Capítulo 12 (+18)

"No te vayas"


Aurora entreabrió los ojos y fue adaptándose lentamente a la oscuridad del lugar dónde se encontraba. Ladeó su cabeza y fue consciente de que estaba sobre una cama, y de que la habitación era la suya. Creyó haberse quedado dormida en el baile que organizó Julius...

Un movimiento capturó su atención. Un hombre estaba por abandonar su habitación, le tomó unos segundos darse cuenta de que Julius estaba por irse.

—¡Espera!

Julius no se dio cuenta de que ella había despertado, eso significaba que sólo había dormido una media hora como mucho. ¿Él la había traído? Su cabeza ya le estaba dando vueltas, pero no quería que se fuera. Mierda, había estropeado el baile. Muchas imágenes cobraron color en su cabeza. Estaba avergonzada.

Julius se dio la vuelta cuando la escuchó. Aurora levantó la mano y se dio cuenta de que su muñeca derecha estaba envuelta con una venda y un poco apretada. Se quedó mirándola un buen rato, ¿Julius lo había hecho? Odiaba sentirse tan desorientada y todo por el maldito alcohol.

—No quise despertarte, ¿cómo te sientes?

Él se quedó de pie cerca de la puerta, no se acercó. Aurora temió que estuviera enojado con ella, quería disculparse y se prometió que no volvería a beber en eventos tan importantes como esos... se había dejado llevar por los celos, por el dolor de haber sido ignorada por Julius.

—Me duele un poco la cabeza —respondió—. ¿Tú me pusiste la venda?

El asintió.

—Te quejaste un poco cuando te puse sobre la cama, no te la quebraste, pero eso ayudará a darle soporte.

—Gracias —le dijo. Se quedaron en silencio un rato—. No te vayas aún —le pidió.

Julius pareció luchar contra sus propias emociones. Aurora no quería que se fuera, quiso invitarlo a dormir en su cama un rato, para acompañarla. Finalmente, la observó de nuevo y dio un largo suspiro antes de hablar.

—No puedo quedarme, alguien podría vernos o se extrañarían por mi demora.

—Por favor... —le suplicaría si fuera necesario, ella sólo quería abrazarlo.

—Lo siento, Aurora. Descansa —se dio la vuelta y cuando estuvo a punto de girar el picaporte de la puerta, Aurora se levantó casi corriendo y lo abrazó por detrás, aferrándose a su cintura.

—No te vayas Julius, sólo quédate unos diez minutos más, ¿por favor?

Julius olía increíblemente bien y lo más probable era que ella apestaba a vino. Rozó con su mejilla su espalda. Julius pareció tensarse un momento, pero luego se relajó.

—¿Estás enojado conmigo? Lo siento, no quería hacer una escena. Te prometo que no lo volveré a hacer.

—No estoy enojado contigo, Shiny.

—¿Entonces?

—Quieres que me quede a dormir contigo un rato, pero no podemos hacer eso, recuerda...

—Nuestro trato —finalizó ella. La tristeza se mezcló con el tono de su voz.

Cada vez que mantenían relaciones, no terminaban durmiendo juntos, y esto se debía a que bien ella lo visitaba por las mañanas antes de sus misiones o un momento por las tardes antes de volver a la casa. Pero, creyó que a él le gustaría sólo dormir con ella durante un momento.

La desilusión pesó sobre sus hombros y su agarre firme de la cintura de Julius se aflojó. Él se dio la vuelta hasta quedar frente a ella.

—Estás dolida...

Ella sabía que no se refería a una herida física. Su silencio respondió por ella.

—¿Qué ha cambiado? —le preguntó finalmente Aurora. ¿Por qué sentía que debía meditar cada palabra que salía de su boca? ¿Por qué sentía que él se estaba alejando?

—Yo —respondió él.

—No comprendo —se separó un poco más de él para interpretar mejor sus emociones.

—Yo nunca... —tomó aire—. En todo este tiempo que llevo siendo Rey Mago nunca me había dejado llevar únicamente por mis impulsos —Una mirada de dolor brilló en sus ojos—. Quería enfrentarme a todos los del salón Aurora, al ver cómo se referían a ti. Sentí mucha rabia, sólo pensaba en desatar mi magia frente a todos ellos —bajó la mirada. Aurora puso su mano en su mejilla y lo acarició—. Quise golpear a Nozel por haberte sostenido como si fueras cualquier cosa y sé que no fue su culpa que te doblaras la muñeca, pero en ese momento no pude pensar. ¿Lo entiendes?

A ella le dolió verlo así y todo había sido por su culpa. Estaba admitiendo frente a ella que le importaba, no directamente, pero a su manera. Aurora no podía seguir negando el hecho de que se había enamorado de Julius, pero sabía que si se lo decía estropearía todo lo que tenían juntos. Quiso llorar cuando se dio cuenta de que daría su vida para salvarlo, se sacrificaría por alivianar su carga y lo único que había hecho hasta ahora fue empeorar las cosas.

Aurora se esforzó por mantener la calma ante las palabras sinceras de Julius. La habitación se había llenado de una tensión palpable y ambos podían sentir el peso de las emociones no expresadas. Ella retiró su mano de la mejilla de Julius y miró fijamente sus ojos.

—No te culpes de nada, Julius. Yo también debería haber sido más cuidadosa —observó sus pies avergonzada—. Me dejé llevar por los celos y... —levantó su mirada—, sé que no le habrías hecho daño a nadie en el salón. No quiero que te sientas así por mi culpa —musitó. Entonces, una alarma sonó en su cabeza ante la idea de que él ya no quiera verla nunca más—. No te vayas.

Si bien habían acordado mantener una relación estrictamente física, Aurora sabía que algo entre ellos estaba cambiando, pero sabía que Julius se alejaría si se le ocurría desnudar completamente sus emociones y expresarle lo que más sentía.

Julius pareció pensárselo un poco más y finalmente asintió. Aurora exhaló aire de alivio y ambos fueron hasta su cama. Ella deseó que la cama fuera mucho más grande, ya que apenas cabía el gran cuerpo de Julius junto al de ella. Aurora puso su cabeza encima de su pecho y él le comenzó a dar suaves caricias en su espalda. El sonido de su corazón la calmaba y un suave bostezo involuntario se le escapó.

—Mañana irás a una misión a un lugar que se encuentra a dos días del reino.

—El capitán Yami no me ha dicho nada —dijo extrañada. Sin embargo, el capitán no solía avisar con anticipación.

—Intenté persuadirlo para que no te enviara en ese grupo —confesó avergonzado.

—¿Por qué? —su corazón esperaba expectante su respuesta.

—Porque no sé cuánto tiempo estaremos alejados y voy a echarte de menos.

Ella sonrió, le gustaba que le dijera estas cosas.

—No te darás ni cuenta y ya estaré aquí otra vez.

—Sólo, ten cuidado.

—¿Es una misión peligrosa?

—No lo sé —sintió que Julius odiaba no tener el control de todo lo referente a las misiones—. Y es por eso por lo que no quería que fueras.

—Me gusta que te vuelvas tan protector conmigo —ella besó su mejilla. Julius dejó de acariciar su espalda y ella extrañó la sensación.

—Han estado apareciendo diferentes perturbaciones dentro de nuestro reino. Después de leer los informes que distintas órdenes me entregaron, confirmé que no es propio de un solo lugar.

Ella se levantó un poco para observarlo mejor. Casi se vio sumergida en sus ojos violeta.

—¿Cómo qué tipo de perturbaciones? —preguntó—. ¿Cómo las que vimos en una misión sobre la flora alterada del lugar?

Él asintió.

—Flora y fauna, es hasta el momento lo que los caballeros mágicos han visto. Pero aún no sé a qué se debe y eso me está volviendo loco. Iría a verlo por mi propia cuenta, pero Marx insiste en que no debo dejar mis obligaciones en el castillo. Ten cuidado. —Él le echó un mechón oscuro de su cabello por detrás de su oreja. Ella le dijo que tendría cuidado.

—¡Es verdad! —se incorporó sobre la cama completamente, pero se arrepintió del brusco movimiento, le dio vueltas el estómago. ¿Cómo es qué se le había olvidado preguntar? —. Esa vez en la que te atacaron con cuchillas... ¿iban dirigidas hacia a ti? ¿Alguien sabe que te transformas en Aion? —preguntó preocupada.

Él le sonrió debido a su preocupación y negó con la cabeza.

—Era una riña entre delincuentes, sólo me interpuse en su camino. El culpable está pagando por atentar contra la vida de un civil.

—Debes tener cuidado también —le dijo ella. Entonces buscó su mirada—. Te voy a extrañar —confesó.

—Humm... ¿me extrañarás a mí o a mi cuerpo? —le preguntó divertido. La tensión del momento anterior ya se estaba disipando, quería que no se preocupara de nada más esta noche.

—A los dos —su voz sonó más profunda.

Entonces Aurora comenzó a acariciarlo por encima de su ropa. Julius detuvo su mano.

—Por muchas ganas que tenga de desnudarte, te recuerdo que estamos dentro de la base de Yami —le dijo con una voz más áspera.

—Ya cerré con pestillo y nadie entrará. Avísale a Marx que llegarás un poco tarde —lo tentó ella. Se subió a horcajadas sobre sus piernas y comenzó a rozarlo por sobre la tela de su pantalón. Sonrió cuando un bulto debajo de ella creció.

—Eso no es jugar limpio —le dijo con voz ronca. Gimió—. Además, bebiste demasiado y te duele la muñeca, no quiero hacerte daño.

—No me duele la muñeca y ya estoy perfectamente bien. Por favor, cariño, no nos veremos en varios días ¿podrías soportarlo?

—Me vas a volver loco, pero debo irme.

Julius se estaba levantando, pero Aurora presionó aún más su cuerpo contra el de él, inmovilizándolo. Esta vez abrió la pretina de su pantalón y agarró su eje con la mano, acariciándolo lentamente.

—No puedes negar que también quieres esto.

—Aurora... —gruñó—. Está bien, espera —cedió finalmente.

Julius carraspeó un momento y luego se sentó sobre la cama. Tomó una respiración profunda y abrió un telegrama mágico.

—Mi señor Julius, ya debería estar de vuelta —le dijo Marx desde el otro lado.

Julius sonrió hasta que sus ojos se achicaron.

—Dejé a la señorita Aurora en la base de los Toros Negros y ahora iré a otro lugar. Espero que todos se estén divirtiendo.

—Pero mi...

Julius cortó la comunicación.

Aurora sonrió divertida y lo empujó sobre la cama, para que volviera a estar recostado. Esta vez rozó con más fuerza la entrepierna de Julius. Él cerró sus ojos gimiendo. Entonces, a horcajas sobre él, le bajó un poco el pantalón y su calzoncillo. Entreabrió los labios y exhaló cuando su miembro erecto quedó al aire. Julius fijó su mirada en cada uno de sus movimientos. Entonces, Aurora se agachó y con su lengua rozó la punta de su eje.

El cuerpo de él se estremeció al tacto y apretó las sábanas de su cama. Ella quería brindarle todo el placer que pudiese darle, a pesar de que era la primera vez que hacía esto. Las mejillas de Julius estaban un poco más oscuras y respiraba entrecortadamente. Aurora comenzó a meterse a la boca el miembro de él lentamente. Hizo unos ruiditos con la garganta por la sensación. Cuando se lo sacó, pasó su lengua por el largo de su miembro y comenzó a masturbarlo con su boca lentamente.

La mano de Julius empujó su cabeza desesperado por venirse. Aurora aumentó la velocidad y casi se la escapa una arcada cuando sintió que llegó a lo más profundo de su garganta. Retomó la acción excitada y Julius dijo entre dientes que no aguantaría más. A Aurora la encendió verlo así, el pulsor entre sus piernas aumentó. Él arqueó la cabeza ligeramente hacia atrás y gritó su nombre. Su semilla cubrió la boca de ella y tragó. Se lanzó a los brazos de Julius y comenzó a besarlo. Su lengua la atacó con ferocidad y la agarró de su cabello con brusquedad, pero sin provocarle dolor. Aurora se levantó la falda y bajó su ropa interior desesperadamente. Estaba caliente y un deseo feroz la controlaba en estos momentos. Abrió sus piernas y gimió cuando sintió el miembro de Julius entrar en ella. Se deslizó lentamente hasta sentirlo completamente dentro de ella. Un escalofrío de satisfacción la recorrió cuando sintió la punta de su miembro tocar su parte más sensible. Le gustó tanto esa sensación que subió sus caderas y descendió nuevamente para sentirlo.

Julius la tomó de las caderas y la fue guiando con sus movimientos. Un sudor cubría su frente y algunos cabellos rubios se le pegaban en sus sienes. Entonces, él tomó su cuerpo y comenzó a embestirla salvajemente. Aurora gemía envuelta en su cuerpo. Julius metió una mano por debajo de su camiseta y apretó uno de sus pechos. Aurora echó la cabeza hacia atrás y gritó cuando el clímax la golpeó. Julius siguió embistiéndola y la penetraba sin dulzura, como si ambos hubiesen decidido ser bruscos con el otro. Aún temblando por su orgasmo, sintió que se venía nuevamente, hasta que Julius gritó su nombre y su semilla se depositó sin parar en su interior. Aurora jadeó fuerte y cayó encima del cuerpo de Julius, totalmente acabada. Entre su deseo, chupó el cuello de él. Las respiraciones de ambos se escuchaban por toda la habitación y sus pechos subían y bajaban sin descanso.

Julius atrajo su cabeza hasta su cuello y la abrazó de forma protectora. Lo único desnudo entre ellos eran sus sexos, que aún no se habían separado.

—Gracias —le dijo ella.

—¿Por qué?

—Por quedarte conmigo —le susurró contra su cuello.

Aurora enterró su nariz sobre su piel e inhaló el aroma tan varonil de Julius.

—Me encanta cómo hueles —le confesó.

Él gimió. Julius se retiró dentro de ella.

Era el momento de irse o los demás compañeros de Aurora podrían descubrirlos. Agradecía que no hubiese nadie en la casa que pudiese haber escuchado sus gritos. No se había detenido a pensar en lo que estaba haciendo, sólo se dejó llevar por la lujuria del momento.

Julius besó a Aurora y ella le devolvió el beso con mimo. Abrió los ojos por la sorpresa cuando se fijó en la mancha roja que le había dejado en el cuello. Con su vestimenta de siempre no se vería, pero con la chaqueta que vestía ahora si lo hacía. La culpa cubrió sus ojos.

—¿Qué ocurre?

Ella no sabía cómo decírselo. ¿Se molestaría con ella por haberse dejado llevar por sus impulsos?

—Te dejé una marca en el cuello.

El se sorprendió, no se esperaba eso. Ni siquiera había sentido que Aurora lo había succionado con su boca. Finalmente, le sonrió.

—¿No lo hiciste a propósito? —la observó divertido.

—¡Claro que no! —Se defendió ella, con sus mejillas rojas de la vergüenza.

—No me importaría que alguien la viera. Me hace sentir tuyo.

A ella le gustó oír eso. ¡Mío!

Maldita sea, estaba siendo muy posesiva con Julius.

—Ve con cuidado —le dijo ella. Pese a que quería retenerlo más tiempo.

—Si surge algún peligro que no puedan controlar en la misión, tómatelo con calma y piensa antes de actuar —le aconsejó—. Te estaré esperando —le besó la frente.

Ella se derritió ante su preocupación.

Te quiero, eso es lo que le gustaría decirle antes de despedirse, pero no podía.

Julius se levantó de la cama, se subió su ropa interior y pantalón, y salió de la habitación después de despedirse. Todo su aroma había quedado entre las sábanas de Aurora, podía sentir su olor en la almohada de su cama si cerraba los ojos. ¿Podrían dormir juntos de nuevo cuando regresara de su misión? Ella esperaba que sí.

Hola hola gente bonita, gracias por leer y votar. Como se habrán dado cuenta (se me olvidó que notificaba todos los cambios jaja) la historia estará dividida entre dos partes, aún estamos en la parte 1 y la parte 2 será la final.
Más tarde les subo el capítulo siguiente 🫶🏻

-Cote

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top