Capítulo 5
"Festival de las Estrellas día 2"
Estuvieron caminando en silencio un buen rato, sin incomodidad, sólo dejándose fluir por la magia del momento. Aion presionó suavemente su mano sobre la de ella, y por un momento quiso apartarse creyendo que lo que estaba haciendo no estaba bien.
—Ya casi comienza —murmuró Aion.
—¿Qué cosa? —le preguntó Aurora curiosa.
Aion soltó su mano y le indicó que lo siguiera. Los pasos que daba él eran mucho más rápidos y la podría haber dejado atrás si no fuera porque Aurora hizo un poco de trampa y se impulsó con su magia. Cuando Aion se detuvo, ella también lo hizo, casi chocando contra su espalda por la acción inesperada. Ella no veía más que una pared de ladrillos mal posicionados que no los llevaría a ningún lado. Antes de que pudiese formular su pregunta, él la tomó entre sus brazos y la levantó hasta que quedó de pie sobre la pared.
—¿Qué haces? —le reclamó ella.
Además, ¿cómo es que tenía tanta fuerza?
—Sígueme o no llegaremos a tiempo.
—¿¡A dónde!? —le gritó debido al ruido de la gente que se comenzó a escuchar.
Todo el momento mágico entre ellos se había roto debido a la impulsividad de Aion, esta vez Aurora quería zarandearlo hasta que respondiera a sus preguntas. Sin más remedio, lo siguió a trote, saltando cajas, rejas y barriles a su paso. Ella estaba segura de que se habían alejado del festival y se estaba poniendo nerviosa. Desde atrás veía cómo el cabello rebelde de Aion se movía hacia todos lados y que saltar grandes obstáculos no le provocaban ni una pizca de esfuerzo.
Aion giró hacia la derecha y comenzó a subir una escalera de piedras. Ni siquiera se giró para comprobar si Aurora estaba bien o lo seguía sin problemas. Quería usar su magia y exigirle respuestas, pero... en el fondo correr como si estuvieran escapando de algo la entusiasmaba.
Por fin Aion se detuvo y la observó con una sonrisa entre divertida y maliciosa. Aurora lo miró enojada, o bueno, fingió estarlo. Él la tomó de la mano y la dejó a la misma altura de él. Aion pegó su vista al frente y Aurora siguió su mirada. De pronto, un espectáculo de fuegos artificiales comenzó a iluminar el cielo con forma de tréboles brillantes y destellos de colores un tanto románticos.
—Wow, es hermoso —susurró Aurora con miedo a perderse cada detalle. Sentía que gracias a Aion, tenían la mejor vista, ya que desde esa altura se podía ver todo el espectáculo.
—Esta es mi parte favorita del festival —le confesó él—. Me recuerda que nunca debo olvidar cuál es mi verdadera misión en este mundo. Un poquito de color en ese cielo tan oscuro trae alegría a la vida de todos.
Aurora lo observó con detención.
Latido.
Latido.
Latido.
El se volteó hacia ella.
—Lo siento, no quería sonar tan cursi —un leve sonrojo cubrió las mejillas de Aion.
—No te avergüences. —Le dijo ella suavemente.
Más fuegos artificiales iluminaron la noche, y en ese momento Aion se acercó aún más hacia Aurora. Ella podía sentir que la punta de su nariz casi rozaba la de él. Podía sentir su respiración tibia mezclándose con la respiración de ella. Se quedó inmóvil esperando lo que pasaría a continuación. Cerró los ojos deseosa de sentir los labios de Aion sobre los de ella, pero eso nunca llegó. Abrió los ojos confundida y descubrió que él la miraba divertido.
—Tenías una pelusa en la mejilla, sólo quería sacarla —le murmuró sin despegar sus ojos de los de ella.
Aurora sintió todo su rostro e inclusive su cuello, rojos. La vergüenza la consumió y miró hacia todos lados menos a él. Creyó que la besaría... maldición, debió haberse visto patética. Cuando se iba a dar la vuelta para enfrentarlo y decirle que no era lo que él pensaba, casi se resbala, pero para su suerte y sorpresa Aion la sujetó y cuando la atrajo hacia él, en un movimiento completamente inesperado, estampó sus labios contra los de ella.
Aurora no se movió, y le costó procesar lo que estaba ocurriendo. Pero, no pasó mucho hasta que correspondió al beso y pegó su cuerpo más al de él. Sintió que el beso era el más mágico que le habían dado y que no quería que acabara nunca. Aurora cerró sus ojos y envolvió sus manos entre sus cabellos rebeldes.
Ambos se separaron en busca de aire y sonrieron ante lo que acaban de hacer, quedando sólo ellos sumergidos en una burbuja mágica ajenos a todo lo que ocurría en el Festival de las Estrellas.
+++
Aurora no dejaba de tararear una melodía alegre que se había inventado, mientras sacaba algo para comer del refrigerador.
La noche de ayer había sido mágica y no podía evitar sonreír como una tonta. No podía decir lo mismo de sus compañeros, Vanessa, Magna, Luck y el capitán Yami se encontraban tirados en el sofá durmiendo por lo borrachos que habían llegado anoche. Después de los fuegos artificiales, Aion tuvo que irse prometiéndole a Aurora verse de nuevo esta noche, es por eso que estaba tan alegre.
Sacó un pan y le echó un embutido dentro. Se sentó a comérselo mientras cavilaba por sus pensamientos.
—Buenos días señorita Aurora.
—¡Buen día Asta! —lo saludó ella fervientemente—. ¿Disfrutaste anoche del festival?
—Sí. Estuve con Noelle, Yuno y Mimosa compitiendo por quién era el más fuerte —al decir esto último, se observó los músculos de sus brazos con orgullo.
—No cabe la menor duda de que eres el más fuerte —lo elogió ella.
—Gracias señorita Aurora, he trabajado duro para algún día poder convertirme en el próximo Rey Mago.
La mención del Rey Mago tensó a Aurora, pero después siguió como si nada.
—¿Irás esta noche otra vez? —le preguntó ella.
Asta asintió.
—Conocimos a dos amigos de otra ciudad y se la mostraremos antes de que regresen.
—Disfruta mucho Asta, que después volveremos a las misiones y se nos acabará toda esta diversión —dijo apenada, pero más por la sensación de no ver a Aion.
—¡Sí!
Aurora sabía que pocos serían los que volverían al festival el día de hoy, dada la expresión de cansancio que veía en sus rostros durmientes, así que se preparó para volver a la Ciudad Real. Como Finral no había regresado a la base, tendría que ir con la ayuda de su propia magia.
Aion la había citado un poco más temprano, por lo que le quedaban unas horas antes de que eso sucediera. ¿Qué se pondría el día de hoy? ¿Debería ir normal? ¿Más provocativa? ¿Menos maquillada? La inseguridad nunca había sido una sensación que sentía a menudo, pero ahora esa sensación la embargaba. Quiso pedirle ayuda a Vanessa, pero optó por dejarla descansar. Subió hasta su habitación y abrió la puerta de su ropero. Sus vestidos y ropa eran en su mayoría negras o blancas. Negro con verde, negro con rosa, negro con amarillo... casi todo era negro. Exhaló derrotada. Finalmente se decidió por usar una chaqueta azul con tonos naranjas y un broche de esmeralda debajo del cuello de la chaqueta con la que se le cerraría. Usaría una camiseta negra debajo y un pantalón negro para poder volar más cómoda. A su atuendo le sumó unos pendientes largos y una diadema de flores entre naranjas y amarillas con una joya de fantasía en el centro de cada flor. Peinó un poco más su flequillo despeinado y asimétrico que caía naturalmente en el centro.
Aurora entrenó un poco para calmar sus nervios y después fue a darse un baño. Una vez preparada para su cita, aunque no era una oficialmente, dejó la base de los Toros Negros y se elevó en el cielo con gracia. La brisa acariciaba su rostro lo suficientemente fuerte como para que echara una maldición por lo que le había costado mantener su rebelde melena en su sitio.
Al llegar a la ciudad, descendió con suavidad en un callejón cercano al lugar acordado. Le sorprendió notar que el festival poco a poco comenzaba a cobrar vida. Mientras caminaba hacia el punto de encuentro, se ajustó la diadema de flores con dedos nerviosos y se recordó a sí misma que todo saldría bien.
Cuando finalmente llegó al punto de encuentro, vio a Aion esperándola con una sonrisa cálida.
Latido.
—Hola, Shiny. —Antes de que Aurora le devolviera el saludo, se fijó en cuatro pares de ojos que la observaban con curiosidad detrás de Aion. Él se tocó la nuca nervioso—. Les prometí que los llevaría al festival y pues... no me dejaron de insistir para que los trajera hoy... lo siento mucho —murmuró.
Sin duda que ver a cuatro niños detrás de Aion la sorprendía y mentiría si dijera que no quería pasar tiempo a solas con él, pero la idea de andar con niños no le desagradaba tampoco. ¿Tal vez disminuía sus nervios?
—¿Son tus hermanos? —le preguntó ella mientras se hincaba para saludarlos. Los niños no parecían tener más de seis años.
—No. Son niños que viven en la parroquia, yo los visito de vez en cuando —dijo esta vez más relajado.
La inocente pregunta de una niña hizo que se sonrojara.
—¿Tú eres la novia del tío Aion?
Aurora puso una expresión de incomodidad y quería que la tierra se la tragara allí mismo.
—Paloma, esas preguntas no se hacen —le reprendió Aion, pero cuando Aurora lo miró, éste sonreía como formando parte de ese juego.
¿Lo habrá planeado para ponerla nerviosa? Porque lo había logrado.
—No soy su novia —le respondió ella tímidamente.
—Que bueno, porque yo me casaré con el Tío Aion cuando sea más grande —le prometió con determinación la pequeña. Aurora quiso reír, pero creyó que a Paloma no le gustaría que se burlara de ella, por lo que solo asintió como diciéndole «es todo tuyo».
Aion comenzó a presentárselos con entusiasmo, como si fueran las estrellas de esta noche:
—Estos son Paloma, Leo, Elias y Jack.
Aurora los saludó, aunque parecían estar un poco tímidos por su presencia. El corazón de Aurora pareció derretirse ante la imagen de Aion junto a esos niños, que se agarraban de su pantalón buscando seguridad. Sin duda que no imaginaba presenciar esta escena tan adorable.
Aurora siguió a Aion, quien le había dicho que llevaría a los niños a varias atracciones. Los pequeños le seguían emocionados y apretaban sus manitas para contener su alegría. Ella sonrió y por un momento olvidó que era una chica que entrenaba y vivía de las misiones que formaban parte de una orden de caballeros mágicos. Por un momento olvidó que los años anteriores no se preocupó mucho por ella misma, de disfrutar sin pensar en nada más. Y ahora sentía que comenzaba a hacerlo...
Cuando Aion la sorprendió absorta en sus pensamientos, le dio un toque suave en la mejilla, para traerla a la realidad.
—¿En qué piensas, Shiny? —le preguntó interesado.
—En nada —mintió algo ruborizada—. Vamos.
—Niños, no se separen de nosotros o no habrá premios esta noche —les dijo Aion seriamente, pero al instante una sonrisita ladeada apareció en su rostro—. Y si no toman la mano de la tía Aurora, tampoco habrá premio.
Enseguida Jack y Elias tomaron de la mano a Aurora. Aurora sintió un roce tibio y se tensó por unos milisegundos debido a la sensación, sin embargo, se las apretó fuertemente para que no se perdieran.
Luego de una mirada de complicidad que Aion y Aurora se dieron, los seis se dirigieron hacia el primer juego.
Continuaron explorando el festival, los niños emocionados por cada atracción, y Aurora sintiendo cómo su corazón latía de una manera distinta, una mezcla de nerviosismo y alegría al estar junto a Aion y los pequeños. A medida que se subían a los juegos y compartían risas, Aurora se daba cuenta de que disfrutaba no solo de la compañía de Aion, sino también de la de los niños.
En medio de las luces brillantes y el bullicio festivo, Aion y Aurora compartieron miradas de complicidad, como si entendieran un secreto que sólo ellos conocían. La sensación de estar en una burbuja mágica rodeada de risas infantiles y la presencia reconfortante de Aion hacía que el tiempo pareciera detenerse.
—¡Tía Aurora! ¿Puedes comprarme de ese algodón de azúcar? —le pidió un emocionado Elias.
—¡Elias! —le reprendió Aion—. Yo puedo comprártelo, no necesitas pedírselo a Aurora.
—Lo siento, tía Aurora —Elias bajó su mirada arrepentido. Aurora negó con la cabeza mirando a Aion y luego se dirigió con una sonrisa hacia Elias—. Claro cariño, te lo compraré.
—¡Nosotros también queremos, tía Aurora! —pidieron los demás al mismo tiempo.
—¡Niños! —Aion les dio un suave golpecito en sus frentes.
—Ya ya, está bien Aion. Quiero hacerlo.
Aion se le quedó mirando entre dudoso de si dejar que ella gastara dinero en los niños, y a la vez sorprendido de que Aurora accediera a hacerlo con una sonrisa de completa felicidad en su rostro.
A medida que avanzaban de una atracción a otra, los niños se volvían más cercanos, contándole a Aurora sobre sus sueños y emociones. Paloma, con su energía inagotable, le contaba historias imaginarias, mientras Leo y Elias competían amistosamente en cada juego. Jack, el más callado, le mostraba a Aurora su colección de piedras brillantes que guardaba en el bolsillo, que según lo que el mismo dijo, servirían para descubrir un gran tesoro que se encontraba bajo tierra.
Aurora no pudo evitar notar cómo Aion interactuaba con los niños con ternura y paciencia, como si fuera un faro de luz en sus vidas. Su corazón latía con fuerza cada vez que veía a Aion compartir sonrisas y risas con los pequeños, y en esos momentos, se preguntaba si también latía así por él.
Después de las emociones de los juegos, decidieron descansar en una zona tranquila del festival. Sentados en bancos, compartieron golosinas y anécdotas.
El corazón de Aurora latía con incertidumbre y emoción, sentía que algo, por muy pequeño que sea, podría estar floreciendo entre ellos.
El cielo nocturno estaba adornado con estrellas brillantes, reflejando la magia que envolvía el Festival de las Estrellas. Aion miró a Aurora con una expresión suave y le ofreció su mano. Aurora tomó la mano extendida de Aion, sintiendo cómo la magia los envolvía.
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