Capítulo 18
"Entrenamiento y preparación"
Después del intenso entrenamiento que Fuegoleon Vermillion, Mereoleona Vermillion y el capitán Yami les dio a los Toros Negros y los Leones Carmesí, estaban todos exhaustos. Habían tenido que subir una pendiente rocosa sobre un volcán de lava, para así poder controlar su maná. Aurora había sudado de los nervios al imaginarse cayendo lenta hacia una muerte inminente, dónde podría terminar toda chamuscada. Afortunadamente, tanto ella como sus demás compañeros lo lograron, incluso Asta, quien, para su sorpresa, le había nacido desde sus omóplatos un ala de color negra recordándole un poco a la apariencia de un demonio. Ella no los había visto en la vida real, pero sí en algunos dibujos de unos libros que leyó cuando intentó mejorar el poder de su magia. Asta era un chiquillo de tan buen corazón, sin embargo, si las personas comunes lo vieran así, podrían asustarse y entrar en pánico. Ahora entendía el por qué podrían atribuir la magia oscura con el poder de la antimagia de Asta.
—¡Auch!
—¡Lo siento mucho Finral!
Detrás de ellos se escuchó la risita divertida de Vanessa.
Después del entrenamiento, se habían puesto una ropa más cómoda y subieron al tejado de tal forma que Henry les había habilitado una pista de baile algo similar a lo que encontraría en el castillo.
Honestamente, se le daba fatal. Era la quinta vez que pisaba con sus tacones los torpes pies de Finral. Y a propósito de eso, ya le dolían los pies por estar practicando con ellos, pero Vanessa había insistido en que sería lo mejor, dado que sólo faltaba un día para que llegase el momento de asistir al baile.
Henry también observaba la vergonzosa situación en la que se encontraba Aurora desde una distancia en la que no pudiese robarles poder mágico.
Lo estaba intentando, realmente lo intentaba, pero parece que el vals y los bailes tan sofisticados no eran lo suyo.
—Empecemos de nuevo —le dijo él.
Aurora asintió con las mejillas sonrosadas, producto del esfuerzo y de la vergüenza.
—Soy una mala bailarina, ¿verdad? —sus hombros bajaron desanimados.
Finral le sonrió.
—No, te tomará un poco más de tiempo, pero te mueves bien.
Esperaba que eso fuera cierto y no se lo dijera únicamente para no desanimarla. Mientras tanto, Vanessa hacía de vez en cuando comentarios sobre sus movimientos mientras se llevaba un trago de vino a la boca. Aunque a Aurora no le servía de mucho, ya que no lograba captar hacia donde tenía que moverse.
Finral resultó ser un profesor muy comprensivo y paciente con ella. Mientras seguían practicando, le mostró a Aurora cómo colocar sus pies, cómo moverse al compás de la música y cómo mantener la elegancia en cada paso. Trataba de hacerla sentir cómoda y le recordaba que lo importante era disfrutar.
—Vamos Aurora, intenta sentir la música, sigue mi ritmo —le indicó Finral, tomando suavemente sus manos. Finral era un bailarín excelente, Aurora lo envidió por mantener tales movimientos fluidos y sin ni un poco de nerviosismo.
Aurora asintió y trató de dejarse llevar. Los primeros intentos fueron torpes, con algunos tropezones y risas nerviosas. Sin embargo, a medida que avanzaban, Finral notaba una mejora en la coordinación de Aurora.
—Recuerda, la clave está en la conexión. Deja que la música te guíe, y yo estaré aquí para acompañarte —le aseguró Finral, mirándola con una sonrisa alentadora.
Aurora frunció el ceño por la concentración. Finral le explicó algunos pasos básicos del vals y otros movimientos elegantes. Cada vez que Aurora cometía un error, él la corregía con suavidad, asegurándose de que no se desanimara.
—Así, un paso a la derecha y luego un giro suave. Mantén la postura y sonríe, estás haciendo un buen trabajo —la alentó.
—Tú puedes Rory —la alentó Vanessa.
—Yo puedo —murmuró ella.
Era mejor manejando sus cuchillas que manejando sus torpes pies, pero sintió que lo estaba logrando, que cada paso, y cada giro, ya no le suponían un gran esfuerzo.
—¡Eso es! Estás mejorando, Aurora. Ahora, intentemos algo un poco más complicado —propuso Finral, llevándola a un giro más elaborado.
Aurora seguía sus indicaciones, y a medida que avanzaban en la lección, los dos se sumergieron en la magia del baile. Esta vez sonreía orgullosa de estar lográndolo. Los pies de Aurora ya no tropezaban con los de Finral con tanta frecuencia, y su confianza iba en aumento.
—Creo que ya estás lista para el Baile de Máscaras —le dijo Finral.
Aurora inhaló un suspiro, habían estado varias horas practicando en el techo. El estómago de Finral emitió un rugido.
—Gracias, Finral —lo abrazó ella sonriendo—. Te prepararé algo de comer, tu estómago acaba de hablar.
Finral rio.
—Es que no estoy acostumbrado a entrenar —dijo nervioso.
Aurora se giró hacia Henry, que la observaba con una sonrisa cómplice.
Lo lograría, esperaba que Julius no la rechazara esta vez.
+++
Hoy era el día. Esta noche sería el Baile de Máscaras y vería a Julius después de su último encuentro. Estaba nerviosa, temía no reconocerlo debajo de aquellas máscaras, temía olvidar las enseñanzas de baile de Finral cuando estuviera en el castillo. Francamente no quería hacer el ridículo y mucho menos fracasar con el primer paso para conquistar el corazón de Julius. Estaba tan decidida... bueno, lo estaba hasta que esos pensamientos considerando el fracaso se agolpaban torpemente en su mente.
No debería ser tan difícil, ¿cierto? Tan sólo debía asistir al baile, encontrar a Julius, proponerle bailar con ella y hablar. Nada más que eso. Y claro, confesarle lo que sentía. Podría decirle que lo amaba, o tal vez que se había enamorado de él cuando tuvieron su primer beso. Temía que le pareciera demasiado ingenua. No, si dudaba de sí misma entonces sí que habría una posibilidad para el fracaso.
Mientras entrenaban a los pies del volcán -nuevamente-, Aurora sin querer escuchó la conversación que Mereoleona y el capitán Yami estaban teniendo.
—Sería una buena idea traerlo y que les enseñe a los chicos. Siento que ha estado de un mal humor desde ayer —le decía el capitán Yami.
—Por eso nunca quise estar al mando de ninguna orden, sólo trae dolores de cabeza.
—¿Crees que sea por el estrés de los sucesos recientes?
Mereoleona se quedó pensando.
—Podría ser. Sin embargo, Julius rara vez anda con ese humor. Ya sabes... tiene una personalidad un tanto infantil.
¿Julius?
Mientras intentaban mantener el control total de su maná, Aurora se acercó un poco más sin levantar sospechas.
—Aunque traerlo aquí le recordaría lo que estamos a punto de enfrentar, eso lo estresaría más —reflexionó el capitán Yami.
—Puede que tengas razón —estuvo de acuerdo ella.
¿Julius estaba de mal humor? ¿Habrá sido por lo sucedido con ella?
Suspiró. Quería verlo.
Se dio la vuelta para seguir entrenando, pero al hacerlo, no advirtió en que una chica de los Leones Carmesí de melena del color de la llama de fuego se había acercado. La chocó debido a su torpe movimiento.
—Oh, lo siento —se disculpó Aurora.
La chica le sonrió amablemente.
—No te preocupes, me distraje por unos segundos —murmuró—, no quiero que mi prima me regañe por la distracción. Estoy harta de sudar y ya no soporto este calor.
Aurora estuvo de acuerdo.
—Además de controlar mejor nuestra magia, bajaremos unas cuantas calorías —bromeó ella—. ¿Y quién es tu prima? —Preguntó Aurora con interés.
La chica suspiró.
—Mereoleona. Lo sé, da miedo —le extendió la mano—. Mi nombre es Azuh.
Ella le devolvió el saludo.
—Aurora —le sonrió—. Bueno, debo seguir practicando, mucha suerte.
—También para ti.
Sus pensamientos regresaron a esa conversación del capitán Yami con Mereoleona. Julius no había respondido su carta, aunque no esperaba que lo hiciera, sólo se había asegurado de hacerle saber que iría a ese baile de nobles.
—Tengo mucha hambre —les dijo Asta.
Tan solo la mención de esa palabra hizo que el estómago de todos emitiera un rugido hambriento.
—Me encantaría probar unas de esas chuletas que tan bien le salen al capitán Yami —parecía que Magna comenzaba a babear pensando en aquello.
—Tsk, yo sólo quería hablar con mi ángel Marie y en cambio, tengo que soportar estar con todos ustedes a altas temperaturas —dijo Gauche.
—Vaya, cuanto cariño —murmuró Aurora.
—Los reto a subir la montaña, el primero que lo haga recibirá una moneda de cada uno de nuestro próximo sueldo —propuso entusiasmado Luck.
—Pero nos ordenaron quedarnos a entrenar acá —dijo Noelle—. Debemos obedecer.
—¡Acepto! —Gritó Magna, ignorando las palabras de Noelle.
Un bullicio comenzó a formarse y todos se desordenaron, a Aurora no le quedó de otra que aceptar el desafío.
—¡Oigan espérenme! —pidió Asta.
—¡MOCOSOS! —Rugió el capitán Yami.
Ese grito fue suficiente para que incluso el que no quisiera participar del juego de Luck, se elevara con su magia camino a la cúspide de la montaña.
Aurora no llegó en los primeros lugares, pero había sido algo divertido. Se maravillaron cuando encontraron unas aguas tan cristalinas a las que le salía vapor. A Vanessa le habría encantado, había soñado con sumergirse en las termas de un volcán.
Vanessa había decidido partir al Reino de las Brujas esta mañana, y le había dado todo el apoyo y suerte a Aurora. Le recordó que debía ser sincera con Julius y dejar que todo fluyera. Le encargó a Finral que la acercara hasta el castillo, para que no se le estropeara el vestido al sobrevolar la ciudad. No iba a negar que en su corazón pesaba el pensamiento de que quizá la Reina de las Brujas fuera mala con Vanessa, así que ella le había prometido que estaría de vuelta en una semana. Tenía la esperanza de que su amiga encontrara por fin la paz que tanto necesitaba.
—¿Nos bañamos? —preguntó Magna.
Todos estaban recuperando la respiración después de esa sensación de adrenalina que sintieron.
—¡Es una gran idea superior Magna! —Asta comenzó a sacarse la ropa.
—¡¿Qué haces tontasta?! —Noelle, con las mejillas sonrorajas, le dio un golpe en la cabeza.
—¡Noelle! —se quejó Asta.
De pronto, todos sintieron una presencia pesada y enfadada detrás. El capitán Yami los observa con una mirada sombría.
—Desobedecieron mis órdenes —dijo serio y sin ningún temblor en la voz. Sin embargo, al ver las aguas, se distrajo—. Justo lo que necesitaba.
Bastó esa oración para que los chicos comenzaran a desnudarse. Las chicas chillaron y decidieron ir hacia otro lado. De todas formas, el entrenamiento estaba por terminar, así que Aurora avisó que se iría a la casa porque debía salir esta noche. Afortunadamente, nadie le preguntó el por qué.
Voló lo más rápido que pudo y su estómago se retorcía por las altas expectativas. Cuando entró a la casa, un silencio cómodo la recibió. Subió hasta su habitación y luego se dirigió a bañarse para estar limpia y quitarse todo el sudor de encima. No se demoró demasiado en ello. Lavó sus dientes y se echó una crema hidratante para preparar su piel.
Segundos más tarde, volvió hasta su habitación y se quedó unos minutos observando el bonito vestido que estaba estirado sobre su cama. Advirtió que el sol ya se estaba ocultando. Observó la hora en su reloj de pared y vio que tan sólo quedaba una hora para que el baile iniciara.
¡Maldición! Se le había pasado todo el día en el entrenamiento.
Secó su cuerpo con una toalla y se deslizó hacia arriba la ropa interior, que, como regalo de Vanessa, apenas le cubría las zonas íntimas de su cuerpo. Según su amiga, así se vería más sexy cuando Julius decidiera desnudarla... ¡Desnudarla!
Tomó la suave tela del vestido entre sus manos, y se lo comenzó a poner, con mucho cuidado de no desgarrar nada ni que las piedrecitas decorativas se salieran. Tomó aire cuando fue el momento de subirse el cierre por detrás. Afortunadamente, podría ayudarse con su magia, así que no le suponía problema alguno.
Cuando el cierre subió, la parte delantera del vestido apretujó aún más sus pechos, y el escote pronunciado exhibía sin vergüenza la línea divisoria. Se miró al espejo.
—Por todos los santos, ¿esta soy yo?
Unos delicados tirantes dorados se deslizaban por debajo de sus hombros. Lo siguiente que hizo fue ponerse los aretes rojos y el collar dorado. Se recogió el cabello y dejó que algunos mechones rebeldes cayeran sobre sus mejillas. Se aplicó un rubor suave y pintó sus labios de color rojo. Finalmente, se puso los zapatos y también unos guantes que hacían juego con el vestido.
Se observó nuevamente al espejo y quedó asombrada de su cambio. Parecía otra persona.
Unos toques en la puerta la sobresaltaron y fue a abrir.
—Aurora...
Finral la miraba de arriba hacia abajo, de abajo hacia arriba y sus ojos se quedaron un tiempo más de lo normal en su escote.
—Ojos arriba, Finral.
Un rubor cubrió las mejillas del chico.
—Estás preciosa —le dijo—. ¿No quieres salir conmigo algún día? —Le preguntó emocionado.
—Ni en tus sueños, Finral.
—Puedes dejar a tu novio y escaparte conmigo, ¿qué dices? —alzó ambas cejas.
—¿N-novio? No tengo.
—¿Y ese chico de aquella vez? —sus ojos se iluminaron—. ¿Acaso te comportas igual que yo?
Aurora bufó.
—¡Ni en un millón de años!
—Ya ya, sólo bromeaba. Bueno, si decides conquistar el corazón de algún noble esta noche, de seguro lo conseguirás. ¿Estás preparada?
Aurora fue a tomar la invitación que estaba sobre su mesita de noche y la máscara de color negro, y asintió.
—Estoy preparada.
Hola, gracias por leer, votar o comentar. Ya echo de menos a Julius y sólo ha pasado un capítulo ☹️
Me dejé guiar por un capricho e hice un guiño al fanfic de Nozel
Este calor hace que mi cerebro se derrita y me demore en subir cap 😔
¡Nos leemos mañana, para el Baile de Máscaras! Bueno, aquí es de noche. 🌚
+CURIOSIDADES SOBRE EL FANFIC:
El nombre que eligió Julius para cuando se transforma es Aion Cronan, que son letras combinadas y extraídas de su nombre Julius Novachrono.
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