque, esperaba que hubiera logrado mantenerse lo suficiente para salir de allí. Eventualmente la conversación se desvió hacia él, y Rio les contó sobre sus amigos en la Network.
– Así que, luego de que el equipo Wild Pack y yo terminamos el trabajo, nos reunimos en este casino de Marmeria, y vimos a un grupo de chicas en el bar. – les contó. – Spider se levantó y nos dijo que viéramos al maestro trabajando. Como sea, sólo dice unas tres oraciones y las tres lo abofetearon al mismo tiempo. Parecía un solo de batería.
Vivian y Lamia estallaron en carcajadas, cuando de repente la taza de té sobre la mesa empezó a vibrar. Y luego, todo el cuarto comenzó a temblar.
– ¿Qué pasa, un terremoto? – preguntó. Pero cuando el aire también empezó a temblar, se dieron cuenta de que algo andaba muy mal. – ¡Tenemos que salir de aquí!
Afuera, el resto de la aldea había comenzado a reunirse en las calles y avenidas. El otrora claro cielo azul ahora se había vuelto tan negro como la noche, y un viento como un huracán golpeaba contra la meseta. Rio se dio cuenta de que esto no podía ser natural de ninguna manera.
– ¡Rio! ¡Vivian! – En medio de la multitud, Rio se alivió de ver un par de coletas rojas corriendo hacia ellos. – ¿Qué está sucediendo?
– ¡Dímelo tú! – exclamó Rio mientras su tabla de datos comenzaba a sonar. – ¡Tusk, Ange, alguien respóndame!
– Parece ser una especie de perturbación. – respondió Tusk al otro lado de la línea. – ¡Parece estar centrado alrededor de la Torre de Aura! Salamandinay ya ha llamado a su máquina y se dirige a investigar.
Sacando los binoculares de su chaqueta, Rio miró al frente y vio que la torre estaba rodeada por energía traqueteante, antes de estallar en un vórtice en espiral. Y en el interior del vórtice, una burbuja tan clara como el día se formó de repente. Pero la estructura dentro de ella no era la Torre de Aura.
«¿Ese no es el Estadio de Iaria en Misurugi?» se preguntó. «Embryo. Esto tiene que ser obra suya.»
Alrededor del borde del vórtice, Rio pudo ver una pequeña multitud de DRAGONS corriendo por sus vidas, sólo para desaparecer cuando el remolino los atrapó. Metiéndose los binoculares en el bolsillo, Rio se agarró fuertemente del sombrero que Hilda le regaló, y se dirigió a la multitud.
– ¡Escuchen todos! – gritó por encima del viento. – ¡Tenemos que evacuar ahora! ¡Vayan a refugiarse en el templo! ¡Si ese tornado los atrapa todo habrá terminado!
– Entiendo. – dijo Lamia. – Mii, vámonos.
Cogiendo de la mano a su hija, Lamia reunió a un grupo de aldeanos y salió corriendo con ellos hacia el templo. Ya el vórtice había cerrado la mitad de la distancia entre la aldea y la torre, sacudiendo y destruyendo la tierra debajo de sus pies mientras avanzaban.
– ¿Ahora qué? – preguntó Hilda.
– Tenemos que avisar a todos. Ayuda a tanta gente a ponerse a salvo como puedas.
...
Arriba del mismo Galeón que los trajo hasta el estadio, Ange y Tusk se dieron prisa y desembarcaron. Junto a su montura, Kaname y Naga aterrizaron sus Ryuu-shin-ki y saltaron fuera de ellos también.
– Le informaré a la Suma Sacerdotisa. – anunció Kaname. – Una vez que los hayan escoltado a un lugar seguro, iremos a ayudar a Lady Salamandinay.
– Estoy de acuerdo. – replicó Naga. – Ustedes dos...hey, ¿a dónde creen que van?
– ¿A dónde crees? – exclamó Ange. – ¡Nuestros amigos siguen allá! ¡Tenemos que ayudarlos!
Anclado cerca de allí, Villkiss se encontraba junto al skyhook de Tusk y el Glaive de Hilda. Saltando sobre él, Ange despegó hacia el cielo, con Tusk siguiéndola rápidamente.
– ¡Espera! – gritó Naga. – ¡Tu máquina todavía está dañada, no lo lograrás!
...
Arriba sobre la aldea, Salamandinay sólo podía observar con horror cómo la singularidad que se expandía rápidamente llegaba hasta la aldea y comenzaba a destrozarla rápidamente. Notando a una enorme multitud que se movía hacia el templo, Sala enfocó la vista y notó a dos figuras familiares guiándolas.
«Rio y Hilda,» pensó al notarlos. «Muy bien, les confiaré a ustedes la seguridad de los ciudadanos.»
...
A estas alturas, el viento se había vuelto tan fuerte que esa mujer llamada "Tu Madre" no podía ni siquiera volar.
– Lo siento, Mii. – dijo jadeando. – Tendremos que seguir a pie desde aquí.
– ¡Hey, no te preocupes! – dijo Vivian. – Nadie es más rápida que yo.
Alrededor de ellas, la aldea comenzaba a retorcerse y cambiar de forma- Los edificios de piedra que habían sido construidos a partir de la meseta comenzaban a transformarse al azar en una calle de ciudad muy parecida a la que había visto en los libros ilustrados antiguos. Las dos siguieron corriendo mientras, arriba de ellas, una silueta roja de repente pasó volando, y el cañón que tenía debajo disparaba lanzas de energía carmesí hacia la tempestad.
– ¡Muy bien, Salamandinay! – celebró Vivian.
– ¡Mii! – gritó de repente "Tu Madre". Un empujón repentino después, Vivian se encontró cayendo de cara en el suelo cuando un golpe seco resonó detrás de ella.
– ¡Ay! ¡¿Por qué hiciste eso?!
– ¿Te encuentras bien, Mii? – Algo en la voz de "Tu Madre" sonaba débil y ahogada. Y cuando Vivian levantó la mirada, para su horror vio que quedó atrapada debajo de lo que parecía el fuselaje de un Para-mail plateado.
– ¡"Tu Madre"! – gritó Vivian.
...
Una y otra vez, Salamadinay disparaba el Seiran, sólo para que la energía fuese absorbida por la tempestad. Se preguntaba qué iba a hacer, cuando la radio de repente se encendió.
– Retrocede, Salamandinay. – le ordenó la Suma Sacerdotisa. – Los Ryuu-shin-ki son cruciales para el rescate de Aura. No podemos arriesgarnos a que salgan dañados.
– ¡Pero Su Santidad! – intentó argumentar.
– La gente de Vivel ya ha sido despachada. Confíales esta pelea a ellos.
– ¡Pero no llegarán a tiempo! ¡No puedo abandonar a mi gente!
Aunque Rio y Hilda habían logrado llevar a la mayoría de los aldeanos a la seguridad, los que estaban demasiado cerca de la tempestad fueron arrastrados, y sus cuerpos eran absorbidos dentro de los fragmentos de piedra en la tierra desordenada.
– ¡Ya tienes tus órdenes! Ahora con... – Pero Salamandinay cortó la transmisión antes que la Suma Sacerdotisa pudiera terminar. En ese breve momento de distracción, algo salió volando hacia el Enryugo y venía directo hacia la cabina cuando una máquina blanca se atravesó frente a ella, con la espada que llevaba en una mano cortando el proyectil en dos.
– ¡Hey, Salamandrill! ¡No te distraigas!
«¡Ange, viniste!» pensó Salamandinay al darse cuenta.
– ¿Qué está sucediendo allá abajo? – preguntó Ange.
– ¡Es Embryo! – respondió Tusk. – ¡Ese bastardo controla el tiempo y el espacio, fusionando piedra con carne! ¡Así fue como mató a mis padres y a todos mis camaradas!
...
Hilda había visto el destello de movimiento cuando la moto de Iaria salió volando fuera del vórtice, y gritó una advertencia. La multitud logró apartarse, excepto por una pareja de aspecto familiar. El tiempo pareció ralentizarse cuando vio a Lamia empujar a Vivian fuera del camino, sólo para terminar atrapada bajo un enorme trozo de metal.
– ¡"Tu Madre"! – oyó gritar a Vivian. – ¡¿Por qué hiciste eso?! ¡He recibido entrenamiento, habría estado bien!
Soportando el dolor, Lamia forzó una sonrisa y alargó la mano para acariciar la mejilla de Vivian.
– Estoy protegiendo a mi hija. – le dijo. – Hice exactamente lo que debe hacer una madre.
Unas lágrimas se formaron en los ojos de Vivian antes de darse la vuelta y agarrar el borde de la moto de Iaria, esforzándose por levantarla para liberar a su madre.
– ¡Vamos! – gritó Rio junto a ella, corriendo al lado de Vivian. Hilda observó cómo intentaba ayudar a mover el vehículo, pero sin su Mana todo lo que podía hacer era un esfuerzo inútil. Y todo el tiempo la singularidad venía acercándose más y más.
«¡Asquerosa Norma!» La voz de su propia madre hizo eco en su cabeza. «¡Desearía nunca haber dado a luz a una abominación como tú!»
Algo dentro de Hilda se quebró, y antes de darse cuenta, había corrido también, e igual que el resto, intentó levantar la moto de Iaria para quitársela de encima a Lamia.
– ¡Hilda! – gritó Vivian.
– ¡No te quedes ahí parada! – le gritó. – ¡¿O es que quieres ver morir a tu mamá?!
Los ojos de Vivian se ensancharon ante la realización, pero hizo lo que Hilda le dijo, y continuó luchando contra el peso bajo el cual estaba atrapada Lamia.
– Mii, escúchame. – dijo Lamia. – Sólo vete, ¡déjame!
– ¡Claro que no! – dijo Vivian, medio llorando. – ¡No me iré sin mi mamá!
– Mii, está bien. Por favor, sólo vete con tus amigos, y...
– ¡Cállese! – gritó Hilda de repente. – ¡Siga hablando de esa forma, y le juro que le voy a tirar esto en la cabeza!
Fijando la mirada en la singularidad que se aproximaba, Hilda apretó los dientes y se esforzó aún más por mover el peso que la aplastaba.
– ¡Embryo! – gruñó. – ¡Tú me quitaste a mi mamá! ¡No dejaré que le quites a Vivian la suya!
...
A estas alturas, la singularidad había recorrido un tercio de la aldea. La mayoría de los ciudadanos habían sido evacuados, pero Ange sabía que eso no importaría si no detenían esta cosa ahora mismo.
– Salamandrake, ¿cómo detenemos esto?
– No lo sé. Las armas de Enryugo... no tienen el poder para interrumpir la energía de la singularidad.
Entonces, ¿necesitaban más energía?
– Espera. – dijo Ange. – Esa cosa, el arma que casi destruyó Arzenal. ¿Qué tal si la usamos?
– Eso podría funcionar. – Tusk estuvo de acuerdo. – Los Fásers de Discordia borran a su objetivo totalmente de la realidad, ¿por qué no intentarlo?
– Imposible, son demasiado poderosos. – señaló Sala. – Si los utilizo, podría destruir todo el valle.
– Entonces configúralos a la mitad de su potencia. – replicó Ange.
– Pero eso es más fácil de decir que de hacer.
– Diablos, ¿por qué eres tan terca? Pero espera, quizás haya una forma. Si tú disparas primero, y yo después, quizás podríamos cancelar nuestros disparos entre sí, igual que antes.
– ¿Pero cómo puedes estar tan segura de que eso funcionará?
– No lo estoy, ¿pero tienes alguna idea mejor? Mira, eres una princesa, ¿verdad? ¡Entonces deja de quejarte y salva a tu gente! ¿No habías dicho que eso es lo que se supone que debe hacer un líder?
Pasaron unos segundos hasta que Salamanatee finalmente le respondió.
– Muy bien. Intentémoslo.
...
Con cada respiración que daba, Rio podía sentir la vibración en el suelo y en el aire intensificándose más y más, mientras la singularidad se acercaba a ellos. A estas alturas, el levantamiento sísmico estaba tan cerca que podían verlo.
«Diablos, ¿qué puedo hacer?» maldijo. Lo más inteligente, su única opción, sería agarrar a Hilda y Vivian y salir corriendo con ellas tan rápido como pudiera. Pero algo dentro de él se rehusaba a ceder mientras Lamia siguiera atrapada. «Maldición, si tan solo tuviera mi Mana, podría levantar esta cosa sin problemas.»
Pero ya no lo tenía. Ese bastardo de Embryo se lo había arrancado tan fácil como si le cortara un mechón de pelo.
«Sólo déjalo,» había dicho Embryo. «Déjalo que pase el resto de su vida sabiendo lo impotente que realmente es.»
«¡Que te jodan!» lo maldijo. «No te dejaré que hagas lo que quieres. Incluso si ya no tengo tu podrido don. Muévete. Muévete. ¡MUÉVETE!»
Desde dentro, Rio sintió que algo se abría, y fluía a través de él, y la moto de Iaria comenzó a brillar de color dorado antes de comenzar a volar en el aire como si fuese ligera como una pluma.
– ¡Rio! – jadeó Hilda. – Qué... ¿cómo...?
Pero no había tiempo para hacer preguntas. No con esa singularidad casi encima de ellos.
– ¡Todo mundo, corra ahora! – Levantando a Lamia sobre su hombro, Rio salió corriendo con las dos chicas siguiéndolo, mientras una canción repentinamente comenzaba a hacer eco sobre el viento.
...
Kaze ni toban el ragna
Sadame to chigiri kawashiteKaze ni yukan el ragnaTodorokishi tsubasa
Mientras la canción de la Verdadera Estrella resonaba por la cabina de Enryugo, la diadema sobre la frente de Salamandinay comenzaba a calentarse y a pulsar. A través de la pantalla, dos mirillas de objetivo se manifestaron mientras la antigua melodía comenzaba a cargar los Fásers de Discordia con su poder. A través del cielo, Ange comenzó a transformar su máquina a modo destructor mientras comenzaba a cantar también.
Hajimari no hikari kilari kirari
Owari no hikari lulala riraKaesan el ragna sunadokei woToki wa afuren lulala rira
Igual que durante la batalla en el mundo de Ange, Villkiss y Enryugo comenzaron a emitir un resplandor de luz dorada, cuando una explosión de repente sacudió el torso de Villkiss y comenzó a caer.
– ¡Ange! – gritó Sala. – ¡Ange, debes recuperarte!
– ¡Dime algo que no sepa!
...
Corriendo escaleras arriba hacia el templo, un repentino destello captó la atención de Hilda y se dio la vuelta para ver a Villkiss precipitándose hacia el suelo, con el torso dejando un rastro de humo y fuego.
– Ange... – susurró.
– Vamos... – dijo Rio. – ¡Haz un milagro como siempre lo haces, mocosa testaruda!
...
Su estómago se sentía como si se hubiese subido hasta su garganta. Ange apretó sus dientes mientras luchaba por mantenerse consciente contra las fuerzas G la empujaban hacia abajo.
«Diablos, Villkiss, ¡deja de joderme!» maldijo. «¡¿No se supone que eres el arma definitiva?! ¡¿Cómo podría algo tan débil como tú ser capaz de destruir el mundo?!»
En respuesta, el anillo en su dedo comenzó a pulsar y Villkiss ralentizó su descenso.
...
Como si respondiera a la provocación de Rio, Villkiss una vez más comenzó a emitir un resplandor dorado. Y frente a los ojos de todos los que observaban, comenzó a regenerarse, restaurando su armadura dañada y el brazo que le faltaba como si nunca hubiese sucedido. Restaurado a todo su poder, el Ragna-mail brillante volvió a elevarse hacia el cielo. Las canciones de ambas, Salamandinay y Ange, llegaron a su clímax mientras los hombros de ambas máquinas se abrían. Sala disparó primero, lanzando los vórtices giratorios de energía a impactar contra la singularidad y detonando con una luz cegadora. Cubriéndose los ojos, Rio captó la silueta de Villkiss disparando sus propios Fásers de Discordia para impactarlo contra el ataque de Sala de frente. Y cuando la luz se aclaró, el vórtice había desaparecido, dejando nada más que un campo de ruinas.
– ¡Mamá! – Vivian sollozó sobre el pecho de Lamia.
– Todo está bien. – le aseguró Lamia. – Ya se acabó. Estamos a salvo. – Levantando la mirada, la mujer les sonrió a Rio y Hilda. – Gracias. Gracias a ambos.
– Hey, sólo hicimos lo que había que hacer. – dijo Rio. Sintiendo un brazo a su alrededor, Rio bajó la mirada para encontrarse con Hilda abrazándolo ferozmente.
– Sobre lo que dije antes, perdóname. – le dijo. – Todavía tengo problemas sabiendo cuando tengo que bajarle a ser una perra.
Rio le sonrió y le limpió suavemente las lágrimas que se formaban en su rostro. – Sí, bueno, si no estuviera preparado para los dolores de cabeza ocasionales, jamás me habría convertido en tu caballero.
En medio de las ruinas, y los refugiados que agradecían a Aura por su supervivencia, y llorando a quienes habían muerto, los dos jóvenes rechazados encontraron consuelo y fuerza el uno en la otra, aunque nada de respuestas. Quitando el brazo de la espalda de Hilda, Rio se quedó viendo su extremidad superior derecha, con el cual no sólo había lanzado una moto de Iaria como si no fuese nada, sino que ahora parecía estar completamente sano.
– Creí que habías dicho que Embryo te quitó la Luz de Mana. – le recordó Hilda.
– Y lo hizo. Esto es otra cosa.
...
Emergiendo de la cabina de Villkiss, Ange se permitió aspirar profundamente el aire fresco. Directamente frente a ella, Enryugo estaba parado frente a su unidad, y Sala apareció para unirse a ella.
– Gracias. – le dijo. – Gracias a ti, pude proteger a mi gente.
– Me alegro que todo haya funcionado. – replicó Ange. – Aunque para ser honesta, sólo quería ayudar a mis amigos.
Tal vez esa era la respuesta. Ange no podía decir honestamente que creía en la justicia como Rio, pero aquellos que le importaban eran otra historia.
– Nunca me imaginé que esa canción pudiese ser utilizada como una fuerza para el bien. – continuó Sala. – Hace quinientos años, Embryo utilizó esa misma canción para traer la ruina a nuestro mundo, como un último acto de venganza antes que él y sus seguidores se fueran al tuyo. Dime, ¿dónde aprendiste esa canción?
Ange hizo una pausa, mientras miraba su anillo.
– Mi madre. – dijo finalmente. – Ella me dijo que cuando me sintiera perdida, la Canción de la Familia Imperial iluminaría mi camino y me mostraría a dónde debo ir.
– Ya veo. Entonces tenemos algo en común.
– ¿Qué quieres decir?
– La Canción de la Verdadera Estrella. La melodía de Aura. Tiene un significado similar para mi familia. Por favor perdóname por mi estupidez anterior. Nunca debí intentar convertirte en mi propiedad. Un verdadero líder quien toma acción, y tú fuiste la que me enseñó esta verdad. Así que, si estás dispuesta, quisiera tenerte como amiga.
Conque amiga, ¿eh?
– Con una condición. – dijo Ange. – Salamamala es un nombre demasiado largo. Desde ahora, te llamaré simplemente Sala.
Sala parpadeó sorprendida, pero asintió. – Muy bien. En ese caso, yo te llamaré Anko.
– Sí, yo creo que no.
...
Desde el otro lado, Tusk observó cómo Vivian lloraba lágrimas de alivio en los brazos de su madre. Incluso Ange no podía dudar de la sinceridad de eso. Girándose hacia donde el remolino de la singularidad había amenazado con consumir todo el valle, frunció el ceño al ver la devastación que su enemigo acababa de dejar.
«¿Qué intentabas hacer, Embryo?» se preguntó. «¿Acaso esta fue tu gran movida, o sólo una muestra de lo que está por venir?»
Con tanta muerte y destrucción causada por un solo golpe, Tusk se dio cuenta de que Salamandinay podría haber estado en lo correcto. Les tomaría todo su poder para derrotarlo, pero ¿Ange estaría dispuesta? Esa era la verdadera pregunta. Echando una mirada de reojo hacia donde se quedaron Villkiss y Enryugo, Tusk observó a sus respectivas pilotos emerger para hablar las cosas. De muchas formas, Sala era la completa opuesta de Ange, pero de otras eran muy similares entre ellas. Encontrar a alguien que fuera capaz de desafiarla ayudó a Ange a abrirse con Sala de una manera que no lo había hecho con nadie más.
«Tal vez haya algo de esperanza después de todo,» pensó mientras las oía empezar a picarse juguetonamente una a la otra.
– ¿Pero por qué no? – escuchó preguntar a Salamandinay. – Me pediste llamarme por un apodo, así que lo justo es que yo haga lo mismo por ti.
– ¡Porque suena estúpido! – dijo Ange. – ¡Anko ni siquiera es abreviatura de algo!
– ¡Pero es un nombre lindo!
– ¿Y qué soy, un gatito?
– Está bien. – dijo Salamandinay. – En ese caso te llamaré "gatita".
– ¡Por supuesto que no!
...
A solas en sus aposentos, Aura Midgardia, la Suma Sacerdotisa de los Hijos de Aura leía el reporte en relación al daño. Perder la Torre de Aura era suficiente tragedia, pero cada muerte le pesaba profundamente en su conciencia. Un repentino golpe en su puerta, y Midgardia supo que su cita había llegado.
– Adelante. – dijo. La puerta se abrió y, a través de la pantalla, Midgardia observó cómo Salamandinay tomaba un asiento al otro lado.
– ¿Deseaba verme, Suma Sacerdotisa?
– Lo que hiciste fue increíblemente imprudente. – la sermoneó. – No sólo desobedeciste mis órdenes, sino que pusiste en peligro a Enryugo. Si lo hubiéramos perdido, con él se habrían ido todas nuestras esperanzas. ¿Cómo justificas tus acciones?
Salamandinay movió su peso antes de preparar su respuesta.
– No tengo intenciones de hacerlo. Como Princesa de los Freyja, es mi deber proteger no sólo a mi tribu, sino a toda nuestra gente. Su seguridad siempre será mi primera prioridad.
Midgardia suspiró y sacudió su cabeza.
– Tu sentido del deber nunca ha sido puesto en tela de duda, Salamandinay, pero esto va más allá de los individuos. Si no recuperamos a Aura, nuestra gente no tendrá futuro. Si hubiese alguien más cualificado para pilotear a Enryugo, entonces se lo reasignaría. Pero con la invasión a punto de comenzar, no tengo más opción que dejarlo en tus manos.
Salamandinay levantó la mirada sorprendida.
– ¿La invasión? Entonces... ¿Lizardia finalmente ha localizado a Aura?
– Finalmente nos contactó anoche. Luego de la muerte de Julio Misurugi, ha estado siguiendo los cargamentos de Draginium refinado. Su rastro la llevó a una instalación en la costa de la región conocida como la Dinastía de Velda. Las otras tribus ya han sido notificadas. El ataque comenzará en dos días al mediodía a partir de hoy. Ve y has que preparen a los Ryu-shin-ki. Eso es todo.
Aunque le dieron permiso para retirarse, Salamandinay se quedó allí.
– ¿Sucede algo?
– En realidad, sí. – dijo Salamandinay. – Tengo algo en relación a uno de nuestros invitados que quizás querría ver.
Desde debajo de su brazo, Salamandinay extrajo una carpeta que le entregó a través de la pantalla. Aceptando el archivo, Midgardia leyó los contenidos, y sus ojos se ensancharon de sorpresa.
– ¿Esto es verdad?
– La Dra. Gecko está segura de que su código genético ha sido alterado. No al extremo del nuestro, pero sí lo suficiente como para ya no ser categorizado taxonómicamente como un Humano Falso. Tenía mis sospechas desde hace un tiempo, pero ahora, estoy segura de que Aura lo envió a nosotros como un heraldo.
– ¿Y qué planeas hacer con esta información?
– Con su permiso... – continuó Salamandinay – ... me gustaría darle... eso.
Midgardia frunció el ceño mientras miraba la silueta de Salamandinay a través de la pantalla.
– Lo que me estás pidiendo no es un favor pequeño.
– Soy consciente de ello. Pero hemos aprendido todo lo posible de él. Y las alteraciones de Gila han corregido muchas de sus fallas originales. Sé que es arriesgado, pero tanto como nuestro enemigo como nuestro invitado, ha demostrado ser una persona honorable. Durante el ataque de Embryo, arriesgó su propia vida para ayudar en la evacuación. Tengo la certeza de que lo utilizará para convencer a sus camaradas de unirse a nosotros. Debemos utilizar cada herramienta a nuestra disposición, y ya que ninguno entre nuestra gente puede pilotearlo, entonces debemos dárselo a alguien que sí pueda.
– ¿Estás dispuesta a apostar tu vida a que no nos va a traicionar? – preguntó Midgardia. Salamandinay sonrió y asintió.
– Sí, estoy segura de ello.
Con un suspiro de resignación, Midgardia tomó una pluma y escribió una orden, sellándolo con su estampa personal para finalizarla, antes de pasársela por la pantalla.
– Que así sea entonces. Le daremos el Susano'o al hombre llamado Rio.
Esta historia continuará...
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