Capítulo 16: Revelaciones
La paciencia de Ange se estaba agotando muy rápidamente. Esperando afuera del cuarto de Jill, se encontraba tamborileando furiosamente los dedos sobre su bíceps. Poco después de llegar, Jill también había aparecido, pero en lugar de responder a sus preguntas, había entrado a su cuarto diciéndole que necesitaba algo. Casi parecía que lo estaba demorando sólo para molestarla aún más.
«Esa chica que piloteaba la unidad roja,» pensó. «¿Quién era ella? ¿Cómo sabía la canción de mi madre? ¿Y a qué se refería con "la verdad se encuentra con Aura"?»
– ¿Cuánto tiempo ha pasado? – preguntó. Momoka abrió una ventana de Mana para revisar la hora.
– Unos cinco minutos. – le respondió. – Me pregunto qué estará haciendo.
Como si le respondiera, la puerta finalmente se abrió, y ambas se quedaron mirando perplejas. Jill se había cambiado su uniforme, y en lugar de eso se había puesto una bata de seda azul oscuro, cuyo borde apenas caía por debajo de sus caderas para acentuar sus largas piernas, y su largo cabello negro azabache ya no estaba amarrado en su cola de caballo, cayendo por toda su espalda.
– Estoy lista. Vamos. – le dijo.
Ange y Momoka se miraron entre ellas con confusión, pero siguieron a Jill mientras las guiaba por el corredor y hacia otra puerta que llevaba a unos baños termales, muy similares a los que había en el baño del primer escuadrón. Este sin embargo era mucho más elaborado. Estatuas de porcelana se alzaban sobre las rocas y había plantas delineando el perímetro, varias de las cuales servían como fuentes que vertían un constante chorro de agua fresca en el baño, mientras que en el extremo más lejano había una especie de gabinete de algún tipo. Mientras observaban, Jill dejó caer su bata fuera de su cuerpo, dejándola en el suelo antes de entrar en el agua.
– ¿Qué estás haciendo? – exigió saber Ange. Del gabinete en el extremo del baño, Jill sacó una bandeja flotante junto con algunos vasos y una botella de whiskey.
– Poniéndome cómoda. – respondió ella. – Ven y acompáñame. Después de todo, no hay mejor lugar para compartir secretos que al aire libre.
Ange entrecerró los ojos y sintió que le empezaba a volver la rabia.
– No tengo tiempo para tus jueguitos.
– Bueno, supongo que entonces no tendrás tus respuestas.
Ange miró el baño termal, y a pesar de su fastidio no pudo negar lo tentador que se veía. Luego de cinco días de encarcelamiento con apenas una ducha fría el día anterior, estaba desesperada por darse un baño de verdad. Se apresuró a quitarse su ropa, la cual le entregó a Momoka.
– Hablaremos a solas. – dijo Jill. – Dile a tu sirvienta que se vaya.
– ¡Awwww! – gimió Momoka.
– Sólo hazlo. – le dijo Ange. – Después te llamaré cuando haya terminado.
Momoka hizo un puchero, pero luego hizo una reverencia y obedeció. – Muy bien. Estaré afuera si me necesitan.
Una vez que Momoka se fue, Ange se metió al baño termal para unirse a su comandante, quien estaba sirviéndose un trago.
– ¿Puedo ofrecerte un poco? – le preguntó. – Imagino que no tienes estas comodidades en el baño del escuadrón.
– Ve directo al punto. – le dijo Ange. – Quiero saberlo todo. Sobre Villkiss, los DRAGONS, la Network, el anillo de mi madre y su canción. Y cómo es que tú y Tusk se conocen.
Jill revolvió un poco su vaso de whiskey en su mano, y se quedó mirando su reflejo.
– Comenzaré por el principio. – dijo Jill. – Hace mucho tiempo... existió un dios...
...
Desde su escondite en la entrada de la playa, Vivian se mantenía presionada contra la pared para observar sin ser vista. Como esperaba, Hilda había arrastrado a Rio aquí abajo para algo de tiempo a solas. Y aunque Vivian podía apreciar eso, no había forma de que se fuera a perder esto.
«Esto va a ser increíble,» pensó emocionada. Rio ya había puesto su chaqueta en el suelo para que Hilda se sentara, y ahora estaba junto a ella. Aunque no podía estar segura, casi parecía que estaban tomados de la mano. En cualquier minuto se iban a besar y Vivian apenas podía esperar.
– ¿Qué estás haciendo? – preguntó alguien. Vivian soltó un gritillo y se sobresaltó, antes de ver a Rosalie y Chris detrás de ella.
– ¡Oh, hola, chicas! ¿Qué hay de nuevo?
– Te íbamos a preguntar lo mismo. – dijo Rosalie. – Vimos que te escurriste aquí abajo y sabíamos que tramabas algo.
– ¡Rosalie, vámonos! – gimió Chris. – No quiero meterme en problemas.
Fue entonces que Rosalie echó una mirada hacia la playa y vio la razón por la cual Vivian había venido aquí abajo. Agarrándolas a ambas, Vivian las empujó contra la pared antes de que alguien fuese a verlas.
– Qué... ¿qué están haciendo aquí? – preguntó Chris, a lo que Vivian le dio una sonrisa traviesa.
– ¿Qué no es obvio? – les dijo, mientras fruncía los labios para hacer sonidos de besos.
– ¡¿Quieren guardar silencio?! – siseó Rosalie. – ¡Si Hilda nos oye estaremos muertas!
...
– ¿Un dios? – preguntó Hilda.
– Así es. – dijo Rio. – Este dios venía desde antes de la era del Mana, un brillante científico que estaba decepcionado con el mundo y sabía que estaba condenado.
– Ajá... ¿cómo exactamente? – preguntó Hilda. Rio suspiró mientras abría la cerveza que tenía en la mano y se bajaba un largo trago.
– Todos queremos creer lo mejor de las personas. – le dijo él. – Pero la verdad es que nuestra historia siempre ha sido definida por la guerra, el odio y el caos. Dios, o más bien, Embryo... no me mires así, ¡yo no le puse ese nombre! Como sea, él vivió en un tiempo cuando la avaricia y la furia de otros hombres había sumido al mundo en un estado de guerra constante. Eventualmente, decidió que la humanidad era una causa perdida, y que una nueva humanidad debía alzarse para tomar su lugar.
– ¿Y cómo hizo eso? – preguntó ella. Esto no era como cuando le contó la historia sobre Paul. Cuando le contó aquella historia tan confusa en la casa segura, Rio había estado haciendo un gran espectáculo en su relato. Pero ahora, estaba perfectamente inmóvil y miraba hacia el frente, igual que cuando le contó sobre su encuentro con la bebé Norma. No estaba seguro de si le creía lo que estaba contándole, pero era claro que ÉL sí creía lo que estaba diciendo.
– Entregándoles la Luz de Mana. Como sabes, la Luz de Mana es la esencia misma del universo. E igual de infinita. Con la Luz de Mana dando energía a su mundo, otorgándoles habilidades, conectándolos de maneras que nunca antes habían sido posibles, esta nueva humanidad se alzó con el dominio. Se esperaba que, con todas sus necesidades satisfechas, los humanos nunca más necesitarían pelear o competir por la sobrevivencia. Pero había una falla en este mundo que Embryo había hecho.
...
– Al principio era muy pequeña. – continuó Jill. – Muchas bebés nacían al azar con el poder de rechazar la Luz de Mana, una mutación espontánea que cargaban los viejos genes que Dios había usado para crear a su nueva humanidad. Al principio, parecía ser una ocurrencia al azar, pero con el tiempo, el índice de nacimiento de estas "Normas", como empezaron a llamarlas, se incrementó exponencialmente. La gente comenzó a sentir ansiedad y el orden social se vio amenazado. Al final, Dios encontró una forma de utilizar estas imperfecciones para su ventaja. Implantó datos en la conciencia colectiva de la humanidad sobre que estas chicas rechazaban la Luz de Mana porque eran violentas, antisociales y descarriadas. Y eso las volvía una amenaza a la paz y la prosperidad. –– Jill sonrió fríamente, y se bajó todo su vaso de whiskey en un solo trago. – Y así, todo el mundo se unió para lidiar con "el problema de las Normas". Tener algo contra lo que discriminar en realidad estabilizó a la sociedad humana. Sacrificios, chivos expiatorios, ofrendas, no importa cómo nos llamen. Al final, lo aceptemos o no, nosotras las Normas sólo tenemos un propósito. Nacimos para ser odiadas.
Miró a la chica que estaba sentada frente a ella, y notó la mirada perpleja y vacía en su rostro.
– ¿Qué te pasa? ¿No me crees?
Ange frunció el ceño, y recuperó su usual expresión orgullosa. – ¿Tú qué crees? Dios, una nueva humanidad... ¿de dónde te sacaste todo esto? Eres toda una cuentacuentos, pero no creas que soy tan estúpida como para creérmelo.
– Bueno, si no me crees eres libre de marcharte, si quieres.
– Nah. – decidió Ange. – Ya escuché todo esto, así que buen podría escuchar todo lo demás. Pero hay una cosa. Dijiste que este dios había hecho que toda la humanidad odiara a las Normas. Así que ¿cómo me explicas la existencia de Rio y sus amigos? Y de Tusk, ahora que lo pienso.
Jill sonrió y se sirvió otro vaso de whiskey. – Ya estaba por llegar a esa parte.
...
– Como dije antes, el caos es una parte de la naturaleza humana. – le recordó Rio. – Pero no siempre es algo malo. Embryo no purgó a la humanidad del caos al otorgarles la Luz de Mana. Simplemente los distrajo de él, y aunque implantó la idea en las mentes de las personas de que las Normas eran salvajes, seguía dependiendo del individuo decidir si lo creía o no.
– ¿Y eso fue lo que pasó contigo y tus amigos? – preguntó Hilda. Rio sonrió y asintió.
– Igual que las Normas, empezamos muy pequeños. Académicos que analizaban el problema de las Normas, y notaban discrepancias que no encajaban del todo. Padres y miembros de familias que querían proteger a sus niñas Normas. Con el tiempo, se las arreglaron para hacer contacto entre ellos. Entre más gente se juntaba, más organizados se volvían. Aprendimos a funcionar y vivir sin usar el Mana. Para evitar ser detectados y establecer lugares seguros. Así fue como comenzó la Network, un grupo de humanos renegados que rechazaban el prejuicio de la humanidad y buscaban proteger a las Normas de ser explotadas. Sin embargo, nuestros recursos eran limitados, así que lo más que podíamos hacer era tratar de moverlas. Hasta que encontramos aliados.
...
– Con el mundo entero unido contra las Normas, la sociedad estaba en paz. – dijo Jill. – Una era dorada para la humanidad había llegado. Pero no todos estaban destinados a ser incluidos en esta nueva era de paz y plenitud. Recuerda, los humanos creados por ese dios estaban basados en genes de una raza preexistente. A ellos los llamaban "la antigua humanidad", que como las Normas no podían utilizar el Mana, aunque no tenían la habilidad de rechazarla. Y a medida que la nueva humanidad ascendía en prominencia, sabía que no podría compartir el mundo con la antigua. Una guerra de exterminación se desató contra ellos, diezmando sus ciudades y población hasta que sólo quedaron unos pocos. Estaban al borde de la extinción hasta que, debido a una ocurrencia aleatoria, hicieron contacto con la Network.
– Espera un minuto. – dijo Ange. – Estos antiguos humanos... no pueden usar el Mana. Ni siquiera los hombres. ¿Eso significa que...?
– Así es. – Jill asintó. – Tusk es uno de los antiguos humanos. Probablemente el último que queda.
– Ya veo. – Ahora por fin lo entendía. Por qué Tusk vivía en el medio de la nada, por qué no podía usar el Mana, y por qué estaba totalmente solo. Ange se apretó el puño contra el corazón al darse cuenta de lo solitario que debía sentirse. Si tan sólo él le hubiera dicho, ella no habría sido tan cruel con él. – Entonces, ¿qué pasó después?
...
– No fue una tregua sencilla. – le dijo Rio. – Después de todo, nosotros fuimos los que casi habíamos exterminado a toda su raza. Pero la amenaza que representaba Embryo fue más fuerte que las viejas heridas, y la Network y la Antigua Humanidad aprendieron a trabajar juntas. Nosotros teníamos la información y ellos la tecnología. Ellos fueron los que nos contaron la verdad sobre Embryo y la humanidad en general. Y con ese propósito, usaron su tecnología para proveernos de lo que eventualmente se convertirían en los Bloqueadores de Mana. Nos llevaron a una de sus antiguas bases, y ese lugar se convirtió en el Zion original, donde humanos y Normas podían vivir juntos en paz. También servía como un punto de reunión donde podíamos planear nuestros asaltos. Por desgracia, incluso juntos no lográbamos ganarle nada de terreno a Embryo. Hasta que la inteligencia de la Network logró romper el código de un archivo ultrasecreto obtenido del gobierno de Misurugi. La ubicación de un arma que podría inclinar la balanza a nuestro favor. Los Ragna-mails. Otro invento de Embryo. Uno de siete ángeles mecánicos de creación y destrucción, y el dispositivo en el cual se basaron todos los modelos de Para-mails. Los Antiguos Humanos y la Network lanzaron un ataque conjunto en una instalación secreta de Misurugi, y lograron robar el Ragna-mail, al cual renombraron como Villkiss.
Los ojos de Hilda se ensancharon de sorpresa. ¿Villkiss era el arma de un dios?
– ¿Estás bien? – le preguntó.
– Sí, estoy bien. – dijo Hilda. Aunque no le gustaba particularmente la cerveza, sentía que en ese momento le vendría bien una de las de Rio. – Supongo que eso explica esa luz.
– ¿Cuál luz?
– Oh sí, tú estabas inconsciente cuando sucedió. Ange estaba peleando contra esa unidad roja cuando comenzó a cargar su arma de destrucción masiva. Pero entonces, Ange de alguna manera hizo que Villkiss se volviera dorado y lanzara el mismo ataque.
No había terminado de decirlo, y Rio también se quedó con los ojos muy abiertos del shock.
– ¿Qué pasa?
– Nada. – Rio frunció el ceño y negó con la cabeza, aunque Hilda pudo oírlo maldecir algo por lo bajo.
– Bueno, continúa. – le urgió ella. – Si tenían un arma que podía desafiar a este sujeto Embryo, ¿por qué no la utilizaron?
– Porque no podíamos. – le explicó él. – Algo en la fuente de poder de los Ragna-mails provoca que reaccionen violentamente con la Luz de Mana, así que los humanos ordinarios no pueden pilotearlos. Y en cuanto a los humanos antiguos, bueno, resulta que Embryo se había anticipado a la posibilidad de que un Ragna-mail fuese robado y colocó una serie de seguros en ellos. Verás, Embryo no creó este mundo por sí solo. Una vez tuvo a un grupo de seguidores con él, y ellos fueron los pilotos originales de los Ragna-mails. Los descendientes de esos seguidores continuarían como las figuras líderes en las políticas mundiales, y aunque se convirtieron en usuarios de Mana y perdieron la habilidad de pilotarlos, el sistema operativo de los Ragna-mails seguía codificado a su firma genética. No aceptarían a ningún otro piloto, y casi abandonamos la esperanza, hasta que descubrimos Arzenal. Ya habíamos hecho contacto con los residentes en otras instalaciones para contención de Normas, estableciendo redes de tuberías para meter provisiones de contrabando y ayudar a los casos de prioridad a escapar, pero también oímos rumores de una instalación donde las Normas eran esclavizadas para uso militar, piloteando vehículos de naturaleza similar a los Ragna-mails. – Haciendo una pausa para bajarse otro trago, Rio señaló la playa que los rodeaba. – Fue exactamente en este mismo lugar que sucedió. Tres grupos de marginados; los antiguos humanos que habían perdido su mundo, las Normas de Arzenal que habían sido desechadas por todo el mundo, y los humanos renegados que rechazaban a ese mismo mundo, todos se juntaron en una alianza para derrocar a Dios. Lo llamaron Libertus, y se quedaron esperando.
– ¿Esperando por qué?
– Esperando a quien pudiera pilotear a Villkiss. Con los seguros que Embryo había colocado en él, nuestra única opción era confiar y esperar que algún día... una Norma naciera en una de las seis familias gobernantes de la humanidad. Y entonces ocurrió. Una joven Norma de Galia llegó a Arzenal. Ya ellos habían cumplido su cuota anual, así que normalmente la habrían enviado a su propia instalación, pero el Emperador de Galia no podía arriesgarse a que nadie supiera sobre ella, así que fue enviada aquí en su lugar. Su nombre era Alektra Maria von Loewenhurz. La primera Norma nacida de sangre real, aunque ahora responde a otro nombre diferente.
– Espera. – lo interrumpió Hilda. – ¿Me estás diciendo que todavía está con vida? ¿Y que está aquí en Arzenal? ¿Quién es entonces?
Rio sonrió, y cuando siguió hablando, nada podría haber preparado a Hilda para la respuesta.
...
«¿Qué diablos están haciendo?» se preguntaba Vivian. Lo único que habían hecho Hilda y Rio era hablar. Si se iba a perder la noche de curry en el comedor, más le valía sacar algo bueno de ello.
– ¿Alguna idea de lo que están hablando? – preguntó Rosalie. – Creo que Rio dijo algo sobre una "yema de huevo".
– Tiene que ser un código para algo. – teorizó Chris. – Probablemente está planeando sacarla de aquí. ¿Por qué si no vendrían aquí abajo?
– ¿En serio crees que Hilda haría eso?
– Ya lo hizo antes una vez. – le recordó Chris. – ¿Por qué no volver a intentarlo? Especialmente si tienes ayuda de un humano.
– Pero Jasmine dice que ella y Ange volvieron por voluntad propia. – le recordó Rosalie.
– Sólo porque las atraparon, te lo apuesto.
– ¡Ugh, qué aburrido! – gruñó Vivian. – ¡Ya bésense de una buena vez!
Justo entonces, el silencio de la noche se rompió por un fuerte grito de shock. Abajo en la playa, la quijada de Hilda parecía haberse caído hasta el suelo y Rio hacía su mejor esfuerzo para mantenerla callada.
...
– ¿Alektra Maria von Loewenhurz? – dijo Ange. – Leí sobre ella en Misurugi. Fue una princesa del Imperio de Galia que murió a los diez años de una enfermedad desconocida.
– Pues te equivocas. – Jill sonrió mientras salía del agua para sentarse en el borde del baño termal. – Ella era una Norma. Y para proteger el orgullo del Imperio de Galia, fue arrojada en Arzenal donde se esperaba que muriera despedazada por los colmillos de un DRAGON. Ella casi se entregó a la desesperación, pero el tener sangre real le permitió a Vilkiss aceptarla como su piloto. Y su anillo real, una reliquia del mismo Dios, le permitía controlarlo. Pasaron los años y Libertus se preparaba para darle su golpe final a Dios. Me habían arrojado al infierno, pero ahora tenía compañeros y un propósito. Erradicar este mundo que Dios había creado y toda su mierda de falsedad junto con él.
Ange jadeó cuando finalmente juntó las piezas.
– Al menos, eso era lo que esperaba.
– ¿Qué pasó? – preguntó Ange. Jill hizo una mueca mientras miraba su brazo artificial, y apretó su mano de metal en un puño.
– Fracasamos. – le respondió. – ¡Porque la Network nos traicionó!
...
– Todavía no sabemos cómo sucedió. – dijo Rio. – Tal vez alguien cometió un error y olvidó cubrir su rastro, o los humanos descifraron nuestro código, o quizás el propio Embryo encontró una manera de rastrearnos. Supongo que ahora eso no importa. Pero de alguna manera, descubrieron dónde estaba Zion. Lanzaron un ataque sorpresa y la milicia que habíamos reunido para Libertus fue aniquilada en una sola noche. Todo lo que pudimos hacer fue evacuar a los no-combatientes hacia otra ubicación lejos al norte.
– ¿Entonces simplemente abandonaron? – preguntó Hilda. Rio suspiró, y aplastó la lata vacía en su puño.
– Esto fue antes de que yo me uniera, así que la mayor parte de lo que sé viene de sobrevivientes como Vulture. Acorde con ellos, el Jefe anterior no quería arriesgarse a enviar a los que quedaban y dejar a los no-combatientes sin protección. No fue una elección que a nadie le gustara, pero no podíamos abandonar a los que habíamos acogido. Así que solicitamos a los otros posponer Libertas hasta que pudiéramos reconstruir nuestra milicia. Jasmine estaba de acuerdo con nuestra postura, y también el padre de Tusk, que era el caballero principal de Alektra. Pero Alektra argumentó que el asalto tenía que seguir adelante, que ya habían sufrido demasiado. Al final el resto de Libertus se puso de su lado, y hubo una masacre. Todos los antiguos humanos fueron aniquilados a excepción de Tusk, y Alektra perdió su brazo y su anillo, lo que significaba que ya no podía utilizar a Villkiss a su máximo potencial. Poco después de eso, asumió el nombre de Jill y se convirtió en la comandante de Arzenal. Tratamos de reestablecer nuestra alianza, pero la pérdida de Libertus la había llenado de amargura. Dejó muy claro que nos culpaba a nosotros por el fracaso, y cortó todo contacto con nosotros. Al menos, hasta que tú y Ange escaparon.
– Acerca de eso, he estado pensado. – interrumpió Hilda. – Este sujeto Embryo... él fue quien envió a Dark a perseguirnos, ¿verdad?
Rio asintió. – No tengo pruebas, pero mi instinto me dice que sí.
– ¿Por qué? ¿Qué cosa podría querer de una Norma ordinaria?
– Sólo hay una razón. Recuerda, Vilkiss no es el único Ragna-mail. Había otros seis. Embryo controla el más poderoso, pero los otros cinco requieren pilotos propios para desbloquear sus capacidades al máximo. Y sólo las Normas pueden pilotearlos. Cuando tú escapaste, te convertiste en un blanco fácil.
– Pero eso todavía no explica por qué.
– Creación y destrucción. – le recordó Rio. – Cuando los siete Ragna-mails se reúnen, pueden destruir el mundo entero y reconstruirlo de nuevo. Son las armas que él utilizó para purgar a la humanidad original de este mundo. Y ahora, por cualquier razón, quiere hacerles lo mismo a los humanos que creó.
Durante un largo tiempo, el sonido de las olas fue lo único que se escuchó, hasta que Hilda finalmente habló.
– Entonces, ¿qué sucederá ahora?
– Buena pregunta. – respondió él. – Por lo que me contaste, Ange ha desbloqueado el verdadero poder de Villkiss, así que ahora tenemos que hacer un movimiento. Y tenemos que hacerlo antes que Embryo tome ventaja del ataque de los DRAGONS. El verdadero problema es Jill. Quisiera pensar que ella está dispuesta a dejar ir el pasado, pero lo dudo. Prácticamente me dijo que me largara cuando vino a la enfermería. Pero ¿qué hay de ti? Ahora que sabes la verdad, ¿qué es lo que quieres hacer?
...
Ange se quedó mirando el anillo de su madre en su dedo. Tantos pensamientos estaban corriendo simultáneamente en su cabeza que apenas podía pensar con claridad. Jill, o más bien Alektra, su historia era tan increíble que no podía ser real, pero no había otra forma de explicarlo todo. Había visto la evidencia con sus propios ojos cuando su canción había activado a Villkiss para que desencadenara el mismo ataque que la unidad roja.
– Entonces, cuando me devolviste mi anillo, ¿fue para que yo pudiera despertar a Villkiss? – preguntó. – ¿Y me has mantenido con vida sólo para Libertus?
– Así es. Te he estado esperando durante un largo tiempo. Pero necesitaba que alcanzaras tu máximo potencial para que pudieras pelear. Así que te arrojé a los lobos sin pensarlo dos veces, sabiendo que tendrías que volverte más fuerte, o morir en el proceso. Y ahora, el último seguro en Villkiss ha sido liberado. – Jill se puso de pie, mirándola con unos ojos que ardían con orgullo, esperanza y rabia. – Acaba con este mundo, Ange. Hazlo. Destrúyelo con tu canción.
Lentamente, Ange se levantó también y salió del baño termal.
– Quiero darte las gracias. Si no nos hubiéramos conocido, no tendría idea de lo patética que realmente solía ser. Era tan ingenua y débil que no valía ni mi propio pellejo. – le dijo. Jill sonrió, pero Ange frunció el ceño en cuanto tomó su decisión. – Y por eso mismo... mi respuesta es no.
...
Rio aguardaba impacientemente la respuesta de Hilda, mientras ella observaba las olas rompiendo en la orilla, y el horizonte que rápidamente se oscurecía.
– No puedo marcharme. – le dijo ella finalmente. – No hay nada para mí allá afuera. Ya no. Este lugar y la gente de aquí... es todo lo que me queda.
– No tiene que ser así. – le dijo él. – Tal vez tu antigua vida se haya ido, pero puedes empezar una nueva. Yo puedo ayudarte.
– ¿Y cuál sería el punto? La única opción sería unirme a la Network como sugeriste, o pasar el resto de mi vida escondiéndome. Al menos aquí, sé dónde estoy parada. – Levantándose de su chaqueta, Hilda se desarrugó su falda. – Además, Ange y yo hicimos una promesa, ¿recuerdas? Que íbamos a destruir todo este mundo juntas. Y si lo que me dices es verdad, y este sujeto Embryo es la fuente de todo, entonces mayor razón para hacerlo. Él es la razón por la cual me arrebataron de mi madre, y el por qué ella me traicionó. Nunca podré perdonarla a ella ni a este mundo, y no me importa una mierda lo que les pase. Pero él tiene que responder por el papel que jugó. Si él me quiere, pues lo reto a que venga por mí.
Rio se quedó pensativo, y también se puso de pie junto a ella.
– Bueno, si ese es el caso, entonces yo tampoco puedo marcharme.
– Rio...
– Jill tal vez no quiera que nos involucremos en Libertus, pero para nosotros también hay tanto en juego como para ella. Y yo también tengo mis propias deudas que saldar con Embryo. Fue por culpa suya que Sarah murió. Y no voy a quedarme parado dejándole hacer lo que le dé la gana. – Bajando la mano, Rio palpó con sus dedos el llavero de Perolina que Vivian le había dado. – Especialmente ahora que soy un miembro honorario del primer escuadrón. Aunque desearía que la placa de membresía fuese algo menos infantil. Sigo sin creer que estas cosas sigan siendo populares aquí.
– No. – dijo ella de repente.
– ¿No qué?
– No te puedes quedar aquí. Tienes que irte.
– ¿Discúlpame?
– Si la inspectora descubre quién eres, entonces todo Libertus estará perdido. Si realmente quieres ayudarnos, tienes que irte de aquí.
– Espera. – le interrumpió. – Admito que tienes razón en eso, pero creo que puedo arreglármelas para mantenerme fuera de la vista de alguien como Bronson. Ella no es precisamente la persona más brillante de este lugar.
– Ese no es el problema. – respondió Hilda. – Viniste por una misión, y ya se terminó.
– No vine aquí sólo por la misión. Vine por ti.
– ¡Ya deja la maldita mierda! – le espetó ella. – ¿O es que te encanta jugar al héroe? ¡El humano que pelea por la justicia dándoles la mano a las pobres e indefensas Normas!
Conmocionado por su acusación, Rio sintió que empezaba a hervir de rabia por dentro.
– ¿De dónde diablos sacaste eso? – le exigió. – ¡¿Tienes alguna idea de todo lo que he tenido que pasar sólo para llegar hasta aquí?! ¡¿Acaso siquiera consideraste todos los peligros a los que he tenido que exponerme sólo al venir aquí?!
– Y todo eso fue para salvarla a ella. – dijo Hilda muy directa. – Yo sólo era un complemento adicional. O más bien, un reemplazo.
La ira de Rio se convirtió en shock, al entender lo que Hilda intentaba decir.
– ¿Me equivoco?
– Hilda... – dijo Rio tratando de estirar su mano hacia ella, pero Hilda la apartó y le dio la espalda.
– Sólo vete. – le dijo. – Tú no perteneces aquí. Igual que yo no pertenezco allá afuera.
Y sin decir ni una palabra más, Hilda caminó de regreso a la entrada. Y todo lo que Rio pudo hacer fue observarla.
...
Desde su escondite, Rosalie y las otras observaban en un silencio estupefacto lo que creían que terminaría en algo de acción calenturienta, para convertirse en lugar de eso en una pelea que acabó con Hilda yéndose sin más. Pensando rápido, Rosalie cogió a Vivian y a Chris por el cuello de sus uniformes y las escondió en una esquina del corredor justo antes que Hilda llegara a la entrada. Pero en cuanto las pasó de largo, se detuvo de repente.
– ¿Disfrutaron del show? – les preguntó fríamente. Rosalie no respondió, y rápidamente Hilda añadió: – La reunión matutina será a las 0600 horas. No lleguen tarde.
– Sí... sí, señora. – dijo Rosalie mientras Hilda continuaba su camino.
– ¿Viste eso? – dijo Chris. – No puedo creer que decidiera quedarse.
Vivian entretanto miró hacia la playa, donde Rio seguía observando la puerta por la cual Hilda había desaparecido, con su rostro siendo una mezcla de sentirse herido y confundido.
– Eso no fue como en las películas. – dijo.
– La vida real nunca lo es. – dijo Rosalie.
...
– Entonces ¿esa es tu decisión final? – preguntó Jill. Las dos ya habían salido del baño y estaban a mitad de volver a ponerse sus ropas.
– Lo es. – le dijo Ange. – Nada de lo que digas me hará cambiar de parecer.
– Ya veo.
– Lo estás tomando bastante bien. – comentó Ange. Jill sonrió mientras se echaba su capa sobre los hombros.
– Cambiaste de opinión luego de que intentaste suicidarte, ¿recuerdas? Tengo la sensación de que cambiarás de opinión en relación a Libertus también.
Ange le echó una mirada asesina antes de dirigirse hacia la puerta.
– Yo no apostaría por ello. – le dijo. Ange ya estaba a punto de abrir la puerta cuando de repente se detuvo. – Espera. Los DRAGONS. Nunca me contaste sobre ellos.
– Ya te conté lo suficiente. – gruñó Jill, mientras encendía un cigarrillo. – Si quieres más, entonces dame algo que lo valga.
Ange la fulminó con la mirada de nuevo, y Jill se llevó una pequeña satisfacción de ver que la chica tenía que aceptar que sus peticiones fueran denegadas.
– Como quieras. Conseguiré mis respuestas en otra parte.
La puerta se cerró, y Jill aspiró profundamente su cigarrillo. Sabía perfectamente a dónde iría Ange después, pero no era como que Rio pudiese decirle algo que ella ya no supiera. Y dudaba mucho que él tuviera más suerte en convertir a Ange a su bando. Aun así, su rechazo era muy frustrante, por decir lo menos. Jill esperaba que tras aquel incidente en Misurugi, Ange finalmente vería el mundo por lo que realmente era. Esa era la razón por la cual obligó a Tusk a esperar hasta el último minuto para rescatarla.
Bueno, si Ange no quería escuchar a razones, ella tenía otros métodos para obligarla a asumir su papel.
...
Como era de esperarse, Momoka seguía aguardando afuera del baño cuando ella salió.
– ¿Por fin le contaron lo que necesitaba saber, Lady Angelise?
– De cierta manera. – le respondió. – Pero creo que me gustaría una segunda opinión. ¿Tienes alguna forma de contactar a Rio?
Agarrándose la muñequera, Momoka la deslizó para revelar lo que parecía ser un reloj pulsera antiguo debajo de ella.
– Tengo esto. Me lo dio el primer día que llegó. Lo utilizó para alertarme cuando los DRAGONS estaban atacando.
– Bueno, entonces llámalo. Necesito hablar con él ahora mismo. – dijo Ange. Momoka presionó un botón y, tras algunos momentos, una voz familiar habló por el auricular.
– ¿Sí?
– ¿Sr. Rio? – preguntó Momoka. – Perdóneme por molestarlo, ¿pero podría venir a vernos a mí y Lady Angelise?
Del otro lado, Rio gruñó y Ange frunció el ceño al darse cuenta que iba a ponerse difícil.
– Mira, ahora no es un buen momento para...
Pero antes que pudiera terminar, Ange agarró la muñeca de Momoka y se la puso frente a la cara.
– ¡Ahora escúchame, tú patán arrogante! – le espetó. – No eres el único que ha tenido un día difícil. Y para ser honesta, preferiría no tener que lidiar contigo tampoco. Pero tú tienes información que necesito, y no me voy a quedar sin hacer nada hasta que me la des.
– ¿Ya no conseguiste tus respuestas con Jill? – le preguntó él.
– Sí, pero todavía me está ocultando cosas. Mira, quieres que confíe en ti, ¿verdad? Entonces dame una razón para que lo haga.
El otro lado de la línea se quedó en silencio por un rato, hasta que finalmente Rio respondió.
– De acuerdo. – le dijo. – Nos veremos en la villa de invitados en cinco minutos. Te contaré lo que pueda.
La transmisión se cortó, y Ange soltó la muñeca de Momoka con un suspiro de frustración.
– Lady Angelise, ¿acaso usted y el Sr. Rio tienen algún problema? – preguntó Momoka mientras se dirigían hacia su siguiente encuentro.
– Sólo digamos que no estamos de acuerdo en muchas cosas. – dijo Ange. – Por cierto, él no te hizo nada pervertido mientras estuviste viviendo con él, ¿verdad?
- ¡¿Qué?! ¡Por supuesto que no! ¡El Sr. Rio fue un perfecto caballero! Le diré que fue un amo casi tan bueno como usted.
– ¿En serio?
– El único problema que tuvimos fue en relación a su hora del baño.
– ¿Su hora del baño?
– Bueno... – Momoka procedió a explicarle – ... le ofrecí ayudarle como hago con usted, Lady Angelise, y por alguna razón parecía muy incómodo con la idea.
– Ya veo. – asintió Ange. Quizás no era de Rio por quien debía preocuparse después de todo.
...
A medida que la capital de Misurugi iba desapareciendo en la distancia, Julio apenas podía contener su emoción. El plan del Maestro Embryo había sido la oportunidad de oro que él había estado esperando. A esta hora mañana, Angelise finalmente estaría muerta, y él ocuparía un lugar especial en la jerarquía del mundo. No sólo había sido el primero en demostrar su apoyo por el plan del Maestro Embryo, sino que, al ofrecer voluntariamente su servicio para obtener a las Normas requeridas, no tenía duda de que el Maestro Embryo lo convertiría en su mano derecha para sus futuras empresas. Su prestigio y estatus superaría los de todas las demás casas gobernantes combinadas, y no tendrían más opción que aceptarlo a él como su superior.
– Su Majestad. – dijo Riza de repente. – Acabo de contactar a la base Morgenroette. El Libra estará listo para partir en cuanto abordemos.
Julio simplemente asintió, mientras miraba por la ventana panorámica. Debajo de él, los campos de Misurugi y el movimiento de los plebeyos que vivían en él como si fueran unos insectos diminutos pasaban de largo como si no fueran más que un pensamiento fugaz. Julio estaba acostumbrado a ver a los demás por encima del hombro. Como el primogénito de la familia imperial, desde hacía tiempo sabía que era naturalmente superior a la chusma común. Era la ley natural de la civilización, que la raza superior nacía para gobernar mientras que la inferior estaba destinada a servir.
Pero por alguna razón inexplicable, sus propios padres lo habían traicionado. Le dieron todo su amor y alabanzas a su segunda hija. Y lo peor de todo, que dicha hija era una Norma. Eso todavía le dejaba a Julio un amargo sabor de boca luego de todos estos años de haber sido obligado a ser cómplice del engaño y la hipocresía de sus padres. Y cuando finalmente confrontó a su padre al respecto, tuvo la osadía de amenazar a Julio con exiliarlo si trataba de exponer la verdad sobre Angelise. Incluso hasta el final, ese viejo tonto se rehusó a arrepentirse de sus crímenes.
Las últimas palabras de su padre todavía resonaban en sus oídos, cuando Julio lo escoltó personalmente hacia la horca para su ejecución:
«Nunca debí permitir que nacieras.»
Pero al menos había una persona en quien Julio podía confiar. Desviando su mirada de la ventana, sonrió al ver a la belleza de cabello plateado sentada al otro lado de él. Cuando la vio por primera vez, Julio creyó que serviría como buena distracción al menos. Pero para su sorpresa, ella se había convertido en mucho más para él. Las noches que pasaba en sus brazos eran como drogas, antojos inexplicables que sólo ella era capaz de inspirarle. Fue Riza a quien Julio le contó por primera vez la verdad sobre Angelise, y fue gracias a su ayuda que finalmente pudo exponerla como la asquerosa Norma que era. Julio no estaba seguro de si lo que sentía era amor, especialmente ya que Riza nunca podría ser algo más que una amante. Pero ciertamente ella había hecho mucho más por él de lo que sus padres jamás habían hecho.
– ¿Sucede algo, Su Majestad? – le preguntó ella al notar cómo la estaba mirando. Julio le restó importancia a sus preocupaciones con la mano.
– Sólo estaba pensando. Por cierto, ¿ha habido algún progreso en la condición de Sylvia?
Por alguna extraña razón, su hermana menor se había enfermado anoche, y ahora se encontraba en coma. Y aunque los asuntos de estado le quitaban gran parte de su tiempo, Julio realmente se preocupaba por su bienestar. Después de todo, Sylvia era la única entre los miembros de su familia que jamás lo había lastimado.
– El médico real vino y le hizo algunos exámenes, aunque no pudo identificar la razón. Es posible que el susto que recibió durante la ejecución fallida de Angelise la haya dejado profundamente traumatizada, y su mente finalmente haya caído por el cansancio.
Julio frunció el ceño al recorrerse con el dedo la cicatriz en su mejilla izquierda. Si ese era el caso, entonces finalmente exterminar a Angelise les haría bien a ambos.
El transporte sobrevoló una serie de colinas bajas, hasta que finalmente la base naval de Morgenroette se hizo visible. En esta era de paz traída por la Luz de Mana, una base militar parecía estar fuera de lugar. Sin embargo, el servicio a la nación seguía siendo tenido en muy alta estima, y la Armada Imperial servía otros propósitos además del conflicto, tales como investigaciones científicas, rescates en caso de desastres, y festividades ceremoniales. Además, si las Normas llegaban a fallar en contener a los DRAGONS o intentaban repetir su fallida rebelión, la milicia humana sería la primera línea de defensa del mundo civilizado. Como decía el viejo refrán: el mejor momento para prepararse para la lluvia es durante un día soleado.
Y allí les esperaba en el muelle primario el paraguas que Julio necesitaba. Con más de 300 metros de largo, el Libra era la nave insignia de la Armada Imperial. Similar en diseño a los antiguos portaaviones de eras pasadas, la mayor parte de su interior estaba diseñado para el transporte y lanzamiento de algo totalmente diferente. Una creación del Maestro Embryo que había sido utilizada por primera vez contra el primer levantamiento de las Normas y sus aliados. Esta nave sería la que lideraría la fuerza de asalto que purgaría al mundo de las Normas de Arzenal y reclamaría a aquellas que serían las herramientas en el plan del Maestro Embryo. Y Julio estaría a bordo para supervisarlo todo.
A estas alturas, el transporte había llegado a sobrevolar la base, posicionándose directamente sobre la cubierta de vuelo del Libra. Los motores rotaron hasta ponerse en posición vertical y la nave comenzó a descender antes de finalmente tocar tierra sobre la plataforma de aterrizaje con un impacto suave. La puerta se abrió, y ambos pasajeros desembarcaron donde el personal de comando del Libra los esperaba para recibirlos.
– Su Majestad. – anunció el oficial al mando.
– Almirante. – respondió Julio. – ¿Confío en que ya todo está listo?
– Por supuesto, Emperador. Ya he discutido todo con el resto del grupo de ataque. Nos encontraremos con ellos a las 0400 horas antes de continuar hacia Arzenal.
– Excelente. – sonrió Julio. – Entonces comencemos. Almirante, puede despegar en cuanto esté listo.
El personal de comando saludó, mientras Julio hacía un gesto a Risa y con ello los dos fueron escoltados por el oficial al mando hacia la suite para invitados. A su alrededor, miembros de la tripulación usaban la Luz de Mana para soltar los cables de atraque y asegurar las provisiones mientras se preparaban para el lanzamiento. Para llegar al camarote, el oficial al mando los llevó por el hangar central mientras el contingente de naves de transporte del Libra se mantenía asegurado. Si todo salía acorde con el plan, las Normas serían traídas a bordo sin resistencia, y después de aislar a aquellas elegidas por el Maestro Embryo para la reconstrucción, el resto serían desechadas rápidamente. Si no, entonces los escuadrones de asalto serían enviados con los transportes para llevárselas por la fuerza. Desde el hangar, el oficial los llevó más lejos hasta llegar a la retaguardia de la nave, hasta detenerse frente a una puerta solitaria.
– Aquí estamos, Su Majestad. – anunció el oficial. – Señorita, si es tan amable de seguirme, le mostraré su...
– Eso no será necesario. – interrumpió Riza. – Por la seguridad de Su Majestad, siempre permanezco a su lado. Me quedaré en sus cuarteles durante lo que dure esta operación.
El oficial alzó una ceja, pero una mirada de advertencia de Julio silenció cualquier pensamiento potencial que tuviera.
– Muy bien. – les dijo. – Si me permiten, debo marcharme, pues tengo asuntos que atender en el puente. Una vez que estemos en marcha, enviaré a un miembro de la tripulación para atender sus necesidades.
– Sí, sí. – dijo Julio impacientemente. – Sólo háganlo de inmediato.
Con un breve saludo, el oficial se marchó dejándolos a ambos entrar en sus cuarteles. Tal como Julio esperaba, la habitación era bastante reducida y difícilmente alcanzaría sus estándares personales. El cuarto principal combinaba elementos de una sala, una oficina, y un comedor. El dormitorio en sí mismo era menos de la mitad de grande que el de su palacio. Bueno, sólo sería por un día o dos a lo mucho. Un poco de incomodidad bien valía la pena, si finalmente significaba que se desharía de Angelise de una vez y para siempre. Al menos, el cuarto no estaba totalmente cerrado, ya que en la parte trasera había un balcón que se alzaba sobre el agua, dándole una vista panorámica del mar.
– Los he estado esperando.
Julio y Riza se giraron, y la segunda desenfundó su arma apuntándole al hombre de negro que se encontraba de pie tras la puerta.
– Está bien, ya lo estaba esperando. – dijo Julio poniéndole la mano en el hombro a Riza para calmarla. Riza le lanzó una mirada fulminante al sirviente del Maestro Embryo, pero volvió a enfundar su arma. El mensajero asintió, y señaló hacia el balcón de observación.
– Si yo fuera ustedes, les recomendaría buscar otros cuarteles. Ese balcón es un enorme riesgo de seguridad.
– Tu preocupación es apreciada, pero innecesaria. – dijo Julio. – Mientras Riza esté a mi lado, mi seguridad está garantizada.
El sirviente del Maestro Embryo echó una mirada a Riza, pero no dijo nada mientras abría una ventana de Mana. – Te voy a enviar el archivo. Asegúrate de revisar todos los objetivos.
Julio abrió el mensaje y comenzó a escanear toda la información cuando algo de repente captó su atención.
«¿Qué es esto?» se preguntó. El Maestro Embryo no podía estar hablando en serio.
– ¿Hay algún problema? – preguntó el sirviente. Julio le echó una mirada, pero contuvo su furia y desdén como pudo.
– Sólo tengo curiosidad. ¿Por qué el Maestro Embryo ha etiquetado a Angelise como un objetivo prioritario?
– ¿Por qué no iba a hacerlo? – replicó el sirviente. – Ella ha dominado a un Ragna-mail, lo que la convierte en una candidata apta para la reconstrucción. Si tienes alguna objeción con eso, estaré más que feliz de hacérselo saber al Maestro Embryo yo mismo.
La forma como le hablaba a Julio era tan obviamente condescendiente que Julio estaba muy tentado a darle un puñetazo por su falta de respeto, pero contuvo su furia. No le haría ningún bien golpear al emisario del Maestro Embryo y posiblemente incurrir en su furia cuando un brillante futuro en el nuevo mundo le aguardaba.
– Eso no será necesario. Haré exactamente lo que ordenó.
El sirviente sonrió, como si supiera todo el tiempo lo que Julio esperaba lograr, y pasó entre ellos.
– Más te vale que lo hagas. Recuerda, todos los objetivos deben ser cumplidos. Nada más, nada menos.
Saliendo hacia el balcón, el sirviente saltó sobre la baranda y desapareció de la vista. Cuando no se oyó ningún salpicón en el agua abajo, Julio y Riza salieron justo a tiempo para ver una especie de vehículo despegar desde abajo y volar sobre la superficie del agua.
«Cuando yo sea la mano derecha del Maestro Embryo,» prometió Julio, «tú serás la segunda persona que sabrá cuál es el precio de incurrir en mi ira.»
– ¿Julio? – preguntó Riza. – ¿Qué vas a hacer ahora?
Apoyándose sobre la baranda del balcón, Julio consideró su situación y sonrió.
– Nada. – respondió él. – El Maestro Embryo me ha indicado que la capture y eso haré. Pero si se resiste durante su adquisición y transporte... bueno, mientras cumplamos con nuestra cuota mínima dudo mucho que el Maestro Embryo eche en falta una sola Norma.
Sobre la cubierta de vuelo, el silbato en el puente dio la señal para partir, y el Libra comenzó a moverse fuera del muelle de atraque. Mientras Julio observaba el mar que oleaba, reflexivamente se acarició la cicatriz que esa asquerosa Norma le había dejado en su otrora hermoso rostro. Para esta hora mañana, tanto ella como la herida no serían más que un recuerdo desagradable.
...
Para cuando Rio había llegado a la parte superior de Arzenal, la luna ya se estaba alzando sobre el borde de los riscos del ala este. Todavía no estaba seguro de por qué accedió a esto. Luego de su pelea con Hilda, no se sentía exactamente de humor para socializar. Su acusación había estado dándole vueltas en su mente desde que se fue de la playa.
Estaba furioso, decepcionado, y también sentía algo de miedo. ¿Acaso Hilda tenía razón, y él sólo la veía como un reemplazo para Sarah? De ninguna manera esa era su intención, pero ¿qué tal si en algún nivel de su subconsciente sí lo hacía? Y aunque su intención había sido sacarlas a las dos, ¿qué tal si las cosas resultaban diferentes y tenía que elegir entre ellas? ¿Realmente sacrificaría a una de ellas por la otra?
Finalmente, salió de las escaleras y se paró bajo la luz de la luna. A poca distancia de allí, había dos figuras de pie frente a la villa de invitados.
– Aquí viene, Lady Angelise. – oyó decir a Momoka mientras se acercaba. – ¡Sr. Rio, por aquí!
– Ya era hora. – dijo Ange mientras él ingresaba al patio de la villa.
– No empieces ahora, ¿quieres? – le advirtió. – Vamos adentro. Lo que vamos a discutir no es algo de lo que se pueda hablar a campo abierto.
– Mientras no intentes meterme en el baño. – dijo ella.
– Espera, ¿qué dijiste?
– Olvídalo. – dijo Ange. Una vez adentro, ambos tomaron asiento en la sala mientras Momoka iba a la cocina para prepararles algo de té.
– Antes de que empecemos – dijo Rio – hay algo que necesito saber. Hilda me dijo que, durante la invasión, de alguna manera lograste desbloquear el verdadero poder de Villkiss.
– Sí, supongo que podrías decir eso. – respondió ella. – Mientras estaba peleando contra ese Para-mail rojo, noté que la canción de su piloto era muy similar a la de mi madre. Luego recordé lo que dijiste sobre Villkiss, así que por una corazonada comencé a cantar también. Cuando lo hice, Villkiss fue capaz de disparar el mismo ataque que la unidad enemiga.
Rio se echó para atrás y asintió. Entonces era cierto.
– Esa arma se conoce como los Fásers de Discordia. – explicó él. – Disparan una convergencia del espacio y el tiempo que en esencia pueden borrar de la existencia todo a su paso. Durante años intentamos averiguar cómo desbloquearlos, pero nunca consideramos que pudiera ser por una canción.
Aunque de cierta forma tenía sentido. De las seis naciones, Misurugi siempre había tenido una conexión especial con Embryo. Después de todo, era allí donde había guardado a Villkiss y también la ubicación del Pilar del Amanecer. Y ya que Ange era una descendiente del piloto original de Villkiss, eso sólo hacía la conexión aún más apropiada.
– Ahora es mi turno. – dijo Ange. – Jill me contó una historia bastante larga.
– ¿En serio? ¿De qué se trataba?
– Sobre un dios que creó una nueva humanidad, y cómo las Normas son una ocurrencia debido a un error en su gran plan. Así que dime... ¿cuánto de eso es verdad?
– Cada... palabra... lo es.
Durante un rato, los dos se sentaron en la oscuridad, hasta que Momoka regresó de la cocina con una bandeja en las manos.
– Siento haberlos hecho esperar. – les dijo mientras dejaba la bandeja sobre la mesa. Rio tomó un sorbo del té, y le pareció que no estaba mal, aunque un poco más fuerte de lo que usualmente lo prefería.
– ¿Te contó también sobre Libertus? – le preguntó mientras Momoka se sentaba junto a su ama.
– Sí. – dijo Ange. – Y por lo que vale, estoy de acuerdo con lo que la Network hizo. Si ustedes abandonaban a las Normas que habían tomado bajo su protección, no habrían sido diferentes a los demás humanos.
– Aprecio eso. – dijo Rio. – Pero ahora que sabes la verdad, ¿qué planeas hacer?
Ange frunció el ceño mientras se inclinaba hacia adelante. – Te diré lo mismo que le dije a Jill. Mi respuesta es no.
Por segunda vez esa noche, Rio se quedó paralizado del shock.
– ¿Discúlpame?
– Ya me escuchaste. – replicó Ange. – Incluso si la historia es cierta, sin importar qué tan nobles sean sus metas, no dejaré que nadie decida mi vida más que yo misma. Lo siento, pero es MI futuro y no dejaré que nadie lo elija por mí. Y si quisiera involucrarme en Libertus, entonces lo haría.
Dejando su taza sobre la mesa, Rio se puso de pie y se rio con amargura, frotándose el puente de la nariz. Momoka estuvo a punto de decir algo, pero Ange la detuvo.
– Increíble. – gruñó él. – Justo cuando creí que tal vez tenías una pizca de decencia, ¡demuestras que sigues siendo una simple mocosa mimada de la realeza!
– ¡Sr. Rio! – chilló Momoka. – ¡Eso estuvo fuera de lugar!
– ¡No, claro que lo es! – espetó él mientras se ponía encima de Ange. – ¡Esto no se trata sólo de ti, princesa! ¿Tienes idea de cuántas mujeres han sufrido sólo porque eran Normas? Tenían futuros por delante, pero no les dieron opción. Ni de cómo vivir, ni de cómo morir. Pero eso a ti no te importa, ¿verdad? ¡Estás tan cegada por tu propia arrogancia que no eres capaz de ver más allá de ti misma!
Para sorpresa de nadie, la expresión de Ange permaneció en blanco, y se puso de pie para mirarlo a los ojos.
– Entonces dime, ¿por qué?
– ¿Por qué qué?
– ¿Por qué TÚ haces esto? ¿Qué te hizo elegir la vida que tienes ahora?
Rio levantó una ceja confundido, pero decidió seguirle el juego.
– Porque pude ver lo mal que está este mundo, y no podía seguir ignorándolo. Y porque tenía una amiga que contaba conmigo. Te conté sobre ella, ¿recuerdas? La arrancaron de su familia y la arrojaron aquí sólo por ser una Norma, y murió antes de que yo pudiera salvarla. Pero aun así, no planeo detenerme. No hasta que corrija todo lo que está mal en este mundo, para que nadie más tenga que sufrir lo mismo que ella. Estoy peleando para honrar su memoria y asegurarme de que su muerte no haya sido en vano.
– Bueno, bien por ti. – dijo Ange. – Encontraste algo en lo que creer. Pero yo no lo tengo. Toda mi vida mis padres me mintieron, mis hermanos me traicionaron, y en caso de que TÚ lo hayas olvidado, casi me asesinan las mismas personas que pensé durante años que me amaban por quien era. Ya no sé quién soy o qué se supone que debo hacer. Lo único que sé que es real es este lugar. Aparte de Momoka, es todo lo que tengo. Y hasta que eso cambie, no me voy a involucrar en nada en lo que no creo. Y para hacerlo, tengo que encontrar la verdad yo misma. Quizás eso me haga egoísta, pero al menos también me hace honesta.
Así que eso era. Por mucho que quisiera echarle la retorcida lógica de Ange de vuelta en su cara, Rio hasta cierto punto podía simpatizar con ella. Le recordaba lo perdido que se había sentido después de que se llevaron a Sarah, hasta que el Jefe le ayudó a encontrar su camino de vuelta.
– Y si Embryo viene a buscarte, ¿qué pasará entonces? Para estas alturas ya debe saber que Villkiss ha resucitado. Será sólo cuestión de tiempo.
– Entonces pelearé con él usando a Villkiss. Sola, si tengo que hacerlo. – Le indicó a Momoka que la siguiera y las dos se dirigieron hacia la puerta. Rio se puso a pensar en lo que le dijo, y entonces tomó una decisión.
– El Sistema Archangel. – dijo de pronto. Ange y Momoka casi habían salido por la puerta antes de girarse hacia él.
– ¿Qué cosa? – preguntó Ange.
– ¿Jill ya te contó sobre él? – preguntó. Ange le dio una expresión sorprendida, pero luego cerró la puerta.
– Te escucho.
...
A pesar de que era noche de curry, Vivian se dio cuenta que no tenía mucho apetito. Una vez que se acabó el espectáculo y las demás volvieron arriba, Rosalie y Chris se fueron a su cuarto mientras Vivian se dirigía hacia el comedor. Pero tras media hora de picar su bandeja, Vivian apenas se había apenas comido unos cuantos bocados, así que le dio el resto a alguien más antes de volver a su cuarto compartido con Salia.
«No lo entiendo,» pensó. «Hilda claramente gusta de él, ¿por qué quiere que se vaya?»
Quizás Salia podría ayudarle a averiguarlo. Siempre estaba leyendo libros sobre chicos y chicas enamorados, así que tal vez pudiera pensar en algo. Pero al dar la vuelta en la esquina, otra sorpresa nada bienvenida la estaba esperando.
– ¡Ah, rayos! – chilló. – ¡Es un desastre!
Al parecer, la onda de choque del ataque de la unidad roja había viajado todo el camino hasta aquí. El pasadizo de la puerta se había derrumbado en una pila de escombros, dejando un enorme agujero en el muro. Adentro, los vestidores y estantes se habían desplomado, dejando desparramados los libros de Salia, su kit de maquillaje, y la colección de Vivian de mercancía de Perolina por todo el suelo. Afortunadamente, la hamaca de Vivian todavía colgaba, aunque otra cosa suya no había sobrevivido. A sus pies estaban los restos destrozados del tarro que contenía sus paletas de caramelo. Con un suspiro de frustración, Vivian cogió una toalla y cuidadosamente comenzó a limpiar los trozos de vidrio y el fluido vitamínico que derramaban los caramelos. Un regalo de Maggie, ya que las paletas absorbían el líquido de forma que Vivian no necesitaba inyecciones semanales por la deficiencia vitamínica que Maggie le había diagnosticado. Esperaba que al menos eso le pudiera quitar de la mente la pelea de Hilda y Rio.
«Podría ir a ver si Maggie sigue en la enfermería,» pensó. «Pero ya estoy muy cansada. Pasaré mañana antes de la reunión matutina.»
Con todo lo que había pasado entre la invasión e ir a ver a Rio, Vivian estaba exhausta. Al subirse a su hamaca, suspiró y pensó en su pelea con la unidad enemiga azul. Nunca había enfrentado a un oponente como ese antes. Quienquiera que fuese, había igualado a Vivian movimiento por movimiento. Fue una emoción enorme, y mientras se dejaba caer en el sueño, esperaba tener la oportunidad de volver a pelear contra ella algún día.
...
Y entonces, Rio le contó sobre el verdadero potencial de Villkiss y cómo utilizarlo. Al terminar, Ange miró el anillo de su madre, y se preguntó si ella lo había sabido todo este tiempo cuando se lo entregó.
– Tengo sólo una pregunta. – dijo Ange. – ¿Por qué me cuentas todo esto? ¿Esperas que cambie de parecer sobre Libertus?
– Para nada. – dijo Rio. – Sólo pensé que tenías derecho de saberlo. Lo que hagas con ello, ya es tu elección. Sólo asegúrate de que sea la correcta.
– Entonces, Sr. Rio, ¿qué va a hacer ahora? – preguntó Momoka. Rio suspiró y miró por la ventana.
– ¿Qué más puedo hacer? Mi misión terminó, así que me marcho.
– Espera. – interrumpió Ange. – ¿Qué pasa con Hilda?
– ¿Qué pasa con ella? – preguntó él. Ange parpadeó sorprendida.
– ¿Qué clase de respuesta es esa, maldita sea? – exigió ella.
– La única que puedo darte. – replicó él. – ¿Y por qué te importa, de todos modos?
– Me importa porque... – La boca de Ange se congeló al darse cuenta de lo que estaba a punto de decir. – ... Ella es... mi amiga. – ¿De verdad acababa de decir eso? – Especialmente ya que originalmente estabas desesperado por evitar que la trajeran de vuelta aquí.
– Porque le prometí que la mantendría a salvo. – señaló él. – Pero cuando le ofrecí sacarla de aquí, no sólo me dijo que no, sino además que yo no pertenezco aquí. Ya tomó su decisión, así que ¿qué más queda?
Por un rato, la sala se quedó en silencio hasta que Ange finalmente habló de nuevo.
– Eres un idiota.
– ¿Discúlpame? – preguntó él. Ange se le acercó y le jaló la mejilla.
– ¿Tienes alguna idea de lo que le pasó cuando la enviaron de vuelta aquí? Pasamos toda la semana en confinamiento solitario. No teníamos privacidad, tuvimos que vivir con comida que haría vomitar a una rata, y no pudimos ducharnos hasta ayer.
Con un gruñido de fastidio, Rio le alejó la mano de un manotón. – ¡Eso ya lo sé!
– Bueno, ¿también sabes que nos confiscaron todo lo que teníamos? ¿O que nos convertimos en parias por haber escapado? Dos de las amigas de Hilda vinieron a vernos, y una de ellas hasta le escupió antes de decirle que ojalá los humanos la hubieran matado. Hilda sabía que todo eso iba a pasarle y aun así volvió.
La verdad era un poco más complicada que eso, pero los detalles podían esperar hasta después.
– ¿Qué dices? ¿Pero por qué...?
– ¿Por qué? ¡Fue por ti, por eso! – exclamó Ange, y al ver que la expresión de Rio se tornaba más perpleja, Ange gruñó y se frotó los ojos. ¿Acaso TODOS los hombres eran así de despistados? – Esa chica llamada Kat, me dijo que se suponía que sólo debías llevar a Hilda a Misurugi. Pero en vez de eso, le ayudaste a salvarme. ¿Por qué?
Rio desvió la mirada y suspiró.
– ¿Qué más podía haber hecho? Cuando vimos la transmisión en vivo anunciando tu ejecución, el primer impulso de Hilda fue ir a rescatarte. – Rio hizo una mueca, como si recordara algo particularmente desagradable. – Para resumir la historia, su reacción me recordó cómo me sentí cuando no pude evitar que se llevaran a mi amiga. En lo que a mí concierne, le estaba haciendo a ella lo mismo que esos policías me hicieron a mí. Así que me lo tragué y fui con ella para rescatarte.
– ¿Y acaso le contaste eso a Hilda? ¿O de lo que iba a suceder cuando tus amigos se enteraran de lo que hiciste?
– ¿Para qué? Las consecuencias eran problema mío, no de ella.
– ¿En serio crees eso? – preguntó Ange. – Cuando estábamos en la isla de Tusk, mientras esos tres te estaban pateando el trasero, Hilda casi les dispara si no fuera porque Tusk la detuvo. Y cuando se dio cuenta de que tú sabías que eso te iba a suceder, se quedó horrorizada. Tal vez no lo admita, pero se siente culpable por eso. ¿Ahora lo entiendes? ¡Ella volvió aquí para protegerte! ¡Para que no te metieras en más problemas por su culpa! ¡Pero tú estás tan cegado por tus ridículos ideales de justicia que no puedes ver lo que está pasando frente a ti!
La expresión de Rio cambió a una de revelación y shock, y Ange suspiró frustrada.
– Mira, no sé qué clase de pelea tuviste con ella, pero lo que sea que te haya dicho fue para HACER que te fueras. No porque quisiera, sino porque pensó que TENÍA que hacerlo. ¿Por qué no piensas un poco en eso por un rato y ENTONCES decides qué hacer? Ahora, antes de que me vaya, hay una cosa más que necesito de ti.
– ¿Y eso sería? – preguntó él.
– Los DRAGONS. Jill sabe algo sobre ellos, pero no me lo dice por puro despecho. Esperaba que tú tal vez pudieras decirme.
Rio frunció el ceño y cruzó sus brazos.
– Si Jill sabe algo que nosotros no, eso son noticias para mí. Nosotros siempre asumimos que los DRAGONS eran sólo animales no pensantes. Pero después de hoy, queda muy claro que son la vanguardia de alguna clase de inteligencia.
– Ni siquiera sabes la mitad. Cuando Villkiss canceló a esa unidad roja, la cabina se abrió y su piloto se reveló ante mí. Era una chica, una chica humana. Mencionó algo sobre humanos falsos y que "la verdad se encuentra con Aura", y luego desapareció. ¿Eso significa algo para ti?
Rio frunció el ceño y se frotó el mentón.
– Aura... – murmuró. – Tal vez... no... ahora mismo no se me ocurre.
No sonaba muy seguro de sí mismo, pero de nuevo, Rio era una de las pocas personas que había sido totalmente honestas con ella, así que Ange decidió dejárselo pasar.
– Bueno, supongo que los dos seguiremos dando tumbos en la oscuridad. – Le indicó a Momoka que se fuera con ella, cuando Rio la llamó por última vez.
– Hey, para lo que vale... gracias.
Ange lo miró, y de alguna manera logró sonreír a medias.
– Sí, bueno, lo que sea que hagas con eso, ya es tu elección. Sólo asegúrate que sea la correcta.
...
Desde su escondite en las escaleras, Salia espiaba la conversación de Rio y Ange. Las Normas no tenían permitido venir a la villa de invitados, lo que lo hacía el lugar perfecto para ocultarse, y permanecer a solas con su vergüenza y frustración.
Tras su reunión con Jill, Salia sólo quería desaparecer, pero las voces de abajo la atrajeron, donde se quedó mirando con los ojos muy abiertos a Rio. Sin duda se veía apuesto en su disfraz, pero ahora le quitaba todo el aliento. Su cabello rubio brillaba en la oscuridad, y al ir vestido con esa camiseta y pantalones vaqueros acentuaban su constitución fuerte aunque delgada. Se había quedado escuchando mientras discutían lo que Jill le había dicho, compartiendo su furia por el rechazo de Ange a unirse a Libertus, cuando de repente se quedó en shock al oír que le contaba sobre el Sistema Archangel. ¿Cómo se le ocurría contarle a ella algo tan valioso cuando ni siquiera le importaba?
A medida que la conversación se desviaba hacia su pelea con Hilda, una serie de emociones en conflicto comenzó a surgir dentro de ella. Simpatía, rabia, pero también una sensación de esperanza. Si Rio finalmente vía a Hilda como la persona egoísta e ingrata que realmente era, entonces cualquier control que ella pudiera tener sobre él se habría ido.
Finalmente Ange se marchó, pero Rio se quedó atrás. Al observar cómo volvía a sentarse en el sofá, Salia hizo acopio de fuerzas y salió de su escondite.
– ¿Rio? – lo llamó. En un borrón de movimiento, Rio saltó fuera del sofá y se movió para desenfundar su arma, hasta que vio de quien se trataba.
– Oh, eres tú. – dijo mientras retiraba la mano. – ¿Qué haces aquí?
– Yo... vine porque quería estar sola. – admitió, mientras Rio cogía la chaqueta que colgaba detrás del sofá.
– En ese caso me iré.
– ¡No, espera! – dijo Salia. – Por favor, yo... necesito a alguien con quien hablar. Ya no sé qué debo hacer...
Rio la miró y suspiró.
– ¿Por qué es que nunca puedo abandonar a una chica en apuros? – se preguntó. – Está bien, pero primero dime una cosa. ¿Por qué te llevaste a Villkiss? ¿Qué intentabas probar?
Salia bajó la cabeza y tomó asiento en una de las sillas.
– Toda mi vida, he querido ser como Alektra. – le dijo. – Ella era la persona más valiente y fuerte que jamás conocí. He pasado toda mi vida tratando de ser como ella. He trabajado duro y estudiado, pero al final no sirvió de nada.
– ¿Pero qué tiene eso que ver con Villkiss?
– Villkiss era la máquina de Jill. – le recordó él. – Cuando Libertus falló, Jill apenas logró regresar a Arzenal. En ese momento, yo no sabía nada sobre Embryo. Pensé que un DRAGON le había quitado su brazo. Juré que me vengaría por ella, y Jill dijo que algún día la haría sentir orgullosa. Al hacerme mayor, Jill me trajo dentro de Libertus y me contó la verdad sobre Embryo. Incluso dijo que, si me volvía lo suficientemente buena, podría ser la siguiente piloto de Villkiss. – Una mirada de comprensión se formó en el rostro de Rio, y Salia sintió que las lágrimas le venían otra vez. – Pero me mintió. Sin importar cuánto me esforzara, yo jamás podría pilotear a Villkiss. Porque no tengo un anillo y no soy una princesa. Pero Ange... ¡ella es tan egoísta que me enferma!
Las lágrimas chorrearon por sus mejillas, hasta que algo de repente la agarró de las manos. Salia levantó la mirada y para su conmoción vio a Rio arrodillándose frente a ella, sujetándole las manos entre las suyas.
– Entiendo por qué te sientes frustrada. – le dijo. – No tienes idea de cuánto me encantaría poder ir tras Embryo y matarlo yo mismo. Pero es que no tengo el poder para hacerlo. Todo lo que puedo hacer es proteger a toda la gente que pueda. Y desearía que Villkiss fuese piloteado por alguien que no fuera tan cabeza dura, pero esa es la mano que nos tocó, así que sólo podemos tratar de guiar a Ange por el camino correcto.
Salia miró fijamente a Rio, y pensó en lo que había dicho, tanto a ella como a Ange.
– ¿Por eso fue que le contaste sobre el Sistema Archangel?
– Independientemente de si acepta o no, tarde o temprano Embryo vendrá por ella. Ange necesitará toda la ayuda que pueda conseguir.
– Pero ¿qué tal si no lo usa bien?
– A veces tienes que arriesgarte. – Rio le dio una media sonrisa mientras se ponía de pie. Salia lo miró y no podía entender cómo podía simplemente aceptarlo todo sin más. Aun así, poder hablar con alguien que para variar le daba algo de simpatía sirvió para aliviar un poco su depresión, y de alguna manera pudo devolverle la sonrisa. – Así está mejor. Ahora, si puedes, creo que me vendría bien tu ayuda.
– Claro, por supuesto.
Mientras recogía su mochila junto a la puerta, Rio le indicó que lo siguiera, saliendo por la puerta de la cocina que llevaba hacia el muro de riscos que corría por todo el lado norte de la villa. Salia observó mientras Rio palpaba la superficie rocosa hasta que encontró el interruptor oculto y un trozo de la roca se abrió.
– ¿Sabes de los pasadizos secretos? – le preguntó mientras los atravesaban.
– Jasmine me los enseñó. – respondió Rio mientras cerraba la entrada tras de ellos. Metiendo la mano entre su mochila, Rio cogió una linterna de baterías que encendió de inmediato. – Los usó para llevarme al cementerio.
– ¿Para visitar la tumba de tu amiga? – preguntó. Rio la miró, y en las sombras que se proyectaban en su cara, su expresión se tornó aún más sombría.
– Sí. Aunque en ese momento no sabía que estaba muerta.
– Lo... lo siento.
– Olvídalo. – suspiró él. – Ya estoy bien.
«¡Estúpida!» Salia se regañó a sí misma. «¿Cómo puedes ser tan insensible?»
– En cualquier caso, necesito un lugar para esconderme de la inspectora. ¿Puedes llevarme a los niveles inferiores?
– Ciertamente. – asintió Salia. Nerviosamente, Salia miró su propia mano y con cautela se la extendió. – Vamos... para que no nos separemos.
Inmediatamente deseó darse una bofetada. ¿Podría ser más obvia? Pero entonces Rio aceptó la mano y la sujetó.
– Buena idea. Aquí abajo es un laberinto.
Salia bajó la mirada, hacia donde la mano de él sujetó la suya, y sintió como si se fuera a desmayar. Las manos de él eran mucho más fuertes, mientras que las de ella eran muy pequeñas. Pero la sujetaba tan gentilmente que ella sabía que no la iba a lastimar.
– Y bien, ¿nos vamos ya?
– Huh... ¡oh! ¡Sí, de inmediato! – Y así, con la mano de Rio sujetándola, ella lo guio por el laberinto de túneles de Arzenal. Igual que el resto de las otras miembros del círculo interno de Jill, ella había sido informada de la estructura de Arzenal, y si Rio iba hacia los niveles inferiores, eso significaba que sólo podía ir a un lugar. Al fin, llegaron ante un elevador al aire libre que los llevó hacia las profundidades de la base.
– Ya puedes soltarme si quieres. – le dijo él, y Salia se sonrojó al soltarlo. Por segunda vez en tres días le sujetaba la mano a un hombre. Y qué hombre: Rio era amable, apuesto, noble, y lo mejor de todo, no la veía por encima del hombro. Era todo lo que Salia siempre había soñado.
– ¿Pasa algo? – le preguntó de repente.
– No, no es nada. – dijo ella. – Yo sólo... quería agradecerte por no reírte de mí antes. O decirle a alguien sobre eso.
– ¿Huh? Oh, eso. Mira, lo que sea que te guste hacer es asunto tuyo. No caeré tan bajo como para humillar a alguien sacando sus trapos sucios al aire en público. Además, yo tampoco tengo derecho de hablar.
– ¿A qué te refieres?
Rio se giró ligeramente y se rascó la cabeza. – Mi nombre código lo tomé de mi show favorito de cuando era niño. Rio Starr, el Bandido Espacial.
– Oh. – dijo Salia. – Yo... no creo haber visto ese antes.
– Bueno, deberías. – le dijo él. – Es el mejor anime que se haya hecho.
Salia se rio ligeramente y asintió. – Lo tendré en mente. También aprecio que sigas siendo amable conmigo. Especialmente después de que metí la pata de esa forma.
– Bueno, supongo que ahora puedo entenderlo. – dijo él. – No sé por qué Jill no te dijo la verdad, pero todo lo que puedo decirte es que intentes aprender de eso.
– He estado pensando en eso. – dijo ella, respirando profundamente para tomar valor. – No sé si pueda seguir confiando en Jill. Ella me mintió acerca de Villkiss. Podría estar mintiéndome sobre otras cosas. Te escuché decir que le ofreciste a Hilda sacarla de aquí. Tal vez ella te haya rechazado, pero ¿qué tal si alguien más quisiera irse?
Rio la miró sorprendido.
– ¿Estás diciéndome que quieres irte? Créeme, entendería por qué, pero cuando Libertus comience Arzenal necesitará a cada piloto que tengan.
– No dije nada de renunciar a Libertus. – dijo Salia. – Todavía creo en ello. Sólo que ya no creo en Jill. Siempre ha hablado de que la Network no era de fiar porque no tuvieron el valor para dedicarse por completo a Libertus. Pero tú arriesgaste todo para ayudarnos durante la invasión de los DRAGONS. Así que... creo que me gustaría ver por mí misma cómo son antes que sólo aceptar lo que Jill me dice.
Rio se lo pensó por un momento, y asintió al entender lo que decía.
– De acuerdo. – le dijo. – No puedo prometerte nada, pero déjame que hable con mis superiores. Si puedo hacer algunos arreglos, les pediré que le pasen el mensaje a Jill y veremos si ella está dispuesta a nombrarte como representante. Ya tú conoces sobre las operaciones de Arzenal, así que serías perfecta para eso.
Salia sintió un subidón de alegría esparciéndose por todo su ser, y le sonrió de nuevo. – ¡Sí! ¡Muchas gracias!
Al pasar por debajo del nivel del agua, los túneles adoptaron un olor a tierra mojada y moho hasta que finalmente llegaron a su destino. Saliendo del elevador, se encontraron frente a una puerta de acero, la cual Salia desbloqueó usando la cerradura de teclado junto a la puerta en el lado derecho, para liberar los seguros de presión que mantenían a salvo el mayor secreto de todo Arzenal.
...
En cuanto la puerta se abrió, una serie de luces se encendió para revelar un enorme hangar para submarinos, cuyo interior estaba mayormente dominado por una nave de tamaño masivo. Debía al menos medir unos 300 metros de largo, y la proa se veía tan afilada como una espada. Y eso era precisamente el Aurora, una espada para matar a Embryo. Construida por los antiguos humanos, estaba basado en los cargueros sumergibles de clase Crueset utilizados por la marina antes de la Era del Mana, aunque las capacidades del Aurora eran muy superiores a las de sus predecesores gracias a haber desarrollado la tecnología en cooperación con la Network y los antiguos humanos. Según lo que le dijo el Jefe, el Aurora estaba destinado a ser la nave insignia de Libertus, pero la retirada de la Network lo dejó incapaz de zarpar debido a una deficiencia de personal. Así que se había quedado donde fue construido justo debajo de las narices de Embryo, esperando la segunda oportunidad para soltar siglos de venganza merecida sobre él.
– Increíble. – murmuró Rio. – Sabía que el Aurora sería impresionante, pero los planos que vi no le hacen justicia de ninguna manera. Y no puedo creer que siga en tan buena forma, no hay ni una sola mancha de óxido por ninguna parte.
– Puedes agradecerles a Zhao Mei y Jasmine por eso. – explicó Salia. – Mei supervisó su mantenimiento y Jasmine logró procurarnos los materiales que necesitábamos. No sólo eso, sino que actualizamos el sistema operativo así que la falta de personal ya no será un problema. En teoría, puede ser manejado por una docena de personas como mínimo.
Rio asintió y le echó una mirada a la chica que lo guio hasta aquí. Tuvo que admitir que le impresionó la iniciativa que estaba demostrando. Por la forma en que se comportó en la reunión con las demás, al principio la había descartado como una simple lacaya de Jill, que obedecía ciegamente sus órdenes sin cuestionarla. Pero ahora, parecía que estaba lista para separarse y tomar sus propias decisiones. Con suerte, el Jefe y los otros estarían dispuestos a llegar a algún trato con Jill para permitirle marcharse. Aunque no le había exactamente prometido que la sacaría de allí, el pensamiento de decepcionar a otra chica no era algo que disfrutara.
– Entonces, ¿qué vas a hacer ahora? – preguntó ella. Rio miró a su alrededor, hacia debajo de la pasarela que se extendía encima del Aurora, donde vio una cabina de control.
– Supongo que me quedaré allí la noche. Luego esperaré a que mis amigos vengan a recogerme.
– ¿En serio planeas irte? – preguntó Salia. Rio suspiró y se dirigió hacia la cabina de control.
– No lo sé. – dijo él mientras Salia lo seguía. – No puedo andar paseándome libremente por Arzenal. La Inspectora podría atraparme y tendría que silenciarla antes de que alerte a sus superiores. Y preferiría no tener que hacer eso si puedo evitarlo. Por supuesto, incluso si me quedo aquí abajo, seguramente reportará la desaparición del Capitán Algren y eso levantará algunas alarmas. Podría esperar a que Jill evacúe a todos a bordo del Aurora, pero no hay garantía de que me deje ir con ustedes una vez que decida zarpar. – Ya en el cuarto de control, Rio dejó su mochila en el suelo y empezó a doblar su chaqueta para hacer una almohada improvisada. – Como sea, hay una última cosa que necesito hacer antes de irme de aquí. Y me vendría bien tu ayuda con eso.
– Por supuesto. – dijo Salia. Metiéndose la mano en el bolsillo, Rio sacó el brazalete de Sarah y se puso a palpar las piedras con los dedos. Fuese verdad o no, no podía dejar las cosas así sin más.
– Mañana en la mañana, antes de su reunión matutina, quiero que traigas a Hilda aquí abajo.
– ¿Hilda?
– Ella y yo nos dijimos algunas cosas. No sé si ella iba en serio, pero yo probablemente podría haber reaccionado mejor. Sólo quiero dejar el aire claro con ella antes de irme.
Durante un largo tiempo, la cabina de control se quedó en silencio, y Rio se giró para ver a Salia con un gesto enfurruñado.
– ¿Por qué te importa lo que ella piense? – le preguntó, con el cuerpo claramente sensado. – Escuché lo que le dijiste a Ange. Hilda te dijo que quería que te fueras. Y después de todo lo que hiciste por ella. Ella no lo aprecia en absoluto, ¿por qué deberías preocuparte por ella?
Sorprendido por su repentino arrebato de rabia, Rio no estaba seguro de cómo responderle.
– No es tan simple. – le dijo. – Yo fallé en tomar algunas cosas en cuenta, así que también he cometido errores. Sólo quiero poder explicarme y tratar al menos de arreglar las cosas. – Rio se dio la vuelta cuando de repente un par de brazos lo agarraron por la cintura, y un cuerpo delgado se presionó contra él. – ¡Salia! ¿Qué estás...?
– Ella no se merece tu compasión. – le dijo, aplastando sus pequeños senos contra la espalda de él. – Y no deberías desperdiciarla con ella. Eres una persona maravillosa, y deberías estar con alguien que de verdad aprecie todo lo que eres.
Ahora sí, Rio entendió lo que pasaba. Se dio la vuelta, y le levantó la cara por el mentón para mirarla de frente.
– Salia... me siento halagado. En serio. Pero lo que me estás pidiendo... no puedo darte eso.
– ¿Pero por qué? – Salia lo miró con confusión. – ¿Es porque no soy lo suficientemente bonita?
– ¿Qué? ¡No! Claro que eres bonita. En realidad eres muy linda. Pero... mira, yo soy el primer hombre que pone un pie en esta isla desde hace años. ¡Sólo estás confundida!
– ¡No, no lo estoy! – gritó ella. – ¡Estoy enamorada de ti! ¿Eso no significa nada? ¡Te lo demostraré aquí mismo y ahora!
Esto se estaba saliendo de control muy rápido. Agarrándola de la muñeca, Rio suavemente le quitó sus manos de encima.
– Creo que es mejor que te vayas. Y no te preocupes por Hilda. Yo mismo iré a hablar con ella.
Rio se dio la vuelta y se disponía a hacerse un espacio para dormir, cuando de repente Salia le saltó encima sin avisar. El repentino impacto los tiró a ambos al piso, y ella lo rodeó con sus brazos.
– ¡Salia, qué demo...!
Rio se vio interrumpido cuando Salia lo besó. Con un brazo lo sujetaba de la espalda mientras intentaba colarle la otra mano debajo de la camiseta, pero él logró meterle su propio brazo debajo del pecho y la empujó con fuerza suficiente para hacerla caer de sentón en el suelo. Los dos se incorporaron, y Salia lo miró con shock e incredulidad.
– ¿Qué diablos te pasa? – le gritó. Mientras aguardaba su respuesta, los ojos de Salia se inundaron de lágrimas, se puso de pie de un salto y salió corriendo. – ¡Salia, espera!
Pero Salia ya había desaparecido por la entrada de la bahía, y el rechinar de los motores del elevador le indicó que ya iba de vuelta hacia arriba. Rio se maldijo a sí mismo y se quedó tendido en el piso de la cabina de comando.
Parecía que sin importar lo que hiciera, todo lo que lograba últimamente era poner tristes a las chicas.
...
Bajo las olas, el Blue 6 mantenía su posición en mar abierto aproximadamente a unos 1.600 kilómetros al oeste de Arzenal. En la oficina del capitán, el Capellán se encontraba en medio de una conferencia con los otros miembros del liderazgo de la Network. El reporte de Rio los había sacudido a todos, al igual que las potenciales implicaciones.
– Entonces, vamos a repasar. – dijo el Jefe. – Las incursiones de DRAGONS son en realidad parte de alguna campaña militar hostil, liderada por una inteligencia que tiene las mismas capacidades tecnológicas que Embryo. Han construido unidades que rivalizan con los Ragna-mails y están equipadas con Fásers de Discordia.
– La situación genera más preguntas que respuestas. – señaló el Capellán. – Hasta ahora, las singularidades siempre se han abierto en locaciones al azar, y las incursiones siempre han incluido una variedad de diferentes tipos y clasificaciones de DRAGONS. Si realmente esta es una ofensiva organizada, ¿por qué no hay patrón o estrategia en los ataques? Los DRAGONS no hacen un esfuerzo por establecer un ancla en nuestro mundo o tomar territorios. Y si los que los controlan PUEDEN abrir singularidades propias, ¿por qué esta es la primera vez que han abierto una para un ataque directo?
– ¿Eso realmente importa? – preguntó la Mayor. – La situación como tal no ha cambiado, sólo los términos. Los DRAGONS siempre iban a ser nuestro siguiente objetivo después de que acabáramos con Embryo. Simplemente acaban de quedar expuestos como una mayor amenaza de lo que pensábamos inicialmente. Por suerte, el encuentro de Rio con ellos nos demostró que los M-Jammers ayudan a disminuir el efecto que su voz tiene sobre los humanos.
– Es mucho más que eso. – agregó el Jefe. – Podría explicar potencialmente por qué las voces de los DRAGONS afectan la Luz de Mana como lo hacen. La fuerza detrás de ellos claramente los diseñó con esa habilidad.
– Yo también lo he notado. – dijo el Capellán. – Diría incluso que es posible que tengan una conexión con Embryo. Piénsenlo: nunca hemos podido determinar por qué los cadáveres de los DRAGONS son llevados al Pilar del Amanecer. Por todo lo que sabemos, Embryo podría haber sido el que instigó todas las incursiones.
– Una teoría interesante. – admitió la Mayor. – Pero tendremos que esperar ya que ahora tenemos preocupaciones más urgentes. Hace dos horas, recibimos una transmisión de Tusk. Aparentemente, Embryo está haciendo su movimiento y ha enviado a Julio Misurugi a Arzenal para recolectar a las Normas que necesita para los Ragna-mails. No podemos dejar que se las lleven.
– Entonces ¿quieren que le pase el mensaje a Rio?
– Dile que mantenga su posición. – decidió el Jefe. – Para estas alturas, Tusk ya debe haberle pasado el mensaje a Jill. Julio todavía tiene que reunirse con una fuerza de ataque antes de acercarse a Arzenal. La Mayor y yo vamos a encontrarnos con el Noa. Luego nos dirigiremos a Arzenal para proveer apoyo. Desde este momento, Rio es el representante oficial de la Network en Arzenal. Su primera tarea asignada será ayudar con la evacuación. Entretanto, ustedes mantengan posiciones y estén atentos a cualquier movimiento de la fuerza de ataque. Ustedes serán la primera advertencia para Arzenal.
La transmisión se cortó y el Capellán se levantó de su escritorio para ir hacia el puente.
– Contacten a Rio. – ordenó al oficial de comunicaciones. – Transmisión de máxima prioridad.
– ¡Señor! – anunció el técnico del radar. – Tengo algo dentro del radar. Parece ser alguna clase de aeronave.
– ¿Un transporte?
– No, señor. Creo que se trata de un Para-mail, pero su diseño no coincide con ninguno que yo conozca.
– Levanta la cámara de reconocimiento. – ordenó el Capellán. Algo no andaba bien aquí. ¿Por qué iba un Para-mail a estar tan lejos por sí solo, especialmente si no había incursiones?
El Capellán se dirigió hacia la consola de reconocimiento y la pantalla mostró una vista panorámica del océano que los rodeaba. Las olas golpeaban la lente de la cámara mientras arriba, una sombra volaba de ida y vuelta sobre el cielo nocturno, dando vueltas en círculos como si fuese un buitre.
«Esto no me gusta,» pensó el Capellán. «Casi pareciera que está buscando algo.»
– Ajusten la imagen, y suban el ángulo un poco.
La vista se giró hacia el cielo, justo a tiempo para capturar la imagen del Para-mail, que había empezado a flotar en su lugar. Su armadura era negra con rayas rojas, y la imagen mandó un escalofrío de terror por todo el cuerpo del Capellán.
– ¡Retraigan los escáneres! – gritó. – ¡Lancen todos los misiles, inmersión ahora!
Las alarmas resonaron por toda la nave mientras la proa comenzaba a descender hacia el fondo marino. Desde el casco dorsal de la popa, una fila de lanzadores de misiles se abrió para lanzar ocho proyectiles Helldart, que ascendieron fuera del agua.
– Explosiones detectadas. – dijo el radar. – Impacto confirmado en objetivo.
– ¡Sigan descendiendo! – gritó el Capellán. – ¡Llévennos lo más abajo que podamos ir!
Aunque sabía que los Helldarts no funcionarían contra este enemigo en particular, al menos esperaba que sirviera para desorientarlo lo suficiente y escapar de su persecución.
– Señor, un objeto se aproxima a nuestras seis en punto. Se acerca rápidamente.
– ¡Eso es imposible! – gritó el primer oficial. – ¡Los Para-mails no pueden operar bajo el agua!
– ¡Disparen torpedos de retaguardia! ¡Y denme visual!
Las cámaras traseras captaron la imagen de unos torpedos gemelos siendo descargados desde los tubos traseros, mientras una forma humanoide envuelta en una coraza brillante de Mana aparecía en su rango de visión. Un grito ahogado colectivo salió de todo el personal en el puente. La única forma de que eso fuera posible era si el piloto era un humano, uno que no hubiese recibido un implante de Bloqueador de Mana. Los torpedos estaban a solo segundos de impactar cuando el Para-mail desconocido se desvió de su camino y se lanzó de frente, alcanzando al submarino en retirada en menos de un segundo.
El Capellán apenas tuvo tiempo suficiente para ver los cuernos gemelos que sobresalían de los costados de la cabeza de la unidad antes de que los impactara, siendo esa la misma imagen descrita por los sobrevivientes.
– La Pesadilla de Zion... – murmuró, justo cuando la unidad golpeó su palma contra el casco generando un destello naranja, lanzando una bala dentro de la nave y prendiendo todo el interior en una explosión de llamas.
...
Luego de lanzar una de las tres Balas Incendiarias del brazo de Bareta, Dark hizo despegar su unidad hacia el cielo, saliendo del agua con una erupción mientras el submarino de los disidentes era consumido en una explosión que lanzó una columna de agua sobre el otrora silencioso mar.
– Primer objetivo. – anunció mientras bajaba la barrera de Mana que había utilizado para sellar el agua.
A diferencia de los vehículos de Mana que absorbían su energía de la Luz de Mana, los vehículos de los disidentes usaban un reactor primitivo cuyas lecturas se podían rastrear a kilómetros de distancia. Desafortunadamente, parecía que esta era la única de sus naves en el área. Si tuviera que adivinar, la Network probablemente estaría enviando refuerzos a Arzenal para interceptar a la flota de Julio Misurugi. Sólo tendría que esperar hasta que hicieran su movimiento.
...
El repentino impacto de su cuerpo al caer al suelo despertó a Vivian con un oomph al sentir que se le iba todo el aire.
«¡Ayayay!» pensó. «¿Qué pasó?»
¿Por qué su cuerpo se sentía más pesado que antes? Esforzándose por salir de la pila de mantas y ropa, miró a su alrededor y vio que todavía era la única que estaba en la habitación.
«¿Dónde está Salia? ¿No volvió anoche? ¿Y por qué está tan brillante aquí dentro?» Vivian recibió su respuesta al mirar por la ventana y ver que la luz del sol se filtraba. «¡Ah, rayos! ¡Me quedé dormida!»
Era una suerte haber dormido con el uniforme puesto. Esforzándose por ponerse de pie, Vivian se tropezó con una pila de escombros de lo que había sido la puerta de su habitación y de Salia, y casi se golpeó la cabeza con el techo.
«¿Estoy más alta? ¡Eso es genial!»
...
En medio del desastre que solía ser su oficina, Jill releía una y otra vez el mensaje que Jasmine había recibido de Tusk. En realidad lo había recibido anoche, pero con Jasmine preocupada por deshacerse de los cadáveres de los DRAGONS, no se lo había entregado hasta esa mañana.
– Así que el bastardo realmente planea reconstruir todo el mundo. – murmuró. – Y ni siquiera tiene las agallas de hacer su propio trabajo sucio.
Jill sabía que tendría que acelerar las cosas, pero pensó que tendría más tiempo que esto. Aparte de la falta de preparación apropiada, seguía todavía el problema de Ange. El hecho era que su elección no tenía importancia en el asunto: Ange era la única que podía pilotear a Villkiss y tendría que jugar su papel le gustase o no. Jill había esperado demasiado tiempo y soportado demasiado como para dejar que una niña ingenua que no conocía su lugar le entorpeciera.
– ¿Comandante? – llamó alguien. Jill se enderezó detrás de su escritorio. Al parecer se acababa de presentar una oportunidad.
– Entre. – respondió. La puerta de su oficina se abrió, y el personal del centro de comando ingresó.
– Sentimos molestarla, señora. – dijo Pamela. – Pero queríamos ver si ya tenía nuestros pases listos.
Jill gruñó y encendió un cigarrillo.
– Ya me encargué de eso. – les aseguró. Por supuesto, después de hoy ya no los necesitarían más. – Mientras tanto, necesito que ustedes tres me hagan un favor.
– Claro. – dijo Hikaru. – ¿Qué necesita?
– Quiero que vayan a buscar a Salia y me la traigan. Tengo una tarea muy importante para ella.
Las tres operadoras intercambiaron miradas confusas, y Jill pudo entenderlas por cómo debió sonar eso. Salia había desobedecido órdenes, se robó a Villkiss, y las puso a todas en peligro, así que ¿por qué iba a confiarle una tarea muy importante? Por suerte, decidieron no presionar en busca de más información. Jill realmente no estaba de humor para inventarse una historia en ese momento.
– Estamos en ello. – dijo Olivier.
Jill se echó para atrás y se relajó cuando las tres se fueron a cumplir su misión. Por lo menos quedaba ALGO de gente en quien podía confiar. Ahora, sólo tenía que encontrar una forma de convencer a Salia de servir al rol que se suponía que debía cumplir.
En medio de sus pensamientos, la tabla de datos en su cinturón comenzó a vibrar.
– Sí, ¿qué pasa? – preguntó.
– Jill. – Era Maggie. – Creo que tenemos un problema.
...
Con el cuerpo todavía rígido por dormir en un duro piso de metal, Rio estaba sentado en la consola principal de la sala de control de la bahía. Todavía le quedaban algunas sobras de la comida que le dieron las operadoras del centro de comando, aunque a estas alturas ya no era tan apetitosa como podría haber sido.
«Hamburguesas frías y cerveza caliente. El desayuno de los campeones,» pensó haciendo una mueca.
Su mente divagó mientras pensaba en cuando él y Hilda se quedaron en la casa segura en las afueras de Misurugi, y el desayuno que ella le había preparado. En ese momento, él creyó que sólo había sido un gesto amable, pero después de lo que Ange le dijo, se preguntaba si había más de lo que pensaba. Eso sólo incrementaba su deseo de arreglar las cosas para que ninguno de los dos se quedara furioso o triste con respecto al otro. Y estaba también el asunto con Salia. Luego de lo que pasó anoche, al menos quería decirle que no le guardaba ningún rencor, especialmente ya que su tiempo aquí se agotaba rápidamente.
Cuando despertó, lo primero que hizo fue chequear su tabla de datos para ver si el Capellán le había mandado algún mensaje en relación a su extracción, pero no encontró nada. Por una corazonada, revisó de nuevo, y seguía sin haber actualización.
«Al diablo el protocolo,» pensó. Tenía cosas por hacer y ya había tenido demasiados retrasos.
– Blue 6. Autorización 0-9-3. – No hubo respuesta. – Blue 6. Autorización 0-9-3.
Seguía sin haber respuesta. ¿Qué diablos estaba pasando? Algo no estaba bien. El Capellán nunca dejaría a un agente así sin más. O bien algo le habría pasado al Blue 6, lo cual REALMENTE no quería considerar, o alguien estaba bloqueando las transmisiones de Arzenal. Bueno, había una forma de averiguarlo.
– Noa. Autorización 7-2-8. – No hubo respuesta de la nave de comando, así que al menos eso daba algo de credibilidad a la segunda teoría. Pero eso también significaba que la mierda estaba por golpear el ventilador. Cogiendo su chaqueta, Rio corrió por la pasarela que llevaba hacia el elevador. Tenía que encontrar a Jill y darle el aviso.
...
De pie afuera de la sala de reuniones del primer escuadrón, Hilda se tomó un momento para acomodar su compostura, antes de entrar.
«Bueno, aquí vamos,» pensó mientras giraba el pomo.
La puerta se abrió, y Hilda sintió cómo las miradas de todas en la habitación se giraban hacia ella mientras entraba. Ersha, Salia, Chris y Rosalie estaban sentadas contra la ventana, mientras que Tanya e Irma estaban de pie apoyadas frente al pizarrón. Junto a la puerta, Ange estaba recostada contra la puerta, mientras que en el centro de la sala había tres chicas sentadas más o menos de la misma edad de Vivian a quienes Hilda no reconoció.
«Estas deben ser las nuevas reclutas del tercer escuadrón,» asumió. En la pared más lejana, Momoka había puesto una cafetera llena sobre la mesa para todas ellas. Al mirar alrededor, Hilda también notó que faltaba alguien.
– ¿Dónde está Vivian? – preguntó.
– No estoy segura. – respondió Ersha. – No la he visto desde anoche.
– Salia, tú eres su compañera de cuarto. – dijo Hilda. – ¿Por qué no la trajiste?
Salia le lanzó una mirada gélida. – No dormí en mi cuarto anoche. No es que eso importe.
Una mirada incómoda se esparció por toda la sala, y Hilda suspiró con frustración. Luego de su pelea con Rio y no haber casi dormido anoche, hoy NO estaba de humor para esto.
– Escuchen todas. – les dijo. – No sé lo que hayan escuchado de mí, ¿y saben qué? No me importa. Jill me puso a cargo de todas ustedes, así que si tienen algún problema conmigo, tendrán que superarlo. – Se acercó hacia Salia, y la miró con desdén. – Y tú, si esperas que sienta pena por ti, mejor olvídalo. Tú misma te lo buscaste. Desobedeciste a Jill. Te llevaste a Villkiss. Y ahora estás pagando el precio. Ahora yo estoy al mando, así que si no quieres terminar en la celda, entonces te VAS a comportar. ¿Lo entendiste?
Salia hizo una mueca, pero se puso de pie e hizo el saludo militar. – Sí... Capitana.
– Bien. Ahora vuelve a tus cuarteles y trae a Vivian aquí.
Salia se abrió paso empujando ligeramente a Hilda, que podría jurar que la oyó murmurar por lo bajo algo como "No te mereces nada de esto". Hilda chasqueó la lengua y trató lo mejor que pudo de ignorarla. Tenía cosas más importantes de que preocuparse.
– Reclutas al frente y al centro. – Las tres chicas más jóvenes saltaron de sus asientos y se pararon firmes. – Preséntense ahora. ¿En qué unidades han entrenado?
La primera en dar un paso al frente era una chica de cabello castaño hasta los hombros atado en una coleta corta.
– Marika. – se presentó. – Y he entrenado con el Glaive.
– Yo soy Nonna. – dijo la segunda chica, con cabello largo azul que caía suelto por su espalda. – Estoy certificada como piloto de Hauser.
– Y yo soy Mary. – dijo la última, una pelirroja con cabello hasta los hombros. – También utilizo un Glaive.
– Muy bien. – dijo Hilda. – Lo primero será asignarles a ustedes tres sus unidades. Tanya, Irma, llévenlas con Zhao Mei y vean si se pueden rescatar dos Glaives y un Hauser. Después del desayuno iremos a los simuladores y prepararemos una formación de vuelo. Hasta entonces pueden irse.
– Sí, señora. – dijeron todas. En cuanto las otras se dispersaron, Hilda fue a servirse un poco de café de la mesa.
– Aquí tiene. – dijo Momoka mientras le entregaba una taza. Hilda murmuró un "gracias" y tomó un sorbo, cuando de repente sintió que alguien se paraba detrás de ella.
– ¿Te puedo ayudar con algo?
– Sólo quería ver si estabas bien. – dijo Ange. – Hablé con Rio anoche. ¿Exactamente por qué se pelearon ustedes dos?
– No es asunto tuyo. – le respondió. – Y por cierto, no creas que te voy a aguantar si haces la misma mierda que Salia. Si te sales de la línea, volverás a esa celda.
– Ok, de acuerdo, perdóname por preguntar. – dijo Ange, mientras ella y Momoka se alejaban. Hilda miró su reflejo en el café, y suspiró.
«Concéntrate,» se dijo a sí misma. «Se acabó. Él se ha ido, y ahora tienes cosas más importantes de que preocuparte.»
– Hilda. – dijo de repente Ersha. – No es que quiera averiguar, pero escuché a Chris y Rosalie hablando sobre tu discusión con Rio.
Increíble. ¿No podían esas dos quedarse calladas por un solo día?
– ¿Qué pasa con eso?
– ¿Estás segura de que así es como quieres terminar las cosas entre ustedes? No es muy tarde para reconciliarte con él. Rio todavía podría estar por aquí en algún lugar.
– ¿Por qué te importa eso?
– Porque a ti te importa. – dijo Ersha. – Te conozco desde que eras pequeña, y nunca te he visto actuar con nadie como lo haces con él. Te quedaste a su lado hasta que despertó, y estabas muy preocupada cuando viste lo malherido que estaba. Él tiene un efecto en ti. Y después de hablar con él anoche, puedo ver por qué. Nunca pensé que existieran hombres como él.
– Bueno, si ese es el caso, ¿por qué no te lo quedas? – le gritó. Cuando Ersha no le respondió, Hilsa se giró para verla, y vio que la expresión de la pelirrosa se había vuelto más severa.
– ¿Segura que lo dices en serio? Puede que Rio sea el primer hombre que muchas de nosotras hemos conocido, pero también es una persona amable y dulce. Y el hecho de que también es muy apuesto también es un factor. Si él hubiese expresado interés en mí, no puedo decir con certeza que sería capaz de rechazarlo. Y estoy segura de hay más de una entre las demás que se sentirían de la misma manera. ¿Realmente estarías bien con eso?
La pregunta de Ersha cortó las defensas de Hilda como mantequilla, y se encontró incapaz de responderle. Había tomado la determinación de alejarlo, pero el pensamiento de que él estuviera con alguien más la hirió de una manera que no se esperaba.
– Bueno, tal vez sea mejor así. – dijo finalmente. – Si realmente es tan maravilloso, entonces tal vez debería estar con alguien que sea igual que él.
Alguien que no hubiera intentado sabotear la máquina de otra piloto por razones mezquinas, o que abandonaba a la gente una vez que ya no le fueran de utilidad.
– ¿De eso se trata? ¿Es porque crees que no te lo mereces? – preguntó Ersha. Hilda frunció el ceño y se alejó.
– Ya no quiero hablar de esto. – le dijo. – Recuerda, el entrenamiento empieza a las 0800 horas. No llegues tarde.
Al pasar junto a la papelera, Hilda arrojó su taza de café medio llena en ella. Lo último que necesitaba en ese momento era seguir abriendo esa herida de nuevo.
...
Apoyándose contra la pared para sostenerse, Emma avanzaba por el corredor destrozado dando tumbos. La cabeza le daba vueltas y la mitad de su cuerpo seguía dormida. Lo último que recordaba era que Maggie le había ofrecido un tranquilizante, pero eso había sido a media tarde y ahora era de mañana. Lo que fuera que Maggie le había dado había dejado a Emma totalmente noqueada, y tuvo la sensación de que no fue un accidente. Algo estaba ocurriendo y tenía la intención de averiguar qué era.
Pero primero, tenía que encontrar al Capitán Algren. No estaba en la enfermería, así que seguramente estaba en alguna otra parte de la base.
– Capitán. – llamaba. – Capitán Algren, ¿dónde está?
Al dar vuelta en una esquina, Emma no notó unas pisadas muy pesadas aproximándose hasta que ya estaban justo detrás de ella. Un chillido leve, un soplido de aliento caliente en su nuca, y Emma se quedó congelada. Al darse la vuelta, lo último que vio antes de desmayarse fue la enorme cabeza reptiliana abriendo su boca para exponer una mandíbula del tamaño de una caverna llena de colmillos filosos como navajas.
...
Al principio, su nueva estatura era genial, pero ahora se estaba volviendo un dolor ya que no dejaba de golpearse la cabeza contra el techo. No sólo eso, sino que Vivian se dio cuenta de que su cuerpo no se movía como de costumbre. Se sentía más como si anduviera como si fuera un pato en vez de caminar, y los pasillos parecían estar más confinados de lo usual. Desde una esquina, alguien apareció delante de ella.
«¡Oh-oh, es la Srta. Emma!» pensó Vivian. «Mejor actuar tranquila para que no averigüe sobre Rio.»
– ¡Hola, Srta. Emma! – le dijo.
Al hacerlo, la inspectora se quedó congelada, y se giró lentamente. Y en el momento en que le puso los ojos encima a Vivian, de repente lanzó un grito y se desmayó.
«Whoa, ¿qué le pasa?» se preguntó Vivian mientras intentaba alargar sus manos hacia ella. «¿Qué demo...?»
En lugar de manos, sus extremidades terminaban en unas garras, y entre sus dedos había una especie de tejido de piel palmeado parecido a las alas de un murciélago. Pero nada podría haberla preparado para lo que vio a continuación. A la derecha de la inspectora, un espejo de seguridad se había caído de la pared donde estaba colgado, y Vivian chilló al ver en la superficie pulida en forma de domo que un DRAGON le devolvía la mirada.
«¡No es posible!» pensó. «¿Se supone que eso soy yo?»
– ¿Qué fue ese grito? – dijo alguien. Vivian levantó la mirada del espejo justo cuando Pamela, Hikaru y Olivier emergían por otra esquina, y en cuanto las tres miraron a Vivian, todas gritaron también.
– ¡Chicas, esperen! – trató de decir Vivian. Se movió hacia ellas y las tres operadoras trataron de correr, aunque Pamela se tropezó con un trozo de escombros caídos.
– ¡Pamela! – gritó Hikaru.
– ¡Aléjate de mí! – chilló Pamela mientras comenzaba a arrojarle trozos de piedra a Vivian, que gruñía de molestia ya que las piedras rebotaban sobre su cuerpo. Justo entonces, un disparo resonó por detrás y sintió un ardor en su espalda.
– ¡AY! ¡¿Qué diablos?! – Miró por encima de su hombro, y vio a Rio corriendo hacia ella, con una pistola en mano y disparándole mientras corría. – ¡Rio, ya basta! ¡Soy yo! – le gritó mientras comenzaba a huir.
...
En cuanto el Goleta las pasó de largo, Pamela se rodó fuera de su camino mientras Hikaru y Olivier se pegaban a las paredes para evitar ser aplastadas. Al salir de la oficina de Jill, las tres habían tratado de encontrar a Salia cuando oyeron un grito en un corredor cercano. Lo siguieron y se encontraron cara a cara con un Goleta encima del cuerpo inconsciente de la Inspectora Emma. Casi las atrapó si no fuera porque nada más y nada menos que Rio vino corriendo a su rescate.
– ¿Estás bien? – preguntó mientras ayudaba a Pamela a levantarse.
– Uh, sí, claro. Gracias. ¿Qué hay de la inspectora? – preguntó ella. Rio se arrodilló junto a la Srta. Emma y le chequeó el pulso.
– Está bien, parece que sólo se desmayó. – anunció él. Deslizándole las manos por debajo, Rio la levantó entre sus brazos. – La llevaré de vuelta a la enfermería. Ustedes vayan y adviertan al resto.
– Buena idea. – accedió Pamela. Mientras Rio se daba la vuelta y corría con la Inspectora, Pamela y Hikaru se fueron corriendo hacia el búnker de emergencia cuando notaron que Olivier se estaba rezagando.
– Olivier, ¿qué estás haciendo? – preguntó Hikaru.
– ¡Oh, esto no es justo! – La operadora peliverde hizo un puchero. – ¡¿Cómo es que ella es la única que él lleva cargando?!
...
La última cosa que Emma recordaba fue a ese DRAGON que se alzaba sobre ella, con su boca abriéndose lentamente como si estuviera preparándose para atacar.
«¿Qué está sucediendo?» se preguntó. «¿Estoy siendo devorada?»
No se sentía como si estuviese siendo despedazada por dientes aserrados. En lugar de eso, se sentía como si un par de fuertes brazos la estuvieran sosteniendo contra un pecho delgado y duro. Sus ojos se abrieron y vio el techo encima de ella moviéndose rápidamente. Y fue entonces que se dio cuenta de quién eran los brazos que la sostenían, llenándola de alegría y alivio abrumadores.
«Capitán... usted... usted me salvó de ese horrible monstruo.» Ni siquiera cuestionó por qué no llevaba su uniforme, o por qué su cabello era de diferente color. Era suficiente para ella estar finalmente tan cerca de él, y se aferró a su salvador mientras la llevaba hacia un lugar seguro. «Oh, Capitán, usted es mi príncipe.»
...
Las repentinas alarmas que estallaron por todo Arzenal fueron otro golpe para una moral que ya había descendido peligrosamente debido a la fatiga, pérdidas y destrucción. Y en cuanto las sobrevivientes de la invasión de los DRAGONS dejaron lo que fuera que estaban haciendo, esperaron para escuchar cuál nueva amenaza les estaba cayendo ahora.
– ¡Atención a todo el personal! – anunció la voz de Pamela por el intercomunicador. – Esta es una alerta roja. Un DRAGON anda suelto dentro de Arzenal, de Clase Goleta. Todas las residentes deben asistir con su exterminación inmediatamente.
Aunque sólo era una amenaza menor, las Normas sabían que tenían que encargarse de él, y rápido. En el hangar, el cuerpo de Para-mails condensado se encontraba de pie frente a su nueva capitana, mientras Hilda les daba sus órdenes.
– Rosalie, Chris, ustedes revisen los dormitorios. Irma, Tanya, ustedes los hangares. Ange y Ersha revisarán el centro comercial. – Desde un corredor cercano, Salia venía corriendo para unirse a ellas. – Ya era hora. ¿Dónde está Vivian?
– No lo sé. – Salia jadeaba. – No estaba en nuestra habitación.
– No hay tiempo para esto. De acuerdo, tú ve con Ange y...
– Cancela esa orden. – interrumpió alguien. Detrás de Salia, la comandante Jill acababa de aparecer finalmente. – ¿Estás segura de que desapareció?
– Uh, sí, así es. – dijo Salia. Jill maldijo algo entre dientes y se giró hacia el resto de ellas.
– Escúchenme todas. Quiero a ese DRAGON vivo. Incapacítenlo si es necesario, ¡pero NO lo maten!
– ¿Te volviste loca? – gritó Ange. – Esa cosa nos va a...
– ¡Es una orden! – le espetó. – Salia, tú vienes conmigo. ¡Pero ya!
Salia frunció el ceño, pero no discutió y la siguió.
– ¿Qué diablos fue eso? – se preguntó Ange.
– ¿Quién sabe? – replicó Hilda. – Bueno, ya oyeron a la Comandante, ¡tenemos que atrapar a un DRAGON!
...
Todavía con la inspectora inconsciente en sus brazos, Rio irrumpió en la enfermería donde, para su alivio, encontró a Maggie en su escritorio.
– Oh, la encontraste. – le dijo la doctora, mientras Rio la colocaba en una cama de examinación vacía y Maggie sacaba una botella y una jeringa de su escritorio. – Bueno, eso es un alivio. Cuando me di cuenta que se había ido me temía que se fuera a encontrar contigo por accidente. – Sólo dame un momento y la pondré a dormir de nuevo.
– No te preocupes por eso. – dijo alguien. En la puerta, Jill acababa de aparecer, y detrás de ella estaba Salia en el pasillo, que desvió la mirada al ver a Rio por la vergüenza. – Maggie, consigue todos los inhibidores que puedas llevar contigo.
Los ojos de la voluptuosa doctora se ensancharon de sorpresa, pero asintió. – Bien, sólo déjamelo a mí.
– Tenemos problemas mayores que ese Goleta. – dijo Rio. – No puedo contactar a mi equipo. O fue que algo le pasó a la nave, o que los otros humanos han iniciado un apagón de comunicaciones sobre Arzenal. Como sea, tenemos que actuar.
– Estoy al tanto de eso. – dijo Jill. – Pero primero tenemos que atrapar a ese DRAGON. Y tenemos que hacerlo ahora.
¿Acaso la había escuchado bien? Rio no sabía qué estaba pasando, pero dudaba que Jill fuese a responderle si la presionaba.
– Está bien, como sea. Iré a ayudar a las otras. – dijo Rio, pero apenas había dado un paso cuando de repente oyó un click detrás de él. Se dio la vuelta y se encontró cara a cara mirando el barril del cañón manual de Jill.
– No puedo dejarte hacer eso. – dijo Jill. – Salia, mantenlo aquí. Si trata de huir, dispárale.
– Lo siento, Rio. – suspiró Maggie. – Pero esto es algo que no podemos arriesgarnos a que se salga.
– ¿Arriesgarse a qué? – exigió. – ¿Qué diablos está pasando?
Ninguna de las dos mujeres le respondió. Simplemente se marcharon mientras Salia sacaba su propia pistola y le apuntaba con ella.
– No lo hagas. – le ordenó.
– Salia, espera sólo un minuto.
– No tenemos nada que discutir. Tengo mis órdenes.
– ¿Te olvidaste de lo que hablamos anoche? Dijiste que ya no podías confiar en Jill. Está ocultando algo de nuevo, algo enorme. ¿Cómo puedes seguirle el juego con esto?
Salia sonrió con tristeza. Era una expresión tan vacía que dolía sólo verla.
– ¿Qué opción tengo? Esto es todo lo que me queda. Es todo lo que siempre he tenido.
– Salia... – Rio trató de decirle algo y acercarse, sólo para congelarse cuando ella le apuntó con más firmeza.
– Sólo no te muevas. – le ordenó con una mirada gélida. – No quiero dispararte, pero lo hare si tengo que hacerlo.
– Está bien, ya lo entendí. – dijo él alzando la mano. – No hay necesidad de hacer eso.
Salia entrecerró los ojos, pero tal como él esperaba estaba concentrándose en el brazo que tenía extendido. Así, ella no se percató de que él estaba canalizando la Luz de Mana con su otra mano. Con un movimiento de su muñeca, la botella de polvo desinfectante que estaba sobre la mesa salió volando y la golpeó en la cara, salpicándola de polvo blanco por todos lados mientras empezaba a toser y estornudar. Rio tomó ventaja de la distracción y la agarró de la mano que sostenía el arma, retorciéndola para obligarla a soltarla y luego la sujetó contra el suelo. Mientras él buscaba suprimir su propia tos, arrojó el arma por la ventana antes de salir corriendo.
«¡Vaya día!» pensó mientras gruñía. «Y ni siquiera es hora del almuerzo.»
...
Afortunadamente, Rio había decidido no perseguirla, y Vivian no se encontró con nadie más mientras salía huyendo y se escondía en el comedor. Los disparos de su pistola no le habían hecho daño, pero aun así le dolieron. Con el ardor en la espalda, lentamente arrastró su pesado cuerpo bajando por la escalera del comedor y sintió que su estómago le gruñía.
– Me muero de hambre. – gimió. – ¿Por qué me está sucediendo esto?
Mientras pasaba por el mostrador donde servían el almuerzo, un olor familiar le llegó por el aire. ¿Sería lo que pensaba que era? Se trepó torpemente por encima del mostrador, dirigiéndose hacia una olla que había sido dejada sobre la estufa.
– ¡Sabía que había olido curry! – Habían dejado una cuchara y ella trató de recogerla, pero con sus enormes garras no podía sujetarla. – ¡Oh bueno, supongo que tendré que comérmelo allí!
Metiendo su hocico entre la olla, Vivian comenzó a comer y estaba disfrutando tanto del sabor picante y delicioso, que no se dio cuenta que tenía compañía hasta que una bala rebotó en el gabinete que tenía junto a su cabeza, haciéndola soltar la olla y derramar su contenido por todo el suelo.
– ¡Cálmate! – gritó una voz. – ¡Recuerda que la Comandante lo quiere vivo!
– ¡Por eso lancé un disparo de advertencia!
Desde fuera del área de servicio, dos figuras le estaban apuntando con rifles de asalto.
– ¡Ange! ¡Ersha! – Trató de hablar, pero todo lo que le salía era un chillido.
– ¡No te muevas! – le advirtió Ange. Al darse cuenta que ninguna de las dos podía entenderla, Vivian saltó fuera de la cocina y echó a volar hacia una ventana cercana. Las balas seguían impactando en las paredes y el suelo detrás de ella mientras salía de allí.
– ¡Oh diablos, ¿ahora qué?! – Se dio cuenta entonces que se encontraba en el aire. Justo en ese momento, una memoria se desató en su cabeza, y por reflejo expandió sus alas y atrapó el viento ascendente para elevarse hacia el cielo. – ¡Whoa! ¡De verdad estoy volando!
Esto era genial, Mientras se elevaba más alto sobre Arzenal, dos figuras familiares con cabello rubio emergieron desde unas escaleras, Rio y Ange.
– ¿Qué voy a hacer? – se preguntó. – ¿Cómo puedo mostrarles quién soy?
Si tan solo pudiera hacer algo para hacer que la reconocieran. Un momento, tal vez había una forma.
...
Luego de enviar a Ersha a buscar a las demás, Ange continuó la persecución hasta el nivel superior de Arzenal. Por el camino, se topó ni más ni menos que con Rio, cuya ropa estaba cubierta de polvo blanco.
– ¿Qué diablos te pasó?
– No preguntes. – le dijo él. – ¿Dónde está el DRAGON?
– Volando allá arriba en círculos. La Comandante Jill quiere que se lo llevemos vivo por alguna razón.
– Eso escuché. – dijo él mientras salían hacia el patio de Arzenal. Encima de ellos, el DRAGON estaba efectivamente circundando, y Ange le apuntó con su arma cuando de repente comenzó a chillar.
– ¿Qué está haciendo? – se preguntó Rio. Mientras observaban, Ange de repente reconoció el ritmo de los sonidos que la criatura estaba haciendo.
– Esa es mi canción. – dijo ella. ¿Estaba intentando comunicarse? ¿Y cómo sabía su canción? Ange bajó su pistola y dio algunos pasos al frente para intentar algo.
Kaesan el ragna
Suna dokei wo
Toki wa afuren
Lulala lila
Las dos voces se mezclaron juntas hasta que casi parecía que estaban cantando un dueto. ESTABA tratando de comunicarse con ellas, ¿pero por qué?
– ¡Ange! – Una voz la llamó de repente en su cabeza, y Ange ahogó un grito del shock. ¡No podía ser! Corriendo a toda prisa, Ange se trepó encima de una roca que sobresalía del cráter que quedó tras el ataque que desintegró toda la esquina oeste de Arzenal, y continuó cantando.
Iku oku amata no Inochi no honoo
Sururi Ochite wa hoshi ni
...
Mientras Ange continuaba cantando, Rio no podía creer lo que estaba viendo. ¿Qué era esa canción? ¿Y por qué parecía estar en el centro de todo lo que sucedía últimamente? Detrás de él, unas pisadas hicieron eco desde las escaleras, y se dio la vuelta justo a tiempo para ver a Hilda junto a Momoka y el resto del primer escuadrón emergiendo.
– ¿Qué está haciendo esa idiota? – se preguntó Hilda.
– ¡Esperen un minuto! – les advirtió. – Ella lo tiene controlado.
– Bromeas, ¿verdad? – preguntó Rosalie apuntando con su pistola, cuando de repente el suelo junto a su pie explotó. Rosalie lanzó un chillido y saltó hacia atrás, mientras Ange volvía a enfocar su atención con el DRAGON.
– ¡¿Quieres quedarte tranquila?! – le gritó. – ¡Yo me encargo!
– ¿Esa zorra me acaba de disparar? – chilló Rosalie, mientras Salia, Maggie y Jill se unían al grupo.
– ¿Qué está pasando? – tosió Salia. Ahora el DRAGON venía descendiendo para aterrizar en frente de Ange, y Jill les indicó a todas que mantuvieran su posición.
– Que nadie dispare. – les indicó mientras miraba al grupo que observaba el encuentro de Ange. – Maldición. Bueno, ya no se puede evitar.
– ¿Evitar qué? – preguntó Rio. – ¿Qué diablos está pasando aquí?
Mientras el DRAGON se detenía en frente de Ange, la chica alargó la mano para tocarle el hocico, cuando de repente explotó en una nube de vapor.
– ¡Aquí hay una pregunta para ustedes! ¿Puede alguien decirme por qué me convertí en un DRAGON?
¿Esa voz? No podía ser. Dentro del vapor, la silueta de una pequeña figura se hizo visible, y el viento comenzó a dispersar la nube hasta revelar a una pequeña niña desnuda, de pie donde antes estaba el DRAGON.
– ¡Vivian! – jadeó Ersha.
– ¡Qué diab...! – Rio iba a preguntar algo cuando alguien le puso las manos en los ojos.
– ¡No mires, pervertido! – le gritó Chris.
– ¡¿Bromeas?! ¡¿Qué clase de hombre crees que soy?! – le gritó él quitándosela de encima.
– Esperen... – dijo Vivian. – Tal vez... ¿yo era un DRAGON todo el tiempo? ¿O una Norma? ¿Cuál de las dos? ¡Oh-oh! ¡Tengo algo de miedo!
Vivian comenzó a llorar, y Ange se adelantó para abrazarla.
– Está bien. – le aseguró. – Ahora estás a salvo.
Entretanto, los demás comenzaron a reunirse alrededor de ambas.
– ¿Qué pasó? – se preguntó Momoka.
– ¿Me estoy volviendo loca? – se preguntó Rosalie. – ¿O acaso Vivian acaba de salir de un DRAGON?
– Si tú estás loca, yo también. – Hilda estuvo de acuerdo. Mientras observaban, Maggie se acercó a donde estaban Ange y Vivian, y abrió su botiquín médico, del cual sacó una pistola inyectadora que sin tardanza le puso en el brazo a Vivian. La niña dio un grito ahogado y luego cayó de espaldas encima de Maggie, que la envolvió en su bata médica antes de levantarla.
– No se preocupen. – les aseguró a todos. – Me aseguraré que esté bien.
Mientras Maggie pasaba junto a él, la mente de Rio seguía tratando de procesar todo lo que acababa de suceder. Entretanto, la atención de Ange parecía estar enfocada en otra cosa.
– Hey, ¿qué sucede? – preguntó. Cuando Ange no le respondió, Rio se unió a ella, y vio que estaba mirando hacia el centro del cráter del impacto, donde estaban los últimos cadáveres de DRAGONS en medio de un foso que habían excavado, siendo quemados. Luego se dio cuenta y murmuró: –Vivian se convirtió en un DRAGON.
– Y la piloto de esa unidad roja era una chica humana. – añadió Ange. Los dos se miraron entre sí, y expresiones de terror aparecieron en sus rostros.
– ¿Lady Angelise? – preguntó Momoka. – ¿Sr. Rio? ¿Qué está sucediendo?
Sin decir una palabra, Ange saltó del borde y se deslizó colina abajo por el cráter, con Rio siguiéndola. En verdad esperaba con todas sus fuerzas estar equivocado sobre esto.
– ¡Hey! – oyó gritar a Hilda. – ¿Qué están haciendo ustedes dos?
Al llegar al fondo, Rio y Ange corrieron hacia el foso, donde Jasmine y Vulcan observaban la destrucción de los cuerpos. Al aproximarse, Vulcan les ladró con alarma, y los ojos de Jasmine se ensancharon de .
– ¡Deténganse! – les gritó. – ¡No se acerquen aquí!
Intentó bloquearlos, pero Rio la apartó de un empujón, y tanto él como Ange sintieron un horror enfermo al ver lo que estaba frente a ellos. En el foso ardiente había cadáveres que lentamente se volvían cenizas, la mayoría de los cuales eran de DRAGONS, pero unos cuantos tenían forma humana. Y al observar más detenidamente, algunos de los DRAGONS cambiaban de forma a medida que ardían, adoptando una apariencia humana delante de sus ojos. Justo como sucedió con Vivian. Detrás de ellos, Hilda y las otras ya los habían alcanzado.
– ¿Qué pasa con...? – La voz de Hilda se detuvo en un grito ahogado, en cuanto ella y las demás vieron la misma pesadilla que estaban atestiguando él y Ange.
– Qué... ¿qué es esto? – dijo Ersha temblando.
– La misma vieja historia. – dijo una voz detrás de ellos riéndose. El grupo se giró y vieron a nada más y nada menos que la Comandante Jill acercándose. – Los humanos son monstruos en más de una forma. ¡Sorpresa!
Junto a él, Ange de repente cayó de rodillas en shock, y una furia desmedida comenzó a arder dentro de Rio, que se dio la vuelta y corrió para agarrar a Jill por el cuello de su camiseta.
– ¿Qué es esto? ¡¿Qué diablos significa esto?! – le gritó. Jill sólo se rio, y Rio apretó los dientes mientras echaba atrás su puño.
– Adelante, golpéame si quieres. – lo retó ella. – Pero eso no cambiará nada.
Rio sintió que el cuerpo le temblaba, y con un gruñido asqueado simplemente la alejó de un empujón.
– ¿Realmente importa si tu enemigo es un humano o una bestia? – preguntó ella mientras se acomodaba su uniforme. – Al final todavía te pagarán por ello. ¿No es así, Ange?
De vuelta en el foso, Momoka intentaba ayudar a su ama a levantarse, mientras Ange se limpiaba la boca.
– ¡Vete al infierno, maldita perra! – le gruñó. – ¡Ya he terminado con todo! ¡Con los DRAGONS! ¡Con Villkiss! ¡Y con esa mierda de Libertus también! ¡Así que por mí puedes ir y JODERTE!
Jill simplemente se encogió de hombros y se dio la vuelta.
– Si prefieres ser el juguetito de Dios, adelante.
En cuanto la Comandante se alejó, Rio y las otras se dieron la vuelta hacia el foso en llamas. Por fin la verdad había sido revelada, y era incluso peor de lo que pensaron.
...
El olor de carne ardiendo fue demasiado incluso para Jill, así que decidió dar una caminata por uno de los valles boscosos que rodeaban la costa norte de Arzenal que había sobrevivido al ataque. El olor de los árboles le recordaba a su niñez en Galia, específicamente la propiedad en los bosques de su madre, una de las consortes del Emperador de Galia. Acorde con lo que había descubierto la inteligencia de la Network, su padre la había ejecutado por traición luego de enviar a Jill a Arzenal. Sólo la primera en una larga lista de personas cuyas vidas habían sido extinguidas por culpa de ella.
– ¿Así que soy un dios? – preguntó una voz de repente. Una voz muy familiar.
Jill se giró justo a tiempo para ver una figura en un traje verde y con un largo cabello rubio emergiendo desde detrás de un árbol.
– Qué interesante. No recuerdo haberme llamado a mí mismo por ese nombre. Pero supongo que yo te creé, así que creo que puedo permitirlo.
En un borrón blanco, Jill arrojó su capa y desenfundó su magnum, disparándole dos veces a quemarropa sólo para que las balas atravesaran la ilusión antes de encajarse en el tronco del árbol detrás de él.
– ¡Embryo! – siseó furiosa.
– Te ves hermosa cuando te enfadas, Alektra. ¿O debo llamarte Comandante Jill ahora? – Los ojos de Embryo cambiaron ligeramente, y su sonrisa enfermiza se ensanchó aún más. – Ah, por fin están aquí.
Por todo Arzenal, una campana comenzó a resonar mientras múltiples ventanas de Mana se abrían por toda la base.
– Este es un mensaje de la Armada de Ayuda Internacional del Comité de Control de Normas. Queremos agradecerles a todas por combatir contra los DRAGONS. En unos minutos, iniciaremos su rescate. Por favor tengan paciencia mientras iniciamos los protocolos de evacuación.
El aviso distrajo la atención de Jill, y cuando se dio la vuelta, Embryo había desaparecido. Con una furia gélida impulsando cada paso, Jill se giró y corrió hacia el búnker de comando de emergencia.
Era ella contra el mundo. Y eso le sentaba bien a Jill.
...
Mientras el Libra se abría camino lentamente a través de las alas, la fuerza de ataque que se había unido a él formaba una barrera de armadura y poder de fuego impenetrable, entre él y cualquier resistencia que las Normas pudieran lanzarle. Compuesta de una docena de cruceros de batalla reclutados de cada una de las armadas marinas de las seis naciones, la flota rodeaba a la nave insignia en un despliegue que parecía demasiado grandioso para una simple misión de recuperación. Pero si las Normas estaban en una alianza con una organización terrorista, Julio no iba a arriesgarse. Había recibido una segunda oportunidad de absolver a su familia de la vergüenza, y no iba a permitir que se la arruinaran de nuevo.
Sobre la torre de comando del Libra, el Sacro Emperador de Misurugi supervisaba personalmente la operación desde una silla especial que ordenó que se instalara en el puente durante el viaje. A su lado, como siempre debía estarlo, Riza se encontraba de pie lista para obedecer cualquier petición que le hiciera.
– ¡Su Majestad! – anunció el oficial al mando desde la consola de control. – Arzenal está a la vista.
– Procedan a hacer el atraque, Almirante. – anunció Julio. Por dentro se rio, mientras pensaba: «Muy bien, querida hermana... parece que esta será nuestra última reunión...»
Esta historia continuará...
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